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Pensé que armar esta consigna me iba a resultar fácil. No me está resultando fácil.
Quizás la paradoja de la que Anne Carson habla en su formidable libro: “Eros - El dulce-
amargo” me siga torturando. Ella habla allí, en su primer libro y tesis doctoral, de las
condiciones históricas, culturales y emocionales que modelaron la comprensión clásica
del eros como falta, percepción del límite y deseo paradójico, amargo y dulce a la
vez, de la completud.
FALTA
PERCEPCIÓN DE LÍMITE
DESEO DULCE Y AMARGO A LA VEZ
COMPLETUD
La tesis de Safo, la poetiza griega, y las de muchos más es que la falta es un elemento
sin el cual el eros no puede existir. Qué será esa falta, las sutilizas de esa falta, es algo
tan personal como personal es la forma en que cada uno entiende el erotismo. Pero
creo, sin dudarlo, que sin falta no hay eros. Esa ilusión de completud, por otra parte,
habla de una falta.
Entonces, si seguimos por este camino, ¿qué será escribir un texto erótico…? Creo que
la pista, el puente, el trampolín tiene que ser lo que falta. Eso que no termino de
mostrar, eso que no termino de decir, ese lugar a donde no termino de llegar…
Hay una escena famosísima y paradigmática de Madame Bovary, donde Flaubert (genio
del erotismo) cuenta como Emma y León entran en un coche de alquiler y hacen el
amor, en donde nadie los ve, ni siquiera el autor ni los lectores, y en cambio Flaubert
nos cuenta y da detalles por las calles y lugares que transitan. Solo dice: “un coche con
De esto, Vargas Llosa, en un libro también genial sobre Madame Bovary que se llama
“La orgía perpetua” señala:
Si leen el capítulo verán que los verbos que utiliza Flaubert para mostrar el recorrido del
coche son más que elocuentes. (Les copio un ejemplo más abajo).
"El deseo sexual, si es recíproco, origina un complot de dos personas que hacen frente
al resto de los complots que hay en el mundo. Es una conspiración de dos.
El plan es ofrecer al otro un respiro ante el dolor del mundo. No la felicidad sino un
descanso físico ante la enorme responsabilidad de los cuerpos hacia el dolor.
En todo deseo hay tanta compasión como apetito. Sea cual sea la proporción, las dos
cosas se ensartan juntas. El deseo es inconcebible sin una herida. Si hubiera alguien sin
heridas en este mundo, viviría sin deseo.
El cuerpo humano realiza proezas, posee gracia, picardía, dignidad y otras muchas
capacidades, pero también resulta intrínsecamente trágico como no lo es ningún
cuerpo de animal (ningún animal está desnudo).
El deseo anhela proteger al cuerpo amado de la tragedia que encarna y, lo que es más,
se cree capaz. La conspiración consiste en crear juntos un espacio, un lugar de
exención, necesariamente temporal, de la herida incurable de la que es depositaria la
carne. Ese lugar es el interior del otro cuerpo. La conspiración consiste en deslizarse al
interior del otro, allí donde no se les pueda encontrar. El deseo es un intercambio de
escondites. (hablar de "volver al útero" es una vulgar simplificación).
Tocar una pierna con mano de amante. Que sea para excitar o para relajar no supone
diferencia alguna. El tacto aspira a alcanzar, más allá del fémur, la tibia o el peroné, el
propio corazón de la pierna, y el amante completo espera acompañar ese gesto y
habitar en él. No hay altruismo en el deseo. Al principio están implicados dos cuerpos y
la exención, siempre y cuando se logre, los protege a ambos. La exención es
inevitablemente breve, y sin embargo, lo promete todo. La exención suprime la
brevedad y con ella las penas asociadas a la angustia de lo efímero.
LA BOA
La boa es
el deseo del abandonado: reptar
con un solo y largísimo músculo
para envolver completamente el cuerpo amado.
Para morirnos de amor (creo que todos) les copio el link a la voz de Cortázar leyendo el
capítulo 7 de Rayuela. (Teóricamente si hacen clic en la foto de Julio, les aparece el
audio)
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de
mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos
para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca
que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana
libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que
no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la
que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos
miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se
superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y
luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los
dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo
y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la
profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de
flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el
dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del
aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta
madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
En fin, aquí van también algunas otras cosas, irregulares, desordenadas, aleatorias,
como eros… para ver si enciende en ustedes algo que los motive a escribir.