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La epístola de Policarpo a los Filipenses es un escrito epistolar del siglo II,

considerado como parte del corpus de los así llamados Padres apostólicos. Se trata
de una respuesta que Policarpo de Esmirna habría enviado a la comunidad de Filipos
que le pedía una copia de las cartas de Ignacio de Antioquía.1

Partiendo de contenidos ya explicitados en la carta de Clemente,2 da algunos


consejos de vida moral acompañados por elementos doctrinales. Se subraya en ella la
obediencia que se ha de tener hacia los presbíteros.

Índice
1 Composición
2 Texto
3 Contenidos
3.1 Doctrina y praxis
4 Notas
5 Bibliografía
6 Enlaces externos
Composición
Se ha discutido sobre la unidad del texto y las posiciones no son todavía
concordes. De hecho, Ireneo de Lyon menciona que Policarpo habría escrito no una
sino varias epístolas, sea a comunidades cristianas, sea también a sus obispos3 y
refiere específicamente esta a los filipenses.4 Percival Harrison sostiene que se
trata de dos cartas: una que habría sido escrita estando Ignacio de Antioquía con
vida y comprende los capítulos del 13 y 14 de la epístola. Se trataría simplemente
de una nota que acompañaba las cartas de Ignacio de Antioquía que los filipenses le
habían pedido. El resto, o la otra carta, habría sido elaborada ante los problemas
causados por el marcionismo hacia el año 135.5 Dada la antigüedad de las fuentes,
la unión de ambos textos se habría producido muy tempranamente.

Otro elemento que se ha evidenciado es que toda la carta está entretejida de citas
de las cartas de Pablo, de la primera de Pedro y de la carta de Clemente de Roma a
los corintios,6 y que, sin embargo, no hay citas del Antiguo Testamento.

Texto
El texto griego conservado va desde el capítulo 1 al versículo 2 del capítulo 9. El
resto del capítulo 9 se encuentra reportado en la Historia Ecclesiastica de Eusebio
de Cesarea así como el 13. Toda la carta se conserva en un texto latino.

Se trata de un escrito sencillo, sin arreglos retóricos ni profundización teológica


que incluso ha sido considerada como «lugar común».7

Contenidos
Tras el saludo epistolar, hace una exhortación –motivada en la resurrección
venidera– a hacer la voluntad de Dios siguiendo los mandamientos. A continuación
recuerda que el mismo Pablo de Tarso fue el maestro de esa comunidad y les enseñó
lo mismo que ahora Policarpo les dice.

Los siguientes apartados incluyen consejos para diversos grupos: las mujeres
(casadas y viudas), los diáconos, los jóvenes, las vírgenes y los presbíteros
(«ancianos»). Aunque subraya el papel de los presbíteros en la comunidad (lo que
probaría que se trataba de un grupo organizado jerárquicamente), describe las
características de los «ancianos» sin mencionar –curiosamente si se toman en cuenta
las veces que lo hace Ignacio de Antioquía– al obispo.

Ante las herejías que ya pululaban, defiende la naturaleza humana de Jesucristo y


presenta el ejemplo de los mártires que ofrecieron su vida. A esa contraluz ataca
el mal ejemplo de un presbítero, llamado Valente que habría dejado el ministerio.
Este recuerdo le permite volver a exhortar a la perfección a los demás presbíteros
de la comunidad.

La exhortación final es al conocimiento de las Escrituras y a la mansedumbre.


Siguen los saludos, encargos y despedidas propios de las cartas. También pide que
se rece por las autoridades políticas.

Doctrina y praxis
La epístola defiende las doctrinas de la encarnación y de la muerte redentora de
Cristo en la Cruz. En cuanto a la jerarquía eclesiástica, Policarpo recomienda la
obediencia a los presbíteros, o sea los ancianos, a quienes enfatiza
particularmente la atención a los desvalidos, así como ejercitar la misericordia en
los juicios y decisiones que tomen. También invita a los cristianos a rezar por las
autoridades civiles y los enemigos del cristianismo: «Rogad también por los reyes y
autoridades y príncipes, y por los que os persiguen y aborrecen, y por los enemigos
de la cruz, a fin de que vuestro fruto sea manifestado en todas las cosas y seáis
perfectos en Él» 8

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