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JEAN-PIERRE SCHOUPPE
DERECHO PATRIMONIAL
CANÓNICO
INTRODUCCIÓN .................................................................................................... 17
CAPÍTULO I
CAPÍTULO 11
7
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
CAPÍTULO III
8
ÍNDICE GENERAL
CAPÍTULO IV
MODOS JURÍDICOS DE ADQUISICIÓN DE LOS BIENES TEMPORALES
CAPÍTULO V
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
9
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
10
ÍNDICE GENERAL
CAPÍTULO VI
LA ADMINISTRACIÓN Y LA ENAJENACIÓN
DE LOS BIENES ECLESIÁSTICOS
11
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
CAPÍTULO VII
ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA DIÓCESIS Y DE LA PARROQUIA
CAPÍTULO VIII
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES EN LOS INSTITUTOS DE VIDA
CONSAGRADA Y EN LAS SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA
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ÍNDICE GENERAL
13
SIGLAS Y ABREVIATURAS
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INTRODUCCIÓN
La Iglesia camina, a través del espacio y del tiempo, hacia la patria ce-
lestial. Cristo la ha establecido como «una realidad compleja, constituida por
un elemento humano y otro divino» (LG, 8), de tal manera que su dimensión
espiritual, vivificada por el Espíritu, no puede desentenderse de su existencia
como organismo visible y social. Por ello, para cumplir su misión sobrenatu-
ral de salvación, la Iglesia necesita de los bienes temporales y de normas que
ordenen el recto uso de esos medios. El derecho de los bienes temporales (o
derecho patrimonial canónico) organiza y regula este aspecto de la dimensión
visible de la Iglesia.
El carácter instrumental de los medios materiales utilizados por la Iglesia
constituye, desde el punto de vista teológico, tanto un título como una medida.
Es título, porque el hecho de que la Iglesia posea determinados bienes mate-
riales se justifica por la necesidad de servirse de ellos para perseguir sus fines
propios. Y esa finalidad constituye a la vez la medida del recto ejercicio de este
derecho, pues la Iglesia debe vivir ejemplarmente la virtud de la pobreza evan-
gélica. Por ello, conviene evitar no solo una acumulación de bienes innecesa-
rios, sino también cualquier forma de gestión negligente, con todos los riesgos
de derroche que implica.
Es necesario, por tanto, que los bienes de la Iglesia sean administrados por
expertos o, al menos, por personas que se esfuercen por adquirir una verdadera
competencia profesional (cfr. GS, 72). Esta competencia supone no solo una
formación en las técnicas de gestión y de finanzas -siempre en función de los
fines eclesiales-, sino también el conocimiento y aplicación del derecho canó-
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DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
nico y civil de modo coherente con las exigencias de justicia. En efecto, sin
justicia difícilmente se puede practicar la caridad; y, donde reina la injusticia,
¿cómo podrá darse una verdadera communio eclesial?'. Por estas razones, el
derecho patrimonial no es únicamente una competencia técnica necesaria para
algunos expertos o administradores eclesiales, sino también un elemento de
formación sumamente conveniente para todos los fieles -clérigos, religiosos y
laicos- interesados en conocer y promover las dimensiones de la justicia en el
ámbito de los bienes temporales de la Iglesia.
Para los partidarios de la división de la ciencia canónica en ramas, el dere-
cho patrimonial se puede categorizar como parte del derecho administrativo es-
pecial, si bien es también posible considerarlo como una disciplina autónoma'.
En cualquier caso, el innegable carácter administrativo del derecho patrimonial
no debe llevar a una excesiva acentuación de su dimensión pública. Un enfoque
de esas características se expondría al riesgo de pasar por alto, o de resolver
insatisfactoriamente, diversos aspectos y cuestiones que implican dimensiones
eclesiales no públicas. Piénsese, por ejemplo, en las peculiaridades de la ges-
tión de bienes no eclesiásticos pertenecientes a personas jurídicas privadas de
la Iglesia; en la administración de bienes propiedad de entidades eclesiales sin
personalidad jurídica; en los derechos y deberes de los fieles en cuanto al sos-
tenimiento de las necesidades materiales de la Iglesia; o en el derecho funda-
mental a emprender iniciativas y crear asociaciones con finalidades eclesiales,
dotándolas de los medios materiales precisos para poder alcanzarlas; etc. Con
un planteamiento exclusivamente publicista, esos derechos y situaciones que-
darían vacíos de contenido y reducidos a una mera declaración formal.
El presente volumen es la versión castellana de Elementi di diritto patri-
moniale canonico (Giuffre, Milano 1997), publicado en la colección de tratados
jurídicos de la Facultad de Derecho Canónico de la Pontifica Universita della
Santa Croce (Roma), tras varios años de docencia de esta asignatura en dicha
Facultad. Sin embargo, no se trata de una mera traducción, sino más bien de
una versión revisada, puesta al día y ampliada en función del derecho español
(civil y canónico), y teniendo en cuenta también las experiencias de docencia e
investigación de los diez años que la separan de la edición original.
1. Este no es el lugar adecuado para detenernos en este punto. Hemos tratado estas cuestio-
nes de filosofía del derecho y de teoría fundamental del derecho canónico en le réalis111e juridi-
que (Bruxelles 1987) y Le droit canonique. Introducion générale et droit matrimonial (Bruxelles
1991 ). Véase también, La dimension juridique de la parole et des sacrements ainsi que de la
«communio», en AC 42 (2000) pp. 167-188.
2. Para una definición técnica y una presentación sintética del derecho patrimonial canó-
nico, véase M. LóPEZ ALARCÓN, Introducción al Libro V, en Co1nentario exegético al Código de
Derecho canónico, IV /1, Pamplona 2002·'.
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INTRODUCCIÓN
3. Sobre el derecho patri1nonial canónico oriental, ver: R. METZ, Te1nporaf Goods of the
Church (ce. 1007-1054), en G. NEDUNGAT (ed.), A Guide to Eastern Code. A Conunentary on
the Codeo/ Canons of the Eastern Churches, Roma 2002; J. ABBASS, The Te1nporal Goods of
the Church: A cotnparative Study of the Eastern and Latin Codes oj Canon Law, en Per 83
(1994) pp. 669-714; D. SALACHAS, !stituzioni di diritto canonico delle Chiese cattoliche orien-
tali, Roma-Bologna 1993, pp. 241-242, 341 y 354-355; V.J. PosPISH!L, Eastern Catholic Church
Law, New York 1996 2, pp. 693-705; I. MITROFAN, Les hiens de l'Égfise selon le Codex Canonum
Ecclesiarum Orientalium, en UN!VERSITÉ SAINT-ESPRIT DE KASLIK, Acta Silnposii internationafis
circa Codicem Canonuni Ecclesiarum Orientaliurn, 24-29 abril 1995, Kaslik-Liban 1996, pp.
415-446. Cfr. también, algunos comentarios generales al CCEO, como por ejemplo: P.Y. PIN-
TO (ed.), Commento al Codice dei Canoni del/e Chie.se Orientali, Cittit del Vaticano 2001; J.L.
AcEBAL (et al.), Código de Cánones de las Iglesias Orientales. Edición bilingüe comentada por
los profesores de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de Salamanca,
Madrid 1994.
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CAPÍTULO I
l. Como ilustración de Ja doctrina relativa al libro 111, véanse, entre otros, F.X. WERNz-P.
VJDAL, Íus Canonicu1n IV/2, De Rebus, Romae 1935; A. VERMEERSCH-J. CREUSEN, Epitome !uris
Canonici, Mechliniae-Ro1nae 1930~; G. VROMANT, De bonis Ecclesiae ten1poralibus, Bruxelles
19531; R. NAZ, Traité de droit canonique, III, Paris 19542 •
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DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
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LA LEGISLACIÓN CANÓNICA SOBRE LOS BIENES TEMPORALES
5. Se trata del principio directivo n. 5 (cfr. Com 9 [1977] p. 269). Véase infra, 2. b).
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DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
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LA LEGISLACIÓN CANÓNICA SOBRE LOS BIENES TEMPORALES
J) El principio de subsidiariedad
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DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
poderes propios sin necesidad de recurrir cada vez al nivel superior. Formula-
do en sus orígenes para la sociedad civil, este principio fue declarado aplicable
a la vida eclesial por el papa Pío XII, lo que no resultó evidente para algunos
autores. El Prefacio del CIC no solo reitera que este principio es aplicable a
la organización del Pueblo de Dios, sino que, además, le confiere el rango de
principio directivo para la revisión del Código'. En materia de organización
eclesiástica, la subsidiariedad se realiza mediante un sistema de descentrali-
zación, también normativa, en distintos niveles e instancias, que permite tener
en cuenta la realidad de cada nación, las particularidades de cada cultura, etc.
La descentralización debe ser ajustada a derecho, permitiendo así, entre otras
cosas, establecer algunas formas de control (por ej., a través de la aprobación
de la autoridad superior).
Como aplicación de este principio que acabamos de mencionar, se señalan
algunas materias en las que las Conferencias episcopales pueden o deben, se-
gún los casos, dar normas (por ej. para determinar las modalidades en que los
fieles pueden contribuir a las necesidades de la Iglesia: c. 1262) '".Otros cáno-
nes se refieren a diferentes fuentes de derecho particular: además de la activi-
dad normativa de las provincias eclesiásticas (cfr. c. 1264: para establecer tasas
y ofrendas), de los diversos obispos (cfr. c. 1275), de los ordinarios (del lugar o
de los religiosos: cfr. c. 1263) y de los Institutos religiosos (cfr. c. 634 §!),hay
que señalar también la importancia de los estatutos propios de asociaciones de
fieles y personas jurídicas privadas en la Iglesia, en cuanto normas de derecho
particular vigentes por la aplicación del principio de subsidiariedad.
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LA LEGISLACIÓN CANÓNICA SOBRE LOS BIENES TEMPORALES
11. Por ejemplo, en materia de prescripción adquisitiva, el c. 198 prevé requisitos que van
más allá de los exigidos por 1nuchas legislaciones estatales.
12. Sobre la función del ius co1nmune respecto al ius propriuni de los ordenamientos parti-
culares, véase M. BELLOMO, L'Europa del diritto co1nune, Roma 19947 .
13. Este modo de prueba no siempre es admitido por el derecho civil (cfr., por ej., arts.
2721-2726 del Código Civil Italiano; art. 7 de la Ley Concursa! de España 22/2003, de 9 de
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DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
julio. Esta última ley, aunque no la excluye, no la admite co1no única prueba en la materia que
regula).
14. Más adelante, veremos los modos de adquirir establecidos por el derecho civil y cano-
nizados (véase, injra cap. IV).
15. Debe señalarse, por el contrario, que existen también normas canónicas «civilizadas»
o que, por lo menos, deben ser observadas por los ordenamientos estatales (cfr. E. CAPARROS, le
droit canonique devant les tribunaux canadiens, en AA. VV., Unico Ecclesiae servitio. Études de
droit canonique ojfertes ii Gennain Lesage, Otta\va 1991, pp. 308-342).
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CAPÍTULO JI
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DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
continuación, señalaremos el vínculo que debe existir siempre entre los medios
temporales de la Iglesia y sus fines. Finalmente, examinaremos el contenido
jurídico de este derecho (cfr. c. 1254).
B) Los BIENES TEMPORALES SON MEDIOS PARA ALCANZAR LOS FINES DE LA IGLESIA
Siguiendo el ejemplo de Cristo, que siendo rico se hizo pobre (2 Cor 8, 9),
la comunidad eclesial deberá vivir ese mismo espíritu de pobreza. Eso supone,
desde el punto de vista ascético, el desprendimiento personal de los bienes ma-
teriales; y, en el plano objetivo del derecho, implica que tales bienes solo han
de utilizarse como medios para realizar los fines que corresponden a la misión
encomendada por Jesús'.
l. Cfr. D. FALTIN, Diritto di proprietil e uso dei beni temporali da parte della Chiesa, en E.
CAPELUNI (ed.), Problemi e prospettive di Diritto Canonico, Brescia 1977, pp. 238-239.
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LOS PRINCIPIOS CONSTITUTIVOS
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DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
dafios y expropiaciones del pasado; y, cada vez más, también en consideración de la «utilidad
social» de los ministros del culto, sobre la base de la igualdad constitucional con los ministros del
culto de las demás confesiones religiosas reconocidas [véase injra, cap. V, 4, a)].
5. Cfr. L. MISTÓ, l beni te111porali della Chiesa, en GRUPPO ITALIANO DOCENTI DI DIRITTO
CANONICO (ed.), Il diritto ne[ mistero della Chiesa, III, Ro1na 1992', p. 362.
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LOS PRINCIPIOS CONSTITUTIVOS
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DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
7. Cfr. F.X. WERNZ-P. VJDAL, De Rebus, o. c., pp. 211-212; 0. VROMANT, De bonis ... ,
o. c., p. 160; A. MOSTAZA, Derecho patrimonial, en AA.VV., Nuevo Derecho Canónico, Madrid
1983, p. 444.
8. Cfr. V. LDJACONO, Amnlinistra::.ione (dir. civ.), en Enciclopedia del Diritto, 11, Milano
1958-2004, pp. 152-167; J.J. PINTO Ru1z, Ad1ninistración, en C.E. MASCAREÑAS, Nueva Enciclo-
pedia Jurfdica, 11, Barcelona 1950-1993, pp. 371-375.
9. Cfr. S. PUGLIATII, Aliena:ione, en Enciclopedia del Diritto, o. c., pp. 1-6; J.M. RODRÍ-
GUEZ TAPIA, Enajenación (Derecho Civil), en A. MüNTOYA MELGAR (dir.), Enciclopedia Jurídica
Básica. II. Madrid 1995, pp. 2772-2774.
10. Sin embargo, existe también un concepto ainplio de administración, que MistO entien-
de como «el conjunto de actos mediante los que se modifica el patrimonio, con la adquisición
de nuevos bienes, o la pérdida o disminución de los mismos» (L. MISTÓ, l beni .. ., o. c., p. 389;
traducción nuestra del original italiano). La cuestión fue objeto de discusión durante el Proceso
Codificador (cfr. Com 12 [1980] p. 396) y, como veremos en el capítulo sexto, el Código ha
considerado finalmente que los actos de enajenación podían ser actos de administración extraor-
dinaria.
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LOS PRINCIPIOS CONSTITUTIVOS
11. En las relaciones entre la Iglesia y la sociedad civil, hoy resulta más pacífico considerar
a la Iglesia Católica, a la Santa Sede y al Romano Pontífice como un único sujeto de derecho
internacional (cfr. J.F. CASTAÑO, Appunti di Jus Patrimoniale, edición a cargo de L. Centurione,
Roma 1992-1993, p. 3). Por eso, se habla únicamente de Iglesia Católica. En el canon siguiente,
en cambio, al tratar de la cuestión (ad intra) de la propiedad eclesiástica, se hace referencia más
concretamente a la Sede Apostólica.
12. Cfr. P. LOMBARDfA, La propiedad en el ordenamiento canónico, en /C 2 (1962) pp.
416-419. En térn1inos más amplios, véase D. LE TOURNEAU, Los derechos nativos de la Iglesia,
independientes del poder civil, en /C 74 ( 1997) pp. 601-617.
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DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
13. La clásica expresión «sociedad jurídica perfecta», que en el pasado fue co1núnmente
acogida por numerosos tratadistas, especialmente en el ámbito del ius publicum ecc/esiasticum,
hoy es objeto de crítica. Obviamente, para poder usarla actualmente es necesario purificarla de
las connotaciones ya superadas, entre otras, las del antagonis1no entre la Iglesia y el Estado o la
de la semejanza entre ambas entidades. Parece ya evidente para todos que la Iglesia es radical
y esencialmente diversa del Estado y que el acento se debe poner, no sobre el eventual antago-
nismo, sino sobre su mutua autonomía y libre colaboración (véase el sugerente estudio de C.
SOLER, Iglesia J' Estado. La incidencia del Concilio Vaticano 11 sobre el derecho público externo,
Pamplona 1993, en particular las pp. 32-38). Lo que realmente importa, más allá de la expresión
societas perfecta, es que la Iglesia, que tiene una 1nisión propia, disponga efectivamente de los
medios necesarios para alcanzar esa finalidad. Por eso, la Iglesia necesita un reconocimiento en
cuanto «ordenamiento jurídico primario» y también como sujeto dotado de capacidad jurídica
pública y privada (Cfr. J. HERVADA, Elen1entos de Derecho Constitucional Canónico, Pamplona
2001 z, pp. 61-69). Acerca de la impronta de la «sociedad perfecta» en la concepción del libro V,
véase E. CORECCO, Théologie et Droit canonique, Fribourg 1990, pp. 235-236. De todas formas,
no faltan manifestaciones de la Iglesia-comunión (por ejemplo, los sistemas de previsión social
y de solidaridad eclesial).
14. Cfr. Com 12 (1980) pp. 395-396; 13 (1981) pp. 79-80.
15. Cfr. M. LÓPEZ ALARCÓN, Comentario al c. 1254, en Código de Derecho Canónico, a
cargo del Instituto Martín de Azpilcueta, Pamplona 200 l 6.
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LOS PRINCIPIOS CONSTITUTIVOS
En segundo lugar, para que, ad extra, la supresión del texto no diese lugar
a la interpretación de que, con ese silencio, venía a reconocerse la soberanía del
Estado, como «dominus eminens», sobre los bienes de la Iglesia situados en su
territorio", dejandole a ella únicamente una propiedad en sentido parcial. Esta
postura había sido sostenida por Marsilio de Padua (siglo XIV) -denunciado
por Juan XXII (1327)-, así como por Wicliff y Huss, que fueron condenados
por el Concilio de Costanza (1418). La doctrina tradicional fue confirmada con
determinación por el Concilio de Trento.
A partir del siglo XVII, algunas corrientes de pensamiento regalista y libe-
ral han negado el carácter originario e independiente del derecho de la Iglesia
a poseer bienes temporales. Estos errores «laicistas» fueron condenados por
muchos Papas y, de modo particular, por la encíclica Quanta Cura y por el Syl-
labus (1864). Este último documento pontificio condena precisamente la pro-
posición según la cual «Ecclesia non habet nativum et legitimum ius acquirendi
ac possidendi» ". La cuestión sigue siendo actual, pues también en nuestros
tiempos se han cometido abusos contra la Iglesia: negación de su derecho de
propiedad, tentativas de expropiación injusta, etc.
16. De la vieja teoría de la división del dominio en dominio eminente (o directo) y dominio
útil, hablare1nos más adelante. Véase infra, cap. 11, 5, a).
17. H. ÜENZINGER-P. HONERMANN, El Magisterio de la Iglesia. Enchiridion sy1nbolorum
deftnitionum et declarationum de re bus fidei et morum, Barcelona 1999 18 , n. 2926.
18. Cfr., entre otros, V. DE PAOLIS, De bonis ... , o. c., p. 31-40; A. MOSTAZA, Derecho Pa-
trimonial ... , o. c., p. 425-426.
19. Cfr. supra, l.a). Véase P. ERDÓ, Chiesa e beni te1nporali: principi fondamentali del
Magistero del Concilio Vaticano//, en R. FUNGHINI (ed.), I beni temporali della Chiesa (Studi
Giuridici, n. 50), Citt3. del Vaticano 1999, pp. 21-35.
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DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
2.º) Desde el punto de vista del derecho natural, se funda en otros dos de-
rechos considerados conjuntamente: el de asociación y el de propiedad. Mien-
tras que el derecho de asociarse corresponde a la Iglesia en cuanto institución
humana, el derecho de propiedad, además de ser un derecho de toda sociedad,
es una exigencia para la existencia misma de la Iglesia. En cuanto sociedad o
asociación, la comunidad eclesial tiene la facultad de poseer y de adquirir todo
aquello que sea necesario para su existencia y para la consecución de sus fines.
Resulta obvio que el derecho natural de asociación, privado del correlativo de-
recho de propiedad, perdería una gran parte de su sustancia.
3.º) El mismo argumento se puede aplicar a la libertad religiosa, que es
propia tanto de las personas individuales como de las personas morales o jurí-
dicas. Este derecho de libertad religiosa, personal y colectivo, no puede redu-
cirse a la mera inmunidad de coacción, sino que implica también una dimen-
sión de asistencia positiva por parte de las autoridades políticas competentes.
Las comunidades o asociaciones religiosas tienen, como parte de su derecho a
existir, el derecho «a no ser obstaculizadas[ ... ] en la construcción de edificios
religiosos y en la adquisición y disfrute de los bienes convenientes» (DH, 4 ).
En efecto, el Estado no puede reconocer a la Iglesia, o a cualesquiera entes con
finalidades religiosas, sin otorgarles el correlativo reconocimiento de una ver-
dadera y propia capacidad patrimonial.
4. 0 ) La negación de este derecho sería contraria al derecho internacional,
que tutela, formalizándolo a nivel universal y regional, el derecho de las con-
fesiones religiosas a los bienes temporales como una de las manifestaciones
colectivas del derecho de libertad religiosa 20 , incluso con contenidos explícitos
mucho más concretos 21 •
20. Véanse art. 9 del Convenio para la protección de los Derechos Humanos y de las Li-
bertades Fundamentales (Roma, 4 de noviembre de 1950); art. 18 de la Declaración Universal
de Derechos Humanos (Nueva York, 10 de diciembre de 1948); art. 18 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles v Políticos (Nueva York, 16 de diciembre de 1966). Más recientemente, el art.
6 de la Declaración sobre fa eliminación de todas las fornias de intolerancia y discriminación
fundadas en la religión o las convicciones (Nueva York, 25 de noviembre de 1981 ). Estos y otros
textos pueden consultarse en J. FoRNÉS (et al.), Legislación eclesiástica, Cizur Menor 2005 1 •
Acerca de la noción de libertad religiosa colectiva y, más concretamente, institucional o
comunitaria, en el contexto de la jurisprudencia europea sobre derechos humanos, cfr. nuestro
estudio: J.-P. SCHOUPPE, /A dimension collective et institutionnel/e de la liberté re/igieuse ir la
lumiere de quelques arréts récents de la Cour Européenne des Droits de l'homme, en Revue
trimestrielle des droits de l'homme, 16 (2005) pp. 611-633.
21. Como, por ejemplo, que se reconozcan los derechos de las comunidades religiosas de
«establecer y mantener lugares de culto o de reunión libremente accesibles», «solicitar y recibir
contribuciones voluntarias financieras o de otra índole», «adquirir, poseer y utilizar libros sa-
grados y publicaciones religiosas( ... ) y materiales relacionados con la práctica de una religión
o creencia» (art. 16 del Documento final de la Conferencia de Viena sobre la seguridad y la
cooperación en Europa [19 de enero de 1989]). Cfr. J.M. ZUMAQUERO-J.L. BAZÁN (eds.), Textos
internacionales de Derechos Humanos, Il, 1978-1998, Pamplona 1998.
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LOS PRINCIPIOS CONSTITUTIVOS
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DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
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LOS PRINCIPIOS CONSTITUTIVOS
de usar y gozar del bien, obteniendo de él los frutos que era capaz de producir
y, además, el poder de disponer de él, tanto por entero como parcialmente, y
la pretensión, respecto de cualquier tercero, de abstención de ingerencias de
cualquier tipo o entidad en el bien» 09• Una noción análoga de la propiedad se
encuentra en los vigentes códigos civiles". La doctrina social de la Iglesia, en
cambio, es más exigente con los propietarios, recordando la «hipoteca social»
que grava sobre la propiedad privada 3 '.
2. º) La posesión no es ni propiedad ni mera detentación.- La propiedad
designa una situación de derecho, mientras que la posesión califica una situa-
ción de hecho, pero regulada por el derecho. Aunque el propietario pueda tener
la posesión (o, por lo menos, el derecho de posesión), cabe también la hipó-
tesis contraria. En este supuesto, el propietario tiene el poder de disponer de
una cosa corporal tamquam sua, mientras que el poseedor tiene, en realidad,
la actualis occupatio de la cosa, con la intención de conservarla y de hacerla
propia, prescindiendo de la cuestión de la propiedad in iure 32 • El animus pos-
sidendi constituye un elemento esencial de la posesión. Si faltase, existiría un
poder meramente de hecho: la detentación, que puede también transformarse
en posesión. La propiedad y la posesión requieren la existencia de un título de
pertenencia. En el ordenamiento canónico, este título puede ser uno cualquiera
de los establecidos por derecho natural o positivo (cfr. c. 1259).
29. «Piena e diretta appartenenza del bene al titolare, che conferiva a questi tutte le pos-
sibili facolta di usare e godere il bene, traendone i frutti di cui era capace, e inoltre il potere di
disporre di esso, sia per intero sia parzialmente, e la pretesa verso qualsiasi terzo all 'astensione da
ingerenze ne! ben di qualunque tipo e entita» (G. PUGLIESE, Istituzioni di diritto romano, Padova
1990 2, p. 450; la traducción del original italiano es nuestra); cfr. también: A. o'ORS, Derecho
Privado Romano, o. c., p. 206, § 142; J. ARIAS RAMOS-J.A. ARIAS BüNET, Derecho Ro1nano, I,
Madrid 1988, § 113, p. 232.
30. La concepción de la propiedad, presente en el art. 17 de la «Déclaration des droits de
l'homme et du citoyen» de 1789 y en el Código civil napoleónico (art. 554), ha hecho pesar su
influencia en los códigos sucesivos, entre ellos, el español: «La propiedad es el derecho de gozar
y disponer de una cosa, sin más limitaciones que las establecidas en las leyes. El propietario tiene
acción contra el tenedor y el poseedor de la cosa para reivindicarla» (art. 348). Hay que hacer
notar, sin embargo, una cierta tendencia a dar un carácter más «público» al derecho de propiedad,
a través de una regulación estatal cada vez más intensa (cfr. A. MARTY-P. RAYNAUD, Droit civil,
lll, Les biens, Paris 1965. pp. 40-45).
31. Cfr. GS, 69; JUAN PABLO Il, Exhort. Ap., Sol!icitudo rei socialis, n. 42 y la síntesis
en esta materia del Catecis1no de la Iglesia Católica, nn. 2401-2463. Para un estudio del texto
conciliar sobre el destino universal de los bienes, véase E. L10, Mora/e e beni terreni. La desti-
nazione universa/e dei beni terreni nella «Gaudium et Spes» e in a/cune fonti, Roma 1976, pp.
24-75. Sobre el sentido social del Derecho de propiedad, cfr. J. CASTÁN TüBEÑAS, Derecho Civil
Espaíi.ol, Común y Foral, t. 2, v. 1, Madrid 1992, pp. 146-152.
32. Cfr. G. VROMANT, De bonis ... , o. c., p. 56, n. 47.
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DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
33. Sobre este tema, véase V. ÜEL GIUDICE, Nociones de Derecho Canónico (traducción y
notas de P. LOMBARDÍA), Pamplona 1964, pp. 280-285, n. 110.
34. Cfr. R. NAZ. Traité.. ., III, o. c., p. 227.
35. En España se siguió, en cambio, una distribución en tres partes: obispos, clero cate-
dralicio y fábricas de las Iglesias. Cfr. l. PÉREZ DE HEREDIA Y VALLE, Libro V del CIC: bienes
temporales de la Iglesia, Valencia 2002, p. 34, nota 14.
42
LOS PRINCIPIOS CONSTITUTIVOS
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DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
38. V. DURANTE, Patrimonio ... , o. c., p. 1 (traducción nuestra del original italiano). Para
Lacruz, por patrimonio de una persona se entiende «el conjunto de sus bienes y sus deudas» (J.L.
LACRUZ BERDEJO, Nociones de Derecho Civil Patrimonial, o. c., p. 110).
39. En Ja figura del patrimonio separado, la ley segrega algunos bienes de los restan-
tes del mismo sujeto, en vista de una particular finalidad (por ej., ciertos bienes hipotecados
que están sujetos a especiales garantías pard los acreedores). En el segundo caso, se trata de
patrimonios autónon1os que están vinculados a un sujeto al que no se reconoce la capacidad
jurídica. Muchos ordena1nientos jurídicos atribuyen un patrimonio autónomo a asociaciones
que no tienen personalidad jurídica, reconociendo así tanto el patri1nonio personal co1no el
patrünonio finalizado.
40. Sobre la distinción entre bienes eclesiásticos y bienes no eclesiásticos (eclesiales, pri-
vados ... ), véase infra, cap. III, 2. Anticipamos ya que no es posible incluir en el concepto de
«patri1nonio eclesiástico» los bienes privados, aunque tengan un carácter eclesial.
41. Cfr. T. MAURO, Patrimonio ecclesiastico, en Enciclopedia giuridica, vol. 22, Roma
1990, p. l.
44
LOS PRINCIPIOS CONSTITUTIVOS
común y, sobre todo, del poder de gobierno que corresponde al Romano Pon-
tífice- a esta multiplicidad de patrimonios". Obviamente, se trata entonces de
un patrimonio sólo en sentido amplio y análogo: un determinado bien no puede
pertenecer simultáneamente a dos patrimonios en sentido técnico (el del sujeto
titular y el de la Iglesia)". De lo dicho, y teniendo en cuenta la tensión entre
dos tendencias opuestas -aspectos de fraccionamiento y factores de unidad-,
se deduce por qué resulta adecuada la expresión acuñada por el profesor López
Alarcón: un «mosaico patrimonial».
45
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
46
LOS PRINCIPIOS CONSTITUTIVOS
50. Cfr. P. LOMBARDÍA, Personas jurídicas en sentido lato y en sentido estricto, en Estudios
de Derecho Canónico, III, Madrid-Pamplona 1983, pp. 135-166.
51. Cfr. c. 116. Sobre este tema, véanse L. NAVARRO, Diritto di associazione ... , o. c., p.
175; A. LONGHITANO, Le associazioni dei jede ti, en GRUPPO ITALIANO DüCENTI DI DIRITIO CANO-
N!CO (ed.}, ll diritto ne! mistero della Chiesa, II, Roma 1992!, p. 48.
Aunque sean públicas y actúen en nombre de la Iglesia (no en nombre de la autoridad), las
asociaciones no pertenecen a la constitución jerárquica de la Iglesia (cfr. G. FELJCIANJ, Il diritto
di associaz.ione e le possibilitit della sua realizzazione nell' ordinamento canonico, en Das konso-
::,iative .. ., o. c., p. 402; J.L. GUTIÉRREZ, De fine ut elemento distinctionis ínter entia institutionalia
et associativa, ibid., pp. 199-207; E. MOLANO, Estructuras jerárquicas y asociaciones, ibid., pp.
185-197; J. FORNÉS, El derecho de asociación _V el acto jurídico de incorporación a estructuras
institucionales, ibid., p. 493).
52. Cfr. A. DEL PORTILLO, Fieles y laicos en la Iglesia, o. c., pp. 120-138; E. MOLANO,
La autononlÍa privada en el ordenamiento canónico, Pamplona 1974, pp. 239 y ss.; V. PRJETO,
Iniciativa privada y subjetividad jurídica, Pamplona 1999.
53. No se debe, en cambio, descartar la posibilidad de que la autoridad eclesiástica con-
fiera un mandato a una persona jurídica (incluso privada), en virtud del cual quede habilitada
para obrar, dentro de los límites de ese mandato, en nombre de la Iglesia o de una autoridad
eclesiástica.
47
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
54. Cuando un ente que no era persona jurídica según el CIC 17, llega a ser persona jurídica
según la nueva normativa, sus bienes no cambian de calificación jurídica. Tal es, por ejemplo, la
calificación de los bienes de la asociación laica! «Fraternidad de Comunión y Liberación», que ha
sido reconocida COITIO asociación privada internacional (Cfr. PONTIFICIUM CONSILIUM PRO LA!CIS,
Decreto di erezione e confenna in persona giuridica perla Chiesa universale dell'Associazione
laicale deno1ninata «FraternitO di Comunione e Liberazione» [11 febbraio 1982], en DE 98
l1982] pp. 673-675). En cambio, si una persona jurídica pública (a tenor del viejo Código) ha
pasado a ser una persona jurídica privada, sus bienes quedan transformados en bienes eclesiales
privados. En tal hipótesis, no serán ya aplicables, obviainente, las normas del régimen adminis-
trativo codicia!.
55. Cfr. c. 299 § 3. Esta recognitio de los estatutos no debe confundirse con la aprobación
requerida para obtener la personalidad jurídica. La concesión o no de la recognitio podría ser ob-
jeto, en su caso, de un recurso administrativo. Más adelante, veremos que esta recognitio confiere
un carácter eclesial (no eclesiástico) a los bienes de las asociaciones de fieles.
56. Cfr. c. 573 § 2 del CCEO. La no introducción de las personas jurídicas privadas se jus-
tificó diciendo que no era necesaria en el Oriente cristiano (cfr. Nuntia 13 [1981] pp. 4-5). Para
la discusión sobre la introducción de la personalidad jurídica privada en el CCEO, véase ihid. 18
(1984)pp.11-12.
57. C. 1009 § 2. Véase Nuntia 13 (1981) p. 8; 27 (1988) p. 27.
48
LOS PRINCIPIOS CONSTITUTIVOS
58. Cfr. J. ABBAS, The te1nporal Goods .. ., o. c., pp. 671-674; FR. AZNAR GIL, Co111entario
al c. 1009, en Código de las Iglesias orientales, Salamanca 1994.
59. Las personas jurídicas privadas tienen capacidad patri1nonial (cfr. c. 1255), pero los
bienes que les pertenecen no son «bienes eclesiásticos». ¿Qué son entonces? El Código no cali-
fica estos bienes. A decir verdad, ni siquiera dice expresa1nente que no son bienes eclesiásticos;
sin embargo, así parece resultar implícitamente de los dos parágrafos del c. 1257. Hay que tener,
ade1nás, presente que el canon tampoco dice que no son bienes privados. De esta cuestión trata-
ren1os más ampliamente en el cap. III, 2.
60. La cuestión del titular de los bienes eclesiásticos (Dios, los pobres, el Romano Pontífi-
ce ... ) ha sido objeto de una larga controversia entre teólogos y canonistas (cfr. Y.M.-J. CONGAR,
Les biens temporels de l'Église d'apres la tradition théologique et canonique, en AA.VV., Église
et pauvreté, Paris 1965, pp. 233-258). El Romano Pontífice (que no hay que confundir con la
Sede Apostólica) puede -co1no cualquier fiel- poseer bienes personales, pero, por lo que se re-
fiere a los bienes eclesiásticos de las personas jurídicas, tiene solo una potestad de gobierno, no
la propiedad. Volverc1nos 1nás adelante sobre esta central cuestión.
61. Cfr. P. LOMBARDÍA, lA propiedad en el ordena111iento canónico, o. c., p. 424.
49
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
Hay dos teorías acerca de la naturaleza de los poderes propios del Romano
Pontífice sobre los bienes de las personas jurídicas titulares: la vieja doctrina
del dominio dividido y la moderna de la potestad de gobierno. Detengámonos
a examinar estas posiciones, para explicar después las razones de la opción del
legislador a favor de la potestad de gobierno (ce. 1256 y 1273). El contexto
histórico y normativo sitúa la cuestión en el ámbito de las personas jurídicas
públicas (ya que la existencia de personas jurídicas privadas es reciente y el c.
1273 concierne solo a los bienes eclesiásticos)".
Antes del Código actual, era muy frecuente el recurso a esa noción, he-
redada del derecho romano, para explicar el poder del Papa sobre los bienes
eclesiásticos. Actualmente, esta teoría sobrevive porque la sostienen algunos
autores 63 • En síntesis, se aplicaba a la Iglesia la distinción entre el dominio
directo o eminente del Principe y el dominio útil de los súbditos, lo cual pre-
sentaba la gran ventaja de proporcionar un fundamento sencillo a la tesis de la
existencia de un único patrimonio en la Iglesia. El Romano Pontífice tendría
el dominio directo, que le daría el derecho de disponer de todos los bienes de
las personas jurídicas, mientras que los súbditos tendrían solamente el domi-
nio útil, es decir, serían poseedores, usufructuarios y titulares de un derecho
de propiedad limitado por las prerrogativas «dominicales» correspondientes al
supremo dispensador de los bienes eclesiásticos.
Ante esta concepción, es necesario formular algunas objeciones sobre la
conveniencia de acudir a la teoría del domino dividido, y, principalmente, sobre
su aplicación en sede eclesial.
l.") Desde el punto de vista de la doctrina jurídica, se ha vuelto a la idea
de que la propiedad es indivisible"', de modo que, respecto a un bien deter-
minado, en lugar de hablar de un doble dominio, es preferible distinguir entre
el propietario (o los copropietarios) por una parte y, por otra, los poseedores y
titulares de diversos derechos reales". Por eso, no parece oportuno «fosilizar»
62. Sobre los bienes no eclesiásticos el Romano Pontífice tiene solo un poder genérico -y
bastante teórico- de vigilancia. Véase infra, cap. IV, 4, a).
63. Cfr., entre otros, W. SCHUtZ, Comentario al c. / 256, en Miinsterischer Kon1mentar z.um
Codex luris Canonici, III; V. ROYERA, 1 beni temporali della Chiesa, en E. CAPPEL!NI (ed.), La
normativa del nuovo Codice, Brescia 1983, p. 265.
64. Cfr., por ejemplo, A. TRABUCCHI, Istitu:::,ioni di diritto civile, Padova 1989 1º, p. 414, n.
168; G. MARTY-P. RAYNAUD, Droit civil, 11, o. c., pp. 39-44.
65. Acerca de la conceptualización de un doble dominio o dominio dividido por parte de
los glosadores, en torno al siglo XII, con el fin de adaptar la clásica noción de dominio -derecho
50
LOS PRINCIPIOS CONSTITUTIVOS
51
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
68. El análisis es conforme con la distinción propuesta por Santo Tomás: el Romano Pon-
tífice era «principalis dispensator», pero no era «dominus et possessor» (cfr. Summa Theologica,
II-11, q. 100, A. 1, ad 7). Véanse también F.X. WERNZ-P. VIDAL, De Rebus, o. c., n. 740; R. NAZ,
Biens ecclésiastiques ou temporels, en DDC, ed. 1935-1965, Paris, col. 840; J. HERYADA, La rela-
ción de propiedad en el patrbnonio eclesiástico, en /C 2 ( 1962) pp. 425-467 (publicado tainbién
en Vetera et Nova, l, Pamplona 1991, pp. 179-233).
69. El c. 1499 § 2* establecía que la propiedad eclesiástica quedaba siempre «sub suprema
auctoritate Sedis Apostolicae». A su vez, el nuevo c. 1256, usa términos casi iguales: «sub supre-
ma auctoritate Romani Pontificis». Esta expresión, sin embargo, fue objeto de crítica y algunos
propusieron su supresión (sería, en realidad, un supuesto de poder dominical). Pero tal propuesta
fue rechazada y el único cambio realizado respecto al Código precedente fue la sustitución del
término «Sedis Apostolicae» por «Romani Pontificis» (cfr. Co1n 12 [ 1980] pp. 397-398). No cabe
duda, por lo tanto, de que la suprema autoridad del Romano Pontífice se extiende sobre todos los
bienes de las personas jurídicas de la Iglesia.
El otro canon de mayor importancia para la cuestión que estudiamos es el c. 1273 del actual
Código. A la vieja formulación del c. 1518* «Romanus Pontifex est omnium bonorum eccle-
siasticorum supre1nus administrator et dispensator», se añade «Vi primatus regiminis». La nueva
disposición cambia el ténnino «iurisdictionis» inicialmente propuesto por el equivalente de «go-
bierno» ( «regiminis» ), manifestando así de manera incuestionable que se trata de una potestad de
gobierno (cfr. Com 5 [ 1973] p. 97).
70. «Secundum ipsos verba "vi primatus iurisdictionis" qualificat naturam potestatis su-
premi administratoris et dispensatoris, quae non est do1ninica ac si Pontifex esset dominus bo-
norum ecclesiasticorum. Vi huius potestatis enim Summus Pontifex potest dispensare de bonis
ecclesiasticis in ordine ad assecutionem finium ob quos Ecclesia illa bona possidet>> (Com 12
[1980] pp. 412-413).
71. Se trata de la facultad que corresponde al Romano Pontífice de autorizar una enajena-
ción de gran valor y de los casos especiales -y raros- de la condonación de deudas y del tra,~paso
de un patri1nonio eclesiástico a otro.
52
LOS PRINCIPIOS CONSTITUTIVOS
53
CAPÍTULO III
l. BIENES TEMPORALES
l. La distinción entre bona y res (cfr., entre otros, los ce. 1270 y 115 § 3) ha sido superada
en el vigente Código.
2. Ha perdido su importancia la vieja distinción entre los bienes puramente espirituales
(sacramentos, sacramentales, indulgencias, ... ) y los bienes con valor económico. Estos últimos
podían ser temporales o mixtos (es decir, con un sustrato económico separable o no de los bienes
meramente espirituales). Aquí, en ca1nbio, se insiste en la existencia de un valor económico para
que haya un bien temporal.
55
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
3. Cfr. P. LOMBARDÍA, Personas jurídicas en sentido lato ... , o. c., pp. 135-166; S. BUENO
SALINAS, La noción de persona jurídica en el ordenanliento canónico, Barcelona 1985, pp. 125-
I 73.
4. El legislador utiliza la expresión persona moral solo en el c. 113 § 1 para la Iglesia
Católica y para la Santa Sede (cfr. G. Lo CASTRO, !l soggetto e i suoi diritti nell'ordinamento
canónico, Milano 1985, pp. 108 y ss.).
5. Un estudio sobre la progresiva maduración del concepto técnico de bien eclesiástico
puede encontrarse en: J. M!ÑAMBRES, La nozione di «bene ecclesiastico» nella prima codifica-
¡jone canonica, en !E 19 (2007), pp. 77-96.
6. Sobre las asociaciones de fieles según el CIC 17. véase W. ÜNCLIN, Principia gene rafia
deftdeliutn associationibus, en Ap 36 (1963) pp. 68-109.
7. Cfr. c. 1009 § 2 CCEO y las explicaciones que preceden.
8. Cfr. c. I497 § 1*.
9. Cfr. Com 11 (1980) pp. 391-392 y 398-399.
56
CLASIFICACIÓN DE LOS BIENES
10. Durante la vigencia del Código precedente, se hablaba de «bienes laicales» para de-
signar los bienes que no pertenecían a personas jurídicas eclesiásticas, es decir los bienes que
no eran propiedad de la Iglesia: los bienes de las personas físicas, de las asociaciones de fieles
no erigidas en persona jurídica y de las personas jurídicas civiles destinadas a fines religiosos
(cfr. G. VROMANT, De Bonis.. ., o. c., p. 33, n. 28). Obviamente, la expresión «bienes laicales»
habría que entenderla hoy en otro sentido (cfr. M. LóPEZ ALARCÓN, Comentario al c. 1257, en
Código ... , o. c.).
11. Cfr. P.A. PERLADO, Sugerencias ... , o. c., pp. 397-400.
12. Cfr. P LOMBARDÍA, Personas jurídicas en sentido lato ... , o. c., p. 166; V. PRIETO MAR-
TÍNEZ, Iniciativa Privada ... , o. c., p. 573; R. ROYERA, l beni.. ., o. c., p. 265; J.M. ÜONZÁLEZ DEL
VALLE, Los bienes de las asociaciones canónicas privadas con personalidad jurídica, en Das
konsoziative Element .. ., o. c., pp. 564 y ss.; A.M. PUNZI N!COLÓ, ll regime patrimoniale ... , ibid.,
p. 591; V. DE PAOLIS, ! beni temporali della Chiesa, Bologna 1995, p. 72; J.T. MARTÍN DE AGAR,
Bienes temporales ... , o. c., pp. 712-713.
13. Cfr. R. BOTTA, Persone giuridiche pubbliche e persone giuridiche private nel nuovo
codice di diritto canonico, en DE 96 (1985) pp. 346-347.
14. Cfr. F.R. AZNAR GIL, La administración ... , o. c., pp. 53-54, en conformidad con la in-
terpretación de S. MESTER, l beni temporali della Chiesa (le novitii apportate da! nuovo Codice),
en Ap 47 (1984) pp. 58-59.
15. Una mirada a los trabajos preparatorios nos permitirá encontrar algunos ele1nentos para
clarificar la cuestión terminológica:
57
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
58
CLASIFICACIÓN DE LOS BIENES
ridades eclesiásticas. Los concretos deberes jurídico-canónicos del fiel, que el derecho canónico
debe determinar, afectan solo a una parte muy limitada de su patrimonio (por ej., el c. 1263 sobre
el tributo extraordinario y 1264, 1ºsobre las tasas administrativas) y no transforman la naturaleza
de estos bienes.
18. Cfr. M. LóPEZ ALARCÓN, Conientario al c. 1257, en Comentario exegético ... , o. c.
19. Cfr. A. MARTÍNEZ BLANCO, Calificación y régimen de los bienes de fa persona jurídica
privada en el ordenamiento canónico, en Das konsoz.iative Element .. ., o. c., pp. 579 y ss.
20. Cfr. M. LóPEZ ALARCÓN, Comentario al c. 1257, en Co1nentario exegético ... , o. c.
59
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
21. Sobre las Cofradías, véase F.J. GONZÁLEZ DíAZ, Régimen jurídico, econ(hnico y fiscal
de las hermandades y cofradías, en REDC 51 (1994) pp. 227-260.
22. Cfr. ce. 635 § 1 y 741 § l. Más concretamente, y en confonnidad con la mencionada
regla general, para los Institutos de vida consagrada se distingue entre Institutos religiosos (cfr.
ce. 634-640) e Institutos seculares. Para los primeros, a tenor del c. 635, se aplican las normas
específicas de la Iglesia, es decir, el libro V(§ 1) y también el derecho propio(§ 2). Igualmente,
para los Institutos seculares son aplicables el libro V y el derecho propio (cfr. c. 718). Según el
c. 741 § 1, los bienes de las Sociedades de vida apostólica se rigen por el libro V, completado
por Jos ce. 636, 638 y 639 y también por el derecho propio. En cambio, los bienes propios de los
60
CLASIFICACIÓN DE LOS BIENES
miembros de los Institutos de vida consagrada o de las Sociedades de vida apostólica no son bie-
nes eclesiásticos, lo que no excluye que los votos de pobreza y de obediencia produzcan algunas
consecuencias jurídicas respecto a esos bienes personales (cfr. c. 668). Para mayor infonnación
sobre el régimen jurídico de los bienes de los Institutos de vida consagrada y de las Sociedades
de vida apostólica, remitimos al cap. VIII.
23. Cfr. G. MICHIELS, Principia genera/fa de personis in Ecclesia, Tornaci 1955 (ed. alte-
ra), pp. 590-591; F.R. AZNAR GIL, La administración ... , o. c., pp. 56-57.
24. Las funciones de vigilancia y de alta dirección deben respetar la autonomía del ente y
no se pueden confundir con las de gobierno directo de este.
25. Cfr. J.M. ÜONZÁLEZ DEL VALLE, Los bienes de las asociaciones canónicas privadas ... ,
o. c., pp. 563-569. Se da una cierta analogía con lo que sucede en determinados ordenamientos
estatales con las asociaciones y fundaciones privadas de interés público.
61
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
26. En el caso de las personas jurídicas privadas, al aprobar los estatutos (cfr. c. 117), la
autoridad eclesiástica deberá asegurarse de que en los mismos se prevea la destinación de los
bienes en caso de extinción del ente (cfr. c. 123).
27. Para las asociaciones privadas, esta función, establecida también por los ce. 305 y
325, tiene por finalidad controlar que el uso de los bienes sea compatible con Jos fines de cada
asociación.
28. Ha sido calificada como «atención, ayuda y advertencia», más que co1no verdadera
facultad jurídica de «dirección y control» (cfr. A. MARTÍNEZ BLANCO, Calificación y régin1en ... ,
en Das konso:iative Element .. ., o. c., pp. 580-581).
62
CLASIFICACIÓN DE LOS BIENES
mos decir que solo haya espacio para una vigilancia teórica o ineficaz. Parece,
en efecto, oportuno que la autoridad pueda y deba controlar el uso de los bienes
cuando se verifiquen supuestos que hagan pensar en un uso diverso respecto a
los fines de la asociación. Por ejemplo, en el caso de sospechas o de una de-
nuncia sobre el uso de los bienes, hecha por uno de los socios a la autoridad,
esta podría exigir una rendición de cuentas 29 • Ordinariamente, la vigilancia
sobre los bienes eclesiales privados comportará el derecho a conocer qué bienes
posee el ente y qué valor tienen, a ser informado sobre su colocación segura y
sobre el fiel cumplimiento de la voluntad de los donantes (liberalidades). Sobre
la base de estos elementos, la autoridad podrá ordenar o recordar el deber de
administrar estos bienes de modo diligente y justo, y, si existen estatutos, de
respetar sus disposiciones 30 • No compete a la autoridad eclesiástica, en cambio,
sustituir a los administradores, avocando a sí la distribución o la erogación de
los bienes del ente, ni tampoco establecer cómo debe la asociación invertir o
emplear sus ingresos". En todo caso, el poder de vigilancia debe limitarse a
favorecer el cumplimiento de los fines propios del ente de acuerdo con los esta-
tutos, sin detrimento de su debida autonomía.
63
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
34. Véanse, por ej., en Francia, PH. GREINER, Les biens des paroisses dans le contexte
des dioci!sesfranrais, en AC 47 (2005), pp. 37-50; O. ÉCHAPPÉ, Les «hiens» des associations
d' Église, ibid., pp. 51-62. De 1nodo se1nejante, para Bélgica, véase J.-P. ScHOUPPE-P. DE POOTER,
Sur les traces du droit canonique des biens ten1porels en Belgique, en J.-P. SCHOUPPE (éd.), Vingt-
cinq ans apri!s le Code. Le droit canon en Belgique, Bruxelles (de próxima públicación).
35. La contribución econó1nica de un fiel a este tipo de entidades civiles -es decir, a una
entidad creada en el marco del derecho civil para resolver, entre otras cosas, las necesidades
patrin1oniales de una persona jurídica pública de la Iglesia- se debe considerar como una forma
de poner en práctica la obligación genérica de contribuir a las necesidades de la Iglesia (cfr. c.
222 § 1). En efecto, según el c. 1258, cualquier persona jurídica pública de la Iglesia se asiinila a
la Iglesia. Hemos desarrollado este tema en J.-P. SCHOUPPE, le droit-devoir ... , o. c., en Fidelium
/ur;, 9 (1999) pp. 222 y SS.
64
CLASIFICACIÓN DE LOS BIENES
36. En la categoría de las res extra con1merciu1n divini iuris, se encontraban las res sacrae
-esto es, consagradas a los dioses mediante consecratio de los pontífices y después del empe-
rador (templos, casas, bosques, etc.)-, las res religiosae (sepulcros) y las res sanctae (muros y
puertas de la ciudad que se colocaban bajo la protección de los dioses). Para poder entrar en el
comercio, las cosas sagradas debían ser sometidas a la e:rauguratio (cfr. E. VOLTERRA, lstitu:::,ioni
di diritto privato romano, Roma 1961, pp. 274-277; A. o'ORs, Derecho privado 1vmano, Pam-
plona 2004'". pp. 192-193. § 131 ).
37. Cfr. ce. 1171y1205: Com 12 (1980) p. 339.
38. Sobre las nociones de destinación, dedicación y bendición, véase, además del Ordo
dedicationis ecclesiae et altaris, Citta del Vaticano 1977, Praenotanda, II, 17 y del Ordo hene-
dictionun1 Ritualü Roniani, Citta del Vaticano 1985, pp. 322-356, el estudio de A. LoNGHJTANO,
ll sacro nel codice di diritto canonico, en JE 6 (1994) pp. 721 y ss.
39. La dedicación no es esencialmente distinta de la consagración, pero el sentido propio
del ténnino «consagración» se reserva normalmente para las personas. Véase Com 12 (1980) p.
65
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
estable y permanente: está prevista solo para las iglesias y los altares"', mien-
tras que la bendición atañe a los oratorios, las capillas privadas o los lugares
sagrados cuya destinación al culto es temporal".
Pueden ser cosas sagradas tanto lugares como objetos. Los lugares sagra-
dos (cfr. c. 1205) pueden ser muy diversos: iglesias (c. 1214), oratorios (c.
1223), capillas privadas (c. 1226), santuarios (c. 1230), cementerios (c. 1205),
etc. Como ejemplos de cosas sagradas se pueden citar, principalmente, las imá-
genes (c. 1188), las reliquias (c. 1109) y los altares (c. 1235). Conviene señalar
que los objetos piadosos, como un crucifijo o una medalla de la Virgen, pueden
ser bendecidos para el uso de personas particulares, sin hacer referencia al cul-
to; en tal caso no pasan a ser bienes sagrados".
La noción de cosa sagrada no se identifica, por tanto, con la de cosa pía.
Basta pensar en un oratorio no bendecido -lugar pío- para mostrar que todas
las cosas pías no son de por sí cosas sagradas. En efecto, si el oratorio es un lu-
gar pío desde el momento de su destinación al culto por el Ordinario competen-
te, antes de su bendición no se puede calificar de lugar sagrado. Es diferente el
caso de una iglesia que, siendo un «edificio sagrado destinado al culto divino»
(c. 1214), no puede ser lugar pío sin ser también sagrado.
Distinta es la cuestión de su calificación como bienes eclesiásticos. En
efecto, la categoría canónica de bien eclesiástico no deriva de la clasificación
como res sacra, sino de la naturaleza-pública o no- de la persona jurídica ecle-
siástica titular. Un cáliz perteneciente a un sacerdote o a una capilla privada,
por ejemplo, será un bien sagrado privado. Pero, en todo caso, la relación con
el culto atribuye a los bienes sagrados una peculiar dignidad que el derecho ca-
nónico tutela, también ante la ley civil, por medio de un régimen administrativo
propio. Se habla de limitaciones públicas de la propiedad privada 43 •
325; G.M. ÜURY, Le nouveau rituel de la dédicace des églises, en Esprit et vie. L'ami du clergé
88 (1978) pp. 155-160 y 175-176.
40. Por lo que se refiere a los altares, el altar fijo, por lo general, es objeto de dedicación,
mientras que el altar portátil puede ser, dependiendo del caso, dedicado o bendecido (cfr. G.M.
ÜURY, Le nouveau rituel. . ., o. c., p. 156).
41. Cfr. C. VAN DE WJEL, Des «lieux sacrés» dans le nouveau Code de droit canonique
(canons 1205-1239), en Questions liturgiques, 76 (1995) pp. 106-108.
42. Cfr. R. NAZ, Biens ecclésiastiques ou temporels, en DDC, II, o. c., Paris 1937, col. 837.
43. Cfr. J.T. MARTÍN DE AGAR, Comentario al c. 1171, en Código ... , o. c.
66
CLASIFICACIÓN DE LOS BIENES
44. Cfr. E. CAPARROS, L'ajfaire des trésors de l'Ange Gardien, en JE 1 (1989) pp. 617-643.
45. Cfr. c. 1210. Un resu1nen de las principales actividades que se han prohibido en la his-
toria de la Iglesia puede verse en C. VAN DE WIEL, Des «lieux sacrés» .. ., o. c., pp. 120-121.
46. Cfr. c. 1269. Véase CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO, Documento «Conciertos
en fas iglesias», 5.11.1987, en Notitiae, 24 (1988) pp. 25-32; C. REDAELLI, Note: l concerti ne/le
chiese, en Quaderni di diritto ecclesiale, 1 (1988) pp. 137-140.
47. Por lo que se refiere a la conservación de los objetos de culto, ante el silencio del Có-
digo vigente, parece útil referirse al c. 1305*, donde encontramos un criterio análogo al de los
lugares sagrados: los objetos sagrados (por ej. un cáliz) perdían la bendición o la consagración
cuando perdían su naturaleza y ya no eran idóneos para el uso (por ejemplo, si se perforaba la
copa del cáliz y ya no podía contener el vino), así como cuando habían sido usados indecorosa-
mente o expuestos a pública venta. La simple pérdida del dorado de la copa, no hacía perder el
67
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
Al contrario de lo que sucede con los bienes sagrados, los bienes preciosos
son siempre bienes eclesiásticos. De hecho, esta categoría de bienes está sujeta
carácter sagrado del cáliz, pero daba lugar a una obligación grave de restaurarlo (cfr. S. ALONSO
MüRÁN, Comentario al c. 1305, en Código de derecho canónico, Madrid 19749).
48. Si dentro de un lugar se ha cometido una profanación grave y escandalosa, está prevista
la posibilidad de celebrar un rito de reconciliación antes de organizar actos de culto (cfr. c. 1211)
y el autor del delito debe ser castigado con una justa pena (cfr. c. 1376).
49. Cfr. ce. 1212 y 1222. Véase C. VAN DE W1EL, Des «lieux sacrés» ... , o. c., pp. 112-113
y 122-123.
50. Cfr. Co1n 12 (1980) pp. 406-407. Sobre la prescripción, véase infra, cap. IV, 4.
68
CLASIFICACIÓN DE LOS BIENES
51. Cfr. A. MOSTAZA, Derecho patrimonial, o. c., p. 433; J.T. MARTÍN DE AGAR, Bienes
te1nporales ... , o. c., pp. 707-708; V. DE PAOLIS, l beni ..., o. c., p. 18. En cambio, siguiendo su
criterio del doble carácter eclesial, Aznar concluye que los bienes preciosos son bienes sujetos
a la autoridad eclesiástica y que, por tanto, pueden ser bienes eclesiásticos propiamente dichos
o bienes de personas jurídicas eclesiásticas privadas (cfr. F.R. AZNAR GIL, La administración ... ,
O. C., p. 63).
52. En este sentido, véase entre otros, A. MOSTAZA, Derecho patrimonial, o. c., p. 433; J.T.
MARTÍN DEAGAR, Bienes temporales ..., o. c., pp. 710-711.
53. El c. 1190 prohíbe la venta de reliquias y sujeta la enajenación y el traslado definitivo
de las reliquias insignes y de aquellas que gozan de gran veneración popular, así como de las
imágenes que gozan de gran veneración por parte del pueblo en una iglesia, a la autorización de
la Sede Apostólica.
54. Si bien el c. 638 § 3 parece oponer los exvotos (es decir los bienes dados a la Iglesia por
razón de un voto) a los bienes preciosos por razones artísticas o históricas, el c. 1234 § 2 tutela
de hecho los exvotos como bienes preciosos: «votiva artis popularis et pietatis documenta in
sanctuariis aut locis adiacentibus spectabilia serventur atque secure custodiantur». En el caso de
los exvotos, existe una obligación de respetar la voluntad del donante, que justifica por sí 1nisma
la necesidad de consultar a la Santa Sede como requisito previo para cambiarlos de lugar (cfr. R.
NAZ, Ex-voto, en DDC, V, o. c., col. 789-790).
69
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
contraposición entre bienes preciosos y bienes culturales, puesto que estos últi-
mos tienen muchas veces un notable valor por razones artísticas o históricas (cfr.
c. 1292 § 2). A nivel institucional, la ausencia de contraposición entre las dos
nociones parece haber sido implícitamente confirmada por la reforma de la Curia
romana realizada en 1993, con la modificación de la denominación de la Comi-
sión pontificia para la conservación del patrimonio artístico e histórico en Comi-
sión pontificia para los bienes culturales de la Iglesia, sin que haya habido ningún
cambio sustancial en las funciones atribuidas a este organismo por la const. ap.
Pastor Bonus". En cambio, el CIC no define el concepto de bien cultural, que
usa solo en el c. 1283. La fuente de este canon --el c. 1522*- no es útil para clari-
ficar la cuestión pues no usaba este término. Por tanto, para aclarar la noción, en
cada país se deberá hacer referencia al derecho civil y a los eventuales acuerdos
entre la Iglesia y el Estado, que pueden servir para determinar los contenidos con-
cretos de esta categoría de bienes y para establecer las reglas aplicables"'.
En conclusión, pues, entendemos que se pueden incluir en la categoría
canónica de los bienes preciosos tanto los llamados «bienes culturales», como
los bienes de veneración popular, de piedad o de culto, aunque no respondan
estrictamente al criterio codicia! de valor por razones históricas o artísticas. En
cuanto a la valoración pecuniaria del «notabilis valor» -que no constituye una
conditio sine qua non, ya que muchos bienes preciosos para la Iglesia tienen
un valor intrínseco mínimo"-, no ha habido nunca una precisa interpretación
auténtica irrefutable'".
SS. Cfr. m.p. lnde a Pontijicatus, 2S.III.1993, AAS SS (1993) pp. S49-S52.
56. Cfr. G. FELIC!ANJ, Beni culturali, en Nuovo dizionario canonico, Milano 1993. Para
España, véanse V.J. SEGURA, El estatuto jurídico del patrimonio cultural de la Iglesia en España,
Valencia 1998; M. VIDAL GALLARDO, Bienes culturales v libertad de conciencia en el Derecho
eclesiástico del Estado, Valladolid 1999, especialmenté pp. 115 y ss; J. FERRER ÜRTIZ (dir.),
Derecho Eclesiástico ... , o. c., pp. 219-222. Para Italia, véase CEI, l beni culturali della Chiesa
in Italia. Orientamenti, en Noti-;,iario, 9 (1992) pp. 309-336; A. RoccELLA, ! beni culturali eccle-
siastici, en Quaderni di diritto e politica ecclesiastica, 12, 1 (2004), pp. 199-232; M. MoRGAN-
TE, L'amministrazione dei beni temporali della Chiesa, Casale Monferrato 1993, pp. 184-198;
R. BERTOLINO, Nuova legislazione canonica e beni culturali ecclesiastici, en Beni culturali e
interessi religiosi, Napoli 1983, pp. 103 y ss.; M.F. MATIERNINI ZOTIA, Il patrimonio ecclesias-
tico, Torino 1992, pp. 67 y ss.; L. SCALERA, Beni culturali e «nuovo concordato», Milano 1990;
AA. VV, Vaden1ecum per gli operatori nei beni culturali ecclesiastici, Padova 1990.
57. Cfr. R. NAZ, Biens ... , o. c., col. 838.
58. Sin embargo, existe un criterio práctico adoptado por la Congregación del Concilio en
1919, que se encuentra en la base de la referencia de 1000 francos-oro, es decir la trigésima parte
de los 30.000 francos-oro fijados en el c. 1532 § 2, para las enajenaciones que podía autorizar
el Ordinario después de haber oído al Consejo de administración (cfr. AAS 11 [19191 pp. 416-
419). Véase también V. DE PAOLIS, l beni ... , o. c., p. 17. Por ello, se propuso el siguiente criterio:
«mutatis mutandis, tale som1na massima ( ... ) puü essere paragonabile a quei 30.000 franchi-oro
del c. 1532 § 2*, per cui si puü adoperare lo stesso criterio usato sotto il regime precedente, ossia
e
la trentesima parte della so1nma massima. Ad es. in Italia un bene prezioso considerato tale se
e e
il suo valore supera i 30 milioni di Jire, che la trentesima parte dei 900 1nilioni che la somma
70
CLASIFICACIÓN DE LOS BIENES
massi1na stabilita dalla CEI» (cfr. J.F. CASTAÑO, Appunti di Jus Patrimoniale, o. c., pp. 9-10).
En la actualidad, la cantidad serían 8.333 euros para Italia, que corresponde a dividir la su1na
1nínima (250.000 euros) entre treinta. En España, el valor correspondiente sería de 5.000 euros
(150.000/30). Este criterio, sin duda, puramente práctico y no irrefutable, encuentra, pues, un
fundamento en el Código precedente y en el parecer de la Congregación que era competente.
59. Respecto a este inventario, véase PONTIFICIA COMISIÓN PARA LOS BIENES CuLrURALES
DE LA IGLESIA, Carta circular del 8 de diciembre de 1999, Necesidad y urgencia de inventariar
}'catalogar los bienes culturales de la Iglesia, en L'Osservatore Ro1nano: edición semanal en
lengua española (1634), 21 de abril de 2000, pp. 7-14.
60. Cfr. PB, arts. 97 y 98.
61. Este organismo sustituye a la Pontificia Comisión para la Conservación del Patrimonio
Artístico e Histórico en virtud de un Motu proprio de 25 de marzo de 1993 y mantiene la compe-
tencia fijada parios arts. 100-103, de la PB (cfr. art 4, III, en AAS 85 [1993] pp. 551-552). Véase
infra, cap. VI, 4, b), 2).
62. Cfr. c. 1190 § 3. Los requisitos para la enajenación y el traslado definitivo de las imá-
genes preciosas son los mis1nos que para las reliquias insignes y para las que gozan de una gran
71
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
Para concluir esta presentación de las cosas preciosas, parece útil subrayar
la necesidad de no perder de vista el conjunto de las normas aplicables a cada
supuesto de hecho. En efecto, un mismo bien jurídico puede ser objeto de consi-
deraciones complementarias por parte de diversos ordenamientos, por razón del
diferente modo de considerar su calificación jurídica. Una catedral gótica, por
ejemplo, puede ser, en derecho canónico, un bien eclesiástico, sagrado y precio-
so y, además, ser para el ordenamiento civil, un bien cultural o ambiental.
veneración popular. Entre estos bienes se encuentran los exvotos. Desde 1992, la licencia se
pide a la Congregación del Clero para cada enajenación de un exvoto (cfr. AAS 14 [1992] pp.
160-161). Para los exvotos y para los bienes preciosos artis vel historiae causa, el requisito de
la licencia es independiente tanto de la pertenencia o no de estos bienes al patrimonio estable de
la persona jurídica como de su valor pecuniario. Por lo que se refiere a los bienes de notabilis
valor pecuniario, no se puede sortear el requisito de la licencia mediante el fraccionamiento de
la enajenación en varios negocios (cfr. J. MANTECÓN, Comentario al c. 1292, en Comentario
exegético .. ., o. c.).
63. Cfr. A. BURDESE, Manuale di diritto privato rornano, o. c., pp. 170-180; A. o'ORS,
Derecho Privado Romano, o. c., pp. 191-198, §§ 131-135; J. ARIAS RAMOS-J.A. ARIAS BONET.
Derecho Romano, I, o. c., pp. 105-116.
64. GA!O, Institutiones, 2, 14.
72
CLASIFICACIÓN DE LOS BIENES
peñando, sin embargo, un papel clave en materia patrimonial. Los bienes mue-
bles se determinan por exclusión: son muebles todos los bienes que no entran
en la categoría de bienes inmuebles. En cuanto a la categoría de los bienes
inmuebles, los códigos civiles establecen distintos criterios, principalmente la
determinación por naturaleza y la legal. Son inmuebles por naturaleza todas
las cosas que no se pueden transportar sin alterar su sustancia, es decir, todas
las que están unidas al suelo natural o artificialmente (por ej., cursos de agua,
árboles y edificios). Como ejemplo de inmuebles por disposición legal se pue-
den mencionar los muebles que pueden ser inmovilizados por destino (por ej.,
los edificios flotantes) 65 • Las principales consecuencias que se derivan de la
clasificación como mueble o inmueble radican en la diferencia de forma, de
publicidad y de competencia.
c) Bienes específicos y genéricos: genérico es un tipo de bien que engloba
varias especies (perro), mientras que específico es aquel que se caracteriza y
distingue de otras cosas (perro «pastor alemán»). En el caso de una compraven-
ta, para que se verifique un cambio de propiedad, es necesaria la especificación
o individuación, lo cual tiene importantes consecuencias jurídicas, en particu-
lar, para saber quién debe asumir los riesgos.
d) Bienes fungibles o no fungibles, según sea posible su sustitución o no
por otros bienes: es muy distinto vender un un libro que puede encontrarse en
cualquier librería que un manuscrito auténtico con valor histórico.
e) Los bienes son consumibles si su uso implica que se consuman (dinero,
bebidas, comestibles, etc.). Son no consumibles los bienes susceptibles de un
uso reiterado (televisión, mesa, etc.). Esta distinción es de notable importancia
para el usufructo: el usufructuario se puede servir de los bienes no consumibles
según el uso normal; basta que, al término del contrato, restituya el bien en
el estado en que se encuentre. En cambio, en caso de bienes consumibles, al
terminar el usufructo se debe pagar su valor inicial (por ello se habla de «cuasi-
usufructo»).
f) Bienes divisibles o no divisibles, según que se puedan dividir o no sin
perder su valor y sin cambiar de especie. Los bienes divisibles se diferencian
de la totalidad solo por su menor cantidad y su proporcional menor valor. Un
bien puede ser indivisible por naturaleza (un animal, un reloj, etc.), por ley (las
partes comunes de un edificio en condominio), o por acuerdo (obligaciones in
solidum).
g) Una cosa puede estar unida a otras cosas. En este sentido, hay que dis-
tinguir entre cosas simples (un árbol) y cosas compuestas (una máquina). Por
65. Cfr., por ej., los arts. 334-337 del Código civil español, o los artículos 812-814 del
Código civil italiano.
73
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
66. En el caso de la «pertenencia», hay un vínculo entre diversas cosas que no es propia-
mente 1naterial, sino económico y jurídico; ese vínculo se justifica por el hecho de estar destinado
un bien, de 1nodo duradero, al servicio o para ornamentación de otra cosa. Así, hay pertenencia
sagrada para todo lo que es propio de una iglesia (altares, candelabros, objetos sagrados, bancos,
etc.). Cfr., para el concepto de pertenencia, el art. 817 del Código Civil italiano y, para el con-
cepto y régimen de la incorporación en el derecho civil español, arts. 375-383 del Código Civil
español.
67. Cfr. A. TRABUCCHI, !stitu:ioni ... , o. c., pp. 403-404; J.L. LACRUZ BERDEJO, Nociones de
Derecho Civil Patritnonial, o. c., pp. 106-108. No obstante, hay que hacer notar que la distinción
entre derecho público y privado ha perdido nitidez en el derecho secular. Y, en la Iglesia, esta
misma distinción resulta aún menos clara que en el ámbito estatal. En efecto, todos los bienes de
las personas jurídicas (incluidas las privadas) tienen un cierto carácter público por su vinculación
con los fines eclesiales, y están sujetos a la vigilancia de la autoridad eclesial.
74
CAPÍTULO IV
75
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
Es común la distinción entre los derechos reales (iura realia o iura in re)
y las obligaciones (iura ad rem ). Mientras los derechos reales están en relación
directa con un bien debido, las obligaciones constituyen derechos respecto a
las personas. El titular de un derecho de obligación puede exigir en justicia a
la persona obligada una prestación positiva o negativa (dare ofacere, non dare
o 1wnfacere). Los derechos reales, a diferencia de los derechos de obligación,
confieren al propietario un derecho sobre la cosa que vale erga omnes y que
queda tutelado en sede judicial con una actio in rem.
De lo dicho se sigue que existen tres grandes diferencias entre derechos
reales y obligaciones':
3. En otros términos, estos modos de derecho natural han sido integrados en el sistema
jurídico aplicable (positivi::.ados) y dotados de instrumentos técnicos que los llevan a cabo y ga-
rantizan su eficacia (jorn1ali::.ados). Véase J. HERVADA, Introducción crítica al derecho natural,
Pamplona 1998', pp. 177-181.
4. Cfr. V. DE PAOUS, De bonis ... , o. c., pp. 10-11.
76
MODOS DE ADQUISICIÓN DE LOS BIENES TEMPORALES
5. Cfr., entre otros, O. VROMANT, De bonis ... , o. c., p. 42; F.R. AZNAR GIL, La ad1ninistra-
ció11 ... , o. c., pp. 40-41.
6. Cfr. A. TRABUCCHI, lstituzioni ... , o. c., pp. 447-448, n. 181; J. CASTÁN TüBEÑAS, Derecho
Civil ... , o. c., t. 2, v. 1, p. 269.
77
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
A) LA OCUPACIÓN Y LA INVENCIÓN
7. Cfr. G. PUGLIESE, lstituzioni di diritto romano, o. c., pp. 460-462; sobre la adquisición
de un tesoro, véase J. ARIAS RAMOS-J.A. ARIAS BüNET, Derecho Ro1nano, !, o. c., § 122, pp.
253-254.
78
MODOS DE ADQUISICIÓN DE LOS BIENES TEMPORALES
C) Los FRUTOS
Los frutos pueden ser naturales o civiles. Son frutos naturales los que pro-
vienen directamente de la cosa, haya intervenido o no el trabajo del hombre
(por ej., los productos agrícolas). La idea esencial es la de separación: los frutos
naturales pueden ser separados del árbol o de la planta. Estamos ante un reddi-
tus, decían los antiguos, algo que vuelve al propietario de la cosa que produce
el fruto. Hasta la separación, forman parte de la cosa «madre»". Con el tiempo,
la doctrina civilista ha elaborado la noción de frutos civiles, designando así, en
cambio, a los que se recaban de la cosa en pago por el disfrute que otros hacen
de ella como usufructo. Tales son los intereses del capital, los cánones enfitéu-
ticos, las rentas vitalicias o de cualquier otro tipo, y el pago de alquileres. Los
frutos civiles se perciben día a día, en razón de la duración del derecho 9 •
8. Cfr. A. BuRoESE, Manuale ... , o. c., p. 333; A. o'ORS, Derecho Privado R(nnano, o. c.,
pp. 234-235, § 165.
9. Cfr. A. TRABUCCHI, lstitu:::,ioni ... , o. c., pp. 402-403, n. 164; J.L. LACRUZ BERDEJO, Nocio~
nes de Derecho Civil Patrúnonial, o. c., pp. 108-110.
79
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
1O. Cfr. G. MICHIELS, Principia generalia, o. c., pp. 568-571; J. HANSENNE, !ntroduction au
droit privé, Bruxellcs 1997', p. 104-105.
11. Cfr. H.L. y J. MAZEAUD-F. CHABAS, Ler,,.·ons de droit civil, l. 1, París 1996 11 , pp. 373 y
ss.; G. MARTY-P. RAYNAUD, Droit civil, I, Paris 1972~, pp. 270 y ss.; J. ÜHESTIN, Laforn1ation du
contrat, Paris 19935, pp. 1-13. Véase tainbién, desde el punto de vista canónico, G. MICHIELS.
Principia generalia ... , o. c., p. 572.
80
MODOS DE ADQUISICIÓN DE LOS BIENES TEMPORALES
12. Con referencia al Código Civil español, dice Castán: «No contiene este cuerpo legal
una verdadera definición del contrato. El art. 1254, 1n<Í.s que expresar la naturaleza del n1ismo,
parece que se propone señalar el 1nomento de su nacimiento o perfección [ ... j al decir que "el
contrato existe desde que una o varias personas consienten en obligarse, respecto de otra u otras.
a dar alguna cosa o prestar algún servicio". Pero indirectamente se desprende de este texto que
el Código acepta la construcción estricta u obligacional del contrato, circunscribiéndolo a las
relaciones patrimoniales, y considerándolo como una convención o acuerdo de voluntades para
la creación de una obligación de dar o de hacer>> (J. CASTÁN TOBEÑAS, Derecho Civil E:;,pañol,
Común v Foral, t. 3, Madrid 1992, p. 520).
13·. Cfr. C. MIRABELLI, Nego::.io giuridico, en Enciclopedia del Diritto, v. 28, 1978, pp. 2-3.
Un tratamiento general del negocio jurídico, referido al derecho español, puede encontrarse en
J.L. LACRUZ BERDEJO, Elementos de Derecho Civil, /, Parte General, v. III, Nladrid 2000, pp.
117-268; especiahnente son de gran interés las pp. 124-125; cfr. tainbién T. DE CUEVILLAS MATO-
zz¡ (et al.), Instituciones de Derecho Civil Patrirnonial, Madrid 2003, pp. 157-159.
14. F. ÜALGANO, Negozio giuridico (dottr. gen.), en Enciclopedia del Diritto, v. 28, 1978,
p. 932; la traducción del original italiano es nuestra. Lacruz, por su parte, define los hechos
jurídicos diciendo que «suelen denominarse hechos jurídicos todos aquellos acontecimientos a
cuya realización está ligada por el ordenamiento una consecuencia jurídica o, dicho de un 1nodo
técnico 1nás expresivo, que producen una modificación en la situación jurídica subjetiva preexis-
tente [ ... ] o en la capacidad que es su presupuesto» (J.L. LACRUZ BERDEJO, Ele111entos de Derecho
Civil,/, Parte General, o. c., v. 3, p. 117).
81
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
82
MODOS DE ADQUISICIÓN DE LOS BIENES TEMPORALES
19. Se trata del título VII del libro L Véanse F.J. URRUTIA, Le nouveau droit ecclésial, I.
Les norn1es générales, Paris 1994, pp. 199-210; R.G.W. HUYSMANS, Novum comentatiun1 lova-
niense, I, Algemene Normen van het Wetboek van Canoniek Reclll, Leuven 1993, pp. 245-260;
A. ALONSO LOBO, 0.P.-S. ALONSO MüRÁN, 0.P.-M. CABREROS DE ANTA, C.M.F., Co111entarios
al Código de Derecho Canónico,!, cánones 1-681, pp. 367-377. En el CIC 17, varios cánones
trataban también de los actos jurídicos (cfr. ce. 103-105* y 1680*).
20. Cfr. F. CASTRO, El negocio jurídico, Madrid 1967; E. MOLANO, La autonomía priva-
da ... , o. c., pp. 82-85; J. FüRNÉS, El acto jurídico-canónico (sugerencias para una teoría gene-
ral), en IC 25 (1985) pp. 57-89.
21. Cfr. T. BLANCO, La noción canónica de contrato. Estudio de su vigencia en el CIC de
1983, Pamplona 1997, p. 46.
22. Véanse, en el mismo sentido, G. VROMANT, De bonis .. ., o. c., p. 239, n. 284; G. M1-
CHIELS, Principia generalia ... , o. c., pp. 565-680.
23. Cfr. G. MICHIELS, Principia generalia .. ., o. c., p. 573.
24. Cfr. G. ÜSTI, Contralto, en Novissitno Digesto Italiano, IV, Torino 1957\ pp. 482-500;
l. CASTÁN TOBEÑAS, Derecho Civil. .. , o. c., t. 3, pp. 578-584; J. GHESTIN, Lajorn1ation du con-
trat, o. c., pp. 14-27; B. STARCK, Ohligations, II, Contrat, Paris 19934, pp. 33-54.
83
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
84
MODOS DE ADQUISICIÓN DE LOS BIENES TEMPORALES
Los elementos esenciales del contrato guardan entre sí una mayor homoge-
neidad que la del conjunto de los actos jurídicos 25 • Inspirándose en la doctrina
de los civilistas 26 , el derecho canónico retoma estos elementos", tanto a pro-
pósito de los actos jurídicos, en los ce. 124-126 del CIC 83, como en la doctrina
tradicional'". Conviene, sin embargo, tener en cuenta, que, normalmente, lo
que se dice para los contratos vale también, mutatis mutandis, para el conjunto
de los actos jurídicos. Se admite pacíficamente la distinción de los siguientes
cinco elementos: !.º)la capacidad y la habilidad (c. 124 § l); 2.º) la forma (c.
124 §§ 1 y 2); 3.º) la voluntad real (cfr. ce. 125-126); 4.º) el objeto o materia;
5.º) la causa del contrato.
b') Laforma
No basta tener la capacidad para consentir ni, corno después veremos, que
haya un verdadero consentimiento de las partes. Aunque el principio general
25. Cfr. J. CARBONNIER, Droit civil, IV, les ohligations, Paris 1985 12 , § 10.
26. Cfr. G. ÜST!, Contralto, o. c., pp. 500-512; B. STARCK, Obligations, Il, Contrat, o. c.,
pp. 153-166; J.L. LACRUZ BERDEJO, Nociones de Derecho Civil Patrilnonial, o. c., pp. 267-293.
27. Según el ya citado c. 1290, salvo tres excepciones, la materia de los contratos ha sido
canonizada. Esto quiere decir que las reglas aplicables a las condiciones esenciales, a las fonnas
y solemnidades, a los efectos de los contratos en el tiempo, etc., serán las del ordenamiento
civil competente. Las respectivas legislaciones estatales suceden así al derecho romano, que
constituía el derecho aplicable, excepto en caso de que el derecho canónico hubiese establecido
alguna norma contraria. Es necesario, por lo tanto, aplicar en cada caso concreto la legislación
sobre los elementos esenciales de los contratos, teniendo en cuenta las excepciones propias del
ordena1niento canónico (cfr. c. 1529*).
28. Cfr. G. VROMANT, De bonis ... , o. c., pp. 240-241, n. 287; G. MICH!ELS, Principia gene-
ralia . .. , o. c., pp. 572-672.
85
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
29. Cfr. F. ÜALGANO, Diritto privato, o. c., p. 239; J.L. LACRUZ BERDEJO, Nociones de De-
recho Civil Patrimonial, o. c., pp. 274-275.
30. Para una síntesis de la teoría civil, véanse J.L. LACRUZ BERDEJO, Nociones de Derecho
('ivil Patrilnonial, o. c .. pp. 280-283; F. GALGANO, Diritto civile e commerciale, II/1, Padova
1990, pp. 287-308; J. HANSENNE, lntroduction au droit privé, o. c., pp. 142 y ss.; B. STARCK,
Ohligations, II, Contra!, o. c., p. 166-210.
31. Sobre los vicios del consentimiento en derecho canónico, véase S. BERLINGO, Vizi de-
lla volontü (diritto canonico), en Enciclopedia del diritto, 46, Milano 1993, pp. 1015-1024; G.
MICHJELS, Principia generalia ... , o. c., pp. 595-680; E. MOLANO, Con1entario a los ce. 124-128,
en Código ... , o. c.
32. Se trata de una presunción que no ad1nite prueba en contrario, ya que la violencia hace
imposible la deliberación necesaria para la existencia del acto (cfr. J. URRUTJA, Les nonnes gé-
nérales, o. c., p. 204, n. 679).
33. El dolo consiste en cualquier maniobra o artificio dirigido a provocar el error en una
persona, induciéndola a cumplir un acto que de otra forma no habría llevado a cabo, o que habría
realizado en condiciones y de forma diferente. Este vicio de la voluntad ha sido definido sintéti-
camente: «deceptio alterius deliberare et fraudulenter commissa, qua hic inducitur ad ponendum
detcrminatum actumjuridicum» (G. MICHIELS, Principia generalia ... , o. c., p. 660).
86
MODOS DE ADQUISICIÓN DE LOS BIENES TEMPORALES
e') La causa
Todo contrato, para poder existir, debe tener una causa, una «razón de ser»
o función económico-social. En efecto, no hay obligación (contractual) sin cau-
sa. Se trata de una causa objetiva, que puede ser la intención de liberalidad (do-
nación) o la contrapartida (contrato bilateral). En este último caso, la causa de
la obligación de una parte es el objeto de la obligación de la otra. Por ejemplo,
la finalidad práctica de toda compraventa es transferir una cosa o un derecho
87
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
El CIC canoniza la doctrina del derecho civil sobre el contrato, con las
excepciones que el c. 1290 establece, es decir, las normas incompatibles con
el derecho divino o el derecho humano canónico y la admisión de la prueba
testifical.
1. 0 ) Las normas incompatibles con el derecho divino.- Una característica
del ordenamiento canónico es que reconoce expresa y formalmente la subordi-
nación de todas las reglas jurídicas al derecho divino natural y positivo. En este
sentido, por ejemplo, para el derecho canónico, la compraventa de un objeto
robado no puede ser válida, ni tampoco la prescripción sin buena fe.
2.º) Las normas incompatibles con el derecho humano canónico.- El le-
gislador canónico subordina también la aplicación de las normas estatales al
respeto de las leyes propias de la Iglesia. Un ejemplo lo encontramos en materia
de causas pías, esto es, en las disposiciones a título gratuito. Para facilitar estas
contribuciones de los fieles a las necesidades de la Iglesia, el Código exige solo
la capacidad natural y canónica (menos restrictiva que la capacidad civil). En
este caso, no exige los otros posibles requisitos suplementarios de la ley civil.
Pero también sucede lo contrario; así, por ejemplo, en materia de enajenación
de bienes eclesiásticos, el ordenamiento canónico requerirá formalidades como
son la consulta o autorización ad validitatem no establecidas por la ley civil
88
MODOS DE ADQUISICIÓN DE LOS BIENES TEMPORALES
89
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
1) La compraventa y la permuta
43. A. BuRDESE, Manuale ... , o. c., p. 451; la traducción del original italiano es nuestra. El
Código civil español describe el contenido de la compraventa en el art. 1445 del siguiente modo:
«Por el contrato de compra y venta uno de los contratantes se obliga a entregar una cosa determi-
nada y el otro a pagar por ella un precio cierto, en dinero o signo que lo represente».
44. En determinados ordenamientos civiles (entre otros, el francés y el italiano), la venta
(así como la permuta) es un contrato traslativo de propiedad, sinalagmático y consensual. Esto
quiere decir que, además de no requerir formalidades, la venta se perfecciona en el momento del
acuerdo entre las partes sobre la cosa y sobre el precio, incluso aunque no se pague el precio o
no se entregue materialmente la posesión de la cosa vendida. Esto ocurre tanto para los bienes
muebles como para los inmuebles. La eficacia real inmediata es la regla de dicho contrato.
En otros países (por ej. en el derecho ale1nán), se sigue un sistema si1nilar al del derecho
romano clásico, es decir, la transmisión de la propiedad se lleva a cabo en dos etapas. En primer
lugar, el contrato de compraventa, que hace surgir la obligación de la transmisión de la pro-
piedad como contraprestación del pago del precio convenido. A continuación, la transinisión
propiamente dicha de la propiedad: es precisamente la traditio de la cosa vendida la que opera la
trans1nisión del derecho (el derecho romano clásico anterior a Justiniano preveía también otros
modos de transmisión: mancipatio, in iure cessio). Cfr. Ph. MALAURJE-L. AYNES, Droit civil. Les
contrats spéciaux, Paris 19926 , p. 52.
En el derecho español es esta una cuestión discutida. Algunos autores entienden que la
trans1nisión del dominio no es esencial a la compraventa, ni obligación taxativa del vendedor.
Sin embargo, otros autores sostienen la tesis contraria. Cfr. J.L. LACRUZ BERDEJO, Elementos de
Derecho Civil, JI, Derecho de Obligaciones, v. 2, Madrid 2002, pp. 5-6.
45. Cfr. F. GALGANO, Diritto privato, o. c., pp. 503-504; J.L. LACRUZ BERDEJO, Nociones
de Derecho Civil Patrünonial, o. c., pp. 318-319.
90
MODOS DE ADQUISICIÓN DE LOS BIENES TEMPORALES
2) El contrato de arrendamiento
46. En el c. 1540*, esta prohibición valía solo para los bienes inmuebles y respecto a los
padres o afines de primer y de segundo grado, y se requería la licencia del Ordinario del lugar
(cfr. F.X. WERNZ-P. VtDAL, De rebus, o. c., n. 855).
47. Véase infra, cap. VI.
48. «Pei il quale un soggetto si impegna, dietro il corrispettivo di una mercede, a prestare a
un altro soggetto il temporaneo uso o sfruttamento di una cosa ovvero un 'attivitR lavorativa o un
servizio» (A. BURDESE, Manuale .. ., o. c., p. 463; traducción nuestra del original italiano).
49. Las obligaciones del arrendador y del arrendatario fluctúan en función de la ley vigente.
Véase, por ejemplo, Ph. MALAURIE-L. AYNES, Les contrats spéciaux, o. c., pp. 363-383; J.L. LA-
CRUZ BERDEJO, Elementos de Derecho Civil, 11, Derecho de Obligaciones, o. c., v. 2, pp. 113-131.
91
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
3) La enfiteusis
50. Sobre el contrato de arrendamiento y sobre las particularidades de los contratos espe-
ciales de arrendan1iento de bienes, entre otros, el arrendamiento y leasing de ordenadores, véase
F. GALGANO, Diritto privato, o. c., pp. 519-536; cfr. también J.L. LACRUZ BERDEJO, Elementos
de Derecho Civil,!!, Derecho de Obligaciones, o. c., v. 2, pp. 383-395. En muchos países existe
también un tratamiento específico del arrendamiento de fundos rústicos. Cfr., por eje1nplo, ibid.,
pp. 151-164.
51. Cfr. F.X. WERNZ-P. VIDAL, De rebus, o. c., pp. 342-343, nn. 857-858.
52. La Conferencia Episcopal italiana, en la Istruzione in materia amtninistrativa (n. 67)
incluye el arrendamiento entre los actos de administración extraordinaria. En cambio, la Confe-
rencia Episcopal Española ha determinado que «el arrendamiento de bienes eclesiásticos rústicos
y urbanos, comprendidos en el c. 1297, se equipara a la enajenación en cuanto a los requisitos
necesarios para su otorgamiento». Así lo establece el art. 4, 3) del Decreto General de 26.Xl. I983
(BOCEE 3 [1984] p. 103).
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MODOS DE ADQUISICIÓN DE LOS BIENES TEMPORALES
4) El derecho de superficie
53. Algunos autores consideran que no existe una verdadera enajenación (cfr., por ej., G.
VROMANT, De bon is ... , o. c., p. 296, n. 357), mientras otros subrayan que, en la práctica, se trata
de una enajenación que genera un derecho a la percepción de un canon como contraprestación
(cfr., por ej., J. BRYS, Juris Canonici Compendiu1n, II, Bruges 1949w, n. 859). En cualquier caso,
se trata de un acto de disposición, que queda sujeto a las necesarias autorizaciones por parte de
la autoridad eclesiástica.
54. En el derecho italiano, este lí1nite mínimo es de 20 años (cfr. F. GALGANO, Diritto pri-
vato, o. c., pp. 159-160). Para la enfiteusis en derecho francés, véase A. BENABENT, Droit civil.
Les contrats spéciaux, Paris 1993, pp. 146-149. Para la enfiteusis en derecho español, cfr. L.
D1Ez-P1CAZO-A. GULLÓN, Sistema de Derecho Civil, v. 111, Madrid 2001, pp. 410-416.
55. Cfr. G. CoRNU, Droit civil: Introduction- les personnes - Les biens, Paris 2005", pp.
614-615.
56. Cfr. A. BURDESE, Manuale . .. , o. c., pp. 377-378; J. ARIAS RAMOS-J.A. ARIAS BüNET,
Derecho Romano,/, o. c., pp. 319-321.
57. Esta cesión de derecho real era también muy apreciada en el derecho alemán, que daba
mayor relevancia al trabajo del constructor que al derecho del propietario del fundo. En derecho
93
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
español, cfr. L. DIEZ-PICAZO-A. GULLÓN, Siste1na de Derecho Civil, v. III, o. c., pp. 417-423; véa-
se también el estudio de Don JERÓNIMO GONZÁLEZ, El Derecho real de superficie, Madrid 1922.
Sobre el sistema italiano, véase F. ÜALGANO, Diritto privato, o. c., pp. 156-157.
58. A. BuRDESE, Manuale .. ., o. c., p. 435 (la traducción del original italiano es nuestra).
El mismo autor trata del 1nutuo en las pp. 426 y ss. Cfr. también, J. ARIAS RAMOs-J.A. ARJAS
BONET, Derecho Rornano, /,o. c., pp. 630-632 y, para el mutuo, pp. 624-626. Véase también Ph.
MALAURIE-L. AYNES, Les contrats spéciaux, o. c., pp. 493-529.
59. Cfr. A. BURDESE, Manuale ... , o. c., p. 380; J. ARIAS RAMOS-J.A. ARIAS BONET, Derecho
Romano,/, o. c., pp. 632-633.
94
MODOS DE ADQUISICIÓN DE LOS BIENES TEMPORALES
puede disponer de él en la medida en que no sea deudor del titular del derecho
de prenda o de hipoteca 60 • ¿Cuál es la diferencia entre la prenda y la hipoteca?
Respecto al objeto, observamos que mientras la primera se constituye normal-
mente sobre bienes muebles, la segunda se da sobre bienes inmuebles". Ahora
bien, se trata de un criterio que hay que matizar, atendiendo a la ley civil vi-
gente. Un aspecto típico de la prenda es la transmisión material de la cosa al
acreedor, mientras que la hipoteca -contrato solemne- normalmente se consti-
tuye mediante inscripción en un registro público, lo cual permite al propietario
conservar el uso del bien hipotecado. De hecho, no es más que una prenda
convenida (pignus conventum).
7) El depósito
Del contrato de depósito, que solo afecta a las cosas muebles, surge la
obligación principal de custodiar para restituir. A diferencia de otros contratos,
como el comodato o el mandato, la custodia es el objeto primario y específico
de la obligación. Es un contrato real a título gratuito u oneroso, según la volun-
tad de las partes (con frecuencia será suficiente la condición del depositario, por
ejemplo, una empresa profesional de custodia, para manifestar esa voluntad).
El contrato real se perfecciona con la entrega de la cosa a título de mera deten-
tación (es decir, el depositante sigue siendo propietario y poseedor del bien). El
depositario debe restituir la cosa una vez cumplido el plazo fijado o a petición
del depositante y, en cuanto mero detentador del bien, debe también restituir
los frutos percibidos de la cosa en custodia 62 • Se habla de un depósito irregular
cuando el objeto del depósito es una cantidad de dinero o de otras cosas fungi-
bles, con la facultad de usarlas por parte del depositario. En este caso se aplican,
mutatis mutandis, las reglas del mutuo.
95
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
63. Sobre la prescripción adquisitiva en derecho francés, véase P. JOURDAIN, Les biens, en
Droit civil (dirs. G. MARTY et P. RAYNAUD), Paris 1995, pp. 244-260 (inmuebles); p. 491 (muebles).
96
MODOS DE ADQUISICIÓN DE LOS BIENES TEMPORALES
97
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
67. La canonística tradicional distinguía entre la buena fe que se apoya sobre argumentos
indirectos -en definitiva, sobre la conciencia o la íntima convicción- y aquella que se funda sobre
argunientos directos, como un título jurídico. La primera es denominada también buena fe «teo-
lógica», y la segunda, «jurídica». ¿Cuál es la que requiere de forma continuada el c. 198? Parece
que se trata de la buena/e teológica. La buena fe «jurídica» solo se necesita cuando lo requiera el
derecho estatal aplicable (cfr. G. VROMANT, De bonis . .. , o. c., n. 143; P. FEDELE, Lezioni di diritto
patrimoniale canonico, Roma 1977, pp. 37 y ss.). En otros términos, el título jurídico civil no es
necesario para fundamentar la buena fe, salvo cuando la ley estatal aplicable lo requiera. Además,
el mero título jurídico de por sí no es suficiente. El ordenamiento canónico, de hecho, aunque
exija nlenos en 1nateria de prueba, requiere 1nás cuando, superando los esquen1as del positivismo
jurídico, reclaina el respeto del derecho divino, así con10 de la propia conciencia: de esta fonna
queda más patente la buena fe canónica.
68. Por ej., en el derecho civil italiano, el papel que el legislador reserva a la buena fe -al
hecho de no ser consciente de dañar el derecho de propiedad de otnr es el de reducir en diez
años el tiempo necesario. Con un periodo de tiempo 1nás largo, incluso un posesor de mala fe
puede adquirir la propiedad (cfr. art. 1161 del Código civil italiano). Refiriéndose al Código civil
español escribe Castán: «Nuestro Código parece sancionar la doctrina canónica, a juzgar por el
artículo 435 que determina que la posesión adquirida de buena fe no pierde este carácter sino en
el caso y desde el mo1nento en que existan actos que acrediten que el poseedor no ignora que
posee la cosa indebidamente» (J. CASTÁN TüBENAS, Derecho Civil .. ., o. c., t. 2, v. 1, p. 387).
69. Encontramos aquí un interesante ejemplo de «canonización» parcial de una institución
civil, que está lin1itada por la peculiar finalidad del derecho de la Iglesia (cfr. J. M1NAMBRES, La
remisión de la ley canónica al derecho civil, Ro1na 1992, p. 104 ).
70. Por ej., el Código civil italiano distingue entre bienes muebles e in1nuebles, y toma en
consideración Ja posible universalidad de los bienes así co1no su eventual registro (cfr. arts. 1158~
1162). El Código civil español adopta una solución similar (cfr. arts. 1955-1960).
71. En los trabajos preparatorios, se discutió si reducir los plazos de 100 y 30 años y reen-
viar la cuestión a la legislación estatal. Pero esta propuesta fue rechazada para evitar grandes
disparidades de plazos de tie1npo. Algún consultor propuso, en cambio, no admitir plazos de
prescripción sobre los bienes de la Sede Apostólica (cfr. Com 12 [1980] p. 407). Además, según
la canonística tradicional, subsisten --en virtud del c. 4- los privilegios de los vencimientos de
98
MODOS DE ADQUISICIÓN DE LOS BIENES TEMPORALES
Quedan, por tanto, fuera de la normativa canónica los bienes muebles no pre-
ciosos que son propiedad de la Sede Apostólica o de otra persona jurídica públi-
ca de la Iglesia; estos bienes están sujetos a los plazos de la prescripción civil.
5. 0 ) Título.- Puede servir de título jurídico cualquier título idóneo para
transmitir la propiedad (acto de compraventa o donación). Además de los ver-
daderos títulos, valen también los llamados títulos colorados, esto es, idóneos
en sí mismos para transferir la propiedad pero inválidos a causa de un defecto
oculto, y los títulos putativos, es decir, los basados en una falsa opinión".
99
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
1) La unión
2) La división
100
MODOS DE ADQUISICIÓN DE LOS BIENES TEMPORALES
3) La extinción
101
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
Para las personas jurídicas privadas y, más ampliamente, para los entes
que no tienen personalidad jurídica, habrá que referirse a los propios estatutos,
como señala explícitamente el Código para la extinción de una persona jurídica
privada (cfr. c. 123) 79 •
78. Cfr. L. NAVARRO, Diritto e volontii di associazione dei fedeli, en JE 17 (2005) pp. 97-98.
79. Sobre las causas de extinción de la persona jurídica, véase c. 120. Cfr. S. BUENO SAU-
NAS, la noción de persona jurídica ... , o. c., pp. 243-246. Un ejemplo de trasformación de un ente
sin personalidad jurídica en persona jurídica pública canónica se nos ofrece en el caso de Caritas
lnternationalis (véase el análisis y el comentario de J. MINAMBRES, Status giuridico-canonico di
«Caritas internationalis», en /E 17 [2005} pp. 295-302).
102
CAPÍTULO V
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
103
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
Existen dos acepciones del concepto de pía voluntad: !.º)en cuanto acto
jurídico por el cual se dispone de un bien en favor de la Iglesia; 2.º) en cuanto
bien destinado a título gratuito a la Iglesia. En otras palabras, por pía voluntad
se entienden, por una parte, los negocios por los cuales personas que tienen
capacidad reconocida por el derecho disponen libremente de sus propios bienes
a favor de la Iglesia para que esta logre sus propios fines (cfr. c. 1254 § 2)3,
ya sea mediante actos entre vivos o con la eficacia condicionada a la muerte.
Además de esta dimensión -que se podría denominar in fieri- de las pías volun-
104
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
tades, existe también una dimensión in facto esse, constituida por los propios
bienes destinados a la Iglesia y por las mismas instituciones de las que han
pasado a formar parte. Ambas son consideradas causas pías 4 •
Por lo que respecta al calificativo de «pía», la doctrina canónica ha pre-
cisado su sentido respecto a la noción romanística originaria atribuida a las
fuentes justinianeas 5, señalando los elementos que diferencian las causas pías
de las liberalidades civiles o profanas 6 • Según la tradicional acepción canónica,
presente tanto en el ere de 1917 como en el vigente', una pía voluntad debe
reunir algunos requisitos específicos, que Vromant ha sintetizado de esta forma:
la piedad, una intención sobrenatural de la persona disponente y la objetiva
destinación a una causa pía".
No resulta problemático tener en cuenta este último criterio, ya que son
consideradas objetivamente pías tanto las celebraciones de la Santa Misa o de
otros actos de culto, como cualquier manifestación de caridad cristiana: desde
las variadas formas de apostolado y de ayuda espiritual hasta las diversas ini-
ciativas de colaboración material y asistencial. En cambio, estarían excluidas
las iniciativas caritativas exclusivamente profanas a favor de entes situados cla-
ramente fuera de la esfera eclesial".
Los otros dos elementos (la piedad y la intención sobrenatural) son de
aplicación menos pacífica: tanto por los riesgos que supone un intento de ob-
jetivación de aspectos tan personales como la piedad personal y la intención
sobrenatural, como también por su carácter obsoleto e inadecuado a la sociedad
secularizada de hoy, en la que hay no creyentes y ateos -cada vez más nume-
rosos- que quieren ayudar a la Iglesia con una finalidad o intención meramente
humana o filantrópica. Las liberalidades que no responden a estos dos requisi-
tos, ¿dejan por ello de ser causas pías? Según una interpretación rigorista -no
unánimemente compartida- de la canonística tradicional, parece tratarse de Ji-
105
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
Por ello, según nuestro parecer, nada impide la adopción de una solución
más flexible, englobando en la noción de pía voluntad toda disposición hecha
-lógicamente respetando la objetiva destinación a un fin eclesial- a favor de en-
tes o de fieles en la esfera eclesial sin posteriores requisitos, ya sean subjetivos
(piedad, caridad cristiana o intención sobrenatural), u objetivos (reconocimien-
to formal del ente). El c. 1299 parece sostener esta interpretación del concepto
de pía voluntad. De iure condendo, la ya mencionada propuesta de los trabajos
preparatorios -es decir, la sustitución del término «pío» por una determinación
objetiva: «in fines Ecclesiae»- parece seguir siendo oportuna.
10. En este sentido, ver G. VROMANT, De bonis ... , o. c., p. 137, nota 4.
11. Un interés por la ampliación del concepto de pía voluntad también se observa en J.-C.
PÉRISSET, Les biens temporels ... , o. c., p. 227-228.
12. Una primera solución para llegar a este objetivo, en el contexto normativo actual, con-
sistiría en admitir como «pía» una liberalidad meramente humana ---0 sea, privada de la piedad
o intención sobrenatural-, siempre que sea destinada a una institución fonnalmente <<erigida o
aprobada por la Iglesia» (cfr. V. DE PAOLIS, f beni ... , o. c., p. 226). Sin embargo, conviene pre-
guntarse: ¿es verdaderainente necesario el recurso al criterio fonnal de la erección o aprobación
eclesiástica respecto al ente beneficiario?
Otra posibilidad es reconocer la prevalencia del elemento externo afinnando que es sufi-
ciente la destinación de una liberalidad a un instituto o un acto objetivamente pío. La intención se
toma en consideración sola1nente como elemento subsidiario, en el caso en que el acto en sí sea
indiferente, es decir, que no permita encuadrar la liberalidad ni en la esfera eclesial ni en la civil
(cfr. I. VISSER, De so/en1nitatibus piaruni voluntatum, en Ap 20 [19471 p. 65). Este autor no con-
sideraba necesario que la entidad a la que se hacía la liberalidad estuviese dotada de personalidad
jurídica o de algún reconocimiento formal.
106
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
Además, desde otro punto de vista, una concepción moderna de las pías
voluntades debería consentir la integración en esta categoría no solo de los
negocios inter vivos o mortis causa, sino también de las ofrendas con ocasión
de servicios pastorales. La consideración de dichas oblaciones entre las causas
pías estaría de acuerdo con las aportaciones conciliares que, como veremos,
impiden el uso, en esta materia, del término «tasas» y, por lo tanto, de entradas
«de derecho público»". Sobre esta cuestión volveremos más adelante"; ahora
veremos la primera fuente de las contribuciones voluntarias (aquellas que, en la
mente conciliar y codicia!, constituyen las fuentes prioritarias de medios para
la Iglesia): las donaciones.
2) Donaciones
13. Esta calificación era pacífica en la doctrina precedente al CIC 83 (ver, por ej., A. Mos-
TAZA RooRfGUEZ, Derecho patrimonial canónico, en CATEDRÁTICOS DE DERECHO CANÓNICO DE
UNIVERSIDADES ESPAÑOLAS, Derecho Canónico, Pamplona 1977~. p. '336). Obse1vamos que, in-
cluso después de la pro1nulgación del nuevo Código, el 1nismo autor continúa considerando estas
ofrendas co1no tasas, en el ámbito de los «tributos». Para él, por lo tanto, la n1odificación habría
sido sobre todo nominal: con el objetivo de no herir la sensibilidad de los fieles no se utiliza ya el
ténnino tasa, pero la naturaleza de esta institución no habría sido cambiada radicalmente (cfr. A.
MOSTAZA RODRIGUEZ, Derecho patrimonial, en AA. VV., Nuevo Derecho Canónico, o. c., p. 436).
Sin embargo, nos parece que el cambio no ha sido solo terminológico, de modo que la noción de
ofrenda con ocasión del servicio pastoral se acercaría ahora más a la pía voluntad que a la tasa.
Entre los autores que han rechazado la consideración de esras oblaciones como tasas, véase M.
LóPEZ ALARCÓN, Comentario al c. 1264, en Código ... , o. c.
14. Véase infra, cap. V, 2.
15. Véase infra, cap. V, 1, a), 5). Además, es necesario tener en cuenta los posibles concor-
datos o acuerdos entre la Santa Sede y el Estado, que permiten el establecimiento de condiciones
especiales (exenciones, reducciones ... ) para los donativos destinados a fines y entidades religio-
sas. Véase, entre otros, el Acuerdo sobre Asuntos Económicos (3.1.1979, arts. IV, le y IV, 2) entre
la Santa Sede y España.
16. Para evitar inútiles repeticiones y favorecer el tratamiento unitario de la cuestión,
afrontaremos la donación siguiendo el mismo 1nétodo del cap. IV.
17. Existe también la categoría de las donaciones rnortis causa, intermedia entre las do-
naciones entre vivos y el testamento. Este contrato es revocable hasta la muerte del donante y
transfiere la propiedad solo después de ese momento. La aceptación por parte del donatario debe
107
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
preceder a la 1nuerte del donante (cfr. F. ÜALGANO, Diritto privato, o. c., p. 850 y 828). Por lo que
respecta al derecho civil español, veáse J. CASTÁN TüBEÑAS, Derecho Civil. .. , o. c., t. 4, pp. 226-
230. Respecto al derecho civil belga y francés, véase L. RAUCENT, les lihéralités, éd. refondue,
Louvain-la Neuve 1991, pp. 132-137.
18. Cfr. B. BIOND!, lnstituzioni di diritto ro1nano, Milano 19654, pp. 752-767; A. o'ORs,
Derecho Privado Ron1ano, o. c., pp. 413-414, § 332.
19. Se entiende la donación directa. Es de resaltar el concepto de donación indirecta, que se
obtiene solo por exclusión. Se trata, en efecto, de todos los actos de liberalidad entre vivos que no
puedan calificarse como donación directa: la liberalidad es el resultado del acto, pero el objeto de
aquel acto no es el cumplimiento de una liberalidad. Ejemplos típicos de donaciones indirectas -a
menudo 1notivadas por consideraciones de naturaleza fiscal- son: la aseguración a favor de un terce-
ro, la remisión de una deuda, el pago de una deuda ajena, la constitución de una renta vitalicia, etc.
20. Cfr. A. ThABUCCHI, lnstituzioni ... , o. c., pp. 915-927.
21. Determinadas legislaciones civiles han previsto excepciones a esta regla (por ej., tanto
el Código civil español como el italiano prevén el caso de la ingratitud del donatario por hechos
establecidos en la ley y la superveniencia o supervivencia imprevista de hijos del donante).
108
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
22. Cfr. F. ÜALGANO, Diritto privato, o. c., p. 849; G. MARTY~P. RAYNAUD, Droit civil. Les
successions et les libéralités, Paris 1983, pp. 386~391; J. CASTÁN TOBEÑAS, Derecho Civil. .. ,
º· c .. t. 4, pp. 240.
23. Cfr. D. TtRAPU, Co1nentario al c. 1267, en Con1entario exegético ... , o. c.
24. La doctrina considera generalmente aplicables los adagios «infans conceptus pro nato
habetur quoties de commodis eius agitur» y «nasciturus pro iam nato habetur», siempre que se
cumpla la condición de que el que va a nacer nazca vivo.
109
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
110
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
28. La legislación civil establece algunos requisitos de capacidad, por ejemplo que el lla-
n1ado a la sucesión sobreviva y no esté desaparecido. Además, la ley prevé casos de indignidad
para suceder (cfr. J.L. LACRUZ BERDEJO, Elen1entos de Derecho Civil, V, Sucesiones, Madrid
2004, pp. 51-62, para el derecho español; para el derecho italiano, A. TRABUCCHI, Instituzioni. ..,
o. c., pp. 835-836, n. 368; para el derecho francés. G. MARTY-P. RAYNAUD, Les successions et les
lihéralités, o. c., pp. 23-24).
111
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
29. A. BURDESE, Manuale .. ., o. c., p. 645. La traducción del original italiano es nuestra. El
Código Civil español define, en su art. 667, el testamento co1no el «acto por el cual una persona
dispone para después de su muerte de todos sus bienes o de parte de ellos». Sin embargo, la
doctrina ha criticado esta definición porque no contiene todos los ele1nentos que identifican al
testainento. Bastaría con añadir que es revocable, pero también podrían incluirse todos los demás
caracteres. Señalamos, a continuación. estos elementos tal como son co1núnmente recogidos por
la doctrina: es un acto unilateral, la declaración testamentaria no es recepticia, es un acto uni-
personal, formal o solemne y esencialn1ente revocable. Cfr. J.L. LACRUZ BERDEJO, Ele1nentos de
Derecho Civil, V, Sucesiones, o. c., pp. 167-170.
30. Sin embargo, la ley civil puede tainbién estin1ar como incapaces una serie de personas
(por ej. el notario, Jos testigos y el intérprete que han intervenido en la formación del testamento
público, el tutor, etc.).
31. Las tres modalidades tradicionales en los derechos civiles europeos son:
1") El testamento ológrafo, que es el escrito, fechado y firmado enteramente a mano por el
testador;
112
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
Siguiendo el criterio del grado de iniciativa de los fieles, las ofrendas con
ocasión de servicios pastorales se sitúan entre las ofrendas espontáneas y las
2º) El testamento público: es el escrito por el notario después de que el testador le haya
1nanifestado sus últiTnas voluntades delante de dos testigos. Después de la lectura del testamento
por parte del notario, han de firmar el que hace el testamento, los testigos y el 1nis1no notario, que
añade el lugar, la fecha y la hora de la firma;
3º) El testamento secreto puede redactarse en un pliego de papel cualquiera (cédula testamen-
taria), incluso por persona diferente del testador, o puede estar impreso en dicho pliego. El testador.
delante de dos testigos, entrega el pliego, cerrado y sellado, a un notario. Este anota en el exterior
del pliego o del sobre todas las formalidades cumplidas delante de él, pone la fecha y firn1a junto
con el testador y los testigos. El Código Civil español recoge en su artículo 680 la definición de
testamento cerrado: «Cuando el testador, sin revelar su última voluntad, declara que esta se halla
contenida en el pliego que presenta a las personas que han de autorizar el acto» (Cfr. J.L. LACRUZ
BERDEJO, Eiemento.1· de Derecho Civil, V, Sucesiones, o. c., pp. 171-172; F. GALGANO, Diritto priva-
to, o. c., p. 831; A. SÉRIAUX, Les successions. Les /ibéraiités, París 1993 2 , pp. 162-166).
32. Cfr. A. Tu.ABUCCHI, lnstitu::,ioni ... ,o. c., pp. 860-863, n. 383. Sobre la condición y el
término en las disposiciones mortis causa en derecho español, véase J.L. LACRUZ BERDEJO, Eic-
1nentos de Derecho Civil, V, Sucesiones, o. c., pp. 222-229.
33. Para completar este breve apunte sobre las liberalidades, convendría hablar tainbién de
las disposiciones fiduciarias. Véase infra [5.f'] la disciplina canónica sobre las pías voluntades.
113
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
114
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
37. Cfr. c. 1264, 2º. El sistema del Código oriental no es muy diferente (cfr. ce. 291y715-
717 del CCEO).
38. En el caso de las llamadas funciones parroquiales del c. 531, salvo que conste una
voluntad contraria, las oblaciones se entienden hechas a la parroquia y no al párroco, como esta-
blecía el c. 463 § 3*. Esta regla vale también cuando la función es llevada a cabo por un clérigo
que no está al servicio de la parroquia. Según los ce. 531 y 551, corresponde al Obispo detenninar
el destino de estas ofrendas y proveer a la retribución de los clérigos que desarrollan funciones
parroquiales. Cuando estas funciones son legítimamente realizadas en una iglesia que no es pa-
rroquial, las oblaciones se deben destinar, por lo menos parcialmente, a esa 1nisma iglesia, al
menos, cuando tales funciones son un encargo del Ordinario del lugar (cfr. c. 560) o una voluntad
de los fieles (por ej. con ocasión de la celebración de un matrimonio).
39. Cfr. A. DE FUENMAYOR, Sobre el destino de los estipendios de 1nisas binadas y trinadas,
en/C28 (1988)pp. 201-211.
40. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Decreto de 22 de febrero de 1991, «Mos !ugiter»,
sobre los estipendios en la Misa, en AAS 83 (1991) pp. 443-446, con el artículo explicativo de
Mons. Agustoni, secretario de dicha Congregación, en L'Osservatore Ro111ano, 23 de 1narzo de
1991, pp. 1y5. Se pueden también ver algunos comentarios doctrinales, entre otros, P. GEFAELL,
A proposito del decreto sulle 111esse plurinten:ionali, en !E 3 ( 1991) pp. 760-765.
115
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
41. Obviamente, si un párroco, después de haber celebrado la misa pro populo (sin esti-
pendio), celebra en el mismo día una segunda misa y la aplica por un fiel, puede retener para sí
la ofrenda correspondiente (cfr. Com 15 [1983] pp. 200-201).
42. Si el Ordinario propio no coincide con el Ordinario del Jugar, se sigue lo dispuesto por
el Ordinario propio. Véase respuesta de la Pontificia Comisión para la Interpretación, del 23 de
abril de 1987, en AAS 79 (1987) p. 1132.
43. La hipótesis de las misas «plurintencionales» no debe confundirse con otros supuestos
diversos. Por una parte, los fieles pueden hacer ofrendas con ocasión de una 1nisa precisamente
para ayudar económicamente a los sacerdotes pobres, sin pedir intenciones particulares de misa.
Por otra, varios fieles pueden acordar espontáneamente entre ellos la unión de intenciones particu-
lares en una sola intención de misa; se da entonces un solo estipendio para la intención común
de estos fieles.
44. Debe señalarse que el lucro ilegítimo sobre los estipendios de misa es castigado con
una censura u otra pena justa (cfr. c. 1385).
116
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
45. «Se ha de aplicar una misa distinta por cada intención para la que ha sido ofrecido
y se ha aceptado un estipendio, aunque sea pequeño» (c. 948). Esta modificación del derecho
universal vigente en lo referente al c. 948 requería (en virtud del art. 18 de la PB) una aprobación
específica del Ro1nano Pontífice, que se dio el 22 de enero de 1991.
46. Cfr. art. 2 §§ 1 y 2.
47. Cfr. Com 13 (1981) p. 436. Sobre la obligación de anotar tanto las 1nisas recibidas
como las encargadas a otros, véase el c. 955 §§ 3 y 4.
48. Cfr. ce. 1234-1237*. Véase G. VROMANT, De bonis ... , o. c., pp. 106-110, nn. 104-109.
117
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
49. Cfr. J.-P. ScHOUPPE, le droit-devoir des fidC!es de subvenir aux besoins de !'Église,
o. c., pp. 203-253.
50. Cfr. la norma similar del CCEO, c. 1043 § l. Se debe considerar como una exigencia
del derecho el respeto de la cuota que corresponde a los herederos legítimos según la ley civil.
Sobre las limitaciones propias de los religiosos, véase c. 668 e infra. cap. VIII, 3.
51. El ya mencionado c. 1267 § 2 no hace una referencia a las personas jurídicas privadas,
que se rigen por sus propios estatutos.
52. Cfr. J.-C. PÉR!SSET, Co1nentario al c. 1267, en Les biens temporels .. ., o. c., p. 111.
118
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
todas las pías voluntades, ya sean entre vivos o mortis causa; debe, por lo tanto,
evitar cualquier rechazo inmotivado de una pía voluntad". Según el c. 1267 §
2, se requiere la licencia del Ordinario para aceptar las oblaciones gravadas por
modalidades de cumplimiento o por condiciones, permaneciendo firme lo esta-
blecido por el c. 1295. La referencia a este canon implica que la observancia de
los requisitos de los ce. 1291-1294 se refiere no solo a los actos de enajenación,
sino también a cualquier otro negocio que disminuya el patrimonio de la per-
sona jurídica empeorando su condición". Obviamente, es necesario tener en
cuenta las normas de derecho estatal.
119
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
ser una causa de reducción de la causa pía, para tutelar un derecho natural"·
En el mismo sentido, el c. 1300 señala que, una vez legítimamente aceptadas,
las liberalidades deben cumplirse diligentemente, lo cual se podrá llevar a cabo,
según la naturaleza de las cosas y la voluntad del disponente, de una sola vez
o de modo prolongado en el tiempo (por ej. mediante la creación de una pía
fundación).
La responsabilidad de la ejecución de las liberalidades corresponde ex offi-
cio al Ordinario, en cuanto «ejecutor de todas las pías voluntades» (c. 1301 §
1)'".Sin embargo, nada impide que el disponente designe otros ejecutores, que
pueden ser los mismos herederos o legatarios. Estos pueden, por una causa ra-
zonable, rechazar el encargo. Cuando hay otros ejecutores designados, el Ordi-
nario goza de un derecho-deber de vigilancia respecto al modo en que cumplen
sus funciones. En virtud del mismo, el Ordinario tiene el derecho de visita y los
otros ejecutores, una vez terminado su trabajo, deben rendirle cuentas (cfr. c.
1301 § 2). En caso de negligencia por parte de un ejecutor, el Ordinario debe
urgir la ejecución. Al contrario de lo señalado por el c. 2348*, no se prevé ya la
posibilidad de sancionar al ejecutor por medio de censuras"· Parece, en cam-
bio, que el Ordinario podría interponer una acción judicial ante los tribunales
civiles para obtener el cumplimiento de la liberalidad. Como consecuencia de
su función de ejecutor «nato» de todas las pías voluntades, el Ordinario deberá
ser informado también de todos los supuestos de sustitución fiduciaria, que
estudiaremos a continuación, y vigilar la ejecución de estos casos. Si en las
últimas voluntades existiesen cláusulas contrarias al derecho-deber del Ordi-
nario se tendrán por no puestas (cfr. c. 1301 § 3). La concreta interpretación de
la voluntad del disponente no es siempre fácil y debe tener en cuenta el prin-
cipio rebus sic stantibus: la fidelidad observada en la ejecución de las últimas
voluntades debe ser adecuada a los profundos cambios -entre otros, sociales y
económicos- que se pueden verificar en el tiempo.
57. Cfr. J.J. RUBIO RODRÍGUEZ, El <ifavor iuris» de las causas pías ante la intangibilidad de
la legítima en el Derecho con1ún e hispano, en Ap 62 ( 1989) pp. 81-84.
58. Cfr. Com 12 (1980) p. 429.
59. Para una visión de conjunto del cuadro de los delitos actualmente establecidos en el
ordenamiento canónico, en comparación con los que existían en el CJC 17, véase J. MIÑAM-
BRES, La tutela penale dei beni temporali della Chiesa, en Processo penale e tutela dei diritti
ne/l'ordina1nento canonico, Milano 2005, pp. 591-605.
120
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
de modo que este sea el verdadero heredero, legatario o donatario, mientras que
la primera es un simple órgano o ministro de transmisión y no un verdadero
heredero o legatario» 60 • La fiducia, en el sentido usado por el legislador en el
c. 1302, tiene un significado genérico que comprende el conjunto de las susti-
tuciones de carácter fiduciario'" ya sea entre vivos o mortis causa". Por ello,
no consideramos necesario señalar las leves diferencias conceptuales entre las
fiducias propiamente dichas, las sustituciones fideicomisarias, el trust inglés,
etc.; conceptos que, por otro lado, varían en gran medida según las diferentes
legislaciones civiles.
Estas modalidades de liberalidades indirectas se realizan, bien para eludir
una excesiva imposición fiscal (por ej. sobre las donaciones), o bien para evitar,
en tiempos de persecución, la confiscación de bienes eclesiásticos: la obliga-
ción que corresponde al fiduciario o al fideicomisario consiste, en este segundo
caso, en devolver los mismos bienes al fiduciante una vez pasado el peligro.
Tal sustitución supone que el fiduciario sea efectivamente una persona «de
confianza», ya que, una vez que este último se convierte en titular de los bienes,
el fiduciante se encuentra en una situación precaria: el fiduciario podría fallecer
antes de ejecutar la fiducia o también podría abusar del fiduciante conservando
la titularidad de los bienes o incluso disponiendo de otra forma; en ese caso, la
fiducia no sería oponible a los terceros adquirentes. Por otra parte, determina-
das legislaciones estatales prohíben los sistemas de sustitución, incluso cuando
son a favor de la Iglesia 63 • A los riesgos inherentes a la fiducia hay, pues, que
añadir la problemática cuestión de la validez de estas liberalidades ante el dere-
cho civil vigente. Por estos motivos, la sustitución no es una forma aconsejable,
afortiori cuando existe la libertad religiosa suficiente para poder constituir los
entes necesarios para este objetivo.
60. Cfr. G. V!OLARDO, Fiducia, en F. RüBERTJ (dir.), Dizionario di teologia 111ora/e, Roma
1954, p. 529. (Traducción del original italiano: la cursiva aparece en el texto original).
61. Cfr. M. LóPEZ ALARCÓN, Legados píos, en Nueva Enciclopedia Jurídica, XIV, Barce-
lona 1986. p. 868.
62. La sucesión hereditaria, aunque no ha sido recogida expresainente en el c. 1302§1, no
ha sido excluida del concepto de fiducia. Los supuestos de fiducia abintestato son posibles (cfr.
J.M. VÁZQUEZ GARCÍA-PEÑUELA, Comentario al c. 1302, en Con1entario exegético ... , o. c.).
63. Es el caso, entre otros, de Jos códigos civiles francés y belga (cfr. art. 896), que, sin
embargo, admiten la sustitución entre cónyuges y aquellas que son a favor de descendientes de
los hijos. En el supuesto de constitución a favor de la Iglesia, el notario podrá invocar el c. 1290
§ 1, que exige el respeto de Ja voluntad del donante (cfr. ce. 1299 y 1300), y buscar cómo llegar
a un acuerdo entre las personas que tienen interés jurídico en el testamento. En cambio, parece
arriesgado intentar iinponer la observancia de la norma canónica -aunque sea expresión de la
solución más equitativa- cuando alguno que tiene derecho según la ley civil se opone a la solu-
ción del derecho canónico (cfr. O. ÉcHAPPE, Les biens temporels dans l'Église, en P. VALDR!Nl
[ed.] Droit canonique, Paris 19992, pp. 367-368; P. D'HooRE, T(idelijke goederen van de Kerk,
Leuven 1994. p. 64).
121
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
64. Cfr. ce. 1 y 11 del CIC y c. 1046 § 1 del CCEO. El CIC 17, en cambio, reservaba este
deber únicamente a los clérigos y religiosos (cfr. c. 1516*).
65. Cfr. M. LóPEZ ALARCÓN, Co1nentario al c. 1302, en Código ... , o. c. Para una presenta-
ción de las pías fundaciones, véase injra, l.a) 6).
66. Cfr. Com 12 (1980) p. 430. Sobre la administración de los bienes en los Institutos de
vida consagrada y en las Sociedades de vida apostólica, véase infra, cap. VIII.
67. Sobre estas cuestiones, véase la síntesis de I. VISSER, De solemnitatibus piarum volun-
tatun1, o. c., pp. 70 y ss.
122
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
123
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
Una causa pía puede limitarse a Ja inmediata utilización de los bienes para
Ja finalidad establecida por el donante. En muchos casos, en cambio, el cumpli-
miento de Ja pía voluntad se puede prolongar en el tiempo y requerir una con-
figuración jurídica estable. Se trata de causas pías formadas por bienes con un
valor económico, muebles o inmuebles, que componen una dotación con una
determinada rentabilidad dirigida a un fin eclesial, esto es, a «obras de piedad,
apostolado o caridad, tanto espiritual como temporal» (c. 114 § 2). Dentro de
las fundaciones pías se distinguen las fundaciones autónomas y las no autóno-
mas 74 •
74. Cfr. F. FALCHI, Pie volontO e piefundazioni, en Digesto, vol. XI Pubblicistico, Torino
1996\ pp. 254-263; L. DE ECHEVERRÍA, Fundaciones piadosas, en AA.VV., El derecho patrimo-
nial canónico en EspaPia, Salamanca 1985, pp. 99-126. Para una presentación de las fundaciones
pías, tanto a nivel conceptual como particular del derecho en Alemania y Austria, véase H. HE1-
MERL-H. PREE, Handbuch des Vermügensrechts der katholischen Kirche, Regensburg 1993, pp.
569-593; E.D. MENGES, Die kirchliche Stiftung in der Bundesrepublik Deutschland, St. Otilien
1995.
75. En el CIC 17, el equivalente a las fundaciones autónomas eran los institutos eclesiásti-
cos no colegiales (cfr. ce. 1489-1494*).
76. Cfr. F.R. AZNAR GIL, La administración ... , o. c., p. 229; V. DE PAOLIS, I beni ... , o. c., p.
232; J.-C. PÉRISSET, Comentario al c. 1303, en les biens temporels ... , o. c., p. 243.
77. Cfr. Com 12 (1980) p. 431.
78. La doctrina suele reservar el término «erigir», en su acepción técnica, para la cons-
titución de personas jurídicas públicas (cfr. E. MOLANO, Co1nentario al c. 114, en Código .. .,
o. c.). Véase J.M. VÁZQUEZ ÜARCfA-PEÑUELA, Cornentario al c. 1303, en Comentario exegéti-
co .. ., o. c.
124
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
79. Mientras sea posible, se debe tener en cuenta la voluntad del fundador, que puede
preferir una fundación autónoma privada (o incluso una fundación meramente civil). Una de la<;
características del CIC 83 es precisamente ser todavía más respetuoso con la voluntad del fun-
dador. Co1no ha señalado López Alarcón, «resultaba anómalo que al acto fundacional privado se
le superpusieran ele1nentos institucionales que predominaban sobre la voluntad del disponente
en la configuración de la obra fundacional» (M. LóPEZ ALARCÓN, Comentario al c. 1303, en
Código ... , o. c.).
Por eso, es sorprendente -y quizá problemática- la interpretación restrictiva de la CEI:
«las fundaciones pías autónomas son personas jurídicas públicas en el ordenamiento canónico»
(lstruzione ... , o. c., n. 152; la traducción del original italiano es nuestra).
80. Cfr. J. TRASERRA CUNILLERA, Las fundaciones pías autónomas, Barcelona 1985.
81. Se trata de la Fundación «Giovanni XXIII» erigida por Juan Pablo II y que goza de
personalidad jurídica pública según el derecho canónico. Su finalidad es proporcionar asistencia
religiosa, moral y material a los sacerdotes ancianos, especiahnente a los jubilados de la Curia
romana (cfr. AAS 80 [1988] p. 1619).
82. En el ordenamiento civil italiano, por ej., las fundaciones autónomas erigidas por Ja
autoridad eclesiástica competente pueden ser reconocidas como entes eclesiásticos con la deno-
minación de «fundaciones de culto» (Cfr. CEI, IstruzJone ... , o. c., n. 153).
83. Cfr. A. SOLS LUCÍA, La fundación pía no autónoma en el actual CJC, en REDC 50
(1993) pp. 519-552.
125
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
84. En sentido contrario, L. Chiappetta opina que dicha disposición no tiene valor absoluto
y que el Obispo diocesano, en casos particulares, puede autorizar la constitución de fundaciones
no autónomas in perpetuum, con la expresa cláusula de que «en caso de devaluación (viliscentia)
de los bienes que constituyen la pía fundación, las cargas relativas se reducen "eo ipso" propor-
cionalmente» (L. CHtAPPETIA, Co1nentario al c. 1303, n. 4248, en Il Codice ... , o. c.). La traduc-
ción del original italiano es nuestra.
85. Cfr. Com. ibid. R. Naz preveía una duración de 10 a 40 años (cfr. R. NAZ, Fondations
pieuses, en DDC, V, col. 861 ).
86. El decreto general de la CEE Algunas cuestiones especiales en materia econó1nica
(BOCEE 6 [1985] pp. 66-69) prevé la aplicación del c. 1303 § 2 a las fundaciones no autóno-
1nas que tienen más de 50 años de existencia, constituidas bajo el CIC 17. Algunos autores han
deducido que 50 años serían para la CEE un lí1nite máximo de duración. Se ha puesto en duda
también, respecto a estas fundaciones constituidas bajo el precedente Código, Ja compatibilidad
de esta decisión con la voluntad fundacional y los derechos adquiridos a perpetuidad (cfr. J.M.
VÁZQUEZ GARCfA-PEÑUELA, Co111entario al c. 1303, en Comentario exegético .. ., o. c.).
126
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
127
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
cosas, la implícita condición rebus sic stantibus. A la luz de estos dos criterios
-sin olvidar ninguno de ellos- el canonista podrá encontrar la solución ade-
cuada a los delicados problemas que, con el transcurso del tiempo, se derivan
inevitablemente de las pías voluntades: la extinción, reducción, moderación y
conmutación de las obligaciones. La reducción supone una disminución del nú-
mero de actos o de prestaciones; la moderación consiste en una disminución del
coste, optando por una forma más económica de cumplimiento de las cargas; la
conmutación es la sustitución de determinadas prestaciones por otras 90 •
De todas estas cuestiones relativas a las causas pías, diferentes de las car-
gas de misas, trata el c. 1310, el último del libro V. La competencia para au-
torizar modificaciones de causas pías, como requisito para la validez del acto,
corresponde, en principio, al Ordinario (cfr. c. 134 § 1). Deben hacerse siempre
por causa justa y necesaria. Se aplica, por lo tanto, el principio de subsidia-
riedad, ya que la Sede Apostólica conserva en estas materias solamente una
competencia residual («in ceteris casibus»: c. 1310 § 3). Concretamente, el
Ordinario es competente para disminuir las cargas" cuando el fundador le haya
concedido expresamente esa facultad (cfr. c. 1310 § 1) y también, aunque no
se la haya concedido, siempre que resulte imposible cumplir dichas cargas, sin
culpa imputable a los administradores. En este último caso, el Ordinario podrá
disminuirlas «equitativamente», pero habiendo escuchado previamente el pare-
cer de los interesados y de su propio Consejo de asuntos económicos, buscando
respetar lo mejor posible la voluntad del fundador (cfr. § 2). En la hipótesis de
supresión de cargas de una fundación (por ej. por desaparición de los bienes
de la fundación o del beneficiario de las cargas), se deberá recurrir a la Sede
Apostólica (cfr. § 3).
90. Cfr. R. NAZ, Commutation des legs pieux, en DDC, III, col. 1182.
91. Las n1odificaciones requieren, formalmente, un decreto del Ordinario, contra el que se
puede recurrir mediante un recurso jerárquico ad1ninistrativo ante la Congregación para el Clero
y, en su caso, en vía contencioso-ad1ninistrativa. Sobre estos recursos, véase entre otros, E. LA-
BANDEIRA, Tratado de derecho administrativo canónico, Pamplona 1993, pp. 413-530.
92. Nos hemos referido a las misas a propósito de las ofrendas con ocasión de servicios
pastorales. Véase supra, J, a) 4) b').
128
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
93. Existe tan1bién Ja figura mixta -fictio jurídica- de las 1nisas «ad instar manualium»,
que son celebradas como si fueran 1nanuales, aunque se haya constituido un fondo para tal fin
(por ej. después de transferirlas a otro sacerdote). Recordemos que, en 1nateria de ofrendas de
cargas de misas, no juega la prescripción extintiva (cfr. c. 199, 5°).
94. Sobre el argumento, ver también la síntesis de los docu1nentos de Pablo VI y de Ja
Congregación del Concilio en M. MoRGANTE, l'a1nministra:::.io11e ... , o. c., pp. 180-182.
95. Sobre esta cuestión, regulada por los ce. 120 y 123, véase J.M. VÁZQUEZ ÜARCÍA-PE-
J\'UELA,Co1nentario al c. 1303, en Comentario exegético ... , o. c.
129
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
2.º) Si la persona jurídica que recibió los bienes no está sujeta al Obispo
diocesano, entonces pasan a esa misma persona jurídica (cfr. c. 1303 § 2).
1) Las colectas
96. La génesis de esta controversia viene del Schema de 1977: ¿es competente el Obispo
diocesano, la Conferencia episcopal o los dos? La controversia oponía dos tesis. Para algunos, la
Conferencia episcopal debía cun1plir un papel i1nportante en la organización de la contribución
económica de los fieles, mientras que para otros, era necesario tutelar la autonomía de los obispos
diocesanos frente a las Conferencias episcopales. Además, se recordaba la necesidad de proveer a
las necesidades económicas de nu1nerosos entes locales (sobre todo las parroquias), organizando
habitualmente las colectas para las necesidades propias. Los ce. 1261 § 2 y 1262 parecen ser el
130
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
resultado de un compromiso entre dos extremos a evitar: por una parte, el peligro de que cada
Obispo diocesano buscase exclusivainente solucionar los problemas económicos de su propia
diócesis; por otra parte, el peligro de atribuir un excesivo poder de vigilancia a la Conferencia
episcopal sobre los Obispos diocesanos.
97. Véase la respuesta negativa a la propuesta de dar más poder a las Conferencias episco-
pales en la Relatio, p. 283 y en Com 12 (1980) p. 402.
98. Cfr. J.T. MARTÍN DE AGAR, Estudio co1nparado de los decretos generales de las confe-
rencias episcopales, en /C 32 (1992) pp. 173-229; ÍDEM, Note sul diritto particolare delle confe-
renze episcopali, en /E 2 (1990) pp. 593-632.
131
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
132
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
2) La petición de limosnas
133
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
ese mismo canon para el caso de las cuestaciones realizadas por una perso-
na privada (física o jurídica): la licencia escrita del Ordinario del lugar. Con
esta norma, se pretende evitar cuestaciones poco discretas o inoportunas (cfr. c.
562), y al mismo tiempo, el riesgo de abusos o de escándalos. Se busca también
preservar el equilibrio existente dentro de un territorio. La exigencia de buscar
financiación para atender las necesidades de los diversos entes religiosos pre-
sentes en el territorio de una diócesis podría perjudicar a otras obras pías de la
misma circunscripción territorial. Al requisito de la licencia del Ordinario del
lugar, se une la licencia del Ordinario (si existe) del ente que hace la petición o
a favor del cual se pide el dinero.
Es preciso subrayar que los requisitos mencionados no afectan a las per-
sonas jurídicas públicas, que pueden, por tanto, pedir limosnas en su ámbito de
competencia sin previa licencia. Una parroquia, por ejemplo -o el párroco, en
cuanto órgano de la persona pública-, que solicita limosnas en su territorio, no
tiene necesidad de licencia del Obispo''°. El c. 1265 tutela, de modo expreso,
el derecho propio de los religiosos mendicantes en materia de cuestaciones:
tampoco ellos tienen necesidad de obtener licencia alguna.
La expresión «religiosos mendicantes» designa los mendicantes en sentido
estricto, es decir, aquellos que no pueden poseer bienes ni siquiera colectiva-
mente (por ej. los Menores y los Capuchinos)'". Esta regla se justifica por el
hecho de que, para ellos, las limosnas forman parte de su propia disciplina y,
por lo tanto, la aprobación para pedir limosnas les ha sido concedida ya de una
vez para siempre. La propuesta de ampliar la noción de mendicantes para in-
cluir en ella a los Institutos de vida consagrada en su conjunto no fue aceptada,
para evitar posibles abusos"'. Como consecuencia, los miembros de los insti-
tutos que no son stricto sensu mendicantes, en la medida en que actúan a título
personal -son personas privadas-, están sometidos a la norma de la licencia"'·
Los mismos institutos, en cambio, cuando actúan a través de sus representantes,
dada su naturaleza de personas jurídicas públicas, no están sujetos al requisito
de la licencia previa del Ordinario"'.
Además, según la norma del c. 1265 § 2, la Conferencia episcopal compe-
tente puede establecer normas sobre las cuestaciones que deben ser por todos
110. Cfr. Com 12 (1980) p. 404. Véase también F.R. AZNAR ÜIL, La administración ... ,
o. c., pp. 146-148; A. MAURO, De Ecclesiae tributorum iure in vigenti disciplina. ed. altera,
Roma 1966. p. 73, n. 45.
111. Cfr. o'ALGER, Ordres mendiants, en DDC, VI, col. 1160-1161. Un elenco de los ins-
titutos denominados «mendicantes» puede encontrarse en el Annuario Pontificio, CittB. del Vati-
cano 2007, pp. 1465-1469.
112. Cfr. Com, ibid.; Schema de 1977, c. 7, 1. Esta regla se encuentra también en ES, I, n.
27 § 2.
113. Cfr. V. DE PAOUS, l beni .. ., o. c., p. 116.
114. Cfr. J.-C. PERISSET, Conientario al c. 1265, en Les biens temporels ... , o. c., pp. 102-103.
134
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
observadas, sin excluir a aquellos que por institución «son llamados» y «son»
mendicantes. Esta materia, que era objeto de una detallada normativa en el
Código de 1917 (ce. 621-624*), se confía ahora a las Conferencias episcopa-
les"'. Por lo tanto, si bien los mendicantes están sometidos a las reglas sobre
cuestaciones que puedan dar las Conferencias episcopales, permanece a salvo
su derecho de pedir limosnas sin previa autorización del Ordinario (del lugar).
2. LAS TASAS
Las tasas son prestaciones económicas que deben pagar quienes solicitan
un servicio de la autoridad administrativa o judicial, tanto en el ámbito dioce-
sano, provincial o regional, como en la Sede Apostólica: licencias, dispensas,
certificados, modificaciones, procesos, etc. Estas prestaciones, relacionadas
con la justicia conmutativa, tienen un carácter híbrido. De ahí que, algunos
las consideren como un tributo específico, en cuanto que requieren una con-
traprestación'", mientras que para otros son una categoría a se"'. La segunda
solución, más acertada a nuestro parecer, encuadra las tasas en una categoría
intermedia entre las ofrendas voluntarias y los tributos, en razón de su carácter
híbrido: tienen al mismo tiempo un aspecto impositivo y un aspecto relativa-
mente voluntario y flexible. El carácter obligatorio se relaciona con la contra-
prestación por el servicio público prestado, lo que, en realidad, es típico de esta
figura. La voluntariedad de las tasas se refiere sobre todo a la libre petición de
una prestación a la administración eclesiástica. Además, hay que tener presente,
115. Mientras ES, I, n. 27 § 2 preveía el consentimiento del Ordinario del lugar en caso de
pública suscripción por parte de los religiosos, alguna Conferencia episcopal, con apoyo en el c.
1265 § 2, ha extendido notablemente el alcance de esa norma. Por ej., en Italia, la CEI ha esta-
blecido que «todas las peticiones de dinero y las públicas suscripciones promovidas por personas
privadas, tanto físicas como jurídicas, clérigos, miembros de los Institutos de vida consagrada y
de las Sociedades de vida apostólica, asociaciones, grupos, movimientos, comités, para objetivos
píos o caritativos, requieren el permiso escrito del propio Ordinario y de aquel del lugar en el
cual se efectúa la recogida». Por lo que respecta a los religiosos mendicantes, «en el ejercicio del
derecho que solo para ellos es reconocido por el c. 1265 § 1, están obligados.fuera de la diócesis
del domicilio, a pedir licencia escrita al Ordinario del lugar en el cual efectúan la cuestación y
a observar sus disposiciones» (n. 5 de la Delibera n. 59 relativa a las Norme circa la raccolta
di offerte .. ., o. c., p. 266; la cursiva y la traducción son nuestras). Por lo que respecta a España,
cfr. la Instn1cción Pastoral La, ayuda econónlica a la iglesia citada en la nota 101 de este mismo
capítulo. Lógicamente, por su carácter pastoral, estos efectos jurídicos están menos presentes en
la instrucción de la Conferencia Episcopal Española.
116. Cfr. entre otros, F.R. AZNAR GIL, La administración ... , o. c., p. 167.
117. Cfr. R. NAZ, Taxe, en DDC, VII, col. 1167. El canonista francés considera la tasa
como una noción genérica contrapuesta a la «redevance en nature» o litnosna. La tasa -«rede-
vance en argent»- puede ser una contraprestación o un tributo. En el primer caso, se trata de la
tasa propiamente dicha. Utilizaremos el término tasa en este sentido propio. Véase también, A.
MAURO, De Ecclesiae tributorum ... , o. c., pp. 45 y 141-192.
135
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
como han recordado algunos autores, que la Iglesia no deja nunca de atender a
quien no puede pagar, total o parcialmente, una prestación"'. Esta flexibilidad
-típicamente eclesial y reflejo de la opción a favor de los pobres- se aplica no
solo respecto a las ofrendas con ocasión de servicios propiamente pastorales,
sino también en materia administrativa y judicial (que, en la Iglesia, tienen
siempre una dimensión pastoral). En este sentido, se puede reconocer una cierta
voluntariedad y flexibilidad de las tasas en derecho canónico, que las alejan de
los tributos.
El c. 1264 reproduce sustancialmente el c. 1507*. Manifiesta la voluntad
del legislador de fijar unos máximos para unificar las tarifas y evitar la arbitra-
riedad. Además, con ello se busca también que la Sede Apostólica pueda vigilar
sobre la imposición de las tasas, para evitar el peligro de simonía y de escánda-
lo"'· Exigir una tasa demasiado elevada constituiría un abuso de potestad, de-
lito sancionado por el c. 1389 § l. Entre las tasas, se distinguen dos categorías:
las tasas administrativas y las tasas judiciales.
118. Cfr. J.T. MARTÍN DE AGAR, Bienes temporales ... , o. c., p. 715.
119. Como hemos señalado a propósito de las ofrendas con ocasión de servicios pastorales,
con esta formulación del c. 1264 se lleva a la práctica la recomendación del Sínodo de los Obis-
pos del año 1977 de distinguir entre tasas y los actos ministeriales, especialmente aquellos de
naturaleza sacramental (Cfr. Com 12 [1980] p. 403). La recomendación era una reacción al texto
del Schema de 1977, que preveía todavía las tasas «occasione ministrationis sacramentorum et
sacra1nentalium» (c. 6). Sin embargo, siendo aún la celebración de actos ministeriales un medio
de sostenimiento para numerosos sacerdotes, se decidió conservar este medio de remuneración,
pero sin considerarlo como una tasa. Esto explica la estructura del canon analizado: el § 1 habla
de tasas, inientras el § 2 trata de las ofrendas con ocasión de actos ministeriales.
120. Cfr. Com, ibid., p. 404.
136
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
121. En el caso de rescriptos de la Santa Sede concedidos en forma co1nisoria, cuya ejecu-
ción es confiada a un órgano inferior, existe el derecho de pedir tasas a favor del ejecutor admi-
nistrativo que efectúa el acto de potestad requerido (cfr. ce. 37 y 69 y ss.).
122. Cfr. J.T. MARTÍN DEAGAR, Bienes temporales ... , o. c., p. 717.
123. Estas son las corrientes:
1º)Algunos sostenían la tesis favorable a la sustitución de la expresión «ius exigendi» con
la fórmula «Sibi providendi necessaria ad fines suos diversis modis».
2º) Otros proponían los términos «ius petendi», «ius colligendi» o también «ius exigendi»,
sobre la base de que, en el ordenamiento canónico, no existe una verdadera coerción fundada en
sanciones penales (esto no sería conciliable con la sensibilidad actual).
3°) Una tercera tendencia consistía en hablar, sobre todo, de la obligación de los fieles de
sufragar las necesidades de la Iglesia (cfr. Con1 12 [1980] p. 400).
124. Cfr. Com, ibíd., pp. 401-402.
137
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
138
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
129. Este tributo tiene como antecedente inmediato el «Catedrático>> establecido por el c.
1504*.
130. Una respuesta del Pontificio Consejo para la interpretación de los textos legislativos
concreta el alcance de este requisito. En ella, se establece que las escuelas externas de los Institu-
tos religiosos de derecho pontificio no están co1nprendidas en el concepto de personas jurídicas
públicas so1netidas a su jurisdicción (cfr. AAS 81 [ 1989] p. 991). Véase tan1bién, D.J. ANDRÉS, De
trihutis illegitime impositis ab Episcopo scholis religiosorum, en Co1n1nentarium pro Religiosis
69 ( 1988) pp. 209-210. Esta respuesta ad casu111 deja sin resolver la duda que podría surgir res-
pecto a otras personas jurídicas públicas que no se considerasen sometidas al Obispo (cfr. V. DE
PAOUS, Adnotatio ad Responsum authenticum circa c. 1265, en Per SO [19911 pp. 108-127; J.T.
MARTÍN DE AGAR, Nota alla risposta del Pontificio Consiglio per l'interpretazione dei tes ti legis-
lativi del 24 gennaio 1989, en JE 2 [1990] pp. 350-351; J. MIRAS, Comentario a las respuestas
de la C. P. para la inte1pretación auténtica del C!C, 20.5.1989, en JC 31 [1991] pp. 222-224). El
criterio acerca de los sujetos pasivos del tributo ordinario («las personas jurídicas públicas sujetas
a su jurisdicción») ha sido tainbién recordado en el Decretum de recursu super congruentia inter
legem particularem et normam codiciale1n, de 8 de febrero de 2000, en Co1n 32 (2000) pp. 15-23.
Véase la nota de J. MIÑAMBRES, Sui giudizio di congruenzafra legislazione particolare e norma
codiciale riguardante il tributo diocesano ordinario, en JE 13 (2001) pp. 271-276.
131. En el caso de las personas jurídicas públicas de derecho pontificio, parecería injusto
que quedasen sometidas al tributo, siendo así que, por eje1nplo, los clérigos que prestan su servi-
cio en ellas no reciben remuneración por parte de la diócesis.
132. Cfr. PONTIFIC!UM CüNSILIUM DE LEGUM TEXTIBUS INTERPRETANDIS, Congregatio ple-
naria (20-29 oct. 1981), Poi. Vat. 1991, 11ª quaestio, pp. 486-493; véase también, F.R. AZNAR
GIL, La ad1ninistración ... , o. c., pp. 163-164.
133. Véase, por ej., la norma establecida por la CEI en lstruzione .. , o. c., n. 47.
134. Aunque no plantea duda desde el punto de vista jurídico-legal, la naturaleza del tribu-
to diocesano ha sido recientemente cuestionada en una perspectiva económico-financiera por J.
Miñambres. Según él, desde el punto de vista económico-financiero, «en su actual configuración
normativa, esta figura jurídica aparece más como un instru1nento de equilibrio financiero entre
coinponentes de una 1nisma adnünistración, que como un verdadero y propio tributo, entendido
como fuente de financiación externa a la misma administración. Y, de hecho, los únicos bienes
que fonnan la base imponible del tributo ordinario son los bienes eclesiásticos» (J. MINAMBRES,
!l tributo diocesano ordinario come strumento di governo, en JE 16, 3 [20041 pp. 619-637; la
traducción del original italiano es nuestra).
139
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
140
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
las personas jurídicas privadas, sino también las personas jurídicas públicas no sujetas
al Obispo diocesano 140 •
Frente a esta diversidad de interpretaciones, parece oportuna una interven-
ción del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, para aclarar, mediante
una interpretación auténtica, esta segunda parte del c. 1263, como ya hizo con
la primera'". En espera de esta intervención, la prudencia aconseja, por una
parte, acogerse a una interpretación estricta del texto, ya que se trata de valo-
rar el alcance de una potestad impositiva (cfr. c. 18). Pero, por otra parte, no
se debe perder nunca de vista la cláusula de dicho canon que salvaguarda las
posibles excepciones de derecho particular: «quedando a salvo las leyes y cos-
tumbres particulares que le reconozcan más amplios derechos» '42 •
C) EL TRIBUTO SEMINARÍSTICO
140. Cfr. J.F. CASTAÑO, Appunti di Jus Patrimoniale, o. c., p. 14; V. DE PAOL!S, Quaestio-
nes miscelfaneae. 1.3. lus tributum in1ponendi ex parte Episcopi diocesani, vi c. 1263, en Per 73
(1984) p. 462; J.-C. PÉR!SSET, Comentario al c.1263, en Les biens ten1porels ... , o. c., p. 87.
141. Los Acta et documenta della Congregatio plenaria (11 ª quaestio) no permiten resol-
ver estas dudas (cfr. PONTIFICIUM CüNSILIUM DE LEGUM TEXTIBUS INTERPRETANDIS, Congregatio
plenaria, ibid.).
142. Así, en Italia, se debe tener en cuenta la interpretación extensiva del c. 1263 adoptada
por la CEI, que ha considerado como sujetos pasivos del tributo extraordinario a «las personas
físicas y a las personas jurídicas, públicas y privadas, no sujetas a su gobierno» (CEI, /struzio-
ne . .. , o. c., n. 48).
143. La norma habla exclusivamente de la financiación de los seminarios diocesanos. Pero
no parece que haya inconveniente alguno en que este tributo pueda servir igualmente para sub-
venir a las necesidades de los seminarios interdiocesanos. Se trataría, en este caso, de recabar
fondos para cubrir la cuota de gastos que a cada una de las diócesis interesadas corresponda en
ese seminario común.
144. Cfr. S. D'ANGELO, De tributo pro seminario, en Ap 3 (1930) pp. 327-329.
141
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
hemos referido: también este tributo debe ser «general, proporcionado a los
ingresos de quienes deben pagarlo y determinado según las necesidades del
seminario» 145 •
145. En la línea del último Concilio, la CEI considera preferible no imponer el «Se1ninarís-
tico», sino destinar a esta necesidad «las ofrendas recogidas en una particular jornada diocesana
y, en su caso, parte del tributo ordinario» (CEI, lstruzione . .. , o. c., n. 47).
146. Cfr. J.-P. DURAND, Le droit civil ecclésiastique fran<;ais, en P. VALDR!Nt (ed.) Droit
canonique, o. c., especialmente pp. 615 y ss.; AA.VV., Liberté religieuse et régimes des cultes en
Jroitfranr;ais. Textes, pratique adnzinistrative, jurisprudence, Paris 2005, pp. 761 y ss.; G. DOLE,
les projessions ecclésiastiques, Paris 1987, pp. 404-405; R. METZ, Église et État en France,
Paris 1977, pp. 52-53; J. KERLEVEO, l'Église catholique en régime franr;ais de séparation, III,
Paris 1962, pp. 462-474.
, 147. Sobre el sistema vigente en los P~íses Bajos, véase S.C. VAN BIJSTERVELD, État et
Eglise aux Pays-Bas, en G. ROBBERS (ed.), Etat et Eglises dans l'Union européenne, Baden-
Baden 1997, pp. 225-246; G. C!MBALO, I rapportifinanziari tra Stato e confessioni religiosi nei
Paesi Bassi, Milano 1989; J. HENDRIKS, JI sostentaniento del clero nei Paesi Bassi, en Quaderni
di diritto ecclesiale 3 ( 1990) pp. 116-120. Para Gran Bretaña, véase G. Me KAY, JI sostentamento
del clero nella Gran Bretagna, ibid. 2 ( 1989), pp. 90-94.
148. Para una visión panorá1nica de los siste1nas actuales de financiación estatal de las
confesiones religiosas en Europa, véase CONSORZIO EUROPEO DI RICERCA SU! RAPPORTI TRA STATI
E CoNFESSIONI RELIGIOSE, Stati e confessioni religiose in Europa. Modelli di finanzian1ento
puhblico. Scuola e fattore religioso, Milano 1992, pp. 1-84.
149. Sobre este siste1na y sobre la posibilidad de remunerar a algunos laicos como «mi-
nistros de culto», véanse A. BORRAS (ed.), Des lai'cs en responsahilité pastora/e? Accueillir de
142
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
son considerados como «ministros de culto» según los criterios del derecho
eclesiástico del Estado. Este sistema está vigente, por ejemplo, en los territorios
que han conservado, al menos en estas materias, una normativa heredada del
Concordato de Napoleón (Bélgica, Luxemburgo y Alsacia-Mosela) 150 • Como
consecuencia de la confiscación de los bienes eclesiásticos por parte del mismo
Estado, y, cada vez más, en consideración de la «utilidad social» de las funcio-
nes de los ministros de culto, sobre la base de la igualdad constitucional con los
«ministros de culto» de las otras confesiones religiosas, el Estado se encarga de
su sostenimiento 151 •
nouveaux núnistCres, Paris 1998; F. MESSNER, Les «anin1ateurs pastoraux>> en régime concorda-
tairefmnr;ais, enAC 35 (1992) pp. 61-71.
150. Ver, para Alsacia-Mosela, AA.VV., liberté religieuse et régimes des cultes en droit
franrais, o. c.; pp. 401-425; F. MESSNER, Le financement des Égfises, Strasbourg 1984, pp. 73-
104. Para Bélgica, L.-L. CHRISTJANS -P. DE POOTER, Code beige de droit et religions, Bruxelles
2005, pp. 85 y ss.; P. DE POOTER, De rechtspositie van erkende erediensten en leven beschouwin-
gen in Staat en n1aatschappij, Bruxelles 2003; R. TORFS, Les cu/tes reconnus en Belgique, dans
RDC 63 (2004), pp. 77-106; R. VERSTEGEN, Geestel(iken naar helgisch recht, oude en nieu;ve
iTagen; de juridische en sociafe positie van de geestelijken in Belgii'", Berchem 1977, pp. 70-76.
Para Luxemburgo, A. PAULY, État et Églises au Luxemhourg, en G. ROBBERS (ed.), État et Églises
dan.1· l'Union européenne, o. c., pp. 207-223.
151. Este sistema de remuneración de los 1ninistros de culto por parte del Estado se com-
pleta con el régi1nen de las fabriques d'églises. Si la «fabrica ecclesiae» (regulada por los cá-
nones 1183-1184*) ya no es objeto de una normativa canónica específica y queda solo como
un precedente del actual Consejo de asuntos econó1nicos (cfr. c. 537), en el plano del derecho
eclesiástico del Estado, en can1bio, las fábricas continúan existiendo (cfr. G. FELICIANI, Fabbri-
ceria, en C. CORRAL SALVADOR-V. DE PAOLIS-G.GHIRLANDA [dirs.J, Nuovo Di:::Jonario di Diritto
canonico, Torino 1993) e incluso, en algunos lugares, son la institución eclesiástica ordinaria y
gozan de personalidad jurídica civil. Es el caso de Bélgica y de algunas diócesis de Francia y
de Quebec. Según Ja tradición imperial francesa, el derecho ad1ninistrativo belga considera a la
fabrique d' église una institución pública de carácter especial y autónoma, dotada de personalidad
jurídica civil. Su servicio especializado consiste en asegurar la manutención, la conservación y
las celebraciones de un edificio de culto, además de la administración de los bienes destinados
al culto. La entidad pública que debe financiar las fábricas es el ayuntainiento (cfr. V. VANDER-
MOEREN-J. DUJARDIN, Fabriques d'Église, Bruges 1991, pp. 4 y 112; Cuide pratique dufabri-
cien (suple1nento de las revistas diocesanas Église de Tournai y Église de Liege); P.D'HooRE,
T¡jdelijke goederen .. ., o. c., pp. 62 y 107-175; para una perspectiva histórica, A. VAN HOVE, Les
fabriques d' églises et le te1nporei du cu/te en Belgique, pro manuscripto, Louvain 1908-1911,
pp. 68 y ss.). El régimen de las fábricas de iglesias ha sido objeto <le una «regionalización», lo
que supone la adopción de norn1as propias para Flandes, Valonia y Bruselas-Capital. Para una
síntesis de las nonnativas de las tres Regiones, véase J.-P. SCHOUPPE- P. DE POOTER, Sur les tra-
ces du droit canonique des hiens temporels en Belgique, en J.-P. ScHOUPPE (éd.), Vingt-cinq ans
apri:s le Code . .. , o. c. Sobre la nueva nonnativa flainenca, véase, F. AMEZ, Les étahlissements
publics chargés Je la gestion temporel des cultes en Régionflamande, en Chroniques des Droit
public (CPDK) (2005), pp. 293-315. Para Quebec, véase el capítulo 14 de la obra: AssEMBLÉE
DES ÉvEQUES CATHOUQUES ou QUÉBEC, Guide canonique et pastoral au service des paroisses.
Édition canadienne (collection Gratianus), Montreal 2006. Para la situación en España, cfr. J. PÉ-
REZ-LLANTADA Y GUTIÉRREZ, Fábrica de la Iglesia, en C. CORRAL SALVADOR (Dir.), Diccionario
de Derecho Canónico, Madrid 2000.
143
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
152. Sobre el siste1na alemán, véase, H. PREE, El sostenimiento del culto en Alen1ania, en
Anuario argentino de Derecho canónico, 12 (2005), pp. 395-410; J. ROGGENDORF, El sistema del
únpuesto eclesiástico en la República Federal de Alenzania, Pamplona 1983, pp. 205-222. Para
una comparación con el sistema austríaco, que tiene algunas características diversas del tributo
eclesiástico alemán, véase H. HE!MERL-H. PREE, Handbuch ... , o. c., pp. 133 y ss.
153. Cfr. S. PETSCHEL. Las relaciones de la Iglesia y del Estado en los cantones de la Con-
federación helvética, en REDC 40 (1984) pp. 461-491.
154. No se trata, con10 veremos, de una asignación fiscal. La posible confusión surge por-
que el cálculo se hace sobre lo que el Estado recauda por impuestos propios (en este caso el
IRPF), aunque lo que el fiel debe abonar a su Iglesia se añade a lo que entrega a la Hacienda
Pública de su país.
155. Una de las causas de exención del tributo consiste en el hecho de separarse fonnal-
n1ente de la Iglesia católica, por lo menos un mes antes de la fecha de la imposición. El aban-
dono se fonnaliza por medio de una declaración -oral o escrita- ante el juez o el tribunal civil
co1npetente. Esta situación provoca lo que ha sido tipificado por los Obispos alemanes como un
«delito» contra la fe y la unidad de la Iglesia: los fieles que han co1netido este «delito» no pueden
participar en la vida sacratnental. hasta que revoquen su declaración de abandono de la Iglesia
y vuelvan a cumplir sus deberes, incluido el de satisfacer el tributo. Algunos autores sostienen,
en cambio, que no tratándose ni de apostasía o de herejía, ni de cisma, sino solamente de un
acto de desobediencia y de incumplimiento de una ley fiscal, habría sido suficiente una sanción
disciplinar menor (cfr. E. CORECCO, Di1nettersi dalla Chiesa per ragionifiscali, en Ap SS [ 1982]
pp. 461-502).
144
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
C) LA ASIGNACIÓN FISCAL
156. Para Italia, véase AA.VV., 1 heni te111porafi della Chiesa. Nuova nonnativa canonica
e concordataria, Cittll del Vaticano 1985; E. GJANFELICI, Chiesa e prassi amministrativa oggi.
Enti, beni ecclesiastici e sostenta111ento del clero dopo i nuovi accordi concordatari del 1984,
Roma 1989.
157. Recientemente, el siste1na español de asignación tributaria ha sido objeto de una tno-
dificación cuantitativa. El porcentaje ha pasado del 0,5239 por ciento al 0,7 por ciento. El ins-
trumento utilizado para esta nueva regulación ha sido el intercainbio de Notas Verbales entre la
Nunciatura Apostólica en España y el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación referidas a
los acuerdos sobre asignación tributaria a favor de la Iglesia Católica de 22 de diciembre de 2006.
Para la co1nprensión de esta modificación, véase M. BLANCO, La financiación de fas Confesiones
Religiosas en el Derecho espaiiol: régilnen vigente}' per!>pectivas de futuro, en Revista General
de Derecho Canónico .V Derecho Eclesiástico del Estado, 13 (2007). Además, véase ÍDEM, Co-
operación del Estado con las confesiones religiosas en n1ateria econóniica, en AA. VV., Tratado
de Derecho Eclesiástico. Pamplona 1994, pp. 646-648, y los autores allí citados: M.J. RocA
(ed.), La financiación de la Iglesia católica en España, Santiago de Co1npostela 1994; A. ARZA.
El nuevo siste1na de dotación econónlica del Estado a la Iglesia, en REDC 45 (1988) pp. 35-96;
M.D. CEBRIÁ GARCfA, La auto.financiación de la Iglesia católica en España. Lí1nites y posibili-
dades, Salmnanca 1999; C. PRESAS BARROSA, El clero católico en el derecho e.\paFíol. Dotación,
asignación tributaria, ¿auto.financiación?, Santiago de Compostela 1998; A. TORRES GuTJÉRREZ,
La financiación de la Iglesia católica en España, en REDC 59 (2002) pp. 877-892.
158. Cfr. L. NAVARRO, L 'acqui.rto dei beni ten1porali, en R. FuNGHINI (ed. ), I beni te1nporali
della Chiesa (Studi Giuridici, n. 50), Citta del Vaticano 1999, p. 53.
159. Para una crítica técnico-jurídica de la calificación de la asignación tributaria como
siste1na de autofinanciación, véase J.-P. SCHOLJPPE, Le droit-devoir des fidi:les de subvenir aux
besoins de i'Église, o. c., pp. 249 y ss.
145
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
160. El sistema de deducciones fiscales puede combinarse con diversos siste1nas de finan-
ciación (directa o indirecta).
161. Cfr. injra, cap. VII, 3. a) y b). Véase tainbién G. FEUCJANI, Sostenta1nento del clero,
en Enciclopedia del diritto, XLIII, Milano 1990; AA.VV., ll sostentan1ento del clero, Citta del
Vaticano 1993, pp. 33 y ss.; S. BERLINGÓ, Sostenta111ento dei ministri di culto, en Enciclopedia
giuridica, 30, Ro1na 1993; F.R. AZNAR GIL, El Fondo diocesano para la sustentación del clero
(c. I274 § /),en REDC 48 (I 991) pp. 617-645.
162. Cfr. J. FoRNÉS, Régitnen jurídico-patritnonial y financiación de la Iglesia desde la
per.\pectiva de la libertad religiosa, en /C 36 (1996) pp. 13-61.
163. Para una síntesis de toda la cuestión de los orígenes y de la evolución del beneficio,
véase V. DE REINA, El siste1na beneficia[, o. c., en particular, las pp. 141-189.
146
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
164. En los países donde estaba vigente el derecho romano, se recurrió a la institución del
«precario»: entre otros estipendios, se comenzó a distribuir algunos fundos a los sacerdotes que
desempeñaban funciones pastorales, de modo similar a la distribución de tierras a los colonos del
i1nperio. Estos fundos se concedían a título de precario, es decir, con carácter temporal y revoca-
ble (cfr. G. MOLLAT, Bénéfices ecclésiastiques en Occident, en DDC, II, col. 407-408). Más tarde,
estas concesiones se hicieron por quinquenios, que se podían renovar también de 1nodo tácito y
que, por lo tanto, se prolongaban de por vida. De este modo, el precarium roinano se convirtió
en el precario de derecho canónico (cfr. V DEL G!UDJCE, Nociones de Derecho Canónico [tra-
ducción y notas de P. LOMBARDÍA], Pamplona 1964, p. 282, n. 110). Con el tiempo, la institución
perderá su carácter de temporalidad y los fundos terminarán por formar una 1nasa establemente
unida al oficio de los clérigos.
165. En los territorios de derecho gerniánico, en can1bio, los beneficios derivarían de la cons-
titución de «Eigenkirchen» o «iglesias propias», características del sistema cortesano («Hofsys-
tem» ): los sacerdotes eran mantenidos por el señor del latifundio, que había construido la Iglesia.
de la cual era tmnbién el propietario (Cfr. U. STUTZ, Das Eigenkirchenrecht, als Element des
nlittelalterlich-germanischen Kirchenrechts, Berlin 1895). Sobre estas iglesias propias (o priva-
das}, el Obispo conservaba solo un derecho de vigilancia. Por eso, la Iglesia buscó disminuir los
nurnerosos derechos de estos propietarios y, al mismo tiempo, fundadores de iglesias, intentando
de esta manera recuperar la plena jurisdicción sobre las misn1as.
166. Un fenómeno análogo ocun·ió con la 1nensa conventual.
167. Cfr. E. COLAGIOVANNI, L'aspetto storico-sociologico nella trasformazione dal benefi-
cio jeudale all'ufficio ecclesiastico ed ecclesiale, en Da! beneficio feudale all'ufficio ecclesiasti-
co ed ecclesiale, Napoli 1971, pp. 29-54.
147
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
168. Cfr. V. DE PAOLJS, Il sistema beneficia/e e il suo superamento dal Concilio Vaticano
11 ai nostri giorni, en AA.VV., JI sostentamento del clero, o. c., pp. 25-26.
169. La ainpliación del concepto se produce en el c. 1410*, que acepta una gran variedad
de bienes susceptibles de constituir la dotación del oficio (cfr. E. MAGNIN, Bénéfices-Régime de
droit comtnun d'apres le Code, en DDC, II, col. 671-677).
170. Cfr. F.X. WERNZ-P. VIDAL, De Rebus, o. c .. pp. 236-239, n. 767.
171. El beneficio sería un conjunto de elementos difícilmente conciliables (¿cómo un ofi-
cio y un derecho a una renta podrían constituir armónicamente una persona jurídica?); esta insti-
tución daba demasiada relevancia a los aspectos económicos, de manera que el aspecto espiritual
y principal (el oficio) quedaba subordinado a lo que era secundario y te1nporal; causaba en el cle-
ro desigualdad; podía dañar la vida de oración de los clérigos y su completa disponibilidad para
la propia función pastoral, ya que era necesario administrar Jos bienes del beneficio; era causa, a
la vez, de discordias en la comunidad cristiana y de grandes riesgos para los mis1nos bienes (el
148
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
hecho de ser clérigo no garantizaba la capacidad de gestión económica). Véase, entre otros, V. DE
PAOLIS, Il sistema beneficia/e ... , o. c., pp. 26-28.
172. Cfr. A. MOSTAZA, Derecho Patrimonial, o. c., pp. 442-443.
173. «Por lo cual hay que dejar el sistema que llaman beneficia!, o a lo menos hay que
reforn1arlo, de suerte que la parte beneficia!, o el derecho a Jos réditos dotales anejos al beneficio,
se considere co1no secundaria y se atribuya, en derecho, el primer lugar al propio oficio eclesiás-
tico» (PO, 20). Sobre las reflexiones en la época sucesiva al Concilio, véase O. ROBLEDA, De sys-
temate beneficiali supprimendo aut refonnando ad normam Concilii Vaticani JI, en Quaestiones
disputatae iuridico-canonicae, Romae 1969, pp. 151-166.
174. Para una presentación actual del oficio y su distinción respecto del ministerio, véase
entre otros, J.L ARRIETA, Fun:¡Jone pubblica e ufficio ecclesiastico, en JE 7 ( 1995) pp. 91-113.
Véase también, S. BERLINGÓ, Dal «mistero» al «nlinistero»: l'ufficio ecclesiastico, en JE 5 (1993)
pp. 91-120.
175. Al contrario de lo que sucedía con el c. 1410*, hoy se pueden considerar beneficios,
en sentido técnico, solan1ente aquellos que son constituidos con un capital fijo (inmobiliario o
mobiliario) estable y suficiente para proveer con sus rentas al sostenimiento del clero (o, en su
caso, para co1npletarlo). Todos los demás que aparecen en dicho canon no se consideran ya be-
neficios, sino entradas econóinicas, reguladas por otros cánones (por ej. la nonnativa sobre las
ofrendas con ocasión de servicios pastorales).
149
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
rari» "') con normas oportunas, acordadas con la Sede Apostólica y aprobadas
por ésta. La transformación que se persigue pretende transferir las rentas, e in-
cluso, en la medida en que sea posible, la propia dote de los beneficios al men-
cionado Instituto diocesano"', respetando así la voluntad de los fundadores: el
sostenimiento del clero.
De este modo se ha llevado a cabo una reforma sustancial del sistema be-
neficia!, pero sin abolir los derechos adquiridos, en particular, las voluntades
pías. Junto con esta reforma del sistema de remuneración del clero, la Iglesia
recuerda a los fieles que tienen la responsabilidad de contribuir a las necesida-
des materiales de la Iglesia, entre otras cosas, al sostenimiento del clero, ya que
«el que trabaja merece su salario» (Le 10,7). Corresponde al Obispo recordar
a los fieles su grave obligación y también organizar instituciones ad hoc en las
diócesis (sobre todo, el Instituto diocesano para la sustentación del clero y las
instituciones para la seguridad social del clero)"". Estos sistemas de solida-
ridad eclesial deben asegurar una remuneración suficiente, expresión que se
puede traducir también en otros términos, como adecuada e igual:
a) Adecuada.- Conviene asegurar un sostenimiento suficiente y adecuado,
teniendo en cuenta la concreta situación de cada clérigo, es decir, en función
de: !.º) las condiciones o la función desarrollada (son distintas, por ejemplo,
las necesidades de un párroco y las de un profesor universitario); 2.º) las cir-
cunstancias de tiempo y de lugar (relevancia mayor o menor de las ofrendas
con ocasión de la celebración de sacramentos ... ); 3.º) las circunstancias par-
ticulares de vida (salud, retribución justa de las personas que trabajan con él,
diversas necesidades familiares, vacaciones, posibilidad de dar personalmente
limosnas ... )"'· En el caso de diáconos casados, se prevé expresamente que
estos deben ser retribuidos de forma que puedan hacer frente al sostenimiento
de su familia, teniendo también presente lo que perciban por el ejercicio, actual
o pasado, de una profesión civil (cfr. c. 281 § 3).
176. Es necesario llamar la atención sobre el hecho de que la norma del c. 1272 procede del
*
c. 80 2 de la Lex Ecclesiae Fundanzentalis, después de un iteren el que hubo nu1nerosas discu~
siones, entre otras cosas, sobre la necesidad o no de la «supresión» de los beneficios y sobre la
oportunidad de confiar la reglamentación de la cuestión a las diversas Conferencias episcopales
(cfr. Com 12 [1980], p. 412: Re/atio, pp. 283-284: ES,!, 8).
177. En 1nuchos países, los beneficios propiamente dichos, en el sentido del c. 1272, no
han existido nunca. En el caso de Italia, entre la República y la Iglesia se estableció el Acuerdo de
1984. Se han dado normas complementarias en esta 1nateria, por lo que nosotros conocemos, solo
en cinco Conferencias episcopales: Suiza, Austria, Perú, Malta y Espaüa. Para dicha normativa
y una presentación general, re1niti1nos a J.T. MARTÍN DE AGAR, Legislazione delle Conferenze
episcopali complementare ... ,o. c., pp. 32, 705, 83, 445-451, 560 y 648-650.
178. Cfr. ce. 222 § 1 y 1261 § 2. Véase injra, cap. VII, 3.
179. Cfr. ce. 281 § 1 y 283 § 2.
150
LA FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA
180. Cfr. PO, 17; ES, 8. La progresiva transformación del sistema beneficial, allí donde
existía, en este sistema de solidaridad social se inspira en la mis1na fidelidad al espíritu evangé-
lico. En el caso de que un clérigo poseyera bienes más que suficientes, logrados con el ejercicio
de algún oficio eclesiástico, se le invita a destinar lo restante para el bien de la Iglesia y para las
obras de caridad. sin pe¡juicio de lo que pueda establecer, en su caso, el derecho particular.
151
CAPÍTULO VI
LA ADMINISTRACIÓN Y LA ENAJENACIÓN
DE LOS BIENES ECLESIÁSTICOS
153
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
154
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES ECLESIÁSTICOS
155
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
7. El derecho particular podrá, en cambio, determinar con 1nayor precisión estas nociones.
Véase, por ej., CEI, lstruzione ... , o. c., n. 53. En cambio, la CEE apenas hace una referencia al
patrimonio estable cuando regula la enajenación. De hecho, en el Reglamento de Ordenación
Económica de la CEE de 1 de diciembre de 1984 (BOCEE 5 [1985] pp. 19-25), cuando se habla
de la enajenación de los bienes de la propia Conferencia, no se 1nenciona el patrimonio estable,
sino que únicainente se hace referencia a las cantidades máxima y míniina.
8. En el caso del patrbnonio de gestión (véase injra, nota 17), el poder normal del adminis-
trador dependerá del presupuesto: podrá realizar los actos de ejecución del 1nis1no. Esta noción,
más flexible, que termina imponiéndose como una necesidad de la realidad económica nloderna,
no es asimilable al patrimonio no estable (cfr. J.T. MARTÍN DE AGAR, Bienes temporales ... , o. c.,
p. 728). La CEE considera actos de administración ordinaria aquellos incluidos en el presupues-
to: «Se presumen actos de administración ordinaria los incluidos expresamente en el presupues-
to anual, una vez aprobado en debida forma» (art. 16 § 2 del Segundo Decreto General de la
Conferencia episcopal española sobre las normas complementarias al nuevo Código de Derecho
Canónico, de 1 de diciembre de 1984, en BOCEE 6 [1985] pp. 59-65).
156
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES ECLESIÁSTICOS
B) ADMINISTRACIÓN ORDINARIA
157
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
C) ADMINISTRACIÓN EXTRAORDINARIA
12. Corresponde principalmente a los estatutos de cada persona jurídica determinar qué
actos deben ser considerados como extraordinarios. En el caso de que estos no contengan ningu-
na indicación, esa tarea corresponderá al Obispo diocesano (cfr. c. 1281 § 2) para las personas
sujetas a su jurisdicción (véase infra, cap. VII). En los Institutos religiosos, los superiores propios
tienen competencia según el c. 638 § 1 (véase infra, cap. VIII).
13. Para eje1nplificar esta afirmación, De Paolis, reconociendo que no son suficientes por
sí solos, propone los siguientes criterios de deternünación: «la cantidad, los riesgos de pérdida;
la incidencia que el acto puede tener sobre la sustancia o solo sobre los frutos; los peligros para
la estabilidad del mismo patrimonio; la naturaleza de la cosa objeto del acto de administración o
del servicio que se presta; la 1nodalidad o la complejidad del negocio; el valor de la cosa; Ja du-
ración de los rit1nos de ejecución; la incertidumbre de los resultados econó1nicos; Ja consistencia
patrimonial, económica y financiera de la 1nisma persona jurídica; etc.» (V. DE PAOLIS, l beni ... ,
o. c., p. 147. La traducción del original italiano es nuestra).
14. La mayor parte de los autores sitúan los actos de enajenación (según los ce. 1291-1295)
en la administración extraordinaria (en el ámbito del concepto económico de gestión adminis-
trativa), aunque con matices diversos: M. LóPEZ ALARCÓN, Comentario al c. 1281, en Código ... ,
o. c.; F. CoccOPALMERIO, Diritto patrimoniale della Chiesa, o. c., p. 44; L. MISTÓ, J beni.. ., o. c.,
p. 406; A. MOSTAZA RODRÍGUEZ, Derecho patrimonial, o. c., pp. 444-445; v. ROYERA, l beni ... ,
o. c., p. 276; J.T. MARTÍN DE AGAR, Bienes te1npora/es ... , o. c., pp. 727-728; F.R. AZNAR ÜJL,
la adnlinistración .. ., o. c., p. 406; M. MORENO ANTÓN, la enajenación, o. c., pp. 25-33; M.
MORDANTE, l'am1ninistrazione ... , o. c., pp. 94-97. En sentido contrario, V. DE PAOLIS, la vita
consacrata, o. c., p. 257 (véase la nota siguiente).
15. Desde este punto de vista, compartimos la posición según la cual el concepto de ad-
ministración extraordinaria es n1áS amplio que el de acto que empeora la situación patrimonial,
158
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES ECLESIÁSTICOS
que usa el c. 1295. Con razón, De Paolis denuncia el peligro-no solo teórico- de hacer recaer la
previsión del c. 1295 (y por lo tanto la exigencia de las solemnidades de la enajenación) sobre ac-
tos que la doctrina siempre ha considerado excluidos (cfr. V. DE PAOLIS, Negozio giuridico, «quo
condicio patrifnonialis personae iuridicae peior fieri possit» fcfr. c. 1295 ], en Per 88 [1994] pp.
522-523; ÍDEM, l heni ... , o. c., pp. 199-221). En ca1nbio, pensamos que la categoría codicia! (o
legal) de enajenación puede ser considerada una subcategoría de la administración extraordina-
ria; aunque, de acuerdo con De Paolis, consideramos que una distinción más clara -incluso una
separación- entre los conceptos de administración extraordinaria y de enajenación hubiera sido
preferible. Ad1nitimos que el concepto legal de enajenación -en el án1bito de la adtninistración
extraordinaria- causa las confusiones que dicho autor denuncia. pero tal parece ser la normativa
vigente.
159
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
16. Cfr. V. DE PAOLIS, La vita consacrata, o. c., p. 257. Véase también, del mis1no autor, ll
negoz.io giuridico, o. c., pp. 504-505.
17. En la vigente nonnativa canónica, siguiendo una larga tradición doctrinal, la enajena-
ción (propiainente dicha) se refiere al patrimonio estable (cfr. C(nn 12 [1980] p. 420). Para un es-
tudio de la doctrina precedente al actual Código, véase V. DE PAOLIS, Nego:Jo giuridico .. ., o. c.,
pp. 509-514. Sin embargo, de iure condendo, la evolución de la economía hacia planteamientos
de patrin1onios de gestión, nos sitúa frente a nuevas preguntas: ¿el ordenainiento canónico debe
ocuparse sola1nente de los patri1nonios estables? ¿No convendría también elaborar criterios ade-
cuados para el patrimonio de gestión? En esta óptica, los límites a los que se sujetan los actos de-
berían ser más flexibles. De este modo, se podrían considerar co1no de administración ordinaria
los actos de ejecución de un presupuesto. En cambio, la segunda categoría incluiría aquellas ope-
raciones que pusiesen en peligro el ctunplimiento del presupuesto o que simplen1ente i1nplicasen
desviaciones notables respecto al mismo. La prevalencia del criterio empírico para la calificación
de los actos y la necesidad de permitir una suficiente flexibilidad de acción al administrador son
argu1nentos sostenidos desde hace mucho tiempo por la doctrina civil (véase, entre otros, V. Lo-
JACONO, A1n1ninistraz.,ione, en Enciclopedia del diritto, II, 1958, pp. 160-161 ).
18. Cfr. F.R. AzNAR Ü!L, La adnlinistración .. ., o. c., pp. 403-406.
160
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES ECLESIÁSTICOS
161
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
162
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES ECLESIÁSTICOS
ejercen los órganos propios de cada ente. Por ejemplo, el párroco administra
los bienes de la parroquia y también es su representante legal (cfr. c. 532). Aná-
logas funciones corresponden al Romano Pontífice sobre los bienes de la Sede
Apostólica, al Obispo diocesano sobre los bienes de la diócesis y, en general,
más allá de las estructuras diocesanas, a todos los administradores de entes
regidos por el derecho canónico.
Las personas jurídicas solo pueden actuar a través de este tipo de órga-
nos. No les corresponde la elección de los órganos que desarrollan las diversas
funciones. Los ce. 1279 y 1280 hacen referencia a la figura del administrador,
auxiliado por el Consejo de asuntos económicos o, al menos, por dos conseje-
ros que le ayuden en el cumplimiento de sus funciones. El derecho universal y
el derecho particular, que en materia patrimonial tiene una especial relevancia,
determinan las concretas competencias de estos órganos. El c. 1282 recuerda
que quienes participan por un título legítimo en la administración de bienes
eclesiásticos están obligados a cumplir sus funciones en nombre de la Iglesia y
según los principios y las normas del derecho canónico.
En el cumplimiento de su función el administrador es ayudado por un ecó-
nomo, que asume lo esencial de Ja gestión ordinaria de los bienes de la diócesis.
El ecónomo puede llegar a ejercer funciones de más relevancia, pero se trata
siempre de ejecutar las decisiones administrativas tomadas por el superior. Esto
no significa que el ecónomo sea un mero ejecutor de las órdenes dadas por el su-
perior competente (por ej. el Obispo diocesano o el rector de seminario): en rea-
lidad, tiene una amplia autonomía -definida por el oficio mismo--, pero siempre
bajo Ja dirección del superior. Por ello la función «de decisión» que pertenece al
administrador es, en principio, incompatible con la función «de ejecución» que
corresponde al ecónomo, incluido el acceso directo a los fondos".
El análisis de los ce. 1282-1289 nos permitirá exponer a continuación el
estatuto de los administradores de las personas jurídicas en general, que es apli-
cable también a los ecónomos, en cuanto que son responsables, al menos, de
la administración ordinaria de los bienes eclesiásticos de una persona jurídica
pública.
25. Sobre la figura del ecónomo diocesano, véase injra, cap. VII, 2, b) y, sobre el ecónomo
de los Institutos religiosos. véase il~fra, cap. VIII, 2, a).
163
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
26. Cfr. F.R. AZNAR GIL, La administración ... , o. c., p. 362, nota 7.
27. M. LóPEZ ALARCÓN, Comentario al c. 1282, en Código ... ,o. c.
28. En el caso de que sean varios los administradores, la participación podría ser manco-
munada o solidaria; en este último supuesto, según el Código civil español, la solidaridad no se
presume (cfr. art. 1138).
164
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES ECLESIÁSTICOS
proporcionada, los administradores tienen derecho a todo aquello que sea nece-
sario para cumplir bien su función: por ejemplo, a disponer de los medios y la
documentación necesaria y a gozar de la suficiente autonomía (aunque siempre
bajo el control de la autoridad administrativa superior). Con estas premisas,
podemos ahora exponer los principales deberes que les corresponden.
165
DERECHO PATR!MON!AL CANÓN!CO
2) Contenido de la gestión
b') El presupuesto
Es sabido que un presupuesto equilibrado y cuidadosamente preparado es
un elemento esencial para una buena gestión. Por eso, se ha añadido un § 3 al
166
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES ECLESIÁSTICOS
167
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
168
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES ECLESIÁSTICOS
38. Cfr. E. ZANETfl, ! jedeli e i beni ecclesiastici: alcune do111ande, en Quaderni di diritto
ecclesiale, 4 (1991) pp. 314-316.
39. Cfr. M. LÓPEZ ALARCÓN, Co1nentario al c. 1287, en Código ... , o. c.; V. DE PAOLIS, /
beni ... , o. c., pp. 169-170.
40. Para la representación judicial canónica, el c. 1480 no establece ningún requisito se-
mejante.
41. Cfr. L. DE EcHEVERRÍA, Con1entario al c. 1288, en Código de Derecho Canónico, Ma-
drid 1991 111 •
169
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
170
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES ECLESIÁSTICOS
43. Sería útil determinar. por eje1nplo, el momento en el cual el adnünistrador se libera
de su responsabilidad. Esta determinación podría estar prevista en Ja legislación particular; un
posible criterio sería la aprobación de la rendición de cuentas final (cfr. F.R. AZNAR Ü!L, La ad-
1ninistración ... , o. c., p. 374).
44. Cfr. G. REGOJO BACARD!, Pautas para una concepción canónica del resarcimiento de
daños, en Fidelitun fura, 4 ( 1994) pp. 107-162; respecto a la responsabilidad de los administra-
dores en el áinbito civil, cfr. A. VIZARRI, L'amministrazione dei beni ecclesiastici, en GRUPPO
ITALIANO DüCENTJ DI DIRITTO CANONICO, f beni te1nporali della Chiesa, o. c., pp. 89-91.
45. Otros supuestos concretos de aplicación de esta norma los encontramos en el c. 639
para los Institutos religiosos [cfr. infra, cap. VIII, 2, e]). Además, conviene aclarar que las licen-
cias dadas por la autoridad competente para algunos actos de administración (o asiinilados) son
autorizaciones previas, nunca garantías jurídicas.
46. Esta solución, ya presente en el c. 1527 § 2*, se vuelve a encontrar en el CCEO: c. 1024
§ 3. Algunos autores consideran que la acción o el recurso contra el administrador que ha actuado
inválidainente existiría incluso cuando, tratándose de una persona jurídica colegial, el acto hubie-
ra sido realizado con el acuerdo del consejo correspondiente (cfr. G. VROMANT, De bonis .. ., o. c.,
p. 195, n. 223; F.R. AZNAR G!L, La ad1ninistració11 .. ., o. c., p. 373).
47. En la perspectiva del derecho civil español, véase M. LóPEZ ALARCÓN, La administra-
ción ... , o. c., pp. 117-118.
171
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
la otra parte verificar los títulos de representación y los concretos poderes de los
órganos de la persona jurídica. Si la tercera persona, autora del contrato, no ha
tenido la diligencia de cumplir este deber de prudencia jurídica, no parece tener
derecho a una hipotética indemnización frente a la persona jurídica que -in actu
y en realidad- no está representada por su administrador'".
En cambio, si contemplamos las consecuencias del acto desde el punto
de vista del derecho civil, podemos llegar a una interpretación distinta y, en
ocasiones, problemática. Puede suceder que la ley civil no reconozca las reglas
canónicas para la validez de los actos de enajenación (en sentido amplio). En
esta hipótesis (es decir, en el supuesto de actos de enajenación civilmente váli-
dos, pero canónicamente inválidos), el c. 1296 invita a la autoridad competente
a la prudencia antes de interponer una acción para reivindicar los derechos
de la Iglesia. Además, la autoridad competente deberá valorar la oportunidad
de intentar una acción real o personal, limitándose a pedir el resarcimiento de
daños, o contentándose con castigar a quien tiene la culpa de esta enajenación
ilegítima en virtud del c. 1377. En algunos casos, consideradas las condiciones
del negocio, podría estimarse preferible renunciar a cualquier acción o proce-
dimiento y tratar de sanar canónicamente el contrato por parte de la autoridad
competente 49 • Sin embargo, ateniéndose al c. 86, parece que ninguna autoridad
inferior es competente para sanar un contrato ilegítimo'".
Para evitar posibles contradicciones entre el ordenamiento civil y el canó-
nico, algunos autores proponen prever en los contratos, para su validez civil,
una cláusula resolutoria o una condición de validez canónica 51 • En cualquier
caso, allí donde surjan problemas, el derecho particular podría contribuir a ar-
monizar la ley canónica con la ley estatal, quedando a salvo siempre las exigen-
cias de justicia 52 •
48. En la hipótesis de una licencia solicitada para la validez, que hubiera sido concedida
inválidamente, el acto de enajenación -dada su apariencia de legalidad- podría no ser conside-
rado inválido necesariamente, sino meramente anulable (cfr. M.G. MORENO ANTÓN, La enajena-
ción ... , o. c., p. 53).
49. Cfr. J. MANTECÓN, Comentario al c. 1296, en Comentario exegético ... , o. c.
50. Refiriéndose a una resolución de la S. Congregación para el clero del 17 de mayo de
1919 (cfr. X. ÜCHOA, Leges Eccles., I, n. 181, col. 205-207), L. Chiapetta afinna que corresponde
solo al Romano Pontífice proceder a tal sanatio, en virtud de su autoridad suprema, incluso en
perjuicio de terceros, si el bien común lo exige (cfr. L. CHIAPETIA, Cornentario al c. 1296, en !l
Codice ... , o. c.).
51. Cfr. Z. CoMBALÍA, Comentario al c. 1281, en Comentario exegético ... , o. c.
52. En Italia, la cuestión parece clarificada de 1nodo satisfactorio por la Ley n. 222 del 20
de mayo de 1985: «A efectos de la invalidez o ineficacia de los negocios jurídicos llevados a cabo
por entes eclesiásticos, no pueden oponerse ante terceros, que no tuvieran conocimiento de ellos,
las linütaciones de los poderes de representación, o la omisión de los controles canónicos, que no
consten en el Código de Derecho canónico o en el registro de las personas» (art. 18; Ja traducción
del original italiano es nuestra).
172
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES ECLESIÁSTICOS
En España, el Acuerdo sobre Asuntos Jurídicos del 3 de enero de 1979 reconoce, respecto
a las congregaciones y a los Institutos de vida consagrada, que las licencias establecidas por el
derecho canónico para la validez del acto constituyen también un requisito de validez en el or-
denamiento civil (cfr. art. I, 4). Por analogía y para evitar cualquier discriminación, la doctrina
canónica ha hecho una interpretación extensiva, considerando este criterio aplicable al conjunto
de personas eclesiásticas públicas (cfr. M. LÓPEZ ALARCÓN, Eficacia civil de la licencia para la
enajenación de bienes eclesiásticos, en JC 29 [1989] pp. 318-321 ).
Sobre las imprecisiones y los problemas no resueltos por dicho Acuerdo, sobre todo después
de las sentencias de 27 febrero 1997 y de 6 de octubre 1997 del Tribunal Supre1no español, véan-
se, entre otros, A. MoTJLLA, Supuestos de relevancia del Derecho canónico en el ordenamiento
civil español, en Escritos en honor de Javier Hervada, v. especial de Ius canonicum, 1999, pp.
1021-1029; T. BLANCO, Personalidad jurídico-canónico y Derecho espaí"iol. Con1entario a una
sentencia del Tribunal Supremo, ibid., pp. 1031-1039.
53. Se ha preferido el término «(i)legítimo>> frente a «(i)lícito» y se añade la expresión «seu
recursu» para afinnar claramente la posibilidad de un recurso administrativo como alternativa al
proceso judicial (cfr. Com 12 [1980] p. 417). Vere1nos en su momento lcfr. infra, cap. VIII, 2, e)]
que el régimen de los religiosos es más detallado: distingue entre los negocios realizados con o
sin mandato, así corno los actos jurídicos concluidos con o sin licencia. Estas reglas más precisas
pueden también servir de inspiración para la redacción de estatutos de entes de diversa índole.
54. Con fecha 12 de febrero 2004, el Consejo Pontificio para los textos legislativos ha
aclarado, por si cupiera duda, la ausencia de responsabilidad económica objetiva del superior -y
concretamente de Ja Santa Sede- cuando concede una licencia requerida para la enajenación que
quiere realizar una persona jurídica pública sometida a su jurisdicción: «Cuando la Santa Sede
concede licencia para enajenar bienes eclesiásticos no asume las posibles responsabilidades eco-
nómicas relacionadas con la enajenación, sino que únicainente garantiza que dicha enajenación
es congruente con los fines del patrimonio eclesiástico( ... ). La licencia de la que se trata no es,
por lo tanto, un acto de do1ninio patrimonial, sino de potestad administrativa ( .. ). Dado que la
función priinacial respecto de los bienes eclesiásticos forma parte de la esfera pública del gobier-
no de la Iglesia, el Romano Pontífice no está en ningún caso obligado a responder de las conse-
cuencias de los actos de administración económica realizados por los administradores in111ediatos
de los bienes de las distintas personas jurídicas, precisamente porque no es administrador de los
mismos, en el sentido del derecho privado, sino que lo es vi prilnatus regÍlninis, en virtud de una
posición pública en la Iglesia» (CONSEJO PONTIFICIO PARA LOS TEXTOS LEGISLATIVOS, Nota Lafun-
zione del!' autoritG ecclesiastica sui beni ecclesiastici, n. 12, o. c., p. 32; la traducción del original
italiano es nuestra). Véase también la nota 14 de este mismo documento, que señala que no existe
responsabilidad objetiva del Obispo o del Superior co1npetente, excepto en el caso de que el re-
presentante legal haya manifestado con claridad sus intenciones no correctas y haya actuado con
la licencia del superior. Aun así, la Nota recuerda que no se puede confundir la responsabilidad
personal del Obispo o del superior con la responsabilidad del ente (cfr. ibid., p. 27).
173
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
55. Cfr. J. HERRANZ, The personal poit er of governance of the diocesan Bishop, en Conz
1
174
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES ECLESIÁSTICOS
57. Sobre la cuestión de la vigilancia del Ordinario respecto a los entes privados, véase
supra, cap. III, 2, e).
58. Para la norn1ativa sobre las licencias necesarias para algunos actos, adetnás de los re-
quisitos de previo parecer o consenso. véase Íl~fra, cap. VIL 2. La exigencia del permiso escrito
es confonne a los ce. 37 y 59 § 1 en inateria de actos administrativos.
59. La CEI, por ejemplo, denomina a este otro oficial de la curia «director del departa1ncn-
to ad1ninistrativo diocesano». (cfr. CEL lstru::,ione .. ., o. c., n. 85-86 y 90).
175
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
B) LA FACULTAD DE REGLAMENTACIÓN
0) INTERVENCIONES SUBSIDIARIAS
Por último, hay que considerar dos supuestos importantes en los que el
Obispo (u Ordinario) diocesano debe intervenir con carácter subsidiario:
I .º)En caso de negligencia de los administradores inmediatos, será necesa-
ria una intervención directa"'. También deberá intervenir de modo directo para
nombrar el administrador de una persona jurídica pública, si no está previsto
ningún otro medio jurídico para designarlo (cfr. c. 1279).
176
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES ECLESIÁSTICOS
2.") En caso de que un ente sujeto no haya determinado cuáles son los actos
de administración extraordinaria, corresponde al Obispo diocesano determi-
narlos (cfr. c. 1281 § 2). Esto significa que, en tales casos, el Obispo diocesano
se reserva la intervención en el proceso de deliberación de los actos del ente,
cuando lo considere oportuno.
61. Para una visión sintética de la potestad primacial del Ron1ano Pontífice en materia
patri1nonial, véanse, entre otros, F. SALERNO, / beni ten1porah della Chiesa e i! potere pri111a:iale
del Ro111ano Ponte.fice, en R. FUNGHlNI (ed.), J beni ten1porali della Chiesa, (Studi Giuridici, n.
50), Citti del Vaticano, 1999, pp. 103-141; M. MARCHES!, La Santa Sede e i beni ecclesiastici,
en GRUPPO ITALIANO DoCENTI DI D!RITTO CANONICO. l beni te111porali della Chie.1·a, o. c .. pp.
117-128.
62. Cfr. supra, cap. 11, 5.
63. Hc1nos ya señalado que, desde el punto de vista de la colegialidad episcopal -dimen-
sión muy relevante en Ja doctrina del Concilio Vaticano II-, no se puede hablar de esta formula-
ción como una novedad. Al contrario, puesto que, a pesar de las referencias de los ce. 330 y ss. al
respecto, la 1nis1na parece no to1nar en consideración este te1na.
64. El Ro1nano Pontífice tiene tan1bién la facultad de regular y ejercitar la potestad fiscal
de la Iglesia (cfr. c. 1260).
177
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
178
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES ECLESIÁSTICOS
71. Cfr. A. LAURO, La Congregaz.ione per il clero, en La Curia romana .. , o. c., pp. 331-342.
72. PB, art. 98.
73. Cfr. c. 1264, 1".Véase supra, cap. V, 2.
74. Cfr. c. 1272. Véase supra, cap. V, 5.
75. Cfr. c. 1292 § 2. Véase supra, cap. VI, 1 y VII, 2.
76. Cfr. PB, art. 97, 2°. Véase supra, cap. V, 1, a), 4) y 6).
77. Según las mencionadas disposiciones de la const. ap. PB, por patriinonio artístico e
histórico se entienden todas las obras antiguas de cualquier arte. Estas obras deberán custodiarse
y conservarse con suma diligencia y, si su uso específico hubiera cesado, se expondrán de manera
apropiada en museos de la Iglesia o en otros lugares. Corresponde a la Comisión ayudar a las
Iglesias particulares y a los organismos episcopales, si fuera el caso, para la constitución de mu-
seos, archivos y bibliotecas, o para sensibilizar al pueblo de Dios sobre la conservación del patri-
monio histórico y artístico de la Iglesia. La buena gestión de los bienes culturales constituye una
tarea importante dentro de Ja administración eclesiástica; los administradores, a todos los niveles,
deben cumplir sus deberes con sentido de responsabilidad, sin incurrir en el error de infravalorar
este aspecto, con el pretexto de que no se trata de una directa cura ani111arum.
78. Cfr. JUAN PABLO II, m.p. lnde a Pontijicatus Nostri del 25 de marzo de 1993, art. 4,
AAS 85 (1993) pp. 549-552.
179
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
79. Cfr. M. LINSCOTT, La Congrega::,ione per gii lstituti di vita consacrata e perle SocietG
di vita apostolica, en La Curia nnnana .... o. c., pp. 343-358. Esta materia será tratada más ade-
lante (cfr. infra, cap. VIII).
80. Cfr. V. DE PAOLIS, La Congregazione per l'evangelizzazione dei popoli, ibid., cap.
VIII.
81. Cfr. art. 6, nota 6, del RGCR.
82. Cfr. M. BROGI, La Congregazione perle Chiese Orientali, ibid. pp. 239-267.
83. Para un estudio global sobre el origen, el desarrollo, la doctrina conciliar y Ja naturaleza
de las Conferencias episcopales, véase G. FELICIANI, Le Conferenze episcopali, Bologna 1974.
180
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES ECLESIÁSTICOS
A) FUNCIÓN NORMATIVA
84. Los concordatos o pactos entre la Iglesia y Jos Estados pueden atribuir a la Conferencia
episcopal algunas competencias administrativas más amplias que las concedidas por el CIC 83.
85. Cfr. J.T. MARTÍN DE AGAR, Bienes temporales ... , o. c., pp. 708-709.
86. Si bien han sido reducidas respecto a cuanto estaba previsto en los pri1neros proyectos:
se ha pretendido evitar que un aumento del poder de las Conferencias episcopales pudiese influir
negativamente sobre la función de los Obispos diocesanos, que gozan -cada uno en la propia
diócesis- de una potestad propia y una responsabilidad individual (cfr. Com 16 tJ 984] p. 32; V.
DE PAOLIS, De bonis ... , o. c., p. 83; F.R. AZNAR GIL, La administración ... , o. c., pp. 314-315). El
profesor Aznar, aunque no habla de Ja existencia de un nivel propiainente dicho, pone de relieve
el papel de las Conferencias episcopales en esta materia.
87. Por eje1nplo, la CEI, en cuanto instancia coordinadora de las relaciones económicas
supradiocesanas, ha desarrollado una gran actividad normativa, sobre la base de las competen-
cias atribuidas por el Código y por las disposiciones concordatarias. De particular relevancia
son las delibere nn. 4, 6, 15, 20, 37, 38 -todas posteriores a la entrada en vigor del CIC 83-, el
Testo unico en materia de sostenimiento del clero (deliberan. 58), la deliberan. 57 relativa al
llamado «ocho por mil» y, finalmente, las orientaciones sobre los bienes culturales dadas para
la tutela y conservación del patri1nonio histórico-artístico de la Iglesia en Italia (cfr. CEI, 1 beni
culturali della Chiesa in Italia. Orientan1enti, en Notiziario ... , 9 de diciembre de 1992, pp.
309-336; así como CESEN, Codice dei beni culturali di interesse religioso, Milano 2003, pp.
844-866). Para una presentación global, véase M. MARCHESJ, Diritto canonico cornplementare
italiano, Bologna 1992.
181
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
3.º) dar normas sobre la petición de ayudas para la Iglesia (cfr. c. 1262),
sobre la cuestación de limosnas para fines píos (cfr. c. 1265 § 2) y sobre arren-
damientos (cfr. c. 1297);
4.º) establecer qué actos son de administración extraordinaria en la gestión
del patrimonio diocesano (cfr. c. 1277);
5.") fijar los valores mínimos y máximos, entre los cuales los actos de dis-
posición requieren algunos requisitos (cfr. c. 1292 y ss.).
B) FUNCIONES DE ADMINISTRACIÓN
1) La administración mediata
182
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES ECLESIÁSTICOS
183
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
184
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES ECLESIÁSTICOS
tión económico-financiera de la Santa Sede durante este periodo se lleva por se-
parado. La actividad del camarlengo se somete posteriormente a la valoración del
nuevo Romano Pontífice, a quien corresponde aprobarla y, en su caso, proveer
a través de Ja Prefectura de los asuntos económicos de la Santa Sede -de la que
hablaremos enseguida- a la consolidación de la gestión en Sede vacante 93 •
93. El cardenal camarlengo tiene, además, el derecho-deber de pedir a todas las adminis-
traciones dependientes de la Santa Sede, personalmente o por medio de un delegado suyo, los
infonnes sobre su estado patrimonial y económico, así como también las informaciones relativas
a los asuntos extraordinarios que entonces pudieran hallarse en curso; y de pedir también a la
Prefectura de los asuntos económicos de la Santa Sede el balance general del año anterior y el
presupuesto para el año siguiente. Está obligado a presentar estos informes y cuentas al Colegio
cardenalicio (cfr. PE, art. 171 § 2). Véase también, F. SALERNO, Gli Uffici, o. c., p. 491.
94. Sobre el contenido del patrimonio de la Santa Sede, véase J.-B. D'ONORIO, Le Pape et
le gouvernement ... , o. c., pp. 375-383. Conviene tener en cuenta que la propiedad se ha dividido
y que se realizan presupuestos separados para la Santa Sede, el Estado de la Ciudad del Vaticano
y el Vicariato de Roma (que tiene la misma consideración que las otras diócesis).
95. El papel de mera «asistencia» de la comisión cardenalicia induce a pensar que no se
trata de un gestión colegial, a pesar de que los redactores han calificado a la comisión como
consejo de administración (cfr. F. SALERNO, Gli Uffici, o. c. p. 496; Schema legis peculiaris De
Curia Ro1nana, art. 158).
185
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
96. Conviene precisar que la responsabilidad administrativa sobre las ofrendas de los
fieles que llegan a la Santa Sede para sus necesidades financieras (incluido el Óbolo de San
Pedro) ha sido transferida, desde hace tiempo, a la Secretaría de Estado, así como también sobre
las contribuciones de las diócesis a la Santa Sede por su servicio a la Iglesia Universal (cfr. c.
1271). Las contribuciones a la Santa Sede en virtud del c. 1271 las gestiona la Secretaría de
Estado, en colaboración con la Prefectura de asuntos económicos y de acuerdo con el Consejo
de cardenales para el estudio de los problemas organizativos y económicos de la Santa Sede
[cfr. infra. 6. d.].
97. El Instituto para las Obras de Religión (I.0.R) fue fundado por Pío XII en 1942, para
asegurar una autonomía financiera respecto al Estado. Se trata de un organismo financiero del
Vaticano, que cuida de la administración de las obras de religión de la Iglesia Universal. En sus
relaciones externas constituye, en cie110 sentido, un banco central junto con la sección extraordi-
naria del APSA (banco central de la Santa Sede): pero las reglas internacionales no autorizan el
tener más de uno por país. Sin embargo, los fondos depositados no son propiedad del Vaticano
ni de la Santa Sede (y menos de! 1.0.R. mismo), y el organismo está totalmente separado de los
organismos de la Santa Sede. Desde 1989, el I.O.R. está dirigido por un Consejo (de supervisión}
de cinco expertos financieros internacionales nombrados por la conüsión cardenalicia (cfr. sus
estatutosenAAS92 [19901 pp.1619-1629).
98. Cfr. F. SALERNO, Gii Uffici, o. c .. p. 497.
99. Es necesario señalar que la Congregación para la evangelización de los pueblos goza
de autonomía financiera y administrativa. Por ello, el RGCR excluye la competencia del APSA
y establece que cada vez que se hace una referencia al APSA, para dicha Congregación, tal refe-
rencia se entiende hecha a su administración (cfr. art. 6, nota 6).
186
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES ECLESIÁSTICOS
1. º) Examinar las relaciones sobre el estado patrimonial y económico, así co1no los
balances y presupuestos de las citadas administraciones, inspeccionando, si lo conside-
ra oportuno, los libros de contabilidad y los documentos.
2. 0 ) Preparar el presupuesto y el balance general de la Santa Sede y someterlo a Ja
aprobación de la autoridad superior en el plazo establecido.
3.º) Vigilar las iniciativas económicas de las administraciones y dictaminar sobre
los proyectos de mayor importancia.
4. º) Ocuparse de los daños causados de cualquier modo al patrimonio de la Santa
Sede, con el fin de promover, si fuera necesario, acciones penales o civiles, ante los
tribunales competentes. Esto implica coordinar su competencia en esta materia y la
del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica, al que corresponde juzgar sobre la
ilegititnidad de los actos ad1ninistrativos, incluida la reparación de daños derivados de
esa actividad ilegítima 101 •
Creado en 1981 por Juan Pablo Il"", este organismo (ahora regulado por
PB, arts. 24-25) «consta de quince cardenales, todos ellos obispos de Iglesias
particulares de las diversas partes del orbe, nombrados por el Romano Pontífice
para un quinquenio». Lo convoca el Cardenal Secretario de Estado"", ordina-
riamente dos veces al año, para examinar los problemas organizativos y econó-
micos de la Santa Sede y de las instituciones vinculadas a ella, y cuenta con el
auxilio de expertos en estas cuestiones, cuando sea necesario. Recibe también
información sobre la actividad del Instituto para las Obras de Religión, pero
187
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
188
CAPÍTULO VII
ESTRUCTURA ECONÓMICA
DE LA DIÓCESIS Y DE LA PARROQUIA
l. Cfr. C. REDAELL!, La responsabilitá del Vescovo diocesano nei confronti Jei beni ec-
clesiastici, en Quaderni di diritto ecclesiale, 4 (1991) especialmente pp. 317-319. Sobre la es-
tructura económica de la diócesis, véanse los diversos estudios reunidos en AA.VV., La Curia
diocesana. La función ad1ninistrativa, Salamanca 200 l.
189
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
que es más amplia que la de Obispo diocesano'· Hay que tener también en
cuenta la importante distinción entre administración inmediata y administración
mediata: corresponde al Ordinario del lugar la administración inmedfata de los
bienes de la diócesis y de las demás personas jurídicas por él administradas (cfr.
c. 279 § 1); le corresponde también la administración mediata de los bienes de
las personas jurídicas sujetas a su jurisdicción, como por ejemplo: parroquias,
seminario, fundaciones, asociaciones públicas de fieles ... (cfr. c. 1276 § 1). Por
lo que se refiere a las personas jurídicas no sujetas al Obispo diocesano (por
ej., asociaciones y fundaciones erigidas por la Santa Sede o por la Conferencia
episcopal), el mismo Obispo diocesano es competente para conceder la licencia
de enajenación de bienes cuyo valor esté comprendido entre la suma mínima y
máxima establecidas por la Conferencia episcopal, pero solo en caso de inde-
terminación de las normas estatutarias (cfr. c. 1292 § 1). En estas páginas, nos
interesan sobre todo los aspectos relativos a la administración inmediata de los
bienes eclesiásticos que corresponde al Ordinario del lugar.
En este nivel, la potestad del Obispo diocesano es muy amplia: en efecto,
a tenor de los ce. 391, 393 y 1279, él es, simultáneamente, el administrador de
los bienes diocesanos y el representante oficial de la diócesis. Todos los demás
órganos de administración a él sujetos participan de su autoridad y le ayudan.
Concretamente, el Obispo es el responsable de la organización y de la adminis-
tración de los bienes de la diócesis:
!.º) La organización implica una diversidad de actuaciones: por ejemplo,
erigir el instituto diocesano para la sustentación del clero y constituir el fondo
diocesano para las demás necesidades (cfr. c. 1274); dotar a cada uno de ellos
de estatutos y órganos propios; establecer los bienes e ingresos que les corres-
ponden y acordar con otros obispos posibles formas de colaboración interdio-
cesana.
2.º) Por lo que respecta a la administración de los bienes, del Obispo se
espera no solo el adecuado funcionamiento de los servicios, sino también la
vigilancia para que se respeten los fines, así como una efectiva contribución a
la financiación de la Sede Apostólica. Todo esto supone, entre otras cosas, una
serie de cargas: fijar y organizar según derecho las necesarias colectas y tribu-
tos; determinar el destino de los fondos recogidos, así como las modalidades de
administración y de distribución. Obviamente, en el ejercicio de sus funciones
administrativas, el Obispo tendrá en cuenta las opciones y prioridades funda-
mentales de la diócesis.
Si se examina la actividad del Obispo desde el punto de vista de la natu-
raleza de sus actuaciones, se constata que la organización y la administración
190
ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA DIÓCESIS
C) VIGILANCIA Y CONTROL
3. Sobre la función del Obispo diocesano respecto a los entes que. de acuerdo con sus
estatutos. no le están Sl(jetos, véase el c. 1292 § 2. Véanse también, los ce. 1287 § 2; 1284 § 3;
1304 § 2; 264 y 1263.
4. Cfr. ce. 392 § 2 y 1276 § l.
191
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
5. Además de oír el parecer o de contar con el consentimiento del Consejo de asuntos eco-
nónücos y del Colegio de consultores (de acuerdo con las reglas que rigen estos organismos), el
Obispo puede tener también la obligación de pedir el parecer o el consentimiento de otros entes
o personas, a tenor del derecho universal o propio, o de las tablas de fundación (cfr. ce. 1277 y
127).
6. Véase, para las diversas Conferencias episcopales, J.T. MARTÍN DE AüAR, Legisla::,io-
ne ... , o. c. Para España, la Conferencia Episcopal Española determinó modificar reciente1nente
dichas cantidades en su LXXXVII Asan1blea Plenaria, de 20 a 24 de noviembre de 2006 y fijar
el lúnite 1nínimo en 150.000 euros y el límite máximo en 1.500.000 euros. Esta disposición ob-
tuvo la recognitio de la Santa Sede el 7 de febrero de 2007 (BOCEE 78 [2007] p. 3). En Italia,
la CEI ha establecido que la su1na míni1na y la suma máxima para los actos del c. 1292 § 1 sea,
respectivmnente. de 250.000 euros y un millón de euros (cfr. Decreto del 27-III-99 en Notiz.iario
della Conferen::a episcopale italiana, 31.IlI.1999, p. 85). Añadimos, a continuación, algunas
referencias a Ja normativa de Conferencias Episcopales latinomnericanas. Estos datos los hemos
obtenido de CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO-CELAM, Código de Derecho Canónico. Edi-
ción bilingüe}' anotada, JI, Colombia 20066 • Nos limitaremos a citar las cantidades:
- Argentina: 1náxima, 300.000 dólares USA y tnínima, 30.000 dólares USA;
- Bolivia: máxima, el equivalente en moneda nacional a 300.000 dólares USA y míni1na.
el equivalente en moneda nacional a 30.000 dólares USA;
- Colo1nbia: máxi1na, el equivalente en moneda nacional a 300.000 dólares USA y míni-
1na, el equivalente en moneda nacional a 10.000 dólares USA;
- Chile: 111áxiI11a, 14.000 Unidades de Fomento y míni111a, 700 Unidades de Fo1nento;
- Ecuador: máxima, mil veces el monto del salario 1nínimo vital 1ncnsual y míniI11a, diez
veces el monto del salario 1níni1no vital mensual;
- El Salvador: máxima, el equivalente en moneda nacional a 100.000 dólares USA y 111íni-
ma, el equivalente en 111oneda nacional a 40.000 dólares USA;
192
ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA DIÓCESIS
193
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
194
ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA DIÓCESIS
195
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
la enajenación (cfr. BOCEE 3 [ !984] p. 103 y BOCEE 78 [2007] p. 3). En Italia, se requiere para
la válida enajenación de bienes que constituyen, por legítima asignación, el patri1nonio estable y
cuyo valor está comprendido entre 250.000 y 1.000.000 de euros (cfr. Delibera, n. 20), así como
para estipular contratos de arrendan1iento de inmuebles pertenecientes a la diócesis, cuyo valor
sea superior a los 250.000 euros, excepto en el caso de que el an·endatario sea un ente eclesiástico
(cfr. Delibere 20 y 38).
16. En España, se consideran actos de administración extraordinaria los recogidos en el art.
16, § 1 del II Decreto General de la CEE (BOCEE 6 [1984] p. 64); es decir, los siguientes;
«l.º Los expresamente declarados tales con carácter general o, para entidades determina-
das, por su propio derecho;
2.° Cuando modifican sustancialmente o suponen un riesgo notable para la estructura del
patrünonio de Ja entidad eclesiástica correspondiente;
3.º La inversión de dinero y los cambios de las inversiones hechas siempre que supongan alte-
ración notable en la naturaleza de los bienes que se invierten o riesgo grave para la inversión, cuan-
do su valor exceda el lúnite míni1no fijado por la Conferencia Episcopal a efectos del c. 1292».
Para Italia (de acuerdo con las delibere nn. 20 y 37), se consideran actos de extraordinaria
ad1ninistración:
- la enajenación de bienes inmuebles que no forman parte por legítima asignación del pa-
triinonio estable de la persona jurídica y cuyo valor es superior a 250.000 euros;
- la decisión de nuevas partidas de gasto respecto a las contenidas en el presupuesto apro-
bado y que supongan un gasto superior a 250.000 euros;
poner en marcha, asu1nir o participar en actividades que se consideran comerciales a
efectos fiscales;
- el cambio de destino en el uso de inmuebles de valor superior a 250.000 euros;
- la ejecución de obras de construcción, reestructuración o manutención extraordinaria por
valor superior a 250.000 euros;
cualquier acto relacionado con bienes muebles o ininuebles de carácter artístico, históri-
co o cultural, cualquiera que sea el importe;
- contratar personal dependiente por tiempo indeterminado.
17. En Italia, por ejemplo, para la enajenación de un inmueble de valor superior a 250.000
euros. Además, el consentimiento se exige también para los contratos de arrendamiento de inmue-
bles pertenecientes a otra persona jurídica administrada por Obispo diocesano, cuyo valor supere
esta su1na, excepto si el arrendatario es un ente eclesiástico (cfr. Delibere 20 y 38). En España,
no se utiliza esta distinción entre los bienes inmuebles y los del patriinonio estable a efectos de
la enajenación.
18. En el cap. VIII, estudiaremos los controles previstos para los actos de los Institutos de
vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica.
196
ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA DIÓCESIS
B) EL ECÓNOMO
Por lo que se refiere a las competencias del ecónomo, hay que distinguir
las que le confía el mismo derecho (l.º-3.º) y otras suplementarias dadas por el
Obispo diocesano (4.''-5. 0 ):
19. Históricamente, la administración de los bienes comunes de la Iglesia fue confiada por
los apóstoles a los diáconos. La función del ecónomo se configuró de modo estable a partir del
siglo III. Más tarde, tras el Concilio de Calcedonia (451), el oficio de «ecónorao del Obispo»
pasó a ser preceptivo -el ecóno1no ad1ninistra los bienes de la diócesis ex mandato suo-, para que
el Obispo pudiese centrar su atención en la actividad pastoral, así como para asegurar una gestión
de calidad (cfr. F.X. WERNZ~P. VIDAL, Ius Canonicum, IV/2. De rebus, o. c., p. 187, n. 737).
20. Cfr. P. URSO, Le strutture .. ., o. c., p. 342.
21. Por lo demás, no se debe confundir el ecónomo con el moderador del que trata el c. 473 § 2.
197
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
C) EL COLEGIO DE CONSULTORES
198
ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA DIÓCESIS
D) EL CONSEJO PRESBITERAL
25. Ya hemos señalado que para imponer tributos diocesanos debe, en cambio, escuchar al
Consejo presbiteral (cfr. c. 1263).
26. Véase supra, 2. a). Cfr. ce. 1277, 1292 y 1295. Sobre la necesidad de la intervención
del mismo colegio para los actos de mayor importancia, véase Co111 12 ( 1980) p. 114.
27. Teniendo en cuenta el carácter propio de cada organismo, parece preferible, aunque
el derecho no lo exija, que el Colegio de consultores se pronuncie sobre la oportunidad pastoral
del proyecto, antes de que el Consejo de asuntos económicos dé su parecer o juicio sobre los
aspectos estrictamente económicos y financieros de la cuestión (cfr. F. DANEELS, De dioecesanis
corresponsabilitatis organis, o. c., p. 313).
28. El c. 500 § 2 prevé la necesidad de su consentimiento «únicmnente en los casos de-
tenninados expresamente por el derecho». Pero, del conjunto de la normativa codicia!, se puede
afirmar que al Consejo presbiteral se le confía emitir opiniones no vinculantes, mientras que al
Colegio de consultores y al Consejo de asuntos económicos se les reservan los casos en que hay
que dar un voto vinculante (por ej., ce. 272, 485, 1277, 1292 § 1, 1524 § 2). Véase J.!. ARRIE-
TA, Conientario al c. 500, en Código .. ., o. c.; una recopilación de los estatutos de los Consejos
presbiterales en Italia puede encontrarse en G. DI MATTIA, I consigli presbiterali: qualifica:::,ione
ecclesiologico-giuridica, en PONTIFfCIUM CONSILIUM DE LEGUM TEXTIBUS INTERPRETANDIS, /us in
vita et in nlissione Ecc/esiae, CittU del Vaticano 1994, pp. 418-425.
199
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
29. Sobre las funciones del Consejo presbiteral, véanse, entre otros, M. MORGANTE, La
Chiesa particolare ne! Codice di Diritto Canonico, Torino 1987, pp. 254-265; R. PAGÉ, Les Égli-
ses particulii:res, l. Montréal-Paris 1985, pp. 145-150.
30. Cfr. Com 12 (1980) pp. 409-410. Por lo que respecta al concepto de sustentación y
su contenido, véase C. REDAELLI, JI sostentan1ento del clero, en GRUPPO ITALIANO DOCENTI DI
DIR!TTO CANON!CO, J beni temporali della Chiesa, o. c., pp. 177-180.
200
ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA DIÓCESIS
hace falta, por tanto, estar incardinado en la misma diócesis: los clérigos secu-
lares y religiosos incardinados en otro lugar -incluso en otro país- que prestan
servicio de modo estable a la diócesis, también se pueden beneficiar". De to-
das formas, habrá que estudiar el derecho particular y tener en cuenta algunos
otros criterios que señalaremos más adelante.
La cláusula «a no ser que se haya establecido otro modo de cumplir esta
exigencia» (cfr. c. 1274 § 1) constituye una excepción a la regla que obliga a
crear este organismo diocesano. Hay que tener en cuenta la gran variedad de
situaciones que se presentan en el mundo entero. En algunos países, el sistema
beneficia! no se ha desarrollado porque, entre otras cosas, el Estado cubría ya
las necesidades de la mayor parte del clero. También por esta razón, se consi-
dera preferible mantener separado el Instituto para la sustentación del clero y
la caja común para las demás necesidades diocesanas 32 • Además, hay que te-
ner en cuenta las circunstancias personales de los clérigos. Puede suceder, por
ejemplo, que un sacerdote reciba ya una remuneración personal en razón de un
contrato de trabajo que tenga por objeto una prestación de naturaleza eclesial
(por ej., enseñar religión en una escuela), cosa que haría innecesaria la remune-
ración por parte del mencionado Instituto.
¿Cuál es la naturaleza de esta institución? Si el Obispo decidiese erigirla
como persona jurídica, se trataría de una fundación autónoma diocesana. Es-
taríamos ante un ente de carácter patrimonial -no es una universitas persona-
rum, sino una universitas rerum- con personalidad jurídica propia (cfr. c. 115)
erigida por el Obispo diocesano". Si, en cambio, el Obispo prefiriese que los
bienes quedasen a nombre de la diócesis, no adquirirían personalidad jurídica
propia, pero sí deberían gozar de plena autonomía contable. En cualquiera de
los dos casos, deberá tener una organización propia, establecida por sus propios
estatutos o normas internas 34 •
Por lo que se refiere a la cuestión de los recursos económicos, el Código
señala algunas fuentes:
201
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
l.º) las rentas y las dotes de los beneficios que se vayan extinguiendo (cfr.
c. 1272);
2. 0 ) los bienes de determinadas fundaciones pías no autónomas una vez
vencido el plazo para el que fueron constituidas (cfr. c. 1303 § 2);
3.º) sobre todo, los bienes y las oblaciones destinados al Instituto por el
Obispo o por los donantes (cfr. c. 1274 § 1). Ya hemos subrayado la insistencia
del Concilio en que, como regla general, se procure que los fieles ayuden con
ofrendas generosas; lo cual no impide, obviamente, que haya otras fuentes de
ingresos, como las contribuciones estatales a las que ya nos hemos referido.
202
ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA DIÓCESIS
37. El Fondo Común Interdiocesano realiza esta función en España. Se rige principahnente
por el Reglamento de Ordenación Económica de la CEE de 1 de diciembre de 1984 (BOCEE 5
[19851 pp. 19-25). El art. 6 establece que estará constituido por todos aquellos bienes, valores,
derechos y cualesquiera aportaciones entregadas a la Iglesia en España o a la CEE para el soste-
nimiento y actividades de las diócesis, de otras entidades dependientes de la Iglesia, de la misma
Conferencia episcopal, o para las necesidades generales de la Iglesia en España, cuya distribu-
ción deba ser determinada por la misma Conferencia episcopal. Se nutre fundamentalmente de
la ayuda económica percibida a través del Estado, y de las aportaciones de las diócesis, fieles,
etc., para la interco1nunicación de bienes entre todas ellas. Sobre la adquisición por asignación
presupuestaria, véase J. fERRER ÜRTIZ (dir.), Derecho Eclesiástico ... , o. c., pp. 210-213.
38. Respecto a las razones de naturaleza eclesiológica que motivaron este cambio, véase
Com 12 (1980) pp. 408-409.
203
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
39. Para 1natizar la obligación de constituir este Instituto, se sustituyó la expresión «quan-
tum fieri potest» por «quatenus opus sit» (cfr. Com 12 [ 1980] p. 408).
204
ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA DIÓCESIS
que se sigue una gran flexibilidad para poder buscar la solución más adecuada
a cada país o región"°. De todas formas, conviene no perder de vista que los
trabajos preparatorios excluyeron expresamente la posibilidad de que la masa
de bienes fuese la misma para la sustentación del clero y para «las demás ne-
cesidades» de la diócesis. Nada impide, en cambio, que dentro de este fondo
común se establezcan cuentas con gestión separada o departamentos".
40. Según López Alarcón, la creación de un único fondo común diocesano para todas las
necesidades de la diócesis -en lugar de tres- no estaría permitida por el Código (cfr. M. LóPEZ
ALARCÓN, Co1nentario al c. 1274, en Código ... , o. c.). Azoar Gil, en ca1nbio, considera que el
legislador no prohíbe esta posibilidad, que admite excepciones a nivel del derecho particular. Así,
por ejemplo, sería posible constituir una sola masa común diocesana estableciendo, si fuese el
caso, distintas secciones o departainentos autóno1nos (cfr. F. AZNAR GIL, La administración ... ,
o. c .• pp. 319-320).
41. En el caso de Italia, el ente diócesis puede proveer a las finalidades de que trata el c.
1274 § 3 con un fondo común para las personas que sirven a la Iglesia distintas de los clérigos,
para las diversas necesidades diocesanas y para la ayuda a las diócesis más necesitadas. Se pre-
vén, además, cuatro posibles fondos diocesanos no autónomos: 1°) el fondo común diocesano,
en el sentido del c. 1274 § 3; 2º) el fondo de solidaridad para los sacerdotes ancianos y dis-
capacitados: constituido para completar las prestaciones de los entes públicos (estatales) y las
contribuciones de los institutos para el clero en los casos de mayor necesidad; 3º) el fondo perla
caritiI; 4º) el fondo para las actividades misioneras de la diócesis (incluida la sustentación de los
llamados sacerdotes «fidei donum» ). Cfr. CEI. Istru::.Jone .. ., o. c., n. 89.
42. Sobre la adquisición de personalidad civil de las parroquias en España, véase art. l, 2)
del Acuerdo entre el Estado E~pañol }' la Santa Sede sobre Asuntos Jurídicos. Cfr. también, J.
FERRER ÜRTIZ (dir.), Derecho Eclesiástico ... , o. c., pp. 194-205. Para Italia, véase, entre otros,
F. F!NOCCHIARO, Diritto Ecclesiastico, Bologna 1990, pp. 217 y ss. Para diversos aspectos del
derecho patrimonial en el ámbito de la parroquia, véase AA.VV., La parroquia desde el nuevo
derecho canónico, Salamanca 1991.
205
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
43. Soluciones diversas se pueden encontrar, por ejemplo, en algunos cantones suizos (cfr.
J.-C. PÉRISSET, La paroisse, Paris 1989, pp. 108-113).
44. En caso de una mala gestión económica que haya causado grave daño a la Iglesia, si
no se puede poner remedio de otro modo, el Obispo diocesano puede removerlo de la parroquia
a norma del derecho (cfr. c. 1741, 5°).
45. Cfr. supra, cap. VI, 2.
46. Véase, por ejemplo, Vademecum della Diocesi di Milano per l'a1nntinistrazione delle
parrocchie, Milano 1994.
206
ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA DIÓCESIS
207
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
49. En el supuesto del c. 517 § 2, es decir, en el caso de una parroquia confiada a un diá-
cono, a un fiel no ordenado o a una comunidad de personas por escasez de sacerdotes, el Obispo
debe notnbrar un sacerdote para que actúe como moderador, con la potestad y las facultades del
párroco: obviamente, este sacerdote será el representante legal de la parroquia.
Existe también la posibilidad de que la parroquia sea confiada a un Instituto religioso cle-
rical o a una Sociedad clerical de vida apostólica. En este caso, entra en juego la prohibición de
designar a una persona jurídica como párroco (cfr. c. 520 § 1). De modo análogo a como sucede
cuando la parroquia se confía in solidu1n, habrá que no1nbrar párroco o moderador a un sacerdote
del Instituto o de la Sociedad, que tendrá la doble función de administrador y representante legal
de la parroquia. Los aspectos económico-administrativos deberán regularse, junto a la labor pas-
toral que debe ejercerse, mediante un acuerdo establecido entre el Obispo diocesano y el Superior
co1npetente. Véase infra, cap. VIII, 2, g).
50. Si una persona distinta del representante legal interviene en un determinado negocio
jurídico representando a la parroquia, es necesario que cuente con un mandato procuratorio dado
por el mismo representante legal de la parroquia y válido a efectos civiles.
51. Cfr. ce. 539 y 540. Véase, J.-C. PÉR!SSET, La Paroisse ... , o. c., pp. 108-113.
52. JUAN PABLO II, Const. Apost. Sacrae disciplinae le gis, en AAS 75 (1983) XL
53. Para una presentación general del instituto, véase V. DE PAOLIS, JI Consiglio parrocchia-
le per gli affari economici e i beni patrinioniali della parrocchia, en AA.VV., La parrocchia,
Cittá del Vaticano I997, pp. 267-288.
54. Entre los principales textos conciliares en materia, cabe referirse a AA, 10 y PO, 17c.
208
ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA DIÓCESIS
209
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
59. Cfr. c. 127 § 2, 2°; CEI, lstruzione ... , o. c., n. 106. En el Reglamento que el Obispo
diocesano puede dar, cabría exigir, como condición previa para la concesión de las autoriza-
ciones canónicas, que el párroco haya pedido el parecer de este Consejo para realizar actos de
extraordinaria administración sobre bienes parroquiales (cfr. M. MARCHES!, Come amministrare
la parrocchia, Bologna 1989, p. 47; M. CALVI, ll Consiglio parrocchiale per gli affari econo-
mici, o. c., p. 26). Por ello, parece preferible que se exija sin más la opinión del Consejo co1no
condición previa para la autorización para los actos de extraordinaria administración (cfr. M.
MORGANTE, L'a1nministrazione ... , o. c., p. 121). Sin en1bargo, a tenor de los ce. 20 y 1279 § 1,
no se puede negar que el derecho particular no revocado puede exigir el parecer favorable, y, por
tanto, vinculante del Consejo.
60. Cfr. Enchiridion Vaticanun1 4 (1971-1973) pp. 1429 y 1461-1463. Sobre la génesis
del Consejo pastoral, véase G. CESCHIN, Il Consiglio pastorale parrocchiale. Genesi, natura e
funziona1nento, Roma 1992, pp. 37-106.
61. Cfr. J. ALESSANDRO, Thefinance Council. .. , o. c., p. 399.
62. Sobre esta cuestión, véanse P.G. MARCUZZI, Il Consiglio pastorale parrocchiale, en
lus in vita .. ., o. c., p. 461; F. CüCCOPALMERIO, La (<consultivitñ» del Consiglio per gli ajfari
economici della parrocchia (ce. 536-537), en Quaderni di diritto ecclesiale 1 (1988) pp. 60-65;
A. BORRAS, Les co1nmunautés paroissiales. Droit canonique et perspectives pastorales, Paris
1996, pp. 247-249. Para un análisis de normas concretas existentes en Alemania, G.P. MoNTINI,
Jl Consiglio pastora/e parrocchiale nei direttori delle diocesi tedesche, en Quaderni di diritto ec-
clesiale 1 ( 1988) pp. 39-51; para Francia, D. LE TOURNEAU, Les Conseils .. ., o. c., pp. 621-627.
210
ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA DIÓCESIS
63. Cfr. Co1n 14 (1982) p. 226. Véase tainbién, A. BORRAS, Les co1n1nunautés paroissia-
les .. ., o. c., p. 254.
64. Nótese, a título de ejemplo, que el mencionado borrador de Regola111ento de la CEI (art.
3) señala que, antes de nombrar a los fieles para el Consejo de asuntos econó1nicos, el párroco
debe oír el parecer del Consejo pastoral (o, en su defecto, de personas maduras y pn1dentes).
65. Cfr. B. DAVID, Les Consei! paroissiaux, en Les cahiers de droit ecclésial, 1 (1986) pp.
32-33.
66. Véase C. REDAELU, ll rapporto tra i due Consigli parrocchiali, en Quaderni di diritto
ecclesiale, l (1988) p. 36. Sin embargo, resulta difícil comprender cómo un Consejo podría ser
una comisión de otro Consejo conservando su independencia institucional (cfr. R. PAGÉ, Les
Éf(lises particulii:res, II, Montréal-Paris 1989, p. 133).
67. Cfr. A. SOUSA COSTA, Comentario al c. 537, en P.V. PINTO (ed.), Commento al Codice
di Diritto canonico, CittUdel Vaticano 1985, p. 325.
211
CAPÍTULO VIII
1. Cfr. Com 2 ( 1980) p. 392. Además de los ce. 634-670, respecto a los institutos seculares,
el c. 718 señala que el derecho propio debe definir las obligaciones, sobre todo económicas, que
corresponden al instituto frente a los mie1nbros que trabajan en él. Por lo que se refiere a las so-
ciedades de vida apostólica, el c. 741 § 1 establece que se aplican a ellas los ce. 636, 638 y 639 de
la nonnativa relativa a la administración de los bienes de los institutos religiosos.
213
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
2. En este apartado del cap. VIII, nos referiremos tanto a los institutos de vida consagrada
co1no a las sociedades de vida apostólica. Es sabido que las sociedades de vida apostólica no
son parte de la vida consagrada. Por lo tanto, a la hora de hacer referencias generales a a1nbas
realidades se hablará genéricamente de estos entes y de sus miembros. En cualquier caso, he1nos
preferido hablar principalmente de la vida consagrada y especificar lo referente a las sociedades
de vida apostólica cuando parecía necesario.
3. Cfr. JUAN PABLO II, ex. ap. postsinodal Vita consecrata, 25 de marzo de 1996, nn. 89-90,
en AAS 88 (1996) pp. 465-466.
4. Esta afinnación requiere un matiz en el caso de las sociedades de vida apostólica, dacio
que los miembros de estas sociedades no abrazan necesariamente el voto de pobreza (cfr. ce. 731
§ 2 y 732). ,
5. Cfr. Y.M.-J. CoNGAR, L'application á l'Eglise comnie telle des exigences évangéliques
concernant la pauvreté. Les conditions et fes 1notifs, en AA.VY.. Église et pauvreté, o. c .. pp.
135-155.
6. Cfr. JUAN PABLO II, ex. ap. postsinodal Vita consecrata, o. c., n. 90.
7. El c. 600 tiene como fuente el n. 13 del decreto Perfectae Caritatis del Concilio Vaticano
IL Este canon se refiere también a los institutos seculares, porque forma parte de las normas co-
214
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES EN LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA
munes a todos los institutos de vida consagrada. Sin embargo, para los religiosos, no es necesario
recordar la existencia de un voto público de pobreza, ya que están obligados a un preciso testi~
monio público (cfr. ce. 607 §§ 2 y 3). Cfr. a este respecto T. RINCÓN-PÉREZ, La vida consagrada
en la Iglesia latina. Estatuto teológico-canónico, Pamplona 2001, pp. 159-160.
8. Cfr. F.G. MORRISEY, Comentario al c. 634, en Con1entario exegético ... , o. c.
215
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
o limitada por las constituciones» dice el c. 634 § 1. Puede ser una exclusión
total o parcial: la exclusión, por ejemplo, puede afectar solo a las casas. Puede
consistir también en una limitación en el ejercicio de la capacidad o del dere-
cho'.
Obviamente, es necesario que las constituciones sean claras y precisas so-
bre estos aspectos, como recomienda el c. 635 § 2. Está en juego la autenticidad
de la vida religiosa y el testimonio de pobreza evangélica que la caracteriza.
Con frecuencia, la experiencia ha confirmado la importancia de la claridad.
Baste pensar en el derecho de hacer cuestaciones que corresponde a los lla-
mados «mendicantes»'°. Es un derecho que todavía se reconoce, después de
haber dado lugar a algunos excesos, pero ahora sujeto a la normativa de las
Conferencias episcopales. La capacidad patrimonial debe, por tanto, adaptarse
a la autenticidad de la vida religiosa, en conformidad con los carismas propios
de cada instituto ".
El § 2 del c. 634 subraya este principio: «han de evitar, sin embargo, cual-
quier apariencia de lujo, lucro inmoderado y acumulación de bienes». No se
trata solo, como es obvio, de evitar estas situaciones negativas, sino también de
evitar incluso su apariencia. Este aspecto se explica ulteriormente en el c. 640,
que recuerda el deber de dar testimonio colectivo de caridad y de pobreza que
corresponde a los institutos religiosos. Una manifestación de este testimonio
colectivo puede consistir en destinar, en la medida de lo posible, una parte de
sus propios bienes a las necesidades de la Iglesia y al sustento de los pobres. Se
incluye dentro de este deber la solidaridad entre los mismos institutos, a nivel
nacional e internacional 12 •
¿Debe aplicarse todo lo que hemos expuesto, a tenor del c. 640, acerca
de los institutos religiosos a los institutos seculares y a las sociedades de vida
apostólica? La respuesta no puede ser sino afirmativa, pero mutatis mutandis,
es decir ateniéndose al derecho propio. Así, por ejemplo, las sociedades cuyos
miembros no hacen profesión de los consejos evangélicos no tienen las mis-
9. Así, respecto a la posesión, los Hermanos Menores capuchinos pueden disponer de los
propios bienes, pero dejando la propiedad a la Sede Apostólica; los Hermanitos y las Hermanitas
de Jesús, en cambio, no poseen nada (cfr. V. MOSCA, Poverti'l e amministrazione dei beni negli
Istituti religiosi, en Quaderni di diritto ecclesiale, 2 [1990] p. 241; J.J. PIÑEDA FASQUELLE, La
capacidad económica de los Institutos y sus limitaciones fe. 634], Roma 1993).
10. Cfr. c. 1265 § 2. Para el estudio de las colectas practicadas de puerta en puerta por los
religiosos mendicantes, remitimos al cap. V, 1, b ), 2).
11. La invitación a una mayor solicitud por Jos pobres no debe ir en detrimento de los fines
y carismas propios del instituto: por ej. la tradicional contribución de los religiosos al estudio y
la docencia de las ciencias sagradas (cfr. J. BEYER, !/ diritto della vita consacrata, Milano 1989,
p. 291).
12. Cfr. COMITÉ CANONIQUE DES RELIGIEUX, Directoire canonique. Vie consacrée et socié-
tés de vie apostolique, Paris 1986, pp.
231-235.
216
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES EN LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA
13. Sin embargo, el c. 718 se refiere de manera explícita al testimonio que deben ofrecer,
en este aspecto, los institutos seculares.
14. Cfr. J. BONFILS, Les sociétés de vie apostolique, Paris 1990, pp. 129-134. Para una pre-
sentación general de las sociedades de vida apostólica, véase J.L. GuTIÉRREZ, Le societb. di vita
apostolica, en IE 6 (1994) pp. 553-569.
Otro aspecto relevante es la supresión de un instituto de vida consagrada o una sociedad
de vida apostólica y sus consecuencias patrimoniales [cfr. infra, cap. VIII, 2, f)]. Aunque en ese
apartado se hace referencia a la vida religiosa, en esta materia, la regulación es común para todos
los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica.
15. Como ya señalarnos, en España, esta materia se rige por el art. 1 del Acuerdo de 3
de enero de 1979 sobre asuntos jurídicos, la Ley Orgánica 7/1980, de 5 de julio, de Libertad
Religiosa y el RD 142/198 (cfr. J. FERRER ÜRTIZ [dir.], Derecho Eclesiástico del Estado Espa-
ñol, Pamplona 2004, pp. 194-205). En Italia, según los Acuerdos de 1984, conviene distinguir
entre los entes eclesiásticos civilmente reconocidos y otros entes religiosos que pueden adquirir
la personalidad jurídica sin servirse del estatuto de entes eclesiásticos civilmente reconocidos.
Sobre esta 1nateria, véase G. DI MATTIA, Gli istituti secolari e la qualifica di enti eccfesiastici
civilmente riconosciuti, en Ap 63 (1990) pp. 655-679; P. PICOZZA, L' ente ecclesiastico civilmente
riconosciuto, Milano 1992. Para la práctica habitual en Estados Unidos, cfr. J.F. HITE, T.O.R.,
The Temporal Goods oj Re!igious lnstitutes, en K.E. McKENNA-L.A. D1NARDO-J.W. PüKUSA
(eds.), Church Finance Handbook, o. c., pp. 46-47.
16. El c. 718 establece que la administración de los bienes temporales de los institutos
seculares se regirá tainbién por las normas del libro V del Código.
217
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
cho universal", mientras que el derecho propio (constitución, directorio ... '")
es complementario". Dicho esto, conviene delimitar en qué consisten el régi-
men universal y el régimen propio.
1) El régimen universal
2) El régimen propio
218
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES EN LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA
219
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
22. En este caso, el Consejo puede desarrollar las funciones del Consejo de asuntos eco-
nómicos.
23. El derecho propio debe tener en cuenta también el c. 1280, previendo que asista al admi-
nistrador un Consejo de asuntos económicos -como hemos señalado- o al menos, dos consejeros.
24. Para las funciones del ecónomo y de los administradores, reenviamos a los caps. VI y VII.
25. El c. 741 § 1 prevé la misma norma para las sociedades de vida apostólica.
26. Cfr. D.J. ANDRÉS, El derecho de los religiosos, o. c., pp. 213-214.
220
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES EN LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA
El c. 637 establece una doble competencia del Ordinario del lugar sobre la
administración de algunos institutos religiosos. Se trata de los monasterios sui
iuris, en el sentido del c. 615, y de las casas religiosas de derecho diocesano. En
seguida veremos que le corresponde también intervenir para autorizar determi-
nados actos que exceden la administración ordinaria.
27. No se trata ni de las casas sui iuris, a las que se refiere el c. 613, ni de los monasterios
femeninos, de los que habla el c. 614.
28. No caen tampoco bajo esta prescripción los monasterios sui iuris dependientes de una
federación o confederación, siendo competentes estos organismos para organizar la necesaria
vigilancia (cfr. V. MOSCA, Povertii e amministrazione . .. , o. c., pp. 245-246).
29. Quedando a salvo siempre el requisito de una posible licencia de la Santa Sede (cfr. c.
638 § 2).
221
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
30. Los institutos de derecho pontificio no están sujetos al Ordinario del lugar en materia
patrimonial. Sin embargo, pueden tomar la iniciativa de informar al Obispo diocesano, si lo
consideran oportuno (por ej., con el fin de recibir una posible ayuda financiera). Véase F.G. Mo-
RRISEY, Comentario al c. 637, en Co1nentario exegético ... , o. c.
31. Cfr. V. MoscA, Povertii e amministrazione ... , o. c., p. 246.
32. Cfr., entre otros, D.J. ANDRÉS, El derecho de los religiosos, o. c., pp. 219-220.
33. Cfr. L. CHIAPETIA, Comentario al c. 637, en Il codice ... , o. c.
34. A salvo sie1npre el posible requisito de una licencia de la Santa Sede.
35. Sobre esta importante cuestión, véase la síntesis realizada por F.G. MORRISEY, Con1en-
tario al c. 638, en Comentario exegético .. , o. c.
222
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES EN LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA
36. Véase, por ej., DirectOT)' for the Administration of Temporal Goods of the Missionary
Oblats of Mary !m1nacu!ate (Rome 1982, p. 4), citado por F.O. MüRRISEY, Ordinary and e:rtraor-
dinary ad1ninistration . .. , o. c., p. 724.
37. El c. 638 § 2 no se refiere a la categoría jurídica de los actos de mayor importancia,
que hemos encontrado en el c. 1277 del libro V [véase supra, cap. VI, 1, e)]. A pesar de ello, esta
categoría de actos está difundida, de hecho, también en los institutos religiosos. Los actos de
ordinaria administración pueden ser realizados, además de por los Superiores, por los oficiales
designados para ello por el derecho propio.
38. Mientras Jos Superiores tienen la representación general del ente al frente del cual se
encuentran, los «Oficiales», es decir, los ecónomos y otros ad1ninistradores, representan al ente
solo en los límites de sus atribuciones. Una persona física puede representar jurídicamente -cu-
mulativainente con el Superior- no solo a un determinado instituto, provincia o casa, sino ser
también representante, como ya hemos señalado, para un sector o una actividad específica. El de-
recho propio deberá señalar también quién es el representante legal del ente según la ley civil.
39. Para las sociedades de vida apostólica, véase el c. 741 *l.
40. El Consejo ayuda al Superior desan·ollando, entre otras, las funciones confiadas al
Consejo de asuntos económicos, requerido en toda persona jurídica (allí donde la existencia de
dos consejeros no fuera suficiente), según el c. 1280. Las constituciones completarán el derecho
común por lo que se refiere a las intervenciones del Consejo y su capacidad (requisito para la
validez o para la licitud). Véase J. MüNCION, L'institut religieux et les biens te1nporels, en StC
20 (1986) p. 363.
La Pontificia Comisión para la interpretación auténtica del Código ya ha resuelto dos du-
das al respecto: si el el Superior puede votar con los otros miembros de su Consejo, o si puede
223
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
para otorgar este consentimiento: con qué mayoría dentro de dicho Consejo se
alcanza, si el voto debe ser escrito (secreto o no), etc.
2.º) Para la validez de las enajenaciones que superen la suma determinada
para cada región por la Santa Sede", se requiere, además, una licencia de la
misma Santa Sede. En la práctica, mientras la Santa Sede no fije tal suma, esta
es la de la cifra máxima establecida por las Conferencias episcopales 42 y apro-
bada por la Santa Sede 43 • Esta regla (también expresada en el c. 1292 § 2) se
aplica igualmente a las enajenaciones que tienen por objeto exvotos donados a
la Iglesia y cosas preciosas por su valor artístico o histórico (sin referencia a su
valor económico). Aunque ya hubiera obtenido la licencia (por medio de comu-
nicación epistolar), el instituto puede desistir y no realizar el negocio.
3. 0 ) Para la validez de los actos de enajenación o que exceden los límites
de la administración ordinaria, si son realizados por monasterios sui iuris, en el
sentido del c. 615, o por institutos de derecho diocesano, se requiere además,
como ya hemos indicado, el consenúmiento escrito del Ordinario del lugar. Al
igual que el Código anterior, el actual no fija una suma mínima a partir de la
cual se exige este requisito". De ahí que pueda surgir la pregunta sobre si es
realista y oportuno pedir el consentimiento escrito del Ordinario del lugar para
una enajenación de poco valor. Sería deseable que las respectivas Conferencias
episcopales fijasen una suma mínima a partir de la cual se requiera el consen-
timiento del Ordinario del lugar. Obviamente, debería tratarse de un mínimum
inferior a la suma determinada por la Santa Sede para el requisito de la propia
licencia. Se ha propuesto que sea la quinta parte de dicha suma".
Cuando, en aplicación de las reglas mencionadas, se requiere la licencia de la
Santa Sede y el consentimiento escrito del Ordinario del lugar, conviene obtener
primero este último". Además, se deben tener en cuenta las normas comunes
sobre los actos de enajenación y asimilados, que ya hemos estudiado en los ca-
pítulos VI y VIL Aquí recordamos solo la necesidad de señalar, en la petición de
la licencia, las deudas, si las hay, y la obligación de adjuntar una tasación escrita
hecha por peritos de los bienes que se quieren enajenar (cfr. c. 1293).
hacerlo, al menos, para resolver la igualdad de votos. La respuesta del 14 de mayo de 1985 (en
AAS 77 ll9851 p. 771) fue negativa en ambos casos. De esta forma, se quiere resaltar la distinción
entre el Superior y su Consejo, que debe gozar de una efectiva autonomía y tomarse en serio su
responsabilidad administrativa.
41. Cfr. Com 15 (1983) p. 71.
42. En Italia, 1.000.000 euros. En España son 1.500.000 euros.
43. En este sentido, hay que atenerse a las disposiciones del <leer. Cum admotae, n. 9, en
AAS 59 (1967) pp. 375-376. Véase también V DE PAOLIS, l beni ... , o. c., p. 190.
44. Cfr. T. RINCÓN-PÉREZ, La vida consagrada ... , o. c., pp. 205-206.
45. Cfr. COMITÉ CANONIQUE DES RELIG!EUX, Directoire .. ., o. c., p. 243.
46. Cfr. D.J. ANDRÉS, El derecho de los religiosos, o. c., p. 229; J. BEYER, JI diritto della
vita consacrata . .. , o. c., p. 287.
224
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES EN LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA
El caso de los actos realizados con licencia del Superior es diferente del
supuesto de los actos realizados con mandato'". En el primer caso, se aplica la
siguiente regla: «Si las contrae [las obligaciones y deudas] un miembro sobre
sus propios bienes con licencia del Superior, responde aquel personalmente» (c.
639 § 2). En efecto, el permiso del Superior no constituye ninguna garantía. En
cambio, en el caso, totalmente distinto, de que un miembro actúe como manda-
tario del Superior y contraiga obligaciones -con los bienes del ente o con los
47. Para evitar cualquier dificultad, se aconseja añadir en el rescripto con el que se otorga
la licencia, una cláusula en la cual se declina cualquier asunción de responsabilidad (cfr. E. GAM-
BARI, ! religiosi ne[ Codice. Con1mento ai singoli canoni, Milano 1986, p. 207).
48. Conviene aclarar que el legislador contempla el supuesto de miembros que han conser~
vado la propiedad y el uso de los propios bienes patrimoniales. Sobre este punto, el CIC 17 era
más preciso: el c. 536 § 2* distinguía entre religiosos de votos solemnes y de votos simples. Al
omitir esta distinción, la regla del vigente§ 3 del c. 639, en cambio, parece aplicarse a todos los
religiosos, también a los que, según el c. 668 §§ 4 y 5, han pasado a ser incapaces de adquirir y
poseer. Algún autor ha hablado de un contrasentido, ya que no se ve como podría responder de
estas obligaciones precisamente quien no posee nada (cfr. V. MoscA, Povertá e amministrazio-
ne .. ., o. c., p. 251).
225
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
49. Como ejemplo de la responsabilidad de los institutos sobre los contratos contraídos
con mandato por los propios miembros, puede verse la sentencia definitiva de segundo grado del
Tribunal Apostólico de la Rota Romana, coram Palestra, de 15 de junio de 1988, en JE 1 (1989)
pp. 587-614, con nota de J. LLOBELL, Aspetti del diritto alfa difesa, il risarcimento dei danni e
altre questioni giurisdiz,ionali in a/cune recenti decisioni rotali (ibid., pp. 587-611).
50. Sobre esta cuestión, remiti1nos a lo que diji1nos sobre la responsabilidad jurídica de los
administradores: supra, cap. VI, 2, c).
226
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES EN LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA
S J. Cfr. D.J. ANDRÉS, El derecho de los religiosos, o. c., p. 241. Para las autorizaciones
relativas a las pías fundaciones, remitimos al cap. V, 1, a), 6).
52. Esta parte de nuestro estudio se encuentra principaln1ente en el Título I, Sección I,
Parte III del libro II. Por lo tanto, se refiere a las normas comunes de todos los institutos de vida
consagrada. De todas fonnas, algunas de las conclusiones a las que llegamos hacen referencia
solo a los institutos religiosos.
53. En este epígrafe, con10 ya habíamos anunciado, se contienen también algunas normas
con1unes a todos los institutos de vida consagrada. No hemos querido, sin embargo, incluirlo en
el apartado priinero de este capítulo por la existencia de otras nonnas referidas solo a los insti-
tutos religiosos.
54. Sobre las nuevas posibilidades de estructuras jurídicas ofrecidas por el derecho mo-
derno a los institutos con actividades en el sector hospitalario, véase R. TORFS, Congregationele
ge::,ondheidsinstellingen. Toekomstige structuren naar profaatl en kerkelijk recht, Leuven 1992.
227
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
Existe hoy la tendencia a confiar cada vez más encargos y oficios a los
religiosos y religiosas en el ámbito de las Iglesias particulares. El § 2 del c.
681 recoge un importante aspecto de esta creciente colaboración: además de la
doble exigencia de sumisión a la autoridad y dirección del Obispo, y de respeto
55. Tanto si es de derecho pontificio como de derecho diocesano: «Sancta Sedes manus
suas iam apposuit» (Com 18 [1986] pp. 201-202).
56. Cfr. T. RINCÓN-PÉREZ, W vida consagrada ... , o. c., pp. 121-122.
57. Cfr. D.J. ANDRÉS, El derecho de los religiosos, o. c., p. 190.
228
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES EN LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA
58. Para un estudio de la concesión de una parroquia a un instituto religioso, o a una socie-
dad de vida apostólica clerical, en el cuadro normativo del derecho eclesiástico italiano, véase A.
MüNTÁN, l religiosi e il sostenta1nento del clero: applicazione del nuovo sistema nelle parrocchie
affidate agli !stituti religiosi, en Quaderni di diritto ecclesiale, 1 ( 1989) pp. 71-81. Un modelo de
acuerdo para confiar una parroquia a religiosos, puede verse en los proyectos preparados por la
Oficina Legal del Vicariato de Roma y publicados en la Rivista Diocesana di Ro111a 6 (1984) pp.
1299-1303 y 4 (1985) pp. 843-846. Sobre esta materia, véanse también los comentarios de D.J.
ANDRÉS, De Paroeciarurn com111issione !nstitutis et Societatibus clericalibus, en C<Hnmentarium
pro religiosis et missionariis 67 (1986) pp. 156-167.
En determinados casos, conviene establecer dos acuerdos respecto a los bienes: uno entre el
instituto y la diócesis, para el encargo de la parroquia (cfr. c. 520 § 2): y otro entre el instituto y Ja
parroquia. Sobre Ja competencia exclusiva del Obispo para dirimir posibles controversias sobre
las transmisiones de bienes, véase F. FtNOCCHIARO, Diritto Eccfesiastico, o. c., p. 218.
59. Por ejemplo, la capacidad de adquirir bienes está limitada por las disposiciones de los
ce. 285 y 286 que, según el c. 672, prohíben a los religiosos -clérigos o no- asumir determinados
oficios con participación en el ejercicio del poder civil; asumir, sin Ja licencia del propio Superior
nlayor, la administración de bienes pertenecientes a laicos y oficios seculares que comporten la
carga de rendir cuentas; salir fiadores, incluso con sus propios bienes, y firmar documentos en los
que se asu1na la obligación de pagar una cantidad de dinero sin concretar la causa, «sin haber con-
sultado al Ordinario propio», y, sobre todo, ejercer la negociación o el comercio sin licencia de la
legítima autoridad eclesiástica (cfr. c. 286). Sobre esta materia, véase V. DE PAOLIS, W proihi::,io-
ne del con1n1ercio ai religiosi (cfr. ce. 672 y 286), en /E7 (1995) pp. 693-712. Véase también, el
caso especial al que se refieren los ce. 705-707 (los religiosos elevados al episcopado).
60. Ya nos he1nos referido a la responsabilidad del miembro del instituto que actúa a título
personal: véase supra, 2. e).
229
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
C) EL TESTAMENTO
61. Podría sorprender esta forma de expresarse «disponer del uso y del usufructo de sus
bienes a favor de sí mismos». Co1no señala D.J. Andrés, aunque, en la práctica, disponer a favor
de sí mismo coincida con la no disposición a favor de otros, por ley canónica se debe disponer
expresmnente y positivamente, a pesar de que se haga a favor de uno mismo (cfr. D.J. ANDRÉS,
El derecho de los religiosos, o. c., p. 450).
62. En algunos ordenan1ientos jurídicos, como por ejemplo el italiano, el religioso solo
puede disponer según su arbitrio de los bienes que ya poseía antes de la profesión y de aquellos
230
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES EN LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA
El § 3 del c. 668 hace una distinción que permite diferenciar tres supuestos
de hecho:
1. 0 ) Los bienes adquiridos por un miembro mediante su propio trabajo y
actividad'", o en consideración del instituto", corresponden al instituto mis-
mo.
2.º) Los bienes que llegan al religioso como pensión, subsidio o seguro
-por cualquier título- corresponden también al instituto, pero con una posible
excepción: «a no ser que establezca otra cosa el derecho propio».
3. 0 ) Finalmente, se deduce que todos los demás bienes contribuyen a acre-
centar el patrimonio del religioso, el cual conserva la capacidad de adquirir y
de poseer (salvo en ciertos casos de renuncia radical establecidos en el § 5 del
mismo canon).
Dicho de otro modo, las ofrendas de misas y la remuneración debida a un
encargo docente o a publicaciones personales, en cuanto derivadas del propio
trabajo o ministerio, corresponden siempre al instituto; sin embargo, una suma
que le llegan después por herencia de sus padres. Sobre la herencia que el religioso recibe de sus
padres se distinguen, además, dos hipótesis: si está todavía vivo en aquel momento puede dispo-
ner como desee; si, en cambio, ha fallecido ya, no puede heredar y el instituto no concurre en su
lugar a menos que en el testamento se especificase que, en el caso de su muerte, lo que Je con·es-
pondiese fuese para el instituto. Cfr. V. MoscA, Povena e an1n1inistra;:,ione .. ., o. c., p. 255.
63. Cfr. V. DE PAOLIS, Ten1poral Goods of the Church in the new Code with particular
reference to lnstitutes of consecrated lije, en TJ 43 ( 1983) pp. 257-258. Véase también, la nonna-
tiva general: supra, cap. V, 1, a), 3).
64. Una vez visto que los bienes adquiridos por un 1niembro corresponden al instituto mis-
mo, el c. 702 § 1 considera la hipótesis de huidas o abandonos. Como no se trata de un contrato
de prestación de obra, no hay ningún derecho a la compensación por el trabajo realizado en el
instituto. Sin embargo, si se diera el caso, el instituto estaría obligado a entregar la dote consig-
nada al ingresar y, en su caso, los incrementos posteriores a la mis1na. El § 2 de 1nismo canon
coinpleta la norma, invitando al instituto a «observar la equidad y la caridad evangélica con el
1niembro que se separe de él».
65. Sobre el concepto de bienes adquiridos en consideración -o con motivo u ocasión-del
instituto, véase D.J. ANDRÉS, El derecho de los religiosos, o. c., pp. 458-460. A título compara-
tivo, el c. 741 § 2 establece que los miembros de las sociedades de vida apostólica son capaces,
según el derecho propio, de adquirir, poseer y administrar bienes temporales. Al mismo tiempo,
señala que todos los bienes recibidos en consideración de la sociedad son adquiridos por la so-
ciedad misma.
231
DERECHO PATRIMONIAL CANÓNICO
66. Según E. Gambari, este canon no se refiere a los bienes destinados a un determinado
fin, para el cual el religioso es solo un «trámite», ni tampoco a aquellos para los cuales el miem-
bro del instituto puede elegir los destinatarios o beneficiarios (cfr. E. ÜAMBARI, I religiosi ne!
Codice, o. c., p. 296, nota 70). En cualquier caso, conviene que el derecho propio regule este
supuesto de hecho como juzgue más oportuno. En el caso de bienes recibidos a título de fiducia,
para Ja determinación del Ordinario competente, se aplica el c. 1302. Véase supra, cap. V, 1, a),
5), f').
67. Cuando la ley civil no reconoce la renuncia completa al derecho de adquirir y de po-
seer bienes -situación cada vez más frecuente-, el profeso que ha adquirido válidamente bienes
según el derecho civil debe realizar los actos de desposesión que la ley civil permita (por ej., una
donación o una remisión de deuda). Véase M. COLRAT-R. SOULLARD, La vie religieuse, en RDC
41 (1991) p. 27.
68. Obviamente, en caso de dünisión o de salida voluntaria, el fiel vuelve a adquirir la
capacidad patrimonial.
69. Cfr. T. RINCÓN-PÉREZ, La vida consagrada ... , o. c .• pp. 229-230.
232
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES EN LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA
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237
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