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CARLOS FUENTES
Daniele Aparecida Pereira Zaratin
Universidad Presbiteriana Mackenzie
São Paulo- Brasil
RESUMEN
“Tlactocatzine, del jardín de Flandes” (1954), de Carlos Fuentes. Analizaremos cómo las
características del Fantástico decimonónico están presentes en esta narrativa del autor
mexicano por medio de sus opciones lingüísticas en la construcción del texto. Otro
aspecto que nos interesa analizar es la relación entre la Literatura y la Historia implícita
significación, haciendo que la palabra en este sentido venza la muerte del olvido, renueve
la Historia cerrada.
INTRODUCCIÓN
Los Días Enmascarados (1954), su primer libro publicado y en el que está el cuento que
analizaremos –. El autor utiliza lo Fantástico, para debatir uno u otro tema que le interesa
plantear, como, por ejemplo, reflexionar sobre la identidad mexicana, sobre los hechos
relación Literatura e Historia, entre otros. Carlos Fuentes propone a su lector, por medio
mexicano tiene como objetivo que su lector, al leer sus textos, reflexione también sobre el
acto mismo de crear narrativas ficcionales, teniendo en cuenta los datos puestos de la
realidad, es decir, Carlos Fuentes a partir de la realidad crea otra realidad, que es ficción,
haciendo, así, que su lector razone sobre esos dos universos.
narrativa. Sin embargo, como el acto de creación literaria está libre de las amarras de la
“verdad”, imprescindibles al discurso histórico, el autor tiene la libertad para llevar hasta el
límite su imaginación, e, inclusive, ir más allá de ella, pues Carlos Fuentes rompe no
mexicano, y cómo él, por medio de sus construcciones lingüísticas, hace que lentamente
emerja lo insólito. Nos interesa también analizar la relación entre la Literatura y la Historia
les atribuye una nueva significación, haciendo, de esa forma, que la Historia cerrada se
renueve por medio del discurso ficcional, del discurso literario. Vale resaltar que nuestro
camino interpretativo está basado en teóricos como Tzevetan Todorov, Remo Ceserani y
Filipe Furtado. Partiendo de las consideraciones hechas por ellos acerca de lo Fantástico,
1 El Segundo Imperio consiste en el período que Maximiliano de Habsburgo fue emperador de México, del
año 1863 y 1867. Su gobierno fue apoyado por el ejército francés, la opinión católica y conservadora frente
a los liberales de Benito Juárez, que contaban con el apoyo popular. En 1967 Maximiliano fue aprehendido y
condenado a la muerte. En el mismo año fue fusilado en México.
LO FANTÁSTICO EN “TLACTOCATZINE, DEL JARDÍN DE FLANDES”
narrador que va a vivir en una casa antigua a mando de su patrón. Afirma él: "El
licenciado Brambila tiene cada idea! Ahora acaba de comprar esa vieja mansión del
Puente Alvarado, suntuosa pero inservible [...]. Yo debería pasar a vivir un tiempo en la
mansión [...]” (Fuentes, Los Días 34). Por medio de su diario, el narrador nos relata sus
causa de una presencia inexplicable: una vieja que quiere comunicarle algo que él
cuestión del foco narrativo presente en “Tlactocatzine”. En esta narrativa, justamente por
consideración sobre ese aspecto se refiere a la reiterada opción de los autores de textos
fantásticos por el foco en primera persona, porque, como destaca Ceserani, ese tipo de
narrador cuenta su historia. Los ejemplos de ese tipo de relato son muchos, hay desde
textos en formas de cartas, debates entre amigos, oyentes directos, hasta diarios, entre
narrativa, estimulan y facilitan el acto de identificación del lector implícito con el lector
externo del texto”2 (69). Analizando las palabras de Ceserani y teniendo en cuenta la
narrativa de Carlos Fuentes, notamos que la opción del escritor mexicano por la narración
narrados, puesto que, por tratarse de un diario (registro de carácter íntimo), partimos de la
2 Los textos de los teóricos están en portugués, así que nosotros hicimos las traducciones.
premisa de que lo que se está narrando allí es “verídico”, aunque sea, al mismo tiempo,
que tiene una visión limitada de lo que está ocurriendo. Así el autor, por medio del
narrador que se utiliza de la modalidad escrita para registrar su relato, pretende que el
lector explícito entre en el juego narrativo, reconociendo aquel universo narrado como
incertidumbre ante lo insólito que vendrá a ocurrir. En ese sentido, señalamos también lo
que asevera Filipe Furtado cuando dice que en una narrativa fantástica es necesario que
haya la “identificación del destinatario real” (133) con el lector implícito del texto para que
el efecto de vacilación se amplíe. En otras palabras, hay una aproximación del narrador al
“destinatario real”, lo que hace que este se “vea” como introducido en la situación narrada,
credibilidad del relato, pues permite que el lector lo crea con más ahínco.
Colabora con ese efecto de veracidad del relato otro recurso que Fuentes utiliza en
Fuentes trae ese dato de la historia real para su narrativa. El matrimonio solía enviarse
cartas casi diariamente el uno al otro para relatar lo que había pasado aquel día, en algún
viaje. Carlota, después de que regresó a Europa, siguió escribiendo cartas a Maximiliano
durante mucho tiempo, incluso después de que su esposo fue fusilado en México, pues
ella no creía en su muerte. Así, las cartas en la narrativa funcionan con la misma dinámica
del diario: en primera persona y con carácter personal, también explicitan un destinatario
interno, con el cual el lector se identifica y pasa a considerar el relato leído como si fuera
Es interesante pensar en este aspecto del cuento porque al suspender el relato del
narrador-personaje para que la voz de otro personaje emerja, el autor mexicano hace que
el lector real refuerce su confianza en la narrativa, ya que este tiene acceso no solamente
a lo que cuenta el narrador, sino también, a lo que nos comunica Carlota, por medio de
sus cartas. El escritor desarrolla un juego que consiste en incluir una doble voz, cuya
finalidad es la misma señalada anteriormente: acercar el lector del narrador y del relato,
hacerle creer en todo lo que se narra, para que después comparta con el narrador-
cual no sabemos el nombre hasta que descubrimos su “pasado”, su identidad, eso es, que
letras, pasa sus días leyendo y escribiendo, “lea, escriba, lleve su vida habitual” (35), le
europea en sus diversos ámbitos: la literatura, “ahora que escribo, las asociaciones del
jardín me traen, sin duda, las cadencias de Rodenbach [...]”; la pintura, “los retablos de la
pintados por los discípulos de Francesco Guardi” (36), para citar únicamente dos
ejemplos. Por lo tanto, es ante ese personaje culto y racionalizado que paulatinamente se
hacer que lo inimaginable tome cuenta de este universo, lo que sorprende al narrador y al
lector.
Por otra parte, pero no excluyendo a lo real, tenemos lo irreal, representado por la
perfectamente reconocible en el universo que el lector forma parte, pues se trata de una
vieja viuda, como lo era Carlota, el personaje histórico. Hasta aquí la caracterización no
sorprende a nadie, pero lo que deja el lector sin saber lo que pensar es esa
caracterización sumada a la vacilación del narrador sobre cómo y por dónde esa vieja
entraba en el jardín, “Ahora caminaba, ¿hacia...?”, “¿pero cómo se atrevía a entrar, o por
dónde entraba? [...]” (41). Esas preguntas del narrador parecen hechas no solamente para
él mismo, sino también para el lector, como si todo aquello fuera una especie de
piezas que están aisladas del todo. Pero, en realidad, no encontrarán pronto respuestas
porque lo que hace Fuentes es llenar más aún el relato de incertidumbres y huecos, lo
Contribuye con esta vacilación la negación del narrador – hecha para afirmar –
sobre lo que presenció: “No, no diré3 que cruzó la enredadera y el muro, que se evaporó,
que penetró en la tierra o ascendió al cielo” (Fuentes, Los Días 41). La duda del narrador
e, incluso, un probable miedo ante las actitudes de la vieja hacen que los lectores
hasta el fin de la narrativa, cuando hay la última revelación, pues tanto el “destinatario”
principio del texto presenta indicios del desenlace de la trama. Como ejemplo de eso,
casa. Según él: “La mansión es en verdad hermosa, por más que la fachada se encargue
de negarlo, con su exceso de capiteles jónicos y cariátides del Segundo Imperio” (35). Al
1) “f. Arq. Estatua de mujer con traje talar, que hace oficio de columna o pilastra;
pilastra”.
pensar, aunque esté vieja sigue siendo “hermosa”, así como afirma el narrador sobre la
“columna” responsable por este reencuentro. Ella esperaba por el regreso de “Max”,
edificando la casa, sosteniéndola por medio de su memoria y su amor. Tal vez por eso, el
narrador, desde el inicio, dé tanto énfasis a la belleza de aquel lugar, destacando también
como se sentía esplendido allí: “Aquí se está lejos de los ‘males parasitarios de México’.
Menos de veinticuatro horas entre estos muros […] me han inducido a un reposo lúcido
[...]” (Fuentes, Los Días 37). Así, completamente inmerso y muy a gusto en aquel espacio
no reconocible por la razón pero por los sentidos, el narrador poco a poco deja que fluya
identidad:
espacio. El perfume, las siluetas, el dilatar, el propio río (a causa de su fertilidad) también
recuerdan a una figura femenina. Esos elementos aclaran lo que vendrá: ella, Carlota. En
En el texto fuentiano, ese “inconsciente” del que habla Bachelard surge a partir del
momento en el que el narrador vive y revive aquel espacio, haciendo que, gradualmente,
su memoria “dilate”, florezca, así como las muchas flores del jardín que la vieja mujer traía
constantemente consigo.
olvidada; es el ambiente donde Carlota primero aparece delante del narrador. Es en este
espacio que ella renacerá y hará con que Maximiliano también renazca. Es por medio de
como las muchas flores que ella siempre cargaba para ofrecerle: las “siempre-vivas”.
El jardín hace que el narrador se traslade a otro universo (el propio jardín de
Flandes), una realidad irreal, en que sobresalen los sentimientos olvidados. Así, es
solamente en el plan de lo fantástico que dos ambientes de climas tan distintos pueden
Esa oposición de climas entre el Jardín “de Flandes” (región de Europa donde
nació y vivió Carlota5) y la Avenida Puente de Alvarado, elemento este que funciona como
una metonimia del propio México, simula la propia oposición de la razón versus
sentimientos, muerte versus vida, olvido versus recuerdo. Podemos pensar también que si
por un lado México es, para el narrador, una especie de no-lugar, para utilizar la
terminología de Marc Augé, por otro lado, el jardín de la casa (Flandes) funciona como su
contrario, como su hogar, porque este espacio simboliza su vuelta a los orígenes,
simboliza su regreso al seno de su amada. Eso, de cierta forma, explica el hecho de que,
aunque él perciba que está ocurriendo algo que huye de su comprensión, buscando
5 Carlota nació en 1840 en Bruselas, Bélgica, país donde está ubicada la región de Flandes. Murió en su
tierra natal en 1927.
racionalizarlo en muchos momentos, “No me voy a asustar porque alguien saltó la tapia y
entró en el jardín. Voy a esperar toda la tarde […] y agarrar al intruso” (40), él permanece
En esta narrativa fuentiana hay otros elementos que son recurrentes en los textos
fantásticos, como, por ejemplo, las dudas que permanecen sin respuestas, lo que amplía
existe un matrimonio de criados que “vivía en la azotea” y que mantenía la casa “limpia y
brillante” (35), afirma el narrador; ante esta afirmación el lector se pregunta: ¿Mantenía la
casa limpia y brillante para quién? ¿El narrador no había dicho que la casa estaba cerrada
desde la Revolución Mexicana? Son preguntas que nunca encuentran respuestas. Lo que
hay es el hecho de que esos criados solamente se muestran en esa parte del texto.
narrador afirma que no encontró las llaves para abrir las ventanas de la biblioteca, único
pasaje para el jardín, “no encontré las llaves de la ventana, y sólo por ella puede pasarse
al jardín” (36). Sin embargo, más adelante dice: “Casi podría decirse que se escuchaban
pasos, lentos, con peso de respiración, entre las hojas caídas”, y, después de esa
declaración, consigue abrir la ventana, sin aclarar como lo logró: “Por fin, he logrado abrir
la ventana de la biblioteca. Salí al jardín” (38). Lo que queda es: ¿Cómo logró abrir la
ventana? ¿Encontró las llaves? ¿Fue la vieja que la abrió o algún criado? No hay
respuestas.
La duda persiste también cuando pensamos en el piano que tocaba canciones sin
que nadie estuviera allá, “sonaban las seis cuando escuché música en el salón, era el
famoso Pleyel, tocando valses. A medida que me acerqué, el ruido cesó” (42).
definitiva” para él (44). Delante de esas informaciones incompletas el lector real se hace
más preguntas: ¿Fueron los criados que cerraron la puerta, además de tocar el piano? ¿O
lector consiguen saber de hecho lo que pasó, ampliando aún más la duda del que lee el
texto.
Ese espacio es tan autónomo que, no raras veces, el narrador lo personifica: “Ésta
(biblioteca) se encuentra a espaldas de la casa, y sus ventanas son las únicas que miran
al jardín [...]” (36). Hay, así, en la descripción de todo este ambiente un conjunto de
elementos que nos llevan a creer en su carácter corporificado: las pilastras, las “siluetas”,
las espaldas, las ventanas que “miran”; todas esas expresiones en el discurso del
instauración de la ambigüedad resulta muy difícil para él elegir con seguridad un único
camino interpretativo. En este cuento fuentiano, señalamos los siguientes fragmentos que
El humo de otoño cubre el jardín hasta las tapias, y casi podría decirse que
se escuchaban pasos, lentos, con peso de respiración, entre las hojas
caídas”;
Si ya en la casa rozaba la epidermis de otro mundo, en el jardín me
pareció llegar a sus nervios” (38).
De esa forma, el lector al leer esas dos afirmaciones ambiguas no sabe si opta
entre el sentido literal de las expresiones o entre su sentido figurado. En ese sentido, las
valores plásticos las palabras y formar a partir de ellas una realidad” (70). Así, solamente
literalmente.
frente con Carlota. Afirma él: “Después de la aparición del atardecer, recobré el
solitario” (Fuentes, Los Días 43). En este fragmento, notamos que el autor, al utilizar la
también al lector, pues ambos no logran saber lo que pasó al primero, lo que resulta en un
aumento del suspense y de la incertidumbre en el relato.
Concluimos este análisis, citando algunas palabras de Carlos Fuentes: “No hay
palabra que no venza a la muerte porque no hay palabra que no sea portadora de una
inminente renovación” (Fuentes, En esto 168). Basados en esta afirmación del escritor
escrita vence el tiempo y la muerte – dando “nuevo” desenlace a un hecho que ya estaba
separado.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
BACHELARD, Gaston. A Poética do Espaço. Trad. Antonio de Pádua Danesi. São Paulo:
Martins Fontes, 2000.
BORGES, Jorge Luis et al. Antología de la literatura fantástica. Buenos Aires: Ed.
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CESERANI, Remo. O Fantástico. Trad. Nilton Cezar Tridapolli. Curitiba: Ed. UFPR, 2006.
DONOSO, José. Historia personal del boom. Santiago de Chile: Alfaguara, 1972.
FUENTES, Carlos. Los Días Enmascarados. México D.F.: Biblioteca Era, 1982 (1° ed.
1954).
_________. En esto creo. México D.F: Seix Barral: Planeta mexicana, 2002.
OCTAVIO, Paz. “Prólogo”. In: FUENTES, Carlos. Cuerpos y Ofrendas. Madrid: Alianza
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TODOROV, Tzvetan. Introdução à literatura Fantástica. Trad. Maria Clara C. Castello.
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