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José Mendívil
«Todo absurdo tiene ahora su hablador» 1
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«Every absttrdivy has now a champion» Olive r Goldsmith, 1764. Tomado de El fin del arte y el fin de
las vanguardias, Daniel Jerónimo Toban Giralda, en Javier Domínguez et. al. (editores), Moderno/
Contemporáneo: un debate de horizontes, La Carreta Editares E.U., Colombia, 2008, p. 59.
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“«Todo absurdo tiene ahora su campeón.» Esta frase de Oliver Goldsmith la hemos tomado prestada
de Jorge Luis Borges y Bioy Casares, quienes a su vez la usan como epígrafe a las Crónicas de Bustos
Domecq, de 1967: una colección de críticas de arte dedicadas a artistas imaginarios cuyas obras llevan al
límite las posibilidades de la vanguardia. Un listado no exhaustivo de los artistas reseñados en estas
Crónicas incluye: un multifacético escritor que se apropia de los libros más diversos de la literatura
universal, desde La cabaña del Tío Tom hasta La imitación de Cristo, y los publica bajo su nombre; un
grupo de actores de teatro cuya obra consiste en hacer exactamente lo que hacen todos los días
mezclados entre la gente; un pintor musulmán que pinta con «fidelidad fotográfica» y luego recubre el
lienzo con una capa de pintura negra para no romper los preceptos iconoclastas de su religión; un
arquitecto que intenta hacer de la arquitectura un arte puro eliminando todo aspecto funcional en ella,
es decir, haciendo edificios absolutamente imposibles de habitar y, en ciertos casos, impenetrables. Las
Crónicas son un catálogo de obras absurdas presentadas en un tono de ridiculización feroz, y encajan
perfectamente en el ambiente de fantasía racional que reina en tantos de los cuentos de Borges. Cada
una de estas obras, sin embargo, por absurda que sea, es posible e imaginable como obra de arte”. Ibíd.
si que hable como les hablo sirva para lo que pretendo, dudo que sea así y no cabe esperar…,
si valdrá de algo que les hable de esta forma y no de otra, o que pretenda o crea que habrá
lectores entre nosotros interesados en verle el rostro a lo irracional de la vida nacional…, a su
muerte inevitable…, porque sabemos que el pueblo no lee, es un animal social que vive y
soporta las consecuencia de su ignorancia, resentimientos, odios, desprecios y lenguajes, de su
dominación por un Estado que siempre le fue ajeno,…no de los que vienen de las fantasía o lo
creativo, sino, de las miserias de nuestra humanidad y civilidad desde el primer mestizo en esta
parte del mundo y la civilización…, del indio…., y por ello, puedo intuir que si escribo debería
ser solo para mí y pocos…, que quieran evitar la muerte en lo irracional…, algo que no deseo,
pero que esperare no impasible, ya que prefiero que de alguna forma el malestar que siento
por lo irracional, que es nuestra propia obra…, lo que tenemos como país,…tenga por lo menos
el sentido de una bella farsa, si bien es probable que no aprendamos nunca a sentir antes la
necesidad de lo trágico en nuestro espíritu y alma nacional, algo que necesita imaginarse, que
necesita de otro pueblo y otros habladores, de otras fantasías y de otras obras de arte….en el
trazar un sentido de lo que se pretende en su colorido, sometiendo a sus opacidades…, algo
que sea preferible disfrutar en lo nuevo, distinto, a tener que volver a disfrutar el malestar de
la repetición de lo mismo, por aburrido hasta el desquiciamiento de fines comunes o
asequibles para todos…, sin lo cual, una sociedad como la peruana, enferma de muchos males
que vienen del pasado reciente o lejano, y de no saber qué hacer con su futuro…, será una
sociedad desquiciada en lo previsible e imprevisible de su enfermedad y locura, la de lo
absurdo….y la muerte.
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“Toda la duplicidad del arte contemporáneo consiste en esto: en reivindicar la nulidad, la
insignificancia, el sin sentido. Se es nulo, y se busca la nulidad; se es insignificante y se busca el sin
sentido”. Baudrillard, Jean, El complot del arte, Ilusión y desilusión estéticas, Amorrortu Editores, Buenos
Aires, 1996, p. 61.
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Si bien, es propiamente algo característico de la civilización europea, no podemos evitar lo que nos
toca, siendo esto mucho menor para los que aún se afirman en las culturas andinas. “Después de la
orgía y de la liberación de todos los deseos, hemos pasado a lo transexual, en el sentido de una
transparencia del sexo en signos e imágenes que le quitan todo su secreto y toda su ambigüedad.
Transexual en el sentido de que ya no tiene que ver con la ilusión del deseo, sino con la hiperrealidad de
la imagen”. Ob. cit., p. 49.