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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CAJAMARCA

FACULTAD CIENCIAS DE LA SALUD


ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE ENFERMERÍA

ASIGNATURA
Cuidado Enfermero en la primera infancia

TEMA
Teoría de la Interculturalidad

CICLO
V

Cajamarca, agosto de 2021

TEORÍA DE LA INTERCULTURALIDAD
I. DEFINICIÓN
UNIVERSIDAD NACIONAL DE CAJAMARCA
Facultad de Ciencias de la Salud
Escuela Académico Profesional de Enfermería

Según Tomás R. Austin Millán: “La interculturalidad se refiere a la interacción


comunicativa que se produce entre dos o más grupos humanos de diferente cultura. Si a
uno o varios de los grupos en interacción mutua se les va a llamar etnias, sociedades,
culturas o comunidades es más bien materia de preferencias de escuelas de ciencias
sociales y en ningún caso se trata de diferencias epistemológicas”.
La interculturalidad implica una relación donde varios grupos de poblaciones culturales
diferentes, conviven y se relacionan compartiendo espacios territoriales, lingüísticos y
jurídicos. Sin embargo, a diferencia de la multiculturalidad, donde un grupo cultural
mantiene una hegemonía sobre las demás poblaciones, en las relaciones interculturales
existe la disposición del reconocimiento a partir del ejercicio de derechos, no como
concesión ni claudicación de los privilegios de un grupo ante otro, sino como el marco
para potenciar relaciones hacia la convivencia social. La interculturalidad es un marco
que se inclina hacia el respeto y horizontalidad, sin pretender que una población, con
toda su carga de elementos culturales, se ponga por encima o debajo de la otra u otras.
En esta relación intercultural, se quiere favorecer que las personas de culturas diferentes
se puedan entender mutuamente, comprendiendo la forma de percibir la realidad y el
mundo, facilitando o promoviendo, la apertura para la escucha y el enriquecimiento
hacia los mutuos espacios de la relación.

La interculturalidad está sujeta a variables como: diversidad, definición del concepto de


cultura, obstáculos comunicativos como la lengua, políticas integradoras de los Estados,
jerarquías sociales, sistemas económicos inclusivos o excluyentes.

Otras variables a las que se expone son: inserción e integración. En la primera se


asume la presencia física de las personas en un determinado espacio donde prevalece la
cultura dominante o mayoritaria. En el segundo caso, no solo se acepta sino que entra en
juego la disposición a interactuar de manera intelectual, psicológica y cultural, al no
solo dar por aceptados los nuevos elementos culturales; sino además disponerse a
conocer, respetar y aprender en interacción mutua entre mayorías y minorías culturales,
dando como resultado un proceso intercultural (entre culturas). Una de las posiciones
sobre la interculturalidad es planteada desde el seno de las teorías críticas, y es ver a la
interculturalidad como movimiento social.

I.1. La interculturalidad se consigue a través de tres actitudes:

● Visión dinámica de las culturas


● Considerando que las relaciones cotidianas se producen a través de la
comunicación.
● Construcción de una amplia ciudadanía, sólo aceptada con la igualdad de
derechos como ciudadanos.

I.2. El enfoque intercultural tiene tres etapas:

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● Negociación: es la simbiosis. Compresiones y avenencias necesarias para evitar


la confrontación
● Conversión: salirse del lugar de uno, para tomar el punto de vista del otro.
● Descentralización: perspectiva en la que nos alejamos de uno mismo, a través de
una reflexión de sí mismo.
● La interculturalidad no se refiere tan sólo a la interacción que ocurre a nivel
geográfico sino más bien, en cada una de las situaciones en las que se presentan
diferencias”.

II. ¿SALUD INTERCULTURAL?

No podemos responder esta pregunta sin antes explicar brevemente que la


interculturalidad es un mecanismo de interacción cultural y horizontal para un
“intercambio abierto y respetuoso” entre grupos diversos. En el contexto
latinoamericano, una perspectiva más idónea amplía el término a interculturalidad
crítica, reconociendo así una estructura de poder desigual, jerarquizada y racializada.
Asimismo, dicha interculturalidad pretende una construcción desde la subalternidad (es
decir, desde los pueblos indígenas) y no desde arriba, como sugieren otros enfoques.
Estos últimos todavía poseen rezagos de asimilacionismo, etnocentrismo y alocronismo.
Tomando en cuenta esta perspectiva más actualizada, la interculturalidad ha sido
concebida como una estrategia para reducir las brechas en salud entre los pueblos
indígenas y el resto de la sociedad (OPS, 2008, pág. 13) (OMS, 2009), las cuales son
más pronunciadas en las mujeres indígenas.

III. INTERCULTURALIDAD EN SALUD

Entendemos por Interculturalidad, al modo de convivencia en el que las personas,


grupos e instituciones, con características culturales y posiciones diversas; conviven y
se relacionan de manera abierta, horizontal, incluyente, respetuosa y sinérgica en un
contexto compartido.
En esta relación se reconoce al otro como un ser digno de ejercer todos sus derechos,
valorando la diversidad como riqueza potencial. Se sustenta en cuatro principios
básicos:
● Reconocimiento de la diversidad cultural
● Relaciones equitativas
● Respeto a las diferencias
● Enriquecimiento mutuo.

En el caso de las instituciones de Salud, se cuestiona por los usuarios de los


Servicios la falta de sensibilidad, escucha y respeto en el trato recibido de parte de los
prestadores de salud, el no respeto a la privacidad, el menosprecio de sus opiniones y la
desinformación de que son objeto, aspectos que terminan por incidir en la satisfacción
que reciben del servicio y de la atención del personal. Esto influye en el desapego a las
indicaciones médicas, una incidencia mayor de abandono de los tratamientos y en

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resistencia al uso de los servicios que, en casos extremos, ha llegado a la confrontación


y al choque cultural. Por todo lo anterior, los principios de la interculturalidad entendida
como un proceso de interacción entre personas, permiten fortalecer la identidad propia,
la autoestima, la valoración de la diversidad y las diferencias incluídas las de género y
generar en las personas, una conciencia de la interdependencia para el beneficio y
desarrollo común.

IV. NORMAS NACIONALES SOBRE SALUD INTERCULTURAL:

Uno de los instrumentos que sirve de base para todas las normas nacionales es la
Política Nacional para la Transversalización del Enfoque Intercultural (MINCUL,
2015), en cuyo Lineamiento 2 garantiza que los servicios públicos se presten de acuerdo
con los diversos contextos culturales. Para este lineamiento se dispuso, entre otras
acciones:
❖ (i) La adecuación cultural de los servicios públicos
❖ (ii) La generación y fortalecimiento de competencias interculturales;
❖ (iii) La promoción del uso de lenguas indígenas en la prestación de dichos
servicios.

Acerca de la salud intercultural en específico, el instrumento más importante hasta el


momento es la Política Sectorial de Salud Intercultural (PSSI) (MINSA, 2016),
aprobada mediante Decreto Supremo N° 016-2016-SA, convirtiéndose en la primera
política pública en materia de salud intercultural en el Perú. Lamentablemente, aún se
encuentra pendiente de elaboración y aprobación el “Plan Sectorial de Salud
Intercultural 2016- 2021”, documento que permitirá su concretización. Respecto a esta
espera de cuatro años, la Defensoría del Pueblo ha emitido diversos oficios al Ministerio
de Salud exigiendo la aprobación de dicho plan. De igual manera, las organizaciones
indígenas también han exigido la aprobación del plan en declaraciones a la prensa. Con
relación al contenido de esta Política, el Eje 1 se refiere a la “garantía del derecho a la
salud desde los enfoques intercultural, de derechos, de género e inclusión social en la
prestación de los servicios de salud para los pueblos indígenas u originarios, andinos y
amazónicos, así como para la población afroperuana”. Una de las líneas de acción de
dicho eje señala:

Desarrollar e implementar la normatividad orientada a fortalecer los servicios de


salud recuperativos, preventivos y promocionales del sector con pertinencia cultural,
con relación a los pueblos indígenas u originarios, andinos y amazónicos y de la
población afroperuana (…)”

Ahora bien, siguiendo esta línea de acción en el contexto del COVID-19, el Ministerio
de Salud tiene la obligación de fortalecer los servicios de salud recuperativos,
preventivos y promocionales con pertinencia cultural, pues es la entidad rectora y
responsable del cumplimiento de la PSSI. En pos de su cumplimiento durante el estado
de emergencia sanitaria, se han emitido tres normas que, en el próximo ítem, serán

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mencionadas y explicadas. De acuerdo con dicha política, la misma es de aplicación


obligatoria en todas las instituciones prestadoras de servicios de salud públicos. Para
hacerle seguimiento a su cumplimiento, “las autoridades de los gobiernos nacional,
regionales y municipales deben establecer metas concretas e indicadores de
desempeño”, lo cual revela una obligación de coordinación y articulación para medir
con exactitud el avance en la implementación de la PSSI. Así, al darle mayor concreción
a la política, este plan también incidirá en la realización de la medición de los resultados
del cumplimiento de la garantía de la salud intercultural por parte del Estado peruano.

V. INTERCULTURALIDAD Y ATENCIÓN A LA SALUD CON


ENFOQUE BIOÉTICO

Considerando entonces que la interculturalidad es un proceso de relación y


comunicación entre grupos culturales y personas con diferentes percepciones de su
realidad y sin embargo, con similares capacidades para el ejercicio de sus derechos, en
la relación entre los usuarios con los profesionales de la salud, con diferentes niveles y
contenidos de elementos de carácter ético. El criterio ético fundamental que regula esta
disciplina es el respeto al ser humano, a sus derechos inalienables, a su bien verdadero e
integral: la dignidad de la persona.
En 1979, los bioeticistas Beauchamp, T.L y Childress, J.F,1 definieron cuatro los
principios de la Bioética, disciplina que involucran las acciones y relaciones que se dan
en el proceso de salud: autonomía, no maleficencia, beneficencia y justicia.

V.1. El Principio de autonomía, impone la obligación de asegurar las


condiciones necesarias para que actúen las personas de forma autónoma. La
autonomía implica responsabilidad y es un derecho irrenunciable, incluso para
una persona enferma. Una persona autónoma tiene capacidad para obrar,
facultad de enjuiciar razonablemente el alcance y el significado de sus
actuaciones y responder por sus consecuencias. En el ámbito de salud, el
consentimiento informado es la máxima expresión de este principio de
autonomía, constituyendo un derecho del paciente y un deber de los
profesionales de salud, pues las preferencias y los valores del enfermo son
primordiales desde el punto de vista ético y supone que el objetivo del médico es
respetar esta autonomía porque se trata de la salud del paciente.

V.2. El Principio de beneficencia: obliga a actuar en beneficio de otros,


promoviendo sus legítimos intereses y suprimiendo perjuicios. En salud,
promueve el mejor interés del paciente, supone que el personal de salud posee
una formación y conocimientos de los que el paciente carece, por lo que aquél
sabe (y por tanto, decide) lo más conveniente. Un primer obstáculo al analizar
este principio es que desestima la opinión del paciente, primer involucrado y
afectado por la situación, prescindiendo de su opinión debido a su supuesta falta
de conocimientos médicos. Sin embargo, las preferencias individuales de
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médicos, enfermeras y de pacientes pueden discrepar respecto a qué es perjuicio


y qué es beneficio. Por ello es difícil defender la primacía de este principio,
fortaleciendo la primacía de otros principios válidos como la autonomía y la
justicia.

V.3. Principio de no maleficencia: Abstenerse intencionadamente de realizar


acciones que puedan causar daño o perjudicar a otros. Es un imperativo ético
válido para todos, no sólo en el ámbito biomédico sino en todos los sectores de
la vida humana. En salud, eso sí, este principio debe encontrar una interpretación
adecuada pues a veces las actuaciones médicas dañan para obtener un bien.
Entonces, de lo que se trata es de no perjudicar innecesariamente a otros. El
análisis de este principio va de la mano con el de beneficencia, para que
prevalezca el beneficio sobre el perjuicio. Las implicaciones médicas del
principio de no maleficencia son varias: tener una formación teórica y práctica
rigurosa y actualizada permanentemente para dedicarse al ejercicio profesional,
investigar sobre tratamientos, procedimientos o terapias nuevas, para mejorar los
ya existentes en vistas a que sean menos dolorosos y lesivos para los pacientes;
avanzar en el tratamiento del dolor; evitar la medicina defensiva y con ello, la
multiplicación de procedimientos y/o tratamientos innecesarios.

V.4. Principio de justicia: Tratar a cada uno como corresponda, con la


finalidad de disminuir las situaciones de desigualdad (biológica, social, cultural,
económica). En nuestra sociedad, aunque en el ámbito sanitario la igualdad entre
todos los hombres es sólo una aspiración, se pretende que todos sean menos
desiguales, por lo que se impone la obligación de tratar igual a los iguales y
desigual a los desiguales para disminuir las situaciones de desigualdad. El
principio de justicia lo podemos desdoblar en dos: un principio formal (tratar
igual a los iguales y desigual a los desiguales) y un principio material
(determinar las características relevantes para la distribución de los recursos
sanitarios: necesidades personales, mérito, capacidad económica, esfuerzo
personal, etc.). Para excluir cualquier tipo de arbitrariedad es necesario
determinar qué igualdades o desigualdades se van a tener en cuenta para
determinar el tratamiento que se va a dar a cada uno. El enfermo espera que el
profesional de salud haga todo lo posible en beneficio de su salud, pero también
debe saber que las actuaciones médicas están limitadas por una situación
impuesta al médico, como intereses legítimos de terceros. La relación “personal
de salud-paciente” se basa fundamentalmente en los principios de beneficencia y
de autonomía, pero cuando estos principios entran en conflicto, a menudo por la
escasez de recursos, es el principio de justicia el que entra en juego para mediar
entre ellos. En cambio, la política sanitaria se basa en el principio de justicia, y
será más justa en cuanto que consiga una mayor igualdad de oportunidades para
compensar las desigualdades. Por los señalado, la interculturalidad promueve
estrategias y acciones que permiten establecer habilidades y actitudes de los
profesionales de la salud que permitan y fomenten la equidad en la relación entre

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hombres y mujeres, el respeto a sus derechos y la garantía del cuidado a la


persona como estrategia social, generando y promoviendo la aplicación de
principios éticos en la relación de igualdad entre hombres y mujeres, sumando a
esto a los principios universales de los derechos humanos y articulando los
contenidos y criterios de la bioética como elemento humanístico para el
desarrollo de éstas necesidades para fortalecer los servicios de salud como
elemento de calidad en la atención.

VI. CONCLUSIONES

La cultura de una sociedad se va alimentando con lo que la propia sociedad importa


o adopta desde otros ámbitos por diversas razones. En algunas ocasiones, la política
de un país, es influenciada por motivos económicos o por grupos de presión con
intereses mercantilistas, tiende a desvalorar tendencias o elementos válidos para el
pueblo o para sectores de ciencia no convencionales, utilizando aquélla la dialéctica
difamatoria y un tipo concreto de discurso lingüístico de descrédito en los
poderosos medios de comunicación. En algunos casos esa política consigue su
objetivo. Pero en la mayoría de ellos, lo que la población estima como válido,
pervive y se convierte en parte del tesoro de la tradición cultural de esa sociedad.
La interculturalidad promueve estrategias y acciones que permiten establecer
habilidades y actitudes de los profesionales de la salud que permitan y fomenten
la equidad en la relación entre hombres y mujeres, el respeto a sus derechos y la
garantía del cuidado a la persona como estrategia social, generando y promoviendo
la aplicación de principios éticos en la relación de igualdad entre hombres y
mujeres, sumando a esto a los derechos humanos y articulando los contenidos y
criterios de la bioética como elemento humanístico para el desarrollo de éstas
necesidades para fortalecer los servicios de salud como elemento de calidad en la
atención.

VII. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

● Rojas, I. Salud intercultural y demandas de los pueblos indígenas en el contexto


COVID-19. Lima: SPD; 2020 [Citado el 4 de agosto de 2020]. Disponible en :
https://www.actualidadambiental.pe/wp-content/uploads/2020/08/Documento-
de-Trabajo_Salud_interculturalidad_SPDA-1.pdf
● R.N. Teoría de la interculturalidad. [Citado el 3 de agosto de 2020]. Disponible
en:http://blog.pucp.edu.pe/blog/victornomberto/2010/02/18/teor-a-de-la-
interculturalidad/
● Modelo Intercultural para la Implantación en los Servicios de Salud. México.
[Citado el 4 de agosto de 2020]. Disponible en :
http://189.28.128.100/dab/docs
/portaldab/documentos/modelo_intercultural_09.pdf

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