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Sin mucha ceremonia los santos dorados se presentaron delante del templo de
Saori, su aspecto no era de los mejores pues era muy temprano en la mañana y
algunos a penas sí comenzaban a despertar. Muchos aún vestidos con pijamas,
otros en bata de baño. Sorpresivamente Máscara de la Muerte llegó vestido.
—Porque quién sabe a qué hora habrá llegado —le murmuró Saga, luciendo crema
de afeitar en su rostro, a Aioria —. Por eso viene vestido con la ropa de ayer.
Por respuesta el santo del león asentía con la cabeza, mientras sorbía su taza de
café con la que había salido de casa.
—Sí, sobre todo porque no hicimos nada malo y nadie tiene pruebas —respondió el
santo de Acuario — ¿sospechas de algo Shaka? —le dirigió la pregunta al santo
más próximo, que en ese momento llevaba todavía su manta a rastras.
—No entiendo nada, de no haber sido por Saga y Kanon que me echaron de
cabeza en esta manta y me trajeron a rastras, yo seguiría durmiendo…
—Es un síncope —explicó Milo —, un tío mío tuvo uno parecido cuando vino el
fisco le hizo auditoría.
—Si ya acabaron con sus chismes les voy a dar las instrucciones para la misión de
hoy —ella aclaró la garganta y con un tono autoritario, caminando de un lado
hacia otro como un general ante su tropa comenzó —. Necesito de su cooperación
y esfuerzo para llevar a cabo las tareas que les voy a asignar.
—Hoy nos toca… —Saori hizo una pausa para hablar gravemente después —hacer
limpieza de primavera.
—¿Eso quiere decir que tendremos que barrer? —Finalmente Shura se atrevió a
hablar todavía
—Sí, y desempolvar y aspirar, y lavar, y encerar el piso —Continuó Saori sin darle
mayor importancia a los rostros amohinados de sus caballeros
—Especialmente tus telarañas —respondió Saori a las quejas del santo de Cáncer
—. Sabes que no me gusta nada, se enredan en mi cabello
Si los demás caballeros hubiesen tenido el mismo poder psíquico que Shaka se
hubieran sonrojado por los pensamientos del caballero de la cuarta casa.
Solamente el santo de Virgo se tapó los oídos y se puso a silbar.
—¿Y si por alguna razón no podemos cumplir con tus ordenes? —preguntó
temeroso Aioros —¿cuál sería el castigo?
Sin media palabra de protesta corrieron, esta vez escaleras abajo para cumplir con
la misión encomendada. No obstante cuando ya estaban por llegar a la casa de
Piscis.
—Camus, creo que debes llamar a Hyoga para que te ayude y luego me lo prestas
—sugirió Milo, pero antes de que Camus pudiera contestar alguien más se le
adelantó.
—No será Posible Milo —explicó el caballero de Libra —. Hyoga no podrá ayudar a
Camus, porque estará ocupado —dijo Dokho con una infinita tristeza —, ni siquiera
Shiryu podrá ayudarme. Parece que Saori ha llamado también a los caballeros de
bronce para otra importante misión.
—¿Y cuál puede ser? —preguntó Shaka que abrigaba la esperanza de obligar a
Shun a ayudarle con sus tareas domésticas.
Para responder las dudas de Shaka tendríamos que ver lo que sucedía en el
templo de Atena.
—¿Para eso nos llamaste urgentemente? —protestó Seiya —No pensé que...
—Ese es tu problema, nunca piensas —Saori no dejó a Seiya terminar sus frases,
provocando las risitas incontenibles en los otros caballeros, todos menos uno.
—Si no quieres hacerle compañía a Aldebaran —Saori comenzó otra vez con las
amenazas —, será mejor que agarres esa escoba
—¿Por qué? —preguntó altivo el Fénix, para luego preguntarle a los otros —¿Qué
le pasó a Aldebaran?
—Creo que le obligó a barrer todas las gradas del santuario —respondió Hyoga
—¿Es eso verdad? —dijo el fénix con verdadero terror en su rostro —Rápido Shun
que estás esperando tenemos que barrer este templo
—Ya voy Ikki —dijo Shun corriendo tras su hermano —, nada más deja que me
ponga este delantal.
—Ahora podré pintarme las uñas —Saori dijo con satisfacción al ver sus deseos
cumplidos.
—Pero si en el frasco dice que no maltrata las manos —Se quejaba Piscis —. Ya se
me pusieron rojas. No hay nada peor que manos ásperas y secas, y mi cabello, se
maltratará también. Debería usar guantes, pero son tan feos. No combinan con
mis ojos. ¿Quién diseña estas cosas?
En la casa de Acuario
—¿Qué haces aquí Milo que no tienes que limpiar tu casa? —preguntó Camus
viendo que Milo no se iba.
—Es precisamente por eso —dijo Milo acercándose a Camus —tú controlas la
nieve, y la nieve no es más que lluvia congelada. ¿Qué tal si haces llover tanto
para que el agua se lleve toda la mugre.
—Tal vez tengas razón —dijo Camus luego de reflexionar unos instantes —, pero
primero tengo que sacar todas las cosas que no quiero que se mojen —luego de
pensar un poco habló —. Pero primero debes ayudarme a sacar las cosas que no
quiero que se mojen. Yo te ayudaré con tu casa luego.
Y a medida que iba jalando la hebra de la alfombra, ésta se iba deshilando poco a
poco. Cabe decir que después de unos minutos tuvimos a un Shura en medio de
una maraña de lana de colores.
—¿Y Ahora cómo arreglo esto? —dijo Shura tratando de librarse de la lana sobre
su cabeza
La casa de escorpión estaba vacía por razones que ya se explicaron. Más abajo en
la casa de Libra Dokho trapeaba el piso con ahínco, pero lo que él no se daba
cuenta era que traía los zapatos con barro por lo que sus esfuerzos eran vanos,
pues al pasar el trapeador por un lugar inmediatamente dejaba sus huellas.
—¡Pero qué..! —dijo Dokho sin comprender lo que pasaba —¡Oh! Tendré que
trapear todo de nuevo.
Dokho se dio a la tarea de trapear todo el piso nuevamente. Pero cuando Dokho
se da la vuelta para ver su obra encuentra otra vez sus propias huellas.
—Algo muy extraño pasa en esta casa —se dijo sin descubrir el misterio.
—Así que pasaban Dragon Ball a las cuatro después de Inuyasha —decía el santo
de Leo con una vieja Tv guía en las manos — ¿A qué hora pasaban Los caballeros
del Zodiaco entonces?
Cuando ocurría eso Saga estaba cepillando la entrada de Géminis, mientras que
Kanon le sacaba brillo a los jarrones de su casa. Los gemelos parecían bastante
buenos en estas labores, de hecho se veían hasta contentos. Saga llevando una
pañoleta para sujetar su cabello, mientras que Kanon usaba un delantal con
volados rosados.
—¡Es que es el delantal de mi mamá! ¡No es por otra cosa! —Dijo a modo de
explicación Kanon.
En Aries, Mu trata de quitar con un cepillo las manchas de dulces en las paredes.
Son curiosas manchas pues tiene la forma de pequeñas manos, como de un niño
de once años.
—Al fin hallé el remedio para que mis santos dejen de pelear entre ellos.
El Mediodía
Por su parte los chicos de bronce tampoco parecían contentos, aunque aceptaban
mejor las órdenes dadas y con paciencia intentaban limpiar el templo de Saori.
—Ya puedes conectarla Ikki —dijo Seiya tratando de operar una enorme
aspiradora industrial. El fénix hizo caso y puso el conector en el tomacorriente sin
darse cuenta de que el Pegaso tenía dificultades grandes.
—¡Idiota —espetó Hyoga —, pusiste la aspiradora en reversa! —le gritó al ver que
de la máquina salía mucha tierra.
—No sabía que estas cosas tenían reversa —respondió a modo de disculpa —¡Ikki,
desconéctala!
—¿Qué dices? —gritó el Fénix — ¡No te escucho, esta máquina hace mucho ruido!
Cualquiera podría pensar que los caballeros de bronce avanzaron muy poco
durante esas horas de largo trabajo, sin embargo no eran los únicos.
—Crema para noche, crema para día, protector solar, gel de aloe vera, máscara
exfoliadora, crema para las manos, crema para los pies, cera para depilar —decía
Afrodita en medio de una pila de botes de toda índole —. Y estos son sólo los
artículos para la piel, todavía me faltan los de cuidado del cabello.
Piscis creía que no avanzaba, al contrario de Acuario que tenía más optimismo.
Satisfecho Camus terminó de limpiar su casa.
—Milo, ya puedes empezar a llevar las cosas adentro —dijo el caballero dorado.
—¿Cuáles cosas? —preguntó sin darse cuenta todavía el caballero de Escorpión —
¿Te refieres a tus cosas?
—Sí, mis cosas —le respondió saliendo de la casa —¿dónde las pusiste?
Camus se asomó para descubrir que todas sus cosas rodaron escaleras abajo hasta
la casa de Shura.
Un grito que hubiese llamado la atención de Shura, pero él tenía sus propios
problemas. Ignoraba completamente que tendría trabajo extra al momento de
descubrir los muebles astillados de Acuario en la puerta trasera de su casa. No, el
chico de Capricornio ya tenía suficiente tiene con su alfombra o lo que quedaba de
ella
El tejido a palillo podía ser una tarea aburrida para observar, pero eso fue una
mejor idea avanzar a hasta la novena casa, Sagitario, donde Aioros tampoco hizo
mucho avance. Claro, luego de pasar la mañana entera con los videojuegos, que
de no haber sido por algo productivo habría hecho, pero no era tarde, según
Sagitario. Por eso tomó una escoba y se puso a barrer hasta que cerca de la
cocina encontró una familia de ratones.
Por fortuna el ga… caballero Aioria estaba demasiado lejos para escuchar.
Mientras nos entretuvimos con estas reflexiones sobre el caballero de Leo, Aioros
decidió que los ratones en realidad de veían muy tiernos y se puso a jugar con
ellos. Aunque a lo mejor solamente se trataba de una estrategia para no hacer su
trabajo. Nunca lo sabremos.
Como no había mucho que ver, lo mejor fue ir a la casa de Escorpión, pero ahí
nadie ha movido una brizna de polvo, porque como sabemos Milo estaba en casa
de Camus ayudándole a deshacerse de las cosas que ya no necesita, según su
propia versión. Pero como una casa vacía podía resultar muy aburrida, lo mejor fue
ir a la siguiente casa, libra.
Dokho finalmente descubrió la causa de la mugre en su piso y decidió dejar sus
botas afuera, pero como el piso estaba todavía húmedo resbaló. Pero no crean por
un segundo que Libra cayó sobre sus sabios y antiguos glúteos, no, las cosas no
fueron así, porque el hábil caballero comenzó a patinar dentro de su templo.
Unos segundos más tarde se vio pasar a Dokho a gran velocidad e inmediatamente
después, el caballero terminó estrellado contra uno de los pilares de su casa. El
santo de la casa de Libra terminó inconsciente, por lo que ya no había nada que
ver en su casa, motivo por el que fue mejor pasar a la siguiente casa, Virgo.
Shaka por fin se dio cuenta de que mediar no haría que el polvo y la suciedad
desaparecieran. Bueno en realidad sucedió así. Shaka quiso dar un paso al frente
pero tropezó con la escoba provocando su caída de bruces sobre el piso,
ensuciando de esta manera su blanca túnica.
—Además de barrer tendré que lavar la ropa —se quejó con su típico tono de
molestia. A pesar de ello su sabiduría le alcanzaba para saber que lo único que
podía hacer era comenzar a barrer mientras rezongaba —. ¿Por qué no tendrá
karma el polvo y la tierra? Así podría enviarlos directamente a uno de los infiernos
y se acabarían mis problemas.
Aioria terminó de revisar sus viejas revistas que no eran muchas, pues de lo
contrario hubiese seguido perdiendo el tiempo.
—¿Dónde estará Marin para que me dé una mano? —se preguntaba el egocéntrico
caballero —, aunque dudo que me quiera ayudarme con esto. Ya la estoy oyendo
dándome sus sermones sobre que ella no es mi criada, que deje de portarme
como un niño y luego me reprochará todo lo que hace por mí y que yo nunca la
valoro, por eso no la saco nunca y cosas como esas que dicen las mujeres. No,
mejor continuo yo solo.
Todo daba a indicar que a Leo tampoco le gustaba la misión de Saori y por eso fue
mejor seguir a la siguiente casa.
—Esta no es tarea para un caballero dorado —rezongaba —, ¿por qué nos obligan,
no pueden contratar a alguien para que haga este trabajo? No me gusta limpiar,
los odio a todos, ya verán, me vengaré un día, quiero a mi mamá —Máscara de la
Muerte se enjugó la lágrima con el dorso de su mano.
Pobre caballero de cáncer, aunque habría que decir que é se lo tenía merecido por
no barrer por lo menos una vez al año. Aunque a decir verdad, parecía que no
todo era culpa suya, porque parecía que los anteriores santos del cangrejo
tampoco eran muy dados a las labores de casa, y esto a razón de que esas
telarañas debieron tener más años que Dokho, quien por cierto seguía
inconsciente en su casa
—Ya terminamos —dijo Saga limpiándose el sudor de la frente —, ¿qué hora es?
—Pues yo también.
—Bien.
Y los gemelos salieron de su casa de forma muy cordial, algo impensado para dos
personas que solían pelear casi todo el día.
Sin mucho ver en esa casa limpia, lo mejor fue ir a ver lo que Aldebaran hacía.
Nada diferente de continuar con la horrenda tarea de barrer las gradas. Parecía
que no acabaría nunca a no ser que un milagro sucediera, pero eso no pasaría,
porque los dioses griegos no eran conocidos por hacer favores a los humanos. De
hecho eran los que metían a la gente en este tipo de embrollos. Pero como parecía
que Saori estaba escuchando mejor fue marchar a la casa de Mu a ver que es lo
que hacía.
—Finalmente las paredes quedaron limpias —dijo Mu —, menos mal que son de
mármol sino tendría que mandarlas a pintar de nuevo y el presupuesto no me
alcanza. Donde vea de nuevo a Kiki comiendo chocolate lo teletransporto al
Everest.
—¿Por qué maestro Mu, tendremos una fiesta? —preguntó el alumno del carnero
dorado.
—Maestro Shion, ¿dónde estaba? —Se quejó Mu — Si supiera lo que Saori nos
hace hacer —las lágrimas bajaron por las agraciadas mejillas del caballero de
Aries.
—¡Qué! Nada de eso —Shion retrocedió —, además me acordé que todavía tengo
una semana más de vacaciones —fue lo dijo antes de desaparecer del mapa.
—¿Por qué le dijiste Kiki? —reclamó Aries —Ahora tendremos que limpiar la casa
solos.
Muy arriba, Saori estaba limándose las uñas. —Miraba complacida su obra, por fin
un día sin peleas en el santuario, no se escuchaban estallidos, ni se veían luces
saliendo de los techos de las casas, pero el día todavía no terminaba.
El Atardecer
—Por fin hay paz en el santuario —decía Saori satisfecha —, tal vez demasiada. Es
muy sospechoso —dijo luego de reflexionar un poco —. No puede durar mucho.
Atena se asomó por la ventana y no vio nada fuera de lo común, todo era paz y
tranquilidad. No obstante ni bien se dio media vuelta se oyó un estruendo, algo
como una enorme ola que arrasaba con las doce casas de los caballeros dorados.
—Ya está casi lista —decía capricornio con los palillos —, sólo tengo que rematar
este punto y termino.
Shura terminó de tejer lo que a simple vista era un Suéter de lana talla XXXXL, o
sea del tamaño de Aldebaran. Tal vez porque Shura utilizó el patrón equivocado
para tejer, de hecho ni siquiera se supo cómo es que consiguió este libro.
Entonces Shura colocó su suéter alfombra en el piso y salió para encontrarse con
una pata de lo que parece haber sido una silla Luis XV. Pero ni tiempo tuvo de ver
más porque la riada se lo llevó hasta la casa contigua.
Aioros había instalado a sus nuevos ratones adoptados en una casita de Barbie (de
donde la sacaría), les dio comida y agua para que vivan cómodamente mientras
los observaba entreteniendo y ni supo cuando fue llevado con la corriente hasta la
casa octava.
— Sal de tu escondite sino voy a tener que congelar tu casa entera —Camus como
pocas veces estaba ardiendo en furio —. Bien, no me escuchas, entonces tendré
que congelar a tus escorpiones.
—No, no lastimes a los niños —Milo corrió a proteger a sus queridas mascota y
antes de recibir el impacto de Camus, ambos fueron arrastrados río abajo.
Dokho que seguía inconsciente del golpetazo que se dio, fue despertado de
repente cuando su casa se inundó y fue llevado hasta la siguiente casa.
Shaka que trataba de desempolvar sus estatuas de Buda con un plumero que
parecía echarle más tierra encima que quitarla, seguro porque dicho plumero
acompañó a cada una de las encarnaciones de Buda anteriores, incluido el mismo
Shaka. Virgo vio vanos sus esfuerzos.
—Esto es peor que luchar contra todos los espectros juntos —dijo un Shaka con
una graciosa pañoleta en su cabeza, en el momento que se secaba la frente con el
revés de su mano y estaba a punto de rendirse.
—¡Buda ayúdame!
Y la súplica de Shaka fue escuchada pues en ese momento la ayuda de Buda llegó
llevándose todo el polvo y la mugre acumulado durante años. Aunque había que
recalcar que no fue lo único que salió de la sexta casa.
En la casa de Leo, Aioria apenas escuchó un ruido raro desde hacía un rato,
aunque no le dio importancia. Sólo el momento que sintió que algo se acercaba a
su casa, como varios cosmos de otros caballeros, todos muy perturbados. Fue
cuando salió a ver de qué se trataba todo, pero tarde fue su reacción porque ni
bien se asomó a la puerta trasera de su casa la ola gigante ya estaba sobre él y
también fue llevado con sus compañeros hasta la siguiente casa.
Mu, a punto de terminar de limpiar toda su casa con la ayuda de Kiki, luego de que
lo amenazara con dejarlo sin cena durante todo el año, se disponía a guardar sus
implementos de limpieza en un armario. Tan ocupado estaba que ni cuenta se dio
del peligro inminente que se acercaba hacia ellos, y como un lobo ataca a los
indefensos corderitos, la riada atrapó a Mu y a su aprendiz hasta las afueras de su
casa.
Saga y Kanon que regresaban del pueblo y se disponían a pasar por la casa de Mu
sólo alcanzaron a dar media vuelta antes de que el agua se los llevará con el resto
de sus compañeros caballeros.
Cuando el agua detuvo su curso cerca de la casa del carnero, los confundidos
caballeros trataban de ponerse en pie y averiguar qué fue lo que pasó.
En medio de lo que alguna vez fueron muebles, papeles, y otros artículos, uno a
uno se fueron dando cuenta de su situación. Afrodita tenía el cabello todo sucio y
desarreglado, ni que decir de Camus y Milo, cuyas cabelleras ya no tenían ese tono
azulado sino más bien uno color barro. Shura con su nuevo suéter alfombra con
las mangas asumió que con tantas vueltas de alguna manera apareció dentro de
su nueva creación, Aioros estaba hecho una piltrafa humana al igual que su
hermano Aioria, pero el que se llevó la flor es Shaka, cuya blanca túnica dejó de
serlo para convertirse en negra y añadiéndole las hojas secas enredadas en su
cabellera parecía más algo que salió de un pantano. Dokho perdió hasta los
calcetines con los que patinaba en su casa reluciente. Máscara de la Muerte estaba
todo enredado en su telaraña cual momia egipcia. Finalmente Mu, cuyo rostro
estaba cubierto de barro, sólo se le distinguían sus ojitos brillantes, lo mismo que
Kiki, Aldebaran seguía confundido lo mismo que Saga y Kanon.
—¡Seguro fuiste tú, Camus! —Indignado Máscara de la Muerte se hizo pagar su
frustración con Acuario —¡Pero esto no se queda así!
—¿Cómo sabes que fui yo? —respondió Camus sin dejarse amilanar.
—Es cierto, ¿cómo sabes que fue Camus el que provocó la inundación? —intervino
Shaka.
—Les digo que no fui yo—Camus habló —, yo estaba ocupado congelando los
muebles de Milo.
—Es verdad —Milo confirmó las palabras de Camus —, y por poco congela la casita
de mis escorpiones si no lo detiene la ola gigante.
—No es que me guste el chisme o que Milo me simpatice —dijo Afrodita —, pero
admito que el bicho este dice la verdad.
—No me gusta estar de acuerdo con Afrodita —dijo Aioros —, pero por esta vez
creo que tienes razón. ¿Qué crees que pudo haber pasado Saga?
—No tengo idea —dijo Saga —. Solamente sé que nos costó mucho trabajo dejar
limpia la casa.
—Entonces el agua vino de un lugar más alto que la casa de Afrodita —Concluyó
Shura tocándose la barbilla con su enorme suéter.
—¿Qué esperamos? —Mu utilizó sus poderes telekinéticos para llevar a todos los
caballeros hasta el templo de la misma Atena.
Cuando llegaron se encontraron con un cuadro aún más deprimente que el de sus
propias casas porque subidos en la estatua de Atena estaban los cinco chicos de
Bronce agarrándose de donde podían tratando de bajar sin ningún éxito.
Todas las miradas se dirigieron hacia el caballero Pegaso que estaba trepado sobre
uno de los senos de la estatua de Atena.
—Es que me dijeron que debía estar todo limpio —Dijo a modo de disculpa Pegaso
—, así que puse la aspiradora en la piscina porque también estaba sucia —todavía
con una sonrisa que casi mató del coraje a los dorados que no necesitaron
mayores explicaciones, pero Shun siguió
—Si no era por Ikki —Shiryu continuó —, hubiéramos ido río abajo también.
Los caballeros dorados encendieron su cosmo para negarse del causante de todas
sus desgracias ese día, justo cuando llegó Saori.
—Aldebaran me informó que han cumplido con sus obligaciones —dijo Atena
cuando todos los caballeros se miraban entre ellos sin comprender —. Fui a dar
una vuelta por sus casas y están relucientes de limpias, incluso las gradas están
brillando. Así por hoy pueden retirarse a descansar —esto último lo dijo con una
gran tranquilad lista para retirarse a sus aposentos.
Los otros caballeros aún se miraban con signos de interrogación en sus rostros y
aprovechando ese momento Seiya pudo huir lejos, mientras que los caballeros
fueron a ver de qué diablos hablaba Saori.
En efecto pudieron comprobar que lo que decía la diosa era verdad, seguro con la
corriente de agua todo fue limpiado, aunque hay que decir que ahora ya no era
sólo la casa de Camus la que carecía de muebles, sino todas las casas de los
santos dorados.
Con una enorme pena cada uno fue hasta su casa a dormir sobre lo que podían,
Afrodita durmió esa noche en el piso con una maceta como almohada, la misma
que por una casualidad se había salvado. Camus durmió en la tina de su casa y se
tapó con las cortinas del baño. Shura durmió sobre su alfombra suéter que fue lo
único que rescató de su casa. Milo durmió en el piso al lado de la casita de sus
escorpiones. Aioros usó de almohada el auto convertible de Barbie del que todavía
no se sabe de dónde pudo haber salido. Dokho se durmió en la puerta de casa
como cuando meditaba en Rozan. Shaka se durmió en los brazos de un enorme
Buda que tenía en su casa. Aioria quiso buscar alojamiento en casa de Marin, que
se negó al pedido y terminó durmiendo en el coliseo. Máscara de la Muerte por fin
le dio un uso útil a todas las telarañas de su casa y pudo hacerse una hamaca.
Saga y Kanon pudieron rescatar una almohada y se pelearon por ella durante toda
la noche. Aldebaran quiso acomodarse en un rincón de su casa, y Mu... bueno Mu
durmió en un hotel muy lujoso, donde se teletransporto sin decirle a nadie, no sin
antes hacer dormir a Kiki en una alacena, porque según él, era el mejor donde
dormir y se lo cedía a su querido alumno.
Más tarde cuando todos descansaban en el santuario una sombra se acercó hasta
la casa de Tauro.
—Es por lo que hiciste —dijo Pegaso —. Distrajiste a los caballeros dorados cuando
llamaste a Saori.
—No tienes nada que agradecer —dijo Aldebaran —, sino hubieras provocado la
inundación no hubiera podido terminar de barrer todas las gradas del santuario.
FIN.
No, casi, porque Saori al fin recibió su merecido por tratar así a sus caballeros.
Mucho más tarde, tal vez al día siguiente, cuando descubrió que ciertos caballeros
cubiertos de lodo hasta las orejas se quitaron la mugre en la bañera de la supuesta
diosa de la sabiduría.