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karinarivasjusticia@gmail.com
El color de las cosas nos sitúa en un lugar, del cual la historia misma depende para
sostener la mentira que ha vendido de supremacía racial. El asunto, hoy, es el color, e
inocultablemente invita cada vez a estar más cerca de la conversación sobre lo étnico,
(entiéndase la construcción de raza, como una categoría opresiva y reductora de los
cuerpos racializables) La agenda étnica sigue en mora. Hay un «algo» en las
comunidades nuestras (más profundo que el racismo institucional y estructural obtuso ),
en las tierras negras fundacionales de tiempos memorables, «algo» indescifrable; una
suerte de nostalgia, un aire de ruina que destroza de las casas sus fachadas, una pobreza
que se percibe en el alma, alimentada por la desidia desinteresada de quien gobierna y
manda; a veces pienso que será el agua, que abusa sin estar encausada, llueve, se
inunda, friega; luego pienso en la sequía y culpo al sol, recuerdo a los ancestros,
recuerdo a los muertos, pienso en ellos; lo violento que fenecieron. Siento sus cuerpos
en las carreteras que de asfalto no gozan, abandonados como ellas marchitos en mentes
blanqueadas rebosantes de sombras. Tierras llenas de vida, perennes, infértiles de
oportunidad, inundadas de estiércol social, de ausencia social, entre el vaivén del
desarrollo convencional, que deja una estela de infecundidad en la clase social étnica,
que marginaliza en miserias, seres que sienten, seres que sufren, seres que luchan...
¡SERES PRIETOS QUE PIENSAN!
El mundo se ha visto atravesado por el peor período del milenio, y la realidad de este
momento significativo, ha llevado a Colombia en cabeza de sus representantes en la
democracia que administra, legisla y judicializa, a hacerse el planteamiento de un
sinnúmero de circunstancias que robustecen el grueso de demandas sociales, al tenor del
tajante incumplimiento de las normas aparentemente proscritas, relegadas e inválidas de
un estado que artificialmente pretende poner los tapabocas en los ojos de sus ciudadanas
y ciudadanos administrados, mientras se lava la manos para no tomar medidas que
resulten eficientes y eficaces para atacar la crisis pandémica de fumigación imperial,
llamada Covid-19, con inteligencia programática y sistemática, caracterización étnica y
de género, representada en inversiones ecuánimes que sean repartidas según las
verdaderas necesidades humanas, como por ejemplo pensarse en planes de contingencia
que superen la demagogia que se dedica exclusivamente a nombrar, sin pensarse el
fondo de soluciones radicales a las circunstancias de poblaciones particulares como la
negra ¿Y la cuestionable “inclusión”, es para quién?
Soy una Mujer Negra en la diáspora de Medellín, esto no es más que ser habitante en la
tierra que ensombrece las luchas hasta de sus mestizas gentes, no siento esperanza en
este lugar que separa las juntanzas, en vez de acercar. A mi paso no hay estelas de
pétalos que revistan impolutos la indignidad de mi voz, más bien la mierda cae cuando
se ha intentado arrimar, palabrear, sanar; con esa posmoderna y blanca otredad en
lógicas de dominación (entiéndase por blanco una categoría colonial, antes de tocar lo
frágil de su sensibilidad ). No seré nunca la representación sumisa de la doméstica
empatía. Con el ceño empuñado he defendido la causa Prieta día a día, con seviciosa
alevosía. Soy una mamá, hija, migrante, diasporada en esta ciudad con profundas
críticas y planteamientos disruptivos sobre la realidad habitacional en la urbe, que
representa la polis de todos los exilios. INDIGNADA, de ver en constancia y
reiteradamente como el desangre del cual se ha valido la construcción supremacista de
este país, -las castas blancas, blanqueadas, eurodescendientes y mestizas colonizadas, la
colonial antioqueñidad - que día a día, históricamente, usan y usufructúan (día a día a
día día a día a día día a día a día) la creación imaginativa y ancestral, patrimonial, de
quienes nos dieron la vida, de los pueblos originarios que son la familia; a nosotres
descendientes de personas esclavizadas y racializadas, ANCESTRALES.
El gran aporte que hace la Africanidad y la cultura Afro diásporica del pacífico
latinoamericano, a las multiculturalidades de las cuales Colombia Estado, se ufana en el
exterior, no tiene dimensión, ¡TODA LA VIDA! Ekobias, ekobios. No ha sido gratuito;
esa condición extractivista genera ingresos públicos, inversiones extranjeras, impuestos,
donaciones internacionales, lavado de activos, corrupción, saqueo, saqueo, saqueo...
Incalculablemente. Este hecho sostiene la Economía nacional y de los territorios, gente
racializada, que después tiene que participar en una miserable carrera burocrática por
figurar en el concurso nacional de estímulos al arte y cultura, cuyo manual supera las
absurdas 6OO páginas. TIENEN HUEVO y me conmueve mucho. Me conmueve toda,
me remueve el alma.
Desde su complejo mesiánico de blancos salvadores, se paran en un discurso de
solidaridad que soporta su solapado racismo, ¿Solidaridad para quién? Fama de buen
samaritano con el rayón cristiano católico colonizador de la espiritualidad,
¿reconocimiento para quién? Seguramente no para nuestra comunidad, pornomiseria
histórica, deshonra ancestral. Blancos mesiánicos usurpando nuestros lugares de
enunciación, con todo lo que ha costado a nuestra gente; a nosotras, adquirir nuestros
derechos, sangre. ¡SANGRE HA COSTADO!
Kari R. Gong