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Camino.
Procedencia: Salta.
Material: lana de oveja.
Decoración con hilos flotantes de urdimbre.
Grupo Wichí actual
N° de inventario: 1048
Museo Nacional del Hombre del Instituto Nacional de
Antropología y Pensamiento Latinoamericano.
Secretaría de Cultura y Comunicación de la Nación.
© Ediciones
Riobamba 67 - 2° piso - Tel./Fax: 4953-5981
(C1025ABA) Buenos Aires, República Argentina
2001 – 2ª edición
ISBN: 987-97280-8-4
Hecho el depósito que marca la Ley 11.723
Impreso en Argentina
Printed in Argentina
Las teorías en Arqueología
Cristina Bellelli
1. El evolucionismo definió, por primera vez, a la cultura como "esa totalidad compleja que incluye el
conocimiento, las creencias, el arte, el derecho, la moral, las costumbres y cualquier otro hábito o capacidad
adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad" (Tylor, citado por Carvajal 1995).
Esta definición fue publicada en 1871. Dos antropólogos norteamericanos, Kroeber y Klukhon, a mediados del
siglo XX se dedicaron a recuperar todas las definiciones de cultura conocidas desde entonces. Encuentran que
en los 30 años posteriores a la de Tylor no se publicó ninguna otra. Entre 1900 y 1919 encontraron seis y entre
1920 y 1950, 157 (Watson 1995). Es lícito pensar, entonces, que el concepto de cultura de Tylor fue asumido
como satisfactorio por buena parte del particularismo histórico y del funcionalismo británico.
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acciones humanas, pasando por los enfoques que enfatizaban los aspectos lingüísticos,
cognitivos y psicológicos; los esfuerzos experimentales realizados por las corrientes
postmodernas en el campo de la literatura; los centrados explícitamente en el nexo
entre biología y cultura o aquellos que estudian los cruces interculturales en los
sistemas mundiales premodernos, modernos o postmodernos (Watson 1995), siempre
la discusión se ha dado dentro de marcos teóricos definidos.
La pregunta por los orígenes y la curiosidad por el pasado (personal o colectivo)
siempre ha estado presente en los seres humanos. Desde la más remota antigüedad
hubo intentos por explicar esos orígenes y unas de las fuentes inmediatas eran los
restos materiales dejados por sociedades pasadas. "La arqueología, como cualquier otra
disciplina científica, atravesó una etapa en que los datos se empezaron a recoger por
ninguna razón en concreto o bien con la esperanza de que en el futuro se sabría lo
suficiente como para formular las cuestiones convenientes" (Trigger 1992: 36). Esta
primera fase tuvo un fuerte tinte anticuarista y coleccionista y tuvo su auge durante el
período de la Ilustración y la primera mitad del siglo XX.
El ansia de conocimiento no estaba inmerso en ninguna teoría de la cultura o de
la sociedad. El énfasis estaba puesto en la colección de artefactos antiguos y su
disposición en salas atiborradas de objetos en los llamados "Gabinetes Reales" donde
se podía ver desde la cabeza momificada de un maorí delicadamente tatuada hasta un
trozo de meteorito, una punta de flecha patagónica o una colección de flores de la selva
amazónica. Las clases dominantes entraron en un verdadero frenesí coleccionista: los
reyes y príncipes financiaban expediciones para hacer estudios de ciencias naturales
(en este área se incluía la recolección de piezas arqueológicas) en los más lejanos
puntos del globo.
El descubrimiento de América y las exploraciones que completaron el mapa del
mundo hicieron que Europa se encontrara con "los otros". Los habitantes de las zonas
descubiertas enfrentaron a los europeos con sociedades de cazadores-recolectores y
con tribus agricultoras muy diferentes a todo lo conocido. Sus costumbres, creencias y
bienes materiales fueron objeto de curiosidad y también de colección. Es así que
comienza a desarrollarse la idea que los instrumentos de piedra que se encontraban en
los campos de Europa habían sido hechos por sociedades semejantes a las que ahora
veían como "el otro cultural". Los europeos tomaron conciencia que la especie humana
tenía mucha más antigüedad sobre la tierra que lo que sostenían las teorías
creacionistas y que en sus orígenes habían sido cazadores-recolectores. Este
reconocimiento dio sustento a las ideas de unidad psíquica de la especie humana y del
progreso continuo, principios iniciados por el pensamiento iluminista y base del
evolucionismo unilineal.
El evolucionismo
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La trama cultural
europeos habían tenido que ser antiguamente salvajes había sido confirmada ya por
pruebas indiscutibles excavadas de la tierra" (Harris 1978: 125). Las pruebas
arqueológicas son tan importantes como las etnográficas para sostener la uniformidad
general del cambio evolutivo que preconizaban los teóricos del evolucionismo como
Tylor, por ejemplo. En este sentido, la división de la historia de la humanidad en Edad
de Piedra, de Bronce y de Hierro,2 tan cara a los postulados evolucionistas, tiene sus
bases en los descubrimientos arqueológicos, principalmente en el reconocimiento de la
coexistencia de los primeros europeos con fauna extinguida a partir del hallazgo de
artefactos humanos asociados a huesos de estos animales en estratos geológicos muy
antiguos.
Una de las características de la arqueología de la época fue que se comenzó a
ordenar los yacimientos cronológicamente y así surgió la división de la Edad de la
Piedra en Paleolítico y Neolítico (Piedra Antigua -tallada- y Piedra Nueva -pulida-).
Uno de los objetivos era comprobar si los rasgos evolucionistas podían detectarse en el
Paleolítico (Trigger 1992). Dentro de estas grandes divisiones comenzaron a surgir
periodizaciones regionales y las clasificaciones tipológicas de los artefactos, siempre
considerando a los más simples y de fabricación más expeditiva como más primitivos y
a los más elaborados como más modernos. Dice Trigger: "... una de las ideas
fundamentales de la arqueología evolucionista era que el desarrollo cultural de la
humanidad podía representarse por medio de una secuencia simple y podía ser leído en
la sección de la cueva, de la misma manera que las secuencias geológicas en los perfiles
del terreno" (Trigger 1992: 100-101).
Como vemos, hay una fuerte influencia del pensamiento darwiniano. Y quien más
desarrolló esta influencia en el campo de la arqueología fue un inglés: Lubbock.
Sostenía que "... los grupos humanos se habían diferenciado unos de otros no sólo
culturalmente, sino también en lo que respecta a sus capacidades biológicas para
utilizar la cultura" (Trigger 1992: 115). Esta afirmación la sostenía con los hallazgos
arqueológicos y dio pie para afirmar la superioridad de la sociedad europea sobre los
pueblos coloniales y justificar así la dominación británica sobre ellos. También influyó
en Estados Unidos, dando una explicación darwinista para la supuesta inferioridad
biológica de los indios norteamericanos que sostenían quienes tenían una política de
expansión y exterminio. Se abandonaba, entonces, el principio de la unidad psíquica de
la especie humana.
En síntesis, la arqueología del evolucionismo estaba muy ligada a la etnografía.
Así como los pueblos indígenas de la época se consideraban estáticos, también los
pueblos del pasado mostraban un registro arqueológico estático y sin cambios. O sea:
nada nuevo podía aprenderse de los datos arqueológicos (Trigger 1992). La arqueología
de la época se limitó teórica y metodológicamente al considerar que su aporte era
buscar pruebas materiales para justificar la división en edades y la evolución de lo
simple a lo complejo. Además, subyacía un fuerte componente racista y justificador de
la expansión colonial.
2. Recordemos la división en estadios que había creado Morgan para explicar la evolución de las sociedades
humanas (salvajismo, barbarie y civilización).
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3. Recordemos que los métodos para fechar radiocarbónicamente las ocupaciones humanas recién se ponen a
punto en 1950.
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La trama cultural
Un capítulo aparte merece la figura del arqueólogo australiano (pero que trabajó en
Inglaterra) V. Gordon Childe por los aportes que en el período entre las dos guerras
hizo a la síntesis de la prehistoria europea y del Cercano Oriente y por haberse
planteado el porqué y el cómo de los cambios culturales en el pasado. Estuvo entre los
primeros en poner en duda el concepto de etnicidad proclamado por la escuela
histórico-cultural como clave del conocimiento arqueológico. Fue evolucionando desde
sus primeras obras en las que se encuentran detalladas síntesis regionales histórico-
culturales hacia explicaciones de orden más económicas, tratando de identificar en el
interior de cada cultura prehistórica los factores que hacían que se adoptaran nuevas
ideas. Nunca descreyó del difusionismo, pero acota más el problema y profundiza en
los mecanismos de difusión. Un ejemplo de esto es su idea de que en Europa se había
producido un desarrollo autóctono de muchos rasgos culturales: no todos se habían
propagado desde el Cercano Oriente a través de migraciones de pueblos o por el
comercio, como sostenían los hiperdifusionistas.
Las ideas del funcionalismo británico influyeron en el pensamiento
arqueológico fundamentalmente a través de Childe y de otros arqueólogos que se
ocuparon, sobre todo, de desarrollar una "arqueología ambiental". Era necesario
comprobar cómo "funcionaban" las sociedades, cómo se daba la relación entre culturas
prehistóricas y su medio ambiente. Desde fines del siglo XIX se habían comenzado
estudios
4. En un artículo de G. Politis (1989) se relatan las vicisitudes de las ideas de Ameghino a este respecto y su
descalificación por parte de científicos teóricamente enrolados con este tipo de enfoques.
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paleoambientales: las glaciaciones y los consecuentes cambios en el nivel del mar, los
cambios climáticos derivados de estas fluctuaciones, los cambios en la flora y en la
fauna; comenzaron los estudios palinológicos, los estudios de suelos aplicados a la
ubicación de los asentamientos y el desarrollo de la agricultura; después de la primera
guerra las fotografías aéreas fueron cada vez más útiles y dieron cada vez más
información, sobre todo para detectar todo tipo de sitios arqueológicos. El análisis de
los paleoambientes y de las adaptaciones ecológicas de las culturas a esos ambientes,
entonces, daba una visión funcional de uno de los aspectos principales del
comportamiento humano. "En general se suponía que el ambiente natural, más que
determinar la naturaleza específica de la respuesta -influida por las tradiciones
históricas y por elecciones humanas impredecibles-, fijaba los límites de las diferentes
clases de adaptaciones posibles" (Trigger 1992: 235).
Dijimos que Childe realizó interpretaciones económicas del registro arqueológico.
Lo hizo fundamentalmente al investigar el surgimiento de las grandes civilizaciones en
el valle del Nilo, en el del Tigris y Eufrates y en el valle del Indo, fenómeno que
interpretó como que, debido a la fertilidad de los suelos, había excedente en la
producción de alimentos y acumulación de riqueza, mientras que la población no crecía
proporcionalmente. Esto llevó al surgimiento de las ciudades donde se concentraba el
poder político que administraba el trabajo y el excedente.
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La trama cultural
El enfoque ecológico
El neoevolucionismo
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L. White había escrito que la cultura es "el modo extrasomático que tienen los
hombres para adaptarse" (citado por Watson 1995). Como vemos, ésta es una
definición de cultura netamente adaptativa. Este enfoque encuentra continuidad, en
algunos aspectos, en el movimiento que se desarrolló en los años '60 en los Estados
Unidos bajo la guía teórica y metodológica de Lewis Binford y que rompió
teóricamente de modo definitivo con los enfoques histórico-culturales.
Binford fue alumno de White, y como su maestro pensaba que existían fuertes
regularidades en el comportamiento humano y que era necesario explicar, más que las
diferencias, las similitudes culturales. También enfatizaba las continuidades en el
cambio, lo cual deriva en una oposición a las explicaciones sustentadas en la migración
o en la difusión, que constituyen discontinuidades.
Esta corriente sostenía que el potencial de la evidencia arqueológica para
investigar los aspectos sociales y económicos de las sociedades del pasado era más
grande de lo que se había pensado (Renfrew y Bahn 1993). Por eso la arqueología tenía
un poder explicativo muy grande siempre y cuando se moviera en un marco explícito
de argumentación lógica. Por eso se tomaron conceptos de la filosofía de la ciencia,
trabajando con el método hipotético-deductivo. Las investigaciones debían diseñarse
para responder problemas específicos, no para acumular más datos que después no se
explicaban. No se trataba de "reconstruir el pasado" en términos especulativos, sino de
formular hipótesis, elaborar modelos explicativos y deducir consecuencias. Para esta
tarea es básica la elaboración de teorías de distinto rango.
Los "nuevos arqueólogos" objetaron la visión normativa de la cultura que
consideraba que ésta era un conjunto de ideas compartidas más o menos
inconscientemente por todos los miembros de una sociedad y que eran transmitidas de
generación en generación. También objetaron el énfasis puesto en los artefactos como
"marcadores" cronológicos y espaciales.
La teoría general de sistemas influyó mucho en esta corriente. Una cultura era
considerada como un sistema que se podía descomponer en subsistemas. Así, esto "los
llevó a estudiarla subsistencia en sí misma, así como la tecnología, el subsistema
social, el ideológico /... / etc., con mucho menos énfasis en la tipología y la
clasificación de los artefactos" (Renfrew y Bahn 1993: 37).
La mayoría de la producción científica de la "Nueva arqueología" se concentró en
los estudios tecnológicos y de subsistencia en relación con las adaptaciones ecológicas,
dejando inexplorados los temas relacionados con la organización social, política,
religiosa, etc., del comportamiento humano.
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La trama cultural
La arqueología posprocesual
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Bibliografía
CARVAJAL, Julio
1994 Juegos cruzados. En el pensamiento antropológico. CBC, UBA, Buenos Aires.
HARRIS, Marvin
1978 El desarrollo de la teoría antropológica. Historia de las teorías de la cultura.
Siglo XXI, Madrid.
POLITIS, Gustavo
1989 ¿Quién mató al megaterio? Ciencia Hoy I (2): 26-35.
RENFREW, Colin y BAHN, Paul
1993 Arqueología. Teorías, métodos y prácticas. Akal, Barcelona.
TRIGGER, Bruce
1992 Historia del pensamiento arqueológico. Crítica, Barcelona.
WATSON, Patty Jo
1995 Archaeology, Anthropology and the Culture Concept. American Anthropologist.
pp. 683-694.