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MUJERES EN
LA HISTORIA
DEL
BICENTENARIO
GUATEMALA
¡Viva Guatemala!
Las mujeres de nuestra cultura son las bases de que todo esto y toda
nuestra cultura, las raíces aun estén conservadas de buena manera, ya que
lo que nuestras madres, abuelas, tías, saben es con base y la forma en que
han cuidado todo lo que nuestros ancestros querían que estuviera de
generación en generación.
Objetivo General
Individuales
Fomentar la educación y el respeto en mi futura descendencia,
dándoles la misma oportunidad a todos, sin crear faltas de moralidad
o egoísmo en todos.
Demostrar los cambios en casa, causando esperanza en el cambio
que puede llevar al camino del éxito.
Caminar de la mano con el respeto, responsabilidad, sin ser egoísta,
hipócrita y crear lazos de los cuales pueda estar y/o contar.
Dandoles a mis hijas o nietas una esperanza de superación y
dándoles a entender que no deben dejarse humillar, ni por un
hombre, ni por una mujer.
Inculcar en la cultura y los valores cívicos.
Familiares:
Inculcar el respeto.
Demostrar valentía ante las adversidades.
Crear lazos entre todos.
Amar.
Respetar.
Hablar con esperanza.
Comunitarios:
Crear centros o lugares en los cuales las mujeres, niñas o señoritas
puedan aprender algo, confección, construicción, cultura, arte
guatemalteco.
Ideas de superación.
Inculcar o hablar de diferentes carreras para que tengan una idea de
lo que pueden seguir.
Ayudar a las madres en una mejor alimentación, con charlas, folletos
o talleres.
Las mujeres en la sociedad
actual
somos ejemplo de inteligencia y fortaleza, lo que se ve reflejado en la
capacidad para superar las adversidades ante la discriminación de la somos
objeto, a pesar de que se considere una sociedad igualitaria y tolerante aún
existe un núcleo de personas machistas, que nos mantiene en la
marginación; pasan por alto que las mujeres asumimos obligaciones, lo que
socialmente no es valorado, ya que pues se asume que esto es un deber de
la mujer, por el simple hecho de ser mujer, lo que no entienden es que este
rol no es fácil, si tomamos en cuenta que las mujeres tenemos aspiraciones,
anhelos y metas que se ven obstaculizadas al ser las encargadas de dirigir
el hogar, pues nos absorbe casi por completo; lo que indudablemente el
hombre no podría asumir, toda vez que no es multifacético. Las mujeres
somos tan capaces como los hombres, de asumir las responsabilidades,
obligaciones y actividades que nos propongamos, eso no se pone en duda,
porque a través de los años se ha demostrado nuestra capacidad de lograr
mejores resultados que el de los hombres, entre otras el hecho de sacar
adelante a la familia con nuestro propio esfuerzo sin perder nuestra
delicadeza de mujer, mientras que el hombre se concreta a realizar sus
actividades laborales, casi no participa en las actividades del hogar, por
tanto sólo podremos hablar de una sociedad hasta que sean intercambiados
los roles. No hay que olvidar que cada una de las personas de diferente
sexo tiene algo en particular que aportar en la vida social, olvidando que la
vida se complementa por ambos sexos, no se compite, y ese principio es lo
que impide valorar a las mujeres hoy por hoy. Las mujeres debemos asumir
en esta sociedad el rol que cualquier ser humano, porque somos capaces
de pensar, discernir y decidir sobre circunstancias de importancia y
trascendencia social, para ayudar y contribuir a la toma de decisiones y, de
esta manera compartir los roles hombre y mujer, sin olvidar que el único rol
que no puede ser compartido con un hombre es el ser madre, ya que las
mujeres fuimos especialmente creadas para asumir esta hermosa vivencia
de concebir, por tanto el entendimiento entre la madre y su hijo es algo
extraordinario y mucho más fuerte de lo que puede ser la relación entre el
hijo con su padre; de ahí que, la mujer es un ser esencial, primordial y vital
para la sociedad actual. La Mujer en la Sociedad Actual La elección de la
profesión no sólo determinan nuestros dones y aptitudes, sino la
identificación, consciente con un ideal, anhelos y metas; es muy frecuente
que jóvenes no esencialmente dotadas para determinados trabajos en el
que salgan airosas, que hallaron en su aprendizaje una educación que
contribuye al ideal materno o femenino con el que se identifiquen. Si bien su
inteligencia permite a la mujer el acceso a todas las profesiones, no debería
ignorar en el momento de elegir que en este terreno no tiene igualdad
absoluta con el hombre, se convierte en su compañera, ambos se integran y
lo que uno aporta no podría proporcionarlo el otro. Por otra parte, se ha
comprobado que, a algunas mujeres, la vida les impuso ocupaciones
masculinas, las que cumplen manteniéndose mujeres. Por ejemplo, dan en
sí un matiz profesional a su empresa, teniendo firmeza en las decisiones
que les exigen en el cargo que desempeñan, manteniéndose femeninas,
desarrollando sus habilidades, conocimientos con profesionalismo, esta
actitud no sólo coincide con la satisfacción personal, sino con lo que la
sociedad espera de ellas. Por lo que las mujeres debemos aprender a
defender nuestros derechos y también asumir nuestras responsabilidades;
es hora de que participemos del mundo vital de los hechos donde somos
protagonistas, debiendo superar todos los obstáculos que nos imponen las
costumbres y la sociedad, entonces podremos ocupar un lugar destacado
dentro de la sociedad y podremos asumir tantas o más responsabilidades
como los hombres, en los diferentes ámbitos, laborales, políticos,
empresariales, profesionales, artísticas y de cualquier naturaleza. Mi
felicitación y corresponsabilidad con cada una de las mujeres en la
sociedad.
Nombre del documento
Las mujeres en la sociedad
Fuente
Sitio Web
Bibliografía https://itaipue.org.mx/documentos/reflexiones/TEXTO.OLGA_MA
RGOT_LEON.pdf
Mujeres en:
Guatemala
Contexto
En Guatemala, las mujeres representan 51.2% de la población estimada
para 2014 de 15,8 millones de habitantes. Después de la firma de los
Acuerdos de Paz en 1996, se crearon varios mecanismos para las mujeres
(DEMI y SEPREM); se promulgaron leyes (desarrollo integral de las
mujeres, violencia intrafamiliar, violencia sexual, y trata y explotación,
femicidio y otras formas de violencia); y se diseñaron políticas (Política
Nacional para la Promoción y Desarrollo Integral de las mujeres – PNPDIM).
A pesar de estos avances, solamente el 2% de las alcaldías son dirigidas
por mujeres; más de 4,000 niñas de 10-14 años dan a luz cada año; y 759
mujeres sufrieron una muerte violenta en 2013.
Guatemala tiene una superficie de 108,889 km2, donde 51.5% de la
población vive en áreas rurales. Además, con una tasa de fertilidad de 3.6
en 2008, la tasa de crecimiento poblacional anual asciende a 2,5%,
equivalente al doble de la observada en América Latina y el Caribe (1,2%).
La tasa de uso de métodos anticonceptivos modernos es de 44%; se estima
que no se responde a las necesidades de 20.8% de las mujeres en relación
a la planificación familiar, cifra que se duplica entre las mujeres indígenas.
Guatemala se caracteriza por tener una población predominantemente
joven - el promedio de edad de las mujeres es de 26 años y el de los
hombres 25 años (ENEI, 2013). El 54,1% de la población se encuentra en
edad productiva (15 a 64 años). La tasa de fertilidad en niñas adolescentes
de 13 a 19 años es de 66.7 por 1,000 nacidos vivos; uno de cada 5
nacimientos es en niñas y adolescentes; la tasa de mortalidad materna
alcanza el 140 por 100 mil nacidos vivos (CEPAL) y la expectativa de vida
es de 75 años para las mujeres y 68 para los hombres (INE, 2013). Se
considera que Guatemala tiene una epidemia de VIH concentrada, donde
las mujeres representan el 38% de todos los adultos que viven con VIH. Se
espera que la prevalencia de VIH aumente a 0.89% en 2015, en su mayoría
entre las niñas de 10 a 14 años de edad y adolescentes entre 15 y 24.
El país se integra por 24 grupos lingüísticos y 4 pueblos: Maya, Garífuna,
Xinca y Mestizo o Ladino. Según los últimos tres censos de población (1981
– 2002), la población indígena constituye 43% de la población total del país.
Guatemala se ha caracterizado por una marcada exclusión histórica de los
pueblos indígenas en general y de las mujeres en particular. En 2011, las
tasas de analfabetismo en mujeres indígenas (48%) y hombres (25%) en
relación a mujeres no indígenas (19%) y hombres (11%) muestran altos
niveles de exclusión social. El acceso a los servicios y recursos financieros
formales, los servicios de salud y educación aún son limitados. Las
desigualdades territoriales, étnicas y de género interrelacionadas
intensifican las limitaciones de las mujeres para lograr una participación
plena en el desarrollo. La exclusión y el racismo han generado diversas
formas de violencia y discriminación estructural, legal e institucional, que se
profundizan en el caso de las mujeres indígenas, particularmente en
aquellas que viven en las zonas rurales. Aunado a esto, se observa que la
institucionalidad estatal a cargo del desarrollo sostenible y el crecimiento
económico inclusivo es débil.
Según el Banco Mundial, en 2013 Guatemala se encontraba dentro del
grupo de países de ingreso medio bajo, con un producto interno bruto (PIB)
nominal de USD53.796 millones y un ingreso nacional per cápita de
USD2.341 (precios constantes de 2005). Históricamente, el crecimiento del
PIB real del país ha sido modesto – 3.5% - con una elevada y persistente
“desigualdad extrema” de ingresos (índice de Gini de 0,57) durante las
últimas dos décadas. A pesar de los esfuerzos de políticas públicas,
Guatemala continúa siendo uno de los países con mayor incidencia de
pobreza en América Latina y el Caribe y en relación con países con un nivel
similar de ingreso per cápita: 53.7% de pobreza y 13.3% en pobreza
extrema (ENCOVI 2011). De acuerdo al Índice de Desarrollo Humano (IDH),
Guatemala se encuentra dentro del grupo de países con desarrollo humano
medio, con una puntuación de 0,628 en 2013 (0,596 para las mujeres y
0,655 para los hombres), ubicándose en la posición 125 de un total de 187
países. Por su parte, el índice de desigualdad de género para el mismo año
se situó en 0,523. De acuerdo a la encuesta nacional de salud materno
infantil (ENSMI 2008/2009), la desnutrición crónica alcanzó a 52% de los
niños y niñas menores de cinco años, afectando principalmente a aquellos
que viven en áreas rurales (58,6%) y a la población indígena (65,9%).
La población guatemalteca de más de 15 años de edad tiene un promedio
de escolaridad de 6.5 años (INE 2011). En el área metropolitana, el
promedio educativo es de 8 años, en contraste con el área rural que cuenta
únicamente con un promedio de 4 años de escolaridad; las mujeres
indígenas cuentan únicamente con 3 años, las mujeres no indígenas con
5.3 años; en comparación con los hombres indígenas y no indígenas con
4.2 y 5.9, respectivamente. El país ha avanzado significativamente en el
índice de paridad entre los géneros en las tasas de matriculación en todos
los niveles educativos: primaria 0.93, secundario 0.86, y terciario 0.99
(MINEDUC 2013), pero la calidad y las coberturas son un reto para el país
especialmente para las mujeres indígenas y en la educación secundaria. La
educación universitaria es el nivel más restringido, abarcando únicamente
12% de la población, aunque hoy día se gradúan más mujeres que hombres
en la universidad, especialmente en las carreras humanísticas donde sus
estudiantes son en un 70% mujeres (SEPREM 2013), con una marcada
feminización de estas carreras.
Guatemala es un país altamente vulnerable a los desastres naturales, con
impactos sociales negativos, especialmente en la agricultura, vivienda,
infraestructura de carreteras y puentes, así como en la economía y el medio
ambiente. El país está clasificado como uno de los cinco países de mayor
riesgo en el mundo, en términos de la vulnerabilidad de su PIB a los
desastres naturales, donde el 83.3% del PIB se genera en áreas de riesgo
(CEPAL, 2011). Algunos estudios han demostrado que las pérdidas
generadas por los desastres naturales afectan directamente a las personas
más vulnerables, es decir, personas de la tercera edad, mujeres –
especialmente mujeres indígenas- y niños y niñas, particularmente quienes
viven en áreas rurales pobres.
Luego de un conflicto armado interno de 36 años, con la firma de la Paz en
1996 se abre una nueva etapa en la vida política del país con los Acuerdos
de Paz como un referente de agenda para la construcción de un país más
incluyente. Durante el proceso de negociación, de los 22 negociadores, dos
eran mujeres; una de las cuales fue signataria de los Acuerdos de Paz (de
11 signatarios en total). Es el primer acuerdo de paz que aborda la violencia
contra las mujeres en América Latina y crea mecanismos específicos para
las mujeres indígenas (DEMI) y la institucionalidad para la paz.
La Comisión para el Esclarecimiento Histórico de Guatemala (CEH)
encontró que la violencia sexual se extendió durante más de tres décadas
de conflicto. La CEH reconoce un sub-registro de la violencia sexual y
reporta que corresponde a 2.38 % de las 42,275 violaciones de los
derechos humanos registradas. Solo 285 de los 1,465 casos denunciados
en ese momento pudieron ser documentados por la Comisión. La demanda
de las mujeres de justicia transformadora plasmada en la Declaración de
Huehuetenango del 2008, culminó en el Primer Tribunal Internacional de
Conciencia sobre la Violencia Sexual contra las Mujeres en Guatemala en
2011. Este sancionó la falta de diligencia para investigar y perseguir los
delitos sexuales y la ausencia de políticas preventivas como un mensaje de
permisividad e impunidad. En 2014, el caso de esclavitud sexual en Sepur
Zarco ha llegado a su fase de judicialización a través de cortes nacionales,
un hito en la historia mundial.
No obstante, los avances documentados en su implementación, muchos de
los compromisos suscritos siguen pendientes y su vigencia como pacto
social continúa siendo débil. En la Guatemala de hoy día persisten altos
niveles de conflictividad social, derivados de las exclusiones históricas, de
una débil presencia y respuesta del estado, de la falta de certeza jurídica
sobre la propiedad y tenencia de la tierra, la polarización ideológica como
resabio del conflicto armado y en algunos casos, la divergencia sobre el
modelo de desarrollo como en el caso de la extracción de los recursos
naturales. Con relación a la conflictividad social, el Relator Especial de
Pueblos Indígenas, James Amaya, concluyó que en el país se irrespetan los
derechos colectivos de los pueblos indígenas al no consultárseles sobre los
procesos de exploración y explotación minera.
La violencia contra las mujeres se ha manifestado como un continuo en la
historia de Guatemala y la violencia de género ha sido perpetuada como
una herramienta de subordinación y control de la vida y cuerpo de las
mujeres, sustentada por una cultura patriarcal y conservadora y un sistema
frágil de seguridad y respuestas judiciales que genera impunidad.
Guatemala es uno de los países con la mayor tasa de muertes violentas de
mujeres (9,7 de cada 100.000 personas) Según cifras del Instituto Nacional
de Ciencias Forenses (INACIF), en el año 2013 perdieron la vida
violentamente 748 mujeres, un aumento de 10% en relación a 2012, lo cual
representa un incremento del 11%, para un promedio de 2 muertes por día;
mientras que los casos de muertes violentas de hombres a pesar que son
10 veces superiores, han tenido una notable reducción. A partir de la
entrada en vigencia de la Ley contra el Femicidio y otras formas de
Violencia contra la Mujer en el año 2008, el número de denuncias penales
ha incrementado. En el 2012 el Ministerio Público-(MP) informó que el delito
de violencia contra la mujer fue el delito más denunciado, con un total de
51,790 denuncias (14.5%) y de 56,000 en 2013. De las denuncias
registradas en violencia contra la mujer en el año 2012, solamente 2,260
denuncias (6.4%) llegaron a acusación; y el Organismo Judicial (OJ) dictó
473 sentencias de casos de violencia contra la mujer. La tasa de impunidad
en general ha disminuido lentamente; sin embargo, en los casos de
femicidio persiste; y se estima en un 98%. En términos de prevalencia, la
violencia de pareja o ex pareja, incluida la violencia sexual, es la experiencia
que más afecta y se ensaña contra las mujeres a lo largo del curso de vida,
y especialmente contra las más jóvenes.
El sistema de justicia ha hecho esfuerzos para atender la violencia contra
las mujeres y frenar el alto nivel de impunidad relacionada, a través de la
instalación de unidades especializadas de atención victimo lógica, de
investigación y persecución penal, y órganos jurisprudenciales. De enero a
junio del 2013, 38 femicidios fueron reportados y 19 sentencias firmes
fueron emitidas por las cortes especializadas. De los 95 casos que
ingresaron a las cortes ordinarias, 5 sentencias firmes fueron emitidas, con
un total de 21 sentencias condenatorias. El Organismo Judicial aún tiene
mucho por hacer ya que los tribunales ordinarios no abordan los casos de
violencia contra las mujeres, y los tribunales especializados tienen una
cobertura limitada.
El mercado de trabajo se caracteriza por las relaciones desiguales entre
hombres y mujeres. De acuerdo a la ENEI 2013, el 64% de la población en
edad de trabajar es población económicamente activa (PEA), con una
participación de los hombres de 83%, en contraste con una participación del
40% de las mujeres. Las mujeres se encuentran trabajando principalmente
en comercio (39%), en actividades informales donde no cuentan con seguro
social. Aproximadamente 7.2% de la fuerza laboral de mujeres (169,000)
trabajan como empleadas domésticas y no cuentan con leyes adecuadas, lo
cual facilita que perciban salarios por debajo del salario mínimo y no sean
inscritas en el seguro social; y donde más de 80% son mujeres indígenas.
Las mujeres indican que trabajan menos en la agricultura (10.2%) mientras
que los hombres se encuentran trabajando principalmente en la agricultura
(43%), y en menor medida en el comercio (22,9%). El salario de las mujeres
representa el 78% del salario promedio de los hombres (ENEI, 2014), donde
se observan brechas aún mayores en las áreas urbanas y rurales, y entre
las mujeres indígenas. En algunas regiones, el trabajo de las mujeres, en su
mayoría indígenas, en actividades agrícolas no es remunerado, ya que se
considera parte del ingreso de los hombres. Las mujeres dedican en
promedio 6,1 horas al día al trabajo no remunerado que aporta al bienestar
de la familia y al desarrollo de la sociedad, y 7,5 horas al día al trabajo
remunerado; en contraste, los hombres dedican 2,6 horas al día al trabajo
no remunerado y 8,6 horas al día al trabajo remunerado, lo que representa
una mayor carga y sobrecarga de trabajo para las mujeres (ENCOVI, 2011).
El desempleo para las mujeres es 4,6% y para los hombres 2,4%.
Según la Encuesta Nacional de Salud Materno Infantil-ENSMI (2008-2009),
las mujeres reportan haber sido víctimas de violencia en los últimos doce
meses, en las siguientes manifestaciones: Verbal: 21.6%; Física: 7.8%;
Sexual: 4.8%; al menos uno de cada tres tipos: 23.4%. A nivel nacional, el
INACIF realizó un total de 23,101 evaluaciones de casos de delitos sexuales
en el período de 2009 al 2013 (90% mujeres). Por su parte, la Policía
Nacional Civil-PNC atendió en el año 2013 un total de 11,720 casos de
violencia contra la mujer y 4,702 casos de violencia intrafamiliar. Un total de
20,397 mujeres sobrevivientes de violencia han sido atendidas en los cinco
Centros de Apoyo Integral para la Mujer Sobreviviente de Violencia-
CAIMUS, en el periodo 2008-2012.
La ENSMI (2008-2009), preguntó a hombres sobre si su esposa o
compañera necesita pedir permiso para realizar ciertas actividades con
estrechos vínculos con aspectos claves de las autonomías de las mujeres.
En total, el 81.6% indicó que requiere pedir permiso para que pueda salir de
su casa, el 58.9% para usar métodos de planificación familiar; 67.0% para
administrar el dinero de la casa, y un 77.8% para realizar otras actividades
(tales como trabajar o estudiar fuera de la casa). Las respuestas fueron más
frecuentes en residentes de áreas rurales (33.5%), en el noroccidente
(49.1%); en hombres indígenas (36.2%); con niveles menores de educación
(39.4%) y en el quintil económico más bajo (44.3%). No obstante, la
respuesta positiva del 10% de los hombres en el quintil más alto también
debe ser una causa de preocupación. Adicionalmente, 82.7% de los
hombres respondió que los problemas familiares deben ser conversados
solamente con personas de la familia y un 49.2% creía que el hombre tiene
que mostrar que él es quien manda en su casa. Estas limitaciones afectan
el acceso de las mujeres al cuidado de la salud y mortalidad materna,
morbilidad y mortalidad infantil, desnutrición; así como el contacto con la
familia y su autonomía económica.
Las niñas y niños también son víctimas de la violencia. De acuerdo al
Ministerio Público (MP) el delito de mayor incidencia contra la niñez y
adolescencia es el "maltrato contra personas menores de edad". El país
tiene una de las tasas más altas de embarazos en niñas y adolescentes en
la región centroamericana y de América Latina. Las tendencias de
embarazos en niñas de 10 a 14 años, que son producto de violencia sexual,
son las siguientes: 1,634 (2010); 1,076 (2011); 3,644 (2012) y 2,906 (de
enero a junio de 2013). El incesto ha sido una práctica invisibilizada, pero
presente en la cultura patriarcal guatemalteca. El embarazo en niñas y
adolescentes ha sido visibilizado considerablemente en los últimos años,
con el liderazgo del gobierno y la participación de la sociedad civil.
En el marco de la administración del Presidente Otto Pérez Molina, se
continúa priorizando acciones vinculadas a la paz, la seguridad, la justicia,
al empoderamiento económico y a la erradicación de la pobreza. El
gobierno ha realizado el lanzamiento público de la Política Nacional de
Prevención de la Violencia y el Delito, Seguridad Ciudadana y Convivencia
Pacífica (2014-2034). Esta política incluye un eje de prevención de la
violencia contra la mujer. El Ministerio Público, la Corte Suprema de Justicia
(CSJ) y el Organismo Judicial (OJ) ofrecen darles continuidad a los
procesos de incorporación de una perspectiva de los derechos humanos de
las mujeres en el organismo, tanto a través de su política de género, como
del fortalecimiento de las judicaturas especializadas en femicidio. ONU
Mujeres ha apoyado la formulación de una estrategia conjunta MP-OJ para
la ampliación del acceso de las mujeres a la justicia (2014).
En cuanto a la participación política, para las elecciones del 2011, 7
millones 340 mil 841 personas estaban empadronadas, de las cuales 51%
correspondía a mujeres, mostrando un incremento respecto al 46.9% de
mujeres registrado en el 2007. Como resultado, las mujeres constituyeron el
69.3% de los votantes. El salto más significativo en la participación de las
mujeres en las elecciones 2011 fue la inclusión de 6 mujeres candidatas en
los 11 binomios presidenciables, tres como candidatas a presidente y tres
como candidatas a vice presidente incluidas dos mujeres indígenas. Por
primera vez en la historia política de Guatemala, se eligió a una mujer como
Vicepresidenta. A la fecha ninguna mujer ha ocupado la presidencia del
Organismo Ejecutivo, lo que sí ha sucedido en los Organismos Legislativo y
Judicial.
Los resultados de las elecciones del 2011 registraron que únicamente 18
mujeres (14.1%) fueron electas como diputadas al Congreso (de 158
curules). El número de diputados y diputadas indígenas fue de 22, de los
cuales las mujeres indígenas eran únicamente tres (1.9%). Estas cifras
confirman las asimetrías y brechas de género y etnia que caracterizan al
Congreso de la República, constituyendo un signo de la exclusión y el
racismo que caracterizan tanto a la sociedad guatemalteca como al sistema
político. En relación a la representación de mujeres en los gobiernos
locales, en las elecciones de 2011 únicamente 7 mujeres fueron electas
como alcaldesas (de un total de 333 municipios). Un resultado más
optimista lo constituyó el que seis de las 20 representaciones guatemaltecas
para el Parlamento Centroamericano (PARLACEN), fueron ganadas por
mujeres, lo que equivale a un 30%. Una de ellas fue electa en el 2014 como
la presidenta del PARLACEN, fruto entre otras cosas de la cohesión y
trabajo del bloque de mujeres en ese Parlamento. Guatemala no ha
promulgado ni leyes ni medidas afirmativas para la participación política de
las mujeres. La Corte de Constitucionalidad emitió un dictamen favorable a
las reformas a la Ley Electoral y de partidos políticos, iniciativa que se
encuentra en el Congreso pendiente de su aprobación final.
En cuanto a la participación política de mujeres en el ámbito local, el
Sistema Nacional de Consejos de Desarrollo es el medio principal para
llevar a cabo el proceso de planificación democrática del desarrollo,
tomando en cuenta principios de unidad nacional, multiétnica, pluricultural y
multilingüe de la nación guatemalteca. Según las cifras oficiales, para el año
2009, 190 mujeres participaban en los CODEDES (53 de ellas indígenas)
junto a 881 hombres. La participación de las mujeres se da todavía en los
puestos de menor toma de decisiones. En el Ejecutivo, las mujeres
estuvieron al frente de únicamente 3 de los 14 ministerios existentes en el
2012 (21.4%). En el Organismo Judicial, para el año 2013, según datos del
CENADOJ, se registraron 36.4% de mujeres. En la Corte Suprema de
Justicia, en el período 2009-2014 solamente hubo una magistrada mujer en
las 13 magistraturas, y presidió este Organismo durante el período 2011-
2012. En el 2014 esta magistrada fue designada para el cargo de Fiscal
General del Ministerio Público, en sustitución de su antecesora.
Adicionalmente, la Defensa Pública Penal estaba dirigida por una mujer. En
el nuevo Tribunal Supremo Electoral, electo en 2014, se registra una baja
en la participación de las mujeres, dado que en la nueva elección para
integrar el pleno de magistrados (5), únicamente se eligió a una mujer. La
anterior magistratura contó con tres mujeres y fue presidida por una de
ellas. A nivel de la institucionalidad, se requiere fortalecer los principales
mecanismos para las mujeres, especialmente en la implementación de su
mandato, coordinación de las entidades públicas y monitoreo de las
políticas nacionales. La Secretaría Presidencial de la Mujer (SEPREM),
como entidad asesora y coordinadora de políticas públicas para promover el
desarrollo integral de las mujeres guatemaltecas. La Defensoría de la Mujer
Indígena (DEMI) para promover el pleno ejercicio de los derechos
de las mujeres indígenas y contribuir a la erradicación de todas las formas
de violencia contra las mujeres indígenas. Otras instituciones, como la
Defensoría de la Mujer de la Procuraduría de Derechos Humanos; las
Unidades de Género en cada uno de los ministerios; y el Gabinete
Específico de la Mujer (GEM) liderado por la Vicepresidenta, con 17
instituciones miembros. Se brindará especial atención a las Oficinas
Municipales de la Mujer –OMM que son responsables de promover la
participación de las mujeres y los planes de desarrollo para responder a las
demandas de las mujeres a nivel municipal.
Las organizaciones de mujeres tienen una fuerte participación e incidencia
en la formulación de políticas públicas, y el monitoreo del presupuesto
nacional, así como las políticas nacionales para las mujeres. En el caso de
las organizaciones de mujeres indígenas, esto incluye la Agenda Articulada
de las Mujeres Mayas, Garífunas y Xinkas, que constituyó un aporte
importante para fortalecer la Política Nacional de Promoción y Desarrollo
Integral de las Mujeres y otras políticas sectoriales. A nivel global, un
proceso reciente e histórico, es el consenso global de las mujeres indígenas
en la definición del Documento de Posicionamiento Político y Plan de Acción
las Mujeres Indígenas del Mundo 2014-2015, el cual constituye una guía
para la articulación de las demandas y propuestas, así como un referente
para otros procesos globales, como la Conferencia Mundial sobre Pueblos
Indígenas 2014. La participación de varias mujeres y organizaciones
indígenas en la preparación de Cairo+20, Beijing+20 y la Agenda de
Desarrollo Post-2015, ha sido realmente significativa.
Programa Propuesto
El programa de ONU-Mujeres Guatemala está alineado con el plan
estratégico global de ONU Mujeres (2014-2017) y el UNDAF 2015-2019
para Guatemala, así como al marco legal y de políticas públicas de
Guatemala, especialmente la Política Nacional de Promoción y Desarrollo
Integral de las Mujeres - PNPDIM 2008-2023 - y al Plan Nacional de
Desarrollo K´atun: Nuestra Guatemala 2032.
Se plantea como objetivo general el promover el empoderamiento de las
mujeres para garantizar sus derechos, facilitando su participación y que se
beneficien del desarrollo nacional. El programa busca fortalecer las
capacidades nacionales para cumplir con las obligaciones institucionales en
torno a los derechos de las mujeres, de conformidad con convenios y
estándares internacionales. También apoyará la coordinación y alianzas
entre las diversas organizaciones de mujeres y su diálogo con el Estado,
para la adopción de leyes y la institucionalización de políticas públicas a
favor del empoderamiento de las mujeres y la igualdad de género, con
especial énfasis en las mujeres indígenas y las mujeres que viven en áreas
rurales, apoyando la generación de conocimiento y brindando asistencia
técnica.
Para garantizar un entorno favorable para que las mujeres desarrollen
plenamente su potencial, la abogacía y la movilización social contribuirán a
reconocer, promover y apoyar el valioso aporte de las mujeres a la
economía (trabajo remunerado y no remunerado) y en los procesos de toma
de decisiones. El programa plantea aumentar el acceso de las mujeres a
programas que apoyen sus iniciativas económicas, para garantizar ingresos
sostenibles y elevar su calidad de vida, y participar en las decisiones que
afectan sus vidas y sus comunidades. Programas integrales para prevenir la
violencia contra las mujeres y niñas reducen los obstáculos que las mujeres
enfrentan para participar como iguales en el mercado laboral, de educación
y la esfera pública. Garantizar el acceso a centros especializados para
mujeres elevará la auto-estima de las mujeres y les brindará atención
integral para sobrevivientes de VCM y nuevas oportunidades, incluyendo
opciones económicas para manejar e invertir sus propios recursos. Jueces
mejor capacitados y un sistema para fiscalizar los resultados de la
implementación de los tribunales especializados aumentará el acceso de las
mujeres a la justicia y reducirá la impunidad. Un enfoque integral e
interacción entre la autonomía política, económica y física de las mujeres
para el ejercicio de una ciudadanía efectiva asegurará la sostenibilidad de
todas las acciones. Debido a la naturaleza post- conflicto del Estado de
Guatemala, el empoderamiento de las mujeres contribuye a la consolidación
de la paz y al respeto de los derechos humanos de las mujeres, para
asegurar un avance sostenible de conformidad con lo establecido en los
Acuerdos de Paz.
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Bibliografía http://www.sesan.gob.gt/wordpress/2020/03/09/el-rol-de-la-mujer-
en-la-seguridad-alimentaria-y-nutricional/
En Guatemala, todavía falta
mucho para alcanzar el
empoderamiento de las
mujeres
En Guatemala, cada año más de 500 mujeres son asesinadas, es decir, que una o más
mujeres son asesinadas cada día. Luego de El Salvador y Jamaica, Guatemala es el tercer
país con el índice más alto de feminicidios en el mundo entero.
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Bibliografía https://www.prensalibre.com/hemeroteca/mujeres-guatemaltecas-
en-la-independencia/
Mujeres guatemaltecas en
la Independencia de
Guatemala
“El doctor Molina fue perseguido por mucho tiempo, de hecho, estuvo
encarcelado, y doña Dolores siempre se hizo cargo del mantenimiento de su
casa, de sus hijos”, cuenta la historiadora María Laura Jiménez.
“Pero hay otros nombres que hemos podido sacar del anonimato”, asegura
Jiménez, y menciona a Cristina García Granados, una especie de Madame
Roland, que infundía alientos al pequeño grupo de girondinos de que su
esposo era jefe.
Anita Arce, el verbo del pueblo hecho saeta. Ella, la mujer sin miedo,
algunas veces imprudente, siempre patriota, recorría los círculos populares
censurando, vilipendiando, maldiciendo a la caterva opresora. También
menciona a doña Leona Flores de Molina, madre de Pedro Molina; Marcela
Cruz, hija de Serapio Cruz, y María Barrios, hermana de Justo Rufino
Barrios.
Patriarcado moderno
Aunque en la historia moderna se ha menospreciado la contribución de las
féminas a la Humanidad, lo cierto es que este pensamiento cobró mucha
más vigencia a raíz de la Revolución Francesa (1789), pues este
movimiento es considerado como modelo a seguir para crear países con
democracia y libertad, e impuso sobre las mujeres connotaciones negativas
específicas si consideramos que en este hecho se dio el reconocimiento
pleno de la ciudadanía, pero no para ellas.
Y es que este planteó, entre muchas cosas más, que las damas debían
participar únicamente en el espacio de lo privado (doméstico), y los
hombres en lo público, poniendo así, en el pensamiento llamado ilustrado,
las bases del patriarcado moderno.
“Lo que propuso este pensador fue una sujeción de la mujer en un estado
de naturaleza, que no fue siempre así, pues antes de esto tenía mucha más
participación”, dice Jiménez. “Es muy ilustrativo lo que el mismo Rousseau
dijo: ‘Formada para obedecer a un ser tan imperfecto como el hombre, con
frecuencia tan lleno de vicios y siempre tan lleno de defectos, debe
aprender con anticipación a sufrir incluso la injusticia y a soportar las
sinrazones de un marido sin quejarse’ (Mujeres e historia: movimientos del
siglo XIX).
Heroínas en el anonimato
La mujer siempre ha intervenido en la economía, la ciencia, la cultura, la
historia, el arte, y la educación, pero su participación ha estado limitada (por
factores externos a su voluntad) y ha sido poco reconocida.
Las generaciones futuras le deberían, entre otros agudos juicios, el que “no
se nace mujer, se llegar a ser”. A pesar de los esfuerzos de este
movimiento, los hombres retomaron la historia de las mujeres, pero “les faltó
ver el punto de vista de ellas”, denuncia Anne Pérotin-Dumon en su tesis El
género en la historia.
Bibliografía https://www.prensalibre.com/hemeroteca/mujeres-guatemaltecas-
en-la-independencia/
Las mujeres y su papel en el
desarrollo de Guatemala
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Resumen Cuál es el punto de celebrar una falsa liberad de las
mujeres, cual es el punto de seguir estando en las
sombras.
Bibliografía https://lacuerda.gt/2021/03/17/las-mujeres-y-el-bicentenario-
conmemoramos-celebramos-reflexionamos/