Está en la página 1de 2

La caja de Pandora

Zeus y el resto de los dioses vivían en el monte Olimpo. En la tierra, el titán Prometeo creó la
raza humana a la que dotó de conocimientos y le enseñó a respetar a los dioses. A Zeus le gustó
mucho lo que había hecho Prometeo y quiso darle un premio. Ordenó al dios Hefesto que creara la
primera mujer de la tierra para regalársela a Prometeo. Hefesto modeló con arcilla una bellísima
mujer que llamó Pandora. La belleza de Pandora impresionó a todos los dioses del Olimpo y cada
dios le fue concediendo una cosa. Atenea la dotó de sabiduría, Hermes de elocuencia y Apolo de
dotes para la música. El don de Zeus consistió en una hermosa caja, que se suponía contenía tesoros
para Prometeo, pero le dijo a Pandora que la caja no podía abrirse bajo ningún concepto, lo que
Pandora prometió a pesar de su curiosidad. Pandora y su caja fueron ofrecidos a Prometeo, pero
este no se fiaba de Zeus y no quiso aceptar los regalos. Para que Zeus no se ofendiera, Prometeo
entregó ambos regalos a su hermano Epimeteo y le dijo que guardara bien la llave de la caja para
que nadie pudiera abrirla. Cuando Epimeteo conoció a Pandora, se enamoró locamente y se casó
con ella aceptando la caja como dote. Un día Pandora, que era muy curiosa, no pudo aguantar más,
le quitó la llave a Epimeteo y abrió la caja, de la que salieron cosas horribles para los seres humanos
como enfermedades, guerras, terremotos, hambres y otras muchas calamidades. El mundo empezó
a destruirse y todos los dioses estaban furiosos por la desobediencia de Pandora, aunque también
culparon a Prometeo por su irresponsabilidad y por no cuidar la caja como le habían indicado. Esto
llevó a la humanidad a una crisis total. Pandora fue, por supuesto, castigada por la Diosa Atenea y
le pusieron una cadena en el corazón. Ella tenía que proteger a los humanos de todas las
calamidades y atrocidades que ocurrieran, y así vencer a cualquier mal que quiera perjudicarlos.
La leyenda de los hermanos Ayar

Cuenta esta leyenda que de las cuevas de Tamputoco, cerca del Cusco, salieron cuatro
hermanos: Ayar Cachi, Ayar Manco, Ayar Uchu y Ayar Auca. Todos iban lujosamente vestidos y
acompañados por sus respectivas mujeres. Ayar Manco con su esposa Mama Ocllo, Ayar Cachi con
su esposa Mama Cora, Ayar Uchu con su esposa Mama Rahua, Ayar Auca con su esposa Mama
Huaco. Se dirigían a buscar un lugar propicio para fundar la Capital de un gran Imperio. El más fuerte
de los hermanos era Ayar Cachi, quien tenía una honda de oro con la que tiraba piedras que llegaban
hasta las nubes. Envidiosos, sus hermanos decidieron eliminarlo y con engaños lo hicieron regresar a
Tamputoco, encerrándolo luego en una cueva. Prosiguieron después su camino los tres hermanos
restantes hasta que se encontraron con Ayar Cachi convertido en un extraño y gigantesco pájaro. El
hermano agraviado los perdonó y se convirtió en su protector y guía. Al llegar al cerro Huanacaure,
Ayar Cachi se convirtió en piedra y fue entonces una huaca. Los demás hermanos por fin llegaron al
valle del Cusco y fundaron la ciudad. Un día Ayar Uchu también se convirtió en piedra. Los dos
hermanos que quedaban construyeron un palacio y sembraron los campos con las semillas que
habían traído de Tamputoco. Dos años más tarde murió Ayar Auca, entonces Ayar Manco se quedó
con las esposas de sus hermanos y por supuesto su esposa Mama Ocllo. Como era tan generoso,
les enseñó a todos los pobladores de la región todo lo que sabía, a trabajar la tierra y a organizarse
y vivir en comunidad, sin diferencias. Su esposa con las esposas de sus hermanos eran las
consejeras más sabias de todo el pueblo y todas las personas acudían a ellas en busca de alguna
recomendación o palabra de aliento cuando tenían un problema. Todos estuvieron felices hasta la
llegada de los españoles lo cual fue devastador para la comunidad.

También podría gustarte