Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
V
MORAL DE ACTITUDES
iT TOMO TERCERO
V
MORAL SOCIAL
, f;
f ■
OCTAVA EDICION
’(c s
Con licencia eclesiástica
I
Imprime FARESO, S. A. Paseo de la Dirección, 5. 28039 Madrid
Págs.
Segunda parte
DERECHOS HUMANOS
l’ags.
Tercera parte
MORAL ECONOMICA
V'
píRECHOS HUMANOS
■I
t
Escaneado con CamScanner
1
MORAL DE ACTITUDES. Il,
de la fe.
En partes ulteriores se analizará la dimensión moral de la
vivencia social mediante el estudio detallado de los factores basic
la estructura social: economía, política, cultura, conflicto.
' Summa Theolo^ica, II-II, qq. 101-122. R. Bernard, Les vertiis sociales: Som-
je Théologique, éd de la Revue des Jeunes (París, 1932);
^’iftudes sociales: Suma Teologica, t. IX (Madrid. )
R. Coste, Las comunidades políticas (Barcelona,
TOMA DE CONCIENCIA
DE LOS DERECHOS FONDAMENTALES DEL HOMBRE
J • «Ç filie
\eRdoodt, Naissance el signification de la déclaration ¿eí>
I’’- Déclaration Cf
L/X / de Louvain 5 (1974) 117-122; R.
rechos l^enschenrechte (Darmstadt, 19742), ■ ■pRuvo'',.
moral social ul
"»Wes enardeemnentos . s,
guíenles ewpaí-
La caída del “Antiguo Régimen” y la aparición de la “burguesf,.,
como clase ascendente y portadora de las exigencias y reivindictioX
de h libertad social (Revolución francesa). "es
(Madrid, 1971).
J
Escapeado con CamScanner
PERECIIOS humanos y etica cristiana 227
MORAL DE actitudes
" Cf E '
4. Truyol y Serpa n y sociedad democrática (Madrid, 1^69
’ derechos humanos (Madrid, 1977^) 12-
” ¡Md., 54.
*
■Vrnjclunrfc/Ke (Ncukirthen iy77(^)
''T *
(h6);
7 Varios, GíUfí’.í/fí'liíí’ muí
144 (1979); E. Chiavacci rjw/zrv’ y ¡os derechos humanos: Conciliuni
If^ro giustificazione: Rivista di Í“. dei diritti dell’uomo e sullo
28
Gaudium et spes, n. 41.
29
Octogésima adveniens, n. 23,
30
Ecclesia n. 1.714 (2 de noviembre de 1974) 1 i-iz.
31 O. Hoeffe Paost J. Paul I¡ und die Menschenrechte. Freib. Zeitsch. Hhil.
(n. 47).
Asimismo, la III Conferencia del Episcopado Latinoarnerir
bla, 1979) proclamó que “el enunciado de los derechos ftind'
de ia persona humana, hoy y en el futuro, es y será parte indis
de su misión evangelizadora” (Documento de Puebla, n. 1 270?^^
* ’’®
mismo tiempo, hace un elenco de los derechos más imnorHn» ’ ’I
momento actual (núms. 1.271-1.273). en e|
Punían ri&hfs' Pp
reche Berí^rk^ humanos: Concilium n. 144 (1979) 105-
sionalia n für Evan Frage der Allgemeinen Menschen-
‘‘HuX Ethik 30 (1986) 155-174; Studia
s grandes religiones v d ^eligions”; Concilium n. 228 (1990).
y erechos humanos”.
textos
Ahora bien, si a pesar de tales premisas, los derechos del hombre son violados
de distintos modos, si en práctica somos testigos de los campos de concentración,
de la violencia, de la tortura, del terrorismo o de múltiples discriminaciones, esto
debe ser una consecuencia de otras premisas que minan, o a veces anulan casi toda
la eficacia de las premisas humanísticas de aquellos programas y sistemas modernos.
Se impone entonces necesariamente el deber de someter los mismos programas a
una continua revisión desde el punto de vista de los derechos objetivos e inviolables
del hombre.
más grande.
Ya desde la primera mitad de este siglo, en el periodo en que se estaban
a«nrro1lando varios totalitarismos de estado, los cuales —como es sabido- 11 "
™íía horrible catástrofe bélica, la Iglesia había delineado claramente su postura
frente a estos regímenes que en apariencia actuaban por un bien superior, como
es el bien del estado, mientras la historia demostraría en cambio que se trataba
solamente del bien de un partido, identificado con el estado. (Pío XI, Ene. Qz/u-
dragesirno AAS 23 [1931] 213; Ene. Non abbiamo bisogno: AAS 23 [19311
285-312’ Ene. Divini Redemptoris: AAS 29 [1937] 65-106; Ene. Nlit brennender
Sorge\ AAS 29 [1937] 145-167; Pío XII, Ene Summi pontificatus: AAS 31 [1934]
413-453).
La Iglesia ha enseñado siempre el deber de actuar por el bien común y, al hacer
esto, ha educado también buenos ciudadanos para cada Estado. Ella, además, ha
enseñado siempre que el deber fundamental del poder es la solicitud por el bien
común de la sociedad; de aquí derivan sus derechos fundamentales. Precisamente en
nombre de estas premisas concernientes al orden ético objetivo, los derechos del
poder no pueden ser entendidos de otro modo más que en base al respeto de los
derechos objetivos e inviolables del hombre. El bien común al que la autoridad sirve
en el Estado se realiza plenamente sólo cuando todos los ciudadanos están seguros
de sus derechos. Sin esto se llega a la destrucción de la sociedad, a la oposición de
los ciudadanos a la autoridad, o también a una situación de opresión, de intimida
ción, de violencia, de terrorismo, de los que nos han dado bastantes ejemplos los
totalitarismos de nuestro siglo. Es así como el principio de los derechos del hombre
toca profundamente el sector de la justicia social y se convierte en medida para su
verificación fundamental en la vida de los Organismos políticos.
Entre estos derechos se incluye, y justamente, el derecho a la libertad religiosa
junto al derecho de la libertad de conciencia. El Concilio Vaticano II ha considera o
particularmente necesaria la elaboración de una Declaración más amplia sobre es e
documento que se titula Dignitatis humarme (cf. AAS 58 [196 ]
^46), en el cual se expresa no sólo la concepción teológica del problema, s
am len la concepción desde el punto de vista del derecho natural, es decir,
humana”, sobre la base de las premisas dictadas por a
la^mka?' h^^bre, por su razón y por el sentido de su dignidad. Cierta
una exnp^^” la libertad religiosa de las personas o de las comunidades
hombre^ dolorosa, sino que ofende sobre todo a la dignidad mi
profesada o de la concepciónan
con la dienidad^d^i imitación de la libertad religiosa y su violación
to conciliar dír \ ^^6re y con sus derechos objetivos. El menciona o
conciliar dice bastante claramente lo que es tal limitación y violación
Hay que tratar también, aunque sea brevemente, este tema porque entra dentro
1 complejo de situaciones del hombre en el mundo actual, porque da testimonio
cuánto se ha agravado esta situación debido a prejuicios e injusticias de distinto
orden Prescindiendo de entrar en detalles precisamente en este campo, en el que
tendríamos un especial derecho y deber de hacerlo, es sobre todo porque juntamen
te con todos los que sufren los tormentos de la discriminación y de la persecución
or el nombre de Dios, estamos guiados por la fe en la fuerza redentora de la cruz
de Cristo. Sin embargo, en el ejercicio de mi ministerio específico, deseo, en
nombre de todos los hombres creyentes del mundo entero, dirigirme a aquellos de
Quienes, de algún modo, depende la organización de la vida social y pública, pi
diéndoles ardientemente que respeten los derechos de la religión y de la actividad
de la Iglesia. No se trata de pedir ningún privilegio, sino el respeto de un derecho
fundamental. La actuación de este derecho es una de las verificaciones fundamen
tales del auténtico progreso del hombre en todo régimen, en toda sociedad, sistema
o ambiente. En realidad aquellos regímenes habían coartado los derechos de los
ciudadanos, negándoles el reconocimiento debido de los inviolables derechos del
hombre que, hacia la mitad de nuestro siglo, han obtenido su formulación en sede
internacional. Al compartir la alegría de esta conquista con todos los hombres de
buena voluntad, con todos los hombres que aman de veras la justicia y la paz, la
Iglesia, consciente de que la sola “letra” puede matar, mientras solamente “el
espíritu da vida” (cf. 2 Cor 3,6), debe preguntarse continuamente junto con estos
hombres de buena voluntad si la Declaración de los derechos del hombre y la
aceptación de su “letra” significan también por todas partes la realización de su
“espíritu”. Surgen en efecto temores fundados de que muchas veces estamos aun
lejos de esta realización y que tal vez el espíritu de la vida social y pública se halla
en una dolorosa oposición con la declarada “letra” de los derechos del hombre. Este
estado de cosas, gravoso para las respectivas sociedades, haría particularmente res
ponsable, frente a estas sociedades y a la historia del hombre, a aquellos qu(
contribuyen a determinarlo.
Derechos humanos
164. La igualdad entre los seres humanos en su dignidad, por ser creados a
imagen y semejanza de Dios, se afianza y perfecciona en Cristo. Desde la Encar
nación, al asumir el Verbo nuestra naturaleza y sobre todo su acción redentora en
la cruz, muestra el valor de cada persona. Del mismo modo. Cristo, Dios y hombre,
es la fuente más profunda que garantiza la dignidad de la persona y de sus de
rechos. Toda violación de los derechos humano.s contradice el Plan de Dio.s y es
pecado.
, mamltito
.11 al •• arroga tma tarca alajena
de Jesucristo su lamisión
hacera de avud ’ ‘îde d
■lias- le.s corresponde protegerlos y desarrollarlos n..A ^"‘-'eden '^da gv %
. -ial
obede'- ’’-- de su misión evangelizadora. Los Estados no
eseiK'iiL ' ‘'“"'bré'S ,
el ’’"'•su
Desafíos pastorales
Líneas pastorales
168. Promover, de modo más eficaz y valiente, los derechos humanos, a través
del Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia, con la palabra, la acción y la
colaboración, comprometiéndose en la defensa de los derechos individuales y so
ciales del hombre, de los pueblos, de las culturas y de los sectores marginados, así
como de los desprotegidos y encarcelados.
Comprometerse en la defensa de la vida desde el primer momento de la
concepción, hasta su último aliento.
.Participar con discernimiento en organismos de diálogo y mediación y
len en instituciones de apoyo a las diversas clases de víctimas, con la condición e
y instrumentalicen mediante ideologías incompatibles con
doctrina Social de la Iglesia.
de t^a^SÜT a la luz de los valores evangélicos, en la supe«c>ón
credos, ptocurand^"r
***
^'^" ’’uzas, nacionalismos, culturas, s
moviendo la reconcUi^ión^ *udo odio, resentimiento y espíritu de venganza y
2S=S£víí¿¿í-’ ’■
,j;s===:;=sas=a
humanos nacen de
, ’ o ai “ «Me
^eanne Her¿kde\
’“"«das p„a ,-formular
,
, la realidad histórico-etico-
fSalamarl ^¡onibre a
a. 1973), otología preparada bajo la dirección de
lógico en que se apoya (yeitiente elica). Estas ircs veiiicnic.s. jiinio con
¡, [Lirúlíca. co„sHh,ycn el can,,«, ,n,c,disci|.li„a, de la realidad r
„lensioual de los tiereclios liiiinanos. imirioi
•’ **
«• -»«Odológi™
^escul) *
derechos humanos no se
la el modp^i^^- ^^’^eiencia àr 3^5 de realidades
''àUda?^^’ los d „ /^°~j^’'’dica de los hombres. Por
*8nificad
® ^P’‘oxiinacr humano
^i§no adecuado analizar
paratampoco
extreL,
poderoJ’^ humanos a l ^’^^^^^'Positivista, al reducir el
^^’Tecta Dar de un ^’^eación positiva procedente
P^’-a estudia? ,^. sea de la mayoría). La
Serr. , dimensión ética de los derechos
,gpecto de contenido
46
33 normalidad democrática: Revista de Fomento Social
Función
humanos es laimportante de la en
que se concreta instancia ética inherente
el “disceminT . . i ,
las condiciones sociales en las que bro an vive cnt.co/utópico” de
líos. Esta función crítico-utópica adquiere’en la desarrollan aqué-
guientes compromisos; situación actual los si-
49 n
TruyolÍ^Í/-
Iq’)dprly,
1968 - ”
33,3^''^° ‘^^''echos Orí J
o. r Qlhum Tamames, Los derechos ecoreé’’^’^. ^^r
Los derechos humanos (Madni
‘ »■ c.. ¡9f,.2(ig
.mellados al ”1
ri'd'«"-,”" ' ■.......
I pesili»'""’ >"■' 'L'ri'clli« liiiiiun,,, "" In^uf,, ,
ù'slòil cii irgiiilclics inliiliiiiii,,, .1,. I, L "" ‘""'igiiiriilP
Cnif siiix'rad™a d» 1"' dKviaci,„„, ,L , d"<'r.la pn;c„,ii,i
Surfii'-'a- ""-•■»•did.1,1
IH
'^eXTOSPBDECLAMOONBS
Ofrecem® 'Vwo'í’“PaX
de derechos humanos y n tems>,
Preámbulo
Considerando que la libertad, la jusheia y la paz en el mondo iie«„
por base el reeonoeimiento de la dignidad intrínseca y de los derecho"
iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana;
Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los de
rechos humanos han originado actos de barbarie, ultrajantes para la
conciencia de la humanidad, y que se ha pi oclamado como la aspiración
más elevada del hombre el advenimiento de un mundo en que los seres
humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de
' palabra y de la libertad de creencias;
1
1
asegurar, en coonprJ
*^- estados miembros se han comprometido a ,
el respeto universal Organización de las Naciones ’ 1
I
I
del hombre, y activo a los derechos y libertades fundarnen
‘d
Icom^ ihayoH^n^ ^hncepción común de estos derechos y
“mpromiso, «nportancia para el pleno cumplimiento de dte”
1
1
1
1
“ ’■‘W 1
desterrado.
Arlinlo 10. Toda persona tiene derecho, en condict
igualdad, a ser oída públicantenle y con justicia por „„ ¿“»es u, ;
diente e intparcial para la delenn.nacion de sus derechos v "Ü ¡"1=
o pava el examen de cualquier acusación contra ella en
Artículo a. 1. Toda persona acusada de delito tie penal.
que se presuma su inocencia mientras no se prueba su
confonne a la ley y en juicio público en el que se le havan
todas las garantías necesarias para su defensa.
SOCIAL III.
[1941], 195-202).
33
(Derecho a la buena fama, a la verdad y a ¡a
(0)queAdemás
j, vida tienen
prefieran y, por hombres nk r .
losconsiguiente « elenir el
íeación el varón y la mujer tensan ’í una famn
seguir la vocación del sacerdocio^o df ^®
*'®chos y Jebé
g„»«ensaje „avideñ,, de I942-. AAS f Ut,M Pío X,,“
ASS(¡7)
derecho
22 de los padres,
Amantener
119301. sinftd
embargo
y educar
539-592 Xo" corre
í, it > ’’•ó antes
^^sponde,
* XI c mif.
“), o
(Derechos económicos)
(22) Por
propiedad último,
privada entraña una una
y es ésta advertencia
función necesaria
social (S el derprhn -b
^ 430)
ro de lími
gRECHO'*’ humanos y ETICA CRISTIANA
• 5K
a) Fuentes civiles y eclesiásticas
domicilio
(DU 3)
*
G
P Derecho a la libertad
264
•viles V familia’’®®
2 Deretl*®® •
3. Derechos políticos
-
20, 23-2¿^64; Magistra 9'1-\O2-, PIT 18.
^^recho a la ' *
05,1. ®n el terreno económico; PIT 18, 20 34;
Fuentes eclesiásticas
¿lOUí'l-
•)|) Concilio Vaticano II, Declaración Dignitatis humanae sobre la
hertaú religiosa, 7 de diciembre de 1965. Proclama el derecho a la
¡írtad religiosa como derecho del hombre frente a la sociedad y a la
' bridad social y frente a los demás hombres.
‘.jn I,berta
’ p.n \ll Radioniensaje de 24 de diciembre de 1942- ,
Trata del orden interno de los Estados, de k, Í 3»
L
Escaneado con CamScanner
,«s ""-'Wv
,4 l942J6s.yl8s.;AI<KUción de Pio XII, 17-11.15
AAS 42 (1950), 251 y 256; Radiomensaje de P(„ v,, ' »traf.,
44, 1952, 13-15). ’*
"'24-xÌ,5,