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G. J. MARTZ SOLIS Ing.

DIAGNÓSTICO, EVALUACIÓN Y
REPARACIÓN DE ESTRUCTURAS DE
HORMIGÓN ARMADO
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CONTENIDO:

INTRODUCCIÓN

DIAGNÓSTICO.

EVALUACIÓN.

ELEMENTOS DAÑADOS POR LA ACCIÓN DEL AMBIENTE MARINO

ELEMENTOS ESTRUCTURALES DAÑADOS POR EL FUEGO

REPARACIÓN.

INTRODUCCIÓN

Los problemas patológicos en estructuras de hormigón armado no son


nuevos ya que empiezan a presentarse al aparecer el propio material,
hormigón. Sin embargo, puede decirse que es en la década de los años
sesenta cuando la intensidad e importancia de los mismos, incluso en
estructuras que eran relativamente jóvenes, hace que aparezca una
inquietud bastante generalizada por su estudio, siendo muchos los
técnicos que se dediquen a investigar y analizar los problemas
patológicos con vistas a comprender las causas que los habían motivado
y a encontrar los materiales y las técnicas más idóneas para
solucionarlos.

Coincidiendo con la crisis económica de los años setenta, a la cual la


actividad constructiva no es ajena, se produce un frenado a escala
mundial en la construcción y muchas administraciones se dan cuenta de
que ha llegado el momento de prestar atención a la conservación y
reparación del parque construido, bien sean edificios, puentes, obras
hidráulicas, etc.

Es a partir de los años sesenta cuando, se puede decir que, el estudio


patológico del hormigón armado empieza a adquirir importancia y su
desarrollo ha ido creciendo de una forma notable hasta nuestros días.
Hoy, la Patología del Hormigón Armado ha llegado a convertirse en
asignatura, o materia, en nuestras escuelas y facultades de ingeniería.
Gracias al avance en el análisis patológico hoy se sabe mucho más sobre
durabilidad de las estructuras, pudiendo decirse que actualmente existe
un conocimiento tan amplio y profundo sobre el comportamiento
mecánico y de durabilidad del hormigón armado que no existe
justificación alguna para hacerlo mal.

Sobre cualquier problema del hormigón existen infinidad de artículos


escritos fruto de investigaciones serias y, por supuesto, códigos, libros,
etc. , y son incontables el número de ponencias presentadas en congresos
muchos de ellos monográficos sobre este tema.

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DIAGNÓSTICO.

Una de las misiones del ingeniero es proyectar y construir estructuras


para que cumplan una determinada misión, durante un tiempo
predeterminado y con el menor coste posible.

Muchas veces las estructuras no sólo no llegan a cumplir su misión


durante el tiempo previsto sino que además exigen gastos excesivos de
mantenimiento y reparación. Se puede decir que estas estructuras
nacieron enfermas siendo muy incomoda y gravosa la atención que hay
que aplicarles.

Al igual que ocurre con los seres vivos, en los que cualquier enfermedad
o lesión se manifiesta mediante una serie de síntomas, en las estructuras
los fallos se ponen de manifiesto, en general, con la aparición de una
serie de señales o de cambios de aspecto, que se engloban dentro de la
sintomatología. Ante estos síntomas el técnico especialista, o patólogo,
debe establecer un diagnóstico de la enfermedad que sufre la estructura
y que ha, o está, motivando sus anomalías.

Esta es una parte complicada e imprescindible del análisis, dado que


aplicar una terapia sin un conocimiento amplio del diagnostico
puede ser arriesgado cuando no ineficaz.

Las causas que pueden provocar lesiones en una estructura de hormigón


armado pueden ser muchas y muy variadas y pueden estar relacionadas
con el propio proyecto, con los materiales, con la ejecución y con el
uso o explotación de la estructura. Analizando las causas de fallos en
estructuras de edificios se puede ver que la media europea se distribuye
en un 42% de fallos debidos a deficiencias en proyecto, un 22% a
deficiencias en ejecución, un 15% a materiales, un 10% a fallos en
explotación y un 5% a causas varias diferentes de las anteriores. Los
porcentajes son muy parecidos en España, siendo: 41%, 31%, 13%, 11%
y 4%, respectivamente.

Es curioso observar como en un estudio que hemos realizado


últimamente en España sobre los fallos que presentaban presas de
hormigón hemos llegado a resultados muy parecidos si bien la
repercusión del proyecto es menor, aproximadamente del 35%, mientras
que loas debidos a ejecución son superiores, aproximadamente del 42%.

Durante la construcción puede decirse que aparecen el 45% de


todos los fallos; durante el plazo de garantía el porcentaje se
reduce al 17%; entre los 7 y 10 años aparece el 37% de los fallos
y después de los 20 años se puede decir que los fallos se
minimizan no pasando del 1%.

Los orígenes de los fallos o lesiones, pueden proceder de acciones de


tipo mecánico, físico, químico, electroquímico, o biológico.

Por supuesto que las lesiones producidas a edades cortas suelen tener su
origen en acciones de tipo mecánico y físico. Las de origen químico
precisan del paso del tiempo para que sus efectos se manifiesten, aunque
también es cierto que una vez que han aparecido éstos, es mucho más
difícil encontrar soluciones de reparación.

El proceso de diagnóstico, como se ha indicado, es imprescindible dado


que va a permitir conocer la enfermedad, determinar el estado en que se
encuentra el enfermo, es decir, evaluar sus reservas o su capacidad
resistente, y basándose en todo esto poder realizar un pronóstico que
puede ser optimista, en cuyo caso el enfermo evolucionará
favorablemente mediante la aplicación de una terapia adecuada, es decir,
nuestra estructura podrá recuperar sus características resistentes mediante
una reparación o, el pronóstico podrá ser pesimista en cuyo caso al
paciente le aguardará un futuro más o menos próximo "celestial", es
decir, nuestra estructura tendrá que sufrir amputaciones o en el último
caso su demolición.

Una síntesis del proceso a seguir puede ser el indicado en el siguiente


esquema:
La intervención (rehabilitación, reparación o refuerzo) es la fase última
de cualquier proceso patológico y, por consiguiente, esta supeditada al
diagnóstico y a la evaluación, es decir, a la fase de análisis, fase que es
muy importante y que hay que desarrollar sin premura de tiempo, pues
hay que "Analizar lo máximo para intervenir lo mínimo", como se
titulaba una conferencia organizada por el GEHO en 1995 en unas
Jornadas de reparación y refuerzo de estructuras.

En la fase de diagnóstico el patólogo se enfrenta con el enfermo o con el


muerto. En el primer caso, realiza el estudio de la estructura dañada que
admite intervención con gran probabilidad de éxito. En el segundo, se
convierte en forense y estudia la estructura colapsada por sismo, por
sobrecargas, por corrosión, por fuego, por una acción terrorista, etc. El
estudio de los restos de estas estructuras suele ser una fuente muy
fructífera de conocimientos.
La base en que se fundamenta el diagnóstico es "Saber para curar";
actuar de otra forma conlleva el que las causas que provocaron las
lesiones sigan actuando después de una intervención hecha a "ciegas".

Quizás uno de los síntomas más elocuentes en cualquier estructura


dañada o con lesiones sean las fisuras. Dependiendo de su localización,
forma, trayectoria, evolución en el tiempo, que sean "muertas" o "vivas",
es decir, estabilizadas o no, condiciones ambientales, etc., es fácil, en la
mayoría de los casos, establecer un diagnóstico, o bien tener una buena
base de partida para seguir investigando. Las fisuras pueden tener su
origen en acciones de tipo mecánico (tracción, cortante, torsión, flexión,
compresión); en acciones de tipo químico (ataque por ácidos, reacción
árido-álcali, ataque por sulfatos, etc.); en acciones de tipo electroquímico
(corrosión de armaduras); en acciones de tipo físico (contracciones y
dilataciones térmicas, heladas, fuego, cristalización interna de sales,
etc.); en acciones de tipo reológico (retracción plástica o de secado, etc.).

Generalmente las fisuras se encuentran catalogadas y con la ayuda del


catálogo se puede tener una idea bastante acertada de su posible origen
(Figura1,cuadro 1).

Figura 1

DESIGNACIÓN FORMA POSICION CAUSA CAUSA TIEMPO DE


PRINCIPAL SECUNDARIA APARICIÓN
TIPO DE EN FIG. 1

FISURA

A Sobre barras Grandes

Asentamiento Secciones Exceso de Condiciones de 10 minutos a 3


plástico exudación secado rápido a horas
corta edad

B Arqueada Parte superior de pilares

C Cambia con Pavimentos por encofrados


profundidad deslizantes

D Diagonal Pavimentos y losas Secado rápido a


corta edad

Retracción Baja exudación


térmica

E Distribución Losas de hormigón armado


arbitraria

F Sobre Losas muy armadas Secado rápido a


armaduras corta edad y
barras cerca de
la superficie

Contracción G Restricción Muros gruesos Exceso de calor Enfriamiento 1 día a 2 o 3


térmica externa de hidratación rápido semanas
temprana

H Restricción Losas gruesas Exceso de


gradiente
térmico
interna

Retracción de I Losas delgadas y paredes Juntas Exceso de Varias semanas


secado a largo ineficaces retracción por
plazo curado ineficaz

Afogarado J Superficie frente Compactación deficiente Encofrados Mezclas ricas. 1 a 7 días


a encofrado impermeables
Curado escaso (a veces mucho
después)

K Exudación Losas Exceso de


fratasado

Corrosión de L Natural Vigas y pilares Recubrimiento Pobre calidad Más de 2 años


armaduras deficiente del hormigón

M Cloruro cálcico Prefabricados Exceso de


cloruro cálcico

Reacción N (Presas) Aridos reactivos Más de 5 años


árido/álcali con cemento
ricos en álcalis

Cuadro 1

Otros síntomas muy frecuentes en zonas costeras y en zonas con


atmósferas industriales son los desprendimientos de esquinas e incluso
del recubrimiento de las armaduras como consecuencia del ambiente
corrosivo, en el que puede haber existencia de aniones, tales como
cloruros, y la aportación de agua y oxígeno, que van a facilitar la
aparición de corrientes de intensidad adecuada para que se establezca una
pila galvánica entre la armadura y su entorno.

Los desplomes, cambios de ángulos, flechas excesivas en pisos y, en


general, deformaciones en la forma básica de la estructura, pueden ser
fuentes de análisis para establecer un diagnóstico.
Un elemento sumamente valioso a la hora de establecer el diagnóstico y
la evaluación del estado funcional y de seguridad de una estructura es el
proyecto de la misma. Este puede aportar muchos datos de gran interés y
simplificar mucho la etapa de análisis, especialmente en la parte de
materiales y de cálculo.

Hay que tener presente que cuando se está analizando una estructura
antigua que presenta problemas legales, hay que hacerlo situándose en la
época en que se construyó y, por tanto, con los códigos existentes en ella.
Es frecuente cometer el error de aplicar en el análisis de una estructura
antigua criterios de cálculo modernos de momento tope, cuando ésta
había sido calculada por la teoría elástica. Si la comprobación o análisis
es sobre la seguridad con la finalidad de reparar o reforzar los criterios de
cálculo a emplear son los modernos.

El establecimiento de un diagnóstico debe ajustarse a un Plan de Trabajo


previamente definido en el cual se incluya:

o Un muestreo con indicación de los elementos de la estructura a


inspeccionar, su situación y número de ensayos a realizar en ellos.
o Enumeración del tipo de ensayos a efectuar en cada elemento y
elaboración de las fichas individuales correspondientes.
o Elaboración de croquis y planos de cada elemento inspeccionado, con
detalle de los ensayos realizados y los resultados obtenidos. En este
sentido la fotografía se presenta como un medio auxiliar muy valido.
o Medios auxiliares requeridos.

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EVALUACIÓN.

Hay lesiones que no afectan a la integridad mecánica de la estructura y


cuya reparación puede realizarse sin entrar en un análisis estructural.
Estos casos suelen producirse con algún tipo de fisuras estabilizadas
provocadas por retracción de secado, cuando existen coqueras o zonas en
las que el hormigón ha penetrado mal en la pieza, etc. Sin embargo, hay
otros casos mucho más complejos en los que hay que realizar una
evaluación de la capacidad mecánica resistente de la estructura, o más
frecuentemente de elementos de la misma, a fin de conocer la
importancia y el tipo de reparación a realizar y las medidas de seguridad
que habrá que tomar durante la misma.

La determinación de la resistencia residual de la estructura puede llevarse


a efecto mediante: métodos empíricos, métodos analíticos o, mediante
pruebas de carga.

Los métodos empíricos están basados en observaciones directas y


conllevan un número de ensayos mínimo. El nivel de información
obtenido, en muchos casos, suele ser suficiente, especialmente si no es
necesaria una intervención importante. El nivel de precisión obtenido es
escaso como también lo es el costo de su aplicación.

Los métodos analíticos se fundamentan en el recálculo de la estructura y


más frecuentemente de elementos de la misma, a fin de conocer la
probabilidad de que se produzca un fallo bien en estados límites últimos
o de servicio. Son mucho más precisos que los empíricos pero a veces
tan complejos que es imposible su aplicación. Son de alto costo y
duración, aunque necesarios cuando la información dada por los
primeros no es concluyente.

A veces se puede tener una idea precisa del comportamiento de una


estructura dañada mediante el empleo de pruebas de carga
escalonadas. Estas pruebas se hacen por escalones sucesivos cada uno
de mayor valor que el precedente, existiendo entre cada escalón y el
siguiente una descarga total y midiendo las deformaciones existentes en
cada descarga y carga sucesiva. Este tipo de ensayos únicamente se
realiza sobre elementos trabajando a flexión y con ellos se puede conocer
la carga máxima que se puede aplicar a una estructura dañada y sin
correr el riesgo de llevarla a un estado límite último.

Alguno de estos métodos se puede aplicar a los casos de:

- Estructuras dañadas por acciones mecánicas.

- Cargas accidentales (fuego, explosiones, impactos, etc.)

- Cargas excepcionales consideradas en proyecto pero que no han


producido daños superiores a lo previsto.

- Cargas excesivas (bibliotecas, etc.)

- Cambio de uso de la estructura (aumento de sobrecargas de uso,


etc.)

- Modificación de estructuras (eliminación de un pilar, aumento


del número de plantas, etc.)

- Acciones químicas sobre el hormigón (reacción árido-alcali,


sulfatos, etc.)

- Corrosión de armaduras.

En el Boletín nº162 del CEB "Assessment of concrete structures and


design procedures for up-grading (Redesign)" se recoge una propuesta
nuestra sobre un método empírico para obtener la "relación capacidad
" de un elemento dañado, es decir, el cociente entre la resistencia de un
elemento en un momento determinado y la resistencia que debería tener
dicho elemento según la normativa en vigor cuando se construyó el
mismo". Este método empírico permite la clasificación de daños en
diferentes niveles de acuerdo con el aspecto que presente el elemento en
cuestión, siendo aplicable tanto para estructuras dañadas por corrosión de
armaduras como por la acción del fuego o sismos. En cada nivel se
indica la relación de capacidad y de ella puede deducirse la gravedad del
problema y la rapidez con la que se deben aplicar remedios al mismo.

En los cuadros que siguen pueden apreciase los niveles de daños


correspondientes a elementos dañados por ambiente marino y por fuego.

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ELEMENTOS DAÑADOS POR LA ACCIÓN DEL AMBIENTE


MARINO

ESTIMACIÓN PSEUDO-CUANTITATIVA DE LA "RELACIÓN CAPACIDAD"

PARA ELEMENTOS ESTRUCTURALES DAÑADOS POR CORROSIÓN


Elemento de H.A.

Construcción
Nivel de daño
A B C D
Nueva 0,95 0,75 0,55 0,35

Antigua 0,85 0,65 0,40 0,20

Nivel A: Corrosión de armaduras con


pérdidas de sección en las barras
principales del 1%. Aparecen ligeras
fisuras longitudinales en las esquinas
coincidiendo con la situación de las barras,
pero no fisuras transversales en el plano de
los estribos

Nivel B: Corrosión de las armaduras


principales con pérdida de sección del 5%.
Salta el hormigón en las esquinas y quedan
las barras de acero principales al aire.
Aparecen fisuras en el plano de los
estribos. La capa de óxido hace que las
armaduras pierdan adherencia con el
hormigón.

Nivel C: Corrosión de las barras


principales con pérdida de sección del
25%. Se desprende el hormigón en las
zonas de los estribos y quedan estos al aire.
Pérdida de anclaje frente a pandeo y de
adherencia de las barras, Se supone que el
hormigón, por efecto de la corrosión se ha
debilitado en una profundidad de 1 cm.

Nivel D: Rotura de estribos. La sección de


acero que queda en las barras principales
no trabaja. Las barras principales pandean.

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ELEMENTOS ESTRUCTURALES DAÑADOS POR EL FUEGO

ESTIMACIÓN PSEUDO-CUANTITATIVA DE LA "RELACIÓN CAPACIDAD"


PARA ELEMENTOS ESTRUCTURALES DAÑADOS POR EL FUEGO.

Elemento de H.A.

Construcción
Nivel de daño
A B C D
Nueva 0,95 0,80 0,65 0,40

Antigua 0,90 0,75 0,60 0,30


Nivel A: Elementos no dañados
presentando algunos desprendimientos de
los yesos de acabado y pequeñas roturas
del hormigón.

Nivel B. Pérdidas considerables de yesos


de acabado y pequeñas roturas del
hormigón. Las superficies del hormigón
presentan microfisuras y coloración
variable de rosácea a ante.

Nivel C: Pérdida total de yesos de acabado.


Roturas importantes del hormigón que
presenta superficies de color ante. La
armadura permanece adherida al hormigón
no existiendo más de una barra de acero
que presente síntomas de pandeo.

Nivel D: Daños graves. Las roturas y


desprendimientos del hormigón dejan al
aire prácticamente todas las barras de
acero. El número de barras pandeadas es
superior a 1. Los pilares muestran signos
de deformación. Pueden aparecer grietas
de cortante de algunos milímetros de
ancho.

Nivel E: Colapso parcial de elementos


verticales.

Nota: Para otros elementos estructurales tales como vigas, losas o


forjados, se pueden adoptar niveles de daños similares teniendo en
cuenta que para niveles superiores al C pueden existir grietas de varios
milímetros de espesor y que las flechas pueden ser importantes. Además,
para el nivel C el 10% de la superficie de las armaduras puede quedar al
aire, y para el nivel D se puede llegar hasta el 50%.

El tiempo máximo disponible o tolerable para realizar una


reparación o refuerzo es función de la "relación de capacidad". Para
valores inferiores a 0,50, es decir, en casi todas las estructuras antiguas y
con niveles de daños iguales o superiores a C, se precisa una acción
inmediata, esto es, hay que actuar urgentemente. Para valores superiores
a 0,5 es tolerable un margen de espera de 1 a 2 años, mientras que para
valores próximos a la unidad se puede llegar a los 10 ó 20 años.

Dependiendo de los valores obtenidos de "relación de capacidad" se


pueden adoptar medidas para llevar la relación de capacidad a valores
próximos a la unidad. Algunas de estas medidas pueden ser:
o Demolición de las partes altas de la estructura.
o Limitación de uso para reducir sobrecargas.
o Modificación del sistema estructural (redistribución de solicitaciones).
o Restauración de los elementos dañados.
o Sustitución de elementos dañados.
o Refuerzo de la estructura

El método analítico está basado en el cálculo de las solicitaciones que


resiste una estructura en el estado actual y las que producirían las cargas
actuantes en proyecto a fin de determinar un nuevo coeficiente de
mayoración de acciones y a la vista del mismo poder tomar las
decisiones adecuadas.

En este caso pueden emplearse cualquier tipo de hipótesis de cálculo lo


que permite mayor libertad de acción al proyectista.

El técnico dispone de las ventajas de tener un buen conocimiento de las


cargas permanentes, de poder limitar las sobrecargas de uso, de poseer la
información experimental que precise, de aplicar métodos de cálculo
sofisticados, teniendo además acceso directo a las características de los
materiales y a las dimensiones de todos los elementos que componen la
estructura, daños y deformaciones que presentan los elementos sean
estructurales o no.

En el análisis hay que tener en cuenta que las estructuras anteriores a los
años 60 se calculaban suponiendo un comportamiento elástico del
hormigón armado y un modelo estructural muy simple y que, por
supuesto, no era el optimo para sacar el máximo rendimiento a la
capacidad resistente potencial del material. Generalmente, algunas
acciones indirectas como la de la temperatura, movimientos impuestos
en las cimentaciones, etc., no se tenían en cuenta lo que suele ser fuente
de algunos fallos.

En la evaluación de la seguridad se tienen en cuenta las cargas


permanentes que son las que actúan sobre la estructura y las sobrecargas
que establecen las normas de acuerdo con el destino de la estructura.

Una de las condiciones necesarias es definir el esquema estructural y las


acciones actuantes para llevar a cabo un primer análisis que puede
realizarse sobre modelos simplistas trabajando casi isostáticamente para
así llegar a conocer el orden de magnitud de las solicitaciones y
tensiones en los elementos y comprobar si los daños que presentan éstos
corresponden a los deducidos de estas hipótesis, en cuyo caso se puede
afirmar que son debidos a causas estructurales.

En la evaluación teórica de la seguridad se toman como acciones las


cargas permanentes y las sobrecargas definidas por las normas o códigos
en vigor, calculando las solicitaciones sobre la base del modelo
estructural y las tensiones teniendo en cuenta las características
mecánicas obtenidas en los ensayos de laboratorio. Todo lo anterior nos
permite el calculo de las solicitaciones y la estimación, basándose
generalmente en métodos semiprobabilísticos, del coeficiente de
seguridad de la estructura, es decir, de la relación entre la carga de
agotamiento y la carga actuante.

Las pruebas de carga escalonadas se aplican cuando no se tienen


antecedentes de la estructura dañada (proyecto, normativa, etc.) y no se
puede realizar un análisis teórico. Como se ha indicado anteriormente,
las pruebas de carga sólo se emplean en elementos sometidos a flexión y
se realizan mediante escalones sucesivos de carga con descargas
intermedias, suspendiendo los escalones de carga cuando se superan
determinados valores de la flecha o cuando la estructura presenta una
deformación excesiva remanente después de la descarga, es decir,
cuando deja de recuperarse elásticamente.

Ante una estructura dañada se puede optar por elegir varias alternativas y
esta elección estará en función de la importancia de los daños. Las
alternativas son:

o no intervenir durante un cierto tiempo,


o recalcular la estructura para determinar su capacidad resistente,
o frenar el deterioro pero sin actuar sobre la capacidad resistente,
o reparar parte o toda la estructura,
o reforzar parte o toda la estructura,

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REPARACIÓN.

Una estructura se proyecta para una vida útil determinada (50, 100
años, etc.) debiendo llegar al final de la misma en un estado de servicio
adecuado y sin haber tenido que realizar en ella grandes desembolsos en
mantenimiento, ni en intervenciones de otro tipo, tales como
reparaciones. El estado resistente de la estructura discurrirá de acuerdo
con lo indicado por una curva descendente de degradación decreciente en
el tiempo pero prevista de acuerdo con las condiciones del entorno. Si
por influencias accidentales del entorno (atmósfera agresiva, etc.), o por
acciones accidentales (sismos, fuego, etc.), se produce un descenso
mayor de la curva de degradación, la vida útil de la estructura se acortará
salvo que en un momento determinado se realice una intervención de
reparación que lleve la curva a la posición que debería tener según lo
previsto en proyecto, y una protección que impida que el entorno
agresivo haga descender de nuevo la curva. Figura 2.
No se puede mostrar la imagen. Puede que su equipo no tenga suficiente memoria para abrir la imagen o que ésta esté dañada. Reinicie el equipo y, a continuación, abra el archiv o de nuev o. Si sigue apareciendo la x roja, puede que tenga que borrar la imagen e insertarla de nuev o.

F
i
g
u
r
a

2
.

S
i

c
o
n
la intervención realizada elevamos la capacidad resistente de la
estructura sobre la que debería tener en un tiempo determinado
estaríamos realizando un refuerzo. Con el refuerzo se pueden obtener
dos efectos actuando separadamente o conjuntamente: aumentar la
capacidad resistente de la estructura (elevación de plantas, aumento de
sobrecargas de uso, etc.), alargar la vida útil de la estructura, o ambas
cosas simultáneamente.

Si la opción elegida es reparar o reforzar conviene conocer que hay dos


tipos de intervenciones fundamentales, los métodos pasivos y los
métodos activos.

Los pasivos son aquellos que entran en carga cuando la estructura sigue
deformándose a partir del momento del refuerzo. Son los más fáciles de
realizar y, por supuesto, son tanto más eficaces cuanto más descargada
esté la estructura. Se emplean con elementos que aún están muy lejos de
llegar al agotamiento.

Los activos permiten introducir solicitudes en la estructura con lo cual


son capaces de recuperar la resistencia y posición original de los
elementos estructurales. Son más complejos de realizar y se pueden
utilizar en elementos que están cercanos al agotamiento.

En el caso de reparación o refuerzo de la estructura el método a emplear


debe ser adecuado al tipo, causa, o combinación de ellas, que los ha
producido y a la magnitud de los daños; debe ser también adecuado a las
condiciones futuras de servicio y en la aplicación del método elegido
deben emplearse productos o sistemas experimentados y, a ser posible,
normalizados.
Conviene tener en cuenta que la eficacia del método elegido puede ser
muy variable dependiendo del fin que se busque con la reparación o
refuerzo. A título de ejemplo en la Figura 3 puede observarse como para
rigidizar un pórtico pueden utilizarse diferentes técnicas y como el
desplazamiento que se produce en la cabeza del mismo es diferente para
un mismo esfuerzo actuante según sea el sistema que se haya elegido.

F
i
g
u
r
a

3
.

S
e

p
u
ede decir que no hay un método único de reparación o refuerzo, al igual
que no existe un solo material adecuado para llevarlo a efecto, dado que
éstos serán función de si los daños han sido provocados por acciones
mecánicas (impactos, sobrecargas, asentamientos diferenciales,
explosiones, etc.), si son consecuencia de acciones químicas,
electroquímicas, o biológicas (ataque por sulfatos, reacción álcali-árido,
áridos sulfurosos, aguas ácidas, corrosión de armaduras, etc.), o de
acciones físicas (hielo-deshielo, fisuración térmica, cristalización de
sales, erosión, etc.).

Cuando se utilizan varios métodos combinados de protección o


reparación hay que tener en cuenta la posibilidad de interacciones entre
ellos, tanto deseables como indeseables. La influencia que puede tener la
protección o reparación del hormigón en la corrosión de armaduras es un
factor a considerar dado que, por ejemplo, puede quedar atrapada agua
con el consiguiente aumento de humedad y la repercusión que por este
concepto puede existir en una mayor velocidad de carbonatación.

Las principales técnicas empleadas en la reparación o refuerzo de


estructuras de hormigón armado, son:
o Los recrecidos basados en hormigón de cemento portland o de
hormigones modificados con polímeros.
o La utilización de estructuras metálicas adicionales formadas por perfiles
laminados, tanto en vigas como en pilares.
o El pretensado parcial o total de elementos.
o La utilización de bandas de acero o de fibra de carbono-epoxi, encoladas
con una resina epoxídica.

Cualquiera de estas técnicas requiere un estudio previo de la calidad y


compatibilidad química y física del soporte y del material de reparación a
utilizar. El estudio de las acciones-efecto que pueden producirse en el
elemento estructural, o en un conjunto de ellos concurriendo en un nudo,
después de la intervención es fundamental para no introducir tensiones
indeseables.

La experiencia indica que muchos pilares, muros o forjados reparados o


reforzados poseen una rigidez muy superior a la primitiva, es decir, a la
del proyecto original; esto obliga a tener que considerar como se
redistribuyen los efectos provocados por las acciones sobre los elementos
concurrentes o próximos a los intervenidos. El aumento de la rigidez de
los elementos influye también en el periodo propio de vibración de la
estructura.

No hay que pensar que este efecto se produce únicamente por cambio de
las dimensiones de las secciones sino que también puede estar provocado
por las diferentes características de los materiales que forman el nuevo
elemento reparado o reforzado. Así es frecuente que esta redistribución
de acciones-efecto sea consecuencia del diferente modulo de elasticidad
o fluencia del hormigón nuevo que encamisa un pilar o un muro
existente. En ambos casos se produce una deformación diferencial que
habrá que tener en consideración.

Como consecuencia de esta redistribución puede darse el caso de que


haya que reforzar algunos elementos que estaban en buen estado y
simplemente por el hecho de estar próximos a los que ha habido que
reparar o reforzar. Esto es particularmente importante cuando se
rigidizan algunos pórticos con cruces de San Andrés o mediante el
relleno con fábrica de ladrillo o con bloques de hormigón.

A veces estas consideraciones se hacen sólo para cargas actuando


verticalmente, subestimando o no prestando atención a como se produce
la redistribución cuando las cargas actúan horizontalmente, pudiendo
darse el caso que para este tipo de actuación se llegue a valores más
críticos en el estado tensional de la estructura.

El conocer como se realiza la transmisión de esfuerzos entre el elemento


reforzado y el refuerzo al entrar ambos en carga es totalmente
fundamental. Las limitaciones de uso por utilización de locales o falta de
espacio pueden hacer desechar técnicas que funcionarían muy bien si no
existiesen estas limitaciones. Un aspecto muy a tener en cuenta es el
factor estético; a veces se realizan reparaciones que no sólo no pasan
desapercibidas sino que afean enormemente la construcción.

Por supuesto que, a todos los factores indicados anteriormente hay que
sumar uno fundamental que es el coste de la reparación y el tiempo de
ejecución de la misma.

En la actualidad las técnicas de reparación y especialmente los materiales


a utilizar han experimentado un avance extraordinario. Hoy es posible
realcalinizar por difusión un hormigón carbonatado o, extraer
electroquímicamente de un hormigón los iones cloro que pueden
provocar la corrosión de las armaduras o, hacer un control catódico de
una zona armada o, emplear bandas de fibras de carbono unidas al
hormigón con un sistema epoxi para aumentar su capacidad resistente a
flexión.

Sería una tarea interminable entrar en la descripción en detalle de cada


método de reparación o de refuerzo y de los materiales más idóneos a
emplear dado que la casuística es muy variada.

Sólo resta por indicar que las reparaciones y refuerzos son, en muchas
ocasiones, intervenciones muy delicadas en las que la preparación
técnica del director de obra y su vigilancia constante son totalmente
imprescindibles a fin de no tener sorpresas desagradables o de no tener
que volver a reparar la ya reparado.

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Dr. Ing. MANUEL FERNÁNDEZ CÁNOVAS

E. T. S. de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos

Universidad Politécnica de Madrid

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