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SITUACION AMBIENTAL ACTUAL EN BOLIVIA

Los incendios forestales que devastaron la Chiquitanía y El Chaco marcaron un


antes y un después en la discusión ambiental de Bolivia. El desastre que mantuvo
al país en emergencia por más de dos meses finalizó con un resultado trágico: 5.3
millones de hectáreas se quemaron en todo el país.

“Ha sido un año muy negro para Bolivia”, dice Miguel Ángel Crespo, director de
Productividad Biosfera Medio Ambiente (Probioma), al hacer un balance del 2019
en términos ambientales y recordar los cinco millones de territorio calcinado.

Los incendios forestales en Bolivia arrasaron con más de cinco millones de


hectáreas. Foto: MAAP.

La crisis ambiental estuvo acompañada de una crisis política. Semanas antes de


las elecciones, mientras se incendiaban los bosques de Bolivia, la opinión pública
parecía darle la espalda a Morales influenciada por lo que muchos analistas han
llamado el “efecto político de la Chiquitanía”. En medio de protestas por los
resultados electorales y disturbios sociales, Evo Morales renunció finalmente a la
presidencia.

Sin embargo, más allá de los incendios, el 2019 fue un año controversial en el
panorama ambiental. Normas polémicas, protestas contra proyectos extractivos,
amenazas a las áreas protegidas y conflictos por el litio marcaron la agenda de
este año.

Lo malo: territorio devastado por el fuego


Dos meses duraron los incendios forestales en Bolivia. Foto: Gastón Brito.

Más de cinco millones de hectáreas del bosque seco tropical Chiquitano y del
Gran Chaco Americano fueron arrasados como consecuencia de los incendios
forestales sin precedentes que se iniciaron a fines de julio y se extendieron hasta
setiembre.

Las imágenes de árboles calcinados y animales que no lograron escapar del fuego
dieron la vuelta al mundo. Durante semanas, bomberos, voluntarios, personal del
Ejército y la población local trataron de controlar el fuego pero los esfuerzos
resultaron inútiles.

“Evo Morales y su gobierno se negaron a declarar desastre nacional”, afirma


Crespo al recordar  el pedido permanente que los bolivianos hicieron para que el
gobierno del expresidente tomara acciones concretas cuando la emergencia
empezaba. Recién el 21 de agosto, cuando ya se habían perdido casi un millón de
hectáreas, el gobierno de Evo Morales ordenó que se utilizaran aviones para
combatir los incendios.

Al final, 5.3 millones de hectáreas de bosque desaparecieron. De ellos, 3.9


millones corresponden al departamento de Santa Cruz y 1.2 millones al Beni,
según un informe de la Fundación Amigos por la Naturaleza, del 27 de setiembre.
A fines de agosto el gobierno boliviano contrató un avión Supertanker para apagar
los incendios. Crédito ABI.

“Por lo menos 40 millones de árboles se quemaron y miles de animales murieron


incinerados. Se han encontrado aves que volaron cientos de kilómetros para
salvarse del fuego”, señala Pablo Solón, director de la Fundación Solón.

La Chiquitanía es el bosque seco tropical más extenso y uno de los mejor


conservados en el mundo, que ocupa 20 millones de hectáreas de Bolivia. Solón
lamenta “la pérdida de esta biodiversidad única en el mundo” y se pregunta cómo
evitar que una situación igual se repita el próximo año, cuando nuevamente se
inicien las quemas o “chaqueos”, que tienen como fin despejar el terreno para la
actividad agrícola y ganadera.
Las quemas dejaron miles de animales muertos en los bosques calcinados. Foto:
Fundación Nativa,

Aunque los chaqueos son una práctica común en la zona, este año el gobierno de
Morales autorizó la ampliación de la frontera agropecuaria y las quemas
controladas, medidas que según los expertos consultados,  actuaron como
detonante de la tragedia.

“Las modificaciones en la norma del cambio de uso de suelo en Santa Cruz y en el


Beni que amplió la frontera no solo agrícola sino extractiva a los sectores mineros
tuvo como consecuencia este desastre en la Chiquitanía”, dice Pablo Villegas,
responsable de investigación del Centro de Documentación e Información Bolivia
(Cedib). “Dije que iba a ser una catástrofe y eso fue”, agrega.

Los incendios forestales destruyeron también bosques en áreas naturales


protegidas. Una de ellas fue el Área de Conservación e Importancia
Ecológica Ñembi Guasu, en el Gran Chaco boliviano, que apenas había sido
categorizada meses antes, en mayo de este año.

Incendios forestales también afectaron áreas naturales protegidas. Foto:


Fundación Nativa.

“Ha sido calamitoso, un hecho calificado de biocidio y etnocidio. Recursos


fundamentales como el agua de los ríos han quedado contaminados y los peces
están muriendo”, agrega Ruth Alipaz, líder indígena de la Coordinadora de
Defensa de Territorios Indígena, Originario, Campesino y Áreas Protegidas
(Contiocap).

En abril del 2019, un informe publicado por el World Resources Institute (WRI)


reveló que Bolivia se ubicaba en el quinto lugar entre los países que perdieron
mayor cobertura forestal en el mundo durante el 2018. Después de los incendios
forestales, las cifras se han elevado exponencialmente.

Lo polémico: la política ambiental de Evo Morales

Evo Morales renunció a la presidencia el 10 de noviembre de este año. Foto:


Agencia Andina / Presidencia de Bolivia.

En marzo de este año, el gobierno de Evo Morales firmó un acuerdo con los
agroindustriales de Santa Cruz, mediante el cual autorizaba el uso de soya
genéticamente modificada. La negociación significaba también ampliar la frontera
agrícola en 250 000 hectáreas. La decisión fue criticada por los expertos. Pero no
fue la única controversial. En julio el presidente Morales modificó el Decreto
Supremo 26075 para que se autorice el cambio de uso de suelo en Santa Cruz y
El Beni con fines agropecuarios y las quemas controladas.

“Evo Morales dejó un gobierno con un pasivo ambiental impresionante y


bárbaro como no se ha visto nunca. Y eso que era defensor de la Madre Tierra”,
dice Crespo de Probiomas. El ambientalista asegura, además, que el gobierno de
Morales consolidó políticas públicas subordinadas a los intereses del agronegocio
y que la ampliación de la frontera agrícola fue una decisión “en desmedro de
bolivianos, cuando no era necesario hacerlo”.

Para Pablo Solón estas normas del gobierno anterior deben ser derogadas y se
deben suspender las actividades que tienen incidencia en la deforestación. “Se
debe frenar el envío de carne a China y frenar la producción de soya, actividades
que incentivan la deforestación”.
La ampliación de la frontera agrícola para la ganadería cuasó controversia en
Bolivia. Foto: Eduardo Franco Berton.

De hecho, mientras los bosques bolivianos aún ardían,  Morales anunció el primer
envío de carne a China, un negocio que el expresidente promovió decididamente
durante su mandato.

Las decisiones tomadas por Morales durante el 2019 confirman la orientación que
el gobierno del expresidente había tomado en temas ambientales, una política que
se contradecía claramente con la defensa del medio ambiente que aseguraba
seguir.

Evo Morales y Abdon Nacif Abularach durante la firma de la norma que modifica el
cambio de uso de suelo en el Beni. Foto: Fegabeni
Las contradicciones en la política ambiental de los 14 años de gobierno de
Morales fueron reseñadas en la investigación Un año crucial para la política de la
conservación en Bolivia, que se publicó en mayo de este año en la revista
científica Nature Ecology and Evolution.

En el estudio se precisa que en el 2010 cuando se aprueba la Ley de los Derechos


de la Madre Tierra, también se autoriza la construcción de la carretera que divide
en dos el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS).

La investigación indica que por lo menos nueve áreas protegidas en la Amazonía


boliviana ya están fragmentadas por las carreteras, además, nueve proyectos de
hidroeléctricas están ubicados dentro de áreas protegidas o a menos de cinco
kilómetros de ellas.

“Las decisiones políticas apuntaban y permitían una visión de país que significaba
entregar Bolivia al agronegocio”, sostiene Vincent Vos, biólogo e investigador en
Riberalta, en el Beni.

Lo preocupante: el gobierno de transición

Protestas en Bolivia tras las elecciones en las que resultó elegido Evo Morales
para un cuarto periodo. Foto: Alex Villca.

Tras la salida de Morales, el 14 de noviembre se instaló un gobierno de transición


que nombró como presidenta a Jeanine Áñez, quien hasta ese entonces cumplía
el cargo de segunda vicepresidenta del Senado. Aunque las protestas continuaron
algunas semanas más, actualmente los ánimos parecen estar calmados.

“Sería interesante que el nuevo gobierno pueda revertir lo dejado por Evo
Morales”, dice Crespo citando la reciente decisión del ministro de Hidrocarburos,
Víctor Hugo Zamora, quien ordenó la paralización de los trabajos de exploración y
explotación de hidrocarburos dentro de la Reserva Nacional de Flora y Fauna de
Tariquía, en Tarija.
Para Crespo, sin embargo, el anuncio que ha hecho la gestión de Añez sobre la
reforestación en la Chiquitanía siembra dudas. La decisión fue anunciada por la la
ministra del Ambiente y Agua, María Elva Pinckert, acompañada de empresarios
agropecuarios de Santa Cruz. “Desde el punto de vista científico, lo que
corresponde es una recuperación natural de la Chiquitanía. Pero cuando la
ministra y otros sectores hablan de reforestación, me temo que se esté buscando
introducir definitivamente la agroindustria a este territorio y que la reforestación se
haga con eucaliptos”, sostiene Pablo Villegas, del Cedib.

Ruth Alipaz ha denunciado los riesgos de las actividades extractivas en los


territorios indígenas. Foto: Chema Formentí.

Ruth Alipaz, de Contiocap, también se muestra prudente ante las decisiones


adoptadas por el nuevo gobierno. Aunque asegura que aún están en un momento
de tregua, la reunión con los sectores agropecuarios ha puesto en alerta al
movimiento indígena. “El ministro de Obras Públicas [Yerko Núñez] dijo que la
hidroeléctrica Chepete-El Bala era inviable, pero hay ministros y funcionarios del
gobierno que apuestan por continuar los proyectos de la gestión de Morales”.

Alipaz dice que los pueblos indígenas se han declarado en emergencia y han
solicitado una audiencia a la presidenta. “Somos el 42 % del país y el más
afectado por la política extractivista”, agrega.

Lo cuestionable: la minería ilegal y el interés por el litio


Imagen tomada desde el espacio del salar Coipasa, en Bolivia. Foto: William L.
Stefanov, Jacobs/ESCG at NASA-JSC.

“La expansión de actividades auríferas y el uso masivo de mercurio se ha


desbordado este año. Lo más preocupante es la presencia de dragas y dragones
en los ríos, estos últimos con capacidad de hasta ocho dragas”, lamenta Marco
Gandarillas de Cedib al referirse al problema de la minería ilegal que se extiende
en Bolivia.

Pablo Villegas, también del Cedib, menciona los efectos perversos que ha tenido
la legislación que entregó derechos a los mineros sobre los suelos de territorios
indígenas y de áreas naturales protegidas. Estas autorizaciones, otorgadas por el
gobierno a las llamadas «cooperativas mineras», han agudizado las presiones
extractivistas sobre estas tierras. Los resultados son concretos: aparición de
nuevas empresas mineras formalmente legales aunque con prácticas bastante
informales para el ambiente.

“El problema está en la Ley de Minería que entrega las autorizaciones a las
empresas sin que cuenten con registro de personería jurídica. La informalidad ya
está en la ley”, explica Villegas. Según el experto, el ingreso de los denominados
“dragones” de propietarios chinos, colombianos y brasileños ha contado con  la
aprobación del gobierno. “Este año hubo denuncias de empresas chinas con
dragones y nuevos tipos de instrumentos de extracción de oro a gran escala que
no se habían visto hasta ahora”, reafirma Gandarillas.

Con el incremento de la actividad minera aumentó también el uso de mercurio.


“Una de las principales causas de contaminación en Bolivia es la minería aurífera.
Y hasta ahora no existe el catastro minero y el gobierno no aplica el Convenio de
Minamata, un tratado global que busca proteger la salud y el medio ambiente de
las emisiones de mercurio y sus compuestos”, sostiene Villegas. Según el
informe Amazonía saqueada, Bolivia registró en el 2015 veinte veces más
mercurio en comparación con el 2010. “Con 133 toneladas de mercurio liberadas
al año, Bolivia es el tercer país de América en emisiones del mineral”, refiere la
publicación.

La explotación de hidrocarburos también ha sido un tema controversial durante el


2019. Foto: Archivo Mongabay Latam.

Sin embargo, la extracción de oro no es la única preocupación. La extracción de


litio de los salares de Coipasa y Uyuni en Bolivia ha levantado controversia y
conflictos en el país. El litio es un componente clave utilizado en baterías para
vehículos, teléfonos, plantas solares, entre otros aparatos electrónicos. Distintas
compañías de todo el mundo han iniciado una carrera por su explotación, lo que
está siendo llamando la nueva ‘Fiebre del Oro’.
El salar de Uyuni es una de las reservas más grandes del mundo de litio. Foto: El
Deber.

Un decreto supremo emitido en diciembre del 2018  a favor de la empresa


alemana ACI Systems para explotar litio en Uyuni tuvo que ser derogado unos
días antes de la renuncia de Morales debido a la fuerte protesta social en Potosí.
Los pobladores solicitaban mayores beneficios, ya que según el acuerdo, la
extracción tendría una duración de 70 años con regalías del tres por ciento para la
región donde se encuentra el mineral.

Villegas indica que este acuerdo se estaba haciendo con una empresa junior, es
decir, una compañía que se adjudica una mina para luego venderla a otra
compañía de capitales más grandes. “Esta empresa se había formado siete meses
antes de firmar el contrato y apenas cuenta con 20 empleados”, asegura.

Los proyectos de  explotación de hidrocarburos también tuvieron protagonismo


durante el 2019. Las protestas para detener la explotación petrolera en la Reserva
Nacional de Flora y Fauna Tariquía se dieron en febrero.

Comuneros de la Reserva de Tariquía impiden el ingreso a la empresa Petrobras.


Foto: Tariquía Hoy.

Las comunidades que habitan en la reserva se oponían al ingreso de la empresa


Petrobras que en el 2018 consiguió tres contratos de exploración y explotación en
las zonas de San Telmo Norte y Astillero.

“Son muchos los intereses sobre los pueblos indígenas y las áreas naturales
protegidas que tienen que ver con los recursos mineros y petroleros”, dice el líder
indígena Alex Villca de la Coordinadora de Defensa de Territorios Indígena,
Originario, Campesino y Áreas Protegidas (Contiocap).
Por ahora, el proyecto de Tariquía ha quedado en compás de espera según el
anuncio que hizo el gobierno de Janine Áñez.

Lo bueno: rescate de especies en extinción

Se calcula que solo quedan 800 individuos de la paraba frente roja. Foto:
Asociación Civil Armonía.

Este año, una historia de vida y protección de especies giró alrededor de dos
ranas: Romeo y Julieta, una pareja de la especie Telmatobius yuracare que está
en peligro de extinción.

La dupla se hizo famosa luego de que científicos del Museo de Historia Natural
Alcide d’Orbigny encontraran a la hembra, a quien bautizaron como Julieta, pues
hasta el momento de su hallazgo Romeo era el único individuo vivo de su especie
en cautiverio y, en diez años, no se había visto otra en los bosques nubosos de
Bolivia.

Más allá de toda la historia romántica que se organizó alrededor de estos dos
animales, lo interesante han sido los esfuerzos que realizan científicos y
ambientalistas en Bolivia para evitar la extinción de muchas especies.
Romeo y Julieta es una pareja de ranas que enfrenta la extinción. Foto: Museo de
Historia Natural Alcide d’Orbigny.

La paraba frente roja (Ara rubrogenys) es otra especie en riesgo de extinción en


Bolivia. Actualmente, varios proyectos se realizan para rescatarla y evitar su
desaparición.

El Proyecto Paraba Frente Roja es una alianza entre la Fundación para la


Investigación y la Conservación de los loros en Bolivia y los gobiernos municipales
de Comarapa y Saipina, en Santa Cruz.

Las comunidades de Anamal y Las Juntas, en Comarapa, ya se han unido a este


propósito a través de un convenio con las autoridades. Su compromiso es no
aumentar la cantidad de mascotas silvestres, reforestar las riberas de los ríos y no
talar los árboles que sean útiles para la paraba frente roja.
Existen zonas reservadas creadas para proteger a la paraba frente roja. Foto:
Asociación Civil Armonía.

Existen, además, reservas creadas con el propósito de albergar a esta especie. El


Área Natural de Manejo Integrado municipal de Lagarpampa-Mollepampa, en
Chuquisaca; la Reserva Natural Comunitaria Paraba Frente Roja y el Área
Protegida Municipal Jardín de las Cactáceas, en Santa Cruz, también son dos
refugios para estos animales.

La población de la paraba frente roja se calcula en 800 individuos en todo el país,


pero los esfuerzos que se están haciendo podrían conseguir que este número
aumente.

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