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Hace varios años, le preguntaron a Billy Graham: "Si usted fuera el pastor de una
gran iglesia en una ciudad importante, ¿cuál sería su plan de acción?". Graham
respondió: "Convocaría a un pequeño grupo de ocho, diez o doce hombres alrededor
mío para reunimos unas horas por semana... y para pagar el precio. Compartiría con
ellos todo lo que tengo durante algunos años; luego tendría, en efecto, doce ministros
en la congregación, ellos podrían, a su vez, tomar a otros hombres y enseñarles.
Conozco iglesias que lo están haciendo y eso está revolucionándolas".
Jorge Martín, en La Parroquia de Hoy (Today's Parish), propone un plan similar para
resolver la inminente escasez de líderes. Martín señala el ejemplo de Jesús en la
formación de los doce y dice:
"Quizás los pastores debieran pensar que van a quedarse sólo tres años más en sus
parroquias como pastores y que, cuando se vayan, nadie vendrá de otro lugar a
cubrir su puesto.
En estos últimos años muchos cristianos se han vuelto a interesar por el método de
Jesús para entrenar hombres para el ministerio. La falta de obreros cristianos, el
descontento con la preparación académica para el ministerio, la necesidad de
entrenar a los laicos, la necesidad de líderes cristianos que puedan funcionar en las
comunidades como ancianos, son todos factores que han influido para que la
atención de la iglesia se dirija a la relación de Jesús con sus discípulos.
Hay una gran variedad de interpretaciones sobre el discipulado. Hace algunos años
este lema suscitó bastante controversia en la irrupción de la renovación carismática.
Algunas personas han cuestionado lo apropiado de estas relaciones de formación,
esta metodología, en manos de otro líder que no sea Jesús mismo. Otros se han
valido de ella como solución para muchos de los problemas de la iglesia.
DOS SIGNIFICADOS
En aquellos tiempos, la relación maestro-discípulos era, entre los judíos, forma más
común de preparar a los hombres para los roles de liderazgo religioso. A pesar de
que la palabra griega para discípulo quería decir simplemente "alumno", en el Nuevo
Testamento tienen siempre una mayor connotación. Los discípulos a los que se alude
en el Nuevo Testamento eran, en cuanto a la relación con sus maestros, más bien
aprendices.
Ahora bien, el Nuevo Testamento usa también el término discípulo para todos los que
creen en Jesús, de modo que la palabra es usada de dos formas: una, en forma
especial para aquellas personas que seguían a un maestro tal como Jesús o Juan el
Bautista a todas partes, en una relación explícitamente de formación como aprendiz,
y otra, para denominar a todos los que aceptaban el evangelio y se convertían en
cristianos. El no reconocer estos dos sentidos de la palabra discípulo en el Nuevo
Testamento ha sido una fuente de confusión para muchos, especialmente al
interpretar Mateo 28: "Id y haced discípulos a todas las naciones". Algunos concluyen
que todo cristiano debería ser discipulado en la misma forma que los doce. Otros,
queriendo cubrir la necesidad de formación e instrucción que tiene todo nuevo
cristiano, han aplicado el término "enseñanza del discipulado" a la enseñanza básica
de la evangelización, al llamado a un compromiso total. En consecuencia, se ha
desarrollado un concepto del discipulado, a mi modo de ver, diluido, que tiene sólo un
leve parecido con aquella relación de Jesús con sus discípulos.
RABINOS Y DISCÍPULOS
La enseñanza que recibía un discípulo de su maestro era mucho más que un estudio
académico e iba mucho más allá del aula de clase. El discípulo pasaba el mayor
tiempo posible con su maestro y a menudo vivía con él en la misma casa. Aberbach
dice: "Se esperaba que los discípulos no sólo estudiaran la ley y todas sus
ramificaciones, sino también que se familiarizaran con un tipo específico de vida, lo
que sólo podía realizarse estando constantemente pendientes de su maestro... Los
rabinos enseñaban tanto con ejemplos como con preceptos. Es por esto que los
discípulos necesitaban anotar tanto los hábitos y conversaciones diarias de su
maestro, como su enseñanza".
Los alumnos trataban a sus maestros con la mayor deferencia y respeto. "Seguir" a
un maestre significaba aceptar su enseñanza, pero cuando lo acompañaban, se
suponía que los discípulos caminaban literalmente detrás de él, hacia un lado o el
otro. Los alumnos también servían a su maestro en muchas formas prácticas, desde
acomodar los bancos en el cuarto que se usaba para la enseñanza hasta cocinar
para él; también el ayudarlo en las casas de baños era un servicio comúnmente
asociado con el discipulado.
Vemos la misma meta en la relación de Jesús con sus discípulos. El desea que ellos
entiendan y transmitan sus enseñanzas y que, en un cierto sentido, tomen su lugar,
"un discípulo... después de que se ha preparado bien, será como su maestro" (Lc.
6.40 BDLA). "Como me envió el Padre, así también yo os envío". (Jn. 20.21) "El que
a vosotros oye, a mí me oye, y el que a vosotros desecha, a mí me desecha" (Lc.
10.16).
Por supuesto que la relación de Jesús con sus discípulos se diferencia en formas
diversas e importantes de las relaciones de otros rabinos con sus discípulos. El
requería de sus seguidores más de lo que cualquier rabino se hubiera atrevido a
pedir; por otra parte, nunca pretendió que sus discípulos tomaran totalmente su lugar.
"Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el
Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la
tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados
maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo" (ml 23.8-10).
PREPARÁNDOSE PARA SER HOMBRE
Entre los judíos del Antiguo Testamento, como entre los del siglo I, era la madre la
que cuidaba, enseñaba y educaba tanto a los niños como a las niñas durante sus
primeros años de vida. Pero a partir de los cinco o siete años, el padre toma el rol
principal en la educación de los varones. Estos estaban todo el tiempo con sus
padres. Por ejemplo, si el padre de un niño era herrero, el niño iba con él y lo
ayudaba, haciendo cosas muy simples mientras era pequeño y asumiendo más y
más responsabilidades a medida que iba creciendo. El hijo tenía así la posibilidad de
observar cómo se desenvolvía su padre en cada circunstancia de la vida, a la vez
que aprendía el oficio de él. El padre le enseñaba al hijo mostrándole lo que él mismo
hacía. Jesús alude a esta dimensión de la relación entre padres e hijos cuando dice:
"Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace" (Jn. 5.20). El
ideal de un padre era criar a un hijo que fuera igual a él.
PAPA, EL MAESTRO
Las Escrituras enfatizan el rol que tienen los padres en la educación de sus hijos.
Cuando Dios instruye a Israel acerca de la Pascua, ordena que los padres expliquen
a sus hijos cómo los sacó el Señor de Egipto (Ex. 13.14). El sería la fuente principal
de enseñanza sobre la fe de la familia, la historia del pueblo y sobre asuntos de
comportamiento: "Pregunta a tu padre, y él te declarará" (Dt. 32.7; ver también Dt.
6.6-7,20-25, Ex. 13.13-15). El libro de Proverbios está lleno de exhortaciones a los
hijos a que presten atención a la instrucción de sus padres; y a los padres, a que
enseñen a sus hijos (Pr. 1.8, 3.1; 19.18,29.17. La palabra para "disciplina" y "corregir"
tiene aquí también el significado de instruir).
El diálogo entre el hermano mayor y el padre al final de la historia del Hijo Pródigo
(Le. 15) ilustra el tipo de relación que existía entre padres e hijos en los tiempos de
Jesús, El hijo mayor se queja por la fiesta que le hacen a su hermano y objeta que él
ha sido tratado mal, ya que "todos estos años te he servido y obedecido". Estas eran
las obligaciones que un hijo, aun de adulto, tenía para con su padre mientras viviera
en la casa de éste.
¿DISCÍPULOS EN LA IGLESIA?
Cualquiera sea la idea que nos hayamos formado sobre la relación de Jesús con los
doce y la formación que los padres daban a sus hijos, queda por hacer una pregunta:
¿Hay un lugar para este método intensivo de formación de líderes en la iglesia o la
formación que dio Jesús a los doce fue único, así como único es el rol de esos
discípulos en la historia de la salvación y en la iglesia? ¿Es que el carácter de Jesús
lo calificaba únicamente a él para hacer discípulos de esta manera?
La historia de la iglesia primitiva nos muestra que los primeros cristianos empleaban
relaciones de formación como las que hemos estado examinando. A pesar de que el
Nuevo Testamento sólo usa una vez el término discípulo para describir la relación de
los cristianos con otro que no fuera Jesús (Hch. 9.25), muestra claramente a Bernabé
enseñando a Pablo y éste a Timoteo, Tito y probablemente a otros.
El aconsejó a Timoteo sobre cómo manejar diversas relaciones con la gente, así
como aconsejaría un padre a su hijo: "No reprendas al anciano, sino exhórtale como
a padre; a los más jóvenes, como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las
jovencitas, como a hermanas, con toda pureza" 1 Tim. 5.1-2. Le da directivas
personales sobre su salud. No trata de persuadirlo sino que directamente le dice lo
que debe hacer: "Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu
estómago y de tus frecuentes enfermedades". 1 Tim. 5.23
Pablo le recuerda a Timoteo que continúe por el camino que él le mostró por medio
de su ejemplo y enseñanza: "Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste,
en la fe y amor que es en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo
que mora en nosotros" (2 Tim. 1.13-14); "Pero tú has seguido mi doctrina, conducta,
propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, persecuciones, padecimientos, como
los que me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio, en Listra; persecuciones que he
sufrido, y de todas me ha librado el Señor. Y también todos los que quieren vivir
piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; mas los malos hombres y los
engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. Pero persiste tú
en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido" (2 Tim.
3.10-14).
A este punto sería útil identificarla característica común de las relaciones entre
rabinos y discípulos, padres e hijos, y líderes de la iglesia primitiva tales como Pablo
y líderes pastorales jóvenes como Timoteo. Esto va a aclarar lo que quiero decir con
"relación de formación".
Primero, el propósito de estas relaciones era preparar a alguien para un rol similar al
de la persona que está enseñando. Así se preparaba a los hijos para asumir las
responsabilidades del hombre y de la paternidad; Timoteo y los doce fueron
preparados para los roles de liderazgo cristiano.
Tercero, gran parte de la formación se daba a través del instructor, viviendo su vida y
haciendo su trabajo en la presencia de la persona que recibía la instrucción. Durante
el tiempo que pasaban juntos, la persona que daba instrucción buscaba enseñar por
medio de su ejemplo, y la persona que lo recibía buscaba modelarse según su
maestro.
Pienso que las ventajas de las relaciones de formación son obvias. ¿Cuántos hijos se
beneficiarían con una relación de este tipo con sus padres? ¿Cuántos líderes
cristianos podrían alcanzar la madurez más rápidamente y con menos problemas si
se practicara este tipo de entrenamiento con ellos? No importa que otros argumentos
puedan ser aducidos por su utilidad; si Jesús se valía de estas relaciones para
entrenar a los primeros líderes de la iglesia, debería motivamos a considerarlo
seriamente y comenzar a desarrollar la forma práctica de hacerlo.