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Luis obligaron al Cabildo a convocar a todos los pobladores para elegir nuevos
gobernantes y aceptar la renuncia que había realizado Dupuy, “a fin de evitar todo
estrépito y efusión de sangre”.
Una nueva movilización de vecinos y milicianos de la ciudad de San Luis convalidó el acto
de fuerza y se presionó al Cabildo a “que provisionalmente se eligiesen y nombrasen
nuevos gobernantes”. En forma simultánea a la deposición y detención de Dupuy, el 16
de febrero se cambiaron varios cabildantes (entre ellos Francisco de Paula Lucero y
Tomás Luis Osorio, principales sostenedores de Dupuy) que consolidaron el poder de los
nuevos sectores dominantes integrados por los jefes de las milicias, encabezados por
Tomás Baras y Luis de Videla, y los hacendados, representados por José Santos Ortiz.
Finalmente, el 19 de febrero el jefe de las milicias de la ciudad, Luis de Videla, exigió la
expulsión del depuesto Dupuy por considerar su presencia contraria para “la
tranquilidad pública”. Su destino inicial sería el destierro a Catamarca, pero
posteriormente se dirigió a Chile siguiendo los pasos de San Martín. Las milicias que
dominaban la ciudad y detentaban la fuerza física presionaron al nuevo Cabildo y se
pidió consultar a los vecinos si acordaban con la expulsión, hecho que se concretó sin
mayores contratiempos.
Como resultado de las convocatorias anteriores, sobre todo la del 15 de febrero, se
reunió el 26 de febrero de 1820 en la Plaza de Armas un multitudinario Cabildo Abierto1
con representantes de la ciudad y la campaña, y allí se acordó que el nuevo Cabildo, del
cual se habían apartado a los miembros más notables que habían sostenido a Dupuy,
asumiera la función de gobierno con las cuatro causas. Este Cabildo Gobernador
también asumió el poder para designar al Comandante de Armas y extinguió el empleo
gubernativo que ejercía el Teniente Gobernador. Poco después comunicaron a los
demás pueblos, especialmente a Córdoba, San Juan y Mendoza, que esta nueva
situación duraría “hasta la reunión nacional” y dejaron abierta la posibilidad que el
Cabildo Gobernador nombrara un nuevo empleo de gobierno. De hecho, comenzaba la
vida del San Luis independiente.
Detrás de esta dinámica de cambios políticos e institucionales se puede percibir un
grupo de interés de enorme peso en el juego del poder puntano. Las necesidades de
abastecimiento para la empresa sanmartiniana habían recaído en gran parte los
ganaderos de San Luis. Bajo la férrea mano de Dupuy se había reducido el stock
ganadero de la jurisdicción y se había limitado el precio de la carne para el abasto de la
población, perjudicando a los hacendados de la jurisdicción. No fue casualidad que
pocos días de caído Dupuy se presentara al Cabildo una solicitud en “representación de
los hacendados” que daba cuenta de los perjuicios y agravios sufridos hasta entonces
“bajo el yugo del tirano que acabamos de destronar”. Este poderoso sector estaba
1
A este Cabildo Abierto del 26 de febrero de 1820 se hace referencia en la noticia principal de El Puntano,
periódico ficticio cuya tapa precede a este artículo. En la imagen se reproducen las firmas de los miembros
del Cabildo que asumieron en gobierno del nuevo Estado provincial: Tomás Baras, Manuel Herrera,
Agustín Palma y Olguín, José Leandro Cortés y Vicente Carreño.
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movilizado discretamente por Ortiz, quien pronto asumiría un nuevo rol para
satisfacción de los hacendados.
En este vertiginoso proceso se presentaron mecanismos y prácticas políticas
tradicionales y novedosas. El centro de decisión siguió siendo el Cabildo como titular
oficial, burocratizado y formal de la representación de la jurisdicción. Junto a él se
hicieron más frecuentes prácticas políticas no formales (tumultos, movilizaciones,
Cabildos Abiertos espontáneos) que conjugaban distintos grados de violencia
(amenazas, exigencias, expulsiones, destierros, deposiciones, muertes), que otorgaban
legitimidad a un acto de fuerza si era exitoso. En los sucesos de enero y febrero de 1820
en San Luis se conjugaron la movilización previa de fuerzas tumultuosas, en este caso
las milicias locales, que solo hicieron su aparición como actor político decisivo cuando
las tropas regulares (los Granaderos a Caballo) abandonaron la jurisdicción puntana, con
la presencia multitudinaria de los sectores propietarios (hacendados, comerciantes),
acompañados por algunos sectores populares dependientes.
En un ambiente profundamente impactado por la militarización y la movilización política
creada por el proceso revolucionario, la presencia de los hombres de armas como
actores principales en las luchas políticas fue central. No casualmente fueron los jefes
de las Milicias de Caballería, uno activo como Luis de Videla, a quien un informante de
San Martín calificó como “semimontonero”, y otro regresado a la actividad como Tomas
Baras, cabecilla de la oposición en 1815, quienes dirigieron los movimientos de febrero
de 1820. En San Luis no hubo enfrentamiento militar pues la actitud destituyente de las
milicias se produjo pocos días después que las fuerzas regulares abandonasen San Luis,
dejando sin apoyo militar a Dupuy, y se difundieran las noticias que las tropas
sanmartinianas estacionadas en Mendoza no reprimieron el movimiento de San Juan y
marchaban ya a Chile.
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José Santos Ortiz, figura central en los primeros años del San Luis independiente
(Juan W. Gez, Historia de San Luis, 1916, T. 1, pág. 252)
De esta manera se fue consolidando un Poder Ejecutivo por la práctica, pues de hecho
se duda que fuese el primer Gobernador de San Luis, condición que se le atribuyó al
Cabildo Gobernador donde Ortiz fue primo inter pares. Las disposiciones de gobierno
más importantes durante el año 1820 fueron firmadas por Ortiz y los demás miembros
del Cabildo. Recién en la elección de enero de 1821 pasó a ser denominado Gobernador
de la Provincia. Su carácter moderado, conciliador y tibiamente federal fueron
fundamentales para otorgarle a San Luis una cierta estabilidad política, muy necesaria
ante los graves sucesos de San Juan y la amenaza que representaba José Miguel Carrera
y su intención de llegar a Chile. Las funciones legislativas y judiciales continuaron a cargo
del Cabildo tal como lo había realizado tradicionalmente.
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La creación del Estado provincial en el caso de San Luis estuvo acompañada de una persistente
miseria fiscal que provenía del período revolucionario. El esfuerzo realizado por la jurisdicción
puntana en el sostenimiento del Ejército de los Andes y en la custodia de los disidentes de la
causa revolucionaria y prisioneros realistas que tenían la ciudad por cárcel, redujeron los escasos
recursos con que contaban las Cajas de Hacienda y los propios del Cabildo. Ya en agosto de 1819
se usaron los fondos destinados para la creación de una Escuela primaria dispuesto por San
Martín, en otros propósitos. Así lo permitió el Teniente de Gobernador Vicente Dupuy al
informarle al Cabildo de San Luis: “En esta atención es mi parecer que Vuestra Señoría no debe
embarazarse en valerse de los fondos destinados a la Escuela para la conclusión de la Sala
Capitular, siempre que sea en corta cantidad, y ésta pueda ser reintegrada en lo restante…”
(AHSL, Actas Capitulares, f. 1395).
Las dos invasiones de Carreras de 1821 y la lenta recuperación del stock ganadero restaron al
Estado provincial de una fuente considerable de recursos. Los gastos militares (pago y
mantenimiento de tropas, compras de armas y municiones, sostenimiento de guardias de
frontera) eran los principales, lo que dejaba casi sin recursos al Estado para sostener la más
mínima estructura administrativa. Los ingresos se conseguían en su mayor parte con el cobro al
tránsito o extracción de ganado (vacas, caballos y mulas) y de mercancías por el territorio
provincial, aprovechando la condición mediterránea de la jurisdicción puntana. Su percepción
continuó la práctica por contrato de un Receptor de Propios en el caso del Cabildo, quien debía
repartir la mitad de los ingresos con la Caja del Estado.
Con motivo de la consulta sobre la forma de gobierno que realizó el Congreso General
en 1824 se fue perfilando una Junta de Representantes que empezó a asumir funciones
legislativas. En 1827 la Honorable Representación se transformó en Junta
Representativa de la Provincia, sustituyendo definitivamente al Cabildo como poder
legislativo del Estado. Las primeras disposiciones respecto al orden interno fue dictar un
estatuto para fijar su propio funcionamiento, establecer un Reglamento de Policía y
disponer la primera división departamental del territorio provincial. Inicialmente lo
integraban once representantes, pero a causa de la falta de fondos rápidamente se la
redujo a tres. El Cabildo, ya sin mayores funciones, se extinguió recién en 1829.
La mínima organización de la estatidad de San Luis se completó con los mecanismos para
la designación de jueces que se realizaba, según los casos, por el Gobernador o la Junta
Representativa. Los más importantes eran los Jueces de Campaña que cumplían
funciones judiciales y de policía. De esta manera el Poder Judicial puntano quedó sin
organización orgánica hasta 1844 cuando se intentó crear una Cámara de Apelaciones.
Finalmente, esta débil e incompleta organización del orden provincial quedó plasmada
en el Reglamento Provisorio de 1832, primer y rudimentario ensayo constitucional, que
fue fruto de la particular experiencia de San Luis como Estado independiente y soberano
desde 1820.
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Bibliografía
ARCHIVO HISTÓRICO DE SAN LUIS, Actas del Cabildo de San Luis (1798-1829).
GEZ, Juan W., Historia de San Luis. Buenos Aires, Weiss y Preusche, 1916.
MENÉNDEZ, Néstor Pedro, Breve Historia de San Luis. San Luis, CEPA, 1994.
MENÉNDEZ, Néstor Pedro, Así nació la Provincia de San Luis. San Luis, Pelegrino, 2020.
NÚÑEZ, Urbano, VACCA, Duval, Historia de San Luis. San Luis, Godeva, 1967.
NÚÑEZ, Urbano, Historia de San Luis. Buenos Aires, Plus Ultra, 1980.
TOBARES, José Liberato, Dr. José Santos Ortiz. Primer Gobernador de San Luis. San Luis, San Luis
Libros, 2011.
Guillermo Genini. Profesor y Magíster en Historia por la Universidad Nacional de San Juan y
Doctor en Historia de la Universidad Nacional de Cuyo (Mendoza). Profesor Titular de Historia
Contemporánea en la Universidad Nacional de San Luis e investigador en la Universidad Nacional
de San Juan. Ha publicado libros y artículos académicos y de difusión histórica en Argentina y el
extranjero, vinculados a la historia regional de Cuyo desde la perspectiva de la Historia Agraria
y de la Historia Institucional.
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