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Acuerdo Nacional y Participación de la Sociedad

¿Una posibilidad de construir una salida popular y proletaria a la crisis?

Giovanny Bermúdez Mendoza

Inicia el segundo año del gobierno de Gustavo Petro en medio de un proceso de reajuste de su
estrategia de gobernabilidad y de agitadas contradicciones con las clases dominantes. Han sido
intensas las pugnas durante el primer trimestre de este segundo año y dejan ver a distancia que
los meses por venir serán aún más complejos y difíciles. En ese contexto, la medula central que
orienta la actual estrategia de gobernabilidad, consiste en el llamado a construir un nuevo
Acuerdo Nacional sobre la base de su programa orientado a conciliar los contradictorios intereses
de las fuerzas sociales y políticas del país.

Sin embargo, el llamado presidencial a modernizar el orden institucional choca con las
contradicciones de nuestra sociedad capitalista. Es por eso que su propósito no llega a buen
puerto, pues parte del hecho de que las relaciones sociales que rigen nuestra sociedad son pre-
capitalistas, al igual que la racionalidad de los agentes que las gestionan, oscureciendo el hecho de
que son precisamente producto del proceso de desarrollo del capitalismo a la colombiana. Es
decir, para la óptica progresista la conflictiva realidad de nuestro país se debe a la ausencia de
modernidad capitalista, más no al resultado lógico del funcionamiento de sus leyes generales.

No existe un país feudal y precapitalista que tenga que ser arrastrado hasta la mayoría de edad de
las modernas relaciones sociales de producción del capitalismo avanzado y de su correlato de
democracia liberal. Simplemente nuestra realidad es el resultado de la forma más conveniente
que las clases dominantes han encontrado para reproducir sus relaciones hegemónicas de poder
social.

El capitalismo colombiano se reproduce mediante empresas avanzadas y de gran tamaño,


similares a las de países de alto ingreso, estas firmas colindan con una enorme economía de baja
productividad sostenida a partir de empresas medianas y micro, y en donde grandes grupos de
población sobrante para el capital se reproduce bajo relaciones laborales de auto explotación y
subutilización económica, en campos y ciudades. Esto da lugar a un polarizado ordenamiento
social, mediante el cual se garantiza la centralización de la gran propiedad de medios de
producción en manos de una reducida clase de propietarios que han cerrado el círculo vicioso de
sus intereses mediante la producción de una formación particular de Estado.

De aquí que un posible Acuerdo Nacional tenga más trabas en las contradicciones materiales que
en la racionalidad pragmática de las fuerzas en pugna, que sus choques puedan entenderse desde
la crudeza de las primeras. Pero los hechos políticos, aún intensos, no van a la profundidad
material de las contradicciones sociales, simplemente levitan en aspectos superficiales y limitados,
pero, aun así, resultan ser amenazas para el status quo, debido al carácter retardatario de las
clases dominantes colombianas.

Las aristas de la coyuntura.

Los hechos del pasado 20 de julio consolidaron la fractura institucional entre la cabeza del poder
legislativo y la del gobierno nacional. El golpe de mano que los sectores de oposición asestaron a
las fuerzas parlamentarias del oficialismo reequilibró la correlación de fuerzas en el parlamento a
su favor, sin que la oposición supere aún su vacío de liderazgo y unidad orgánica.

El ascenso del senador Iván Name del Partido Verde a la presidencia del Senado de Colombia, un
viejo verdugo de las fuerzas parlamentarias del Pacto Histórico, fue posible por la melodramática
pugna entre las fuerzas del bloque de gobierno que, divididas, no pudieron hacerse al control del
principal cargo del legislativo nacional, aunque aseguraron la presidencia de la cámara baja
evitando un descalabro mayor.

El resultado no pudo ser peor por cuanto el llamado del presidente Gustavo Petro al Acuerdo
Nacional cayó sobre los pies del nuevo presidente del Senado, quien rápidamente lo condicionó a
su criterio de independencia;1 desde entonces, el corto circuito entre el jefe de la Casa de Nariño y
el jefe del salón elíptico del Congreso de la República es la constante, lo que complica la gestión de
las reformas sociales.

Son menos pesimistas los resultados de la mesa de diálogo entre el Gobierno y el Ejército de
Liberación Nacional (ELN). La entrada del cese al fuego entre ambos bandos y el lanzamiento del
Comité Nacional para la Participación (CNP) permitió dar un nuevo impulso a la propuesta del
Acuerdo Nacional, que nuevamente fue catapultada por parte del presidente Gustavo Petro como
el techo y la base programática para orientar el desarrollo de la Mesa de Diálogo entre el Estado y
la insurgencia y la presente etapa de participación de la sociedad.

Sin embargo, la manera en que respondieron los sectores de la derecha colombiana ensombreció
el panorama. En esta línea operó el saboteo institucional del fiscal Francisco Barbosa mediante la
simulación de un atentado en su contra por parte del ELN, amenaza que también recaería sobre la
senadora María Fernanda Cabal y el general Eduardo Enrique Zapateiro, el cual fue desmentido
por esta insurgencia y tratado con distancia por parte del ministerio de defensa y la inteligencia
militar. A esto se suman, la ofensiva paramilitar contra sectores del proletariado rural en
diferentes regiones del país; la estrategia de las grises fracciones residuales de las extintas FARC y
la compleja disputa interina al interior de las Fuerzas Militares y el Ministerio de Defensa.

Por otro lado, al conjunto de intelectuales orgánicos que orientan los medios de comunicación y
las maquinarias políticas a fines a los intereses de las clases dominantes se unen los alfiles
empresariales del gran capital, quienes de forma activa ocupan hoy parte de la primera línea de
ofensiva anti-gobiernista. Así lo deja ver la actitud expuesta en los múltiples encuentros de los
sectores del Consejo Nacional Gremial con el presidente Gustavo Petro, las preocupaciones
causadas por la incertidumbre macro económica y los posibles efectos de la repartija del
presupuesto público, sin contar con las carteras gremiales. 2

1
Al respecto declaró el senador Ñame: “La voluntad del Congreso sobre el tema es estudiar las reformas y
poder lograr los mejores resultados posibles para los intereses de la nación. Pero las reformas no salen
como entran porque para esos existen el Congreso y el parlamento. Soy partidario de un acuerdo nacional
pero basado en el respeto”. 2023/ 13 de agosto. El tiempo. Pág. 1.8.
2
En reunión con el Consejo Gremial el presidente Petro insistió en su llamado a un Acuerdo Nacional y según
el diario el tiempo planteo a los gremios: “tiene que hacerse con sinceridad y pasa, entre otras cosas, por
tener energía eléctrica barata, que representa un motor de desarrollo; lograr reducir las tasas de interés y
democratizar la tierra. En resumen, enfrentar la desigualdad social y ser más equitativos” (Vargas Cuellar,
2023)
La causa de esta ofensiva del gran capital es su dependencia estructural de apalancamiento con
fondos públicos para sostener su tasa de ganancia. Este drenaje de recursos fiscales hacia el sector
privado fue condicionado por el gobierno progresista, quien no tiene aún claridad sobre la
estrategia de acción macro económica. Otras razones detonantes de esa ofensiva son; las
paliativas reformas sociales del gobierno, enfocadas al reordenamiento parcial de los factores
jurídicos que sostienen la “confianza inversionista” y el privilegio de los oligopolios financieros e
industriales que les permiten controlar en promedio anual el 40% de la riqueza nacional 3.

El consenso nacional y la democracia social.

Pese al negacionismo inicial del bloque progresista frente a las críticas que pusieron en evidencia
el alcance limitado del paquete de reformas sociales y las contradicciones internas de la estrategia
de alianza con los sectores tradicionales. Fue el propio presidente Gustavo Petro quién reconoció
el fracaso de su estrategia gubernamental durante el primer año y las contradicciones que hoy
enfrenta debido al fallo de su cálculo político; también, quién marcó un nuevo campo de
posibilidad política para las fuerzas sociales que juegan dentro de su canal de acción y quién
reafirmó la centralidad de los sujetos políticos, que dice representa su apuesta de cambio. 4

Las contradicciones con las clases dominantes suben de temperatura y esto satura aún más el
campo institucional del progresismo. Frente a esta situación es que se hace urgente la necesidad
de vincular, al campo de la disputa política, el amplio conglomerado de poblaciones proletarias
que hoy padecen las tremendas condiciones de pobreza y sobrexplotación laboral. De esta
cuestión parecen estar conscientes los bandos en pugna, al dedicar considerables esfuerzos para
vincular los más amplios sectores sociales y populares a sus empresas políticas a fin de presionar
un cambio en la correlación de fuerzas.

Del lado de la derecha la cosa no ha resultado del todo bien, al constatar su crisis de legitimidad en
los pobres resultados a sus llamados a la movilización callejera y el poco apoyo de sus propuestas
de golpismo institucional. La estrategia del bombardeo mediático y la masiva fabricación y
denuncia de escándalos políticos han dado apenas para estimular el desprestigio y la pérdida de
popularidad del gobierno progresista, sin lograr minar su legitimidad institucional, ni poner en
riesgo su continuidad orgánica.

Para los sectores del gobierno, aun con mayor respaldo popular en la calle, la situación se torna
difícil. Más allá de las expectativas que suscitan las reformas sociales, las políticas de atención a la
pobreza y de empuje a la economía de subsistencia, no se ha cristalizado una estrategia sólida que

3
Plantea Vargas Cuellar Juan Pablo en el diario la republica que: “Según Oxfam, de la riqueza que se crea en
el país, 45% queda en las manos del 1% más rico y 42,6% va para el otro 9% de ese primer decil.” (Vargas
Cuellar, 2023).
4
En este sentido se refirió el mandatario en entrevista a la revista Cambio publicada el domingo 27 de
agosto en donde afirmó: “yo voy a decir que cometí un error histórico, la idea de hacer un acuerdo nacional
que está ahí… yo la traduje en el gabinete atrayendo sectores que no estuvieron conmigo, proponiendo algo
que ha terminado una ingenuidad, lo hice de buena fe, producir un acuerdo sobre la mesa, es decir ustedes
son esto, ustedes representan esto, los bancos, las EPS unos intereses, tienen unas ideas sobre el tema,
nosotros representamos esto, nosotros representamos campesinos, obreros, gente del barrio popular,
jóvenes… los llaman ahora, jóvenes esos somos nosotros, esos son los que votaron por nosotros y nosotros
tenemos otras ideas sobre cómo debe ser la manera de satisfacer estos sectores que han sido los
tradicionalmente los excluidos…”.
haga más compacta y activa la participación de estos sectores en los escenarios de la lucha política
y logré superar su posición como poblaciones beneficiarias de subsidios y política social; también,
porque la agenda gubernamental es incapaz de superar aún las limitaciones de su propio enfoque
de minorías sociales y de trato de segundo orden a temas tan relevantes para las poblacionales
urbanas como la vivienda, el trabajo informal, el desempleo y la movilidad.

Los amplios sectores sociales y populares de los cuales emanó el ascenso del gobierno parecen
extraviados en el contexto de la gran política nacional, pese a los múltiples llamados a su
movilización, es por esto que el argumento del gobierno de que cuenta con una amplia base social
es frecuentemente rebatido por las fuerzas políticas de oposición. Los principales funcionarios
públicos en el parlamento y los diferentes estamentos gubernamentales arguyen ser los legítimos
representantes de la sociedad, por cuanto a ella se deben sus credenciales institucionales,
condición que les permite acusar los constantes llamados a la movilización popular como
intentonas populistas enfocadas a patear el tablero de la institucionalidad y que colocan en riesgo
la intachable hoja de vida de la democracia colombiana mediante el llamamiento al caos y el
desorden civil.5

Para las clases dominantes el Acuerdo Nacional debe tomar su representación institucional como
la única vocería legítima de la sociedad, sin importar que está traduzca la voz de los intereses de
las clases dominantes; además es en función del grado de vinculación de sus demandas de
representación política y beneficio económico que valoran el espíritu democrático de la actual
propuesta de diálogo y acuerdo nacional. Ello, a pesar de que sean precisamente éstas las que
sostienen las contradicciones principales de los conflictos en cuestiones como salud, pensiones,
trabajo formal, modelo agrario y minero energético.

En este contexto el llamado a la participación de la sociedad, realizado desde la mesa de diálogo


entre el ELN y el gobierno nacional, ha remarcado la necesidad de ampliar el debate nacional y
moverlo de los centros tradicionales de la política, para impulsar la movilización de la sociedad en
función de la deliberación de los grandes problemas del país y en la búsqueda de alternativas de
soluciones.

Sin embargo, es posible que dicho proceso, por su énfasis en los sectores formalmente
constituidos como parte de la “sociedad civil”, corra el riesgo de no posibilitar la participación de
las clases proletarias excedentarias que por su condición social y económica no cuentan con
capacidad ni instrumentos solidos de representación institucional en los ámbitos de la política y de
lo político; también, de que sus límites terminen siendo los mismos que subyacen a la intención
del gobierno de lograr un Acuerdo Nacional en beneficio de segmentos sociales que desfigura
como multitudes sin concreción ni forma política. 6

Todas estas limitaciones reflejan la crisis de la democracia contemporánea, producto del


desencaje al que la somete la crisis capitalista. La cual lleva sus contradicciones al límite, sin

5
En ese sentido se pronunció Efraín Cepeda presidente del directorio del partido Conservador: “Las recetas
unilaterales polarizan, el camino es escuchar al pueblo y a los partidos. Las reformas deben nacer desde el
Congreso, que es la expresión de los ciudadanos; el gobierno no puede desconocerlo”. Lombo Delgado. J.S.
2023/ 25 de junio. El Pacto envía señales de diálogo, pero lenguaje del mandatario va en contravía. El
tiempo. Pág. 1.3.
6
(Colombia+20, 2023)
posibilidad de superarlas por sus propios canales de racionalidad política. En particular, se quiebra
la tradicional división técnica de la política representativa que, terceriza su ejercicio, al separar el
mundo de lo político de la sociedad real mediante el rol del político y el burócrata profesional,
pero sin proponer horizonte alguno y salidas estratégicas de mayor alcance, que tiendan a pensar
las soluciones por fuera de lo ya establecido.

El reto es enorme, por cuanto se trata de comprender no sólo la crisis de la democracia, sino
además, de perfilar otra nueva, más si se consideran las actuales condiciones de nuestra sociedad,
envuelta en siglos de doctrina señorial y conservadora, abigarrada en una formación estatal
hegemónica que suele asumirse a sí misma como insuperable debido a que gran parte de la
sociedad la adopta como el estado natural de nuestra forma de vivir en sociedad, muchas veces, a
pesar de que esa misma máquina institucional reafirme los privilegios de pocos como si fueran
derechos inalienables o naturales, pasando por encima de la dignidad de muchos.

El problema es complejo si se considera que no sólo se trata de impulsar una simple conciencia de
los asuntos civiles, de lo político y de la causalidad de los problemas comunes, sino,
fundamentalmente, de alcanzar una actitud de compromiso y protagonismo social en la
producción material y en la gestión de las fuerzas productivas que garantizan la reproducción de la
sociedad, es decir, rediseñar la forma en que se organiza el trabajo en sociedad y se socializan los
productos del trabajo social.

En esto, tanto el Acuerdo Nacional, como el llamado a la participación de la sociedad debe ser
orientado a fortalecer al sujeto proletario y popular mediante la extensión de un programa de
cambios estructurales de mediano y largo plazo que garanticen las transformaciones desde una
óptica de nueva democracia social y popular.

Así, el campo popular debe seguir avanzando en la concreción de una salida propia a la crisis de la
nación, en la maduración de apuestas programáticas y en la consolidación de espacios y procesos
que fortalezcan sus fuerzas de agenciamiento en donde las asambleas populares, la autonomía
orgánica y política y la construcción de propuestas de solución a los grandes problemas del país
incentiven procesos de liderazgo e investigación colectiva.

Bibliografía
Colombia+20. (13 de 06 de 2023). https://www.elespectador.com/. Obtenido de
https://www.elespectador.com/: https://www.elespectador.com/colombia-20/paz-y-
memoria/dialogos-con-eln-fases-y-proceso-de-la-participacion-de-la-sociedad-civil/

Garcia Maecha, C. A. (12 de 09 de 2023). https://www.msn.com/. Obtenido de


https://www.msn.com/: https://www.msn.com/es-co/noticias/other/el-consejo-gremial-
se-reuni%C3%B3-finalmente-ayer-con-el-presidente-gustavo-petro/ar-AA1fXNwL

Vargas Cuellar, J. P. (24 de 01 de 2023). https://www.larepublica.co. Obtenido de


https://www.larepublica.co: https://www.larepublica.co/economia/unicamente-12-4-de-
toda-la-riqueza-creada-se-distribuye-en-90-de-la-poblacion-3528472

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