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La 

pobreza total en Paraguay se incrementó 3,4 puntos porcentuales en


2020, y pasó del 23,5 % en 2019 al 26,9 % el año pasado, esto es alrededor de 1,9
millones de personas que vivieron en 2020 con ingresos mensuales por debajo de lo
que es el costo de la canasta básica familiar; todo esto como consecuencia del
impacto de la pandemia de coronavirus, según los datos publicados por el Instituto
Nacional de Estadística 
Leyendo estos datos en Internet, recordé el siguiente relato que paso a leer:
Armando decidió viajar al pueblo de Villa Ventura y visitar a don Próspero, el
empresario acaudalado que había hecho de toda esa región una zona floreciente y
con gente feliz.
–         Señor Próspero, yo vengo de Villa Pereza, una tierra lejana donde la
gente carece de los más mínimos recursos. Me gustaría quedarme a vivir aquí y
disfrutar de la bonanza que tienen, pero creo que estoy en deuda con mi región, por
lo cual quisiera que usted me aconsejara acerca de cómo sacar a mi gente de la
miseria.
–          No quisiera presumir de sabio, pero sí puedo compartirte mi
experiencia personal y dejar que tú juzgues lo que te pueda ser útil. Cuando llegué a
este pueblo había igualmente mucha miseria, pero ésta era más mental que física.
Yo era joven y venía con el deseo de vender la pequeña finca que me habían
dejado mis padres. No me pasaba por la cabeza quedarme a vivir aquí, lo que quería
era el dinero y regresarme a la ciudad. Pero era tanta la pobreza que nunca apareció
un comprador.
Cierta mañana leí en la Biblia lo siguiente 1 Tesalonicenses 4:11  Traten de
vivir tranquilos, ocúpense de sus propios asuntos y trabajen, como ya antes les
hemos ordenado que lo hagan.  12  De ese modo se ganarán el respeto de la gente
que no confía en Dios, y no tendrán que pedirle nada a nadie.   Y ese texto me desafió
a trabajar la tierra y luchar por esta región. Mi intención no era hacerme rico, pero
resulta que fruto de la primera cosecha vino la necesidad de crear un depósito para
almacenar el grano. Y allí entonces surgió el gran almacén que has visto. Había
después que transportar la cosecha a las grandes ciudades. Y fundé entonces la
empresa de transportes.
Apareció luego la necesidad de adquirir herramientas para el campo e
insumos para el hogar. Levanté por ello la ferretería y el supermercado. Y así, cada
necesidad que aparecía, era la oportunidad para crear más trabajo y más riqueza.
Lo que ves hoy en día en Villa Ventura no es mi riqueza, es la del pueblo, es el
fruto de cambiar de mentalidad, de trabajar no por el dinero, sino por el bienestar
propio y ajeno.
Si la gente trabaja con la mente en el dinero, va a despreciar su trabajo y va a
querer el dinero por vías más rápidas, como ganarlo en la lotería, o recibirlo de
herencia, o hasta robarlo.
Pero no es el dinero lo que nos debe mover, sino el amor al trabajo, al
progreso y al bien común. El dinero vendrá después, solo, automáticamente, como
resultado, porque la riqueza no se busca, se produce.

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