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28/9/2017 O'Leary

Air & Space Power Journal - Español Otoño Trimestre 1995

SORPRESA e INTELIGENCIA:
Hacia un mejor entendimiento

MAYOR JEFFREY O'LEARY, USAF

LA PRIMERA definición de sorpresa en el Diccionario MerriamWebster's Collegiate dice, "ataque


inesperado; también: capturar por un ataque inesperado."1 Es interesante que el diccionario ubique la palabra
sorpresa dentro de un contexto militar. Sin embargo, la definición se queda corta en la descripción

de los elementos esenciales de la sorpresa militar. La doctrina del Ejército y de la Fuerza Aérea están
construidas en conformidad con Webster, con la utilización de esta terminología como marco. El desarrollo
de la tecnología que disminuye o elimina la sorpresa puede requerir una reevaluación de las estrategias de
defensa generalmente pensadas como suficientes.

El Manual de la Fuerza Aérea (MFA) 11, Basic Aerospace Doctrine of the United States Air Force, describe
la sorpresa de la manera siguiente:

Ataca al enemigo en un momento o lugar o de una manera para la cual no esta preparado . En un sentido
amplio, el principio de la sorpresa es el recíproco del principio de seguridad. Encubriendo nuestras
capacidades e intenciones crear la oportunidad de atacar al enemigo cuando está desprevenido o sin apresto,
pero la sorpresa estratégica es difícil de lograr (itálicas agregadas). Los rápidos avances en la tecnología de
vigilancia estratégica hacen extremadamente difícil enmascarar o disfrazar los ordenamientos a gran escala o
movimientos de personal y equipo militar.2

Evidentemente, la doctrina de la Fuerza Aérea reconoce que los avances en tecnología de punta
comprometen seriamente la habilidad militar de lograr la sorpresa estratégica. Mientras que la declaración "la
sorpresa es difícil de lograr" no habla al pasado, ciertamente describe características actuales y esperadas en
combate. La doctrina del Ejército parece estar de acuerdo. El Manual de Campaña del Ejército FM 1005,
(Army Field Manual Operations) más reciente ha modificado su entendimiento de la sorpresa

lograr la sorpresa total una vez que las hostilidades han empezado es difícil. La proliferación de vigilancia
moderna y sistemas de alerta y, la presencia de redes comerciales noticiosas globales hacen que la sorpresa
total sea menos probable.3

Este nuevo entendimiento parece acercarse más al punto que las definiciones previas de FM100. Sin
embargo, la esencia de este entendimiento esta basado en las capacidades de la tecnología para anular el
potencial de sorpresa a lo estratégico y, menos consistente, en el nivel operativo.

Cada una de estas instituciones ha relegado la sorpresa estratégica a los anales de la historia y, cuando más,
al área de ser "difícil de lograr." La naturaleza de la sorpresa estratégica, sin embargo, sugiere un futuro
diferente de aquella de la cual es corrientemente supuesto.

La suposición fundamental del pensamiento corriente coloca considerable "fe" en la eficacia, confiabilidad,
oportunidad, y exactitud de la inteligencia. La fe en la inteligencia, incluyendo representaciones superiores,
es una espada de doble filo: creemos que previene a otros de lograr la sorpresa contra nosotros y creemos que
nos abstiene de sorprender a nosotros. Si esta fe es infundada, entonces nos enfrentamos a la espada nosotros
mismos. Por lo tanto, este sistema de creencias requiere un examen minucioso.

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La tesis de éste artículo es que la sorpresa estratégica es difícil de prevenir, aun a la luz de inteligencia
exacta y oportuna (incluyendo representaciones superiores), porque esta basada en la explotación de la
personalidad y características de un líder o nación así como de las burocracias que la sirven. La evidencia
histórica parece indicar que la sorpresa estratégica en el siglo XX ha sido rara vez prevenida, a pesar de una
plétora de inteligencia disponible. Si la presencia de inteligencia confiable y oportuna no previene la
sorpresa, entonces una reevaluación de nuestra corriente de pensamiento sería necesaria. La sorpresa
estratégica, en este caso, puede no solo ser posible, puede ser inevitable. Esta es una espada que también es
de doble filo. Aún cuando no seamos capaces de prevenir la sorpresa estratégica, se espera que podamos usar
este principio de guerra para nuestra ventaja militar.

Este artículo examina los elementos de la sorpresa estratégica - su fundamento, su naturaleza, y potencial.
Propone una definición teórica para la sorpresa estratégica que presenta una aplicación más relevante al arte
militar. Adicionalmente, identifica y examina la validez de las suposiciones que forman la base para la
doctrina militar sobre la sorpresa estratégica. Utiliza estudios de casos históricos para probar suposiciones de
doctrina actual que unen la disponibilidad de la inteligencia a la sorpresa estratégica. Finalmente, extrae
conclusiones y hace recomendaciones para aquellos que se encuentran en el nivel operativo y aquellos que
están involucrados en la reestructuración de una fuerza militar más pequeña.

Es significativo que la Publicación en Conjunto (Pub) 1 reconoce, "los principios de Guerra (la sorpresa es
uno de ellos) representan los mejores esfuerzos de los pensamientos militares para identificar aquellos
aspectos de arte militar que son universalmente verdaderos" (itálicas del autor).4 Es posible que este
concierto de pensamientos, generalmente se refiera a los niveles operativos y tácticos. No obstante, la
historia de los Estados Unidos no está exenta de ejemplos de sorpresa en el nivel estratégico - ya sea
infligiéndola o recibiéndola. Consecuentemente es lógico concluir que, la doctrina en conjunto reconoce el
potencial de sorpresa a todo nivel. Si esto es así, entonces una investigación cabal de la sorpresa estratégica
esta en vigencia antes de descartar lo que fue creído previamente como "verdadero y relevante."

La naturaleza, definición y potencial de la sorpresa estratégica


Existen dos escuelas de pensamiento concerniente al potencial de la sorpresa estratégica que proveen de una
estructura para los teóricos militares contemporáneos. Por una parte están Carl von Clausewitz y Henri de
Jomini, y por la otra, Sun Tzu. Por cierto, la época en la cual cada uno de ellos vivió influenció su evaluación
de la sorpresa.

Clausewitz toma una visión poco clara del potencial para la sorpresa estratégica:

El deseo de lograr la sorpresa es frecuente y, por cierto, indispensable, y mientras es verdad que
nunca será completamente inefectivo, es igualmente cierto que por su propia naturaleza la
sorpresa rara vez puede ser relevantemente exitosa. . . Por lo tanto, es muy raro que un lado
sorprenda a otro ya sea por un ataque o por preparaciones de guerra.5

Jomini también menosprecia el potencial de lograr sorpresa en términos aún más drásticos que los de
Clausewitz:

La sorpresa de un ejército es ahora cerca de una imposibilidad. . . Las sorpresas preconcebidas


son raras y difíciles porque para planificarlas se hace necesario tener un conocimiento preciso
del campo del enemigo.6

Es interesante que, Jomini sin saberlo, presagia el potencial de sorpresa si existieran los medios
(¿tecnologías?) para obtener "conocimiento preciso del campo enemigo."

En el caso opuesto, Sun Tzu expresa una Fe considerable en el potencial de la sorpresa Principles of War de
Barton Whaley, clasificó la sorpresa en tercer lugar de prioridad para Sun Tzu, sexto para Clausewitz y sin
prioridad para Jomini.7 Sun Tzu defiende la sorpresa a través de conversaciones entre sus comandantes:

Chang Yu: . . . viene como el viento, anda como el relámpago. . . . El enemigo no sabe donde
yo intento dar la batalla, debe prepararse en una gran cantidad de lugares (itálicas en el original).

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. . Tómelo desprevenido por un ataque sorpresa donde no esta preparado. Atáquelo


repentinamente con tropas de asalto.8

En justicia, Sun Tzu y Clausewitz estaban hablando acerca de la sorpresa desde diferentes puntos de las
ventajas. Michael I. Handel escribe que "cuando Clausewitz habla de la imposibilidad de lograr la sorpresa,
él se está refiriendo en primer lugar a los niveles operacionales altos o estratégicos, mientras que la elevada
estimación de la utilidad de la sorpresa de Sun Tzu está principalmente en el contexto del nivel táctico de la
guerra."9 Jomini también descarta la sorpresa en los niveles estratégicos y operacionales. En resumen, en los
niveles de guerra operacionales y estratégicos, los tres teóricos están más bien de acuerdo que en lo que
difieren.

Mientras estos teóricos rechazan el potencial para la sorpresa estratégica debido a una falta de inteligencia
disponible, Jomini creía que el logro de una inteligencia precisa y oportuna del campo enemigo era
improbable. La disponibilidad de fuentes de inteligencia y antecedentes confiables podrían haber modificado
su desdén por la sorpresa estratégica. Si la inteligencia comprensiva hubiera estado disponible (imágenes,
etc.), es probable que estos teóricos hubieran mantenido su baja opinión de la sorpresa, pero exactamente por
la razón opuesta. Esto es, porque sé todo acerca del campo enemigo, y él conoce todo acerca de mi, la
sorpresa estratégica no es posible. Esto conduce al razonamiento en un círculo completo hacia el lugar
donde encontramos el pensamiento militar de actualidad.

El peso de la academia parece colocar el pensamiento militar actual y su doctrina sobre un fundamento
sólido. Sin embargo, los teóricos y sus teorías deben ser apoyados por ejemplos prácticos e históricos. Un
examen más minucioso de los ejemplos históricos es entregado en el presente artículo, para determinar si la
inteligencia tecnológica, y la inteligencia general, proveen de los medios para prevenir o lograr la sorpresa
estratégica.

La explotación de la naturaleza y la definición de la sorpresa estratégica, y las razones para su éxito o


fracaso, son esenciales para interpretar correctamente los ejemplos históricos en el cual este fenómeno tiene
lugar. Sin embargo, la naturaleza de la sorpresa estratégica es más inescrutable de lo que aparentemente
parece. De acuerdo con Handel, "el estudio de la sorpresa estratégica puede ser algo decepcionante para
aquellos que siempre han supuesto que un mejor entendimiento teórico del tema llevaría lógicamente al
descubrimiento de medios prácticos más efectivos para anticipar la sorpresa estratégica y aminorar su
impacto." (Itálicas en el original).10 Si es así, entonces una mirada precipitada al tema es inútil, y las
conclusiones derivadas de tales estudios deberían ser vistas prudentemente.

Así, la naturaleza de la sorpresa estratégica no es tan simple como parece a primera vista. La sorpresa no es
una realidad absoluta sino un concepto relativo, y rara vez una proposición de todo o nada. Más aún, no es
unidimensional y puede involucrar diferentes facetas y aspectos. Si sólo una faceta o aspecto tiene éxito, de
varios intentos, la condición de sorpresa ha sido creada. (Un hombre que compra 10 boletos de lotería y gana
con uno, no considera la compra como un esfuerzo mal gastado).

Finalmente, aunque sólo periférico al interés de este artículo, la sorpresa estratégica brota de operaciones de
inteligencia bien desarrolladas. En la mayoría de los casos, ejemplos de sorpresa lograda incluyen aspectos
de operaciones engañosas, confundiendo a la víctima con ilusiones en medio de la realidad. Líderes políticos
y militares no preparados en el arte del engaño - y aun aquellos familiarizados con tales operaciones -
encuentran difícil de distinguir entre el engaño y la realidad. Por lo tanto, la destreza en estas áreas puede
proveer a líderes en los niveles operacionales y estratégicos de las herramientas necesarias para desarrollar
planes para lograr sorpresa desde sus posiciones respectivas.

Llegar a un entendimiento más claro de la naturaleza y base de la sorpresa estratégica es el primer paso hacia
la producción de una definición que sea consistente con la historia, relevante al presente, y útil para el futuro.
Esto, debería proveer un fundamento sólido sobre el cual una doctrina coherente pudiera ser construida.

La Definición redefinida
Como se indica en la introducción, la definición actual de "sorpresa" del Diccionario tiene un valor más
léxico que práctico. Ciertamente, como concluye Webster, sorpresa es "ataque inesperado . . . capturar por un

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ataque inesperado." No obstante, la guerra no es ganada sin pérdidas o combatida sin oponentes, y la
sorpresa no es un concepto absoluto sino un concepto relativo. Si tomó dos semanas el preparar defensas
contra una invasión soviética de Europa Central y sólo se recibió aviso de dos días, los soviéticos hubieran
logrado la sorpresa estratégica. Las defensas serían inadecuadas a la tarea en el momento en que los primeros
tanques fueran pasados a través de Fulda Gap.

La línea divisoria entre los aspectos estratégicos y operacionales de la sorpresa es difusa, ciertas
características son aparentes. Generalmente se espera que la sorpresa estratégica ocurra durante las
operaciones iniciales y mayores, contra el enemigo. Normalmente, estas operaciones son lanzadas en
distintas direcciones desde los niveles más altos del gobierno e involucran activos y dispositivos no
asignados normalmente al comandante de las unidades operativas. Estas son generalmente dirigidas a un solo
teatro de operaciones. (Debido al enorme tamaño de tales operaciones, muchas naciones están restringidas
por costo y personal, para emprender más de una de ellas a la vez). La Operación Overlord, la Invasión
aliada de Normandía, es un buen ejemplo de esto. Fue lanzado desde dentro del teatro de operaciones
europeo, iniciado por un nivel superior al comandante operativo e involucró activos y pasivos y planes
(Ultra, Double Cross, Operation Fortitude South), todos los cuales fueron usados para engañar a los
alemanes en relación a la invasión aliada.

La sorpresa completa es rara vez posible debido a algún grado de expectación o anticipación adversaria.
Durante la II Guerra Mundial, Francia, Hitler tuvo la idea de que los aliados atacarían en cualquier momento
a lo largo de la costa de Francia. Hubo numerosas señales de advertencia en las semanas anteriores que lo
llevaron a su conclusión acerca de las intenciones de los aliados. En la definición de Webster existe un
aspecto para discutir si esta operación fue o no, una sorpresa.

El punto aquí no es desmerecer a Webster sino que señalar las limitaciones y la relevancia de la definición,
especialmente a la luz de la corriente actual, para elaborar la doctrina militar.

Una mejor definición de sorpresa sería "un ataque que logra una ventaja militar en vista de las defensas
inadecuadas o de un enemigo no preparado." Dentro de esta definición, se pueden hacer concesiones para los
signos de advertencia normal que un enemigo recibe antes del ataque. Más aún, las preparaciones enemigas
no niegan la ventaja de la sorpresa, si estas preparaciones son menos que adecuadas. Mientras el Ejército
Alemán en la II Guerra Mundial tenía algunas defensas en Sicilia y Normandía, eran menos que adecuadas a
la tarea cuando los Aliados lanzaron cada operación. La ventaja de la sorpresa estratégica fue lograda, no
porque fue "inesperado" o "sin aviso," sino porque el enemigo fue llevado a hacer preparaciones que fueron
inadecuadas a la tarea. En el caso de Sicilia, los alemanes habían desviado sus defensas a Grecia y, en
Francia, al Pas de Calais.

La sorpresa estratégica es, a menudo, lograda en vista de un enemigo incapaz de determinar exactamente
donde o cuando su oponente atacará. Es esta pequeña brecha de conocimiento, un momento de tiempo, o
ignorancia del método pasado, que abre la puerta a la sorpresa estratégica. En la guerra, esta "brecha" puede
involucrar tiempo, ubicación, método o carga de un ataque inminente. El conocer una parte del plan no es
suficiente para prevenir la sorpresa estratégica, que es por lo cual ha sido tan a menudo exitoso.

Esta nueva definición, para propósitos militares, reconoce que la sorpresa estratégica ocurre, no en la
ausencia de conocimiento del enemigo, sino a pesar de él. Reconoce a la sorpresa como algo más o menos
exitoso, dependiendo del estado de la preparación y defensa del enemigo. Distingue la sorpresa de la
creencia estrictamente lexical, y aparentemente doctrinal de existir sólo cuando es completamente
inoperante. Esto nos conduce a un mejor entendimiento sobre como funciona la sorpresa estratégica,
especialmente en una era en la cual la tecnología ha reducido el tiempo. La "brecha" de tiempo de
advertencia involucraba semanas en los comienzos del siglo XX, días durante la II Guerra Mundial y ahora
puede ser no más que horas (minutos en el caso de los misiles balísticos intercontinentales). En este caso, un
enemigo puede tener la capacidad de inteligencia para anticipar un ataque, sin embargo, ser incapaz de
preparar defensas adecuadas.

El desarrollo tecnológico desequilibrado entre armas ofensivas y sistemas de defensivos puede producir una
condición donde no exista una defensa adecuada. Un ataque bajo estas condiciones, donde el enemigo está
enterado de su propia carencia de defensa, escasamente sería una sorpresa. Sin embargo, los desarrollos
revolucionarios y rápidos en la tecnología en tiempo de guerra son la regla más que la excepción. En tales

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casos, el enemigo puede ser sorprendido por la rápida aparición de nuevas tecnologías que desequilibrarían
los sistemas que alguna vez fueron aproximadamente equivalentes. (La acalorada inclinación hacia la
investigación atómica durante los años 1940, indica que los mejores resultados fueron alcanzados en tiempos
de guerra y no en condiciones de paz. La aplicación de talento, dinero y apoyo gubernamental no debería ser
menospreciado en el desarrollo de nuevas tecnologías durante períodos de crisis).

Con tal potencial, parece menos razonable creer que la sorpresa está en el ámbito de ser "difícil de lograr."
En estos casos, las repercusiones del mal cálculo de la naturaleza de la sorpresa estratégica son enormes. Si
la proliferación de armas está aumentando en un mundo fracturado por cismas multipolares, entonces la
doctrina y la política coherente es esencial - especialmente en la luz de la naturaleza inestable de las naciones
que buscan y adquieren armas nucleares, biológicas y químicas (NBC).

Este es un cambio fundamental de pensamiento desde la perspectiva corriente de "todo o nada." Esta
aproximación podría no ser aplicable ni históricamente insostenible. La sorpresa estratégica puede ser
devuelta a líderes y comandantes si la planificación involucra métodos y medios para explotar esta "brecha"
de conocimiento y correspondiente debilidad. Puede ser que el enemigo no esté ciego pero puede tener
suficientes puntos ciegos para permitir que las fuerzas amigas logren una sorpresa estratégica.

Los puntos decisivos en la historia y en las batallas a menudo ocurrieron cuando individuos y naciones
ingeniosas encontraron los medios de hacer lo que la sabiduría convencional creía "imposible" o "difícil de
lograr." Los beneficios de la sorpresa estratégica son muchos para que los adversarios futuros abandonen
rápidamente la búsqueda de los medios para lograrla. A la inversa, las potenciales consecuencias del
malentendido o mal cálculo de su potencialidad para dañar o beneficiar, debería proveer de suficiente ímpetu
para estudios militares adicionales.

Potencial
El potencial de la sorpresa estratégica es a menudo visualizada como una fuerza multiplicadora. Crea el
ambiente en el cual menos vidas y materiales se pierden en el seguimiento de objetivos de la política
nacional. "Un exitoso ataque no anticipado facilitará la destrucción de una porción razonable de las fuerzas
del enemigo a un costo menor para el atacante, agregando el consiguiente desbalance psicológica, y con ello,
reduciendo su resistencia temporalmente."11

Tradicionalmente, las naciones más débiles han buscado más diligentemente maximizar su fuerza usando
factores multiplicadores. Cualquier actividad que es visualizada como un factor multiplicador (operaciones
de inteligencia, de engaño, de sorpresa, etc.) ha sido históricamente despreciada por naciones poderosas.
"Claramente, entonces, el incentivo para acudir a la sorpresa estratégica (como: el engaño) es
particularmente fuerte para países que son conocedores de su vulnerabilidad relativa."12 Las recientes
reducciones en las dotaciones militares de naciones poderosas evocaran más interés en medios que extienden
los recursos decrecientes mientras que simultáneamente aumenta las capacidades de combate.

Junto con salvar vidas y material, la sorpresa estratégica tiene la capacidad de crear algo más intangible e
insidioso - una reacción de parálisis. Durante preparaciones para acometer una invasión en el Mediterráneo,
los británicos, en la II Guerra Mundial llevaron a cabo una operación de engaño conocida como Operación
Mincemeat. El objetivo fue hacer creer a los alemanes que los aliados que se preparaban para desembarcar en
Sicilia, lo iban hacer en Grecia. La operación fue tan exitosa, y la sorpresa tan completa, que la reacción de
parálisis ocurrió entre los miembros del alto mando alemán. Ewen Montague, que llevó a cabo esta
operación de engaño, concluyó:

Esta claro que Hitler estaba totalmente convencido de la idea que nosotros pretendíamos
desembarcar en Grecia y, una vez que había llegado a esa conclusión, se aferró firmemente a
ella. Tanto que, el día 23 de julio, casi dos semanas después del desembarco aliado en Sicilia,
Hitler aun creía que la principal operación iba a ser una invasión a Grecia, y designó a su general
favorito, el General Rommel, para que comandara las fuerzas que estaban allí reunidas. (Itálicas
en el original).13

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En la invasión aliada de Europa, la sorpresa fue esencial para reducir las víctimas y crear la mejor posibilidad
para el éxito. Un plan de engaño intrincado, la Operación Fortitude, produjo este efecto deseado. El plan
creó un desembarco ideal en el lugar y tiempo en el área de Pas de Calais. Nuevamente, la sorpresa fue
lograda a tal grado que cuando la invasión comenzó en Normandía, los comandantes alemanes estaban lejos
de sus tropas. Algunos incluso de vacaciones.14 Nuevamente, ocurrió la reacción de parálisis:

Más aún, porque los comandantes alemanes (hasta el final de la segunda semana) y Hitler (por
siete semanas) temían que el desembarco de Normandía pudieran ser un ataque fingido para
distraer a las fuerzas de la principal invasión propuesta en Pas de Calais, y el frente no estuviera
reforzado al grado deseado. Hitler tampoco permitiría evacuación alguna hacia el Sur de Francia
. . . . (Itálicas en el original).15

El efecto de esta demora para el alto mando alemán fue catastrófico. Teniendo los aliados una nueva ventaja
en hombres y material, así como una completa superioridad aérea, los alemanes no fueron capaces de hacer
frente al impulso aéreo. Teórico o ilusorio, las desviaciones en Pas de Calais, y Grecia aumentaron el efecto
de la sorpresa y extendieron la parálisis - en estos casos, por un período de varias semanas.

El potencial de daño o beneficio esta cercano al infinito en la categoría de armas nucleares. La predicción y
la anticipación de la sorpresa estratégica es mucho más difícil cuando hay sólo minutos más bien que meses
para reaccionar apropiadamente. La proliferación de armas nucleares en países del Tercer Mundo no es sólo
un tema de interés sino una realidad. Si un ataque fuera lanzado desde una de estas naciones a los EE.UU.
¿Que clase de ayuda proveerían los indicadores de advertencia de lanzamiento? Por cierto, mientras el ataque
pueda ser limitado a uno o dos lanzamientos, la decisión de responder o no, y a que nivel, sería mucho más
compleja que durante el período de confrontación de superpoderes. El único factor inalterable que quedó de
la Era de la Guerra Fría es que aun el tiempo de vuelo de un misil es muy corto y las defensas adecuadas aun
no existen.

Ciertas naciones más débiles pueden sentir la tentación irresistible de usar tales armas, corrigiendo de un
golpe las injusticias reales o percibidas, sufridas a manos de naciones desarrolladas. Los Estados Unidos
pueden encarar a las naciones pequeñas nuclearmente capaces que no tienen reserva para usar estos aparatos
como "grandes ecualizadores." En cualquier caso, las señales de advertencia serían mínimas.

Ya no es necesario que el agresor lleve a cabo grandes movimientos de tropas y buques en las semanas
anteriores a una guerra total . . . (Las armas nucleares lanzadas desde cualquier plataforma tienen la
capacidad de dar un golpe muchas veces desvastador sin conceder una advertencia de inteligencia
substancial.16(Itálicas agregadas)

La sorpresa es una fuerza multiplicadora poderosa que cada país contrincante desearía lograr. La habilidad
para reducir las víctimas y las pérdidas materiales, y asegurar el éxito creando un estado de parálisis son los
beneficios de crear tal condición.

La doctrina militar actual supone que la tecnología superior niega la sorpresa estratégica e, inversamente,
cualquier país que posea tal capacidad no puede ser sorprendido estratégicamente.

La doctrina también supone un flujo oportuno y libre de información que alcance los niveles de toma de
decisiones. Es un tipo de decisión algebraica. Esto es, si la inteligencia oportuna y precisa esta disponible,
seguirán las decisiones lógicas y las preparaciones militares serán adecuadas, y así se impedirá la sorpresa. Si
esto es así, entonces los ejemplos históricos lo apoyarán.

A pesar de la doctrina actual, el peso de la historia discute contra esta línea de pensamiento. La sorpresa
estratégica tiene mucho más que hacer contra la psicología y naturaleza del hombre y su quehacer, que con la
disponibilidad de la inteligencia. De cualquier forma, la historia debería demostrar si la disponibilidad de
inteligencia oportuna y precisa es suficiente para prevenir la sorpresa estratégica.

Inteligencia y sorpresa. resumen histórico

La doctrina actual presupone que la tecnología ha hecho lo que las operaciones de inteligencia y tecnológicas
no pudieron hacer para prevenir la sorpresa estratégica. Sin embargo, como se mostrará en los ejemplos
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siguientes, las semillas de la sorpresa se originan en el corazón y son sembradas por medio de la explotación
de líderes y naciones y las burocracias que las sirven. Hasta ahora, la tecnología tiene que penetrar este
enigma llamado hombre y discernir con certeza sus intenciones.

Comenzando en los años 1970, EE.UU. siguió un curso lejos de HUMINT (inteligencia derivada de recursos
humanos) y aumento su confianza en la tecnología. (Esto comenzó durante los años 1970 cuando la idea de
"espionaje" cayó en desgracia bajo la administración de Carter). El acceso tecnológico a la asamblea de
inteligencia tiene ventajas fiscales y es relativamente obediente a las demandas con poco tiempo de aviso. No
obstante, ni aún las fotografías pueden necesariamente decir a un líder el significado o intención de lo que
está observando. La tecnología puede ser poco confiable en el futuro, como lo ha sido en el pasado, cuando
se le pidió al ser humano que cumpliera la tarea de predecir y prevenir la sorpresa estratégica.

Una breve mirada a algunos recientes estudios de casos nos ayudará a determinar los elementos claves que
crean las condiciones que resultan en sorpresa estratégica. Obviamente, varían de caso en caso, pero,
emergen tres puntos significativos relevantes a esta discusión. Primero, la sorpresa estratégica ocurrió a la
vista de antecedentes precisos y suficientes de inteligencia (incluyendo reconocimiento fotográfico), y no en
la ausencia de ellos. Segundo, la sorpresa explotó la naturaleza de un líder o nación. Las personalidades,
idiosincrasias, peculiaridades, y debilidades del hombre, todas sirvieron como bloques dedicado e
ingenioso. Tercero, las mismas redes de inteligencia sirvieron como conductos obstruidos a través de los
cuales la información valiosa fracasó en su recorrido.

Estas suposiciones deberían ser evidentes en los tres estudios de casos siguientes. La falta de espacio impide
un estudio comprensivo de cerca de dos docenas de ejemplos de sorpresa estratégica que han ocurrido desde
el estallido de la II Guerra Mundial. El caso de la crisis de los misiles cubanos, es incluido para demostrar
como la tecnología ha hecho de la sorpresa algo difícil de lograr.

Pearl Harbor - diciembre 1941


Si nuestro sistema de inteligencia y todo el resto de nuestros canales de información fracasaron en producir
una imagen precisa de las intenciones y capacidades japonesas, no fue por falta de materiales relevantes.
Nunca antes habíamos tenido un cuadro de la inteligencia del enemigo tan completo.17

Los comités y comisiones que estudiaron el ataque a Pearl Harbor poco tiempo después de la guerra,
llegaron a una conclusión similar: no hubo falta de información sobre las intenciones de los japoneses,
capacidades, comunicaciones, códigos y cambios en los procedimientos de operación antes del ataque.
Cantidad significativa de inteligencia precedieron el "ataque sorpresa" para proveer suficiente advertencia
que debió haber sido revelado por, para, y a través de elementos de fuerzas militares situadas en Hawaii.

Primero, los Estados Unidos habían roto el código diplomático japonés de primera prioridad, el que nos daba
acceso a las comunicaciones entre Tokio y las principales embajadas alrededor del mundo.18
Adicionalmente, "los cripto analistas tuvieron algo de éxito en descifrar códigos de los agentes japoneses en
los principales puertos estadounidenses y extranjeros. (Magic fue el nombre del código del programa de
EE.UU. para quebrar los códigos japoneses). . . Nuestros líderes navales también tenían a su disposición los
resultados del análisis del tráfico radial."19 Desgraciadamente, ninguna persona o agencia central de
información, tuvo el control de todas estas intercepciones. Fueron divididas entre numerosas agencias (como
lo es actualmente). "Algunos (antecedentes de inteligencia) viajaron a través de canales rápidos de
comunicación, algunos fueron bloqueados por demoras técnicas o de procedimiento; algunos nunca llegaron
a un centro de decisión."20

Los defectos burocráticos y las luchas entre las agencias de inteligencia no son ninguna novedad. Cada una
compite por los limitados fondos y prestigio. Es la naturaleza de todas las burocracias el retener información
delicada y perturbadora, promover sus propios intereses y proceder cautelosamente ante la incertidumbre.
[Sea testigo de las recientes admisiones de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) y de la FBI (Oficina
Federal de Investigaciones) sobre su complicidad en el fracaso para coordinar la inteligencia recopilada en el
procesamiento al Banco de Crédito y Comercio. En este caso, los resultados dejaron al Departamento de
Justicia con las manos atadas e incapaces de procesar efectivamente su caso].

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En el frente diplomático, el análisis de Magic indicaba que Tokio estaba dirigiendo a sus embajadores para
que lograran una resolución diplomática en el creciente conflicto con Washington. Washington tenía
conocimiento del plazo de Tokio "para una conclusión de negociaciones favorables, primero para el 25 de
noviembre, luego aplazada hasta el 29 de noviembre. En caso de fracaso. . . Japón estaba decidido a
continuar su política y las `cosas' automáticamente comenzarían a suceder."21 Finalmente, la información fue
pasada al Embajador Joseph C. Grew (y, a Washington) en enero de 1941 acerca de un plan secreto japonés
para atacar Pearl Harbor. Esta información fue desestimada por falta de credibilidad.

Las señales disponibles para las autoridades militares y civiles se enumeraban por docenas. No obstante, "por
cada señal que llegó en 1941, hubo generalmente varias explicaciones razonable, y no fue sorpresa que
nuestros observadores y analistas se inclinaran a seleccionar la explicación que se ajustaba a la hipótesis
popular."22 Este es un fenómeno común en el análisis de inteligencia. Las ideas preconcebidas son los
espejos a través del cual los nuevos antecedentes de inteligencia son vistos y evaluados.

Mientras las señales estaban disponibles, la división de la información secreta (tal como Magic) significó que
pocos individuos tenían acceso a la inteligencia crítica. Adicionalmente, las rivalidades entre agencias de
inteligencia militar obstruyeron el análisis completo y la diseminación de la inteligencia disponible. Un tanto
sorprendente es que este tipo de relación antagonista existiera entre organizaciones dentro de una misma
rama. "El ejemplo más notorio de rivalidad, en el caso de Pearl Harbor, fue encontrado entre los Planes de
Guerra Naval y los de Inteligencia Naval."23

Aún exacerbando el problema, estaba la baja opinión que se tenía respecto a los analístas de inteligencia en
la escena del Pacífico y los correspondientes bajos preupuestos para financiar sus actividades. No obstante,
durante el mismo período, Inglaterra, Alemania y Japón aumentaron los presupuestos de inteligencia a un
nivel que el Congreso lo consideró como totalmente ridículo.

En vista de estos problemas, no es de sorprenderse que el ataque a Pearl Harbor resultara en una
desagradable sorpresa estratégica para los EE.UU. Aún más aflictivo es el incidente que ocurrió en las
Filipinas al día siguiente.

La información de que Pearl Harbor había sido atacado llegó a Manila temprano en la mañana
del 8 de diciembre dándole a las fuerzas Filipinas un margen entre 9 y 10 horas de preparación
para el ataque. El General Mac Arthur había recibido una advertencia de guerra parecida a la que
había recibido el General Short en Hawaii antes de que los japoneses atacaran allí. No tenía
sentido de urgencia prepararse para un ataque aéreo japonés . . . Cuando los bombarderos
japoneses llegaron poco después de medio día, encontraron a todos los aviones estadounidenses
juntos ala con ala en tierra.24

Claramente, señales de múltiples fuentes indicaban intenciones japonesas poco amistosas y, en algunos
casos, hostiles hacia los Estados Unidos. No obstante en Pearl Harbor, y más tarde en Filipinas, los
japoneses lograron sorpresas estratégicas - no en ausencia de la inteligencia sino en la presencia de ella.

¿Podría la evidencia fotográfica haber prevenido tal ataque? La posibilidad no puede ser dejada de lado
completamente, pero la evidencia de inteligencia disponible fue interpretada rutinariamente como no hostil.
Más aún, la evidencia fotográfica es interpretada a la luz de suposiciones sostenidas en el tiempo. Ello es, por
lo tanto, el obstáculo y la paradoja. Los mejores antecedentes de inteligencia pueden describir la historia
completa de un enemigo y aun ser catalogado como "inconsecuente," "poco convincente," o "¿y, qué?" por
analístas o políticos. "Hay una buena cantidad de ejemplos, algunos de ellos cuantitativos, de que en
condiciones de gran incertidumbre la gente tiende a predecir que los sucesos que ellos quieren que sucedan
realmente suceden."25 Aquellas creencias deseadas pueden o no corresponder a los hechos a la mano.

La sorpresa en Pearl Harbor sucedió por muchas razones, pero la falta de inteligencia no fue una de ellas.
Las luchas y rivalidades burocráticas, las creencias deseadas acerca de las intenciones japonesas, el fracaso
de escuchar advertencias evidentes, la falta de preparación diligente, y la incredulidad general ante un
probable ataque llevó a esta desastre. Estos son los verdaderos problemas que precedieron la sorpresa
estratégica en Pearl Harbor.

Stalin y la Operación Barbarossa - junio de 1941


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Mientras en la sorpresa de Pearl Harbor hubo muchos incriminados, el mismo Joseph Stalin sufre la mayor
culpa por la sorpresa en la Operación Barbarossa (la invasión alemana a la Unión Soviética en 1941). En los
años precedentes, Stalin había dirigido una serie de "purificaciones sangrientas" que eliminó a sus líderes
militares y civiles más capaces. Tan pocos líderes superiores quedaban en junio de 1940 que Stalin promovió
a 479 oficiales al grado general, la promoción en masa más grande de cualquier Ejército en la historia.26 Con
tal liderazgo inexperto, uno podría concluir que aquellos que rodeaban a Stalin le habían fallado. No
obstante, los hechos del caso no concluyen eso.

Tal como en el caso de Pearl Harbor, los soviéticos tuvieron una plétora de inteligencia disponible antes del
inicio de las hostilidades. Diferente al caso de Pearl Harbor, la inteligencia fue menos secreta y emanó de
una mayor variedad de fuentes. Los elementos claves en esta sorpresa estratégica se centraron alrededor de
Stalin - su creencia deseada, negación, y deseo de salvar su cara política. Comenzando en el frente
diplomático anterior a las hostilidades, Stalin fue bien informado por ambos gobiernos, el británico y es
estadounidense, que Alemania había decidido atacar Rusia. Estas apreciaciones vinieron de Ultra (descifrado
de mensaje secreto alemán por inteligencia Británica) HUMINT tráfico descifrado y fuente en la red Lucy
(un círculo de espionaje) operando en Suiza.27 Stalin visualizó estas advertencias nada más que como
provocaciones, creyendo que el Oeste estaba tratando de incitarlo para intervenir en la guerra. Visualizó el
Oeste con más suspicacia que Alemania. "Es obvio que por sus declaraciones, discursos y arengas, Stalin
consideraba a Gran Bretaña como el enemigo jefe de Rusia."28

En el frente de espionaje, Stalin recibió excelente información de agentes que operaban en Alemania y
Tokio. "Richard Sorge (un doble agente) - fue capaz de informar desde Tokio el 15 de mayo - la fecha exacta
de la invasión inminente de Alemania y los detalles de los planes de Hitler.29

Una falta de inteligencia en este caso no podría ser usada como una excusa razonable para la sorpresa del 22
de junio. "Días previos a la guerra de 1941, la inteligencia inundó el Kremlin desde distintas fuentes, entre
las cuales se destaca Winston Churchill, el Departamento de Estado de los EE.UU., el agregado militar
soviético, las tropas de la frontera soviética, los cuarteles del distrito militar soviético y los desertores del
ejército alemán."30 Asombrosamente, Stalin continuó negando cualquier informe sobre hostilidades
alemanas aun después de haber sido atacado. Los informes de la invasión comenzaron a inundar el Kremlin,
pero Stalin lo consideraba sólo provocaciones de los generales alemanes desertores.31 La lista sigue y sigue.

Stalin había comprometido bastante fe y prestigio político en el Pacto MolotovRibbentrop de 1939. Decidido
a apaciguar a Hitler, Stalin continuó otorgando concesiones a Alemania (más allá de los requisitos del
tratado) y se adhirió estrictamente a los términos económicos del pacto.32 Su inversión de prestigio político
en la prevención de una guerra con Alemania lo llevó a seguir negando la inteligencia indesmentible que
contaba una historia diferente. Los líderes políticos, donde finalmente descansa el poder para prevenir la
sorpresa estratégica, ven a través de espejos nublados con temas que no son normalmente enfrentados por los
militares.

Stalin también manifestaba una fuerte tendencia hacia la creencia deseada y a la negación en los días
precedentes a las hostilidades. Ello no es poco frecuente en gobiernos e individuos involucrados en
situaciones de crisis. Como se mencionó antes, durante períodos de crisis mucha gente reacciona sobre
creencias a priori de cómo esa crisis inesperada se desarrollará. Esto puede tener poco que ver con el evento
en si mismo.

¿Hubiera significado algo diferente la vigilancia satelital, en el caso de la Operación Barbarossa? Varias
fuentes indican que Stalin tenía antecedentes de 200 diferentes orígenes que le señalaban la existencia un
ataque inminente de Alemania. La inteligencia fotográfica no habría prevenido la sorpresa estratégica
considerando el hecho que cuatro horas después que las hostilidades comenzaron, Stalin aún rechazaba
informes sobre la invasión alemana.

Este caso demostró la relación entre el liderazgo político y el logro de la sorpresa estratégica así como el rol
de la creencia deseada y la negación de la realidad en la faz de la inteligencia desagradable o inesperada. Las
debilidades y fortalezas de un líder y nación están siempre disponibles para que los enemigos ingeniosos las
exploten con este propósito.

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Invasión de Kuwait - agosto de 1990

La invasión iraquí a Kuwait el 2 de agosto de 1990 demostró la dificultad en prevenir la sorpresa estratégica,
aún en la era de la tecnología satelital. Más aún, la implicancia de la diplomacia estadounidense fue
significativa en el período de los meses precedentes al brote de las hostilidades. Dos aspectos importantes de
la sorpresa estratégica son evidentes de este caso particular. Primero, las intenciones son difíciles de medir y
mucho más importantes es la prevención y la predicción de la sorpresa que los antecedentes mismos de la
inteligencia. Segundo, la vigilancia satelital no disuadió, predijo, ni previno la arremetida iraquí en Kuwait.

Aviation Week & Space Technology reunió el sentir de muchos cuando informó, en septiembre de 1990, "los
estrategas militares de los Estados Unidos, preocupados con la disuasión en la post Guerra Fría en Europa,
fueron tomados de sorpresa por la invasión iraquí en Kuwait."33 El mismo comentario pudo haber sido
hecho acerca de la administración en general, a pesar de la preinvasión del contacto diplomático con el
régimen de Hussein.

Las señales diplomáticas fueron enviadas, pero no recibidas, comenzaron en febrero y terminaron justo una
semana antes de la invasión.34 Si estas señales eran oscuras para la Embajada estadounidense en Baghdad,
los tanques apostados en el límite Norte de Kuwait deberían haber sido detenidos para una análisis más
minucioso. Sin duda, los intereses que surgieron de la confirmación satelital de este hecho, fueron dejados de
lado debido a las afirmaciones de Sadam Husseim al Embajador April Glaspie. La mera propiedad de
antecedentes sofisticados de inteligencia no previno la sorpresa en esta situación.

El segundo caso relevante en cuestión se relaciona con los satélites mismo. Un sistema Westinghouse de
propiedad kuwaití conocido como (Lowaltitude Surveillance System - LASS) Sistema de Vigilancia de Baja
Altitud, "le dió a Kuwait la primera advertencia del ataque iraquí."35

La advertencia llegó a las 0200 hrs del 2 de agosto, con bastante tiempo para que la familia real escapara,
pero no lo suficiente para preparar defensas adecuadas. El Ejército kuwaití, incapaz o no preparado para
hacer frente al ataque iraquí, huyó hacia Arabia Saudita. Una vez que ocurrió el ataque, el ejército
estadounidense comenzó a trasladar satélites a una órbita que pudieran proveer cobertura total del área.36 Sin
embargo, ello fue posible sólo después del ataque. La habilidad para detectar es una parte de la ecuación. La
habilidad para prevenir la sorpresa estratégica es mucho más compleja y difícil, como se puede apreciar en
este caso.

La mera posesión de inteligencia satelital no es tan significativa como lo es la interpretación de los


antecedentes y su información para los líderes políticos. Más aún, la interpretación política de los sucesos en
desarrollo tiene más probabilidad de prevalecer que una evaluación técnica de los antecedentes de
inteligencia. Se comprobó que fue ésta la debilidad en el caso de Irak y Kuwait, por lo menos desde el punto
de vista kuwaití.

La Crisis de los misiles cubanos - octubre de 1962

Presentar un caso en el cual la sorpresa estratégica ha fracaso no es tan simple como parece. Cuando una
nación anuncia que ha descubierto intenciones hostiles de un poder extranjero, es probable que la nación
descubierta niegue los cargos y suspenda sus planes. (Por supuesto, hay alguna evidencia de que esto sucedió
en el Medio Oriente en 1973. Seis meses antes de la guerra, Israel descubrió planes para ser invadidos por
Egipto los anunció públicamente. Egipto negó todo). Sin embargo, la crisis de los misiles cubanos presenta
un caso adecuado para apoyar la creencia actual de que la vigilancia satelital ha hecho que la sorpresa
estratégica sea algo difícil de lograr. Este caso es también apropiado, porque tuvo el potencial de alterar el
balance de poder de una manera estratégica.

Después del fracaso de Bahía de Cochinos ( Bay of Pigs), el cual es ampliamente aceptado como un desastre
de la inteligencia, y numerosas acciones evidentes encubiertas de Estados Unidos para debilitar el régimen
de Fidel Castro, Rusia decidió apuntalar a su compañero socialista. Creyendo que los misiles rusos serían
similares a los misiles de EE.UU. en Turquía, el Premier Nikita Khrushchev decidió, en abril de 1962, hacer
preparaciones para colocar misiles de rango intermedio en Cuba.37

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Creyendo que esto sería visto como legítimo, especialmente si la operación era terminada y presentada como
fait accompli (hecho consumado) a los EE.UU., el uso de los medios debilitaron esta legitimidad. Los
medios que uso fueron secretos y, finalmente, las armas soviéticas no fueron vistas como similares a los
misiles de EE.UU. en Turquía. Los misiles de EE.UU. que habían sido colocados allí, fueron de una manera
visible y evidente. La reserva debilitó la legitimidad que Khrushchev pensó ganar a través de sus acciones.
Sin embargo, el cómo se descubrieron estos misiles, es el aspecto de este caso más pertinente a al artículo.

A comienzo de septiembre de 1962, se empezaron a filtrarse informes desde Cuba que misiles balísticos
soviéticos estaban siendo colocados allí. (Estos misiles no son aquellos del cual el Presidente Kennedy habló
en su discurso del 4 de septiembre en el que desacreditaba la obra de los asesores militares soviéticos y la
introducción de misiles antiaéreos a Cuba). En ese momento, los informes acerca de misiles balísticos se
estaban originando estrictamente desde cientos de refugiados cubanos que estaban ingresando al país a través
de Florida.38 Estos informes fueron los que iniciaron más acciones oficiales de Estados Unidos. Al mismo
tiempo, el Senador Kenneth B. Keating (Republicano, Nueva York), comenzó a aseverar que tenía pruebas
de la existencia de armas ofensivas soviéticas en Cuba. El 9 de octubre, se levantó para anunciar que tenía
evidencia de misiles ofensivos soviéticos en Cuba. (El Senador Keating nunca descubrió su fuente para estas
aseveraciones).39

Estos hechos llevaron a la administración a probar la veracidad de estos informes no confirmados sobre los
misiles cubanos mediante la revigorización de la inteligencia reunida allí. (La reunión de la inteligencia
había, aparentemente, caído precipitadamente siguiendo la invasión de Bay Pigs y el subsecuente furor de la
opinión pública). Esta disminución de la capacidad de inteligencia produjo la aseveración cuestionable ante
el Congreso el 3 de octubre por el Subsecretario de Estado George Ball "nuestra inteligencia es tan buena
que el equipo militar proporcionado a Cuba no ofrece ninguna capacidad ofensiva."40

Al momento del discurso de Keating, la inteligencia estadounidense aún no había descubierto los misiles. El
3 de octubre, "el Director de la CIA John Mc Cone envió dos vuelos U2 sobre Cuba occidental."41 El 5 de
octubre, se determinaron los lugares para el lanzamiento de misiles balísticos soviéticos de alcance mediano.
La crisis concluyó en la remoción de los misiles soviéticos desde Cuba con la correspondiente promesa de
EE.UU. de no invadir este país.

A primera vista, esto podría ser un caso de la eficacia de la inteligencia y fotografía para prevenir la sorpresa
estratégica. Esta idea no puede ser negada en su totalidad. No obstante, una mirada más profunda a los
hechos en este caso sería justificado. Lo que creía la inteligencia y lo que eran los hechos en este caso
indican que hay una falta en lo que la imaginación y la inteligencia pueden proveer.

Una consecuencia del fracaso estadounidense en reconocer la información de un contingente militar


soviético derivó en una sobre estimación en el número de militares soviéticos en Cuba. En septiembre y
comienzos de octubre el número fue estimado entre 4,000 y 4,500. El 22 de octubre después de identificar las
bases de los misiles (a través de imágenes U2) el total fue corregido de 8,000 a 10,000. Más tarde, el cálculo
fue corregido nuevamente de 12,000 a 16,000, el número de tropas. . . Cálculos retroactivos a comienzos de
1963 elevaron la cifra total a 22,000 y no hubo correcciones posteriores.42

¿Cuán precisos eran estos cálculos? En 1979, Castro dijo que había habido 40,000 militares soviéticos en
Cuba, aunque pocos le creyeron. Sin embargo, "varias fuentes soviéticas han confirmado que de hecho, un
personal militar soviético de 42,000 estaban en Cuba en tiempo de la crisis. (Obviamente, debido a la
cuarentena, estos llegaron antes de la crisis, de otro modo muchos más hubieran llegado).43

En cuanto a la inteligencia fotográfica, serios esfuerzos para determinar lo que estaba realmente sucediendo
en Cuba comenzaron después de las revelaciones de otras fuentes. Una vez que la información aclaró que el
área en cuestión estaba en el lado Occidental de Cuba, el Director de la CIA John Mc Cone reorientó los
vuelos U2 hacia allí. Sin embargo, los cielos nublados demoraron las imágenes útiles por un día y medio. (El
tiempo es aún un problema, 30 años después, para reunir inteligencia usando satélites).

En resumen, se puede dar el caso que la inteligencia previno la sorpresa estratégica en Cuba en 1962. Pero,
los hechos del caso nos conducen a creer que los resultados son menos que concluyentes. Más aún, fuentes

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desplegadas llevaron a los descubrimientos mucho antes que las redes de inteligencia alertaran a las
autoridades de mando nacional.

Depender de tales circunstancias fortuitas en el futuro es como tentar al destino. Claramente, las
preparaciones deben ser más que adecuadas para cualesquiera sean las contingencias que el futuro tiene que
ofrecer.

Conclusiones y recomendaciones
Napoleón dijo una vez, "La incertidumbre es la esencia de la guerra, la sorpresa es la regla."44 La doctrina
que supone lo contrario debería ser vista cautelosamente. A pesar de la cantidad de avances tecnológicos en
la reunión de inteligencia, no han habido desarrollos similares en la identificación de medios para impedir la
sorpresa estratégica.

Si es así, esto da lugar a temas molestos para los líderes militares así como a las naciones en riesgo.
Realmente, ninguna nación puede estar confiada e inmune de ser sorprendida estratégicamente. Sin embargo,
"la historia nos provee con la observación consoladora de que no existe una correlación directa entre lograr el
grado más alto de sorpresa en el estallido de una guerra y finalmente emerger victorioso."45 Los casos de
sorpresa durante la II Guerra Mundial ciertamente apoyan esto.

Si la sorpresa es inevitable, como este artículo y el peso de la historia parecen indicar, entonces algunos
cambios en el modo cómo visualizamos la sorpresa estratégica deben ser realizados. Primero, una
reformulación de la sorpresa, como esta escrito en FM 1005 y AFM 11 deben ser efectudas. Por cierto que
"la sorpresa estratégica es difícil de lograr" (a la luz de los avances tecnológicos en vigilancia estratégica),
una visión más precisa sería: la sorpresa estratégica es difícil de prevenir, a pesar de los avances tecnológicos
en vigilancia estratégica. Consecuentemente, el oficial militar debe estar preparado para luchar contra
compromisos iniciales en desventaja y en medio de una gran confusión, pérdida de equipo y personal, y una
cierta cantidad de desorden.

Específicamente, ciertos cambios son prudentes en la preparación de las consecuencias de la sorpresa. El


doctor Michael Handel, profesor de Estrategia y Política en la Académia de Guerra Naval, sugiere que se
consideren las siguientes áreas:

a. Mejorar los planes militares y preparaciones para operaciones en el caso de ataque sorpresivo.
Esto debe contener detallados planes de contingencia, ejercicios para el personal, y ejercicios en
el campo militar.

b. Se debe poner especial énfasis en la preparación y protección de los cuarteles, centros de


comunicación, campos aéreos militares, centros de movilización, armamento, depósitos de
munición y combustible, puentes principales, túneles y, otros "puntos de choque." Todas las
bases principales y centros de comunicación deben ser capaces de soportar un primer ataque
convencional para así proveer una capacidad de reaccion contra un segundo ataque
convencional.

c. Planes especiales deben ser llevados a cabo para desarrollar efectivamente y aun acelerar los
procedimientos de movilización bajo condiciones de ataque. Más aún, deberían ser mantenidos y
chequeados mediante ejercicios y puestos al día en intervalos regulares.

d. Una variedad de contrasorpresas defensivas, ya sean técnicas y operaciones, deberían ser


preparadas.

1. En el lado tecnológico, el defensor puede preparar misiles antitanque y/o antiaéreos más
efectivos para ser operados en concentraciones por niveles. Las nuevas tecnologías pueden
incluir dinámica de minas, o la preparación de campos minados que condujeran al ataque hacia
zonas específicas de sacrificio. . .

2. La iniciación de contraoperaciones, y si es posible ataques interceptores, contra el atacante.


Un número selecto de unidades deberían estar siempre disponible para efectuar
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contraoperaciones en la retaguardia enemiga, campos aéreos, y líneas de comunicaciones y


abastecimiento, para nombrar algunos.46

La idea de enfatizar en la capacidad de un segundo golpe con fuerzas disminuídas no es una situación
normalmente ejercitada por comandantes militares. A la luz de esto, un ejercicio de sorpresa estratégica
debería contener una importante parte de la determinación de la disposición de la unidad y capacidad.
Específicamente, el entrenamiento debería ser llevado a cabo dentro de las representaciones de la seguridad
del tiempo de paz con algunos de los siguientes rasgos:

1. Inicio del ejercicio sin aviso y en día de festivo. Anuncie el ejercicio por radio local más que
por línea telefónica. (Aquí la coordinación sería esencial con líderes de la comunidad local, pero
las líneas telefónicas probablemente estarían desconectadas después de una sorpresa estratégica).
Se podrían enviar grupos a notificar del ejercicio a los miembros del servicio.

2. Empiece el ejercicio pidiéndole a un observador imparcial que seleccione, de una lista de


participantes, un 25 % que sean muertos en acción por el primer ataque. Estos pueden ser o no
ser los que no pudieron ser colocados por el ejercicio. (La lista de nombres debería ser sin rango
ni calificativos de trabajo siendo bastante arbitrario cuando se llega a estas consideraciones).

3. Las consecuencias a lo largo del asunto deberían comenzar estando cortadas. El


reestablecimiento podría ser por fases, quizás trasmitiendo uno de cuatro mensajes hasta el fin
del ejercicio.

4. El centro de comando del ejercicio debe estar ubicado en un sitio no usado generalmente para
esos propósitos.

5. El ejercicio debe ser evaluado como cualquier otro ejercicio normal de preparación.
Obviamente, la simulación perfecta de las condiciones de guerra que siguen a un ataque sorpresa
no son posible en tiempos de paz. Cada servicio tendría que diseñar los parámetros de la
evaluación de la preparación de su propia sorpresa estratégica. Aún así, quizás algo de lo
mencionado suene poco probable y poco práctico. No obstante, los ejemplos de Pearl Harbor y
la Operación Barbarossa no son tan remotos como para ser impensados. En un mundo que cada
vez esta más, en vez de menos, fracturado e inestable, la preparación es más importante que
nunca.

Además de estas recomendaciones, un examen más amplio de la doctrina debería ser emprendida. Debe
haber una evaluación del plan de estudios de la educación militar profesional de nivel medio y superior.
Parece intuitivamente obvio que la enseñanza en estas instituciones forman la base de la doctrina de servicio.
La mente de los líderes militares han sido agudizada en los pasillos de las Academias de Guerra. Si estas
instituciones, no obstante benignamente sirven para descartar el potencial de la sorpresa estratégica, entonces
puntos de vistas alternativos deben ser incorporados a un plan de estudios significativo. La historia está
repleta con ejemplos de hombres y naciones haciendo exactamente lo que se pensaba que no se podía hacer.

Como se ha mostrado, la naturaleza de la sorpresa tiene poco que ver con la presencia o ausencia de la
inteligencia. Más bien esta concebida en el corazón del hombre y sembrada por la explotación de la
naturaleza de los líderes y naciones enemigas así como las burocracias que las sirven. Además, las redes de
inteligencia, como una de esas burocracias, fracasan en tiempos inoportunos por una variedad de razones. No
es necesariamente el fracaso de estas redes sino la naturaleza de todas las burocracias de proceder
cautelosamente, retener información susceptible o perturbadora, y promover sus propios intereses.

A menos que la naturaleza del hombre cambie, el principio de la sorpresa estratégica permanecerá, aún en
medio de la tecnología de vigilancia y la inteligencia precisa. Francis Bacon lo expresó mejor cuando
comentó la condición del hombre y su condición de la verdad: "Al final, no importan los hechos, el hombre
creerá la verdad que más le complace." Esto es una declaración y una advertencia que no debe ser descartada
ligeramente. ž

Notas
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1. MerriamWebster's Collegiate Dictionary, 10th ed. (Springfield, Mass.: MerriamWebster Inc., 1993).

2. Air Force Manual (AFM) 11, Basic Aerospace Doctrine of the United States Air Force, vol. 2, 1992, 13.

3. Field Manual (FM) 1005,<MI> Operations<D>, de mayo de 1986, 71.

4. Joint Pub 1, Joint Warfare of the Armed Forces, 1991, 21.

5. Carl von Clausewitz. On War, editor y traducción de Michael Howard y Peter Paret (Princeton, N.J.:
Princeton University Press, 1991), 198-99.

6. Capitán G. H. Mendell y Teniente W. P. Craghall, The Art of War (Westport, Conn.: Greenwood Press,
1977), 209.

7. Barton Whaley, Stratagem: Deception and Surprise in War! (Cambridge, Mass.: MIT Center for
International Studies, 1969), 122-26.

8. Sun Tzu, The Art of War, traducido por Samuel Griffith (London, U.K.: Oxford University Press, 1971),
97, 98, 133.

9. Michael Handel, Masters of War: Sun Tzu, Clausewitz, and Jomini (Lóndres, U.K.: Frank Cass & Co.
Ltd., 1992), 109.

10. Michael Handel, "Intelligence and the Problem of Strategic Surprise," The Journal of Strategic Studies,
septiembre de 1984, 229.

11. Ib.

12. Ib., 230.

13. Ewen Montage, The Man Who Never Was (Nueva York: J.B. Lippincott Co., 1953), 143.

14. Matthew Cooper, The German Army, 1933-1945: Its Political and Military Failure (Chelsea, Michigan:
Scarborough House Publishers, 1978), 502.

15. Ib., 504

16. Roberta Wohlstetter, Pearl Harbor: Warning and Decision (Standford, Calif.: Standford University Press,
1962), 400.

17. Ib., 382.

18. Ib.

19. Ib.

20. Ib., 385.

21. Ib., 386.

22. Ib., 393.

23. Ib., 395.

24. Ib., 396.

25. Ib., 397.

26. John Keegan, The Second World War (Middlesex, U.K.: Penguin Books, 1989), 177.

27. Ib., 180.


http://www.airpower.maxwell.af.mil/apjinternational/apj-s/1995/otono95/soleary.html 14/16
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28. Montgomery Hyde, Stalin: The History of a Dictator (Nueva York: Farrar, Straus, and Giroux, 1972),
428.

29. Ronald Hingley, Joseph Stalin: Man and Legend (Nueva York: Mc GrawHill Book Co., 1974), 309.

30. Ib.

31. Ib., 310.

32. Keegan, 180.

33. David Fulghum, "U.S. Mounts Swift Response," Aviation Week & Space Technology, 13 de agosto de
1990, 18.

34. David Fulghum, "Kuwait: How the West Blundered," Economist, 29 de septiembre de 1990, 21.

35. Bruce Nordwall, "Tethered Aerostat Alerted Kuwait to Iraqis across Border," Aviation Week & Space
Technology, 24 de septiembre de 1990, 21.

36. Fulghum, "U.S. Mount Quick Response," 20.

37. Raymond L. Garthoff, Reflections on the Cuban Missile Crisis (Washington, D.C.: The Brookings
Institutions, 1989), 12.

38. Ib., 28.

39. Robert A. Divine, The Cuban Missile Crisis (Nueva York: Markus Weiner Publishing, 1988), 1617.

40. Garthoff, 34.

41. Divine, 18.

42. Garthoff, 35.

43. Ib.

44. Handel, "Intelligence and the Problem of Strategic Surprise," 270.

45. Ib., 271.

46. Ib.

Biografia
El Mayor Jeffrey O'Leary (MA., California State University, Los Angeles; MA., Academia de Guerra
Naval de los EE.UU.) sirve actualmente como instructor en la Escuela de Comando y Estado Mayor de la
USAF, Base Aérea Maxwell, Alabama. Fue el primer honor en su clase, en la Escuela de Oficiales de
Escuadrón de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, así como en la Escuela de Comando y Estado Mayor de la
Marina de los Estados Unidos. Algunas de sus destinaciones previas incluyen la de Comandante de
Tripulación RC135, Jefe de Planes y Programas de Tripulación Aérea en sedes SAC, miembro de las fuerzas
de paz de las Naciones Unidas en el Medio Oriente, y comandante de escuadrón en la Academia USAF.

No debe entenderse que nuestra revista representa la política de la Secretaría de Defensa, la Fuerza Aérea de
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