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Facultad de Negocios
Trabajo No. 1
Materia:
Economía Internacional
Profesora:
Integrantes:
En nuestro modelo está ndar suponemos que cada país produce dos bienes, alimentos
(A) y tela (T), y que la frontera de posibilidades de producció n de cada país es una
curva como la ilustrada por TT en la Figura 5-1.
Suponga ahora que PT/PA aumentase. Entonces las rectas de isovalor tendrían má s
pendiente que antes. En la Figura 5-2 la recta de isovalor má s alta que la economía
puede alcanzar antes de que varíe PT/PA es VV1, la recta má s alta después de la
variació n del precio es VV2, el punto en el que la producció n de la economía cambia
de Q1 a Q2. Así, como era de esperar, un aumento del precio relativo de la tela lleva a
la economía a producir má s tela y menos alimentos. Por tanto, la oferta relativa de
tela aumentará cuando el precio relativo de la tela aumente.
Los gustos de un individuo pueden ser representados grá ficamente por una serie de
curvas de indiferencia. Una curva de indiferencia representa un conjunto de
combinaciones de consumo de tela (T) y alimentos (A) que dejan al individuo igual de
bien. Las curvas de indiferencia tienen tres propiedades:
Ahora analicemos qué ocurre cuando PT/PA aumenta. En la Figura 5-4 mostramos los
efectos. Primero, la economía produce má s de T y menos de A, cambiando la
producció n de Q1 a Q2. Esto desplaza la recta de isovalor en la que debe situarse el
consumo, de VV1 a VV2. La elecció n del consumo de la economía, por tanto, también
se desplaza, de D1 a D2.
Estos dos efectos nos resultan familiares de la teoría econó mica bá sica. El incremento
del bienestar es un efecto renta; el cambio del consumo para cualquier nivel dado de
bienestar es el efecto sustitució n. El efecto renta tiende a incrementar el consumo de
los dos bienes, mientras que el efecto sustitució n actú a de forma que la economía
consume menos T y má s A.
Es posible, en principio, que el efecto renta sea tan fuerte que cuando PT/PA aumenta,
el consumo de ambos bienes realmente aumente. Normalmente, sin embargo, la
relació n entre el consumo de T y A disminuye, es decir, la demanda relativa de T
disminuye. É ste es el caso mostra-do en el grá fico.
Abarcamos todos los casos definiendo la relació n de intercambio como el precio del
bien que un país exporta inicialmente dividido por el precio del bien que inicialmente
importa. La afirma-ció n general, por tanto, es que un aumento de la relació n de
intercambio incrementa el bienestar de un país, mientras que una reducció n de la
relació n de intercambio disminuye su bienestar.
Vamos a suponer ahora que la economía mundial consta de dos países, que de nuevo
vamos a denominar nuestro país (que exporta tela) y el extranjero (que exporta
alimentos). La relació n de intercambio de nuestro país se mide por PT/PA, mientras
que la extranjera se mide por PA/PT. QT y QA son las cantidades de telas y alimentos
producidos en nuestro país; Q*T y Q*A son las cantidades producidas por el
extranjero.
Los efectos del crecimiento econó mico en una economía mundial de intercambio son
una eterna fuente de interés y controversias. El debate gira en torno a dos cuestiones.
Primera, ¿el crecimiento econó mico en otros países es bueno o malo para nuestra
nació n? Segunda, ¿es el crecimiento econó mico má s o menos valioso cuando esta
nació n es parte de una economía mundial estrechamente integrada?
Al valorar los efectos del crecimiento en otros países, se pueden utilizar argumentos
raciona-les en ambos sentidos. Por un lado, el crecimiento econó mico en el resto del
mundo puede ser bueno para nuestra economía, porque implica mercados má s
grandes para nuestras exportaciones. Por otro lado, el crecimiento en otros países
puede implicar una creciente competencia para nuestros exportadores.
Parecen presentarse ambigü edades aná logas cuando nos fijamos en los efectos del
crecimiento en nuestro país. Por una parte, el crecimiento de la capacidad productiva
de una economía debería ser má s valioso cuando ese país puede vender parte del
incremento de su producció n en el mercado mundial. Por otra parte, los beneficios del
crecimiento pueden trasladarse a los extranjeros en forma de menores precios de las
exportaciones de nuestro país en vez de quedarse en el país.
Los efectos internacionales del crecimiento son consecuencia del hecho de que dicho
crecimiento suele tener un sesgo. El crecimiento sesgado tiene lugar cuando la
frontera de posibilidades de producció n se desplaza hacia afuera má s en una
direcció n que en otra. La Figura 5-6a ilustra el crecimiento sesgado hacia la tela y la
Figura 5-6b muestra el crecimiento sesgado hacia los alimentos. En cada caso, la
frontera de posibilidades de producció n cambia de TT1 a TT2.
Los sesgos del crecimiento en las Figuras 5-6a y 5-6b son fuertes. En cada caso, la
economía puede producir má s de ambos bienes, pero, para un precio relativo
constante de la tela, la producció n real de alimentos se reduce en la Figura 5-6a,
mientras que la producció n real de tela se reduce en la Figura 5-6b. Aunque el
crecimiento no es siempre tan fuertemente sesgado como en estos ejemplos, incluso
el crecimiento que es medianamente sesgado hacia la tela inducirá , para cualquier
precio relativo dado de la tela, a un incremento de la producció n de tela con relació n a
la de alimentos. Lo contrario es cierto para el crecimiento sesgado hacia los alimentos.
Suponga ahora que nuestro país experimenta un fuerte crecimiento sesgado hacia la
tela, de manera que su producció n de tela aumenta para cualquier precio dado de la
misma, mientras que su producció n de alimentos se reduce. Por tanto, a escala
mundial, la producció n de tela con relació n a la de alimentos aumentará dado un nivel
de precios, y la curva de oferta relativa mundial se desplazará hacia la derecha de OR1
a OR2 (Figura 5-7a). Este desplazamiento da lugar a una reducció n del precio relativo
de la tela desde (PT/PA)1 a (PT/PA)2, que representa un deterioro de la relació n de
intercambio de nuestro país, y una mejora de la relació n de intercambio del
extranjero.
Observe que la consideració n importante aquí no es qué economía crece, sino el sesgo
del crecimiento. Si el extranjero ha experimentado un crecimiento sesgado hacia la
tela, el efecto sobre la oferta relativa y, de ese modo, sobre la relació n de intercambio,
será el mismo. Por otro lado, el crecimiento sesgado hacia el alimento de nuestro país,
o del extranjero, (Figura 5-7b) provoca un desplazamiento hacia la izquierda de la
curva OR (OR1 a OR2) y así un incremento del precio relativo de la tela desde
(PT/PA)1 a (PT/PA)2. Este incremento es una mejora de la relació n de intercambio
de nuestro país, y un deterioro de la del extranjero.
Durante los añ os cincuenta, muchos economistas de los países má s pobres creían que
sus naciones, que en principio exportaban materias primas, iban a experimentar
probablemente, con el tiempo, un declive continuado de su relació n de intercambio.
Creían que el crecimiento en el mundo industrializado estaría marcado por un
creciente desarrollo de sustitutos sintéticos de las materias primas, mientras que el
crecimiento en las naciones má s pobres tomaría la forma de una expansió n de su
capacidad para producir lo que ya podían exportar, má s que un movimiento hacia la
industrializació n. Es decir, el crecimiento en el mundo industrial estaría sesgado hacia
la importació n, mientras que en los países en vías de desarrollo estaría sesgado hacia
la exportació n.
La demanda relativa mundial de bienes puede cambiar por muchas razones. Los
gustos pue-den cambiar: con la preocupació n creciente sobre el colesterol, la
demanda de pescado ha aumentado con relació n a la demanda de carne roja. La
tecnología también puede cambiar la demanda: el aceite de ballena, que en cierta
época era el combustible de las lá mparas, fue sustituido por queroseno, después por
gas y, finalmente, por electricidad. Sin embargo, en economía internacional, quizá el
tema má s importante y controvertido es el cambio de la demanda relativa mundial
derivado de las transferencias de renta internacionales.
El problema de la transferencia
Keynes, que defendía enérgicamente que los términos de venganza de los aliados (la
«paz cartaginesa») eran demasiado duros, consideraba que las sumas monetarias
exigidas subestimaban la verdadera carga para Alemania. Consideraba que, para
pagar el dinero a otros países, Alemania tendría que exportar má s e importar menos.
Para hacer eso, continuaba, Alemania tenía que abaratar sus exportaciones respecto a
sus importaciones. La reducció n resultante de la relació n de intercambio alemana
añ adiría un exceso de carga a la carga directa del pago.
Ohlin ponía en duda que Keynes tuviera razó n al suponer que la relació n de
intercambio alemana empeoraría. Respondía que si Alemania aumentaba los
impuestos para financiar sus reparaciones de guerra, su demanda de bienes
extranjeros disminuiría automá ticamente. Al mismo tiempo, los pagos en concepto de
reparaciones serían distribuidos en otros países en forma de reducció n de impuestos
o incremento del gasto pú blico, y parte del incremento de la demanda exterior sería
para las exportaciones alemanas. Así, Alemania podría reducir las importaciones y
aumentar las exportaciones sin que empeorara su relació n de intercambio.
Sin embargo, si los dos países no asignan su cambio en el gasto en las mismas
proporciones, habrá efectos sobre la relació n de intercambio, cuya direcció n
dependerá de la diferencia entre el patró n del gasto de nuestro país y el extranjero.
Suponga que nuestro país asigna una mayor proporció n de un cambio marginal en el
gasto a la tela que el extranjero. Es decir, nuestro país tiene una mayor propensió n
marginal a gastar en tela que el extranjero. (Por tanto, en este caso, nuestro país debe
tener una menor propensió n a gastar en alimentos.) Entonces, a cualquier precio
relativo, el pago de una transferencia de nuestro país al extranjero reduce la demanda
de tela e incrementa la demanda de alimentos. La curva DR se desplaza hacia la
izquierda, de DR1 a DR2 (Figura 5-8) y el equilibrio se desplaza desde el punto 1 al
punto 2. Este desplazamiento reduce el precio relativo de la tela de (PT/PA)1 a
(PT/PA)2, empeorando la relació n de intercambio de nuestro país (que exporta tela)
mientras mejora la del extranjero. É ste es el caso que Keynes describía: el efecto
indirecto de una transferencia internacional sobre la relació n de intercambio refuerza
su efecto original sobre las rentas de los dos países.
Sin embargo, hay otra posibilidad. Si nuestro país tiene una menor propensió n
marginal a gastar en tela, una transferencia de nuestro país al extranjero desplaza la
curva DR hacia la derecha y mejora la relació n de intercambio de nuestro país a
expensas de la extranjera. Este efecto compensa el efecto negativo sobre la renta de
nuestro país, y el efecto positivo sobre la renta del extranjero.
Este aná lisis implica una posibilidad paradó jica. Sería concebible que un pago de
transferencia (por ejemplo, una ayuda exterior) mejorara tanto la relació n de
intercambio del donante que dejase a éste mejor y al receptor peor. En este caso, ¡es
definitivamente mejor dar que recibir! Hay trabajos teó ricos que han demostrado que
esta paradoja, como el caso del crecimiento empobrecedor, es posible en un modelo
rigurosamente especificado. Las condiciones son, sin embargo, incluso má s rigurosas
que las del crecimiento empobrecedor y esta posibilidad es, casi con seguridad,
puramente teó rica.
Este aná lisis demuestra que los efectos de las reparaciones y la ayuda exterior sobre
la relació n de intercambio pueden ir en dos sentidos. Así, Ohlin tenía razó n sobre el
principio general. Muchos, sin embargo, estarían todavía de acuerdo con Keynes en
indicar que hay una presunció n de que las transferencias causan efectos sobre la
relació n de intercambio que refuerzan sus efectos sobre las rentas de los donantes y
receptores.
Una transferencia empeorará la relació n de intercambio del donante si éste tiene una
propensió n marginal má s elevada que el receptor a gastar en el bien que exporta. Si
las diferencias en las propensiones marginales a gastar fueran simplemente un
motivo de diferencias en los gustos, no habría presunció n en un sentido u otro: el bien
que un país exporta depende en su mayor parte de diferencias en la tecnología o los
recursos, que no tienen que ver necesariamente con los gustos. Sin embargo, cuando
observamos los actuales patrones del gasto, cada país parece tener una preferencia
relativa por sus propios bienes. Estados Unidos, por ejemplo, produce solamente en
torno al 25% del valor de la producció n de las economías de mercado, por lo que las
ventas totales de bienes de Estados Unidos son el 25% de las ventas mundiales. Si los
patrones del gasto fueran iguales en todas partes, Estados Unidos gastaría solamente
el 25% de su renta en productos propios. De hecho, las importaciones son só lo el 15%
de la renta nacional: es decir, Estados Unidos gasta el 85% de su renta en el interior.
Por otro lado, el resto del mundo gasta aproximadamente el 9% de su renta en
productos de Estados Unidos. Esto ciertamente indica que si Estados Unidos
transfiriera una parte de su renta a los extranjeros, la demanda relativa de bienes de
Estados Unidos caería y la relació n de intercambio de Estados Unidos se deterioraría,
como afirmaba Keynes.
Estados Unidos gasta la mayor parte de su renta en el propio país debido a las
barreras al comercio, naturales y artificiales. Los costes de transporte, los aranceles
(impuestos sobre las importaciones) y las cuotas de importació n (normativas
gubernamentales que limitan la cantidad de importaciones) son la causa de que los
residentes de cada país compren una variedad de bienes y servicios en el propio país
antes que al extranjero. Como vimos en el Capitulo 3, el efecto de tales barreras al
comercio es la creació n de un conjunto de bienes no comercializables. Incluso si todos
los países repartiesen su renta entre los distintos bienes en las mismas proporciones,
la compra local de bienes no comercializables garantizaría que el gasto tendría un
sesgo nacional.
Considere el siguiente ejemplo. Suponga que no hay dos, sino tres productos: tela,
alimentos y servicios de peluquería. Só lo nuestro país produce tela, só lo el extranjero
produce alimentos. Sin embargo, los servicios de peluquería son productos no
comercializables que cada país produce para sí mismo. Cada país gasta un tercio de su
renta en cada bien. Aun a pesar de que esos países tienen los mismos gustos, cada uno
de ellos gasta dos tercios de su renta en el interior y só lo un tercio en importaciones.
Los bienes no comercializables pueden dar origen a lo que parece una preferencia
nacional por todos los bienes producidos en el interior. Pero, para analizar los efectos
de una transferencia, necesitamos conocer qué ocurre con la oferta y demanda de
exportaciones. Aquí, el punto crucial es que los bienes no comercializables compiten
por los recursos con las exportaciones. Una transferencia de renta de Estados Unidos
hacia el resto del mundo reduce la demanda de bienes no comercializables en Estados
Unidos, liberando recursos que pueden ser usados para producir exportaciones de
Estados Unidos. Como resultado, la oferta de exportaciones de Estados Unidos
aumenta. Al mismo tiempo, el resto del mundo incrementa su demanda de bienes no
comercializables, atrayendo recursos de las exportaciones y reduciendo la oferta de
exportaciones del resto del mundo (que son importaciones de Estados Unidos). El
resultado es que la transferencia de Estados Unidos a otros países puede reducir el
precio de las exportaciones de Estados Unidos respecto al extranjero, empeorando la
relació n de intercambio estadounidense.
Los aranceles y subsidios producen una diferencia entre los precios a los que los
bienes son intercambiados internacionalmente (precios exteriores) y los precios a los
que son intercambiados en un país (precios interiores). Esto significa que debemos ir
con cuidado al definir la relació n de intercambio. La relació n de intercambio intenta
medir la relació n a la que los países intercambian bienes; por ejemplo, ¿cuá ntas
unidades de alimentos puede importar nuestro país por cada unidad de tela que
exporta? Por tanto, la relació n de intercambio corresponde a los precios exteriores,
no a los interiores. Así pues, queremos saber có mo afecta un arancel, o un subsidio a
la exportació n, a la oferta y demanda relativas, en funció n de los precios exteriores.
Si nuestro país impone un arancel del 20% al valor de las importaciones de alimentos,
el precio de los alimentos en relació n al de la tela para los productores y
consumidores nacionales será un 20% má s alto que el precio relativo en el mercado
mundial. Aná logamente, el precio relativo de la tela en el que los residentes
nacionales basan sus decisiones será menor que en el mercado exterior.
La cuestió n de quién gana y quién pierde con los aranceles y los subsidios a la
exportació n tiene dos dimensiones. La primera es la de la distribució n internacional
de la renta; la segunda es la de la distribució n de la renta dentro de cada país.
Este aná lisis parece mostrar que los subsidios a la exportació n nunca tienen sentido.
De he-cho, es difícil imaginar una situació n en la que los subsidios a la exportació n
sirvan al interés nacional. El uso de subsidios a la exportació n como instrumento de
política normalmente tiene má s que ver con las peculiaridades de la política
comercial que con la ló gica econó mica.
¿Son los aranceles extranjeros siempre malos para un país y los subsidios a la
exportació n extranjeros siempre beneficiosos? No necesariamente. Nuestro modelo
es un mundo con dos países, donde el otro país exporta el bien que nosotros
importamos y viceversa. En el mundo real de muchos países, un Estado extranjero
puede subsidiar la exportació n de un bien que compite con las exportaciones de
Estados Unidos; este subsidio exterior obviamente perjudicará la relació n de
intercambio de Estados Unidos. Un buen ejemplo de este efecto son los subsidios
europeos a las exportaciones agrícolas. Alternativamente, un país puede imponer un
arancel a algo que Estados Unidos también importa, reduciendo su precio y
beneficiando a Estados Unidos. Así, hemos de modificar nuestras conclusiones de un
aná lisis de dos países: los subsidios a las exportaciones de cosas que Estados Unidos
importa ayudan a Estados Unidos, mientras que los aranceles contra las
exportaciones de Estados Unidos perjudican a Estados Unidos.
La opinió n de que subsidiar las ventas del resto del mundo a Estados Unidos es bueno
para este país no es popular. Cuando los Estados extranjeros subsidian las ventas a
Estados Unidos, la reacció n popular y política es que esto es competencia desleal. Así,
cuando un estudio del Departamento de Comercio determinó que los Estados
europeos estaban subsidiando las exportaciones de acero hacia Estados Unidos, el
Gobierno estadounidense exigió que incrementasen sus precios. El modelo está ndar
nos dice que cuando los Estados extranjeros subsidian las exportaciones hacia
Estados Unidos, ¡la respuesta adecuada desde el punto de vista estadounidense sería
enviarles una nota de agradecimiento!
Por supuesto, esto nunca ocurre, fundamentalmente debido a los efectos de los
subsidios extranjeros sobre la distribució n de la renta en Estados Unidos. Si Europa
subsidia las exportaciones de acero hacia Estados Unidos, muchos residentes de
Estados Unidos ganan porque el acero es má s barato, pero los trabajadores
siderú rgicos, los propietarios de acciones de las compañ ías siderú rgicas, y los
trabajadores industriales en general, puede que no estén tan contentos.
La distribución de la renta en los países. Los aranceles, o los subsidios, cambian los
precios relativos de los bienes. Tales cambios tienen fuertes efectos sobre la
distribució n de la renta debido a la inmovilidad de los factores y a diferencias en la
intensidad del uso de los factores en las distintas industrias.
A todos los efectos, el aná lisis del equilibrio internacional en términos de oferta y
demanda relativas es la técnica má s simple y ú til. Sin embargo, en algunas
circunstancias, es ú til analizar el comercio con un grá fico que muestre directamente
lo que cada país vende al otro. Un grá fico que hace esto es el de las curvas de oferta.
El equilibrio internacional
En equilibrio, debe ser cierto que (QT.DT)%(D*T .Q*T ) y también que (DA.QA)%(Q*A
.D*A). Es decir, la oferta y la demanda mundiales deben ser iguales para la tela y los
alimentos. Dadas tas equivalencias, podemos trazar las curvas de oferta de nuestro
país y del extranjero en el mismo grá fico (Figura 5A-4). El equilibrio se produce en el
punto donde se cortan las curvas de oferta de nuestro país y del extranjero. En el
punto de equilibrio E, el precio relativo de la tela es igual a la pendiente de OE. Las
exportaciones de tela de nuestro país, que son iguales a las importaciones del
extranjero, son OX. Las exportaciones de alimentos del extranjero, que son iguales a
las importaciones de nuestro país, son OY.
Esta representació n del equilibrio internacional nos ayuda a ver que el equilibrio es,
de hecho, un equilibrio general, en el que la oferta y la demanda se igualan en ambos
mercados al mismo tiempo.
Conclusión
El modelo está ndar de comercio deduce una curva de oferta relativa mundial de las
posibilidades de producció n y una curva de demanda relativa mundial de las
preferencias. El precio de las exportaciones en relació n a las importaciones, la
relació n de intercambio de un país, es determinado por la intersecció n de las curvas
de oferta y demanda relativas mundiales. Permaneciendo igual todo lo demá s, un
incremento de la relació n de intercambio de un país incrementa su bienestar.
Inversamente, una reducció n de la relació n de intercambio de un país empeorará la
situació n del país.