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Un mar Avilloso había una vez 5.227.

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Con siete cabritos y ni un solo pez
En él navegaban sobre olas y olitas
Una bruja horrible y dos caperucitas
Una bella dormía su sueño salado
El lobo feroz roncaba a su lado
Ay! Qué maravilla el mar Avilloso
Nadando iba Ricitos junto con tres osos
La Cenicienta juntaba perlas de agua
Y luego las bordaba sobre sus enaguas
Y en un castillo hecho de arena
un pejerrey comía su cena

Exploración del lenguaje literario: qué cosas el texto nos cuenta sin contar. Si al leer cada rima no surge de
los niños estas preguntas la docente induce la actividad y la reflexión preguntando, por ejemplo: ¿Con qué
sueña la princesa? ¿Y el lobo? ¿Cómo eran las caperucitas? ¿Cómo son las perlas de agua? ¿De qué otra
cosa podrían ser? ¿Qué cenaba el pejerrey? Escuchando las olas La docente plantea: ¿Cómo era el sonido
de cada mar de la poesía? Luego invita a los niños a prestar atención y hacer silencio para poder escuchar
melodías
El lobo se comió a los siete cabritos y el hermano El lobo volvió a marcharse malhumorado pensando en
que esta vez lo conseguiría. Fue al molinero y le pidió que le pintase la patita con harina y, aunque al
principio el molinero no confió en él, le entró miedo y acabó accediendo.
De modo que el lobo volvió a llamar a la puerta.  
- ¿Quién es? - preguntaron los cabritos.
- Soy yo, vuestra madre.
- Enséñanos la patita para que podamos verla.
Al ver los cabritos que su pata era blanca como la nieve, creyeron que de verdad se trataba de su madre
y le dejaron pasar. Y, de repente, ¡se dieron cuenta de que era el lobo! Entonces, corrieron despavoridos a
esconderse por la casa. Uno se metió debajo de la cama, otro, en el horno, otro, en la cocina, otro, en el
armario, otro, en un rincón, otro, en el fregadero y el más pequeño, en la caja del reloj. El lobo fue
encontrándolos y comiéndoselos uno por uno, excepto al más pequeño, al que no pudo encontrar. Estaba
tan harto de comer que se fue a tumbar debajo de un árbol y se quedó dormido.
Mientras tanto llegó la vieja cabra y menudo susto se dio cuando vio que toda la casa estaba revuelta y no
había ni rastro de sus hijos. Entonces, el más pequeño la llamó desde la caja del reloj, su madre lo sacó y le
contó lo ocurrido. La vieja cabra cogió tijeras, aguja e hilo y fue con el cabrito en busca del malvado lobo.
Cuando lo encontraron, cogió las tijeras y le abrió la tripa al animal. De ahí salieron uno por uno sus seis
cabritillos vivos. 
También nadaba Pinocho que zambullía
al sacar la cabeza la nariz le crecía
ya que al abrir la boca tan solo mentía

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