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EL ATEISMO

En el periódico El País, se desarrolló un debate de posturas ante lo que se considera es una


persona atea: una forma de expresar su ser religioso y los que opinan que no
necesariamente.
Para los que el ateísmo es una forma de ser religioso, consideran que las personas que no
creen en Dios, ni en las religiones, proyectan su fe en sí mismos, en cosas, ideas o personas
que les dan sentido; es su forma de relacionarse con lo trascendente. Esta postura afirma
que las personas se re-ligan siempre a algo, por lo tanto, la religiosidad en un contexto de
secularización, lo que se relaciona con lo sagrado se vierte en lo social.
Los que opinan que las creencias no tienen que ser religiosas, consideran que estas no
sustituyen “una necesidad”; los seres humanos pueden sencillamente prescindir de lo
religioso, sin tener que suplirlo con algo o alguien, -con actividades o aficiones-, y esto se
constata en grandes masas de sociedades avanzadas. Se entiende la religión como creencias
y prácticas que responden a un sentido moral trascendente, de ahí que ser religioso, merma
el progreso de una sociedad de ciudadanos libres.
La realidad es que el número de ateos va en aumento, Global Index of Religion and
Atheism (2012) describe que el 59% de la población en el mundo se considera religiosa, el
23% no religioso y un 13% se declara ateo convencido. Se encuestaron a 68 países para
conocer su porcentaje de ateos y China es el que cuenta con el mayor número, el 67% de su
población; le sigue Japón con un 29%. México tiene un 8% de ateos superando “a todos los
países latinoamericanos” cuyo promedio es del 2-3% (Gallup International, 2017).
Para la cosmovisión católica, la dimensión religiosa o espiritual es constitutivo de la
persona, llámese creyente, religioso, ateo, científico, etc. Einstein decía “creer es más fácil
que pensar. He ahí la razón de que haya más creyentes”, postura comprensible, cuando se
separa la razón de la fe, y estas siempre deben de ir de la mano (Fides et Ratio). Los
Evangelios muestran ejemplos de fe en personas, creyentes y no creyentes, que se traducen
en conductas profundamente humanas (Ejem. Mt. 8, 5ss).
El debate, considero, no se debe centrar en que postura tiene razón o cuál es mejor que otra,
sino preguntarnos, tu creencia ¿te hace una persona más autónoma y libre? Tus opciones de
vida ¿construyen una mejor sociedad? En tu relación con los otros ¿respetas a las personas
que encuentran sentido y trascendencia en sus creencias, aunque sean diferentes a las tuyas?
Acciones que, para el católico, son posibles gracias a su dimensión religiosa.

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