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09.

Jorge Volpi, Examen de mi padre.


Diez lecciones de anatomía comparada,
Madrid: Alfaguara, 2017, 296 p.

ISBN 978-842-043-142-0 (ebook).

Leche negra del alba te bebemos de La lectura de este volumen de Jorge Volpi
noche ha sido terapéutica, ya que en el recorrido
te bebemos de día y mediodía te bebemos por el duelo de su padre, he recorrido los
de tarde duelos de los míos: mi padre desapareci-
bebemos y bebemos do por la dictadura militar argentina en
Vive un hombre en la casa que juega con 1977 hace 40 años y mi madre que murió
serpientes en un hospital hace 6 años. Y por ello me
él escribe permitiré en este breve texto compartir las
escribe cuando cae la noche en Alemania reflexiones surgidas a lo largo de la lectura
tu cabello y que sólo puedo comentar a través de mi
dorado Margarete propia experiencia.
tu cabello cenizo Sulamit cavamos una
tumba entre No hay nada más íntimo que un desapa-
los aires allí se yace cómodo recido, que un muerto. En ese momento
que no están, pasan a ser nuestros nada
Paul Celan, Fuga de muerte más. Sólo esa capacidad de nombrarlos los
protege del silencio. Esa memoria a dúo
que se acaba, sólo la podemos recuperar
a través de la descripción, como amarre al
mundo de los que se han ido.

Jorge Volpi, como un cirujano experto,


sigue en este libro los cinco preceptos fun-
damentales de Ambrosio Paré: coloca los
órganos en su posición normal, es decir
organiza las palabras en el discurso; une lo

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separado, el cuerpo con el lenguaje; separa tos”, diría Juan Gelman, de los niños de la
lo unido, la memoria y el cuerpo; quita guardería ABC, a quienes en un afán por
lo superfluo, en esa prosa limpia nítida unir en el lenguaje, por hacerlos aparecer
que rasga la hoja como el escalpelo a la con sus historias, Volpi nombra uno por
piel. Y, finalmente, trata de modificar lo uno, construyendo con su enumeración
que la naturaleza ha deformado: como la un vasto cuerpo al descubierto.
mutación de la muerte en una narrativa
hacia su propia vida. Y la palabra del escritor, en una narración
incisiva, entreteje con su recuerdo los
En la lección primera y a lo largo del libro, cono­cimientos científicos más precisos de
la figura del padre emerge de esa memo- ese cuerpo que se disecciona y, a la vez,
ria que sutura con las frases y, como en con su lenguaje entrelaza el vacío de la
el poema de Seamus Heaney, “Digging”1,
la pluma se transforma, en ese momento
perdurable que imita el gesto ancestral de
su padre, en el caso de Volpi, en el escal- 1 “Between my finger and my thumb / The squat pen
pelo que abre el cuerpo para arroparlo en rests; snug as a gun. // Under my window, a clean
la memoria, para aprehenderlo. rasping sound / When the spade sinks into gravelly
ground: / My father, digging. I look down // Till his
En esa cirugía amplia que es el libro, somos straining rump among the flowerbeds / Bends low,
cómplices de miradas atentas; como en comes up twenty years away / Stooping in rhythm
un anfiteatro, emprendemos el recorri- through potato drills / Where he was digging. // The
do del duelo como lúcidos estudiantes de coarse boot nestled on the lug, the shaft / Against the
un tratado organizado en lecciones y, a inside knee was levered firmly. / He rooted out tall
la vez, como testigos de los más íntimos tops, buried the bright edge deep / To scatter new
sentimientos que acompaña la propia di­ potatoes that we picked, / Loving their cool hardness
sección de Volpi. En una prosa directa y in our hands. // By God, the old man could handle a
precisa, que a momentos remite a Albert spade. / Just like his old man. // My grandfather cut
Camus en El Extranjero. more turf in a day / Than any other man on Toner’s
bog. / Once I carried him milk in a bottle / Corked
De la intimidad de la reflexión sobre su sloppily with paper. He straightened up / To drink it,
padre, sobre el cuerpo íntimo, pasamos then fell to right away / Nicking and slicing neatly,
al gran cuerpo social devastado por la heaving sods / Over his shoulder, going down and
barbarie, como prueban los cuerpos que down / For the good turf. Digging. // The cold smell
aparecen en todas partes donde mira- of potato mould, the squelch and slap / Of soggy
mos, como en una gran peste medieval. peat, the curt cuts of an edge / Through living roots
Los cuerpos desollados, mutilados por los awaken in my head. / But I’ve no spade to follow men
narcos; las desapariciones de los cuerpos like them. // Between my finger and my thumb / The
en Ayotzi­napa, o los calcinados “huesi­ squat pen rests. / I’ll dig with it.”

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muerte con la presencia del vocablo. Son olvido”. El escritor añade más adelante:
estos esfuerzos de decir que describen los “la única forma de lograr que el poder
territorios llenos de muerte, los que me creador de la escritura” haga que “nuestro
rememoran a esos cuerpos hacinados de cerebro se identifique con quien ha sufri-
los campos de concentración nazi, o esos do es poniéndose en su lugar”. Ello sólo
grandes cadáveres de aire en el vacío de puede alcanzarse mediante un relato de
la ESMA;2 esas historias que apenas se su experiencia. Y, más aún, nos confirma
esbozan en las notas dejadas por aquellos el escritor el poder creador de la escritu-
que iban a ser asesinados, proyectadas en ra, como Primo Levi lo hace en su propia
el piso, debajo de la tierra, en esos ataúdes obra; Jorge Volpi afirma: “Si yo escribo
vacíos, que nos muestran en el Memorial estas líneas es para mantener a mi padre
del holocausto realizado por Peter Eisen- conmigo”.
man y Buro Happold en Berlín.
En el tercer capítulo, Volpi nos habla de
El libro de Volpi, en un ejemplo paradig- la mano del poder –una de sus propias
mático de la relación entre el cerebro y fascinaciones– y reflexiona sobre la obse-
el corazón, entre la ciencia y el lenguaje sión de las manos en Leonardo Da Vinci y
literario, a través de un orden instaura- Vesalio: la mano que habla en el lenguaje
do por el cuerpo, nos invita a ser parte de los sordos, la mano que crea y destruye,
de este “cortar a pedazos”, dissecare, de la “mano dura”, metáfora del poder que se
“dividir en partes […] el cadáver para el impone con violencia. Una mano que ha
examen de su estructura normal o de las perdurado a lo largo de los años a través de
alteraciones orgánicas”.3 Es a través del los diferentes regímenes. El escritor arriba
cuerpo expuesto, tanto en la prosa como en a una reflexión sobre los rasgos del actual
las ilustraciones, que el libro permite, con gobierno, donde señala que los desapa-
la metáfora tan medieval de la sociedad recidos de Iguala hacen evidente que “la
como un cuerpo, ir de lo íntimo a lo social, corrupción, la impunidad y la inequidad
de la descripción científica a la epifanía se mantienen vivas en México”. En un país
narrativa. donde hoy, afirma Volpi, “la solidaridad y

En la segunda lección Jorge Volpi aborda


el cerebro, órgano esencial de la ideas; tras
la discusión científica sobre la producción 2 La Escuela Superior Mecánica de la Armada
de los recuerdos, donde se explicita que fue un centro de clandestino de detención,
“nada diferencia, en nuestra mente, una tortura y exterminio, en el que fueron desa-
imagen real de una invención” y donde parecidas alrededor de cinco mil personas.
se suscita la discusión entre memoria y
olvido para señalar que “nada resulta tan 3 Diccionario de la Real Academia Españo-
conveniente para los poderosos como el la, s.v., disecar.

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la persecución de la equidad” se han bo­ por todos los medios. Los ojos que vigilan
rrado de la “acción política y la discusión con obsesión, ya no como el Big Brother de
pública”. George Orwell, sino con una mirada casi
“voyeurista” que se regocija en nuestros
En “El corazón o de las pasiones”, el cuarto secretos como el Big Brother Reality Show.
capítulo, el autor recuerda que su padre Los ojos que ven un México que se abate
tenía un gran corazón, tanto físico –al que o las clásicas películas de Hollywood. Los
le dedica numerosas hojas– como amo- ojos que no a todos permiten ver el dolor
roso. El corazón, el lugar de todas las pa- de los demás, sin imágenes intermediarias,
siones, como demostraran los trovadores directo, con compasión humana, como el
medievales, los creadores del amor cortés, padre de Volpi.
quienes tornan sus poemas en una obse-
siva reflexión sobre la cuita o la pasión. La disección parece detenerse en un tempo
Este torbellino de sentimientos se debe, especial cuando se llega al capítulo titulado
nos dice Volpi, a las neuronas espejos que “El oído, o De la armonía”, que comien-
nos permiten ponernos en el lugar del za con el lied de Schubert dedicado a la
otro: “Frente a esta demencia del cora- música. En este apartado el autor devela
zón no queda sino confiar en el poder de su propia pasión por la música, cuya pre­
la mente”. sencia es constante en su propia obra, y
así comenta: “En busca de Klingsor sigue
La búsqueda de esa poderosa estabilidad el esquema del Parsifal de Wagner; el Fin
que dota a los amantes de la persisten- de la locura [es un intento por describir
cia de su amor en el tiempo a través de un director de orquesta] hasta La tejedo-
“un amor entre el corazón y el cerebro” o, ra de sombras que sigue explícitamente el
podríamos decir, “entre las ciencias y las patrón de la forma de la sonata”. Es en el
palabras”. Y en esta zona del recuerdo, de oído mismo donde surge su ars poetica y
atravesar el corazón, Volpi nos recuerda comenta de forma contundente: “El poder
“que el corazón está a la izquierda” y la de la música es incuestionable”. Y de allí
necesidad de que la sociedad sea solidaria, nos sumergimos a una interesante lección
de estar con el otro. sobre la música y su interpretación a través
del oído y su proceso en el cerebro. Volpi
En “De los ojos la vigilancia”, la quinta nos recuerda “que la memoria musical
lección, se describe a estos extraños ór- permanece ligada a las emociones que se
ganos viscosos como el artefacto más suscitaron en nosotros”; además sugiere
poderoso del cual Jorge Volpi asegura que que “la música despierta emociones seme-
“nada nos une tanto a la realidad como jantes a las producidas por el lenguaje”.
los ojos”. Una mirada que no es inocente, La música es entonces el poder creador y
que conoce los colores que pueden signar la mayor herencia de su padre.
a una sociedad, que busca la replicación

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“Los genitales o del secreto”, la séptima distantes como “la gloria de dios” o “los
lección que comienza con un provocativo demonios y los diablos”. Esa delgada piel
epígrafe de Catulo del Carmen XVI, nos que transforma, sí, pero que no permite la
habla del sexo en la sociedad mexicana, complacencia y que se abrasa en el horror
donde se señala la doble moral, asociada a del incendio de una guardería.
la culpa que impone sobre éste la religión
católica, que muchas veces es una férrea En “Las piernas o De los caminantes”, la
enemiga de las leyes más benéficas para novena lección, se aborda el movimiento,
la sociedad, y que el escritor finalmente la movilidad, las fronteras y los límites.
abandona para definirse como un “ateo Las piernas detonadoras de los viajes, los
militante”. En el deslizamiento del bisturí, miembros que en la juventud del padre
se abre el cuerpo social y nos deja ver esa de Jorge Volpi lo llevaron a ser un gran
degradación impúdica y obscena que fue atleta y bailarín para quedar, al final de
la figura de Marcial Maciel de quien el la vida, entumecidas en un dolor constan-
escritor afirma que “no deja lugar a duda te. Por el contrario, Volpi nos señala que
de su maldad”. de su quietud primera arriba en su vida
a un casi “perpetuum mobile”. La movi-
En su lección ocho, “La piel o De los otros”, lidad de la Ciudad de México que de ser
la pista será el poema de Maya Angelou caminada fue transformándose, como lo
sobre la discusión de la piel, el órgano más vio nuestra generación, en una “ciudad
extenso, y su color, que ha sido la causa de de máquinas” detenidas en grandes em-
la discriminación. El orden según el color botellamientos y que llevan al autor a la
de la piel, en su más alambicado esquema, referencia cortazariana de La autopista del
lo podemos observar en la sociedad colo- sur. Y de allí vamos a la velocidad de los
nial, como muestra la pintura de castas traslados de información, tan veloz como
expuesta en el volumen, que inventó siste- ficticia, cuya dependencia nos asemeja a
mas complejos para su análisis y creó una los exitosos zombies. Las piernas que per-
taxonomía imaginaria: lobo, salta p’atrás, miten al hombre una locomoción distinta
coyote. Un órgano erógeno, como señala entre los mamíferos y, señala, “Los hu-
Volpi: “Nada resulta más erótico que ese manos somos caminantes por excelencia”.
vasto tejido que nos cubre, necesitamos Por ello, afirma Jorge Volpi casi proféti-
tocarlo, besarlo, lamerlo, penetrarlo, con- co, “no bastarán fronteras, ni muros”,
vencidos de que la imposible unión de como los propuestos por “politicastros”
dos cuerpos solo puede alcanzarse en ese como Donald Trump. Ese miedo incon-
desbocado entrelazamiento”. Más adelan- tenible a los otros, a los extranjeros, que
te, los cuerpos deformes son abordados aun hoy en día “se mantiene no sólo en el
desde los mirabilia, las maravillas, tan me- discurso de políticos xenófobos, sino en
dievales, esos prodigios y monstruos que las instituciones y los discursos de nues-
se producen, según Paré, por causas tan tras demo­cracias liberales”. Y aparece la

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pregunta que resuena como un sonson- nacionalismo como la psicología tienen
ete: “¿No hemos aprendido nada?”. Los un objetivo común: “Sumergirse en las
resultados recientes de las elecciones de profundidades para encontrar una joya en-
Estados Unidos nos llevarán a la negativa, terrada que nos reintegre nuestra ciencia”.
pero Volpi se rebela a través de la palabra En el caso del nacionalismo, este rasgo
que delata y denosta las acciones. México trae como consecuencia las guerras más
atravesado por la bestia que ruge en sus sangrientas.
entrañas es en toda su extensión un “país
fronterizo”. Volpi torna a su padre una Más adelante, en este continuum o flujo
mirada compasiva y afirma: “Tal vez mi de conciencia, llega al “México de estos
padre nunca fue un hombre sedentario años de pólvora” donde, “al contabilizar
[…] sino alguien que siempre estuvo con- las muertes y desapariciones”, prosigue,
sciente de sus límites”. “muchos se preguntan si acaso somos más
violentos o más salvajes que otros pue­
El libro cierra con la lección diez, “El blos”. Más adelante contesta que a los mex-
hígado o De la melancolía”, que a su vez icanos “nada en nuestra precaria identidad
inicia con una de las odas de John Keats, nos conduce hacia la tortura o las desa-
un poeta que fue cirujano. Jorge Volpi nos pariciones forzadas, pero las condiciones
remite del dolor de la enfermedad hacia sociales y políticas que hemos creado sí”.
la teoría de los humores, de acuerdo con Y propone la necesidad de una anatomía
la cual descubre que sus rasgos son me­ del país, una autopsia que permita conocer
lancólicos a través de sus preferencias en el destino de los desaparecidos, tanto en
cine o poesía, entre las que puedo desta- Ayotzinapa como en el territorio de los
car Nostalgia de Tarkovski y El libro del cien mil asesinados, que permita saber
desasosiego de Pessoa. Sin embargo, la por qué más de noventa mil personas han
melancolía emerge en sus propias novelas sido asesinadas por el narco. Y afirma que
como Sobre Jorge Cuesta o “El temperamento parece haber “un feroz decreto, semejante
melancólico”. Melancolía que le deja “la al impuesto por Creón de Tebas, [que] nos
conciencia de la muerte que me acompaña impide cumplir el rito que nos torna de
como si un pequeño demonio o acaso un verdad humanos: el derecho a sepultar a
ángel no cesara de susurrarme al oído la nuestros muertos”.
inminente cercanía del final”. Melancolía
que lo lleva a la reflexión del sentido del Examen de mi padre es un libro revelador,
arte, de la creación literaria y de la vida. intenso, erudito, preciso como una disec-
ción, que Volpi logra como buen cirujano
De nuevo nos sumergimos en la anatomía con su escalpelo verbal: coloca los órganos
y se cuestiona sobre el carácter. Aquí se en posición normal, separa lo unido, une lo
revela esa necesidad de saber “lo que en separado, quita lo superfluo y transforma
verdad somos” y se afirma que tanto el lo que la naturaleza ha modificado. Un

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libro donde la palabra es el conjuro frente
a la muerte y la barbarie. Y donde, como
dice Primo Levi y nos lo demuestra Jorge
Volpi, queda claro que un escritor no “vive
y cuenta, sino vive para contar”.

Mariana Masera
Universidad Nacional
Autónoma de México

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