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¿Pero qué se sabe acerca del cerebro del corrupto? ¿Existe algún mecanismo neurobiológico
que pueda explicar la deshonestidad? Pues parece que si, un revelador estudio del University
College de Londres publicado en Nature Neuroscience, encuentra que el cerebro humano es
capaz de aceptar y adaptarse a la deshonestidad.
La amígdala cerebral
Lo que hicieron los científicos fue estudiar dos hechos de común observación. 1) Cómo se
explica que los grandes actos de corrupción empiecen siempre con pequeñas transgresiones,
las cuales van creciendo progresivamente, hasta convertirse en delitos de gran magnitud. En
otras palabras cómo es que el corrupto empieza de a poquitos y sus delitos van
progresivamente haciéndose cada vez mayores. 2) Cómo se explica que el miedo inicial que
desarrolla el corrupto al darse cuenta de que esta haciendo algo malo, va desapareciendo poco
a poco con subsecuentes actos de deshonestidad; convirtiéndose progresivamente en un
sinvergüenza que -como se dice popularmente- “ya no tiene sangre en la cara”.
Lo novedoso del estudio, y algo que nunca se había hecho antes, fue que se estudió la
actividad de la amígdala cerebral con la resonancia magnética funcional (fMRI), la cual
permitió ver si la actividad de la amígdala cerebral iba aumentando o disminuyendo a medida
que el deshonesto iba engañando mas y mas.
Los resultados fueron impresionantes. Con los primeros actos deshonestos, la amígdala
cerebral se activaba fuertemente, pero con cada subsecuente acto deshonesto, su actividad
disminuía progresivamente, es decir, la amígdala cerebral se iba “acostumbrando” a los actos
deshonestos. En otras palabras, el corrupto empieza poco a poco y al ir perdiendo la actividad
de su amígdala cerebral, va perdiendo el miedo y se va acostumbrando al delito. La
consecuencia es que al ir perdiendo el miedo al castigo, el corrupto avezado va aumentando
la magnitud de sus actos deshonestos. El gran corrupto pierde entonces completamente la
actividad de su amígdala cerebral.
Corolario
Este estudio tiene profundas implicancias para el individuo y la sociedad. En primer lugar,
debemos entender -y aceptar- que el mecanismo descrito –que el cerebro humano es capaz de
ir escalando y adaptándose a los actos deshonestos- es un fenómeno natural y que puede
ocurrir en cualquiera de nosotros. La gran pregunta es entonces ¿por qué ocurre mas
frecuentemente en ciertas sociedades y mucho menos en ciertas otras?