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Resumen
En los últimos años han aparecido un gran número de productos de aplicación tópica para las enfermedades
cutáneas de los pequeños animales. Estos farmacológicos se distribuyen en una diversidad de formatos de
aplicación, los cuales pueden resumirse en aquéllos útiles para usar en superficies amplias (champús,
lociones, etc), y los utilizados en procesos localizados (cremas, geles, aerosoles, etc), sin contar los nuevos
productos que, aplicados sobre la piel, tienen un efecto a nivel sistémico (pour on, spot on).
La utilidad terapéutica de los productos tópicos es muy amplia, abarcando antiparasitarios externos,
antimicóticos, antisépticos, antiseborreicos, etc. En esta revisión sólo describimos las posibilidades del uso de
estos farmacológicos en el tratamiento de las piodermas y de los trastornos de la queratinización.
Palabras Clave: dermatología, canino, pioderma, seborrea, baño, champú
INTRODUCCIÓN
En los últimos años han aparecido un gran número de productos de aplicación tópica para las enfermedades
cutáneas de los pequeños animales. Estos farmacológicos se distribuyen en una diversidad de formatos de
aplicación, los cuales pueden resumirse en aquéllos útiles para usar en superficies amplias (champús,
lociones, etc), y los utilizados en procesos localizados (cremas, geles, aerosoles, etc), sin contar los nuevos
productos que, aplicados sobre la piel, tienen un efecto a nivel sistémico (pour on, spot on).
La utilidad terapéutica de los productos tópicos es muy amplia, abarcando antiparasitarios externos,
antimicóticos, antisépticos, antiseborreicos, etc. Vamos a excluir de esta revisión los destinados a combatir
las ectoparasitosis -pulicidas (p.e. piretrinas) y acaricidas (p.e. amitraz)- y las micosis (p.e. enilconazol), a fin
de centrar el artículo en aquellos procesos en los que los detalles del tratamiento con baños pueden ser algo
más complejos o menos conocidos.
Básicamente, vamos a describir las posibilidades del uso de estos farmacológicos en el tratamiento de las
piodermas y de los trastornos de la queratinización. Aunque no vamos a entrar en ellos, debemos recordar que
en procesos localizados de esta naturaleza existen presentaciones tópicas especialmente diseñadas para su
tratamiento; baste como ejemplo el acné, lesión focal que posee caracteres tanto de pioderma como de
trastorno de la queratinización, y que se puede tratar con antibióticos (p.e. mupirocina), retinoides (p.e.
tretinoína), antisépticos (p.e. peróxido de benzoílo) e, incluso en algunos casos, corticoides (p.e.
fluocinolona), todos ellos en distintas presentaciones tópicas (pomadas, cremas, geles, ungüentos, soluciones,
etc).
Una vez ubicado el tema, debemos concretar algunos términos a utilizar en esta revisión, ya que no existe una
definición clara de los distintos formatos de aplicación tópica. Así, y a pesar de su posible incorrección, en
este artículo utilizaremos champú para aquellos productos que, tras aplicarlos sobre la superficie corporal,
dejándolos en contacto con la piel durante 5-15 minutos, se aclaran o enjuagan; y hablaremos de lociones
cuando se describan soluciones terapéuticas que se aplican en la piel dejando que el animal se seque al aire,
sin aclararlo. Cuando nos refiramos en general a la terapia tópica en amplias áreas de la piel usaremos el
término baños.
PRINCIPIOS GENERALES
Hasta hace unos pocos años se necesitaba recurrir a los productos medicados para baños de la farmacopea
humana. Aunque actualmente también están disponibles, siempre debemos utilizar los fabricados
expresamente para pequeños animales ya que el pH de la piel de las personas es mucho más bajo, y los
champús y lociones deben adaptarse a esta circunstancia. Además, hay que tener presente que ciertos
champús para personas suelen fabricarse a concentraciones que son irritantes para los animales de compañía
(p.e. peróxido de benzoílo), o bien provocan efectos secundarios indeseables; así, la piritiona de zinc es un
queratoplástico que se usa en la seborrea humana, no debiéndose utilizar en perros por el posible desarrollo
de retinopatías.
Aunque los baños pueden ser el único tratamiento en algunos procesos (pseudopiodermas, procesos
descamativos leves), lo más frecuente es que se usen como un complemento a una terapia sistémica. Se debe
destacar que la terapéutica con baños se realiza principalmente en perros, y con mucha menor frecuencia en
gatos debido a que estos últimos no los toleran de buena gana.
Entre las ventajas que presenta la aplicación de baños encontramos la rápida mejoría, respecto de una sola
terapia sistémica, en la imagen exterior del paciente, lo que redunda en una mayor satisfacción del propietario
al ver la evolución de su mascota. Evidentemente, desde un punto de vista médico, la sola aplicación de un
baño, independientemente de los principios activos que se añadan mediante champús o lociones, produce
unos beneficios a nivel de la piel (hidroterapia). Entre estos se incluyen, además de la limpieza de la piel, la
humidificación del estrato córneo, el ablandamiento de las costras existentes, la eliminación de detritus, y la
mejoría en el dolor y el prurito, principalmente si se usa agua fría. Muchos de estos efectos pueden ser
intensificados al utilizar champús o lociones adecuados para el propósito perseguido.
Obviamente, el empleo de baños también tiene inconvenientes, el principal de los cuales es el tiempo y
trabajo que requiere; la administración de varios baños semanales a un perro en casa, principalmente si es de
una raza grande o gigante, puede llegar a ser una tortura para el propietario, a pesar de la mejoría observada
en su mascota. En estos casos, la disponibilidad de proporcionar baños en la clínica favorece la aceptación
por parte del dueño de esta terapia; además, es recomendable que la clínica disponga de la posibilidad de
ofrecer baños de remolino, los cuales aumentan la eficacia cuando se pretende eliminar costras y escamas,
limpiar fístulas, o reducir el dolor o el prurito, recomendándose en el manejo de piodermas profundas y, en
animales parésicos, en la prevención y curación de úlceras debidas al decúbito continuo, o causadas por la
maceración de la piel por el contacto continuo con la orina.
Cuando se usan champús medicados se debe tener presente que los ingredientes activos deben estar en
contacto con la piel el tiempo necesario, antes de aclarar al animal. Es imprescindible instruir al
propietario del paciente para que mantenga a su mascota en contacto con el champú el tiempo
requerido, debiendo insistir también en que el aclarado sea abundante, evitando dejar residuos del champú,
lo que podría provocar irritaciones cutáneas. En el caso de las lociones, al no enjuagar al animal tras su
aplicación, no existen estos problemas, aunque hay que asegurarse de que el dueño entiende que no debe
aclarar a su mascota.
Esta diferencia entre champú y loción es la que conduce a que ciertos agentes terapéuticos se apliquen
preferentemente en forma de champú y otros como loción. Así, respecto de las enfermedades que abordamos,
los antisépticos y numerosos antiseborreicos (ácido salicílico, azufre y brea) usualmente se aplican como
champús, mientras que los hidratantes pueden venir como champús si son humectantes, o como lociones en el
caso de los emolientes.
Las lociones tienen la cualidad de dejar una capa de ingredientes activos sobre la piel, teniendo un efecto más
prolongado, aunque normalmente antes de aplicar la loción se requiere usar un champú, de higiene o
medicado, y enjuaguar al animal.
Para hidratar la piel y conseguir que los agentes activos actúen sobre la misma, el tiempo mínimo de los
baños debe ser de 5 minutos, aunque se recomienda una duración entre 10 y 15 minutos, controlada con reloj.
La duración del baño se empieza a contar desde que se ha enjabonado toda la superficie del animal, siendo
útil frotar primero las áreas cutáneas más lesionadas, repitiendo esta operación varias veces antes del
aclarado.
La aplicación de baños cortos y frecuentes no sólo no hidrata la piel sino que la reseca. Tampoco se
recomiendan baños muy largos ya que existe el riesgo de maceración de la piel. Finalmente, tras bañar al
animal éste debe secarse, bien con toalla o mediante el uso de secadores con aire caliente.
Siguiendo esta clasificación podemos hacer una elección inicial del tratamiento tópico, si bien la opción final
de un ingrediente u otro dependerá de la respuesta del paciente a los baños. En cualquier caso, en seborreas
intensas, para evitar irritar la piel es recomendable escoger al inicio un producto un poco más suave y, si no
va bien, pasar a uno más enérgico.
En procesos con ligera escamosis, sin componente graso lo único que se requiere es hidratar el estrato
córneo, por lo que van bien los champús humectantes y las lociones emolientes, solos o en combinación.
Algunos autores consideran que en razas de pelo largo van mejor los emolientes, mientras que en las de pelo
corto prefieren usar humectantes.
A este respecto es interesante destacar que la aplicación tópica de champús que contienen ciertos ácidos
grasos (linoleico y gammalinolénico) favorece la restauración de la barrera cutánea a la permeabilidad del
agua; otros ácidos grasos, como el araquidónico, también mejoran los estados de escamosis aunque no la
barrera acuosa.
En los casos en que la escamosis sea más intensa, sin un importante componente graso, primero se debe
aplicar un champú que ayude a eliminar las escamas y regular la queratinización, como un champú que
combine azufre y ácido salicílico a concentraciones similares, ya que en este caso se considera que actúan
sinérgicamente los dos compuestos; tras el aclarado sería conveniente aplicar alguna loción emoliente, a fin
de mantener hidratada la piel más tiempo, y así retrasar la frecuencia de los baños. Actualmente, en España,
sólo se dispone de un champú que contenga ácido salicílico y azufre, sin brea, el cual además lleva
humectantes vehiculados en liposomas, por lo que la aplicación posterior de una loción emoliente se hace
innecesaria.
En pacientes que presenten una escamosis más o menos intensa acompañada de un componente graso
importante, en el primer baño se usará un champú que, además de llevar azufre y ácido salicílico, sume
también brea, ya que la misma es moderadamente desengrasante; al igual que en el caso anterior, tras el
aclarado sería conveniente aplicar alguna loción emoliente, aunque algunos dueños no entenderán que se le
aplique una loción aceitosa cuando su animal presenta una capa grasa; en estas circunstancias se puede
sustituir por un segundo baño, en este caso con un champú humectante.
Uno de los inconvenientes de los champús que llevan brea es que pueden ser irritantes para la piel e inducir
fotosensibilización, por lo que en caso de aplicarlos se debería escoger primero aquéllos que tengan una
menor concentración; incluso algunos autores prefieren usar los champús de peróxido de benzoílo antes que
los de brea; por estas mismas razones, a priori, no se deberían aplicar champús con brea en gatos.
Finalmente, en los animales con una capa muy grasa se utilizan los champús a base de peróxido de benzoílo,
ya que este compuesto posee un elevado poder desengrasante. Si al cabo de unos baños se observa que la piel
queda excesivamente seca, se pueden combinar el champú de peróxido de benzoílo con uno que lleve azufre,
ácido salicílico y brea, bañando al animal cada vez con uno distinto, o bien usar un champú a base de
peróxido de benzoílo combinado con humectantes vehiculados en liposomas, lo que evita la sequedad de la
piel.
Es importante, en estos pacientes, una vez controlado el exceso de grasa plantearse la posibilidad de utilizar,
para mantenimiento, un champú menos desengrasante.
En los animales de pelo largo es muy recomendable proceder a un trasquilado previo para favorecer el
tratamiento tópico de la seborrea. Algunos autores preconizan, al objeto de ahorrar champú medicado y
mejorar el contacto de los agentes activos con la epidemis, que en cada sesión los animales primero sean
bañados con un champú detergente y, tras aclararlos, se aplique el champú antiseborreico.
La frecuencia inicial recomendada de los baños es de 2 ó 3 semanales. Una vez controlado el proceso (2-3
semanas si es leve, y más en procesos intensos) se amplía el período entre baños, siendo el propietario del
animal el que debe indicar cuándo se necesita bañarlo, en dependencia de la aparición de escamas y, en los
casos de seborrea grasa, de olor. En general en casos leves es suficiente con un baño mensual, pero en
procesos muy grasos puede necesitarse hasta uno cada 7-10 días.
Hemos dejado para el final los champús con sulfuro de selenio, los cuales se utilizaron desde hace muchos
años en múltiples dermopatías. Este agente también es un excelente antiseborreico y desengrasante, pero a la
vez es irritante en muchos animales y con frecuencia excesivamente secante, por lo que actualmente se usa
mucho menos que antes, además de estar contraindicado en gatos. Esto no quiere decir que en algunos
pacientes ocasionales pueda ser la mejor alternativa terapéutica.
CONCLUSIÓN
Dos son las conclusiones que se pueden destacar sobre el uso de baños en estos procesos cutáneos:
1. Esta terapia es, cuando menos, un complemento importante en la curación o en el control
de la enfermedad.
2. Tal como describió Halliwell en 1991 para los champús antiseborreicos, la correcta
elección de uno u otro para un caso concreto, es tanto un arte como una ciencia.
LECTURAS RECOMENDADAS
Guaguere E. (1996) Topical treatment of canine and feline pyoderma. Vet Dermatol, 7,
145-151.
Halliwell REW. (1991) Rational use of shampoos in veterinary dermatology. J Small Anim
Pract, 32, 401-407.
Kwochka KW. (1994) Terapia tópica sintomática de los desórdenes descamativos. En:
Griffin CE, Kwochka KW, MacDonald JM. Enfermedades dermatológicas del perro y el
gato. Ciencia y arte de la terapéutica. Buenos Aires: Inter-Médica, 225-237.
Kwochka KW. (1997) Champúes y enjuagues humectantes en dermatología veterinaria. En:
Bonagura JD, ed. Terapéutica veterinaria de pequeños animales de Kirk. 12ª ed. México: McGraw-
Hill Interamericana, 638-642.
Scott DW, Miller WH Jr, Griffin CE. (1995) Dermatologic therapy. En: Muller & Kirk's small
animal dermatology. 5ª ed. Philadelphia: WB Saunders, 174-277.
Shanley KJ. (1990) The seborrheic disease complex. An approach to underlying causes
and therapies. Vet Clin North Am: Small Anim Pract, 20, 1557-1577.