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BASE BÍBLICA
“Aconteció que cierto día pasaba Eliseo por Sunem. Y había allí una mujer importante, quien
le invitó insistentemente a comer. Y sucedía que cada vez que él pasaba, entraba allí a
comer.” (2 Reyes 4:8).
TIEMPOS DE CRISIS
• Esas fueron las condiciones en que le toco vivir a la mujer de la que hablaremos esta
noche.
LA MUJER SUNAMITA
Un día Eliseo iba en el camino a Sunem, por el que transitaba frecuentemente, cuando conoció
a la mujer Sunamita, que a su vez lo reconocía como un santo hombre de Dios (2 Reyes 4:8-9) y
lo invitó insistentemente a comer en su casa junto con su siervo Giezi.
A pesar de la crisis económica, esta mujer anónima, era prospera, tenía una casa
cómoda, criados y un esposo respetado.
Uno de los secretos de su prosperidad era que tenía la virtud de compartir.
Una muestra es que invitó insistentemente a comer a Eliseo cada vez que lo veía y sin
duda, también lo hacía con los más necesitados.
2. Era hospitalaria
No solo brindó hospedaje al profeta.
Le pidió a su esposo construirle una habitación para que descansara cuando estuviera
de paso.
En ese tiempo solo los pudientes podían construir habitaciones para las visitas.
Ser hospitalario trae muchas bendiciones.
3. Tenía temor de Dios
Al distinguir a Eliseo como un santo hombre de Dios (2 R. 4:9).
Al testificar a su esposo para que él también sepa de Dios.
Cuando su hijo murió, solicito la ayuda del profeta Eliseo (4:22 y 30).
Cuando Eliseo se le daba indicaciones y las obedecía fielmente.
Había suficientes evidencias para probar que esta era una mujer de Fe.
4. Era bondadosa.
• Su testimonio de bondad.
• De amor al prójimo.
• En agradecimiento, el profeta le preguntó si necesitaba algo (4:13).
• Con humildad le respondió que lo que hacía, lo hacía desinteresadamente.
• Pero había algo que ella y su esposo anhelaban y era tener un hijo.
• Eliseo preguntó a Giezi: ¿Qué haremos por ella? Y él respondió: ella no tiene hijos, y su
marido es viejo (4:14).
“Eliseo acudía a menudo a este retiro, agradecido por la tranquila paz que le ofrecía. Y Dios
no pasó por alto la bondad de la mujer. No había niños en su hogar; y el Señor recompensó
su hospitalidad con el don de un hijo.” (P. R. p. 178).
• El niño creció.
• Un día mientras trabajaba con su padre, se quejó de un fuerte dolor de cabeza.
• Lo llevaron a su madre, lo tuvo recostado sobre sus rodillas hasta el mediodía y murió
(4:19-20).
• Que terrible tragedia.
• La madre del niño busca personalmente a Eliseo.
• Manifiesta su fe con estas palabras: “¡Vive Jehová, y vive tu alma, que no me apartaré
de ti! “ (4:30).
• Llegaron a casa.
• Eliseo entró, cerró la puerta y oró a Jehová.
• Se echó sobre el niño, su boca sobre su boca, sus ojos sobre sus ojos, y sus manos
sobre sus manos. Así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor… siete
veces lo hizo y abrió sus ojos (4:32-35).
“Así fue recompensada la fe de esta mujer. El gran Dador de la vida le devolvió a su hijo. Así
también serán recompensados sus fieles cuando, en ocasión de su venida, el Señor devolverá
a sus siervos los hijos que les fueron arrebatados por la muerte” (P. R. p. 180).
• Eliseo habló con ella, le dijo: “Levántate tú con toda tu familia y ve a residir donde
puedas, pues Jehová ha llamado al hambre, y vendrá sobre la tierra durante siete
años” (8:1).
• La mujer obedeció las indicaciones del profeta.
• Siete años después, al regresar, fue al palacio del rey.
• Cuando llego, Giezi estaba ahí y le dijo al rey quien era ella.
• Le contó como Dios resucito a su hijo.
• “Entonces el rey le asignó un funcionario, diciendo: Haz que le sean devueltas todas las
cosas que eran suyas… desde el día que dejó el país hasta ahora” (8:4-6).
CONCLUSIÓN.
• Recordemos algunos de los secretos que ayudaron a esta mujer a ser prospera.
• Compartir con otros las bendiciones que Dios.
• Usar los bienes que poseemos para apoyar su causa.
• Ser bondadosos.
• Servir desinteresadamente a Dios.
• Obedecer los mandatos de Dios.
• Confiar en las promesas de Dios.
• La recompensa de servir fielmente a Dios fueron bendiciones abundantes.