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APUNTES SOBRE CICLO VITAL INDIVIDUAL Y FAMILIAR

Moratalla, T.; Carreras, A. y Villegas, J.

1. Introducción

2. Ciclo vital de la familia

2.1. Principales etapas


2.2. Importancia del ciclo vital en la terapia

3. Características relacionales en las diferentes etapas del ciclo vital

3.1. Relaciones en la familia nuclear


3.2. Relaciones con las familias de origen
3.3. Socialización de la familia. Intervención de otros sistemas

4. Transiciones familiares a lo largo del ciclo vital

4.1. Transición y crisis


4.2. Organización y mitologías familiares
4.3. Rituales familiares y de transición

5. Cambio individual y desarrollo familiar

5.1. La individuación como proceso familiar


5.2. Ciclo vital individual vs. familiar

6. Ciclo vital y estresores externos

6.1. Impacto de la enfermedad o pérdida


6.2. Impacto de factores sociales, laborales, migratorios

7. Ciclo vital como instrumento terapéutico


Ciclo vital individual y familiar Moratalla, T; Carreras, A y Villegas, J.

1. Introducción
A lo largo del anterior tema, se han introducido los diferentes conceptos que nos
ayudan a analizar y comprender los sistemas familiares; haciendo referencia a su
estructura y organización.

Dando un paso más, en este tema vamos a introducir la dimensión histórica en los
sistemas familiares. Y es que la perspectiva del ciclo vital nos va a ayudar a
comprender cuáles son los cambios que se producen en las familias, teniendo en
cuenta su evolución como sistema.

La idea básica que subyace a la noción del ciclo vital familiar es que todas las
familias recorren un proceso de desarrollo y experimentan cambios a lo largo del
tiempo. Si observamos detenidamente a las familias, vemos cómo estos cambios
presentan unas determinadas regularidades; es decir, se ajustan a un patrón
previsible que se puede describir en términos de etapas, fases, periodos,
transiciones o crisis.

Estas etapas son cualitativamente diferentes entre sí, dándose constelaciones


emocionales y relacionales distintas en cada una de ellas. Y es que cada etapa
plantea demandas específicas a la familia e implica unas tareas evolutivas
determinadas. Y al igual que cuando hablamos de ciclo vital individual, cada una
de las fases del ciclo vital familiar se caracteriza por sucesos que deben ser
resueltos satisfactoriamente para que el desarrollo progrese sin alteraciones.

Así, podemos decir que el paso de una fase a otra supone algo más que un
cambio cuantitativo. Evolucionar a una nueva etapa exige siempre una verdadera
transformación del sistema familiar; implica un replanteamiento del contrato
relacional básico, donde se redefinen las relaciones.

Antes de entrar en materia, conviene hacer una puntualización respecto al estudio


del ciclo vital familiar. El ciclo vital no se concibe como un concepto teórico estable
y constante. Por el contrario, es un concepto vivo, que está en constante
evolución. Y es que los cambios sociales tienen una gran influencia en el ciclo vital
familiar. Algunos ejemplos pueden ser que ante la dificultad de la emancipación
económica, los jóvenes adultos conviven más tiempo con los padres; que se
alarga la fase de matrimonio sin hijos o que cada vez es más larga la etapa del
matrimonio una vez los hijos se han emancipado.

Cada familia además tiene una realidad diferente, y la influencia de los cambios
culturales hacen que coexistan diferentes modelos de ciclo vital familiar. Por
supuesto, los profesionales que trabajamos con familias hemos de ser tolerantes
hacia las diversas formas de vivir, y al mismo tiempo tener una perspectiva
evolutiva de las familias que nos sirva como guía para reconocer las etapas
críticas.

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Ciclo vital individual y familiar Moratalla, T; Carreras, A y Villegas, J.

Pasamos a continuación a presentar los conceptos básicos relacionados con el


ciclo vital familiar

2. Ciclo vital de la familia

2.1. Principales etapas

Los criterios utilizados para la división de las etapas del ciclo vital familiar pueden
ser diversos. Pero tal vez el criterio que con mayor frecuencia se ha utilizado es el
que se refiere a los cambios en el tamaño de la composición familiar. Este criterio
se basa en las adicciones o pérdidas de miembros de la familia. En este sentido,
la etapa de matrimonio sin hijos o la etapa de vejez –que presentaremos a
continuación- son las únicas que permanecen estables, mientras que las etapas
de procreación son de expansión de la familia, y las etapas de emancipación
corresponden a una contracción de la familia. Existen otros criterios, como son la
composición por edades, los cambios laborales o los cambios en la posición de
rol. En general, todos ellos se basan en la edad cronológica del hijo mayor.

Las etapas que clásicamente han sido consideradas como las básicas para
describir el ciclo vital familiar han sido seis, siendo Haley el autor que más ha
trabajado este concepto desde la terapia familiar. Pasamos a presentarlas a
continuación:

• Formación de una nueva pareja. Incluye el noviazgo y la primera etapa del


matrimonio. Es por ello la etapa de búsqueda y formación de pareja

• Nacimiento del primer hijo. Corresponde al periodo en que la pareja debe dar cabida
y lugar a un nuevo miembro en la familia a la vez que inicia su parentalidad

• Familia con hijos en edad escolar. Es la etapa de crianza, en la que además del
primer hijo tiene lugar el nacimiento de los hermanos

• Familia con hijos adolescentes. En esta nueva etapa, los hijos inician el proceso de
desvinculación familiar

• Familia con hijos adultos jóvenes. Es la etapa en que los hijos logran su autonomía
personal y profesional y abandonan el núcleo familiar

• Retiro de la vida activa o vejez. En esta etapa los hijos ya tienen su propia familia
nuclear y los padres pasan a ser abuelos

Cada una de estas etapas implica cambios en la composición de la familia, y estos


a su vez conllevan cambios en las posiciones de rol. Son estos nuevos roles que
se van adquiriendo los que determinan las tareas evolutivas de cada etapa.

En el siguiente esquema presentamos un resumen de las diferentes fases, así


como de algunas características de cada una de ellas. A lo largo de los siguientes
puntos del artículo iremos analizando los diferentes apartados del esquema.

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EVOLUCIÓN INDIVIDUAL EVOLUCIÓN FAMILIAR

BAGAJE PERSONAL DE LA FAMILIA DE ORIGEN

CONSTRUCCIÓN DE LA PAREJA:
(Desarrollo Fetal)
 Definición de la relación. Pertenencia
 Negociación de reglas y límites

PARTO. BEBÉ. PRIMERA INFANCIA: NACIMIENTO DEL PRIMER HIJO

 Dependencia  Reorganización de reglas: conyugal – parental


 Relaciones duales y triangulares  Renegociación con las F. de Origen
FASE PARENTAL

SEGUNDA INFANCIA: ESCOLARIZACIÓN:

 Curiosidad y aprendizaje  Primer paso de autonomía


 Autonomía personal  Primer intercambio familia – Sdad.

ADOLESCENCIA:
ADOLESCENCIA:
 Crisis de identidad familiar
 Crisis de identidad (duelo de la infancia)
 Cuestionamiento conyugal y parental. Duelo de
 Proceso de individuación
la etapa infantil

JUVENTUD: DISPERSIÓN DEL HOGAR PATERNO:

 Acceso al mundo adulto  Reorganización familiar


 Ruptura del 2º cordón umbilical  Síndrome del nido vacío

ADULTO: REENCUENTRO DE LA PAREJA:

 Asunción de la propia responsabilidad  Balance conyugal


sobre las elecciones y acciones  Reconstrucción de la pareja

VEJEZ Y MUERTE TRES GENERACIONES

BAGAJE PERSONAL DE LA FAMILIA DE ORIGEN

Juanjo Villegas Aguinaga. Psicólogo. Terapeuta de Familia y Pareja (1.991)


2.2. Importancia del ciclo vital en la terapia

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La posibilidad de dar una lectura en clave evolutiva a los problemas clínicos es


precisamente uno de los grandes atractivos que tiene la perspectiva del ciclo
evolutivo familiar para los profesionales que trabajan con familias desde el
enfoque sistémico.

Aunque el primer clínico que introdujo en su trabajo el concepto de ciclo vital fue
Solomon, la primera descripción en términos de terapia familiar de debe a Scherz
(1971). Ambos autores ya describieron tareas familiares recurrentes y universales
que se distribuyen a lo largo de las etapas del desarrollo.

Pero Haley (1973) es probablemente quien mejor resume la postura clásica en


cuanto a la relación entre problemas clínicos y ciclo vital. De hecho, una frase con
la que resumir sus aportaciones podría ser “El síntoma es una señal de que la
familia tiene dificultades para superar una etapa del ciclo familiar”. Por tanto, una
forma de dar sentido a los problemas que las familias presentan es entenderlos en
términos de “atasco evolutivo”.

Por otra parte, Pittman señala que las crisis de desarrollo exigen que la familia
modifique su estructura para adaptarse a ellas. En su opinión, los problemas
surgen tanto cuando la familia trata de evitar la crisis en vez de adaptarse a ella
como cuando parte de la familia trata de apresurar la crisis.

Profundizando en el estudio de las relaciones entre los síntomas y el ciclo vital


familiar, otros autores asocian los problemas clínicos no sólo a una detención del
ciclo evolutivo familiar, sino a una auténtica regresión a etapas anteriores: los
conflictos irresueltos de etapas constituyen puntos de fijación a los cuales la
familia tenderá a volver. Otras posturas consideran que los momentos de
transición en el ciclo vital pueden resultar estresantes y pueden configurar un
problema si se carece de las habilidades necesarias para realizar las transiciones.
En cualquier caso, todos estos autores defienden que el atasco evolutivo genera y
mantiene el problema; pero a su vez el problema mantiene el atasco evolutivo.

Pero aunque esta propuesta sea atractiva, tampoco podemos hacer un análisis
reduccionista y decir que todo problema clínico tiene su origen en un atasco
evolutivo. Existen otros eventos estresantes que sumados a los anteriores
precipitan disfunciones. Sin embargo, siempre es importante contextualizar los
problemas en el ciclo vital familiar, porque interactúan y se influyen mutuamente.

Conocer el momento de desarrollo que vive la familia nos permite hacer hipótesis
sobre posibles dificultades, disfunciones, etc.; así como entender de forma amplia
las variables que intervienen en cada etapa que vive la familia. Además, también
nos permite tener en cuenta los periodos de crisis, relacionados con las
transiciones de una etapa a otra.

En el último punto del artículo continuaremos con este tema, analizando cómo el
ciclo vital familiar puede ser utilizado como instrumento terapéutico.
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3. Características relacionales en las diferentes etapas del ciclo


vital
En este tercer punto analizaremos cuáles son las características de las relaciones
que se dan en cada una de las etapas del ciclo vital familiar. Para ello, hemos
divido tres tipos de relaciones: (1) las que se dan entre los miembros de la familia
nuclear, (2) las que se dan con los miembros de la familia de origen y (3) las que
se dan con otras personas en general. Empezamos con las primeras.

3.1. Relaciones en la familia nuclear

Las relaciones en la familia nuclear se van modificando a través de las diferentes


etapas del ciclo vital, dado que deben adaptarse a los diferentes cambios que se
van produciendo y a las tareas evolutivas que la familia debe afrontar. Siguiendo el
esquema presentado anteriormente, podemos definir cambios y tareas en cada
una de las fases:

• En la etapa de constitución de la pareja se han de elaborar multitud de


acuerdos. La negociación y la construcción de la nueva familia es la tarea más
importante. Por ejemplo, implícita o explícitamente se han de resolver las reglas
en torno a la relación con las familias de origen, los amigos, los aspectos
prácticos de la vida en común, así como las diferencias sutiles y gruesas que
existen entre ellos como individuos. Esta es la etapa en la que se construyen
los cimientos del funcionamiento posterior de la familia.

• Cuando nace el primer hijo, la familia se enfrenta a una nueva posición de rol,
que es la parentalidad, y por tanto a las tareas en las que el cuidado del hijo
pasa a ser lo prioritario. Con el nacimiento del niño, la pareja pasa de ser dos
personas a configurar un triángulo; lo que pone en cuestión la intimidad de la
pareja y sus relaciones conyugales. De esta manera, vemos cómo la llegada de
un nuevo miembro a la familia conlleva una desestabilización de las reglas y
roles acordados en un primer momento.

• La etapa posterior nacen más hijos y se inicia y lleva a cabo la escolaridad. Es


una etapa básicamente de crianza y de dedicación a las tareas parentales.
Suele coincidir además con la etapa de crecimiento profesional y personal de
los padres. Esta coincidencia de tareas individuales y familiares puede ser un
factor a tener en cuenta en los momentos de dificultad.

• La familia con hijos adolescente sufre su primera posibilidad de pérdida. La


desvinculación de los hijos y la aparición de otros sistemas -como la relación
con los pares-, conlleva frecuentemente crisis en la familia, y es necesaria la
puesta en marcha de nuevas pautas de funcionamiento que permitan una
buena consecución del proceso de autonomía de los hijos.

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• Cuando los hijos comienzan a abandonar el hogar familiar y a iniciar su vida


autónomamente, la familia se enfrenta no solamente al hecho de la pérdida,
sino también al hecho de un cambio en la posición de rol. La parentalidad se
pierde como tal y de nuevo la relación con el cónyuge pasa al primer plano. Va
a ser necesario renegociar la relación, las reglas y los roles de cada uno. Es la
etapa del nido vacío. Esta etapa además suele coincidir con la vejez de los
propios padres, es decir, de los abuelos y la necesidad de cuidado de los
mismos.

• Cuando los hijos ya son autónomos y los padres dejan la vida activa, los padres
deben transitar ese cambio fundamental en la vida al que se llama “ser
abuelos”. Deben aprender cómo llegar a ser buenos abuelos, elaborar reglas a
fin de participar en la vida de sus hijos, y arreglárselas para funcionar solos en
su propio hogar. Con el tiempo se va poniendo en cuestión la necesidad de
dependencia y cuidados, y se va haciendo frente a la vejez y a la idea de
muerte. A menudo, en este periodo tienen que enfrentar la pérdida de su propio
cónyuge y el dolor consiguiente.

3.2. Relaciones con las familias de origen

Pero no sólo cambian las relaciones en el seno de la familia nuclear a lo largo de


las etapas del ciclo vital familiar. Las relaciones con las respectivas familias de
origen también van a tener su propia evolución. Veamos algunas características
de cada una de las etapas:

• En la etapa de constitución de la pareja no es posible separar fácilmente las


decisiones de la pareja recién constituida de la influencia parental. Cuando los
hijos se casan, van a formar su propia familia y por lo tanto a construir su propio
sistema familiar con reglas propias, organización propia, etc. La tarea de las
familias de origen de los respectivos cónyuges debe limitar su influencia en este
proceso, facilitando y permitiendo la constitución de la nueva familia. Los roles y
las relaciones deben cambiar. Dicho con otras palabras, la joven pareja debe de
establecer su territorio, con cierta independencia de la influencia parental, y a su
vez los padres deben cambiar los modos de tratar a los hijos, una vez que estos
se han casado.

• Cuando nacen los hijos, en las familias de origen aparecen nuevos roles –
padre, madre, abuelos, tíos, primos, etc.-. Una adecuada formación y
mantenimiento de estos roles va a ser una nueva tarea evolutiva. En muchas
ocasiones, a lo largo de esta etapa del ciclo vital las familias de origen ejercen
de soporte a los nuevos padres. De nuevo, hay que volver a poner en cuestión
los límites entre ambos sistemas.

• El rol de las familias de origen cambia cuando estos abuelos entran en la etapa
de vejez. Si requieren de cuidados y se incrementa su dependencia respecto de
sus hijos, vemos cómo se invierten los roles. Será pues necesario encontrar
nuevas pautas de funcionamiento.

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3.3. Socialización de la familia. Intervención de otros sistemas

Un tercer ámbito relacionado con los cambios en las relaciones a lo largo del ciclo
vital familiar se refiere a los contactos con otros sistemas: amigos, trabajo,
vecindario, escuela de los hijos, etc. Y es que en todo el proceso, y a lo largo de
toda la vida van apareciendo otros sistemas que también pasan a formar parte de
la vida familiar y que intervienen de una forma u otra en la misma.

Como hemos visto en temas anteriores, la familia es un sistema abierto. Está


inmersa y se relaciona con otros sistemas que la influyen y a los que influye. Pero
aunque existan numerosos ámbitos implicados en la socialización de la familia,
son las relaciones con los amigos y con la familia extensa las que suelen ser las
más significativas para la familia, dado que se dan a lo largo de todo el ciclo vital.

Los otros sistemas influyen más o menos según la etapa del ciclo. Por ejemplo, el
contexto laboral pasa a ser prioritario y muy importante en las primeras etapas del
ciclo vital familiar, dado que es cuando el crecimiento profesional y económico se
pone de manifiesto. Pero sigue manteniendo su importancia durante la vida activa
de los padres.

La escuela se convierte en un elemento esencial durante buena parte del ciclo


vital. Ejerce una potente influencia en los padres en cuanto a su rol parental; pero
también ejerce una gran influencia en los hijos, dado que se convierte en un
referente educativo y socializador.

También los sistemas sanitarios a veces inciden en aspectos familiares. Tienen su


presencia en las diferentes etapas –especialmente en torno a los nacimientos y a
la vejez de sus miembros-, y adquieren relevancia según los diferentes momentos
vitales.

4. Transiciones familiares a lo largo del ciclo vital

4.1. Transición y crisis

El momento de transición de una etapa del ciclo vital familiar a otra es un


momento de crisis, en el cual los miembros de la familia tienen la clara percepción
de que las reglas con que se venían manejando ya no sirven; pero aún no han
surgido de ellos otras nuevas que las reemplacen.

Se han escrito ríos de tinta relacionando la aparición de síntomas en estos


periodos de crisis, especialmente cuando no se logran alcanzar los retos que
plantea cada etapa. Es decir, cuando e ciclo vital de una familia –o de otro grupo
natural- se disloca o interrumpe, los síntomas pueden aparecen. El síntoma se
convierte en estas ocasiones en una señal de que la familia se enfrenta a
dificultades para superar una etapa de su ciclo vital.

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Los momentos de mayor riesgo aparecen por tanto en los periodos de transición
de una etapa a otra, ya que en ellos la familia debe afrontar nuevas tareas y
nuevos desafíos que impone la transición, generándose una crisis en el status quo
de la familia que necesariamente debe superarse.

Un aspecto a tener en cuenta es que el hecho de no haber resuelto


adecuadamente las dificultades planteadas en una etapa, probablemente implique
trabas en la transición a la siguiente. Por ejemplo, si una pareja no ha logrado
negociar adecuadamente -ni entre ellos ni con sus familias de origen- cuestiones
importantes al inicio de su constitución como matrimonio, se enfrentará a
problemas en su negociación como padres en la siguiente etapa, dado que sus
dificultades como pareja interferirán en su rol parental, generando nuevos
conflictos.

Carter y Mc. Goldrich, basándose en los trabajos de Bowen y en el enfoque


multigeneracional que este autor hace de la familia, destacan la necesidad de
tener en cuenta una perspectiva de al menos tres generaciones para analizar las
tareas evolutivas y las etapas de crisis. Estos autores defienden que aspectos no
resueltos en las familias de origen pueden dificultar una transición normalizada a
través del ciclo vital.

Recapitulando lo visto hasta ahora, podemos afirmar a la hora de intervenir con las
familias, va a ser importante valorar y tener en cuenta los periodos de transición
de etapa. Las dificultades de adaptación a las diferentes etapas dependerán de (a)
los desafíos que se planteen a lo largo de las etapas; (b) los aspectos no resueltos
en etapas anteriores y (c) de los aspectos no resueltos en anteriores
generaciones. Habrá que analizar tolos ellos a la hora de evaluar posibles crisis en
la familia.

4.2. Organización y mitologías familiares

Como hemos dicho anteriormente, los momentos de transición pueden ser


considerados como crisis. Las reglas y las pautas familiares que hasta ahora han
sido funcionales para organizar la cotidianidad de sus intercambios, dejan de serlo
y el sistema debe encontrar nuevas formas de funcionamiento que se adapten a la
nueva situación. La familia siente que algo va a cambiar de forma inminente y eso
en un principio resulta amenazador, sobre todo cuando todavía no existen nuevas
normas alternativas.

Pero en su búsqueda de adaptación a los nuevos retos, la familia no cuenta con


un repertorio ilimitado de reglas con el que remodelarse y adaptarse a su nueva
situación. Muy por el contrario, este repertorio está firmemente acotado por las
historias de los miembros que la componen y de las cuales se deriva un sistema
de creencias que, cuando posee características de permanencia e
innombrabilidad, adquieren el carácter de míticas.

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El hecho de compartir ese sistema de creencias y la manera especial en que éste


se pone en juego en cada situación, en cada momento de su vida, a través de las
reglas de relación, es lo que garantiza la unión y la permanencia en el tiempo de
una familia como tal. Profundizaremos en ello en el siguiente tema.

Pero las mitologías familiares no han de ser estáticas. Por el contrario, en estos
periodos de transición, lo que debe negociarse es precisamente ese gran paquete
formado por el sistema de creencias compartido y las reglas que lo mantienen,
unidos ambos términos en un proceso de retroalimentación continua. Por ello, en
épocas de crisis los cambios en el funcionamiento y en la organización de la
familia han de suponer el primer paso para cambios más importantes. Así, no sólo
se han de reelaborar las reglas del sistema en la búsqueda de alternativas;
también los valores y las creencias deben reelaborarse.

Es en la reelaboración de los valores y las creencias; en la modificación de la


mitología familiar; en el cambio de estas metarreglas; donde se juega la
consolidación del cambio. Por ello, a la hora de planificar una intervención
profesional, nos debemos plantear cambios en la mitología familiar, ya que a partir
de ella la familia modificará el concepto de sí misma, y por tanto podrá adaptarse a
la nueva situación.

Para finalizar, de todo lo dicho en este punto, podemos deducir que una familia
funcional es aquella cuyas reglas y sistemas de creencias son lo suficientemente
flexibles como para que su funcionalidad no se vea lesionada en el pasaje. Son
familias capaces de acomodarse a las nuevas situaciones evolutivas a través de la
negociación y el establecimiento de nuevas reglas, que sean satisfactorias para
cada uno de sus miembros.

4.3. Rituales familiares y de transición

Los rituales son una forma de dramatizar la mitología familiar. Son una
comunicación simbólica, versiones condensadas de la vida familiar; y su práctica
deja patente los roles, delinea las fronteras y define las reglas familiares. Por todo
ello, vemos cómo los rituales son acontecimientos muy importantes en la vida
familiar, que contribuyen en la estabilidad de la familia, y que afirman sus
creencias compartidas.

Pero los rituales no son sólo importantes en la rutina familiar. En los periodos de
transición, la puesta en marcha de rituales ayuda también a la familia a realizar los
cambios necesarios en sus reglas y funcionamiento.

Veamos a continuación la clasificación que Imber-Black y Roberts proponen para


clasificar los diferentes tipos de rituales familiares que con mayor frecuencia se
dan en las familias:

• Celebraciones familiares. Ampliamente difundidas en la cultura, hacen referencia a


las celebraciones que habitualmente comparte un grupo social como fiestas
tradicionales, costumbres, etc.

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• Tradiciones familiares. En esta categoría se encuentran las celebraciones que


algunas familias hacen en acontecimientos significativos para ellas como cumpleaños,
comidas especiales, etc. Aunque son celebraciones específicas de cada familia,
también se enraízan en el contexto cultural al que pertenecen

• Rituales de ciclo vital. Esta categoría engloba los ritos de pasaje, es decir los
acontecimientos, rituales, que marcan las transiciones de una etapa del ciclo vital a
otra, como bodas, bautizos, funerales, etc.

• Rutinas de la vida cotidiana. Hacen referencia a las reglas de convivencia que


organiza el sistema de forma cotidiana, como por ejemplo horarios de comida, lugar
ocupado en la mesa, etc.

5. Cambio individual y desarrollo familiar

5.1. La individuación como proceso familiar

El tema de la individualización ya ha sido introducido en temas anteriores. Y una


de las conclusiones a las que se llega rápidamente si se adoptan unos lentes
sistémicos, es que el proceso de individuación de los miembros familiares -
especialmente los hijos- no es nunca meramente individual, sino que es un
proceso en el que toda la familia participa.

Vemos por ejemplo que la familia tiene un rol muy importante en el proceso de
formación de la identidad de uno de sus miembros así como en la forma que tiene
y/o tendrá de percibirse a sí mismo. Por ejemplo, las expectativas que tengan de
él los demás miembros de la familia, los roles que le asignen y las creencias que
compartan van a ser ingredientes básicos en la elaboración de su identidad.

De estas palabras se deduce que cuando un hijo llega a la edad adulta y debe
desvincularse de la familia, no estarán en juego únicamente sus recursos
individuales, sino que toda la familia participará en este proceso –unas veces
facilitándolo y otras dificultándolo-. Los padres y hermanos deben de adaptarse a
la nueva identidad y respetarla y las pautas relacionales deben de modificarse.
Con el tiempo, cada vez tendrán a adquirir formas de igual a igual.

Al hacer un análisis circular del proceso de separación, podemos intuir que si la


familia no logra realizar adecuada y conjuntamente este proceso, el hijo no logrará
independizarse adecuadamente. Este es otro ejemplo que deja patente el cómo
los procesos individuales están en interacción con los familiares a lo largo de
todas las etapas.

5.2. Ciclo vital individual vs. familiar

Continuando con el apartado anterior, podemos ya afirmar que el ciclo vital


individual está ligado y relacionado en las diferentes etapas del ciclo vital familiar.

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Y es que las tareas y actividades evolutivas individuales cuentan con una estrecha
interrelación con las tareas y actividades familiares.

Un esquema que nos permite visualizar ambos desarrollos individual y familiar la


vez, es el que propone Roberts, L. y que pasamos a detallar a continuación.

Fases del ciclo vital familiar, fases del ciclo vital individual y actividades evolutivas

Fases del ciclo vital familiar Fases del ciclo vital individual Actividades evolutivas

1. Desarrollo de la autonomía
2. Adaptación al nuevo papel y a la
I. Formación de la familia Transición a la edad adulta
nueva persona
3. Establecimiento del lazo de pareja

Edad adulta inicial 1. Adaptación a una nueva persona


II. Familia con hijos pequeños 2. Adaptación a un nuevo papel
(hijo mayor, 0-30 meses) (paternidad o maternidad)
30 años; transición 3. Conservar la relación de pareja

1. Hacer sitio para el nuevo ser


(individuación del niño)
III. Familia con niños en edad preescolar 2. Hacer sitio para la sexualidad
Vida adulta joven: acomodación
(hijo mayor, 2 ½ 6 años) (identidad sexual del niño)
3. Afrontar la insuficiente energía y
privacidad (por parte de la pareja)

IV. Familias con hijos en edad escolar 1. Establecer nuevos límites


Inicio de la transición a la edad media
(hijo mayor, 6-13 años) 2. Establecer nuevas responsabilidades

1. Expandir límites
V. Familia con hijos adolescentes 2. Expandir responsabilidades
Transición a la edad media
(hijo mayor, 13-18 años) 3. Prepararse para la marcha de los
hijos

1. Marcha del primer hijo (y de los


VI. Dispersión de la familia demás)
Edad media de la vida
(hijo mayor, 18+ años) 2. Negociar de nuevo la relación de la
pareja

1.Afrontar la jubilación
VII. Pareja anciana o nueva pareja Edad adulta avanzada 2. Afrontar la edad (límites de salud)
3. Redefinición de la relación de pareja

Modificado de: Roberts L. The family life cycle in medical practice. En Crouch MA y Roberts L (eds.). The Family in Medical
Practice: A Family Systems Primer. Nueva York, Springer-Verlag, 1987.

6. Ciclo vital y estresores externos

6.1. Impacto de la enfermedad o pérdida

Hasta el momento, hemos visto las transiciones previsibles en nuestra cultura por
las que discurre una familia a lo largo de su ciclo vital. Sin embargo, algunas
familias sufren situaciones imprevisibles y que afectan hasta tal punto al ciclo vital
familiar, que se pueden considerar como transiciones hacia otras etapas.

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Un ejemplo de ello pueden ser los cambios generados por la enfermedad grave o
la pérdida de uno de los miembros familiares. En estas situaciones aparecen
nuevos retos y nuevos momentos de crisis que requieren de evaluaciones
específicas.

La aparición de una enfermedad grave, que pueda conllevar la muerte de uno de


los miembros de la familia, podrá tener diferentes consecuencias dependiendo del
momento del ciclo vital en que ésta se encuentre y de cuál de sus miembros sea el
afectado. Por ejemplo, una familia que pierda uno de los padres en la etapa de
crianza deberá enfrentar serios problemas relacionados tanto con el cuidado de
los hijos como con cuestiones económicas. Si la pérdida en cambio se da en un
momento en que los hijos son adultos jóvenes, las cuestiones de cuidado ya no
son prioritarias y en cambio la emancipación del joven adulto puede verse
dificultada. En resumen, podemos decir que dependiendo del momento del ciclo
vital en el que se encuentre la familia, la perdida de uno de sus miembros puede
afectar de muy diversas maneras.

Si el estresor al que se enfrenta la familia es una enfermedad grave que se


cronifica y que conlleva discapacidad y por lo tanto cuidados por parte de la
familia, también el momento del ciclo vital en que esto ocurra va a hacer que las
consecuencias sean diferentes. Por ejemplo, si la enfermedad es de uno de los
hijos y la familia se vuelca en él, dependiendo del momento del ciclo vital en el que
se encuentren este hecho afectará más o menos a los hermanos. Si se trata de
uno de los padres, lógicamente tampoco tendrá la misma incidencia si éstos están
en un momento que requiera de gran actividad o si por el contrario, los hijos son
independientes.

6.2. Impacto de factores sociales, laborales, migratorios

Otros factores que de forma externa afectan a la familia son los relacionados con
cuestiones intrínsecas a la misma.

Por ejemplo, encontramos factores relacionados con la laboralidad, el éxito


profesional o social, la pérdida o ganancia de estatus, etc. Al igual que los factores
analizados en el punto anterior, estos también inciden de forma diferente en
función del momento del ciclo vital en el que se halle la familia. Así, cada etapa
tiene necesidades diferentes y por lo tanto la adaptación a este tipo de estresores
será también diferente.

El divorcio también es considerado como un estresor importante, que afectará a


los miembros de la familia de forma muy diferente en función del momento del
ciclo vital de la familia en el que se realice.

En este punto también incluimos la migración como factor a destacar. Y es que


cuando una familia realiza un proceso de migración, son múltiples los factores que
influyen en su nueva adaptación. Como en las situaciones comentadas

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anteriormente, el momento de la vida en que se encuentra la familia determina de


alguna manera sus posibilidades de adaptación a la nueva cultura. Un matrimonio
joven que emigra, si todavía no tiene hijos puede dedicar todo su esfuerzo a esta
adaptación. Sus hijos nacerán y crecerán en el nuevo país. Pero si en cambio los
hijos ya son mayores, la adaptación corre el riesgo de ser más difícil.

Como característica común, podemos decir que todas estas cuestiones externas a
la familia plantean nuevos retos que requieren de reorganizaciones profundas y de
cambios importantes. Suponen nuevos procesos de transición que se añaden a
los ya previsibles del ciclo vital familiar vitos anteriormente.

7. Ciclo vital como instrumento terapéutico

Para concluir este tema, podemos decir que el esquema del ciclo vital familiar se
ha convertido en un concepto esencial y en un instrumento útil para los
profesionales que trabajan desde un enfoque sistémico. Y es que una de sus
características es su aplicabilidad desde todas las posiciones teóricas.

De hecho, todos los grandes modelos sistémicos lo han incorporado de una u otra
forma. Para todos ellos representa una variable más a tener en cuenta en el
momento de realizar una hipótesis. Es un factor que nos permite contextualizar a
la familia a la vez que evaluar las situaciones que nos describen.

Veamos algunas de sus utilidades concretas.

En primer lugar, el terapeuta puede preguntarse en qué fase de su desarrollo está


la familia, para identificar a continuación las tareas evolutivas que esa fase plantea
y calibrar hasta qué punto la familia está cumpliéndolas adecuadamente. Es
posible de esta forma concluir si la familia se está comportando o no de acuerdo
con los requerimientos de la etapa evolutiva en que se encuentra. Si la respuesta
es negativa, las tareas no abordadas se convertirán en objetivo terapéutico.

Por otra parte, puesto que cada fase del ciclo vital aparece unida a ciertos riesgos
y a ciertas oportunidades, el situar correctamente el momento evolutivo de la
familia permite conocer a priori, de una forma aproximada, cuáles pueden ser las
debilidades y los recursos de la familia en ese momento.

También es posible evaluar retrospectivamente las transiciones anteriores y el


estrés generado para comprender las dificultades actuales o incluso para predecir
e identificar riesgos potenciales en el futuro.

Pero la redefinición de los problemas en términos evolutivos no sólo tiene la


ventaja de ser desculpabilizadora, sino que además define al problema como algo
transitorio y que se va a superar. Este es el motivo por el cual las redefiniciones
evolutivas son tan populares en terapia familiar. Para ello, un instrumento muy útil
es el uso del genograma familiar para la comprensión del problema por parte de la
familia.

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Ciclo vital individual y familiar Moratalla, T; Carreras, A y Villegas, J.

Para finalizar este tema, simplemente nos gustaría comentar que disponer de un
modelo coherente del ciclo vital familiar puede en un momento dado hacer un
diagnóstico diferencial entre lo que puede ser el estrés familiar normal asociado a
un cambio evolutivo, y lo que constituye un “verdadero” problema clínico.

Bibliografía

Bikel, R. (1982): Las etapas de la vida familiar: Transición y cambio. Terapia


familiar, Vol. (5), No. 9. Buenos Aires

Carter, E.; Mc.Goldrick, M. (1980): The family life circle: a framework for family
therapy. Nueva York: Gardner Press

Combrick-Graham, L. (1985): A model for family development. Family Process, 24,


139-150.

Haley, J. (1973): Terapia no convencional: las técnicas psiquiátricas de Milton H.


Erickson. Amorrortu Editores. 1980

Imber-Black, E. (1988): Rituales terapéuticos y ritos en la familia. Gedisa. (1991)

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