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LA RACIONALIZACIÓNDEL CASTIGO
WEBER Y LA PENALIDAD EN LA ÉPOCA MODERNA
FOUCAULT Y WEBER
H. H. Gerth y C. Wright Mills (comps.), From Max Weher, 1948, pp. 261-262.
En su ensayo "On the characteristics o€total institutions" Erving Goffman también anti-
cipa muchos de los temas que analiza Foucault en relación con los principios operativos de
10s regímenes disciplinarios. Véase Goffman, Asvlurns, especialmente pp. 13-22.
Incluso Durkheim acepta que el castigo moderno se ha racionalizado en este aspecto:
"Actualmente, corno ya conocemos el fin que queremo5 alcanzar, sabemos utilizar mejor los
medios de que disponemos [el castigo] produce sus efectos con una mayor conciencia de lo
que hace", La diiiisión del trabajo ~ o c i a lp.
, 97.
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Sobre la historia penal véanse S. Webb v B. Webb, Englislz prisons under local governnzetzt,
1922; S . McConville, A histoly of English prison adtniriistration, vol. 1, 1981 y Radzinowicz, Eti-
glish criitiirial lnii, cind its adniinistration. En relación con el cambio institucional en Estados
Unidos, véanse B. McKelvey Atnerican prisons: A history ofgood inteiztioi?~,1977; 0. F. Lewis,
The dei~elol,r~i~,r~rof'Ar?zericatz prisons and prlson c u s t o t ? ~1776-1845,
~, 1922; H . E . Barnes, Tlie
evollttiori 01 ~~enologi; in Pennsvlvania, 1968; W. D . Lewis, Froni Nei~~gate to Dafinei?zor-a: The
rise of tlze penitentiaw ii7 Netv York, 1796-1848, 1965. Para una descripción del surgimiento del
sistema de libertad condicional en California, no como resultado de ideologías de rehabilita-
ción sino de la racionalización de la política penal -específicamente la trasferencia de la de-
cisión discrecional de conceder la libertad del gobernador a un cuerpo burocrátic-, véase
S . L. Messing-el-etal., "The foundations of parole in California", ú t w and Society Revieiq núm.
19, 1985, pp. 69-106.
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tes de apoyo social. Cada aspecto de este sistema penal cada vez más bal-
canizado se caracteriza por estructuras y procedirnicntos burocráticos, de
manera que incluso los procesos no institucionales -tales como la libertad
condicional, el trabajo social, la supervisión después de abandunar la cár-
cel-, que comenzaron como iniciativas voluntaria., \ de caridad, son aho-
ra rutinas administrativas a cargo de las mismas estructuras organizativas
que se ocupan de las tareas de confinamiento carcelario del sistema. Por
ende, incluso los aspectos más personalizados e individualizados de este
sistema de "procesamiento de gente" son ahora administrados desde el in-
terior de instituciones burocráticas, con todo lo que ello implica.12
La mayor parte de estos nuevos grupos ocupacionales tiene aspiraciones
profesionales. Tanto directores de reformatorios como funcionarios médi-
cos y siquiatras, ejecutivos de los correccionales, funcionarios de libertad
condicional, profesionales encargados de menores, afirman contar con ex-
periencia especializada, e intentan influir en la política penal. Estos grupos
tienen diversas formas de conocimiento, habilidades clínicas o capacidad
técnica y divergen de manera considerable en asuntos de política penal y
política en general. Sin embargo, todos ellos, como funcionarios profesio-
nales en materia penal que ofrecen un servicio particular o desempeñan
una tarea social útil, suelen representarse de manera positiva y utilitaria, y
evitan el cargo de conciencia y la infamia cultural que antaño se adjudica-
ban al verdugo o al carcelero al afirmar que son más que meros instru-
mentos de castigo.13 En vez de ser los vehículos de una reacción punitiva
- e s t a t u s que incluso los carceleros de menor rango intentan evitar- se
presentan positivamente como técnicos de la reforma, profesionales del
trabajo social o directores de instituciones.14 Por lo tanto no es coinciden-
cia que el periodo en que surgieron estas burocracias profesionales sea
también el periodo en que los sentimientos punitivos se volvieron más mar-
ginales en el discurso oficial, sustituyéndolos por objetivos y expectativas
más utilitarios. Si hoy esperamos "resultados" del castigo, se debe en gran
medida a lo que lograron estos grupos y a su autodescripción.
El resultado más evidente de estos procesos convergentes de centraliza-
ción, burocratización y profesionalización ha sido que los sistemas penales
modernos manejan, con razonable eficiencia, un gran número de trasgre-
'* Una de las consecuencias no intencionales del movimiento por los derechos de los pre-
sos en Estados Unidos y en otros países es acelerar el proceso de burocratización del sistema
penitenciario Como señala James Jacobs, la discusión sobre los derechos de los presos dio lu-
gar a una nueva generacion de administradores capacitados que respondan a las exigencias
de los tnbunales de aplicar procedimientos racionales legales en las instituciones y de docu-
mentar su ejecución Véase Jacobs, Neiv perypectzver on pnyons and impuisontnent, cap 2
l 3 Sobre el estatus ~ u l t u r a lde los verdugos vease Spierenburg, Tke rpectacle of ruffenng,
cap 2
l 4 Veanse Cohen, Visions o f social control, y Christie, Lzmzts to paln
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23 Acerca de estas tendencias, en especial "la pasión por la clasificación", véase Cohen, Vi-
sions of social control.
24 Foucault, Vigilar v castigar, p. 78.
25 Cohen, Visions of social control.
visto, las instituciones modernas del castigo son mucho menos accesibles
al público, mucho más reservadas y socialmente invisibles que los castigos
de antaño. Las tareas sociales involucradas en el castigo se han delegado a
instituciones especializadas al margen de la vida social, con el resultado de
que se han vuelto, en cierta medida, ocultas. El castigo "abandona el do-
minio de la percepción casi cotidiana, para entrar en el de la conciencia
a b s t r a ~ t a "Lo
.~~que alguna vez se representó como un diálogo abierto y ri-
tualizado entre el trasgresor y la comunidad, es ahora una comunicación
mucho más tangencial, que se desarrolla en instituciones que otorgan poca
expresión a la voz pública.27Nuestras prácticas del castigo han dejado de
ser sociales en un sentido pleno y se han tornado cada vez más técnicas v
profesionales. En la medida en que el papel del público -o incluso de quie-
nes afirman representarlo- se ha reducido, el papel del experto se ha in-
crementado y, en el mismo sentido, el conocimiento y diagnóstico técnico
han desplazado -o encubierto- la evaluación moral y el juicio condena-
torio. Las clasificaciones y tipologías que ahora proliferan en el discurso
penal se representan como medios moralmente neutrales y racionales de
insertar a los trasgresores en regímenes adecuado^.^^
En general, estos avances han logrado reducir la inmediatez con que se
expresan el sentimiento popular o la preocupación política en el acto de
castigar, así como disminuir el conocimiento directo y la experiencia del
proceso que tienen la mayoría de los ciudadanos. En tanto que legisladores
y jueces afirman expresar los sentimientos de la comunidad y ajustan las
acciones penales de acuerdo con ello, la administración penal no tiene el
mismo grado de responsabilidad. Su preocupación principal no es expre-
sar el sentimiento público sino operar el sistema penal y manejar los recur-
sos de la manera más racional y eficiente. En consecuencia, los adminis-
tradores de los correccionales suelen minimizar el efecto de la intervención
política y resistir las fuerzas "irracionales" del sentimiento público, ya que
esto puede propiciar el descontrol del sistema y desestabilizar las metas ad-
ministrativas. Pero en tanto que la opinión pública es volátil y desinforma-
cault nos muestra claramente (al igual que lo confirma mi libro Punish-
ment and welfare) que este naciente poder ejecutivo buscó, desde principios
del siglo xrx, tener cierto grado de independencia de los jueces.29Las deci-
siones clave del proceso penal +amo la forma y el lugar de la custodia, las
condiciones de la libertad condicional, las fechas de liberación, la disponi-
bilidad de supervisión después de abandonar la cárcel, entre otras- han
sido monopolizadas por los administradores penales conforme a una Iógi-
ca administrativa, más que sobre bases legales o judiciales. Este poder eje-
cutivo para determinar regímenes penales y asignar a los trasgresores a
una u otra instancia, sumado a la creciente influencia de la administración
en la política penal y en el discurso oficial, se han encargado de que el
"castigo" sea cada vez más racional. En la moderna red de instituciones y
burocracias penales el "castigo" se aproxima a una forma de acción racio-
nal, desempeñada de manera rutinaria y práctica, representada en térmi-
nos neutrales y administrativos. Desde luego, bajo estas prácticas y dis-
cursos "objetivos" se encuentra un rango de valores y, más al fondo, una
serie de fuerzas emocionales y de juicios morales. El resentimiento, la in-
dignación, el odio, al igual que la misericordia, la justicia y el perdón, si-
guen formando parte de estas medidas racionales, aunque de manera ca-
llada, sublimada, disfrazada de preocupación utilitaria por la disciplina
institucional y la administración individual, de modo que incluso las ac-
ciones punitivas más transparentes suelen representarse en términos ins-
trumentales "positivos".
Vigilar y castigar es en vanos sentidos una interpretación de este proce-
so de racionalización. Subraya que, en la época moderna, los sentimientos
punitivos se han convertido en algo vergonzoso, negativo, irracional, por lo
que cada vez el castigo se redefine en términos positivos y administrativos,
como una manera de corrección y normalización. Para Foucault el resul-
tado combinado del aumento de la disciplina, la influencia de las ciencias
y el mayor poder de las redes administrativas ha sido restructurar el siste-
ma penal de manera novedosa. Su propia descripción de esta nueva forma
de penalidad se centra en sus formas intrínsecas de poder y conocimiento
y en su relación con el cuerpo del trasgresor aunque, como hemos visto,
esto también puede entenderse en términos más amplios, tal como lo hace
Weber, como una tendencia hacia la racionalización en el ámbito penal.
Como queda claro de las páginas anteriores, la descripción de Foucault
capta una característica crucial de la penalidad en el siglo xx e indica los
aspectos básicos que constituyen su "modernidad". En ciertos aspectos del
castigo, como sucede en otros ámbitos de la sociedad moderna, las rela-
ciones técnicas tienden a desplazar a las morales, las terapias sustituyen a
2y Véase Foucault, Vigilar v castigar, p 17, "La ejecución de la pena tiende a convertirse en
un sector autónomo, un mecanismo administrativo del cual descarga a la ~LI~ticia."
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3' Skkes wgiere que los admini5tradoreí penales suelen aprovechar este ambiente "puniti-
vo" para sus propios hnes, por elemplo para lustificar los controles rígidos que les perniitt'[i
mantener la tranquilidad y el orden en una prisión. The socieri, of capttves, p. 33.