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Idea Vilariño
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Este cuerpo traspasado por decenas de significados en pugna ha devenido sujeto
en relación a los paradigmas dominantes en cada etapa histórica. El cuerpo se
nos presenta como aquello más natural e inmediato y pretender llevar a cabo una
filosofía del cuerpo implicaría justamente deconstruir naturalizaciones, poner en
cuestión aquello que por su cotidianeidad se nos presenta como normal. Cuerpo
e historia, carne y poder son en nuestro análisis inescindibles.
Blanca Varela
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Del darwinismo social a la sociobiología: de reduccionismos cientificistas o la
negación de la corporalidad
El impacto de la teoría de Charles Darwin en el área de las ciencias sociales se vis-
lumbra sobre todo en aquella corriente denominada darwinismo social, que re-
sultó una gran influencia a finales del siglo XIX y principios del XX. Contaba con
una clara intención de fundamentar biológicamente las ciencias sociales. Estaba
traspasada por una fuerte concepción conservadora, legitimadora del liberalismo
económico y del primitivo capitalismo industrial.
Existe en el darwinismo social una sobrevaloración de la importancia de los fac-
tores hereditarios como elementos influyentes de las diversas formas de la con-
ducta humana.
Una visión biologicista que se aleja del carácter cultural del cuerpo. Todo un gran
andamiaje teórico en función de resaltar la herencia genética como determinante.
Ignorando o soslayando la construcción cultural de nuestros deseos, emociones,
expresiones y valores. La comprensión de los procesos evolutivos mediante los
que se ha formado y diversificado la vida puede incluir informaciones sumamente
importantes para comprender los fenómenos evolutivos que afectan al hombre e
incluso clarificar algunas costumbres sociales propias del ser humano. La cuestión
en la sociobiología toma un camino mucho más peligroso, ya que intenta mostrar
que nuestros modelos específicos de comportamiento y nuestras disposiciones
sociales, están determinadas por nuestros genes. Se conforma así un enmascara-
miento reduccionista que menosprecia la constitución cultural de la subjetividad
y reduce el valor de la libertad como motor del accionar humano.
Para la teoría de Cesar Lombroso los delincuentes tenían ciertas características
que identificaban su comportamiento social. Como detalla Esther Díaz en su li-
bro La sexualidad y el poder: “Este representante del siglo XIX llevó el método
científico hasta al paroxismo, en su aplicación sobre seres humanos, con discipli-
na y tesón catalogó a miles de individuos por su estatura, color de piel, contextura
física, características pilosas, dientes, vista, olfato, sensibilidad táctil, resistencia
al dolor, análisis de orina, sangre, temperatura, órganos respiratorios, circulato-
rios, digestivos, sexuales, enfermedades progresivas, familiares, cerebro, esque-
leto, connotaciones psicológicas, educación, escritura, región de nacimiento, de
crecimiento, condiciones económicas, climatológicas, costumbres, tatuajes, ges-
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tos. En fin, todo aquello que permitiera afirmar científicamente que existen razas
inferiores, criminales natos y degenerados per se”. (Díaz, 1993, p. 44) Uno de los
casos emblemáticos de la historia argentina es el de Cayetano Santos Godino,
alias “El petiso orejudo”. Un asesino serial de los arrabales porteños que al llegar
al penal de Ushuaia fue sometido a una cirugía estética para disminuir el tamaño
de sus orejas. Los médicos del penal consideraban a esa característica física como
la fuente de su maldad. Un reduccionismo sociobiológico que impregnó las polí-
ticas estatales durante gran parte del siglo XX.
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El uso de la sanción normalizadora es funcional al poder regulador de los cuer-
pos.
Tiene que existir una pena que no permita el emerger de las diferencias. Se
sanciona lo “anormal” para destacar lo “normal”. Un ejemplo claro de esta prác-
tica es la actitud de ciertos docentes ante la manifestación por parte del alumno
o alumna sobre intereses o gustos que no se ajustan a las representaciones esta-
blecidas. Las mujeres que se declaran practicantes de deportes como el fútbol, el
básquet o el rugby, que tienen una connotación masculina por excelencia. O los
varones que se identifican con tareas encasilladas en el universo femenino como
la jardinería, el diseño de modas, la cocina, etc. Los temas vinculados al cuerpo
sexuado son los que generan más conflicto dentro del ámbito escolar.
La matriz heterosexual representa la “normalidad”. Se sancionan las conduc-
tas sexualmente “equivocadas”. La escuela actúa como agente formador de su-
jetos “sanos”, es decir adscriptos a la normalidad. Se refuerza la diferenciación
esencialista (pretendidamente ontológico-natural) entre cuerpos masculinos y
femeninos.
Se establecen distintas funciones sociales para cada género. Una división de
tareas acorde a las capacidades que se le atribuyen a cada cuerpo. Los deportes
han contribuido a configurar un determinado modelo de masculinidad. Siempre
asociada con la fuerza, la resistencia, el coraje, etc., todos ellos valores de heroi-
cidad viril.
A través de las prácticas deportivas se llega a una naturalización de las dife-
rencias entre hombres y mujeres. Mundos diferentes, contrapuestos, antagónicos,
desiguales. El currículo oculto produce y reproduce procesos de jerarquización.
Como señalan Da Cunha y Vicari “El curriculum implícito u oculto (CI / CO)
queda constituido por todas aquellas expectativas que no se explicitan en los obje-
tivos pero que suelen ser mucho más poderosas en cuanto al impacto psicoafectivo
que estas tienen sobre el alumnado. En otras palabras: es aquello que se enseña de
un modo inconsciente, a través de actitudes, gestos, metamensajes, valoraciones,
opiniones, etc., excediendo claramente el ámbito de la selección explícita de los
contenidos, y que suele tener vinculación con aquellos supuestos relativos tanto a
los roles sociales como a los roles del alumnado y al conjunto de expectativas que
se depositan en ellos (y en ellas).” (Da Cunha y Vicari, 2008, p. 3)
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En la actualidad hay situaciones en la escuela donde se abusa del cuerpo, son
estados de dominación y no de mero ejercicio del poder. Integran la categoría de
dominación ya que desde una perspectiva foucaltiana en ese estado queda inhibi-
da la resistencia. En cambio en las situaciones de poder omnipresente y microfí-
sico, existe siempre una resistencia, por mínima que sea, que ocupa el lugar de la
poisis y la creación de lo nuevo, de la alternativa.
El maltrato de los cuerpos en la escuela se hace sutil y reproductivista en el
nivel simbólico. Un ejemplo claro es cuando los varones dominan un espacio am-
plio en los recreos y las mujeres quedan relegadas a espacios más restringidos. Se
manifiesta así una posesión del espacio. Como si los varones tuvieran la prerroga-
tiva de hacer uso del lugar y de su consecuente actitud activa. Frente a la pasividad
adjudicada al universo femenino.
Los varones interesados por literatura o que no participan en cuestiones de-
portivas, son tildados de raros. En el caso de las mujeres que se vinculan a tareas
más prácticas (mecánica, física) son tildadas de “machonas”. Son señalados para
tomar una postura “normalizadora”.
El lenguaje que supuestamente pretende describir esconde un lenguaje que
ordena y conforma: el lenguaje referencial es siempre y en cierto grado perfor-
mativo.
Existe también un maltrato más sutil de los cuerpos cuando no se discute
ni tematiza lo sexual. Los silencios refuerzan naturalizaciones, ejemplo de esto
adviene cuando se evade el lugar cultural de la propia concepción de paternidad.
En esta última cuestión es interesante notar como moral y derecho, tradicionales
aliados, se apoyan mutuamente: el padre es el embajador de la ley social –el de-
ber– en la familia y la ley argentina no establece igual número de días de licencia
para el padre de un recién nacido. Siempre a la madre se le “permiten” más días.
Es decir el campo de acción de la paternidad queda reducido como presencia y
práctica diaria. La mujer se ocupa del hijo con su propio cuerpo maternal. Es su
responsabilidad, su lugar, su saber natural.
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Cuerpo y mercado
Revelaciones
En la noche a tu lado
las palabras son claves, son llaves.
El deseo de morir es rey.
Alejandra Pizarnik
El mercado, por su parte, parece sólo preocuparse por el cuerpo en tanto agente y
paciente de consumo. Sin embargo, en los cuerpos aparecen escenas de lucha, de
pujas desde diferentes posturas, significados, resistencias ante corrientes homoge-
neizadoras. Estéticas que se contraponen pero también excluyen en la acción y en el
discurso. Existe una tensión identificable en las denominadas tribus urbanas. Son
grupos que si bien conforman un lazo de pertenencia para sus miembros también
establecen códigos propios para contrastar con lo diferente. Adscribir a cierta tribu
(punk, metalera, dark, gótico, etc.) postula una estética. Implica ciertas característi-
cas y condena otras. El cuerpo de los miembros es un estandarte de sentidos.
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El individualismo se acentúa en los cuerpos capitalistas. Ya no es el “cuerpo sa-
grado”. Asistimos a la entronización de la juventud. El precepto de aparentar me-
nos edad.
Se ensalza el cuerpo con dietas, gimnasias de diferentes clases, tratamientos
rejuvenecedores y cirugías plásticas. Son cuerpos a la carta. El mercado me provee
de los implantes de pectorales que necesito si no quiero esforzarme en el gimna-
sio. Con un implante capilar puedo recuperar el pelo que la calvicie ha devastado.
Puedo tener el color de ojos que deseo comprando unos lentes de contacto descar-
tables en la farmacia. El slogan de un famoso centro de belleza porteño promete
“Trae el cuerpo que tenés. Llevate el que querés”. Prevalece la exaltación de los
sentidos enlazado a las más variadas formas del hedonismo.
Un hombre sólo frente a sus necesidades infinitas. Un ser obturado.
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Los cuerpos del capitalismo metafísico
Cuerpos míos
Al fondo de la calle
un cuerpo mío
sale al encuentro
de otro cuerpo mío
Homero Aridjis
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esta nueva metamorfosis capitalista: “El nuevo capitalismo encuentra su punto
de apoyo no en el sector de bienes, ni siquiera en el de servicios, sino en el de los
medios: pantallas, dinero, lenguaje (educación, afectos), código genético en bio-
tecnología. Ahora bien, esos medios han devenido productos, se han convertido
en cosas en una era en la que el capitalismo se ha vuelto metafísico.” (Lash, 2005,
p. 71)
¿Cómo concebir entonces a los medios como “neutrales” en la conformación
de valores, ejemplos, prototipos, modelos y formas corporales deseadas? Como
sostiene Paula Sibilia en su meticuloso análisis sobre esta transición entre etapas
capitalistas “Con la decadencia de aquella sociedad industrial poblada de cuerpos
disciplinados, dóciles y útiles, decaen también figuras como la del autómata, el
robot y el hombre máquina. Esas imágenes alimentaron muchas metáforas e ins-
piraron abundantes ficciones y realidades a lo largo de los últimos dos siglos. Hoy,
en cambio, proliferan otros modos de ser. Alejados de la lógica mecánica e inserta
en el nuevo régimen digital, los cuerpos contemporáneos se presentan como sis-
temas de procesamiento de datos, códigos, perfiles cifrados, bancos de informa-
ción. Lanzado a las nuevas cadencias de la tecnociencia, el cuerpo humano parece
haber perdido su definición clásica y su solidez analógica: en la estera digital se
vuelve permeable, proyectable, programable.” (Sibilia, 2005, p. 13-14)
Muros
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Pero no oí ruido de obreros ni sonido alguno.
Imperceptiblemente, me encerraron fuera del mundo.
Konstantinos Kavafis
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nación Argentina e incluirla en el concierto económico mundial.” (Salessi, 1995,
p. 13)
El otro período signado por esta metáfora del país-cuerpo fue el surgido del
golpe militar de 1976. Incluso la autodenominación por parte de la junta es clara
sobre su fin: Proceso de Reorganización Nacional. Había entonces, en la visión
de los militares, una necesidad imperiosa de “reorganizar” el cuerpo social. La
Argentina había alcanzado un punto de no retorno. Eran necesarias medidas
drásticas para asegurar su supervivencia. Tal como explica Pilar Calveiro en las
consideraciones preliminares de su ensayo Poder y desaparición: “Las tres armas
asumieron la responsabilidad del proyecto de salvataje.
Ahora sí, producirían todos los cambios necesarios para hacer de Argentina
otro país.
Para ello, era necesario emprender una operación de ‘cirugía mayor’, así la
llamaron.
Los campos de concentración fueron el quirófano donde se llevó a cabo di-
cha cirugía –no es casualidad que se llamaran quirófanos a las salas de tortura–;
también fueron, sin duda, el campo de prueba de una nueva sociedad ordenada,
controlada, aterrada.” (Pilar Calveiro, 2008, p. 11)
La amenaza en este período no era ya el de la barbarie de los federales dispu-
tando el poder central. Era el de los movimientos obreros, el de la guerrilla urba-
na, el de la subversión, el “comunismo apátrida” que socavaba los cimientos de la
“civilización occidental y cristiana” que los militares pretendían resguardar.
Interesante poner la lupa sobre los discursos que retoman la terminología cor-
poral para presentar soluciones. No es casualidad que el presidente que en los no-
venta hiciera carne la revolución liberal, con una fuerte influencia en numerosos
países de Latinoamérica, utilizara un concepto bastante afín. La “cirugía mayor
sin anestesia” para ilustrar ese nuevo reordenamiento. Esta vez bajo el imperio de
los votos.
La misión militar es según Calveiro una reformulación de viejas prácticas:
“(…) cabe señalar también que las características de este poder desaparecedor no
eran flamantes, no constituyeron un invento. Arraigaban profundamente en la
sociedad desde el siglo XIX, favoreciendo la desaparición de lo disfuncional, de lo
incómodo, de lo conflictivo.” (Calveiro, 2008, p.13)
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Otra vez lo diferente donde cae todo el peso de las fuerzas que quieren ocul-
tarlo, desplazarlo, hacerlo invisible.
Consideraciones finales
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predominio masculino. Un espacio de construcción permanente de nuevos mo-
delos sociales. Enriquecido a partir del conocimiento del otro.
Donde los adultos abandonen su condición de superiores, y entiendan a la
enseñanza como un vínculo interactivo. Una escuela entendida como liberadora
de energías creativas. Sobre todo, la de la palabra. ¿Qué mejor antídoto para los
prejuicios enquistados en el imaginario social que la palabra reelaborada por los
alumnos? Como ese lema sublime que pensó Gianni Rodari, para graficar las in-
tenciones de su libro sobre el arte de inventar historias: “El uso total de la palabra
para todos”.
Bibliografía
Calveiro, P., Poder y desaparición. Los campos de concentración en la Argentina. Buenos
Aires, Colihue, 2008.
Díaz, E., La sexualidad y el poder. Buenos Aires, Almagesto/Rescate, 1993.
Da Cunha, M. y Vicari, P., Currículum nulo. (In)-decisiones violentas.
Ponencia presentada en el IV° Congreso Iberoamericano de Estudios de Género, Rosario,
Argentina, julio de 2008.
Iglesias, F., “Lanata: ¿A dónde voy a ir si no es al Grupo Clarín?” en lanacion.com de:
208
http://www.lanacion.com.ar/1437760-lanata-a-donde-voy-a-ir-si-no-es-al-grupo-clarin,
5 de enero de 2012.
Lash, S., Capitalismo y Metafísica. En L., Arfucer (comp.), Pensar este tiempo. Espacios,
afectos, pertenencias (pp.49-74). Buenos Aires, Paidós, 2005.
Matoso, E., El cuerpo: territorio de la imagen. Buenos Aires, Editorial Letra Viva, 2001.
Nievas, F., El control social de los cuerpos. Buenos Aires, C.B.C. Editora, 1994.
Rojas, M. C., “El ‘niño grande’”, en Página 12, 2 de mayo de 2008.
Salessi, J., Médicos, maleantes y maricas. Rosario: Beatriz Viterbo Editora, 1995.
Sibilia, P., El hombre postorgánico. Cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales.
México, Fondo de Cultura Económica, 2005.
Guía de actividades:
Foto 1.
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Foto 2.
Foto 3.
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Foto 4.
Foto 5.
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Foto 6.
Foto 7.
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Foto 8.
Foto 9.
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Foto 10.
Esto
Esto que va que viene
que llevamos traemos
de un lado a otro
huesitos ganglios médulas
la voz el tacto dulce
el cristalino
el pubis
esto que cada noche
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guardamos
frágil cosa
todo esto
qué es esto
sangre
aliento
piel
nada.
¿Qué le sugiere?
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10. Identifique en el siguiente artículo periodístico la problemática vinculada a
este tema:
En declaraciones radiales en La Paz, Torrico –una mujer quechua que viste ropas
típicas–, se refirió recién ayer a las alternativas del viaje que realizó el 14 de junio,
para participar en un evento vinculado a los derechos humanos de los bolivianos
en Argentina.
Una fuente del Ministerio de Justicia argentino precisó que si bien el viaje se pro-
dujo en junio pasado, la mujer prefirió no hablar del tema con la Cancillería, ni
presentar una queja formal.
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el hecho, identificar al responsable y sancionarlo.
Luego del incidente, Rodríguez llamó a la ministra boliviana para disculparse por
la discriminación de que fue objeto, pero no pudo conversar con ella.
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D. En grupos de dos o tres personas confeccionen una tercera historieta, que re-
fleje una charla entre estos dos personajes, acerca de sus visiones del lugar del
hombre y la mujer en la sociedad.
Cuerpo y mercado
17. ¿Qué lugar le otorga el mercado al cuerpo?
18. ¿Por qué se dice que los cuerpos son portadores de sentido dentro de las tribus
urbanas?
http://www.youtube.com/watch?v=nk-pkNkN9uU
Ejemplo paradigmático y cuerpos presentes-futuros: la mujer y el niño
22.¿Qué problemáticas incluye la relación cuerpo-mercado en el caso de la mu-
jer?
23. ¿Por qué dice Rojas que el niño moderno es un “niño-grande”?
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¿Cómo lo relaciona con el capitalismo metafísico que se describe en este capítu-
lo?
http://www.youtube.com/watch?v=0HwSpebtbzo
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