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Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo D-104 ISFD

Profesorado de Educación Secundaria en Filosofía 1º Año


2018

INTRODUCCION A LA LÓGICA

Unidad 4. El raciocinio y el argumento. Forma y contenido del razonamiento. Tipos de


razonamiento: inferencias por deducción, inducción, analogía y abducción. El silogismo
categórico: inferencias mediatas; reglas, figuras, modos, nombres del silogismo y
abstracción de forma lógica. Falacias formales y no formales. Proceso de abstracción e
interpretación.

Unidad 5. Lógica simbólica: proposicional. Proposiciones atómicas y moleculares.


Clases de proposiciones moleculares. Simbolización de proposiciones. El silogismo
hipotético

Unidad 6. La argumentación de cada día. Falacias frecuentes en las inferencias por


inducción incompleta, por analogía y por ambigüedad en el caso de que un
razonamiento viole la 1ª regla del silogismo categórico.

El raciocinio y la argumentación 10/9/2018 (inicio de la Unidad)

Una argumentación consiste en una conclusión que es apoyada, sostenida, defendida o


justificada por “elementos de prueba” que llamamos premisas, las cuales constituyen las
razones para aceptar esa conclusión. Principalmente, las argumentaciones se usan para
dar forma a una idea, para poner a prueba nuestra manera de ver las cosas y para
convencer a otros.
El razonamiento se define como un conjunto de proposiciones en el cual cada una de
ellas se afirma sobre la base o a partir de las demás. De las proposiciones señalamos que
su propiedad es ser o bien verdaderas o bien falsas; de los razonamientos nunca se
puede predicar que sean verdaderos o falsos. Las que, naturalmente, son verdaderas o
falsas, son las proposiciones que los integran. Pero el razonamiento como tal no es ni
verdadero ni falso, sino correcto o incorrecto. Que sea correcto significa que hay una
trabazón, un vínculo entre las proposiciones que lo integran que hace que una
proposición se pueda afirmar, efectivamente, sobre la base de las demás. Por el
contrario, un razonamiento es incorrecto cuando la trabazón entre las proposiciones no
se establece.
En la estructura del razonamiento se distinguen tres elementos. Por un lado, las
proposiciones de que se parte, una o más, y que se denominan premisas. Por otro lado,
la proposición a la que se arriba, que se denomina conclusión. El tercer elemento, que
señala la vinculación entre las premisas y la conclusión, es el relacionante o relación de
consecuencia, que puede estar tácito o indicado por expresiones como “luego”, “por lo
tanto”, “en consecuencia”, “entonces”, entre otras. En lógica se utiliza habitualmente,
para cumplir esta función, un símbolo especial: una barra horizontal u oblicua que
separa las premisas de la conclusión. Lo que antecede al relacionante es el antecedente
y lo que le sigue es el consecuente.
Se llama razonamiento deductivo a aquel que ofrece fundamentos concluyentes para
aceptar la conclusión. En el razonamiento deductivo la conclusión se desprende
necesariamente de las premisas. Si las premisas son verdaderas, la conclusión es
necesariamente verdadera. Por el contrario, se denomina razonamiento no deductivo a
aquel que sólo ofrece algún fundamento en favor de la conclusión, pero este fundamento
no es concluyente. Aunque las premisas sean verdaderas, no se sigue necesariamente la
verdad de la conclusión, sino que esta última se infiere en forma probable.
El razonamiento no deductivo se divide en inductivo y analógico.
Muchas veces se ha contrapuesto el razonamiento deductivo y el no deductivo
señalando que el 1º va de lo general a lo particular, mientras que el 2º parte de premisas
particulares y llega a conclusiones universales. Sin embrago, estrictamente esto no es así
en todos los casos. Es preferible decir que el razonamiento deductivo hace explícito en
la conclusión algo que ya está implícitamente contenido en las premisas, mientras que,
en los razonamientos no deductivos, la conclusión rebasa (en algunos casos) lo dicho en
las premisas. Desde la inducción se construye la teoría a partir de casos; desde la
deducción se ejemplifica la teoría; la analogía procede de una parte (considerada como
un todo) a otro todo de distinta o igual naturaleza, pero entre los cuales se encuentran
semejanzas; la abducción construye una configuración e intenta dirigirla a un todo.
En los razonamientos inductivos se parte de premisas singulares o particulares y se
concluye en proposiciones universales. La inducción es completa cuando en sus
premisas se incluyen todos los casos particulares de la generalización correspondiente;
es incompleta cuando en sus premisas se incluyen sólo algunos de los casos
particulares de la generalización correspondiente.
Ejemplo de razonamiento inductivo completo: a) La luna es el único satélite natural de
la Tierra. La luna carece de atmósfera. Todos los satélites naturales carecen de
atmósfera. b) En esta provincia uno de cada dos encuestados sobre una muestra de 500
resultó analfabeto. Luego, el 50 % de los habitantes de esta provincia son analfabetos.
Ejemplo de razonamiento inductivo incompleto: a) La República Argentina no ha
explotado aún todas sus riquezas naturales. Lo mismo ocurre con Brasil y con Paraguay.
Por lo tanto, ningún país sudamericano ha explotado aún todas sus riquezas naturales. b)
Platón fue un filósofo que se interesó por la política. Séneca, que participó en política,
también fue filósofo. Marx fue filósofo y político. Luego, los filósofos se han interesado
por la política.
En los analógicos, a partir de la semejanza de dos objetos en ciertas notas, se concluye
la semejanza respecto de otra nota. Va de premisas singulares a conclusiones singulares.
Formalmente, el razonamiento por analogía no es nunca válido, pues no hay ninguna
regla lógica que permita hacer este tipo de inferencia. Sin embargo, un razonamiento
por analogía puede ser más o menos aceptable según el tipo de argumentos sobre los
que se sustente la conclusión. Entre una de las condiciones que debe reunir para ser
aceptable, se encuentra la referida a la significatividad, pertinencia o atingencia de las
propiedades en común que se alegan para afirmar la analogía. El estudio de casos es
una forma valiosa tanto en la investigación como en la enseñanza. No se busca la
generalización; sólo si el caso está sólidamente fundamentado es posible inferir, realizar
analogías, descubrir regularidades, construir categorías que permitan comprender otros
casos. A través de los casos es posible arribar a la construcción de la teoría (inductivo) o
a la ejemplificación en la enseñanza (deductivo). El estudio de casos es siempre un
ejemplo en acción. No son hipotéticos, hay “algo” que está sucediendo en la realidad y
por tanto es innegable.
Ejemplo de propiedad significativa para establecer analogía: a) Nicolás y Jonathan,
que se inclinan hacia la vocación sacerdotal, obtienen su entrada al Seminario. Nahuel
también presenta igual inclinación para ese tipo de estudio. Por consiguiente, a Nahuel
también se le abrirán las puertas del Seminario. b) Leí una obra de Platón y tenía forma
dialogada. Leí una segunda obra del mismo autor y también era dialogada. Lo mismo
sucedió con una tercera. Por lo tanto, la próxima obra de Platón que lea tendrá sin lugar
a dudas forma dialogada.
Ejemplo de propiedad no significativa: a) Nicolás y Jonathan, que son madrugadores,
obtienen su entrada al Seminario. Nahuel también manifiesta igual característica. Por
consiguiente, a Nahuel también se le abrirán las puertas del Seminario. b) Leonel,
Leandro y Germán son hijos de Norma y Rubén. Leonel es bajo y su talle es “L”.
Leandro es de la misma altura y su talle es “L”. Germán es bajo. En consecuencia, tiene
el mismo talle.
En literatura, la analogía se utiliza para describir vívidamente con palabras; en la
ciencia se utiliza con fines creativos o aclaratorios; en filosofía oficia para explicar y
transmitir teorías y conceptos (Platón teoriza utilizando fundamentalmente un
pensamiento analógico: un ejemplo de ello es la alegoría de la caverna para explicar el
conocimiento). Es un modo de aprendizaje, ya que ante cada nueva experiencia se
tiende a relacionarla con experiencias análogas que ayudan a la comprensión. La
metáfora supone la construcción de una analogía; se entiende por tal la traslación del
sentido de una palabra a otro figurado, a través de una comparación tácita. El uso de
analogías y metáforas para explicar el mismo proceso de aprendizaje y de enseñanza
enriquecen a la Psicología y a la Didáctica. El concepto de “hoja en blanco” para hacer
referencia a cómo entienden las corrientes sensual-empiristas el proceso de
conocimiento; la “caja negra” para identificar cómo concibe el conductismo al sujeto de
aprendizaje; la “red” para hacer referencia a las estructuras cognitivas según el
constructivismo, son ejemplo de ello. Las metáforas, por otra parte, son sintetizadoras
de concepciones, características y representaciones. La escuela como “templo del
saber”, la docencia como “apostolado”, la maestra como “segunda mamá”, el Nivel
Inicial como “jardín de infantes” son metáforas que concentran fuertes representaciones
acerca de del rol docente y de la función de la escuela.
El razonamiento por abducción es el proceso que permite construir un caso a partir de
reglas e indicios empíricos. Por ejemplo, fundado en el conocimiento teórico de una
enfermedad y en algunos indicios concretos en un paciente, es decir, desde datos
mínimos aportados por la realidad, el médico construye un caso. La abducción es un
proceso no reconocido por la lógica formal porque no tiene las virtudes de la inducción
y de la deducción, pues de premisas verdaderas se puede inferir conclusiones falsas y
viceversa, pero no por ello deja de ser un procedimiento válido y común en las prácticas
científicas, profesionales y cotidianas. Es más, la lectura de la realidad se realiza
habitualmente por abducción; toda lectura de indicios es un proceso de abducción.
Razonamiento deductivo: el silogismo categórico
Está integrado por tres proposiciones categóricas (dos ofician de antecedente y una de
consecuente) y compuesto de tres términos (mayor, menor y medio), dispuestos de tal
modo que dos de ellos -el mayor (T) y el menor (t)- se relacionan en las premisas con un
tercero –el medio (M)- y de este modo surge en la conclusión una relación entre los dos
primeros términos –de (t) a (T)-
(T) está presente en la 1ª premisa llamada “premisa mayor”
(t) está presente en la 2ª premisa llamada “premisa menor”
Se denomina figura del silogismo a la forma que éste reviste y que resulta de
considerar la posición del término M en las premisas. En la 1º figura M es sujeto en la
premisa mayor y predicado en la premisa menor. En la 2ª figura M oficia de predicado
en ambas premisas. En la 3ª figura M oficia de sujeto en ambas premisas. En la 4ª figura
M es predicado en la premisa mayor y sujeto en la premisa menor.
Se llama modo del silogismo a la forma que éste reviste y que resulta de considerar la
cualidad (afirmativa o negativa) y la cantidad (universal y particular) de las
proposiciones que lo integran. Cada una de las premisas que integra un silogismo es un
juicio de alguno de los cuatro tipos conocidos (A,E,I,O), las distintas combinaciones de
premisas que pueden efectuarse considerando estos tipos determinan los modos del
silogismo. Teniendo en cuenta que existen cuatro figuras, el número de combinaciones
posibles entre modo y figura es 64 (16x4=64). El término modo puede entenderse
también en sentido más amplio, aplicándolo al conjunto formado por las tres
proposiciones integrantes del silogismo (incluyendo la conclusión). En esta acepción de
“modo”, existen 64 modos posibles para cada figura (4 tipos de juicio agrupados de 3
maneras diferentes, es igual a 64). Asimismo, teniendo en cuenta que existen cuatro
figuras el número de combinaciones posibles entre modo (en esta acepción amplia) y
figura es de 256 (64x4=256). Si conocemos el modo y la figura de un silogismo
podemos decir que conocemos su forma o estructura lógica. Solamente un número
reducido de formas silogísticas respetan todas las reglas del silogismo y son, por lo
tanto, válidas. Aun cuando existen discrepancias en las opiniones de los autores, se
acepta por lo general que estas estructuras son 19 y cada una de ellas recibe un nombre
especial. En el nombre que cada forma recibe, las vocales indican el modo.

Nombres del silogismo categórico: 19 formas válidas (que no violan reglas del
silogismo, es decir, que no cometen falacias formales)
1ª Figura: AAA (Bárbara) – EAE (Celarent) – AII (Darii) – EIO (Ferio)
2ª Figura: EAE (Cesare) – AEE (Camestres) – EIO (Festino) – AOO (Baroco)
3ª Figura: AAI (Darapti) – IAI (Disamis) – AII (Datisi) – EAO (Felapton) – OAO
(Bocardo) – EIO (Ferison)
4ª Figura: AAI (Bamapip) – AEE (Camenes) – IAI (Dimatis) – EAO (Fesapo) – EIO
(Fresison)
Reglas del silogismo categórico
1) Todo silogismo debe tener tres términos.
2) Ningún término debe aparecer en la conclusión con mayor extensión que en las
premisas. Un término está tomado en toda su extensión cuando es sujeto de
universal y predicado de negativa.
3) El término M no debe figurar en la conclusión.
4) El término M debe estar tomado, al menos una vez, en toda su extensión. (Ver
regla 2 extensión de los términos)
5) De dos premisas negativas no se sigue conclusión.
6) De dos premisas particulares no se sigue conclusión.
7) De dos premisas afirmativas no se sigue conclusión negativa.
8) La conclusión sigue la parte más débil: la particular respecto de la universal y la
negativa respecto de la afirmativa.
Falacias
Una falacia es un tipo de argumentación incorrecta que induce a error. Los errores que
están en la base muchas veces son por la inaceptabilidad de las premisas (las premisas
no son lógicamente atinentes a la conclusión) y por la insuficiencia del nexo entre
premisas y conclusión. Debe observarse que no es sencillo determinar una falacia, ni
tampoco identificar con claridad a cual pertenece. Esto es así porque, a diferencia de las
falacias formales, que tienen un tratamiento casi matemático y donde el error reside en
la forma o estructura de los argumentos; en las no formales, debe realizarse un análisis
de tipo semántico y pragmático de los términos y expresiones involucradas, así como
del contexto en el que tiene lugar la argumentación.
Falacias no formales
La falacia de la generalización apresurada (del ejemplo o de estadística insuficiente)
Consiste en pasar desde un juicio sobre uno o algunos casos particulares a un juicio
general, sin haber examinado todos los casos o sin tener justificación acerca de que el o
los casos particulares sean representativos. Ejm: “Francia y Alemania son países
altamente industrializados. Luego, los países europeos son altamente industrializados”
No se dice que la conclusión sea falsa, sino que las premisas son insuficientes:
inducción incompleta.
La falacia de ambigüedad
La presencia de términos ambiguos que se toman con distinto significado a lo largo del
razonamiento lleva a esta falacia. Esta falacia está presente si se viola la Regla Nº 1 del
Silogismo Categórico.
La falacia de vaguedad
Esta falacia se realiza cuando se aprovecha la vaguedad de una palabra para establecer
una conclusión. Por ejemplo: “Todos los hombres tienen una religión. Muchos tienen fe
en Dios; otros en algún ser espiritual indefinido; los hombre de ciencia tienen fe en ella;
y, para los que aman el lujo, su dios es el dinero” Aquí la conclusión “Todos los hombre
tienen una religión” parece querer decir algún tipo de creencia en Dios. Sin embargo, en
la premisa nos enteramos de que los hombres tienen algún tipo de creencia. El autor del
razonamiento ha extendido el significado del término religión de tal modo que se
identifica con cualquier tipo de creencia. Dentro del análisis de las Reglas del
Silogismo Categórico se hace el análisis de la “extensión” de los términos en una
proposición, precisamente para “extender” la aplicabilidad de los mismos con la mayor
precisión posible.
La falacia de nexo causal dudoso
Se comete falacia de causa falsa cuando se toma por causa de un efecto algo que no lo
es o que lo es sólo parcialmente. Por ejemplo: “Hoy su esperanza de vida ha crecido
significativamente en nuestro país, gracias al constante esfuerzo de nuestros médicos y
el aporte de la actualizada gama de medicamentos que fabrica la industria farmacéutica”
El aporte de los médicos y los medicamentos al crecimiento de la “esperanza de vida”
sólo puede considerarse un factor entre otros.
Los nexos causales son importantes para nuestra comprensión del mundo. Por ejemplo,
decimos “Si tal teoría es cierta, entonces debe darse el fenómeno…” o “Si tú haces esto
entonces te sucederá aquello…” En ambos ejemplos, construimos una argumentación
sobre la base de un nexo de causa a efecto. Cuando este nexo es problemático, estamos
frente a una falacia de nexo causal dudoso. Esto se analiza en los Silogismos
Hipotéticos, analizados desde la Lógica Proposicional.
La falacia de la analogía
Una analogía es una semejanza entre dos cosas o ideas, vista desde uno o más aspectos.
Debemos preguntarnos ¿tenemos buenas razones para pensar que los fenómenos
asociados son suficientemente semejantes (significativos) como para obtener, desde
uno, una conclusión que se aplique al otro?
La falacia de doble falta
Consiste en tratar de justificar un comportamiento mostrando que los demás hacen lo
mismo o peor. ¿Qué se hace con este tipo de falacia? Mostrar a nuestro interlocutor que
este tipo de argumentación es incorrecto, ilustrando con un ejemplo tipo “no se justifica
un crimen diciendo que otros también son criminales”
La falacia de la apelación a la popularidad
Consiste en justificar que algo es verdadero o correcto porque la afirma un gran número
de personas, sin que haya buenas razones para pensar que las personas invocadas no se
puedan equivocar. (Habría una premisa implícita: “la mayoría de las personas no
pueden equivocarse”).
La falacia de apelación a la autoridad
Se comete esta falacia cuando se acude a la autoridad de una persona que cuenta con
prestigio para establecer la verdad de una proposición. En publicidad, muchas veces se
emplea esta falacia cuando un deportista popular dice: “Este es el whisky que tomo yo”
o “Este es el modelo de auto que yo uso”, a modo de sugerir que se trata de buenos
productos.
La falacia ad hominem (literalmente “contra el hombre”)
Es aquella falacia en la cual, en lugar de dar razones contra una determinada afirmación,
lo que se hace es atacar a la persona que la sostiene. Por ejemplo: “El jefe del estado
mayor dice que el país está indefenso y reclama un aumento del presupuesto militar.
Pero, claro, él es militar” Aquí se descalifica la afirmación “el país está indefenso” por
la circunstancia de que quien la hace es militar y supuestamente se beneficiaría del
aumento del presupuesto.
El argumento ad hominem es la otra cara de la falacia de apelación a la autoridad, pues
en la segunda se intenta persuadir acerca de la verdad de una proposición apelando a la
verdad de la fuente, mientras que en la primera se trata de persuadir sobre la falsedad
de una proposición señalando algo negativo en su fuente, atacando y desacreditando: se
va contra la persona sin debatir lo que dice o afirma. En ambos casos, en lugar de
presentar elementos para discutir la verdad o falseada de una proposición, se busca
inferir su verdad o falsedad a partir de considerar la fuente de la que procede la
proposición. Ejemplo: "Los ecologistas dicen que consumimos demasiado energía; pero
no hagas caso porque los ecologistas siempre exageran"; "Según el intendente, lo mejor
para la salud de los ciudadanos es asfaltar todas las calles de la ciudad"

LOGICA PROPOSICIONAL

¿Cuál es el propósito en la enseñanza de la lógica simbólica?

Establecer un lenguaje simbólico artificial que se pueda utilizar a los efectos de


simplificar argumentos lógicos. El matemático alemán Gottfried Leibniz (1646-1716)
fue el 1º en concebir este planteamiento cuando a la edad de 14 años intentó reformar la
lógica clásica. Leibniz llamó a la lógica simbólica característica universal y escribió en
1666 que deseaba crear un método general en el cual todas las verdades de la razón
serían reducidas a una especie de cálculos. Al mismo tiempo, esto constituiría un tipo
de lenguaje o escritura universal, pero infinitamente distinto de todos los proyectados
hasta ahora, ya que los símbolos e incluso las palabras contenidas en él, dirigirían la
razón; y los errores, excepto los de facto, serían meras equivocaciones en los
cálculos…

Este sueño no se realizó hasta que el matemático inglés George Boole (1815-1864)
separó los símbolos de las operaciones matemáticas de los conceptos sobre los cuales
operaban y estableció un sistema factible y sencillo de lógica simbólica. En 1859, Boole
expuso sus ideas en su obra “Investigación de las leyes del pensamientos”; pero este
trabajo no recibió buena aceptación. Y, no fue hasta que Bertrand Russell (1872-1970) y
Alfred North Whitehead (1861-1947) utilizaron la lógica simbólica en su obra
Principia Mathematica que el mundo de la matemática dio importancia a las ideas
expuestas inicialmente por Leibniz alrededor de 250 años antes. En este libro se
pretende aplicar la lógica no solamente en el trabajo formal sino también en la vida
diaria.

Desde este punto de vista, se llega a la paradójica conclusión de que no incumbe a la


lógica el desarrollo de nuestras facultades de pensamiento, ¡sino el desarrollo de
técnicas que permitan avanzar sin tener que pensar!
Variables proposicionales

Se recurre, al igual que la matemática, al uso de símbolos especiales llamados


variables, que son expresiones que representan a una entidad cualquiera dentro de
determinado dominio. Así, se utiliza las letras p, q, r, s, t, … para representar
proposiciones y se denominan variables proposicionales.

Forma proposicional

Se llama así a toda fórmula obtenida a partir de una proposición, reemplazando las
proposiciones que la constituyen por variables proposicionales y las conectivas por sus
símbolos respectivos.

Conjunción, negación y disyunción

a) El ciego tiene un sombrero rojo o el ciego tiene un sombrero blanco.

El ciego no tiene un sombrero rojo

El ciego tiene un sombrero blanco

b) Si el Sr López es el vecino del guarda que vive en la casa de al lado, el señor


López vive a la mitad de camino entre pastizales y montañas.

El Sr López no vive a mitad de camino entre pastizales y montañas

El Sr López no es el vecino del guarda que vive en la casa de al lado

Todo razonamiento de este tipo general contiene al menos un enunciado compuesto. Un


enunciado simple es aquel que no contiene ningún otro enunciado como parte
constituyente de sí mismo. Por ejemplo “Nicolás es seminarista”. Un enunciado
compuesto es aquel que contiene otro enunciado como parte constituyente de sí mismo.
Por ejemplo “Jonatán es de Paraná y Nahuel de Concordia”, es un enunciado
compuesto, pues contiene dos enunciados simples como partes constituyentes de sí
mismo.

Un tipo de enunciado compuesto es la CONJUNCIÓN. Cuando dos enunciados se


combinan mediante la palabra “y”, el enunciado resultante es la conjunción y los dos
enunciados que se combinan son llamados conjuntivos.

En el caso “Nicolás y Jonatán son de Paraná” no es una conjunción, sino un enunciado


simple que expresa una relación bajo un mismo atributo.

Otras expresiones tales como pero, aunque, sino, sin embargo, no obstante, son
utilizados para unir conjuntivamente dos enunciados en un solo enunciado compuesto y
que, en su sentido conjuntivo, se representan mediante el símbolo de la conjunción.
La disyunción o alternancia en el caso “No se otorgarán subsidios en caso de
enfermedad o desempleo”; aquí, la intención es afirmar que los subsidios se niegan no
solamente a personas enfermas o a personas sin empleo, sino también a las que al
mismo tiempo estén enfermas y sin empleo. Este sentido de la palabra “o” es inclusivo.
El “o” inclusivo tiene el sentido de “uno u otro, posiblemente ambos”. Cuando se
requiere precisión, como en los contratos y otros documentos legales, se hace explícito
este sentido mediante el uso de la expresión “y/o”. También puede usarse la expresión
“a menos que” para formar la disyunción de dos enunciados. Así “El retiro se hará a
menos que llueva copiosamente” / “A menos que llueva copiosamente, el retiro se
hará”, su simbolización es “p v q”

La palabra “o” también se usa en el sentido exclusivo, cuyo significado no es “al menos
uno”, sino “al menos uno y a lo sumo uno”. Si en el menú de una carta de precios en un
restaurant se indica “ensalada de fruta o budín de pan”, lo que se quiere significar es que
el comensal puede elegir uno u otro, pero no ambos. Cuando se requiere precisión y se
usa el “o” en un sentido exclusivo, suele agregarse la expresión “pero no ambos” o “o
bien”.

En general, el sentido en el cual se usa “o” sólo puede quedar revelado mediante un
minucioso examen del contexto o mediante una pregunta explícita dirigida al que habla
o al que escribe.

Condicionales e implicación Bicondicional

Si se combinan dos enunciados colocando la palabra “si” antes del primero e insertando
entre ellos la expresión “entonces”, el enunciado compuesto resultante es un
condicional, también llamado enunciado hipotético. En un condicional, el componente
que se halla entre el “si” y el “entonces” es llamado antecedente y el componente que
sigue a la palabra “entonces” es el consecuente. Un enunciado condicional afirma que
su antecedente implica su consecuente. No afirma que su antecedente sea verdadero,
sino solamente que si el antecedente es verdadero, entonces su consecuente también lo
es. Tampoco afirma que el consecuente sea verdadero, sino solamente que su
consecuente es verdadero si el antecedente lo es. Por lo tanto, el significado esencial de
un enunciado condicional reside en la relación de implicación que se afirma entre el
antecedente y el consecuente, en este orden.

Aquí van una serie de enunciados condicionales:

A) Si todos los hombres son mortales y Sócrates es hombre, Sócrates es mortal.


B) Si el señor Blanco es soltero, el señor Blanco no está casado.
C) Si se coloca en un ácido papel de tornasol azul, el papel de tornasol se volverá
rojo.
D) Si Boca pierde el jueves en Córdoba, me como el sombrero.

Una inspección rápida de estos cuatro enunciados condicionales revela que son de tipos
muy diferentes. El consecuente de (A) se desprende lógicamente de su antecedente,
mientras que el consecuente de (B) sólo se desprende de su antecedente por la
definición del término “soltero”, que significa “hombre no casado”. El consecuente de
(C) no se desprende de su antecedente por lógica solamente o por la definición de sus
términos; la conexión debe descubrirse empíricamente, pues la implicación formulada
en este caso es causal. Finalmente, el consecuente de (D) no se desprende de su
antecedente por lógica, ni por definición, ni tampoco hay alguna ley causal en juego, en
el sentido usual del término. La mayoría de las leyes causales, las descubiertas por la
física o la química, por ejemplo, describen lo que ocurre en el mundo sin tener en cuenta
las esperanzas o los deseos de los hombres. En relación con el enunciado (D), es
evidente que no hay ninguna ley semejante. En este enunciado comunica un deseo y una
decisión del orador de comportarse de cierta manera en determinadas circunstancias.

Los conceptos de condición necesaria y condición suficiente brindan otras


formulaciones de los enunciados condicionales. Para cualquier suceso específico,
existen muchas circunstancias que son necesarias para que se produzcan. Así, para que
un automóvil funcione es necesario que tenga nafta en el tanque, sus bujías de
encendido se abran adecuadamente, su bomba de aceite trabaje, etc. Así, si el suceso se
produce, es porque se dan todas las condiciones necesarias para ello. Por consiguiente,
el enunciado: Que tenga nafta en el tanque es una condición necesaria para que el
automóvil funcione (pero no suficiente)

Conectivas extensionales

Para evitar la ambigüedad la puntuación (la sintaxis) es necesaria. Asimismo, en el


lenguaje de la lógica simbólica es necesaria la puntuación, pues los enunciados
compuestos pueden, a su vez, combinarse para formar otros enunciados más complejos.
La expresión p ^ q v r es ambigua: puede significar la conjunción de p con la disyunción
de q y r, o puede significar la disyunción cuyo primer componente es la conjunción de p
y q, y cuyo segundo componente es r. Distinguimos los dos sentidos agrupando la
expresión dada:

P ^ (q v r)

(p ^q) v r

Otro ejemplo:

a) Nos casaremos pero viajaremos al extranjero si y solo si obtengo previamente


mi título
P ^ (q r)
b) Nos casaremos y viajaremos al extranjero si y solo si obtengo previamente mi
título.
(P ^q) r

En la lógica simbólica, los paréntesis, corchetes y llaves se usan como signos de


puntuación. Señalan el alcance de cada conectiva. Con respecto a la negación, y con el
fin de evitar un uso excesivo de paréntesis, se conviene en que sólo afecta a la variable
que le sigue inmediatamente, a menos que, mediante paréntesis, se indique lo contrario.
Así:

a) – p v q
b) – (p v q)

Proposición Locuciones Símbolo

Y, e, pero, aunque, además, ^


Conjuntiva sino, sin embargo, no
obstante. .

Inclusiva: O, u, y/o, a
V
Disyuntiva menos que, salvo que.
w–v
Exclusiva: O, o bien.

Si ... entonces; … es
Condicionales =>
condición suficiente para…

Si y solo si; … es
condición necesaria y
Bicondicionales <=>
suficiente para…; cuando y
solo cuando.

No, es cierto que, no es


Negación -
verdad que.

Tabla de Verdad: tautología, contradicción y contingencia: no se desarrolla.

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