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ROSA MARÍA BAÑOS RIVERA CONXA PERPIÑÁTORDERA
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Introducción
Cuadro resumen
Objetivos
2.2. Evaluación
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2.3.6. Exploración de la forma del pensamiento, el lenguaje y el habla
Cuadro resumen
Preguntas de autoevaluación
Clave de respuestas
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El propósito de este libro es ofrecer una guía útil para realizar la
exploración psicopatológica. Para ello, se indica cómo describir, explorar,
identificar y organizar los signos y síntomas que una persona puede presentar
en un momento concreto, o en otras palabras, cómo obtener la instantánea del
estado mental actual del paciente.
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trabajos científicos que han servido como soporte para la configuración de
sus distintos apartados, dado el carácter de la colección en la que se enmarca,
no se encuentran recogidos en la bibliografía, aunque sí en nuestro sincero
reconocimiento.
Por otro lado, no se pretende aquí realizar una revisión exhaustiva de toda
la Psicopatología descriptiva, ni mucho menos de las explicaciones, teorías y
modelos que han intentado e intentan comprenderla. Lo que el lector podrá
encontrar en las siguientes páginas es sólo un modo de llevar a la práctica
conocimientos que pertenecen a una disciplina básica, como es la
Psicopatología. Esta tarea, que puede parecer sencilla a simple vista, implica
un esfuerzo importante para el clínico en su quehacer cotidiano y supone
instaurar el hábito de analizar las experiencias anómalas, antes de verse
"atrapado" por la etiqueta diagnóstica.
Este libro no habría sido posible sin los alientos y apoyos de muchas
personas. Quisiéramos expresar nuestro agradecimiento especial a la
profesora Amparo Belloch Fuster, quien durante muchos años no sólo ha
sabido transmitir conocimientos concretos de la Psicopatología, sino una
manera de abordar esta disciplina y una manera de trabajar dentro de ella.
Este libro es un pequeño ejemplo de lo que nos ha enseñado nuestra maestra.
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La exploración psicopatológica es una labor ineludible en el ámbito de la
Psicología Clínica y la Psiquiatría. Es más, la Psicopatología, desde un punto
de vista clásico, no se entiende sin la referencia continua de la anamnesis, la
semiología y la exploración clínica (Ruiz, M., Ruiz, E y Fernández Baca, P.,
1998). Es una práctica defendida por autores clásicos, como Eugen Bleuler o
Kurt Schneider quienes, al hacerlo así, modificaban la visión de Kraepelin de
que la clasificación sólo era posible en función del curso de la enfermedad
psiquiátrica.
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psicopatológico. Es más, puede que en algunos casos, ni siquiera formen
parte de los criterios diagnósticos de un determinado trastorno mental. Pero
sin embargo, son problemas que requieren de la atención del clínico e,
incluso, pueden llegar a ser también objetivo del tratamiento. Por tanto, si el
interés del profesional recae sólo en el diagnóstico categorial, es muy
probable que no se tenga en cuenta información muy valiosa sobre los
problemas de la persona.
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El objetivo de este libro es ofrecer guías y pautas sobre cómo realizar la
exploración psicopatológica y sobre cómo ordenarla y presentarla. Como
antes se ha señalado, aunque la exploración es una parte imprescindible en la
evaluación clínica, ésta supone un proceso más amplio. Para comprender
mejor el lugar concreto que ocupa la exploración en este proceso, se
expondrán, en primer lugar, los formatos utilizados con más frecuencia en el
ámbito de la Psicología Clínica y Psiquiatría, describiendo la estructura
completa en la que se produce el proceso de evaluación. Así, a continuación
se exponen las guías para realizar la historia clínica, el psicopatograma o
examen del estado mental, la presentación y formulación del caso y el
informe psicológico. El segundo capítulo de este libro se dedica
exclusivamente a la exploración psicopatológica, lo que clásicamente se ha
denominado psicopatograma o examen del estado mental, presentando las
áreas que se han de explorar para poder obtener una información extensa y
comprensiva de los problemas que tiene una persona en un momento
concreto.
a)La historia propiamente dicha (con todos los epígrafes que se exponen
más abajo).
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e)La formulación del caso (de este apartado se deriva la presentación y
formulación del caso).
i)El pronóstico.
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se debe incluir la información demográfica relevante como sexo, edad,
estado civil, profesión, religión y circunstancias actuales de la vida. A
veces se incluye en este apartado el lugar en el que se desarrolla la
entrevista.
c)Queja (motivo de consulta). Las quejas del paciente hay que recogerlas
con sus propias palabras (normalmente, cuando es una expresión literal
del paciente se pone entre comillas); es decir, hay que establecer por
qué ha venido o ha sido traído. La queja debe registrarse aunque el
paciente sea incapaz de hablar, niegue tener cualquier tipo de problema
o haga afirmaciones extrañas. A veces, la queja del paciente no
coincide con el problema principal, especial mente en aquellos casos
en los que no existe conciencia de enfermedad.
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sondear desde cuándo le sucede, el tipo de comienzo (insidioso,
brusco), si existe relación con algún acontecimiento vital, la progresión
y el curso del problema.
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j)Antecedentes familiares. Se ha de recoger información sobre antecedes
de trastornos mentales, tratamientos, hospitalizaciones, etc.
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las concepciones y teorías de la época. El análisis patográfico
(Daseinanalysee) fue aplicado inicialmente al ámbito clínico siguiendo la
metodología de Husserl y Heiddegger, obteniéndose análisis importantes en
la comprensión de los trastornos psicopatológicos (Ruiz, M., Ruiz, F. y
Fernández Baca, P., 1998). En definitiva, y desde esta perspectiva, se trataba
de salvar el escollo fenomenológico de comprender lo que esencialmente es
incomprensible, puesto que en el trastorno mental, la vida psíquica ha dejado
de tener continuidad. Su propósito era distinguir lo fundamental de lo
accesorio, la verdadera esencia del estudio del caso clínico.
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Por otra parte, desde el contexto psiquiátrico anglosajón (menos influido
por la fenomenología), no aparecen los términos de psicopatograma o
psicopatografía, sino el de examen del estado mental, utilizado como el
análogo del examen del estado físico, que realizan en sus quehaceres los
colegas médicos no psiquiatras. En su origen es mucho más operativo, puesto
que de lo que se trata es de conseguir una instantánea que el clínico toma del
paciente en un momento en concreto sobre su estatus mental. Es más, autores
como Trzepacz y Baker (1993) afirman que el examen del estado mental es
un componente objetivo de la evaluación del paciente, puesto que se basa en
las observaciones que el clínico realiza en una situación de entrevista;
mientras que la parte subjetiva sería la propia historia clínica (anamnesis), ya
que se basa en las experiencias del paciente, su relato y su memoria.
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deterioros cognitivos en pacientes psiquiátricos, especialmente en la
evaluación de demencias. Este instrumento fue elaborado por Folstein,
Folstein y McHugh en 1975, con el objetivo de contar con una evaluación
breve y objetiva del funcionamiento cognitivo y de sus cambios. Se puede
administrar en 510 minutos y se emplea tanto en contextos clínicos, como en
encuestas comunitarias y estudios epidemiológicos, pero donde más se ha
aplicado y estudiado es, sin duda, en pacientes aquejados de demencias,
limitándose a explorar su funcionamiento cognitivo.
•Memoria.
•Conciencia de sí mismo.
•Afectos y emociones.
•Funciones fisiológicas.
•Inteligencia.
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•Reacción del examinador.
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adversidad (Gelder, Gath y Mayou, 1991). Para ello, es necesario evaluar y
valorar las áreas problemáticas clave, junto con aquellos factores del
desarrollo que sean relevantes, y las circunstancias sociales de la persona. Se
ha de incluir los factores relevantes predisponentes, precipitantes y
perpetuantes del trastorno, así como sus manifestaciones cognitivas,
somáticas y conductuales.
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que no sean próximos al caso. Se ha de indicar cuál es la evidencia a favor y
en contra de cada diagnóstico, con una evaluación del resultado e indicando
las conclusiones del diagnóstico más probable. Después se abordan los
aspectos de la etiología, identificando los factores predisponentes,
precipitantes y mantenedores. Los predisponentes se consideran en orden
cronológico, mostrando cómo cada factor puede añadir algo a los anteriores.
Las conclusiones sobre el diagnóstico y la etiología se resumen con un listado
de los problemas y de cualquier otra exploración que se necesite. Finalmente,
se realiza el diagnóstico utilizando los criterios de un manual diagnóstico de
carácter oficial (CIE o DSM). Luego, se perfila el plan de tratamiento de un
modo conciso. Por último, se hacen afirmaciones sobre el pronóstico,
realizando predicciones sobre cuál es el curso más probable en función del
tratamiento, y cuáles los factores que pueden entorpecerlo.
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profesional que lo realiza, así como el nombre de la persona evaluada y el de
quién lo solicita. En caso de que el proceso de evaluación hubiese sido
requerido con un fin concreto, también deben especificarse los objetivos
propuestos.
Cuadro resumen
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conocimiento preciso de la persona y de sus problemas, en su presente, pero
desde su historia y su contexto. La exploración psicopatológica es una parte
del proceso de evaluación en el marco de la Psicología Clínica y de la
Psiquiatría. Se trata de una exploración "transversal", en la que el interés
recae en la evaluación de la pre sencia de signos y síntomas, y la posición de
cada síntoma en relación con toda la información disponible.
1. Historia
8.Historial médico
10.Antecedentes familiares
11.Personalidad
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II. Examen del estado mental o psicopatograma (exploración psicopatológica)
10.Pronóstico
C.Resumen y recomendaciones
1.Motivo de referencia
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3.Otros problemas mentales previos
4.Historia personal
8.Pronóstico
V.Tratamiento
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Datos de identificación de la persona, datos del referente y motivo de
referencia. F.T. es una mujer de 23 años, soltera, con estudios primarios, cuya
ocupación es ayudar en las tareas del hogar y que vive con su padre y dos
hermanos de 18 y 16 años. F.T. fue traída a Urgencias por su padre, quien se
encontraba asustado por su estado de agitación y la conducta extraña que
presentaba.
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preguntó sobre por qué sólo quiere alimentarse de huevos batidos
(información que había proporcionado su padre), refirió que no se fía de lo
que pongan de comer en casa por si sus familiares han hecho algún pacto con
los demonios. Los huevos "como son los'gérminidos' de la vida" están a
salvo.
Historia y evolución del problema actual. Su padre refirió que desde poco
antes de estas Navidades (hacía 2 semanas) la paciente comenzó a hablar
sola, a ratos se quedaba absorta, inmóvil, como si estuviera hablando con ella
misma. Además, su conducta comenzó a ser extraña para la familia, ya que
salía o entraba de casa sin decir nada y la mayor parte del tiempo prefería
quedarse en cama. Hace cuatro días empezó a alarmar a los familiares pues se
puso a gritar fuera de sí: "¡Cambio y corto!, ¡soy la madre de Dios!,
¡llamadme sor F.!, ¿por qué me he condenado?". Dejó de comer y sólo
consentía tomar huevos batidos. Su padre también refería que hablaba con su
madre (que había fallecido varios años antes) y con la Virgen.
Problemas mentales anteriores. Hace tres años (cuando tenía 20) tuvo un
episodio por el que estuvo a punto de ingresar. En aquel momento también
manifestaba una conducta extraña: no quería comer y hablaba sola.
Continuamente manifestaba que sentía unas cadenas alrededor de ella que
querían matarla. En aquel momento fue diagnosticada de "Esquizofrenia
Paranoide" y tratada mediante fármacos antipsicóticos, siendo buena la
respuesta al tratamiento. Desde entonces, F.T. no había tenido ningún
episodio más, aunque su comportamiento, según indica su familia, nunca
había sido "como el de una chica normal", ya que apenas salía, era muy
retraída y sólo se dedicaba a ayudar en las tareas de casa.
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condición médica general ni de uso de sustancias.
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Para realizar una adecuada exploración psicopatológica es necesario que
el clínico posea habilidades para la entrevista, así como que esté
familiarizado con algunas técnicas e instrumentos. Sin embargo, es
importante remarcar que, además de las estrategias concretas, es totalmente
ineludible el conocimiento amplio en psicopatología. Como señala Jaspers:
"Se puede preguntar bien sólo cuando en lo general se tiene un rico saber"
(1913: 993).
2.1. Objetivos
2.2. Evaluación
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La evaluación es el proceso de recogida de información sobre la que se
fundamentan las decisiones del evaluador o de las personas a quienes se
comunican los resultados. El clínico ha de recoger la información que sea
apropiada, puesto que se van a tener que emitir juicios razonados a partir de
lo que se ha evaluado y se van a tomar decisiones importantes en función de
esos resultados.
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ejemplo, en clasificaciones psiquiátricas de corte tradicional, la agnosia se ha
llegado a entender como un trastorno perceptivo; sin embargo, según los
acercamientos más actuales de la Psicología cognitiva, la agnosia se explica
mejor como una anomalía en los procesos de reconocimiento y, por tanto,
dentro de la psicopatología de la memoria. En segundo lugar, y más
importante, el fragmentar y manejar los procesos como si fueran categorías
con límites precisos es totalmente artificial. De hecho, en una misma
alteración pueden estar implicados varios procesos, y ello será más probable
en tanto en cuanto el proceso implicado sea de rango superior. Por ejemplo,
el delirio de transformación puede estar en el apartado de alteraciones del
pensamiento en cuanto a su contenido (juicios y creencias), pero también
puede formar parte de las alteraciones en la identidad, ya que también implica
una alteración de la individualidad de la persona. Es esto mismo lo que
expresa Kurt Schneider en su obra Psicopatología Clínica en el año 1946:
Finalmente hay que insistir en que, el examen del estado mental no sólo
es una manera de explorar, sino que también es una manera de describir y
transmitir información para el conocimiento del caso. Por tanto, en cuanto a
su exposición, se recomienda una organización sistemática en torno a algún
principio rector, con el fin de facilitar tanto su comprensión al lector, como la
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rápida localización de la información que se requiera. La manera de ordenarla
que aquí se expone es una propuesta basada en el rastreo de los diversos
procesos psicológicos (antes funciones psíquicas) y actividades mentales.
Además, dado que el psicopatograma o el examen del estado mental pueden
llegar a ser, en aquellas situaciones que lo requieran, un documento legal del
estatus mental de una persona, su redacción tiene que ser cuidadosa. Ha de
escribirse de una manera profesional, objetiva y con una terminología
psicopatológica precisa y bien definida; por el contrario, se evitará cualquier
descripción o sentencia que implique juicios de valor en un sentido moral.
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con la información pro veniente del contacto ocular, la postura, el tono de
voz, la manera de responder, etc. La falta de cooperación puede revelar
trastornos de personalidad, del estado de ánimo, psicosis, o problemas de
atención y conciencia, entre otros. Los adjetivos que se suelen emplear en
este punto suelen ser: cooperador, hostil, suspicaz, negativo, resistente,
dependiente, etc.
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información en tres grandes bloques, atendiendo a los aspectos cuantitativos,
cualitativos y a la mímica.
A) Aspectos cuantitativos
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ojos, sobre todo en el estupor catatónico, mientras que en el estupor
depresivo predomina una expresión de abatimiento con un tono
muscular normal. Puede estar presente la incontinen ciaurinaria y fecal,
siendo más habitual en el estupor catatónico.
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el paciente puede salir bruscamente de su estupor y mostrar su
agitación huyendo, gritando, golpeándose o atacando (raptus).
También puede presentarse en síndromes de intoxicación y abstinencia
y en el delirium o la demencia. El término "hiperactividad" se refiere
más apropiadamente a una descrip ción objetiva del comportamiento,
mientras que el de "agitación" implica la connotación subjetiva del
estado psíquico del paciente que se demuestra en su expresión física.
El potencial agresivo que en muchas ocasiones conlleva la agitación, la
convierte en una de las causas más frecuentes de ingreso y hay que
explorar la posibilidad de cuadros orgánicos.
B) Aspectos cualitativos
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cualquier orden del examinador sin ninguna resistencia, sea lo que
fuere. Kraepelin demostraba este fenómeno pidiéndole al paciente
que sacara la lengua; una vez que lo hacía, se la pinchaba con un
alfiler. Cuando hay obediencia automática, cada vez que el
examinador pide a la persona que saque la lengua, ésta lo hace
aunque cada vez reciba un pinchazo. Ambos fenómenos
(negativismo y obediencia) se pueden presentar en la esquizofrenia
catatónica y en cuadros demenciales.
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estrechar tantas veces como la tenga delante), y en el "signo del
imán" (el examinador toca rápidamente con su dedo la palma de la
mano del paciente y, al retirarlo, la mano del paciente seguirá el
dedo del examinador, como un trozo de hierro a un imán). Por lo
que respecta a las posturas, cabe mencionar la perseveración de la
postura, en la que la persona mantiene una determinada postura
(espontánea o inducida por el examinador) durante un período de
tiempo, pese a que se le ha dado la instrucción de que se resistiera al
movimiento. La persona debe ser previamente advertida de que no
tiene que dejar su cuerpo en la posición en la que lo deja el
examinador. Bleuler exploraba esta alteración tomando el pulso del
paciente con su brazo extendido. Una vez tomado el pulso y
abandonado el brazo, el fenómeno se manifiesta porque la persona,
en vez de bajar el brazo, lo sigue manteniendo en alto. Cuando el
examinador encuentra cierta resistencia plástica, como si estuviera
moldeando un trozo de arcilla, se trata del fenómeno de la
flexibilidad cérea descrita por Wernicke, conservando las posturas
en las que el examinador deja al paciente, aunque sean incómodas.
Algo similar sucede en la almohada psicológica, postura en la que la
cabeza queda suspendida a unos centímetros de la cama como si
tuviera una almohada y pudiendo quedar en esa postura durante
horas. A veces, esta inducción a la adopción de posturas puede
realizarse incluso hasta con la más leve presión del dedo. Todos
estos fenómenos suelen ser típicos de la esquizofrenia catatónica.
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los movimientos que no están bajo el control voluntario del individuo,
se encuentran las alteraciones que siguen a continuación. Se denomina
temblor a los movimientos oscilatorios, relativamente rítmicos, que
suelen ser más evidentes en las zonas distales del cuerpo. Se
amplifican bajo condiciones de estrés y desaparecen durante el sueño.
Requieren una ulterior exploración neurológica y es preciso registrar
su velocidad, frecuencia, amplitud, ubicación y las condiciones que lo
aumentan o disminuyen. Se habla de temblor en reposo o estático
cuando aparece en zonas corporales en reposo, y desaparece durante el
movimiento de dichas zonas; suele estar presente en el Parkinson,
efectos secundarios de los neurolépticos e intoxica ciones.El temblor
postural ocurre cuando se inicia y mantiene activamente alguna postura
(p. ej., extender los brazos). Suele estar presente en síndromes de
intoxicación y abstinencia, y en trastornos de ansiedad. El temblor
intencional surge sólo cuando la persona inicia una acción,
interfiriendo con los movimientos más precisos (p. ej., comer o tocarse
la punta de la nariz con el dedo). Suele asociarse a trastornos mentales
orgánicos, destacando el temblor alcohólico debido a la abstinencia. El
temblor también puede estar presente en otros cuadros, como los de
ansiedad, en los que el temblor suele ser rápido, intensificándose en la
conducta intencional. Los movimientos atetoides y coreiformes tienen
un origen neurológico. La atetosis se refleja en movimientos lentos,
repetitivos, continuos, arrítmicos y serpenteantes que recuerdan el
desplazamiento de un reptil. Se producen en la lengua, la cara o las
extremidades. En la corea se dan movimientos más rápidos y bruscos
que en la atetosis, aunque menos exagerados, y son movimientos más
variables que los tics, los cuales no cambian. El balismo es un
movimiento violento de una extremidad, normalmente sólo de un lado
del cuerpo (hemibalismo).
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dedos, manos y hombros. Suelen ser consecuencia a largo plazo de
los neurolépticos. Aunque pueden aparecer en los movimientos
espontáneos, se hacen más evidentes cuando se le pide al paciente
que haga alguna acción. Se exacerban con la ansiedad y desaparecen
durante el sueño.
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esfuerzo y malestar hasta que el tic vuelve a reproducirse. Su
frecuencia aumenta cuando se les presta atención consciente,
disminuye cuando se distrae, y desaparecen durante el sueño. Lo
egodistónico del tic y el menor número de músculos involucrados
suele diferenciarlos de la estereotipia. El ejemplo prototípico de la
presencia de tics es el síndrome de Guilles de la Tourette, en el que
también se describen "tics vocales": palilalia, ecolalia y coprolalia.
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de determinados modos de hacer las cosas a los que les falta
naturalidad y suenan forzados, afectados o rebuscados (p. ej., dar un
giro antes de sentarse). Por ello, según Gradillas (1998), sería mejor en
nuestro idioma el término de "amaneramiento". Un ejemplo sería la
sonrisa insípida en la esquizofrenia o la teatralidad de gestos de las
personalidades histriónicas. Se considera que es más volitivo e
intencional que el tic. A veces puede ser muy complicado poder
diferenciar técnicamente un manerismo de una estereotipia, sobre todo
en lo que se refiere a las posturas corporales, si bien las posturas
maneristas no perseveran y las posturas estereotipadas se mantienen
rígidamente.
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veces motores; pero no necesariamente), de carácter repetitivo (cada
vez que hay que neutralizar la obsesión) y estereotipado (se hacen
siempre siguiendo idéntica secuencia y forma), que el paciente se
siente obligado a realizar aunque, a veces, no haya una relación
evidente entre el ritual compulsivo y el objetivo que persigue. Al
igual que las obsesiones que tratan de neutralizar, son egodistónicas
y consideradas por el propio individuo como bastante irracionales y
excesivas, aunque se vea incapaz de detenerlas. Como su nombre
indica, la compulsión no puede ser reprimida voluntariamente, es
algo que el individuo se siente obligado a hacer. Aunque sabedora
de la autoría de sus actos (es decir, sabe que sus actos son suyos y
que ella los inicia), la persona los experimenta como realizados
contra su voluntad, puesto que no se puede resistir. Se experimentan
subjetivamente como inevitables y, a veces, se pueden llegar a
vivenciar con verdadera repulsión. Tienen un carácter mágico y
defensivo de lo que intentan prevenir. Por eso, el ritual ha de
llevarse a cabo en una forma exactamente predeterminada, con
cierta frecuencia y repetición (p. ej., doblar las esquinas de las
servilletas tres veces de manera alterna y en orden, empezando por
la parte superior izquierda). No es infrecuente, por tanto, que tras
realizar el ritual, al paciente le surjan dudas de si lo ha realizado
como debería haberse hecho o se ha alterado la rutina, lo cual
conduce a la repetición y verificación. Por último, cabe señalar que
aunque muchas veces se utiliza el adjetivo "compulsivo" para
aquellos comportamientos que el individuo realiza frecuentemente y
en exceso (beber compulsivo, comer compulsivo, sexo compulsivo),
no son comportamientos compulsivos en sentido estricto, puesto que
no hay en ellos ni la rigidez de la secuencia, ni sobre todo, la
obligatoriedad de realizarlos para combatir la obsesión, sino que
nacen de la necesidad de realizar el acto en sí mismo. Su objetivo es
aliviar la tensión interior y, por tanto, responden mejor a la
definición del impulso, en el que el individuo queda igualmente
atrapado, como se verá a continuación.
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Los impulsos, como las compulsiones, son igualmente difíciles
de clasificar. Como indica Gastó (en Vallejo, 1994), así como la
compulsión es la base conativa de la obsesión, en el impulso, la
conducta es involuntaria, sin base ideatoria. Se trata de la tendencia
irresistible a realizar alguna actividad. Es tal su fuerza, que el
individuo se siente como arrastrado a realizarla dada su tensión o
activación interior. Al contrario que la compulsión, en el impulso no
hay finalidad, a no ser la de realizar el propio impulso. Son actos
que se realizan sin deliberar, ni reflexionar en las consecuencias que
puedan tener. El individuo no puede encontrar una explicación
racional a estos actos; sólo que se ve invadido por un imperativo
arrollador que acaba minando su voluntad y libertad (Scharfetter,
1979). No es extraño que, a veces, esta imposibilidad de controlar
los actos impulsivos lleve al individuo a experiencias de pasividad,
es decir, como si se sintiera ajeno a unos actos que no puede
controlar. Además de constituir el síntoma fundamental de los
trastornos de control de los impulsos (ludopatía, cleptomanía, etc.),
también forman parte de otros cuadros como el trastorno obsesivo-
compulsivo (de hecho, la obsesión puede ser un impulso), la
esquizofrenia, especialmente la catatónica, en la que puede implicar
agresividad, y en cuadros orgánicos en los que se puede dar la
poriomanía o dromomanía, es decir las fugas, el vagar sin meta de
un lado a otro sin rumbo fijo que se producen de un modo impulsivo
e imperioso.
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veces, el paciente puede (porque no tiene otra opción) hacer estar
actividades, pero las realiza con una intensa ansiedad o malestar.
Como en los casos anteriores, la persona no puede remediar su
evitación, es decir, no puede elegir no evitar determinadas
situaciones o actividades, hasta tal punto que esta imposibilidad
puede afectar gravemente su funcionamiento cotidiano.
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ritual para prevenir que su obsesión se produzca, porque no confía
en su memoria. Sin embargo, por conductas de comprobación aquí
se hace referencia a la necesidad que tiene la persona de estar
comprobando continuamente aquello que es el centro de sus
preocupaciones, puesto que de un momento a otro la situación puede
haber cambiado para peor. Piénsese, por ejemplo, en las conductas
de comprobación que se dan en el contexto de los trastornos
alimentarios, en los que puede haber rituales de pesarse
continuamente; o las conductas de comprobación en el contexto de
la hipocondría, que les lleva a autoexplorarse continuamente, o
preguntar de manera reiterada a alguien de su confianza si los
encuentran bien.
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Las dismimias o pararnirnias indican una discordancia entre el afecto del
paciente y su expresión facial. También se consideran dismimias las sonrisas
insípidas o no motivadas y la imitación de la expresión facial de otra personas
(ecomimia).
A) Alteraciones de la conciencia
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para poder expresar lo que pasa en ella.
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Puede también deambular y actuar, hasta cierto punto, de modo
coherente; entender yobedecer órdenes sencillas (dar la mano, mostrar
la lengua, etc.), pero con lentitud (Scharfetter, 1979). Esta alteración
puede estar presente en muchas enfermedades degenerativas y
traumáticas, así como en una amplia variedad de condiciones
orgánicas, como intoxicación por drogas y alcohol, irritación de las
meninges, etc. También puede ocurrir en diversos trastornos mentales,
como la esquizofrenia, la depresión, etc.
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urémico); los cerebrales (provocados fundamentalmente por
accidentes cerebrovascualres, traumatismos y tumores); y los
tóxicos (producidos normalmente por alcohol y barbitúricos).
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y concentración y, a veces, también somnolencia más o menos
manifiesta. La expresión facial suele ser de sorpresa o extravío.
Aparece fundamentalmente en trastornos orgánicos (trastornos
metabólicos, enfermedades sistémicas, trastornos del sistema
nervioso central, intoxicación por drogas o medicamentos, etc.),
pero también puede presentarse en la esquizofrenia, trastornos
afectivos psicóticos, etc.
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lado, hay que tener en cuenta que se pueden producir alteraciones
parecidas en algunos trastornos disociativos, especialmente en la
fuga disociativa o psicógena. Según Reed (1988), este tipo
"afectivo" de estado crepuscular suele ser una reacción emocional
extrema a algún trauma psicológico intenso, pero es bastante similar
al que ocurre en los estados orgánicos. Se trata de un estado
disociativo prolongado, durante el cual la persona puede realizar
actividades complejas, como viajes inesperados. Puede durar desde
horas hasta días e, incluso, en algunos casos, años. Durante el
episodio la persona sufre amnesia total o parcial de su identidad, y
tras la recuperación, no recuerda el episodio de fuga. Las
implicaciones forenses de su diagnóstico son importantes, ya que
puede usarse como defensa de conducta violenta, para la que se
muestra amnesia.
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En el caso del estupor se produce una falta de reacción y
atención al ambiente (al menos en apariencia). El paciente está
inmóvil, mudo y no responde prácticamente a estímulos dolorosos,
aunque es consciente en cierto grado del ambiente ya que, una vez
pasado el estado estuporoso, puede que sea capaz de proporcionar
informes sobre el mismo. Es un estado típico de ciertas
manifestaciones psicóticas (estupor catatónico) en las que muchas
veces va acompañado de la "flexibilidad cérea" (esquizofrenia
catatónica). También puede presentarse en algunos estados
histéricos y en depresiones melancólicas. Otro tipo de estupor es el
"neurológico" que tiene un origen orgánico y que suele considerarse
como el estado antecedente inmediato al coma (precoma o
semicoma) (Gastó, en Vallejo, 1994). En este caso, hay falta de
respuesta al ambiente (no se emiten conductas intencionales
espontáneas y las ocasionales respuestas verbales son incoherentes o
ininteligibles), aunque el paciente puede abrir sus ojos y es capaz de
mirar a quien le examina. Puede haber actividad motora
estereotipada, movimientos temblorosos y reflejos positivos de
presión y succión.
B) Alteraciones de la orientación
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a la claridad o coherencia de la conciencia. Se trata de la capacidad de la
persona para saber quién es y quiénes son los demás, dónde está y en qué
momento (hora, fecha, etc.). Cuando se altera debido a una condición
orgánica, suele ocurrir primero la desorientación temporal, luego la espacial
y, por último, la personal (también es frecuente que remitan en orden
inverso). Estas alteraciones son frecuentes en los estados confusionales, en
los síndromes amnésicos y otros trastornos neurológicos, aunque también
puede encontrarse en otros trastornos psicopatológicos, como las psicosis, los
cuadros depresivos, etc.
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de otros, el lazo que les une a otras personas, o el rol de los otros con
respecto a él. La pérdida de conocimiento del propio nombre o
identidad ocurre en un estadio muy tardío del deterioro orgánico.
C) Alteraciones de la atención
Hay que tener en cuenta que la atención puede verse alterada en una
amplísima variedad de trastornos psicopatológicos y neurológicos (depresión,
manía, ansiedad, esquizofrenia, trastornos orgánicos, etc.), por lo que estas
anomalías no suelen tener valor diagnóstico. Sin embargo, es muy importante
su exploración, ya que su alteración afecta a la capacidad de la persona para
dar o recibir información, para trabajar, para realizar actividades cotidianas
(ver la televisión, leer, etc.), es decir, afecta de manera importante a la vida
de la persona (Gelder et al., 1991).
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la persona parece distraída o ensimismada, como si estuviera sólo
atenta a sus contenidos mentales), y Reed (1988) de ausencia mental.
Este último término alude a un tipo de experiencia que no puede
considerarse como indicador de psicopatología. La persona se
encuentra demasiado ensimismada en sus propios pensamientos
(exceso de concentración) y no atiende a otra información externa que
habitualmente es accesible, aunque sí que es capaz de atender a otras
actividades relacionadas con sus pensamientos. Se podría considerar
como un fenómeno de umbral: el nivel de atención es bajo para
aquellos estímulos que resultan distractores (los que no se relacionan
con sus pensamientos) (Reed, 1988). Este tipo de problemas, además
de poder estar presente en personas sin psicopatología, suele
encontrarse en trastornos afectivos, trastorno obsesivo, en pacientes
delirantes, etc.
58
la laguna temporal (Reed, 1988), que tampoco se puede considerar
una experiencia mórbida. Un ejemplo claro sería el del conductor,
que yendo por la autopista, de repente "se da cuenta" que no
recuerda nada de lo que ocurrió durante una parte del trayecto y, sin
embargo, era él quien conducía. Pero, aunque parece que la persona
presenta una "laguna en el tiempo", ya que la experiencia se suele
describir en términos de tiempo (o distancia), sería mejor
considerarla como una laguna en la capacidad de alerta o de alta
atención consciente (Reed, 1988).
59
peligrosas.
60
La memoria no sólo supone el almacenamiento de los conocimientos
sobre uno mismo y sobre el mundo, sino que también es el sustento de la
continuidad de nuestra vida mental y de nuestra identidad. El funcionamiento
de la memoria descansa en otros procesos previos, siendo fundamentales el
estado de alerta y los procesos atencionales, por lo que si el paciente se queja
de su memoria será necesario delimitar si hay otro proceso responsable. Su
exploración resulta imprescindible en los trastornos neurológicos, pero
también en otros trastornos mentales, especialmente los disociativos, dado
que la memoria se ve profundamente afectada por los acontecimientos con
una fuerte carga emocional.
61
3.¿Qué día de la semana es?
62
(recuerdo incidental). La memoria implícita es el recuerdo consciente de
alguna información previa. Se evalúa a través de las pruebas directas de
memoria, las cuales se caracterizan por la instrucción concreta en el momento
de la evocación de que el individuo rememore el material que previamente
aprendió. Ejemplos típicos de pruebas directas de memoria son el recuerdo
libre, el guiado o el reconocimiento. La memoria implícita es un recuerdo sin
consciencia de que se está evocando un recuerdo, es decir, no se requiere que
el individuo recuerde ninguna experiencia en concreto; no se provoca un
recuerdo intencional. Se evalúa con pruebas indirectas de memoria en las
que, en la instrucción en el momento de la evocación, no se menciona que se
trata del material que previamente se presentó; es decir, se buscan pruebas de
que los sucesos previos tienen alguna influencia sobre la prueba presente.
Ejemplos de tareas indirectas de memoria son las pruebas de conocimiento de
procedimientos, o pruebas de conocimiento perceptivo. Finalmente, es
conveniente diferenciar entre recuerdo, que implica la reproducción de
información desde la memoria, y reconocimiento, que implica identificación
del apareamiento entre la información almacenada y la información nueva y
que conlleva la sensación de familiaridad.
A) Alteraciones cuantitativas
63
sólo excepcionalmente se produce una ausencia total de recuerdos). La
hipermnesia se refiere a la afluencia excesiva de recuerdos. Si bien se puede
producir en situaciones no mórbidas (como por ejemplo, el fenómeno del
"libro de la vida", es decir, el recuerdo a gran velocidad de todo lo vivido que
se puede producir en situaciones en los que la persona cree que va a morir),
también se puede producir en otros contextos psicopatológicos, como en los
cuadros hipomaníacos, los de estrés postraumático, en el inicio de algunas
intoxicaciones de sustancias, o las exhibiciones memorísticas que se pueden
presentar en el autismo o en determinados tipos de retraso mental. En este
contexto cabe mencionar los recuerdos parásitos, es decir, la persistencia
desmedida de ciertas vivencias del pasado. Si son vivencias agradables no
ocasionan problemas, pero si lo vivido fue vivenciado como una mala
experiencia, el individuo intenta infructuosamente resistirse a ello. Lo
molesto del recuerdo parásito es su carácter intrusivo. Pueden ir
acompañados de imágenes parásitas (con una mayor riqueza sensorial) o estar
presentes de manera abstracta.
64
hubiese existido. Así, un paciente puede relatar como hechos de actualidad
acontecimientos que pasaron hace quince años, incluyendo los personales,
como afirmar que tiene novia, pese a que hace varios años que ya se había
casado. La amnesia retrógrada puede ser lacunar (cuando lo olvidado se
circunscribe a un período de tiempo), más típicas del síndrome amnésico, o
selectiva (cuando lo olvidado se circunscribe a un tema), más habitual en las
amnesias funcionales.
65
síndrome amnésico con estado de conciencia lúcida, en las que el
paciente puede inventarse recuerdos sin intención de mentir, al
intentar dar respuesta a cosas que no recuerda y tener una
continuidad en sus recuerdos (o narrar recuerdos auténticos pero mal
contextualizados). Muchas veces se puede observar que el paciente
va improvisando sobre la marcha para intentar dar respuesta de sus
actividades cotidianas o su ocupación habitual. Un tipo especial de
confabulación es la ecmnesia (Gradillas, 1998) cuando el paciente,
literalmente, revive recuerdos del pasado como si aquellos sucesos
estuvieran sucediendo en el tiempo actual, como por ejemplo en el
Alzheimer, cuando una paciente cree que todavía es una niña y sale
al portal a esperar a su papá. Sin embargo, algu nos autores lo
consideran y denominan como delirio ecmnésico (Polaino, 1991).
66
Distorsionesdel reconocimiento. Dentro de las distorsiones de la memoria en
cuanto a reconocimiento, cabe mencionar a las experiencias de déjá
vu/déjá vecu (ya visto/ya vivido), es decir, tener la sensación de que ya
se ha visto o vivido algo, aun a sabiendas de que es la primera vez que
se está experimentando. Este fenómeno puede darse en personas sin
psicopatología y también en situaciones de despersonalización y
condiciones de fatiga.
67
Finalmente, en este apartado hay que resaltar a la agnosia, la
cual representa la esencia de la falta de reconocimiento. Siempre se
da en el contexto de un daño cerebral. En la agnosia, el paciente
puede analizar las características individuales de un objeto a través
de su exploración en una modalidad sensorial, pero es incapaz de
sintetizarlas en un concepto común, es decir, no reconoce al objeto
como tal. Aunque las agnosias están circunscritas a modalidades
sensoriales concretas, los órganos de los sentidos no están afectados
(puesto que puede percibir los atributos individuales del objeto).
Tampoco se trata de que no se posea el rótulo verbal que
conceptualiza al objeto, puesto que se puede reconocer al mismo
objeto si se permite explorarlo a través de otros sentidos. Las
agnosias se clasifican en función de la modalidad sensorial que esté
implicada. La agnosia visual es la incapacidad de reconocer un
objeto por la vista. Suelen estar dañados los lóbulos occipitales. Hay
varias modalidades: la agnosia para los colores, para los signos
gráficos (alexia sensorial) o para los números (alexia numérica). La
prosopagnosia es una agnosia visual en la que no se reconocen las
fisionomías familiares. En el caso de la simultagnosia, el paciente es
incapaz de reconocer una composición, aunque pueda ¡den tificar
cada uno de sus elementos. En las agnosias auditivas el paciente no
puede reconocer el significado de lo que oye. Las lesiones suelen
estar ubicadas en el lóbulo temporal izquierdo. Aquí destacan la
afasia sensorial o de Wernicke (no reconocer el significado de las
palabras) y la amusia (no reconocer sonidos musicales). Por último,
las agnosias táctiles son la incapacidad de reconocer los objetos a
través del tacto. El daño suele estar ubicado en las áreas de
Brodmann.
68
2.3.5. Exploración de la percepción y de las imágenes mentales
A) Distorsiones perceptivas
69
en el color. Suelen presentarse en los estados de intoxicación de ciertas
drogas y medicamentos, lesiones neurológicas y trastornos del estado
de ánimo (todo se percibe más amortiguado, menos luminoso en
algunos cuadros depresivos, o más vivo y radiante en algunos cuadros
maníacos).
70
subapartado destacan las ilusiones, que son percepciones equivocadas
de un objeto concreto, es decir, percepciones que no se corresponden a
las características objetivas de un estímulo particular. La ilusión se
explica por la tendencia psicológica a organizar nuestras percepciones
en un todo significativo e incluye desde fenómenos como las figuras
reversibles, hasta experiencias más cotidianas como "oír" pasos que
nos siguen en una calle solitaria, o "ver" a una persona a la que
esperamos desde hace media hora. Como tipos especiales de ilusiones
destacan las pareidolias, en las que la persona organiza y da un
significado a un estímulo desestructurado ("ver" borreguitos en las
nubes) y la sensación de presencia, experiencia en la que, a pesar de
que la persona sabe que está sola en la habitación, no puede evitar
tener la sensación de que hay alguien. Este tipo de experiencias,
además de darse en personas sin psicopatología, se puede manifestar
en una amplia variedad de trastornos psicopatológicos.
B) Engaños perceptivos
71
despertador antes de que éste suene), aunque también pueden aparecer en la
población clínica. Por lo general, la persona es consciente, cuando recobra un
nivel adecuado de alerta, de lo irreal de tales imágenes. Otro tipo de
pseudopercepciones son las imágenes alucinoides, imágenes de gran
plasticidad a las cuales el individuo no les otorga juicio de realidad, que
pueden darse en el espacio negro de los ojos cerrados (fenómeno de Müller o
imágenes de la fiebre), o en el espacio externo a consecuencia del uso de
drogas (fantasiopsias). Las imágenes mnésicas son recuerdos de imágenes
sensoriales que pueden presentarse de un modo transformado, muchas veces
a voluntad. Las imágenes eidéticas son un tipo especial de imagen mnésica
consistentes en representaciones exactas de impresiones sensoriales que
quedan como fijadas en la mente de la persona, siendo absolutamente
consciente de lo subjetivo de su naturaleza. Por último, las imágenes parásitas
son una especie de imágenes perseveradas (también llamadas palinopsia) ya
que, aunque fueron originadas por un estímulo o situación concretos, cuando
surgen estas experiencias la fuente de estimulación ya no está presente.
Suelen desaparecer cuando el individuo centra su atención en ellas. Una
variante de imagen parásita es la imagen intrusiva u obsesiva que, al contrario
de la anterior, no desaparece aunque la persona focalice su atención en ella,
como por ejemplo, las canciones que se repiten una y otra vez en la cabeza
ante la desesperación de quien quiere deshacerse de ellas.
72
los sonidos puede ser muy variables. Las voces pueden ser familiares o
desconocidas. Se pueden dirigir al paciente en segunda persona (más
frecuente en los cuadros afectivos) o en tercera persona, comentando sus
acciones o sus pensamientos (más frecuente en la esquizofrenia). Las
alucinaciones imperativas son aquellas en las que las voces dan órdenes al
paciente. El eco del pensamiento es la alucinación auditiva consistente en oír
los propios pensamientos en voz alta. De manera similar, el eco de lectura
consiste en oír en voz alta lo que se está leyendo en silencio. Ambas
experiencias se acompañan de la angustia de quien está convencido de que
todo el mundo puede oír y saber lo que pasa por su cabeza. En general, las
alucinaciones auditivas suelen ser más características de la esquizofrenia y de
los trastornos afectivos.
73
reptando por debajo o por encima de la piel, una alucinación muy frecuente
en el delirium tremens, la psicosis cocaínica y otros estados orgánicos. Las
sensaciones hápticas pueden ser de varias modalidades: térmicas (sensación
de calor o frío), hídricas (sensación de flujo de fluidos), etc.
Por otra parte, también hay que considerar otras experiencias perceptivas
que no son, estrictamente hablando, alucinaciones, puesto que no acaban de
cumplir sus criterios y las podríamos considerar como variantes de la
experiencia alucinatoria: las alucinaciones funcional, refleja, extracampina y
la pseudoalucinación. Por lo que se refiere a la alucinación funcional, se trata
de una experiencia perceptiva en la que un mismo estímulo provoca, al
mismo tiempo, una percepción normal y una alucinación en la misma
modalidad sensorial. Cuando el estímulo cesa, ambas percepciones finalizan
(p. ej., oír insultos cuando el agua corre por el grifo; se cierra el grifo y ya no
se oye ni el agua ni las voces). Pueden estar presentes en la esquizofrenia. El
caso de la alucinación refleja es algo diferente, ya que un estímulo produce al
mismo tiempo una percepción normal y una alucinación, pero en distinta
modalidad sensorial (p. ej., el paciente oye que una persona tose y siente que
su pierna la sacude una corriente eléctrica). Tanto en la funcional como en la
refleja, el paciente encuentra una conexión entre ambos sucesos. Por su parte,
74
la alucinación extracampina es una experiencia alucinatoria que se
experimenta fuera del campo perceptivo plausible (p. ej., aunque el paciente
está mirando de frente, afirma que puede ver al diablo que se encuentra
sentando detrás). Por último, el término pseudoalucinación se ha utilizado en
la literatura con un doble significado. Por una parte, hace referencia a
aquellas experiencias alucinatorias en las que la persona otorga juicio de
realidad a lo que percibe, como en la verdadera alucinación, pero a diferencia
de ésta, la persona ubica el origen de la experiencia al espacio subjetivo
interno y no en el exterior. El ejemplo prototípico de pseudoalucinación, en
este sentido, es cuando el paciente relata que oye voces que son tan reales,
claras y nítidas como la conversación que está manteniendo con el
examinador, pero que las oye dentro de su cabeza, no fuera, y sólo él las
puede oír. De hecho, muchas veces los pacientes completan el relato de esta
experiencia comentando que lo oyen con el oído "interior" (o lo ven con su
ojo "interior"). Por otra parte, también se utiliza el término pseudoalucinación
para la experiencia en la que la persona percibe algo, es decir, le da juicio
psicológico, pero no le otorga juicio de realidad, es decir, sabe que es
producto de su imaginación. En este sentido, uno de los ejemplos más
comentados son las "alucinaciones de viudedad", en las que la persona puede
oír la voz del cónyuge fallecido, o verle claramente sentado en su sillón
favorito, aunque sabe que tales percepciones no son reales. A diferencia del
otro significado de pseudoalucinación, estas experiencias pueden darse en
momentos de crisis en personas sin trastornos mentales.
75
con alucinaciones. Por tanto el término alucinosis viene a coincidir con la
segunda acepción de pseudoalucinación, pero siempre en el contexto de los
trastornos mentales orgánicos.
76
sí o su descripción. En este sentido, suele haber menos dudas en las auditivas
y visuales, pudiendo ser más complicado de delimitar en el resto de
modalidades, como se comentará más adelante.
77
alucinación para delimitar si presenta alucinaciones reflejas o funcionales.
Por último, destacar también que hay una serie de variables que pueden
ayudar a diferenciar entre grupos diagnósticos, como por ejemplo, el número
de alucinaciones distintas que presenta la persona (que suele distinguir entre
78
esquizofrenia - mayor número, distintas modalidades, distintos contenidos-, y
otros cuadros); la duración (más larga en cuadros delirantes, más breve en
cuadros maníaco-depresivo); y el contenido (más negativo en cuadros
delirantes).
Hay que tener en cuenta que existe una estrecha relación entre lenguaje y
pensamiento aunque, desde luego, no son sinónimos. Pese a que no se puede
inferir que un lenguaje trastornado refle je un pensamiento trastornado, sin
embargo, en la práctica clínica, el término "trastorno formal del pensamiento"
suele solaparse con el de "habla desorganizada" ya que, de hecho, los
trastornos formales del pensamiento se expresan normalmente a través del
habla y, como los pensamientos de una persona no se pueden observar
directamente, lo que hace el clínico son inferencias en función de lo que dice
la persona, tendiendo a asumir que las palabras habladas se parecen a los
pensamientos que las subyacen.
Por otro lado, también hay que tener en cuenta que la comunicación
humana ocurre tanto a través del canal verbal como del no verbal. Este
apartado se centra sólo en las alteraciones de la comunicación (lenguaje y
habla) que se expresan a través del lenguaje verbal. Aquí se darán pistas para
la exploración de alteraciones del lenguaje y pensamiento que pueden
acompañar a diversas categorías diagnósticas. Para ello, primero se
enumerarán las alteraciones más frecuentes del lenguaje y del habla y,
posteriormente, se comentarán las alteraciones en la forma del pensamiento.
79
omiten conjunciones, si se utilizan las reglas de la gramática, etc.), la
comprensión (si es capaz de entender órdenes, p. ej., "cierre los ojos", o
frases, del tipo: "¿está lloviendo?"), la prosodia (la musicalidad y entonación
de las palabras y frases), la cualidad del habla (volumen, locuacidad, ritmo,
etc.), la escritura, la lectura (en voz alta y en silencio), si es capaz de repetir
palabras y frases, si puede nombrar objetos, personas, etc.
Entre las alteraciones del lenguaje y del habla más comunes (excluidas las
infantiles) se encuentran las siguientes: la afasia, trastorno producido por una
lesión cerebral focal (cortical o subcortical), caracterizado por pérdida o
deterioro en la capacidad para comprender o expresar ideas a través del
lenguaje; cuando el deterioro no es completo se denomina disfasia. La
disartria, trastorno producido por lesiones del sistema nervioso en el que
existe una alteración en el tono y el movimiento de los músculos que
controlan la articulación (lengua, labios, paladar, etc.). La dislalia, dificultad
para articular fonemas, sílabas o palabras. La parafasia, sustitución de letras o
sílabas (parafasia literal) o palabras (parafasia semántica) por otras cuya
articulación es correcta. El agramatismo, dificultad para encadenar palabras
en frases o secuencias sintácticamente correctas, utilizando las reglas de la
gramática (puede ocurrir tanto en el habla como en la escritura y se puede
encontrar en cuadros afásicos). La aprosodia, incapacidad para la entonación
del habla. La agrafia, pérdida en la capacidad ya adquirida para el lenguaje
escrito. La alexia, pérdida en la capacidad ya adquirida para la lectura. La
anomia, dificultad para encontrar palabras que designen objetos o personas,
aunque se pueden reconocer como familiares. El mutismo, ausencia
permanente o temporal del lenguaje expresivo verbal (cuando la persona lo
había adquirido previamente); también puede darse el mutismo selectivo,
cuando se niega a hablar ante ciertas situaciones o personas. La tartamudez,
alteración de la fluidez y del ritmo del habla. La palilalia, repetición de una
palabra que va incrementándose en su frecuencia. La logoclonía, repetición
espasmódica de una sílaba en medio o al final de una palabra. Estas dos
últimas formas de perseveración verbal son características de algunos estados
demenciales. Por último, la coprolalia son tics fónicos complejos consistentes
en palabras y frases de carácter agresivo y soez, característicos del síndrome
80
de la Tourette.
En esta área hay que explorar la tasa, ritmo, flujo y cantidad de habla, el
tipo de verbalizaciones que utiliza (gramática, sintaxis, elección de palabras,
etc.), cómo maneja los conceptos, cómo se expresa, cómo concatena las
preguntas y las respuestas, etc. No se trata de evaluar las habilidades de
razonamiento, sino si la persona es capaz de comunicar ese razonamiento.
Para ello es conveniente analizar el conjunto total del discurso del individuo
(Trzepacz y Baker, 1993): ¿la conversación era vaga y confusa?, ¿hablaba
mucho o poco, rápido o despacio?, ¿hablaba espontáneamente o sólo
respondía a las preguntas?, ¿fue difícil la recogida de información?, ¿se
necesitaba repetir las preguntas?, ¿cómo fluían las ideas?, ¿el discurso era
coherente, con interrupciones, con silencios, con cambios de tema?, etc.
-No hay tantas digresiones como para que al oyente le sea difícil seguir la
línea del pensamiento.
81
-El número de unidades de información transmitido dentro de un marco
temporal no es tan grande o tan pequeño como para menoscabar la
atención o comprensión del oyente.
82
esquizofrenias y en algunos estados orgánicos.
e)Pobreza del contenido del habla (del pensamiento, habla vacía, alogia,
trastorno formal negativo del pensamiento). En este caso se refiere a
un análisis cualitativo del comportamiento verbal. La persona emite
respuestas cuya duración puede ser normal, o incluso mayor de la
adecuada, pero que proporcionan poca información. El lenguaje tiende
a ser estereotipado, vago y repetitivo.
83
idea y, después de un breve silencio, se puede señalar que no sabe lo
que iba a decir o de qué estaba hablando. Puede encontrarse en la
esquizofrenia, el delirium y en estados de alta ansiedad y fatiga.
84
absurdas, ilógicas, fantasiosas, etc.; si son compartidas por otros miembros
del grupo de referencia al que pertenece la persona, cómo han comenzado a
mantenerse; el grado de firmeza (si pueden modificarse con facilidad o no); el
grado de implicación personal; el grado de convencimiento, cómo interfieren
con su vida cotidiana, etc. Hay que resaltar la importancia de preguntar por
las preocupaciones principales de la persona. Aunque estas preocupaciones,
creencias, juicios, etc., no puedan considerarse "patológicas" (en el sentido de
no llegar a conformar ideas delirantes, obesivas, etc.), es necesario señalar
cuáles son, en qué medida preocupan a la persona e interfieren en su
funcionamiento diario.
A) Delirios
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Las diferentes definiciones de los delirios que existen en la bibliografía
suelen contemplar una serie de características comunes, y que serían las
siguientes (Baños y Belloch en Belloch, et al., 1995):
86
Hay que tener en cuenta que algunos pacientes esconden sus delirios y que
han "aprendido" a no hablar sobre ellos. Por tanto, hay que estar alerta a los
cambios de tema, omisiones, etc. Sin embargo, una vez que se plan tea el
tópico del delirio, los pacientes suelen elaborarlo bastante espontáneamente.
En la exploración, suele ser útil preguntar a la persona por las explicaciones
que da a otros síntomas o a otras experiencias desagradables que haya tenido
(Gelder et al., 1991).
Hay que destacar que los delirios deben evaluarse en el contexto social y
cultural de la persona, y que se debe buscar que el paciente clarifique y
elabore cualquier afirmación que pueda sugerir la presencia de una creencia
delirante. Por ejemplo, si un paciente informa de que "los vecinos siempre
están metiéndose conmigo", habrá que pedir más información para poder
valorar si se está o no ante la presencia de una idea delirante: ¿de qué modo
87
se meten con él?, ¿cómo se siente por ese problema?, ¿en qué evidencia se
basa?, etc. (Trzepacz y Baker, 1993). También hay que señalar que aunque
los delirios son generalmente falsos, en algunas circunstancias pueden ser
ciertos, o volverse ciertos. Un ejemplo claro de ello es el delirio de celos.
Incluso aunque la pareja sea infiel, la creencia se puede valorar como
delirante si no se basa en evidencias racionales. Es decir, no es la falsedad lo
que determina si una creencia es delirante o no, sino la naturaleza de los
procesos mentales que llevan a mantener esa creencia (Gelder et al., 1991).
Por otro lado, aunque los delirios se consideran síntomas psicóticos, y por
lo tanto son indicios de la existencia de un trastorno mental grave, no son
específicos de ningún trastorno en particular, y pueden estar presentes tanto
en trastornos delirantes (donde su presencia es necesaria para realizar el
diagnóstico), hasta otros cuadros como esquizofrenia, depresión, manía y
muchas condiciones orgánicas.
88
críticas, ya que no es fácil de establecer (Baños y Belloch, en Belloch et al.,
1995) y no se ha mostrado muy útil en el diagnóstico clínico.
89
pensamientos, sentimientos, impulsos, actos, etc. no son propios, sino
que están impuestos por alguna fuerza externa. No se incluye la mera
convicción de que uno actúa como agente de Dios, de que es víctima
de una maldición o del destino o el hecho de no ser suficientemente
asertivo ante las presiones externas. Delirios típicos en esta categoría
son la transmisión del pensamiento (creencia de que los pensamientos
salen de su mente y llegan a la de otras personas), la inserción del
pensamiento (creencia de que el propio pensamiento ha sido
introducido desde fuera en su mente), el robo del pensamiento
(creencia de que le quitan sus pensamientos), etc.
90
temática persecutoria, entonces puede hablarse también de delirio de
persecución.
91
el sujeto cree merecer) o maníaco (relacionado con sobrevaloración del
poder, la valía, los conocimientos o la identidad personales, o con relaciones
especiales con la divinidad o con personas famosas) se suele calificar como
congruente con el estado de ánimo.
B) Ideas sobrevaloradas
C) Obsesiones
92
siempre. Los temas más frecuentes suelen versar sobre suciedad,
contaminación, limpieza, comprobación, orden, necesidad de simetría,
acumulación, temas somáticos, religiosos, agresivos o sexuales, que suelen
ser reprensibles para quien los piensa, etc.
D) Fobias
Aunque los rasgos clínicos más sobresalientes de las fobias son el miedo
y la ansiedad, se incluyen aquí por su contenido ideativo, ya que esas
emociones suelen dispararse por los pensamientos asociados a la situación u
objeto que se percibe como amenazante: la interpretación que se hace de una
situación puede hacer que se produzca una respuesta de miedo o de ansiedad
o que ésta no se produzca. Existen muchos tipos de fobias, pero todas ellas
comparten las mismas características: son miedos desproporcionados en
relación con la situación, irracionales y no adecuados, ya que objetivamente
no hay razones suficientes que justifiquen tal reacción. Por ejemplo, una
persona con fobia a las alturas puede sentir terror de estar en el primer
peldaño de una escalera. Además, no están bajo control voluntario y aunque
93
la persona puede reconocer su irracionalidad, no puede controlarlos ("no
puedo hacer nada").
E) Preocupaciones
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preocupación ansiosa (worry), se refiere a pensamientos que están
relacionados con acontecimientos futuros, sobre los cuales la persona no sabe
cómo van a discurrir y qué es lo que va a pasar. Lo que preocupa aquí al
individuo es que el resultado, lo que vaya a suceder, sea negativo, lo que
suele acompañarse de temor y de sentimientos de ansiedad. Generalmente, el
contenido de estos pensamientos se corresponde con aquellas áreas de la vida
que son más importantes para la persona (hijos, estudios, trabajo, cuestiones
económicas, etc.).
F) Ideación violenta
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Por lo que se refiere a la ideación homicida, ésta también puede variar en
su intensidad, desde el deseo de que alguien muera, al plan para matarlo.
Dado que las amenazas de violencia pueden predecir acciones violentas, es
necesario valorar hasta qué punto estas amenazas son realmente peligrosas, o
son manipuladoras y sin verdadera intención (Kaplan y Sadock, 1997). En
cualquier caso, hay que adoptar una actitud prudente y pensar al inicio que
pueden ser potencialmente ciertas, ya que si las personas manipuladoras
creen que no se les está tomando en serio, puede que incluso lleguen a
cometer algún acto violento (Kaplan y Sadock, 1997).
96
somatomorfos, disociativos, alimentarios, etc.) se dan con frecuencia cambios
en la auto-imagen; en los trastornos psicóticos, el sí mismo se puede alterar
como parte de la pérdida del juicio de la realidad.
97
siente "como si" fuera irreal, o como si hubiera cambiado en algún modo, o
se siente "extraño a sí mismo". Cuando el cambio se produce en la
consciencia del mundo exterior se suele denominar desrealización. Suelen
darse juntas, porque el yo y el ambiente se tienden a experimentar como uno.
En estas alteraciones, el paciente pierde el sentimiento de realidad que tenía
de él mismo o del entorno. En ambos casos, la persona sigue siendo
consciente de estas contradicciones entre su experiencia subjetiva y la
realidad objetiva, pero "es como si" no fueran reales. La persona se siente
como un actor en un escenario, o como un espectador de una obra. También
pueden sentirse como máquinas o robots. Estas experiencias alteradas pueden
encontrarse, además del trastorno de despersonalización, en los ataques de
pánico, la fobia social, la ansiedad generalizada, el trastorno por estrés
postraumático, la depresión, la esquizofrenia, en la intoxicación y abstinencia
de algunas drogas, etc., siendo también un síntoma frecuente en situaciones
de estrés intenso.
98
autómatas. Por otro lado, también puede ocurrir, como en la fobia social, la
disociación del ego, el sentir como si se estuviera fuera de uno mismo, poder
observarse y escucharse en tercera persona.
99
E) Otros aspectos a explorar
100
ansiedad). Aquí no se van a describir estos trastornos, ya que conforman una
categoría diagnóstica específica con una sintomatología compleja y, aunque
una parte importante de esa sintomatología se refiere al ámbito emocional,
también están alteradas otras áreas psicológicas. Además, también hay que
recordar que las alteraciones afectivas son una característica importante en
muchos otros trastornos psicopatológicos y condiciones médicas.
A la hora de evaluar esta área, hay que tener en cuenta que las emociones
y los afectos son, en sí, respuestas normales. Por tanto, para emprender la
exploración psicopatológica de la afectividad, y diferenciar entre
psicopatología y "normalidad", es necesario considerar, al menos, los
aspectos que se señalan a continuación. La forma de aparición: si hay
presencia de estímulos, patrones diurnos, factores situacionales, etc.; el grado
de adecuación: si el afecto es apropiado o congruente, valorando si existen
discrepancias entre lo que la persona dice y su conducta no verbal; las
discrepancias con el contexto; el rango de la respuesta afectiva: se refiere a la
variedad de tipos de afectos que la persona es capaz de expresar; el grado de
proporcionalidad o intensidad: es decir, la relación entre la intensidad de la
reacción emocional y el estímulo que la provoca; el grado de reactividad: se
refiere a los cambios afectivos en función de la situación, vivencia, etc. Hay
que evaluar si la persona es reactiva y responde emocionalmente a los
diversos contextos; el grado de movilidad: hay que valorar si el afecto se ve
constreñido, fijo, inmóvil o excesivamente lábil.
101
emocionales o expresiones afectivas que pueden variar momento a momento.
Utilizando un símil bastante ilustrativo, se podría decir que el estado de
ánimo sería el clima, mientras que el afecto sería el tiempo que hace hoy.
102
Por lo que se refiere a los afectos, y como antes señalábamos, éstos hacen
referencia a variaciones más transitorias en el estado emocional. Es deseable
evaluar y describir por separado el afecto y el estado de ánimo. A
continuación se describen las alteraciones más comunes:
103
trastornos neurológicos.
104
de personalidad esquizoide, en retrasos mentales, trastornos
demenciales, delirium, etc. Se denominan apatía en el caso de la
depresión, cuando el paciente tiene reacciones afectivas muy
disminuidas. También se ha denominado indiferencia, o más
concretamente "bella indiferencia" a la ausencia de respuesta
emocional ante una aparente enfermedad física que se encuentra en
algunos trastornos histéricos (la "belle indifference"). Por último,
también se puede encontrar indiferencia afectiva, aunque de modo
distinto a los anteriores, en los trastornos de personalidad antisocial, en
los que las personas parecen no mostrar ansiedad ante el castigo o ante
otras situaciones de peligro, ni parecen responder emocionalmente al
dolor de otras personas.
105
encuentra difícil expresar sus emociones. Se puede encontrar en
muchos trastornos, como el autismo, la esquizofrenia, trastornos por
abuso de sustancias, el trastorno por estrés postraumático, trastornos
neurológicos, etc. Hay que tener en cuenta que la presencia de esta
alteración puede hacer especialmente difícil la evaluación del estado de
ánimo de la persona.
A) Ansiedad
B) Depresión
106
al paciente, pero evitando un optimismo vacío y superficial. En este tipo de
problemas hay que explorar:
107
urgencias (intoxicación por drogas o alcohol, psicosis, condiciones
neurológicas, etc.). La ira se puede expresar tanto de modo directo
(verbalmente) como indirecto (posturas amenazadoras, tono de voz hostil,
acciones violentas, etc.). Para catalogarla como patológica hay que tener en
cuenta la desproporcionalidad, frecuencia, impulsividad, incontrolabilidad,
etc. También puede darse una hostilidad más controlada en formada de falta
de cooperación, superioridad, resentimiento, etc.
A la hora de explorar los patrones de sueño, hay que tener en cuenta que
hay grandes diferencias individuales en la cantidad de sueño que necesitan las
personas. Además, hay que saber si el paciente está tomando algún fármaco
que induzca al sueño, o si utiliza estimulantes durante el día, puesto que estos
hechos pueden estar camuflando, induciendo o perpetuando estos trastornos.
Hay que explorar tanto las alteraciones por defecto como por exceso. Por lo
que respecta a un patrón escaso de sueño, además de la afirmación de la
persona de que no siente necesidad de dormir (como sucede en algunos
cuadros maníacos), el paciente puede quejarse de que su sueño es muy ligero,
que no acaba de descansar suficientemente, que le cuesta mucho dormirse o
que se despierta excesivamente pronto. El insomnio inicial es la dificultad
para conciliar el sueño, y se operativiza como tardar más de treinta minutos
en quedarse dormido. Acompaña frecuentemente a muchos trastornos
mentales que se caracterizan por una elevada activación, ansiedad y
excitación. Por el contrario, el insomnio tardío o despertar precoz consiste en
despertarse entre una y tres horas antes de la hora habitual con la dificultad de
108
volver a conciliar el sueño. Suele ser más típico de la depresión. Por último,
el insomnio medio, consiste en estar despierto más de treinta minutos durante
la noche. Este último patrón puede tener la forma de insomnio intermitente,
en el que la persona se despierta varias veces a lo largo de la noche. Algunas
de las preguntas que pueden guiar la exploración serían: ¿cuántas horas
duerme?; ¿cuánto tarda en dormirse desde que cierra los ojos?; ¿cuántas
veces se despierta?; ¿se suele despertar pronto y no puede volver a conciliar
el sueño, o lo hace de forma superficial (oye todo y cualquier ruido le
molesta)?; ¿le suele costar dormirse, aunque cuando lo logra, puede dormir
entre 6 y 7 horas?; ¿se levanta cansado o descansado?
109
alteraciones en la ingesta empiezan a afectar al peso, hay que evaluar el
impacto y la importancia que la persona otorga a esas oscilaciones. Para
explorar esta área suele ser útil preguntar por la descripción de las ingestas
del día anterior, así como la distribución horaria de las mismas.
C) Apetito sexual
110
El dolor, en sí mismo, puede ser el síntoma fundamental de un cuadro
clínico, pero es frecuente que el paciente se queje de dolores y malestar
general en el contexto de un problema que no tiene que ver directamente con
alteraciones fisiológicas. Aunque pue da pensarse que el dolor es una
sensación específica ante una estimulación nociva, es mucho más que eso,
puesto que tiene una dimensión motivacional-afectiva y, por tanto, el dolor es
sobre todo una experiencia sensorial y emocional displacentera. No es
extraño encontrar quejas de dolores difusos en cuadros emocionales tales
como la depresión o la ansiedad. De hecho, muchos cuadros depresivos son
vistos en primera instancia por médicos generales o internistas, dado que el
paciente se queja de molestias corporales difusas, astenia (pérdida de energía)
y fatiga en general. Si el curso del dolor es paralelo a los síntomas
depresivos, ansiosos o psicóticos, el diagnóstico probablemente sea el de
estos últimos trastornos y no el de alguna dolencia física (Kaplan y Sadock,
1997). Es importante obtener una historia detallada del dolor que incluya la
frecuencia y la duración de los episodios de dolor actuales y pasados, y los
factores que lo alivian o lo empeoran.
Por último, cabe mencionar las quejas que los pacientes pueden realizar
en cuanto su estado general, con respecto a molestias, cansancio, fatiga o
sensación de pérdida de energía. Aunque estas experiencias pueden estar en
cualquier cuadro clínico, suelen ser muy habituales en trastornos que
impliquen una emocionalidad alterada como la depresión o la ansiedad.
Para determinar los problemas de inteligencia del paciente hay que tener
en cuenta su historia personal, su nivel de formación, su historia laboral y sus
nociones de cultura general. Cuando no se tiene información sobre estos
aspectos, o se sospecha de un déficit o un deterioro, se debe administrar
alguna prueba, bien haciendo que el paciente escriba, lea, o haga alguna
operación aritmética (es decir, si es capaz de funcionar al nivel básico para el
que está dotado), bien con pruebas estandarizadas como la prueba Mill Hill o
las matrices progresivas de Raven. Se puede inferir un trastorno del
111
aprendizaje si hay discrepancia entre los resultados del test y la habilidad y
capacidad comprobada en su ejecución en las tareas de lectura y aritméticas.
En cualquier caso, es importante que las preguntas y las pruebas estén
adecuadas al nivel educativo y la formación de la persona para evitar bien la
frustración, bien el desinterés.
112
encuentros de "tú a tú", asertividad, capacidad de expresar sentimientos hacia
los otros, habilidades para iniciar y mantener relaciones sociales y
conversaciones, etc. Hay que tener en cuenta que los problemas en las
relaciones interpersonales pueden surgir debido a las características de la
persona o del sistema interpersonal. Aquí sólo se va a considerar el primer
tipo de problemas aunque, obviamente, también es necesario explo rar el
sistema interpersonal o social del individuo, fundamentalmente, las relaciones
de pareja y familiares, y valorar si en estos ámbitos existe algún patrón
psicopatológico que dispare o mantenga los problemas del paciente.
No hay que olvidarse de que las personas se comunican con los demás, no
sólo mediante la comunicación verbal, sino también mediante otros canales
no verbales. Estos últimos son igualmente parte importante en el proceso de
la interacción social. En este sentido, en la exploración de esta área hay que
tener también en cuenta aspectos tales como el olor corporal (que puede
reflejar falta de higiene, deseo de agradar, etc.), la vestimenta, los adornos de
la piel, la postura, los gestos, el contacto visual, etc. Es necesario tener en
cuenta el papel que desempeñan los aspectos culturales, ya que las diferencias
entre culturas, importantes en toda la exploración psicopatológica, son
centrales a la hora de evaluar todos los aspectos que se acaban de enumerar.
La entrevista puede constituir un contexto muy útil para la evaluación de
estas cuestiones.
113
personales; en los pacientes depresivos se puede encontrar aislamiento,
escasez de actividades sociales, etc.
114
decir, ¿le ha producido simpatía, preocupación, tristeza, ansiedad, irritación,
frustración, impaciencia o ira? El examinador puede haberse encontrado
cómodo y amigable, o haberse enfadado, haber sentido miedo, o haberse
frustrado en su intento de comunicarse con el paciente. También ha de
incluirse la opinión que el examinador tiene sobre la precisión de la
información obtenida, poner de manifiesto las inconsistencias que se hayan
producido a lo largo de la exploración (bien entre lo que se ha observado y el
informe verbal del paciente, bien entre las diversas afirmaciones del
paciente), así como indicar si ha tenido dificultades en realizar la exploración.
Las notas clínicas han de fecharse.
115
el caso de la asistencia en urgencias. De entrada, a la espera de pruebas más
precisas, Kaplan y Sadock (1997) enumeran una serie de características que
son más indicadoras de organicidad, entre las que se encuentra: que tenga un
comienzo agudo (en horas, minutos, con síntomas destacados); que sea el
primer episodio; que hayan enfermedades médicas o lesiones intercurrentes;
que exista abuso de sustancias; presencia de síntomas neurológicos (pérdida
de conciencia, convulsiones, cambios en las características de una cefalea,
cambios en la visión); y presencia de apraxia constructiva (dificultades en el
dibujo de un reloj, de un cubo, de la intersección de dos pentágonos, etc.).
Por su parte, García Toro y González Guillén (1998) señalan que, pese a
las semejanzas aparentes en la sintomatología, una atenta observación puede
revelar ciertas diferencias en las manifestaciones psicopatológicas de los
agentes biológicos. Para ello, habrá que fijar se en una serie de signos y
síntomas que, al estar presentes, hacen más probable que un cuadro clínico
esté inducido por agentes biológicos (trastornos médicos, fármacos, drogas o
tóxicos), y por tanto, se recopilan más indicios para solicitar la consulta de
otros especialistas y otras pruebas médicas y de laboratorio para confirmarlo
claramente. Estas pistas no deben considerarse como señales claras de
presencia de factores biológicos, ya que no poseen valor patognomónico por
sí solas, sino que hay que considerarlas en su conjunto y relacionarlas con el
resto de la información de la historia y de la exploración. Así, y siguiendo a
estos autores, las condiciones inducidas por agentes biológicos, a diferencia
de aquellas que no lo están, se caracterizan por lo siguiente: nivel de
consciencia disminuido o fluctuante; orientación alterada en un orden
determinado (temporal y espacial, finalmente personal); atención y
concentración disminuidas; más afectada la memoria reciente que la remota y
mayor probabilidad de amnesia anterógrada; en el área de la percepción,
suele haber ilusiones frecuentes y de haber alucinaciones son más frecuentes
las visuales, olfativas o gustativas, con contenido incongruente con el estado
de ánimo; lenguaje disártrico o afásico, pobre, perseverante, estereotipado o
tangencial; en el área del pensamiento, si hay ideas delirantes son más
fugaces, sin sistematizar, estimuladas por el entorno y corregibles: el juicio
(insight) suele estar conservado; el funcionamiento cognitivo y la capacidad
116
de abstracción están deteriorados; en el ámbito de la afectividad puede haber
labilidad afectiva y mayor agresividad, sobre todo en el consumo de
sustancias psicoactivas; el área psicomotora suele ser fluctuante a lo largo del
día; y suele haber somnolencia o hipersomnia.
117
múltiples deterioros cognoscitivos, incluyendo la memoria, que se deben a
los efectos de una enfermedad médica, de una sustancia o de múltiples
etiologías. Existen algunas pistas que pueden ayudar al clínico a diferenciar
entre un delirium y una demencia (García Toro y González Guillén, 1998): en
el primer caso siempre está presente una disminución del nivel de conciencia
y son frecuentes las alucinaciones (especialmente las visuales), lo que es raro
en la demencia, sin embargo en esta última, a diferencia del delirium, es
frecuente que ocurra desorientación. Además, mientras que el inicio del
delirium suele ser brusco, con un curso fluctuante y posiblemente reversible,
en la demencia el inicio suele ser insidioso, el curso de empeoramiento
progresivo (o estable en el mejor de los casos) e irreversible. Por último, los
trastornos amnésicos, que también se han comentado en un apartado anterior,
se caracterizan por una alteración de la memoria inducida por un agente
biológico, diferenciándose en función de su etiología. En el cuadro 2.2 se
ofrecen algunas pistas que pueden ayudar al clínico a diferenciar entre las
alteraciones de la memoria inducidas por agentes biológicos de las que
ocurren en los trastornos disociativos.
118
119
Por último, hay que mencionar que existen una serie de instrumentos que
son de gran ayuda en la evaluación neuropsicológica, y cuya descripción va
más allá del alcance de este libro, como son la batería de Halstead-Reitan, la
investigación neuropsicológica de Luria, la bateria neuropsicológica de
Luria-Nebraska, etc. También existen pruebas más breves y rápidas que
120
ayudan en la evaluación de esta área, como el Mini-Examen del Estado
Mental (que se encuentra en el apartado de "Material para el Terapeuta"), la
Escala de Calificación de Demencia de Mattis, etc. Todos estos instrumentos
pueden ayudar al clínico a identificar la presencia y naturaleza de alteraciones
de la función cognoscitiva de origen orgánico.
121
enfermedades médicas son las siguientes (García Toro y González Guillén,
1998): por lo que se refiere a las enfermedades neurológicas estarían, en
primer lugar, aquellas condiciones que llevan a la demencia y síndromes
amnésicos, pero también existen otras muchas que están relacionadas con la
presencia de trastornos ansiosos, depresivos, maníacos y psicóticos. Respecto
a las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, suelen estar más
relacionadas con cuadros de ansiedad y delirium. Los déficit nutricionales
pueden dar lugar a una amplia variedad de alteraciones, como son los cuadros
ansiosos (en la anemia perniciosa) y depresivos, además del delirium, la
demencia, el síndrome amnésico (por déficit de vitamina B,). Las
enfermedades digestivas, como la encefalopatía hepática producida por la
cirrosis hepática y la hepatitis, también pueden estar asociadas con
demencias, delirium, cuadros maníacos, depresivos o ansiosos. Las
enfermedades metabólicas y endocrinas pueden dar lugar a trastornos de
ansiedad (p. ej., hipertiroidismo), depresión (p. ej., hipotiroidismo) y
delirium, e incluso algunas de ellas pueden estar relacionadas con demencias,
cuadros maníacos y psicóticos. Por último, las enfermedades infecciosas e
inflamatorias se relacionan, en su mayoría, con la demencia y el delirium (p.
ej., lupus, meningitis, encefalitis, etc.), pero también pueden inducir cuadros
ansiosos, depresivos, maníacos y psicóticos.
122
médicas (analgésicos, anestésicos, antihistamínicos, etc.) y psiquiátricas
(neurolépticos, antidepresivos, etc.), o que son tomados por iniciativa propia,
también pueden estar relacionados con la presencia de estos trastornos.
Además, hay que tener en cuenta que las drogas y los fármacos pueden no
sólo inducir, sino también exacerbar cualquier psicopatología. Por tanto, es
necesario explorar si existe consumo de alguna de estas sustancias, y en qué
grado, determinando también la posibilidad de que las alteraciones se deban a
la abstinencia de dichas sustancia. En la exploración se ha de preguntar
siempre a la persona si fuma, si consume alcohol, café, o cualquier otra droga
(legal o ilegal), y en qué medida, si está tomando algún fármaco, cuál, en qué
dosis y si lo hace según las indicaciones de algún médico. Hay que considerar
la posibilidad de que la persona mienta sobre estas cuestiones, por tanto, y si
se considera necesario, puede que en algunos casos sea recomendable
solicitar algún tipo de análisis (de sangre y de orina) para poder confirmar
esta posibilidad.
Por último, también hay que considerar que la persona pueda haber estado
expuesta a algún tóxico (por ejemplo, pinturas, insecticidas, funguicidas,
gases, etc.). Los efectos psicopatológicos más conocidos son el delirium
producido por el plomo y el arsénico, y el síndrome amnésico producido por
el arsénico (García Toro y González Guillén, 1998).
123
desarrollado por Folstein, Folstein y McHugh en 1975, para analizar el estado
cognitivo del paciente, mediante unas pocas pruebas. Suele ser muy útil para
los trastornos orgánicos, aunque también se puede utilizar para explorar
déficit cognitivos en esquizofrenia y otros trastornos psicóticos. Hay que
tener en cuenta que cuando el paciente obtiene pocos puntos en esta prueba
no se puede asegurar la organicidad o el origen de tales déficit, y que se
pueden producir falsos positivos, especialmente debido a sesgos que no
favorecen la evaluación de personas con baja educación.
124
En su aplicación se suele invertir unos 5-10 minutos. Con una puntuación
inferior a 25 se pueden sospechar alteraciones y con menos de 21 puntos ya
indicaría deterioro cognitivo.
125
B) Pautas para la evaluación neurológica (Kaplan y Sadock, 1997)
1. Funciones corticales
1. Observación:
-Conducta.
-Humor y afecto.
-Cualidad de la articulación.
-Atención.
-Tiempo de respuesta.
2. Pruebas específicas:
a) Orientación:
126
Concentración: restas seriadas de 7 en 7 o de 3 en 3 a partir de 100.
c) Memoria específica:
1. Observación:
-Marcha.
-Posición de pie.
-Movimientos involuntarios.
127
-Anomalías en el tono muscular.
-Coordinación.
2. Pruebas específicas:
a)Olfato: determinar el olor de: jabón, café, tabaco y vainilla en cada fosa
nasal.
b)Vista:
d)Cara:
128
que presenta la persona una vez realizado el psicopatograma. Este listado no
agota las posibles cuestiones que son susceptibles de ser planteadas, sino que
sólo constituyen una guía general.
129
¿Cuál es y ha sido la relación que el paciente mantiene con personas
cercanas, tales como amigos, familiares, pareja, jefes? ¿Cuál es la
respuesta típica del paciente en situaciones de pérdida, decepción o
éxito? ¿Cuál es la actitud del paciente con respecto al entrevistador y la
respuesta del entrevistador al paciente?
Cuadro resumen
130
existen alteraciones en los movimientos inducidos, en los involuntarios,
en los voluntarios y en la conducta intencional. También se han de
explorar los movimientos expresivos (de la mímica).
131
volumen, articulación, espontaneidad, fonación, etc.). Registrar el flujo
de los pensamientos del paciente, si éstos son lógicos, coherentes y
pertinentes, o si, por el contrario, hay indicios de pérdidas de
asociaciones, fuga de ideas, bloqueos, tangencialidad, etc.
132
defecto como por exceso. Preguntar por pautas de sue ño (insomnio,
hipersomnia, etc.), apetito y hábitos de ingesta, actividad sexual y
molestias físicas.
133
la entrevista posterior al ingreso se observa inquietud psicomotora.
134
disfórico, como respuesta emocional a todo lo que le estaba ocurriendo. Se
encontraba asustada y preocupada, y en ciertos momentos, abiertamente
hostil.
Preguntas de autoevaluación
135
a)Parálisis ❑
b)Perseveración de la postura ❑
c)Ecopraxia ❑
d)Manierismo ❑
e)Conducta de seguridad ❑
a)Confabulación ❑
b)Pseudología fantástica ❑
c)Amnesia reduplicativa ❑
d)Jamais vu ❑
e)Prosopagnosia ❑
3.Juan pensó "tengo que levantarme" y en ese preciso momento oyó "tengo
que levantarme". Asustado, empezó a mirar a su alrededor y volvió a
pensar: "¿Cómo es posible si aquí no hay nadie?", y entonces oyó
"¿Cómo es posible si aquí no hay nadie?". Juan está experimentando:
b)Alucinación refleja ❑
c)Pseudoalucinación ❑
136
d)Eco del pensamiento ❑
e)Delirio de pasividad ❑
a)Idea obsesiva ❑
b)Idea sobrevalorada ❑
c)Delirio somático ❑
d)Delirio de referencia ❑
e)Inserción de pensamiento ❑
137
138
139
Gradillas, V. (1998). Psicopatología descriptiva. Signos, síntomas y rasgos.
Madrid: Pirámide.
140
Belloch, A., Sandín, B. y Ramos, E (1995). Manual de Psicopatología (vols.
1 y 2). Madrid: McGraw-Hill.
141
Trzepacz, P. Y. y Baker, R. W. (1993). The Psychiatric Mental Status
Examination. N.Y.: Oxford University Press.
142
Índice
Introducción 8
Capítulo 1. Aspectos generales 10
1.1. La historia clínica 13
El psicopatograma y el examen del estado mental 16
1.3. La presentación y formulación clínica del caso 20
1.4. El informe psicológico 23
Cuadro resumen 24
Exposición de un caso clínico 27
Capítulo 2. Protocolo de aplicación 30
2.2. Evaluación 31
2.3. I.Exploración de la apariencia, el comportamiento
34
durante la evaluación y la conciencia de enfe
2.3.2. Exploración de la actividad motora y de la conducta
35
intencional
2.3.3. Exploración de la conciencia, alerta, atención y
49
orientación
2.3.4. Exploración de la memoria 60
2.3.5. Exploración de la percepción y de las imágenes
68
mentales
2.3.6. Exploración de la forma del pensamiento, el lenguaje
78
y el habla
2.3.7. Exploración del contenido del pensamiento: las
83
creencias anómalas
Exploración de la conciencia del sí mismo 95
2.3.9. Exploración de los afectos y de las emociones 99
143
2.3. 10. Exploración de las funciones fisiológicas: sueño, 108
apetito e ingesta, sexo, dolor y estado g
2.3.11. Exploración de la inteligencia 111
2.3. 12. Exploración del área social y de las relaciones
112
interpersonales
2.3.13. Reacción del examinador 114
2.4. Exploración adicional de la psicopatología inducida por
115
agentes biológicos
2.5. Materiales para el terapeuta 123
Preguntas de autoevaluación 135
Clave de respuestas 137
Lecturas recomendadas y bibliografía 138
144