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Lidia Bequer

Lidia Bequer

ATRÉVETE
Secretos del Coaching
Para Transformarte y Expandirte

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ATRÉVETE

Bequer, Lidia
Atrévete : secretos del coaching para transformarte y expandirte /
Lidia Bequer ; editado por Lidia Bequer. - 1a ed volumen combinado. -
Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Lidia Bequer, 2015.
260 p. ; 21 x 15 cm.

ISBN 978-987-33-9015-9

1. Coaching. 2. Neurociencias. 3. Desarrollo Personal. I. Bequer,


Lidia, ed. II. Título.
CDD 158.1

Rediseño de portada, ilustración e interior: molina-victoria@hotmail.com

2018 Lidia Bequer


54 9 11 4434-5096
info@lidiabequer.com
www.lidiabequer.com

Lic. Lidia Bequer

@lidiabequer.sexcoach

@lidiabequer

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electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, grabación magne-
tofónica y cualquier otro sistema de almacenamiento de información,
sin autorización escrita del autor.

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ATRÉVETE

Capítulo V
Percibo mi emocionalidad

Los sufrimientos que hasta ahora atravesé,


no se comparan con la maravillosa vida
que ya está diseñada para mi futuro.
Romanos

Ansiedad y preocupación

Un científico, que vivía ansioso y preocupado por los problemas


del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorar-
los. Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para
sus dudas. En una oportunidad, su hijo de 7 años se acercó deci-
dido a ayudarlo a trabajar.
El científico, intranquilo por la interrupción, le pidió al niño que fue-
se a jugar a otro lado. Viendo que era imposible sacarlo, el padre
pensó en algo que pudiese darle, con el fin de distraerlo para que
no lo moleste.
De repente se encontró con una revista, en donde había un mapa
con el mundo. Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos
y se los entregó a su hijo, junto con un rollo de cinta con pegamen-
to, diciéndole:
- Sé que te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo
roto para que lo compongas solito.
En ese momento calculó que al pequeño le llevaría mucho tiempo
restaurar el mapa, pero no fue así. Pasados unos momentos, es-
cuchó la voz del niño que lo llamaba:
- ¡Papá, papá, ya lo terminé!
Al principio el padre no creyó en el niño. Pensó que sería imposible
que a su edad hubiera conseguido recomponer un mapa que
jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista
de sus anotaciones. Para su sorpresa, el mapa estaba completo.
Todos los pedazos habían sido colocados en su debido lugar.
¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz?

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- Hijito, tú no sabías cómo era el mundo, ¿Cómo lo lograste?


- Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el
mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la
figura de un hombre. Por eso di vuelta los recortes y comencé a
recomponer al hombre, que sí sabía como era. Cuando conseguí
arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había arreglado al
mundo.

Reflexión

Te pido que te conectes contigo ahora para que te des cuenta de:
 ¿Qué posibilidades te perdiste de emprender por tu ansiedad y
tu preocupación?
 ¿Qué te lleva a suponer que una situación peligrosa se va a re-
petir siempre en tu vida?
 ¿Qué te induce a declarar que no sabes qué hacer para evitar
esa pérdida?
 ¿Para qué juzgas que ninguna de tus acciones pueden modifi-
car tu incertidumbre?
 ¿Qué conversaciones privadas sostienes contigo?

Cómo inciden las emociones en las conversaciones

El observador que eres no es neutro. Lo que te sucede promueve


tu emocionalidad y genera tus actitudes. Para comprender a las
personas durante tus conversaciones, necesitarás considerar su
emocionalidad y la tuya.
A través de la emoción te das cuenta de cuando una persona está
predispuesta para actuar o está desanimada. La expresión de tus
emociones abre o cierra tu espacio de posibilidades y promueve
las actitudes con las que encaras tus acciones.

Las emociones

La Ontología del Lenguaje establece una distinción entre la emo-


ción y los estados de ánimo. Las emociones se generan cuando
un hecho altera el contexto en el que intervienes, causándote una

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conmoción que cambia tu mundo de posibilidades. De este modo,


es la consecuencia de la irrupción de ciertas situaciones que te
producen un cambio temporal en tu predisposición para actuar.
Ciertos acontecimientos te dispararán emociones, que pueden
desvanecerse inmediatamente. Si en este momento que estás le-
yendo entusiastamente el libro, suena el teléfono, quizá te sobre-
saltes y te genere una emoción que alteró tu lectura. Puedes sentir
ira si te habías dispuesto a leer, pero el timbre del teléfono deter-
minó que te tuvieses que desconectar e ir a atenderlo. Puedes ale-
grarte si estabas esperando la llamada de una persona que te iba
a dar una respuesta acerca de un trabajo.
Las emociones son específicas y reactivas, es decir, que siempre
son precedidas por algún acontecimiento que las detona y te posi-
bilitan o te impiden que respondas ante esas situaciones.
Las emociones cambian tu espacio de posibilidades. Esto es lo
que te permite comprenderlas.
Si te habías hecho a la idea de no irte de vacaciones por cuestio-
nes económicas y un amigo te llama y te dice que te presta su ca-
sa de la costa, esto puede desencadenar una emoción que cambia
tus posibilidades. La propuesta te entusiasma y pone en marcha tu
optimismo. Comienzas a imaginarte que maravilloso va a ser que
puedas descansar. También puedes comenzar a dudar y hacerte
el rollo de lo caro que está todo, que no es momento para que te
pongas en gastos y entonces te instalas en el pesimismo y decides
que no vas ir.
Si reconoces que tu rabia se relaciona con que no te pagaron el
sueldo y esperabas saldar una deuda, puedes reaccionar enoján-
dote y probablemente comiences a sentir dolor en tu estómago. Tu
reacción emocional fue desatada por tus juicios personales, ¡¿Por
qué siempre me tiene que pasar esto a mí?!.
Si aceptas la situación y actúas con optimismo, la conversación
que generas te induce a decir: Voy a ver cómo pongo en marcha
mi creatividad.
De este modo, tu declaración cambia tu emoción y te sirve para
afrontar el quiebre desde otro lugar, arbitrar los medios para modi-
ficar este acontecimiento y cambiar el resultado.

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Diferencia entre las emociones y los estados de ánimo

Lo que comenzó emocionándote y permaneció durante un tiempo


en tu vida, se instala y perdura como un estado de ánimo y,
cuando se expresa nuevamente, quizá no se relacione con la si-
tuación ante la cual reaccionas de esa manera.
El acontecimiento que desató tu emoción pudo haberte pasado en
un momento remoto de tu vida, y luego se arraigó, y puede reedi-
tarse ante situaciones que nada tienen que ver con aquella primera
experiencia que lo generó. Reaccionas ante situaciones que se
dan en tu pareja, tu familia, tus amistades, tu trabajo, tu estudio,
sin saber cómo se desencadena ese estado de ánimo.
Los estados de ánimo son predisposiciones recurrentes en
las que te encuentras antes de accionar y se te adelantan y
condicionan tus acciones.
Por eso no lo puedes relacionar con sucesos específicos y repites:
No entiendo porque me da rabia que me digan que soy inteligente.
Permanentemente te encuentras viviendo en determinado estado
de ánimo y buscas encontrar razones para justificarlo.
Las situaciones que te tocan afrontar pasan por el filtro de tu esta-
do emocional. El mundo que ves depende del estado de ánimo en
el que te encuentres. Si lo miras desde la resignación lo verás dife-
rente que si lo percibes desde la ambición. Se constituyen posibili-
dades y predisposiciones diferentes para actuar.
Si sientes angustia, seguramente no vas a desear ir a aprender a
bailar salsa y merengue. Si percibes tu alegría, este estado de
ánimo es el que va a motivarte a buscar quien te enseñe a bailar.
Lo destacado de los estados de ánimo es que se arraigan en tu
vida y perduran, como si fuesen una adicción, e impregnan tu pau-
ta de funcionamiento recurrente, que se expresa en los diferentes
dominios en los que actúas. De esa manera es como programas tu
sistema de convivir en la vida.

¿Cómo se instala un estado de ánimo?

Cuando Humberto concurrió a una entrevista de coaching declaró


su quiebre:

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- No puedo más, me siento débil, sin fuerzas. Me cuesta levan-


tarme para ir trabajar. Todo es demasiado agobiante. Me paso
el día pensando cómo poder salir de esta situación.
- ¿Cuánto hace que se siente de esa manera?
- Todo comenzó a partir del 2001, cuando perdí gran parte de mi
capital. La crisis económica me hizo quebrar. Antes hacía varias
cosas a la vez, ahora no puedo concentrarme. Empiezo algo y
me canso. A mi me gusta crear, pero no logro relajarme y em-
piezo con una puntada en la cabeza y termino con fuerte dolor.
- ¿Cómo se siente anímicamente?
- Yo siempre tuve miedo, pero ahora me siento angustiado, por-
que además nos llevamos mal con mi mujer, porque tenemos
puntos de vista diferentes. Ella me demanda que yo trabaje para
tener mayores ingresos porque es una ambiciosa, en cambio yo
me conformo con lo que tengo.
- ¿Cómo fue el sistema de vida en su familia de origen?
- Yo nací en un hogar humilde, igual que ella. Yo soy el menor de
cuatro hermanos. Mi hogar fue un desastre porque mi papá era
muy autoritario, violento y mi mamá soportó y sufrió mucho. Yo
de chico tenía pesadillas porque tenía terror de que mi papá la
iba a matar a mi mamá. Él la amenazaba y dormía con un cuchi-
llo debajo de la almohada. Sentía mucho miedo de que nos
hiciera algo a nosotros.
- ¿Cómo interpretó esta situación que le tocó vivir?
- Cuando yo sea grande voy a tener una familia en la que todos
nos queramos. Sin embargo no pude lograrlo. Yo le cedo a Mar-
ta los espacios y ella no me respeta.
- ¿Para qué quiere evitar que se note que usted tiene poder?
- Mi papá fue una persona muy cerrada y rígida, y no me dejó es-
tudiar. Nunca me animé a enfrentarlo para me dejara empezar
la escuela secundaria Yo siempre preferí mostrarme con perfil
bajo y no parecer soberbio.
- ¿Habrá aprendido a estar callado, ser obediente y pasar des-
apercibido, para que su papá no lo ataque y lo castigue?
- No lo había pensado, pero así viví toda mi vida, con miedos,
pánico, dolores de cabeza, gastritis, ansiedad, angustia, insom-
nio.

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- Usted aprendió a soportar la agresión y el sufrimiento desde


muy pequeño.
- Si, así es. Es que yo no quise responder para evitar males ma-
yores y que mi papá me lastimara.
- ¿Esto mismo le sucede con Marta?
- Si. Yo soy de aguantar y soportar la agresión. Ella grita, me in-
sulta y yo me callo. No soporto sus reacciones, por eso me de-
primo y es como si el mundo se me viniese abajo. Me gustaría
que me trate más dulcemente.

Esta entrevista con Humberto nos muestra cómo su emocionalidad


se estableció desde niño y quedó programada generando un sis-
tema en él de tener un perfil bajo para que no lo ataquen, que lo
acompañó a lo largo de toda su vida.
Ante las diferentes situaciones que le tocan afrontar reaparece el
sistema que le llevó a sentir miedo, angustia por lo que le podía
suceder, de la misma manera que le sucedía con las reacciones
violentas de su padre. Estás le generaron sufrimiento y promovie-
ron su interpretación: Prefiero callarme la boca y ser obediente
antes que mi papá me mate.
Esto desencadenó su estado emocional y su sistema recurrente:
“reaccionar desde un perfil bajo” en los distintos contextos en los
cuales interactuaba.

¿Cuáles son los estados emocionales básicos?

Si bien las emociones son diversas, según Rafael Echeverría los


estados anímicos básicos son cuatro, y sobrevienen de las inter-
pretaciones que creamos acerca de los hechos sucedidos o de los
sucesos posibles. Frente a unos u otros podemos oponernos o
aceptarlos.
Cuando algo es innegable es que no puede cambiarse, como el
color de tus ojos, la ciudad donde naciste, la familia en la que te
criaste. Son hechos de tu pasado que no podrás modificar jamás,
solo conseguirás cambiar tu interpretación sobre ellos para verlos
de otra manera.

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¿Qué te ocurre cuando no aceptas lo que te sucedió?

El RESENTIMIENTO es un estado anímico que te acompaña


cuando no aceptas los hechos de tu pasado. Criticas a los demás,
recriminas, te quejas de lo que no obtuviste, considerando que
fuiste víctima de acciones injustas, justificando tú deseo de vengar-
te: ¡Me las va a pagar!
Esta actitud te sirve como desahogo de la rabia, pero no te da po-
sibilidades de transformar la situación, impidiéndote ver tu horizon-
te de posibilidades.
Eso te quita poder, te resta alegría, bienestar, limita tus oportuni-
dades y perjudica tu convivencia con la gente. Tu productividad y
tu bienestar se ven afectados por no aceptar tu pasado, aniquilan-
do tu presente y tu futuro.
Nadie duda que estés en tu derecho a reclamar. Lo inadecuado es
que te pases gran parte de tu vida quejándote y recriminando a
quienes acusas de haberte lastimado, sintiéndote una víctima de la
injusticia.
No es lo mismo que te resientas a que reclames y cuestiones. Si
alguien te afectó con su comportamiento gritándote, necesitas re-
conocer que te disgusta la actitud, que no es lo mismo que te re-
sientas con la persona.
Generalmente nos enojamos con la gente sin darnos cuenta que lo
que nos molesta es su actitud. Te sugiero que afrontes a la perso-
na y le muestres lo que te dañó. Puedes criticarla diciéndole ¡Vives
gritando y no te soporto! ¡Cállate!
Una manera funcional de impedir que la actitud de una persona te
perjudique, es mostrarle cómo quieres que te trate. Arriésgate y
aprende a pedir: A mí me gusta hablar en este tono y que me pi-
dan lo que quieren en este tono.

¿Qué te ocurre si aceptas lo que ya te pasó?

Si aceptas lo que te sucedió te tranquilizas y sobreviene la PAZ, el


estado anímico que te permite interpretar que algo valioso te pue-
de suceder.

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Las situaciones pueden cambiar si decides abrir un espacio con-


versacional para reclamar lo que crees que te corresponde, o
perdonar a quien consideras que te perjudicó. Si actúas de forma
efectiva, teniendo en cuenta a la otra persona, lograrás que tu futu-
ro sea diferente.

Reconoce como se genera el resentimiento

 Afirmo que mi jefe no me dejó integrar el equipo de trabajo.


 Juzgo que fue injusto.
 Juzgo que esa situación me dañó y restringió mis posibilidades.
 Juzgo que nada reparará el daño que se me ocasionó.
 Declaro que me voy a vengar.

¿Te opones a lo que es posible?

El estado anímico que generas por oponerte a lo que es posible es


la RESIGNACIÓN, que te ubica en la postergación, aun cuando
sientes deseos de lograrlo y piensas: Yo no nací para hacer esto.
Quizás te resignaste y renunciaste, por hacerte eco de voces aje-
nas que te dijeron: ¿Para qué vas a intentarlo otra vez? ¡Quédate
cómo estás, no vas a conseguir nada con reclamar! Más vale malo
conocido que bueno por conocer”.
Le das la autoridad sobre tu vida a esas personas, dejando de re-
conocer que eres un cien por ciento responsable de tus acciones.
Tu angustia y tu ansiedad, tus dolores de cabeza, de estómago, tu
tensión, tu insomnio, son generados por el tironeo entre lo que
crees que no puedes y lo que dices que deseas lograr.
Tu conversación improductiva no te deja ver tu futuro y destruye
tus sueños. Te resignaste a vivir en malestar.
Muchas veces dices: Voy a tratar. Lo intenté y no pude. Si tratas o
intentas no accionas, solo reaccionas, suponiendo que no vas a
poder concretar lo que te propones y abandonas tu posibilidad.
Tratar e intentar es resignarte a quedarte en el mismo lugar. Si te
quedas en la resignación te conviertes en “tu peor enemigo”.

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¿Aceptas tus posibilidades?

Si aceptas que el mundo te ofrece un horizonte de posibilidades y


frente al mismo hecho ante el que te resignabas, te motivas y ac-
cionas, tu estado anímico es la AMBICIÓN. No es el hecho el que
te genera la emoción, ni se modificó tu situación, sino que cam-
biaste tu interpretación.
El sentido de la palabra ambición es diferente para cada comuni-
dad. Siempre se la consideró una actitud depreciada por la conno-
tación que le han dado las personas. Por esto se habla de ambi-
ción sana y ambición desmedida, confundiéndola con la codicia.
La ambición te muestra espacios en los cuales puedes intervenir y
generar cambios.
Te vas a parar de otro modo frente al futuro y lo vas a ver como un
potencial generativo de nuevas realidades. Tu presente construye
tu futuro y trasciende lo que hoy existe. Predomina un slogan que
dice: El No ya lo tienes, busca el Sí.
El coaching te prepara para transformar tus emociones y conseguir
la congruencia con tu cuerpo y tus conversaciones, al cambiar tus
interpretaciones. Así, apreciarás de otro modo los hechos del pa-
sado y adoptarás una actitud proactiva ante las circunstancias po-
sibles y cambies tus interpretaciones para que arribes al logro que
te propones.

¿Cómo puedes reconocer la resignación?

 Afirmo que me presentaron un proyecto laboral.


 Juzgo que soy incapaz de realizarlo.
 Juzgo que no puedo cambiar esta situación.
 Declaro que no voy a hacer nada.

¿Se pueden modificar los estados de ánimo?

Vanesa concurre a una entrevista de coaching por su estado de


angustia, que se intensificó luego de haberse separado de su ma-
rido. Ella expresa:
- Estoy sufriendo y no logro controlarme.

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- ¿Cómo quisieras sentirte en estos momentos?


- Quiero estar en paz y disfrutar de mí misma.
- ¿Qué es lo que estás haciendo para lograrlo?
- Busco salir, leo, miro televisión, cuido mis plantas...
- ¿Qué es lo que te sucedería si lograses estar en paz?
- Sería fantástico.
- ¿Cómo interpretaste tu vida hasta ahora? ¿Cuál es la vida que
te tocó experimentar?
- Yo fui como “una princesita con mala suerte”. Siempre todas las
cosas me terminaron saliendo mal. En mi pareja, en mi trabajo.
Tengo miedo de mi futuro, que no pueda mantenerme por mi
misma. Me asusta no poder conseguir un trabajo rentable.
- ¿Quién crees que estás siendo desde esta creencia?
- Una persona sufrida, encerrada, solitaria, pobre.
- ¿Para que te sirvió este sistema a través del cual te declaraste
siendo esa mujer?
- Para no ser responsable de mí misma y para que un hombre me
proteja.

Vanesa había sido una joven que había vivido desde pequeña en
una familia adinerada, cuyo padre llevó una doble vida. Ella lo vio
con otra mujer cuando era una criatura, y esto le generó un
enorme sufrimiento, ya que cargó con ese secreto. Esta expe-
riencia le hizo pensar que a ella no le iba a suceder una situación
semejante a la que vivió su madre.
Trabajamos con un ejercicio de visualización para que se liberase
de su resentimiento hacia el padre y le permitiese aceptar lo que
había vivido y así lograr estar en paz.
Esta modificación de su estado emocional le facilitó darse cuenta
que ella también había vivido consigo misma una “doble vida”. Se
comportaba como una mujer dependiente, encerrada, sola, aún
cuando era una persona segura, próspera, sociable, que podía
disfrutar de sí misma.
De esta manera, dejó de ser la “princesita con mala suerte” para
constituirse en una mujer autónoma que aceptaba disfrutar de
experiencias que se le presentaran en su vida.

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Los estados de ánimo y los contextos sociales

Los estados de ánimo son altamente contagiosos y determinan el


contexto en el cual te conectas. Recíprocamente las situaciones
desencadenan tus estados de ánimo. Las diferentes edades pro-
mueven diferencias emocionales. Los adolescentes se muestran
distintos que los niños o las personas adultas.
La emocionalidad varía de acuerdo a las horas del día, determi-
nando que a la mañana te puedas sentir diferente que a la tarde o
a la noche. Por esto existen personas madrugadoras o noctámbu-
las.
Si bien los hombres y las mujeres sienten las mismas emociones,
culturalmente han aprendido a expresarlas de manera distinta. Las
mujeres, por ejemplo, tienen dificultades para expresar la rabia y la
derivan hacia la pena. Los hombres, en cambio, tienen dificultades
para contactarse con el sufrimiento y reaccionan con ira.
Los días de la semana pueden provocar diferencias de ánimo y se
percibe distinto el día viernes que el día domingo. La emocionali-
dad se modifica de acuerdo con las diferentes estaciones del año.
No es lo mismo estar en invierno que en primavera. Los ciclos
climáticos te provocan estados de ánimo diferentes, ya que si ves
un día soleado es distinto a uno en que esté lloviendo.
Es diferente la emocionalidad de la Argentina que la de Brasil o
Suecia, y cada una produce sus posibilidades. Podemos hablar del
estado de ánimo italiano, alemán, nórdico.
Los diferentes períodos históricos, como los años sesenta, o los
ochenta, produjeron una moda, una música y una manera de rela-
cionarnos, propias de la gente de esa generación.
Las organizaciones a las que perteneces, sean familiares, sociales,
deportivas, educacionales, empresariales, institucionales, políticas,
religiosas, despliegan estados de ánimo particulares que influyen
en tu persona.
Es posible que hables acerca de la emocionalidad de la gente y
emitas juicios: Miriam siempre está enojada. Así estás determinan-
do lo que puedes esperar de sus acciones. No hablas de lo que
pueda sentir Miriam sobre su experiencia, sobre su propio enojo.
¿Sueles suponer que tu experiencia personal acerca de un deter-
minado estado de ánimo te permite comprender el de otra persona

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cuando lo comparas? Cada persona es un observador diferente.


Del mismo modo como te es difícil comunicar cuál es el tuyo, más
aún te resultará complicado suponer cómo se siente otra persona.
Sólo puedes dar cuenta de las posibilidades en las que te encuen-
tras al permanecer en esa emocionalidad.
Si te animas a percibir tus estados de ánimo, generarás un nuevo
observador y podrás intervenir sobre ellos, diseñando acciones
que te posibiliten cambiarlos si te hacen sufrir.
El pesimismo es un estado de ánimo que puede convertirte en una
persona perdedora, llegando a menospreciar ofrecimientos que,
probablemente, puedan modificar tu status en la vida.
En cambio, si tu estado emocional es optimista, aun cuando las
circunstancias sean adversas, tu actitud ganadora te motivará a
conquistar lo que planeas.

La influencia del cuerpo, el lenguaje y las emociones

El cuerpo y el lenguaje, junto con la emocionalidad, mantienen re-


laciones entre sí y se influencian mutuamente, aunque sean tres
dominios diferentes. Lo que sucede en cada uno de ellos compro-
mete a los otros dos.
Una modificación emocional puede cambiar tus conversaciones y
tu postura corporal, aun cuando es necesario intervenir en los tres
dominios simultáneamente, para asegurarte la congruencia y la
alineación de los mismos para que consigas tu transformación.
Tu postura corporal, tu modo de pararte ante la vida, es el reflejo
de cómo te encuentras emocionalmente. Puedes darte cuenta del
estado de ánimo de una persona cuando observas su apariencia
corporal y, seguramente, podrás predecir como va a ponerse en
movimiento si conoces su emocionalidad.
A través de tu lenguaje expresas tu estado de ánimo cuando con-
versas. Hablas y escuchas de manera diferente de acuerdo tu
emocionalidad. Una conversación es siempre una combinación de
lenguaje y emociones que se interrelacionan.
Si quieres conversar con alguien para lograr lo que esperas, nece-
sitas de un estado de ánimo adecuado. Tu emocionalidad determi-
na la forma en que las personas te escuchan cuando deseas des-
pertar su interés al ofrecer, pedir, negociar, vender.
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La alegría te permite ver las situaciones de modo brillante y la tris-


teza, observarlas oscuras y opacas. Si estás de malhumor juz-
garás que todo lo que te rodea es destructivo. En cambio, si mani-
fiestas buen humor, verás tu entorno como productivo. Una u otra
mirada no pertenece al mundo en el que habitas, sino que se rela-
ciona con el tipo de observador que estás siendo. Las situaciones
anidan en tu estado de ánimo.
No eres culpable de que tus estados de ánimo se desencadenen,
ya que son el producto del fluir de las sustancias químicas, sólo
eres responsable de permanecer en ellos. Puedes transformarlos
modificando las conversaciones privadas que sostienes contigo.
Un coach es un profesional entrenado para ello ya que tiene el
poder de promover cambios emocionales.

Las emociones, la respiración y la postura corporal

Susan Bloch psicóloga, especializada en Neurofisiología, conside-


ra que la emoción es un estado de todo el organismo. Cuando di-
ces: Estoy con problemas, tengo rabia, se provocan cambios en el
dominio del cuerpo a nivel facial, postural, respiratorio y muscular.
Tu fisiología se modifica y puede provocarte taquicardia, alteración
de la respiración llegando a gritar, reír, llorar.
Susan Bloch reconoce la existencia de seis emociones básicas en
las personas: la alegría, la pena, la rabia, el miedo, el erotismo y la
ternura que aparecen tempranamente en nuestro desarrollo y
aprendemos a expresarlas a través de la convivencia con la gente.
Cada una de ellas tiene asociada una forma precisa de respirar,
una postura corporal típica y una expresión facial característica,
que son comunes a los individuos de la especie.
Esta hipótesis la motivó a crear el método científico: Emoting. Este
es el sistema por medio del cual se pueden promover ciertas pau-
tas respiratorias, posturales y faciales entrar o salir de cada una de
ellas.
Susan Bloch utiliza este método con actores, para que provoquen
sus emociones, sin necesidad de evocar situaciones para desen-
cadenarlas. Cuando estos elementos se ponen en funcionamiento,
surge la emoción que originan fisiológicamente.

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La respiración es un factor fisiológico determinante a la hora de


expresar un estado emocional, la cual conlleva otros cambios fun-
cionales. Experimentarás una sensación de alivio cuando respires
regular y profundamente si estás pasando por un estado de ansie-
dad, por ejemplo.
Las conversaciones son la transmisión de emociones. El primer
contacto con una persona siempre es emocional y marcará toda la
relación futura. Si te cae bien o mal, la “primera impresión" puede
ser fundamental.
La gente puede entrenarse y lograr un adecuado manejo de sus
emociones en los diferentes contextos en los que se relacionan
como por ejemplo, la familia, la escuela, el trabajo.
Si las personas logran reconocer la fisiología de sus diferentes
estados emocionales y aprenden a respirar de manera adecuada,
podrán diseñar su emocionalidad y al mismo tiempo lograr relajar-
se.
Si quieres, puedes decidir reproducir y vivenciar una determinada
emoción, si conoces de qué manera preparar tu rostro, ubicar tu
postura corporal y respirar en consonancia. Entrénate y tendrás la
posibilidad de crear la emocionalidad que te plazca así como de-
sistir de las que te hacen sufrir.
Aunque te aparezcan recuerdos e imágenes de tu propia vida,
puedes parar el proceso, creando una nueva fisiología que deje
neutra la que habitualmente acompaña a la emoción que te está
afectando.

Práctica de la risa

Te sugiero que te pares delante de un espejo y abras tus ojos.


Parpadea, distiende tus músculos faciales y tus comisuras hacia
tus orejas, de tal modo que tu boca se entreabra.
Distiende tu pecho y desplaza la cabeza hacia delante. Ahora co-
mienza a respirar, conservando tu postura corporal y tu expresión
facial. Inspira profundamente.
Al exhalar larga el aire emitiendo el sonido JA, JA, JA, JA, JA…
Repítelo y verás qué sucede con tu emocionalidad.

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Tu experiencia de vida determina tu presente

Las investigaciones sugieren que desde niños desarrollamos mo-


delos de funcionamiento a través de la interacción con nuestros
principales cuidadores, que tiñen nuestro modo de vincularnos con
los demás, así como las expectativas que nos despierta cada rela-
ción y la visión del mundo en general. Aprendemos a través de
esas experiencias tempranas, el tipo de respuestas que podemos
esperar de las personas, así como el grado en que creemos ser
merecedores de cuidados.
Con el tiempo, estos modelos se convierten en filtros interpretati-
vos a través de los cuales reconstruimos nuevas experiencias y
relaciones, de modo congruente con las expectativas y las expe-
riencias pasadas.
A este sistema se lo denomina aprendizaje asociativo. De esta
manera se crean las reglas implícitas para relacionarnos con los
demás y respondemos según las expectativas de aceptación, re-
chazo e indiferencia.
Esto influye en nuestra emocionalidad. Lamentablemente, si esta-
mos a la defensiva contra un posible rechazo, mayor es la posibili-
dad de que ocurra.

¿Cómo se conectan las experiencias en nuestros cere-


bros?

Las experiencias vividas en las situaciones del pasado promueven


las pautas de comportamiento desde las cuales procedemos, y se
convierten en filtros interpretativos cuando nos vinculamos con
otros.
Nuestro cerebro programa los estados emocionales, y nos expre-
samos ante las diferentes circunstancias que afrontamos con el
mismo tipo de respuesta emotiva que acompaña a la misma pauta
de comportamiento que está asociada a las primeras experiencias
de vida. Por ejemplo, una pareja transita en su automóvil con su
bebé recostado en el moisés, ubicado en el asiento trasero. Cuan-
do los padres comienzan a pelearse y el bebé empieza a llorar,
ellos dejan de discutir y la mamá se ocupa de calmarlo. ¿Qué

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aprendió el bebé? Que cada vez que llora, no sólo dejan de gritar,
sino que lo atienden. Este es un aprendizaje asociativo que va
acompañado de una alteración de la neuroquímica que provoca la
expresión de sus emociones.
Esta es la manera como nos programamos, desde muy pequeños,
para expresar nuestras emociones ante las diversas situaciones
que afrontamos. Esta programación se va instalando y va a dar
origen a nuestro sistema de vida, sostenido por las creencias que
nos forjamos, desde las cuales reaccionamos con determinadas
actitudes al expresarnos corporal, emocional y
conversacionalmente.

Experiencia de Aurelia

Aurelia consultó por sentirse angustiada. La ruptura de su matri-


monio es lo que le ocasiona su estado emocional. Según ella,
descubre que su marido tiene un amorío y se separa de él. Llega
a la entrevista y comenta su quiebre. Hace dos semanas se le
desencadenó su crisis de angustia en una reunión a la que había
concurrido en la casa de una amiga. En determinado momento
comenzó a ver una escena de cortejo entre dos jóvenes que es-
taban en la reunión. Recuerda que comenzó a sentirse incómoda,
percibió su taquicardia, sudoración en las manos, temblor y creyó
que se iba a desmayar. El miedo y la angustia se apoderaron de
ella.
Al ver a la pareja besarse, evocó la idea de haberse sentido trai-
cionada por su marido, imaginándoselo a él con la otra mujer. Es-
ta asociación y la percepción de ese recuerdo, desató su angus-
tia.
Su creencia de haber sido abandonada por otra mujer, fue lo que
le provocó una modificación en su neuroquímica, desatando su
emocionalidad y sus manifestaciones corporales, cuando vio a la
pareja besarse, fue como si estuviesen proyectando las imágenes
de su pasado sobre una pantalla.

Nuestras emociones deciden a qué le prestamos atención, tenien-


do una significativa incidencia en cómo percibimos al mundo y rea-
lizamos nuestras elecciones.
108
ATRÉVETE

Nuestro cerebro está ligado a las emociones

El hipotálamo es el área cerebral que juega un papel muy impor-


tante en la regulación de la vida emocional, como ya lo dijimos.
Asociado a él se encuentra la amígdala, órgano vinculado a la
emocionalidad en general y principalmente al miedo, lo cual nos
ayuda a anticipar el peligro para que reaccionemos ante las situa-
ciones que nos atemorizan.
Según la neurobióloga Candace Pert, cada emoción que sentimos
circula por nuestro cuerpo en forma de elementos químicos llama-
dos neurotransmisores, que son la manifestación del lenguaje bio-
químico universal.
Los neurotransmisores son las sustancias químicas que se encar-
gan de transmitir las señales desde una neurona a otra. Son ami-
noácidos sintetizados por las neuronas y captados por un receptor
específico.
Los aminoácidos son los principales constituyentes de las proteí-
nas. Las plantas pueden sintetizar todos los aminoácidos, nuestro
cuerpo solo 16.
Funcionan como mensajeros que circulan libremente facilitando la
comunicación entre los sistemas: nervioso, endocrino e inmunoló-
gico, los cuales forman una red, a través de la cual, alcanzan todos
los rincones del organismo. Cada parte del cuerpo "sabe" lo que
está pasando en todas las demás.
Todos los procesos biológicos dependen de la actividad de cada
uno de ellos, ya que intervienen en el mantenimiento de la integri-
dad de las células, tejidos y órganos, en la manifestación bioquími-
ca de la memoria, de la sensibilidad corporal, de las emociones, de
los niveles hormonales, de la actitud defensiva.
El sistema gastrointestinal también está recubierto por receptores
que corresponden a cada neurotransmisor. Por eso solemos decir:
lo siento hasta con las tripas.
Concretamente percibimos nuestras emociones también con el
intestino. Esto es lo que suele provocar diarreas, constipación, co-
lon irritable, úlceras, gastritis.

109
Lidia Bequer

¿Cómo se vincula este esquema con la emocionalidad?

Los neurotransmisores son las sustancias que “están detrás” de


cada juicio, de cada creencia, de cada emoción y transmiten las
señales entre todas las células nerviosas del cerebro. Cuando
atravesamos ciertas experiencias solemos interpretarlas de deter-
minada manera.
Toda creencia, que pertenece al dominio del lenguaje, influye en la
química del cerebro. Nuestro modo de interpretar las situaciones
impacta en el hipotálamo, provocando una estimulación en el sis-
tema neuroquímico que desencadena las reacciones emocionales
y las alteraciones corporales, repercutiendo en nuestras actitudes.
De esta manera se establece un círculo vicioso que deja como
secuela lo que Candace Pert llama: “adicción a las emociones”.
Según Pert, cuando los receptores sufren un constante bombardeo
de los neurotransmisores, se les hace imposible captarlos y pier-
den sensibilidad. Aún así, siguen reclamándolos, pero al no lograr-
lo se desata una emocionalidad que altera el proceso de captación
del neurotransmisor. Por esto concluye diciendo que, los estados
emocionales son producidos por una alteración neuroquímica.
Por ejemplo, cuando la serotonina no puede ser captada por su
receptor suele producir ansiedad, miedo, angustia, insomnio, de-
presión, trastornos obsesivos compulsivos, descontrol de la ira.
Esto va acompañado de reacciones corporales como taquicardia,
sudoración, temblor, dolor de cabeza y deseo compulsivo de co-
mer carbohidratos.
Como el adicto, estas personas responden ante determinadas si-
tuaciones con la misma emocionalidad. Esto explica la actitud de
ciertas personas que reaccionan permanentemente agrediendo,
así como las que suelen ser reiteradamente agredidas.
¿Qué determina que perdure una emoción y la persona se convier-
ta en adicta a ella?

¿Para qué sirve la adicción a las emociones?

Liliana estaba en un semáforo y se le acercó un hombre y le dijo:


“Me das toda la plata o te mato a tiros”. En ese momento ella le-

110
ATRÉVETE

vantó el vidrio y comenzó a tocar bocina, lo cual determinó que


ese hombre se fuera. Aún así, cuando retomó la marcha con el
auto, comenzó a sentir taquicardia, sensación de ahogo, temblor
en el cuerpo y una puntada en el tórax.
Pensó: “Me podía haber matado”. Ya el miedo se había instalado
en ella.
Si bien todos los síntomas habían cedido, cada vez que paraba
su automóvil en un semáforo y alguien se le acercaba para ofre-
cerle algo, ella reaccionaba sobresaltándose porque le daba mie-
do.
¿Para qué se repetía esa emoción y la reacción física? Era la
manera de estar alerta y no ser sorprendida ante la posible ame-
naza de que le volviera a ocurrir ese mismo hecho.
Lo que comenzó siendo una emoción - miedo - perduró y se ins-
taló como un estado emocional de pánico, acompañado de reac-
ciones corporales.

La creencia y el estado emocional determinan tu manera de perci-


bir el mundo y te llevan a reaccionar de la misma manera ante dife-
rentes situaciones que se te presenten en la vida, instalándose
una pauta que se repite con regularidad a través de diferentes
comportamientos.
Así programaste tu sistema de vida desde el cual observas, escu-
chas, sientes, interpretas las cosas, las personas y las situaciones.
Las respuestas rígidas y estereotipadas de ciertos comportamien-
tos adictivos pueden quebrantar tu cuerpo, afectar tus emociones y
perjudicar tus conversaciones.

La adicción a las comidas

Este mismo sistema provoca la adicción a determinadas sustan-


cias, por ejemplo las harinas y los dulces, desencadenando el so-
bre peso y la obesidad. Ante la imposibilidad de que el receptor
capte a determinado neurotransmisor, como por ejemplo, la sero-
tonina, el organismo busca compensar su falta de alguna manera.
¿Cómo?

111
Lidia Bequer

La ingesta de harinas, dulces, pan, pastas, chocolate, suple transi-


toriamente esa carencia, ya que estos alimentos contienen triptó-
fano, aminoácido precursor de la serotonina. Como la cantidad que
proveen estos alimentos no basta para satisfacer su producción, el
cuerpo pide cada vez más y así la gente se convierte en adicta a
los alimentos que contienen carbohidratos, provocando el sobre-
peso y la obesidad.
La mayoría de los profesionales sostienen que la ansiedad es lo
que determina el deseo de comer, desconociendo que el desequi-
librio de la serotonina es el que genera la aparición de síntomas
físicos y emocionales, como por ejemplo la ansiedad.
Muchas personas se recriminan a sí mismas o son criticadas por-
que les falta “fuerza de voluntad”. Estos son juicios infundados,
declarados por desconocer este proceso neuroquímico.

Graciela quería adelgazar 20 Kg., pero no podía. Vivía como si


estuviera conviviendo con un “enemigo". Su cuerpo no producía
suficiente serotonina. Padecía de insomnio, dolores musculares,
miedos, depresión, migrañas, cansancio y mareos. Al mismo
tiempo, la falta de serotonina le generaba su necesidad de “au-
tomedicarse” con carbohidratos.

El secreto de las personas que no comen lo que engorda y por eso


no engordan, no radica en que se controlan, sino en que no sien-
ten ninguna necesidad apremiante de ingerir harinas y dulces, ya
que sus neuroquímicos no se lo piden. Pueden consumir una table-
ta de chocolate sólo por placer, pero no se comen una caja de
bombones en media hora, ya que no necesitan compensar nada.
Por eso no engordan. Si comieran de modo compulsivo, también
se volverían adictas y engordarían. A quienes comen compulsiva-
mente, por el contrario, les representa la medicina con la que equi-
libran el déficit.
La naturaleza nos provee de sustancias que podemos consumir y
muchas de ellas las encontramos en los suplementos dietarios,
que son productos naturales que restablecen el desequilibrio neu-
roquímico y disuelven la necesidad de que la gente lo compense
comiendo. Hoy día, existe la posibilidad de encontrar los aminoáci-

112
ATRÉVETE

dos que modifican las disfunciones emocionales y corporales resti-


tuyendo el bienestar.
Es importante que un profesional especializado indique cuál es el
adecuado para el sistema de cada persona, ya que no son medi-
camentos estandarizados. Es fundamental que el sobrepeso sea
enfocado de modo multidisciplinario.

¿Se puede transformar la neuroquímica?

La persona que estamos siendo no es neutra. Permanentemente


nos encontramos viviendo en determinados estados de ánimo.
Constituimos mundos de posibilidades y predisposiciones distintas,
si lo percibimos desde la ambición y no desde la resignación.
Por ejemplo, si a una persona no le pagaron el sueldo y esperaba
saldar una deuda con el mismo, puede pensar: ¡¿Por qué siempre
me tienen que perjudicar a mí?! Al mismo tiempo reacciona con ira
y siente dolor de estómago producido por su gastritis. Esta pro-
gramación ya está instalada desde hace mucho tiempo y cada vez
que aparece un inconveniente que le hace suponer que lo perjudi-
ca, actúa de la misma manera.
Si acepta la situación puede pensar: Voy a ver de qué otro modo
puedo afrontar esta situación. De este modo interpretará las mis-
mas circunstancias, activando desde el optimismo. Su declaración
promueve esa emoción y despierta una actitud que le posibilita
afrontar su quiebre, alcanzando el resultado deseado.
¿Podemos trascender esta programación previa y modificar nues-
tras pautas disfuncionales a través de las cuales vemos el mundo
y nos relacionarnos con los demás?
Es posible reprogramar nuestro sistema de vivir si nos enfocamos
en la transformación del paradigma limitante que instauramos, así
como la modificación de la neuroquímica.

A lo largo de mi vida, me las tuve que arreglar siempre sola, ex-


presaba Samanta. De esta manera pautó su sistema de vivir,
siendo una persona sumamente exigente consigo y con los de-
más. Esta creencia que le resonaba desde que era pequeña, no
sólo determinó sus conversaciones, sino que la llevó a afrontar
las situaciones con ansiedad. En determinado momento de su vi-

113
Lidia Bequer

da comenzó a sufrir de desórdenes orgánicos, que desencadena-


ron hipertiroidismo.
Este sistema le había servido para ubicarse como poderosa fren-
te a su familia de origen, la cual la había descalificado siempre,
comparándola con su hermano. Durante el proceso del coaching
personal hicimos foco en su paradigma para modificarlo y que di-
señara uno nuevo a partir de quién quería estar siendo.
Declaró que era una persona poderosa, emprendedora, apasio-
nada, ubicada, confiada de sí misma. Desde esta declaración
construyó su nuevo paradigma: “Yo elijo estar siendo una perso-
na que comparto mis tares con personas con las cuales puedo
complementarme”. De esta manera modificó su emocionalidad,
sintiéndose segura y en paz, ambicionando poner un instituto en
el cual trabajasen en equipo con diferentes profesionales. Esto
modificó sus actitudes para consigo misma y para con los demás,
ya que el nuevo diseño de sus conversaciones le facilitaron lograr
efectividad en cada tarea que emprendió en equipo.

Puedes empezar a llegar a la raíz de tus emociones adictivas re-


conociendo las repuestas que te da tu cuerpo. Cuando sientas
angustia, explora tu expresión facial, que sucede con la musculatu-
ra de tu cara, cuál es tu postura corporal, cómo estás respirando.
Aleja tu atención de la historia y de la recurrente conversación que
sueles procesar, ya que es la que desata tu emoción. Respira pro-
fundo un par de veces, abra tus brazos y levanta la cabeza, perci-
biendo las sensaciones en tu cuerpo. Sigue respirando pausada-
mente y deja que tu cuerpo encuentre las posiciones en las que
sienta comodidad.

El aporte valioso de los aminoácidos

Los aminoácidos son sustancias producidas por nuestro organismo


que elaboran las proteínas que nos suministran el material necesa-
rio para el crecimiento y la reparación de tejidos y órganos. Un
aporte insuficiente de los mismos se lo asocia a los trastornos cor-
porales y emocionales.
Las últimas investigaciones de la neuroquímica muestran los resul-
tados extraordinarios que se logran aplicando los aminoácidos pa-
114
ATRÉVETE

ra tratar las disfunciones orgánicas y emocionales de las personas.


Su valor es exponencial si se lo implementa durante el proceso de
transformación del coaching.
Los aminoácidos son suplementos dietarios y es por esto que no
se los clasifica como una droga medicamentosa, ya que son elabo-
rados a partir de sustancias naturales que se encuentran en las
plantas y los alimentos. No generan efectos colaterales ni produ-
cen adicción.
Por ejemplo, el triptófano, precursor de la serotonina, influencia
sobre la depresión, la ansiedad, las fobias, las crisis de pánico, el
estrés, las obsesiones, el descontrol de la ira, la anorexia, la obe-
sidad, las cefaleas, migrañas, la hipoglucemia, el insomnio, los
trastornos premenstruales.
Gracias al suministro de los aminoácidos podrás modificar estas
respuestas preprogramadas que pueden estar afectando tu cuer-
po, tus emociones y tus conversaciones y que te impidieron em-
prender tus proyectos para conquistar tus sueños.
En el profundo mundo de nuestra neuroquímica, encontramos lo
que Pert llama: “nuestro potencial de transformación”.

Reprogramando las creencias y las emociones

Esto le sucedió a Carlos. Tenía 13 años cuando su padre echó de


la casa a su madre y él se tuvo que ir con ella.
Ambos, madre e hijo, fueron a vivir a la casa de la hermana de su
madre. Su tía era mamá de Julián, que tenía 14 años.
Carlos había quedado sumamente asustado de esa experiencia
con su padre. Empezó a retraerse y fue considerado las personas
de su entrono social y familiar como un joven “de bajo perfil”.
A pesar de esa reacción suya, pudo ingresar a la universidad y
recibirse de médico.
En una conversación de coaching que sostuvimos, pudimos reve-
lar que su actitud había surgido de una interpretación que había
hecho acerca de la situación vivida.
El creía: Si yo le digo a mi primo lo que pienso y siento, se puede
pelear conmigo. Si me hago el loco corro riesgos de que mi tía
nos eche de su casa, como lo hizo mi papá. Mejor me quedo en
el molde, me callo la boca, así no corro riesgos.

115
Lidia Bequer

Fue interesante comprobar que esta creencia determinó su emo-


cionalidad generándole miedo y esto determinó su pauta de con-
vivencia constituyéndose en una persona retraída.
Transitó hasta sus 40 años con un perfil bajo y su rótulo de tími-
do.
Para modificar sus miedos y su angustia y provocar el cambio de
su creencia, implementé el ejercicio del perdón hacia su padre,
para que quedara libre de su resentimiento.
También realizó un trabajo de cambio de historia desde la pro-
gramación neurolingüística, lo cual le permitió visualizarse siendo
una persona valiosa, expansiva, segura de si misma, sociable,
apasionada, entusiasmada, competente y confiada.
La modificación de su creencia, su nueva declaración, el uso de
aminoácidos, modificaron su neuroquímica y su emocionalidad,
pudiendo comenzar a vincularse desde la tranquilidad al aceptar
lo que le había sucedido.
Este proceso lo enfocó en su logro anhelado, llegando a accionar
como una persona sociable, alegre, que disfruta de las experien-
cias que comparte en la convivencia familiar y laboral.

¿Decides transformar tu emocionalidad?

Si buscas cambiar las pautas que vienes utilizando, ya que no te


producen los mismos resultados, vas a necesitar salir de tu zona
de comodidad. A veces, ni siquiera cambiamos la postura al sen-
tarnos en una silla, a menos que estemos molestos. Cambiamos
nuestras actitudes cuando vivimos la incomodidad de ver nuestros
deseos frustrados y cuando nos demuele la tristeza.
No es cuestión de que busques situaciones que te llenen de eufo-
ria y al poco tiempo te dejen en el mismo nivel en el que empezas-
te. Si supones que con sólo repetir palabras positivas vas a alcan-
zar la transformación de tu emocionalidad, elegiste el modo inade-
cuado, que puede provocar comportamientos autodestructivos y
conductas adictivas, así como desilusión.
Lo esencial es que reconozcas cuál es el paradigma con el que
determinaste quién estás siendo y qué te imprimió en tu cerebro la
adicción a esa emoción reiterada. Descubre para qué te sirvió tu
creencia y tu emoción, hasta este momento.
116
ATRÉVETE

Esto le sucedió a Carlos cuando fue a vivir a la casa de su tía. Se


comportaba conforme a viejas heridas. Si bien las experiencias
determinaron patrones de conducta que le acompañaron desde el
pasado y lo hicieron sufrir, comenzó a reaprender la posibilidad de
vivir de otra manera.
Si transformarse significa estar libre de reacciones preprograma-
das, pon en marcha la potencialidad de elegir respuestas creativas
ante cada situación que se te presente.

Traduzco mis emociones por medio del lenguaje

A través de los actos del lenguaje podemos reconstruir una emo-


ción y los estados emocionales, para diferenciar, por ejemplo, la
vergüenza del miedo, la rabia del resentimiento. Esta tarea la reali-
za el coach ontológico cuando conversa con la persona que decla-
ra un quiebre. Permite identificar el estado emocional que subyace
en quien consulta. Esta práctica le facilita al coach intervenir, si-
multáneamente, en los tres dominios de la persona: cuerpo, len-
guaje y emociones, para alcanzar la congruencia de los mismos y
lograr su transformación.
La reconstrucción lingüística de una emoción, la reconstrucción
corporal y la reconstrucción del lenguaje que lo acompaña, motivan
a la persona a comprender lo que hasta ese momento le generaba
sufrimiento, y así diseñar estrategias que facilitan moverse a nue-
vas posibilidades de ser y hacer.
Al reconstruir una emoción vemos qué es lo que la persona afirma
acerca de lo que ha hecho. Luego que juicios abrió acerca de su
actitud. Finalmente, la declaración que emitió ante esa situación. Al
traducir las emociones se diferencian los estados emocionales co-
mo la culpa del bochorno, la vergüenza del arrepentimiento.
No interpretes que las emociones son fenómenos lingüísticos, sino
que podemos traducirlas desde los actos del lenguaje. Tampoco
las compares con los sentimientos, ya que éstos dependen del
lenguaje. Si dices “te quiero”, estás expresando un sentimiento con
palabras y puedes no estar mostrando tu emoción, ya que ésta se
exterioriza a través de tu cuerpo.

117
Lidia Bequer

Así se traduce el estado anímico del arrepentimiento:

 Afirmo que le grité a mi hijo.


 Juzgo que esto que hice produjo consecuencias negativas para
él.
 Declaro que en el futuro no volveré a repetir el hecho.
 Pido perdón a él ya que le afecté con mi actitud.

Transformándonos desde el amar

Quienes estamos en el mundo del coaching y en el camino espiri-


tual reconocemos el poder transformador del amar. Todos los pro-
cesos que se implementen requieren del amarte para que logres
amar y que te amen.
Habitualmente nos enseñaron a hablar con sustantivos como el
amor, la felicidad, la bondad y a la hora de preguntarnos qué son,
no logramos respuestas específicas. Te sugiero que comiences a
utilizar los verbos amar, complacer, entusiasmar, apasionar, que
se traducen en acciones que puedes concretar.
¿Qué te estoy mostrando? Si declaras que eres una persona amo-
rosa, cariñosa, apasionada, tus acciones emanarán de tu ser. El
amarte a ti es primordial. Nadie puede dar lo que no posee.

118
ATRÉVETE

Consolida tu aprendizaje

Mi declaración

Te pido que repitas en voz alta:


Yo renuncio a ser una persona adicta a mis emociones de angus-
tia, miedo, ansiedad, resentimiento y resignación que me hacen
sufrir.
Declaro que acepto las situaciones que he vivido hasta el día de
hoy para vivir estando en paz y tranquilidad, ambicionando las
oportunidades que se me presentan en la vida para lograr hacer
posibles mis sueños.

Prácticas

Mi situación emocional

¿En qué estado emocional te encuentras generalmente?


¿De qué modo tu manera de interpretar tu pasado impregna tu
emocionalidad?
¿Cómo es el estado emocional con el que transitas en tus relacio-
nes con amigos, pareja, familiares, compañeros, jefes?

Reconoce tus estados emocionales en el contexto:

1. Familiar
¿Cuál fue el estado emocional que predominó en tu familia de
origen?
Observa si éste se reproduce en la familia que formaste.
¿De qué manera la elección del contexto en el que realizas tus
acciones, produce estados emocionales semejantes a los que
aprendiste en tu infancia?

119
Lidia Bequer

2. Pareja
Observa tu relación de pareja y ten en cuenta los estados emo-
cionales de cada uno de ustedes.
¿De qué manera influyen en el vínculo abriendo o cerrando es-
pacios de posibilidades? ¿De qué manera el estado emocional
de tu familia de origen desencadena tus actitudes actuales en tu
relación de pareja?

3. Social
Reconoce cuáles son tus estados emocionales cuando te rela-
cionas con conocidos, compañeros, amistades.
¿Para qué crees que te relacionas con ellos? Establece la dife-
rencia que encuentras entre el ser una compañía para alguien o
ser compañeros.

4. Laboral
Va a ser valioso que identifiques el estado de ánimo de las per-
sonas que trabajan contigo, tus pares, personas a tu cargo, tus
superiores. Si eres quien las dirige, considera cómo tu estado
emocional influencia en los demás, determinando sus actitudes.
Ten en cuenta la emocionalidad del personal que va modelando
el clima de trabajo refleja la identidad pública de la empresa.

5. Deportivo
Si estás en el mundo del deporte y realizas alguna práctica gru-
pal, reconoce la incidencia de tu emocionalidad en el desempe-
ño individual y del trabajo de equipo.

6. Político
Lo mismo puede sucederte si te desempeñas en el ámbito de la
política. ¿Aprovechas la emocionalidad de los ciudadanos para
ejercer tu control o desarrollar tu poder?
Esto sucedió luego de la caída de las Torres Gemelas en Esta-
dos Unidos, que movilizó determinados estados de ánimo en el
pueblo que provocaron el temor de trabajar en las oficinas de
los edificios. Así se creó el home working: trabajar desde la ca-
sa.

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ATRÉVETE

7. Espiritual
Si perteneces a una congregación, percibe su clima emocional
producto de las personas que se reúnen en ella, qué promueve
un estilo espiritual, qué hace que las personas accionen acorde
al mismo.

8. Financiero
Si perteneces al ámbito de las finanzas, observa cómo el estado
de ánimo moldea el comportamiento económico de los merca-
dos y el desempeño económico de una nación. Esto se ve
cuando ciertos acontecimientos generan una emocionalidad que
hace fluctuar la Bolsa de Comercio, siendo ésta el indicador del
ánimo de un país.

Escribo y resalto mi visión para leerla con tranquilidad,


pues se realizará en el tiempo señalado y se cumplirá.
Aunque parezca tardar la espero en paz,
ya que siento la seguridad de que se cumplirá.
Habacuc

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