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Andrés Patteta Toledo

Pablo Martín Vicari

Filosofía de la corporalidad:
escuela, medios y
alternativas formativas.

Contenido

El cuerpo como campo de batalla .......................................................................................................2


Organismos bajo control ....................................................................................................................3
Del darwinismo social a la sociobiología: de reduccionismos cientificistas o la negación de la
corporalidad. ..................................................................................................................................3
La sexualidad y sus límites. El caso de la escuela. .............................................................................5
Cuerpo y mercado ..............................................................................................................................7
[Cuerpo concebido dentro del sistema capitalista en general] ......................................................7
[Ejemplo paradigmático y cuerpos presentes-futuros: la mujer y el niño] .....................................8
Los cuerpos del capitalismo metafísico ..............................................................................................9
La metáfora del cuerpo en las estrategias de acción política ............................................................11
Consideraciones finales ....................................................................................................................13
Bibliografía: .....................................................................................................................................14

1
El cuerpo como campo de batalla

Esto

Esto que va que viene


que llevamos traemos
de un lado a otro
huesitos ganglios médulas
la voz el tacto dulce
el cristalino
el pubis
esto que cada noche
guardamos
frágil cosa
todo esto
qué es esto
sangre
aliento
piel
nada.

Idea Vilariño

El cuerpo siempre se ha configurado como punto de conflictos, tensiones y


disputas permanentes. Primero analizado bajo el prisma de los mecanismos de
disciplina desarrollados por el filósofo Michel Foucault: la escuela, la cárcel, la
fábrica y el hospital. Y más tarde sujetos a las nuevas estrategias de la sociedad de control
digital que se cuela por los intersticios menos pensados, más inadvertidos y naturalizados.
Los cuerpos son, al decir de Elina Matoso en El cuerpo, territorio de la imagen,
lugares de atravesamientos: “Es frecuente referirse al cuerpo como atravesado por: lo
social, lo biológico, lo subjetivo, lo histórico, etc. La palabra “atravesamiento” remite a
corte, a brochette, a crucifixión, a puñal que traspasa. El atravesamiento como concepto
acerca del cuerpo, rompió con una imagen del mismo como cápsula hermética, fantasía
que recorre la historia del hombre” (Matoso, 2001, p. 20)
Este cuerpo traspasado por decenas de significados en pugna ha devenido sujeto en
relación a los paradigmas dominantes en cada etapa histórica. El cuerpo se nos presenta
como aquello más natural e inmediato y pretender llevar a cabo una filosofía del cuerpo
implicaría justamente deconstruir naturalizaciones, poner en cuestión aquello que por su

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cotidianeidad se nos presenta como normal. Cuerpo e historia, carne y poder son en nuestro
análisis inescindibles.

Organismos bajo control

…la carne convertida en paisaje


en tierra en tregua en acontecimiento
en pan inesperado y en miel
en orina en leche en abrasadora sospecha
en océano
en animal castigado
en evidencia y en olvido…

Blanca Varela

El orden, control y vigilancia de los cuerpos se intensifica en el siglo XIX


a través de la consolidación del discurso médico positivista y la influencia de
teorías deterministas, biotipológicas y reduccionistas (cuyo ejemplo más
paradigmático tal vez sea el del médico y criminólogo italiano Cesare
Lombroso). Es, para Foucault, un momento clave: el nacimiento de la biopolítica, el
gobierno de los cuerpos de la población en forma orgánica y sistemática. Toda una batería
de prácticas son empleadas para conformar un férreo control sobre el organismo, pautar
caminos esperados e inhibir otros hasta la prohibición. El poder político ejerce su influencia
sobre la vida, naturaliza las desigualdades de condiciones y las justifica a través de
explicaciones pretendidamente científicas y neutrales. De la apariencia física emanan
rasgos morales.

Del darwinismo social a la sociobiología: de reduccionismos cientificistas


o la negación de la corporalidad.

El impacto de la teoría de Charles Darwin en el área de las ciencias sociales se


vislumbra sobre todo en aquella corriente denominada darwinismo social, que resultó una
gran influencia a finales del siglo XIX y principios del XX. Contaba con una clara
intención de fundamentar biológicamente las ciencias sociales. Estaba traspasada por una
fuerte concepción conservadora, legitimadora del liberalismo económico y del primitivo
capitalismo industrial.
Existe en el darwinismo social una sobrevaloración de la importancia de los factores
hereditarios como elementos influyentes de las diversas formas de la conducta humana.
Una visión biologicista que se aleja del carácter cultural del cuerpo. Todo un gran

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andamiaje teórico en función de resaltar la herencia genética como determinante. Ignorando
o soslayando la construcción cultural de nuestros deseos, emociones, expresiones y valores.

La comprensión de los procesos evolutivos mediante los que se ha formado y


diversificado la vida puede incluir informaciones sumamente importantes para comprender
los fenómenos evolutivos que afectan al hombre e incluso clarificar algunas costumbres
sociales propias del ser Humano. La cuestión en la sociobiología toma un camino mucho
más peligroso ya que intenta mostrar que nuestros modelos específicos de comportamiento
y nuestras disposiciones sociales están determinadas por nuestros genes. Se conforma así
un enmascaramiento reduccionista que menosprecia la constitución cultural de la
subjetividad y reduce el valor de la libertad como motor del accionar humano.

Para la teoría de Cesar Lombroso los delincuentes tenían ciertas características que
identificaban su comportamiento social. Como detalla Esther Díaz en su libro La
sexualidad y el poder: “Este representante del siglo XIX llevó el método científico hasta al
paroxismo, en su aplicación sobre seres humanos, con disciplina y tesón catalogó a miles
de individuos por su estatura, color de piel, contextura física, características pilosas,
dientes, vista, olfato, sensibilidad táctil, resistencia al dolor, análisis de orina, sangre,
temperatura, órganos respiratorios, circulatorios, digestivos, sexuales, enfermedades
progresivas, familiares, cerebro, esqueleto, connotaciones psicológicas, educación,
escritura, región de nacimiento, de crecimiento, condiciones económicas, climatológicas,
costumbres, tatuajes, gestos. En fin, todo aquello que permitiera afirmar científicamente
que existen razas inferiores, criminales natos y degenerados per se” (Díaz, 1993, p. 44)

Uno de los casos emblemáticos de la historia argentina es el de Cayetano Santos


Godino, alias “El petiso orejudo”. Un asesino serial de los arrabales porteños que al llegar
al penal de Ushuaia fue sometido a una cirugía estética para disminuir el tamaño de sus
orejas. Los médicos del penal consideraban a esa característica física como la fuente de su
maldad. Un reduccionismo sociobiológico que impregnó las políticas estatales durante
gran parte del siglo XX.

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La sexualidad y sus límites. El caso de la escuela.

(…) “Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whitman,


contra el niño que escribe
nombre de niña en su almohada,
ni contra el muchacho que se viste de novia
en la oscuridad del ropero,
ni contra los solitarios de los casinos
que beben con asco el agua de la prostitución,
ni contra los hombres de mirada verde
que aman al hombre y queman sus labios en silencio (…)”

Federico García Lorca

A pesar de las múltiples teorías pedagógicas que muestran la


importancia de educar en la naturaleza y libertad de los cuerpos, estos siempre
han sido objeto de regulación por parte de de la institución escolar y sus
estrategias materiales - discursivas. Una regulación y control del cuerpo infantil que
impregna cada una de las prácticas regulares del ámbito educativo. Tal como lo postulaba
Michel Foucault el cuerpo es el primer efecto del poder.
El espacio del cuerpo infantil se concibe como el de un sujeto dependiente, obediente y por
sobre todo dócil. Sometido a imposiciones de maestros, directivos y hasta de los mismos
compañeros de clase.
El uso de la sanción normalizadora es funcional al poder regulador de los cuerpos.
Tiene que existir una pena que no permita el emerger de las diferencias. Se sanciona lo
“anormal” para destacar lo “normal”. Un ejemplo claro de esta práctica es la actitud de
ciertos docentes ante la manifestación por parte del alumno o alumna sobre intereses o
gustos que no se ajustan a las representaciones establecidas. Las mujeres que se declaran
practicantes de deportes como el fútbol, el básquet o el rugby, que tienen una connotación
masculina por excelencia. O los varones que se identifican con tareas encasilladas en el
universo femenino como la jardinería, el diseño de modas, la cocina, etc. Los temas
vinculados al cuerpo sexuado son los que generan más conflicto dentro del ámbito escolar.
La matriz heterosexual representa la “normalidad”. Se sancionan las conductas
sexualmente “equivocadas “. La escuela actúa como agente formador de sujetos “sanos”, es
decir adscriptos a la normalidad. Se refuerza la diferenciación esencialista
(pretendidamente ontológico-natural) entre cuerpos masculinos y femeninos.
Se establecen distintas funciones sociales para cada género. Una división de tareas
acorde a las capacidades que se le atribuyen a cada cuerpo. Los deportes han contribuido a

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configurar un determinado modelo de masculinidad. Siempre asociada con la fuerza, la
resistencia, el coraje, etc., todos ellos valores de heroicidad viril.
A través de las prácticas deportivas se llega a una naturalización de las diferencias
entre hombres y mujeres. Mundos diferentes, contrapuestos, antagónicos, desiguales. El
currículo oculto produce y reproduce procesos de jerarquización. Como señalan da Cunha y
Vicari “El curriculum implícito u oculto (CI / CO) queda constituido por todas aquellas
expectativas que no se explicitan en los objetivos pero que suelen ser mucho más
poderosas en cuanto al impacto psicoafectivo que estas tienen sobre el alumnado. En otras
palabras: es aquello que se enseña de un modo inconsciente, a través de actitudes, gestos,
metamensajes, valoraciones, opiniones, etc., excediendo claramente el ámbito de la
selección explícita de los contenidos, y que suele tener vinculación con aquellos supuestos
relativos tanto a los roles sociales como a los roles del alumnado y al conjunto de
expectativas que se depositan en ellos (y en ellas)” (da Cunha y Vicari, 2008, p. 3)
En la actualidad hay situaciones en la escuela donde se abusa del cuerpo, son
estados de dominación y no de mero ejercicio del poder. Integran la categoría de
dominación ya que desde una perspectiva foucaltiana en ese estado queda inhibida la
resistencia. En cambio en las situaciones de poder omnipresente y microfísico existe
siempre una resistencia, por mínima que sea, que ocupa el lugar de la poisis y la creación
de lo nuevo, de la alternativa.
El maltrato de los cuerpos en la escuela se hace sutil y reproductivista en el nivel
simbólico. Un ejemplo claro es cuando los varones dominan un espacio amplio en los
recreos y las mujeres quedan relegadas a espacios más restringidos. Se manifiesta así una
posesión del espacio. Como si los varones tuvieran la prerrogativa de hacer uso del lugar y
de su consecuente actitud activa. Frente a la pasividad adjudicada al universo femenino.
Los varones interesados por literatura o que no participan en cuestiones deportivas, son
tildados de raros. En el caso de las mujeres que se vinculan a tareas más prácticas
(mecánica, física) son tildadas de “machonas”. Son señalados para tomar una postura
“normalizadora”.
El lenguaje que supuestamente pretende describir esconde un lenguaje que ordena y
conforma: el lenguaje referencial es siempre y en cierto grado performativo.
Existe también un maltrato más sutil de los cuerpos cuando no se discute ni tematiza
lo sexual. Los silencios refuerzan naturalizaciones, ejemplo de esto adviene cuando se
evade el lugar cultural de la propia concepción de paternidad. En esta última cuestión es
interesante notar como moral y derecho, tradicionales aliados, se apoyan mutuamente: el
padre es el embajador de la ley social -el deber- en la familia y la ley argentina no establece
igual número de días de licencia para el padre de un recién nacido. Siempre a la madre se le
“permiten” más días. Es decir el campo de acción de la paternidad queda reducido como
presencia y práctica diaria. La mujer se ocupa del hijo con su propio cuerpo maternal. Es su
responsabilidad, su lugar, su saber natural.

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Cuerpo y mercado

Revelaciones

En la noche a tu lado
las palabras son claves, son llaves.
El deseo de morir es rey.

Que tu cuerpo sea siempre


un amado espacio de revelaciones

Alejandra Pizarnik

El mercado, por su parte, parece sólo preocuparse por el cuerpo en


tanto agente y paciente de consumo. Sin embargo, en los cuerpos aparecen
escenas de lucha, de pujas desde diferentes posturas, significados,
resistencias ante corrientes homogeneizadoras. Estéticas que se contraponen pero también
excluyen en la acción y en el discurso. Existe una tensión identificable en las denominadas
tribus urbanas. Son grupos que si bien conforman un lazo de pertenencia para sus miembros
también establecen códigos propios para contrastar con lo diferente. Adscribir a cierta tribu
(punk, metalera, dark, gótico, etc.) postula una estética. Implica ciertas características y
condena otras. El cuerpo de los miembros es un estandarte de sentidos.

[Cuerpo concebido dentro del marco capitalista]

En la órbita capitalista el cuerpo es concebido como un engranaje más del consumo


que pasó a regir todos los hábitos socioculturales. Define Fabián Nievas en su libro El
control de los cuerpos: “El cuerpo capitalista es un cuerpo cuya capacidad de trabajo se
ha mercantilizado, convirtiéndose en fuerza de trabajo. Como toda mercancía ha de ser
intercambiable, para lo cual es menester que sea homogéneo, medible, normalizado,
registrable, codificable (…) De que la fuerza de trabajo sea intercambiable se desprende
que el producido de la fuerza de trabajo es también intercambiable. El “valor” mensura la
equivalencia que posibilita dicho intercambio” (Nievas, 1994, p. 54-55)
El individualismo se acentúa en los cuerpos capitalistas. Ya no es el “cuerpo
sagrado”. Asistimos a la entronización de la juventud. El precepto aparentar menos edad.
Se ensalza el cuerpo con dietas, gimnasias de diferentes clases, tratamientos
rejuvenecedores y cirugías plásticas. Son cuerpos a la carta. El mercado me provee de los
implantes de pectorales que necesito si no quiero esforzarme en el gimnasio. Con un
implante capilar puedo recuperar el pelo que la calvicie ha devastado. Puedo tener el color
de ojos que deseo comprando unos lentes de contacto descartables en la farmacia. El slogan
de un famoso centro de belleza porteño promete “Trae el cuerpo que tenés. Llevate el
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querés”. Prevalece la exaltación de los sentidos enlazado a las más variadas formas del
hedonismo.
Un hombre sólo frente a sus necesidades infinitas. Un ser obturado.

[Ejemplo paradigmático y cuerpos presentes-futuros: la mujer y el niño]

Estos nuevos paradigmas de la relación cuerpo-mercado se expresan en varios


aspectos de la dinámica social. Desde la mujer occidental que se escandaliza ante el uso del
velo islámico por parte de las mujeres musulmanas pero no se identifica con la
problemática de la mujer mercantilizada de las publicidades occidentales hasta la irrupción,
sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX, del niño como sujeto-consumidor
dentro de las estrategias de la mercadotecnia. Un niño considerado como portador de
necesidades a satisfacer por el mercado. Sin importar tanto los deseos de protección,
contención y vínculos enriquecedores. Al decir de Rojas (2008) el niño moderno es un
“niño-grande”; para la especialista “Hoy las familias promueven, en lugar de ciudadanos,
pequeños grandes consumidores: como consumidor, el niño es sujeto en actualidad, no en
función de un futuro. Estos niños nacen en un mundo donde las leyes, si bien no han dejado
de existir, ya no siempre son el fundamento del lazo social, regulado por el mercado
neoliberal. Al mismo tiempo, los verticalismos van dejando paso a la preeminencia de una
horizontalidad que asume los caracteres del lazo fraterno” (Rojas, 2008)

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Los cuerpos del capitalismo metafísico

Cuerpos míos

Al fondo de la calle
un cuerpo mío

sale al encuentro
de otro cuerpo mío

Nadie halla a nadie


Entre los cuerpos
Nada ausencia total

Homero Aridjis

Las mutaciones del capitalismo han configurado un panorama repleto de


nuevos significados y prácticas que incluyen a los cuerpos desde otra
perspectiva. El sistema económico postindustrial emergente de la caída del muro
de Berlín ya no tiene su centro en la fábrica, la producción y las mercancías físicas sino en
lo que el sociólogo Scott Lash define como el “capitalismo metafísico”. Este paisaje se
desenvuelve ahora en los flujos de capital, la virtualidad, el predominio de las finanzas, las
comunicaciones y la biotecnología. Lo inmaterial es la marca de agua del nuevo estadio
capitalista. Y los cuerpos adquieren una preponderancia única como centros de
construcción continua.
El capitalismo metafísico se viste del dinero abstracto, del sexo abstracto, de los
flujos de información que sin control pueden hacer quebrar un banco, de un sistema
financiero que es más su centro. En palabras de Lash “En la actualidad, el valor de cambio
de una empresa es la suma de las apuestas sobre su rentabilidad futura, de modo que está
menos relacionado con los mercados de productos que con los mercados de capital. Al
mismo tiempo, el dinero está convirtiéndose en un producto” (Lash, 2005, p.69)
En la visión del sociólogo estadounidense los medios son los propagadores de esta nueva
metamorfosis capitalista: “El nuevo capitalismo encuentra su punto de apoyo no en el
sector de bienes, ni siquiera en el de servicios, sino en el de los medios: pantallas, dinero,
lenguaje (educación, afectos), código genético en biotecnología. Ahora bien, esos medios
han devenido productos, se han convertido en cosas en una era en la que el capitalismo se
ha vuelto metafísico” (Lash, 2005, p. 71)
¿Cómo concebir entonces a los medios como “neutrales” en la conformación de valores,
ejemplos, prototipos, modelos y formas corporales deseadas?
Como sostiene Paula Sibilia en su meticuloso análisis sobre esta transición entre etapas
capitalistas “Con la decadencia de aquella sociedad industrial poblada de cuerpos
disciplinados, dóciles y útiles, decaen también figuras como la del autómata, el robot y el
hombre máquina. Esas imágenes alimentaron muchas metáforas e inspiraron abundantes
9
ficciones y realidades a lo largo de los últimos dos siglos. Hoy, en cambio, proliferan otros
modos de ser. Alejados de la lógica mecánica e insertos en el nuevo régimen digital, los
cuerpos contemporáneos se presentan como sistemas de procesamiento de datos, códigos,
perfiles cifrados, bancos de información. Lanzado a las nuevas cadencias de la
tecnociencia, el cuerpo humano parece haber perdido su definición clásica y su solidez
analógica: en la estera digital se vuelve permeable, proyectable, programable.” (Sibilia,
2005, p. 13-14)

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La metáfora del cuerpo en las estrategias de acción política

Muros

Sin consideración, sin lamento, sin pudor,


Altos, grandes muros construyeron a mi alrededor.

Aquí permanezco y me desespero.


No pienso en otra cosa: arruina mi mente este destino;

tenía tantas cosas que hacer afuera.


Ah, cómo no advertí cuando construyeron los muros.

Pero no oí ruido de obreros ni sonido alguno.


Imperceptiblemente, me encerraron fuera del mundo.
Konstantinos Kavafis

En dos períodos claves de la realidad nacional las clases dirigentes adoptaron,


para incidir sobre el rumbo del país, un paradigma con un marcado sesgo
organicista. El país analizado bajo la metáfora del cuerpo social, de un
organismo concebido para “funcionar” de una determinada manera. Así como se entendía
la necesidad de defenderlo de una “amenaza”

Escena I:
El primer proyecto influido por esta concepción fue el de la Generación del Ochenta que
sentó las bases de la Argentina bajo la visión positivista del lema “Orden y progreso”.
Un análisis que desarrolla el catedrático Jorge Salessi en su libro Médicos, maleantes y
maricas. Incluso Salessi escribe sobre Sarmiento y el país-cuerpo cuyo texto insignia es el
Facundo. Dice Salessi : “En la primera mitad del siglo diecinueve, en textos argentinos
fundacionales, el país fue imaginado como un cuerpo cuya civilización dependía de la
promoción, la regulación y el control de flujos de gente y mercaderías” (Salessi, 1995, p.
13)
La amenaza para los dirigentes que instauraron el orden conservador eran los
intereses que representaban la barbarie. O sea aquellos movimientos políticos que portaban
los estandartes de los ganaderos e impedían el funcionamiento adecuado del cuerpo social.
Sarmiento “Precisó sus ideales de civilización iluminista haciendo la crítica de una
barbarie romántica local que, según él, se encarnaba en hombres como Facundo Quiroga
o Juan Manuel de Rosas, los caudillos y terratenientes que representaban y defendían los
intereses de los ganaderos latifundistas apoyados por grupos de gauchos, indios, negros y
mulatos. Civilización y barbarie sirvió para explicar las luchas entre los caudillos y la

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dificultad para llegar a un compromiso que permitiera la formación y acción de un
gobierno central que fomentara racionalmente las políticas económicas y culturales
necesarias para integrar una nación Argentina e incluirla en el concierto económico
mundial” (Salessi, 1995, p. 13)

Escena II:
El otro período signado por esta metáfora del país-cuerpo fue el surgido del golpe militar de
1976. Incluso la autodenominación por parte de la junta es clara sobre su fin: Proceso de
Reorganización Nacional. Había entonces, en la visión de los militares, una necesidad
imperiosa de “reorganizar” el cuerpo social. La Argentina había alcanzado un punto de no
retorno. Eran necesarias medidas drásticas para asegurar su supervivencia. Tal como
explica Pilar Calveiro en las consideraciones preliminares de su ensayo Poder y
desaparición: “Las tres armas asumieron la responsabilidad del proyecto de salvataje.
Ahora sí, producirían todos los cambios necesarios para hacer de Argentina otro país.
Para ello, era necesario emprender una operación de “cirugía mayor”, así la llamaron.
Los campos de concentración fueron el quirófano donde se llevó a cabo dicha cirugía –no
es casualidad que se llamaran quirófanos a las salas de tortura-; también fueron, sin duda,
el campo de prueba de una nueva sociedad ordenada, controlada, aterrada.” (Pilar
Calveiro, 2008, p. 11)
La amenaza en este período no era ya el de la barbarie de los federales disputando el
poder central. Era el de los movimientos obreros, el de la guerrilla urbana, el de la
subversión, el “comunismo apátrida” que socavaba los cimientos de la “civilización
occidental y cristiana” que los militares pretendían resguardar.
Interesante poner la lupa sobre los discursos que retoman la terminología corporal para
presentar soluciones. No es casualidad que el presidente que en los noventa hiciera carne la
revolución liberal, con fuerte influencia en numerosos países de Latinoamérica, utilizara un
concepto bastante afín. La “cirugía mayor sin anestesia” para ilustrar ese nuevo
reordenamiento. Esta vez bajo el imperio de los votos.
La misión militar es según Calveiro una reformulación de viejas prácticas: “(…) cabe
señalar también que las características de este poder desaparecedor no eran flamantes, no
constituyeron un invento. Arraigaban profundamente en la sociedad desde el siglo XIX,
favoreciendo la desaparición de lo disfuncional, de lo incómodo, de lo conflictivo”
(Calveiro, 2008, p.13)
Otra vez lo diferente donde cae todo el peso de las fuerzas que quieren ocultarlo,
desplazarlo, hacerlo invisible.

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Consideraciones finales

Escucha: yo te dejo ser, entonces déjame ser.


Clarice Lispector

Concebimos al cuerpo no sólo como lugar de modificaciones estéticas,


físicas o de tránsitos marcados por la moda. Sino como una especie de
Aleph borgeano que en distintas direcciones es catalizador de luchas sociales, jerarquías
establecidas, visibilidad o no de ciertas clasificaciones así como centro ineludible de poder.
Un poder traspasado por el mercado, la política, el género, la diferencia, los discursos
educativos y el ánimo de control. Tomando un concepto expresado por el sociólogo francés
David Le Breton el cuerpo es un “continente” debido a la extensión infinita de
posibilidades, extensiones y usos. La sociedad moderna hace del cuerpo y sus sistemas de
control un indicio, una prueba. En el ámbito médico el cuerpo se volvió transparente. Puede
ser radiografiado, auscultado, filmado, etc. El gran mapa del organismo ya no es ese sitio
sagrado de otras épocas. Una consecuencia de la separación cada vez más evidente entre
alma y cuerpo.

La sociedad insiste en controlar lo disruptivo. Situaciones o comportamientos que


generan tensión dentro del orden establecido.
El lugar de la escuela y los medios de comunicación para proponer prácticas alternativas
será fundamental en el futuro.
¿Qué tipo de escuela y qué tipo de medios son los que pueden llevar adelante la noción de
una corporalidad diferente? Una institución escolar concebida en una sintonía diferente de
aquella que la identificaba como disciplinadora de una población para ser integrada al
mundo fabril. Un ámbito facilitador de la corporalidad como ejercicio de libertad plena.
Que aliente la aparición de la diversidad, el debate inclusivo y el discurso de género
anclado en una realidad práctica. Alejada de los fundamentalismos de la publicidad, del
asfixiante encorsetamiento binario, del mandato implacable del predominio masculino. Un
espacio de construcción permanente de nuevos modelos sociales. Enriquecido a partir del
conocimiento del otro.
Donde los adultos abandonen su condición de superiores y entiendan a la enseñanza como
un vínculo interactivo. Una escuela entendida como liberadora de energías creativas. Sobre
todo la de la palabra. ¿Qué mejor antídoto para los prejuicios enquistados en el imaginario
social que la palabra reelaborada por los alumnos? Como ese lema sublime que pensó
Gianni Rodari para graficar las intenciones de su libro sobre el arte de inventar historias:
“El uso total de la palabra para todos”

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Aquellos medios de comunicación que entiendan a la información como un derecho
humano fundamental y no como una mera mercancía al servicio de un fin exclusivamente
comercial. Medios que puedan articular saberes. Identificados con proyectos alternativos.
Medios capaces de sumar fuerzas para dar voz a los modelos negados, despreciados,
despojados de su importancia. Un ejemplo claro de la concepción exclusivamente
utilitarista de los medios fue la expresión de un conocido periodista argentino que al ser
consultado sobre la necesidad de una legislación más plural en el ámbito de la
comunicación concluyó “Esta boludez de "hagamos la radio de los wichis", ¿quién carajo
va a escuchar la radio de los wichis? Y lo que es peor, ¿quién va a poner avisos en la radio
de los wichis? ¿Y cómo le van a pagar el sueldo a los operadores? Esto es vida real. Es un
negocio como cualquier industria.”1

Por fortuna los ejes de acción, en estos campo de socialización


conformado por el binomio escuela-medios, apuntan en otros sentidos. Parte
de nuestro ejercicio efectivo de la ciudadania sera, en nuestro caso, poner el
cuerpo para la construccion colectiva de las alternativas de emancipacion.

Bibliografía:
Calveiro, P. (2008) Poder y desaparición. Los campos de concentración en la Argentina.
Buenos Aires: Colihue.
Díaz, E. (1993) La sexualidad y el poder. Buenos Aires: Almagesto/Rescate.
da Cunha, M. y Vicari, P. (2008, julio) Currículum nulo. (In)- decisiones violentas.
Ponencia presentada en el IV Congreso Iberoamericano de Estudios de Género, Rosario,
Argentina.
Lash, S. (2005) Capitalismo y Metafísica. En L., Arfucer (comp.), Pensar este tiempo.
Espacios, afectos, pertenencias (pp.49-74). Buenos Aires: Paidós.
Matoso, E. (2001) El cuerpo: territorio de la imagen. Buenos Aires: Editorial Letra Viva.
Nievas, F. (1994) El control social de los cuerpos. Buenos Aires: C.B.C Editora.
Rojas, M. C. (2008, mayo 2). El “niño grande”. Página 12
Salessi, J. (1995) Médicos, maleantes y maricas. Rosario: Beatriz Viterbo Editora.
Sibilia, P. (2005) El hombre postorgánico. Cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales.
México: Fondo de Cultura Económica.

1
Cfr. http://www.lanacion.com.ar/1437760-lanata-a-donde-voy-a-ir-si-no-es-al-grupo-
clarin

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