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Equipo docente UNAB
El concepto de ciclo vital, como un desarrollo progresivo de etapas que van desde el
nacimiento hasta la muerte, tiene sus regularidades, que constituyen un ciclo.
Revisaremos el concepto de ciclo vital individual tal como lo desarrollara uno de los
pioneros de él en nuestro siglo, el psicoanalista alemán Erik Erikson (1902). En su gran
experiencia lograda en observaciones realizadas con diferentes culturas, especialmente
con indígenas y soldados de la segunda guerra mundial, encontró diversos tipos de
conflictos de personalidad, cuyo principal problema parecía consistir en lo que él mismo
consignó como “confusión de identidad”.
1. Junto a las etapas del desarrollo psicosexual descritas por Freud, también hay etapas
psicosociales del desarrollo del ego, en las que el individuo establece nuevas orientaciones
básicas con respecto a sí mismo y su mundo social.
La teoría de Erik Erikson se basa en supuestos teóricos básicos, uno de los cuales es que el
hombre es una unidad bio- psico-social y que su conducta dependerá en todo momento
de estos tres procesos de organización los cuales deben complementarse entre sí. El
cuerpo y la mente proporcionan ciertas potencialidades y el entorno social ofrece ciertas
oportunidades y orientaciones para desarrollarlas.
Otro supuesto teórico es que cada etapa del ciclo vital tiene su momento de aparición, es
decir, hay una secuencia ordenada de capacidades que van apareciendo, pero no es
solamente un orden de sucesión de etapas, sino también que en cada etapa hay
diferentes aspectos que van integrándose entre sí (epigénesis).
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Y por último Erikson es uno de los pocos autores que elaboró una psicología evolutiva que
se extiende desde el nacimiento hasta la vejez, abarcando así el ciclo completo de la vida
humana.
Según Erikson, las etapas sobrevienen porque se crean nuevas exigencias internas y
externas, las cuales para ser cumplidas exigen nuevo modos de enfrentamiento y
adaptación al entorno. Cada etapa es una síntesis más compleja y diferenciada de la
anterior, cada logro pasa a formar parte del patrimonio personal, de los recursos para
afrontar las siguientes etapas. Por eso cada etapa es también una crisis, una oportunidad
para crecer como persona. Cada crisis lleva a un desenlace exitoso, que posibilita nuevos
desarrollos, o negativo, que conlleva estancamiento y puede gatillar enfermedades físicas
y/o psicológicas. El concepto de ciclo vital es útil para el profesional que busca anticiparse
a los habituales problemas de adaptación que presentan los pacientes, así como áreas
apropiadas hacia las cuales dirigir su atención. Suele ser útil pensar acerca de la etapa de
la vida del paciente y los probables problemas evolutivos como medio de identificar el
motivo, o los motivos, de estrés que causa los síntomas. Erikson describe el ciclo vital
individual en ocho edades que revisaremos a continuación:
La relación dependiente que aparece en el lactante desde los primeros momentos de vida,
determina cuál es el tipo de asociación que va a tener con las otras personas y su
capacidad final para adaptarse a la sociedad.
Durante los seis primeros meses se debe establecer el concepto de relación mutua entre
madre e hijo, especialmente en lo que se refiere a la alimentación, para que el niño confíe
en sus padres. Estos necesitan apoyo de otras personas de la sociedad, con el fin de
proporcionar intimidad a su hijo, lo cual es esencial para el desarrollo de la confianza. La
aproximación más temprana del niño a la vida es la incorporación, como lo muestra en su
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deseo de llevárselo todo a la boca; si se satisface esta necesidad, se han puesto los
cimientos para dar y recibir.
Si en estos primeros meses sus necesidades básicas no son satisfechas y al niño se le habla
en tono áspero, los alimentos no son suficientes o se dan inapropiadamente, es tratado en
forma brusca o sus padres se encuentran ansiosos o tensos por sus relaciones, el niño
aprende a desconfiar, si sucede esto a menudo, es probable que crezca en forma ofensiva,
desconfiado, no amistoso con las otras personas. Si básicamente se muestra confiado,
puede mantener su impulso y motivación para seguir ensayando nuevas conductas,
aunque existan frustraciones.
Esta segunda etapa corresponde al período que la teoría Freudiana designa como etapa
anal. Erikson ve aquí la aparición de la autonomía, la cual se apoya en las nuevas
capacidades motoras y mentales del niño. Al enfrentar la crisis autonomía vs. vergüenza o
duda, el niño debe buscar equilibrar su tendencia a ser independiente de los demás, con
su tendencia a depender de ellos.
En este período el niño aprende a andar por sí mismo, a alimentarse, a hablar y a controlar
los músculos de su esfínter anal. Si los padres aprecian la necesidad de dejar hacer aquello
que es capaz a su propio ritmo y en el momento apropiado, desarrolla un sentimiento de
controlar sus músculos, sus impulsos, su medio ambiente, esto es, el sentimiento de
autonomía. En cambio, si sus progenitores se impacientan y hacen las cosas por él,
entonces refuerza un sentimiento de vergüenza y duda. Lo más seguro es que los padres
han hostigado al hijo con cierta frecuencia, pero los niños son suficientemente fuertes
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para resistir algún incidente y tan sólo cuando la atención es demasiado protectora o lo
ridiculiza, desarrolla un sentimiento de vergüenza con respecto a las demás personas y un
sentimiento de duda acerca de sus propias capacidades para controlar su mundo y
controlarse a sí mismo.
Si el niño ha aprendido a confiar, aceptará una guía para aprender habilidades nuevas; si
al finalizar la etapa mencionada aprende a usar y aceptar la guía, ya ganó un nivel nuevo
de autocontrol sin perder su amor propio. Si no aprendió a ayudarse dentro de los límites
de sus capacidades y en la manera que se lo piden los que le rodean, se sentirá con toda
probabilidad inseguro para enfrentarse a los problemas y sentirá duda de sí mismo.
En esta etapa que se superpone con la fase edípica de Freud, la antítesis de la iniciativa y
la culpa alcanza su mayor intensidad.
En esta etapa llama la atención el placer que le produce al niño participar en distintas
actividades, inclusive tomar algunas iniciativas, sobre todo para la conquista de lo
deseado. Está ávidamente dispuesto a aprender y a imitar todo lo que se le ofrece.
Trabajar con una finalidad concreta le resulta interesante. En este período encontramos el
precursor de una cualidad importante en el mundo adulto, que es saber ponerse metas y
utilizar todos los recursos para alcanzarlas.
El sentimiento de culpa, ocasionado por los planes y actos de los niños, surge paralelo al
sentido de iniciativa. La culpa puede inhibir o cohibirlo en tal forma que éste se abstenga
de interactuar con su medio ambiente, con otros niños y adultos. Los adultos que están en
contacto con los niños no deben reforzar el sentimiento de culpa inherente a esta etapa
de la vida.
Durante los años preescolares, los niños desarrollan interés por los genitales de ambos
sexos. Erikson designa esta etapa como fase genital locomotora. Son frecuentes las
preguntas simples acerca del sexo, al igual que la manipulación de los genitales o la
masturbación.
Como producto de esta tercera etapa tiene la Finalidad, también llamada Propósito, esta
cualidad se define como el valor necesario para vislumbrar y perseguir metas valoradas.
En este tiempo el niño se hace capaz del razonamiento deductivo, juega y aprende
conforme a reglas. Freud designó este período como la etapa latente del desarrollo de la
personalidad porque el niño está más absorbido por los problemas de la escuela y el
juego, que por el sexo. El niño aprende a ser un futuro trabajador y proveedor; aprende a
obtener reconocimiento a través de la producción de cosas. Descubre el placer de
completar un trabajo mediante la actitud atenta y perseverante. Afectivamente se
instalan nuevos sentimientos de camaradería, justicia, lealtad, puntualidad, relacionadas
con la aparición de las reglas del juego.
La Competencia, también llamada eficacia, producto de esta etapa, se define como el libre
ejercicio de la destreza y la inteligencia para la realización de tareas.
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La crisis central del período temprano de la adolescencia, ha sido llamada por Erikson, el
establecimiento de un sentido de identidad, donde se conquistan las virtudes de la
fidelidad y la devoción.
Los adolescentes se ven expuestos a modelos más atractivos a través de los medios
masivos de comunicación y quieren romper con los modelos paternos que han seguido
desde niños, desean ser independientes como el adulto y esperan ser reconocido como
tales. Esta doble implicación de motivos y consecuencias que tensiona al adolescente
durante su proceso de autodefinición y autosuficiencia se resuelve paulatinamente y el
individuo adquiere su propia escala de valores y se adapta a la sociedad adulta.
Erikson dice que el joven está en suspensión entre “la moralidad aprendida por el niño y la
ética que desarrolla el adulto”, a esta suspensión Erikson la llama una moratoria. La
Fidelidad, definida como la capacidad de mantener lealtades y sobretodo fidelidad a un
ideal, es el producto esperado de esta etapa. El adolescente buscará ser fiel a un conjunto
perdurable de valores.
Corresponde a la etapa del adulto joven; es el período del galanteo y de la vida familiar.
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Cuando Erikson habla de intimidad en esta etapa, se refiere mucho más que al simple
hecho de la vida amorosa, a la capacidad de compartir con otra persona y de cuidar de ella
sin temor de perderse a sí mismo en el proceso.
Es la etapa en que el ser humano toma las decisiones más fundamentales de la vida; la
evitación de esas decisiones y experiencia, puede conducir al aislamiento y a una
consiguiente auto absorción.
Se espera, entonces, que el joven encuentre su lugar como miembro útil de la sociedad,
que tome decisiones, soporte sus consecuencias y se enfrente a la realidad. El proceso no
se consigue solo en esta etapa, sino que es un proceso gradual a través de la infancia y la
adolescencia.
El Amor, como producto de esta etapa, siempre está presente, siempre hay amor, pero en
esta etapa y como fenómeno evolutivo, es la transformación del amor recibido durante la
preadolescencia en el cuidado dado a otros durante la vida adulta.
Erikson ubica al adulto maduro dentro de la etapa VII, en la adultez o edad madura,
cuando el individuo ha encontrado su lugar en la sociedad, lo amplía y afianza.
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La capacidad de Cuidado hacia los otros es el producto de esta etapa, definiendo cuidado
como la preocupación cada vez más amplia por lo que fue generado por el amor, la
necesidad o el accidente. Cuidar es enseñar.
Con esta etapa concluye el desarrollo, etapa de la cual habla Erikson en la Teoría de la
Maduración, al enunciar que si el individuo ha superado satisfactoriamente las etapas
anteriores, debe ser suficientemente maduro para aceptar sin ansiedad, la
responsabilidad de su forma de vida.
Esta fase final implica el desarrollo de una Sabiduría y de una Filosofía trascendente de la
vida. Erikson dice “Los niños sanos no temerán la vida, si sus padres poseen una integridad
suficiente como para no temer la muerte”.
Estas son las ocho etapas del ciclo vital descritas por Erikson, quien ha demostrado que
cada fase del desarrollo tiene sus puntos fuertes y débiles, que los fracasos en una etapa,
se pueden rectificar con éxito en etapas posteriores.
Durante cada una de las ocho etapas del hombre, van afianzándose las cualidades de
fortaleza. Al principio hay poca fortaleza, gran vulnerabilidad y gran dependencia, pero así
y todo se puede desplegar las cualidades de la esperanza, la voluntad, la finalidad y la
competencia. Más tarde se desarrolla la fidelidad, y luego, en la adultez, el amor, el
cuidado y la sabiduría. Todas estas cualidades están relacionadas de tal forma que una
cualidad no se afianza si no lo ha hecho previamente la cualidad anterior.
Todas las cualidades o fuerzas básicas están presentes en todas las etapas, sólo que
algunas predominan en ciertos períodos, como la esperanza en el primer año o la
sabiduría en la vejez.
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