Está en la página 1de 64

7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 1/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

Cuando Murieron
lllis Dioses

M RI N HIRSCHM N N

ASOCIACION CASA EDITORA SUDAMERICANA


v da. San Ma rtín 45 55 . 16 2 Florlde
Bueno s ir s . Rep úblice Arg entina

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 2/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

Título del origi nal ing lés :


I CHANG ED GODS

Publi cado ori ginalmente por


PACIFIC PR ES S PUB LlSHING A SSOCIATION  n i e
Mount ain Vi ew . Califor ni a, EE, UU.

¡ A d' l· O, S, Mad f e  .ta , . . , , . . , .. , . , , . . ,' . . . . , . . . . . . . 7

ES PRO PIEDAD F ui A lum na de una Escuela Na z i . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12


QUED A HECH O EL DEPOSITO
OU E MARCA LA LEY t 1. 72 3
Noviazgo con un Desconocido . . . . . . . . . .. .. .. . . . . ,. . . 20

C reer en el A mor y la G uerra? . . . . . .. . . . . 33

"No En tres Esta Noche" ., .. .. . .. . . . . . . . . 42


Libro de edición a rgenti na
Impreso en la Arg ent ina
Printed in r gentina Me jor Soltera y F ugitiva . , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49

Escapada a Través de la Tier ra de Nadie ., . . . , . . . . . . 56



¿Son Iguales To d os los Solda dos? " . . . . . . , , . . . . . . . . . , 65
TIrada de la presente edicIón:
20 .0 00 ejemplares
Enc uentro E mo ci ona n te . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . .. . . . . . 72

Así E ncon tré m i A mor . . . . . .. . . .. . . . . . . .. . .. .. .. 84

ES TE LIBRO SE TE RM INO DE IM PRIM IR EL 30 DE OCTUBRE DE 1979,


EL SISTE M OFF SET, EN LOS TA LLE RES GR AFI COS DE LA Nace la Espera nza .. . . . . . . ,, ' . . .. . . . . , . .. . . . . . . . 99
A SO CIACION CASA EDITORA S UD   MERIC N , AV . SAN M RTI N 4555 ,
1602 FLO RIDA , BUENO S I RES, REPUBlI C ARGENTI NA .
  e V' sto a D 'OS Oh rar un Mi lag ro.," . .. . . . . ; . .. , 110
H
- 3074
F rente a una N ueva Aven tura .. . , . . . .. . . ... . ...;, 11 9

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 3/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

  pí tulo

¡ iós d r e ~ i t a

L REN si lbó con et r i d en cia y la onda sonora se multip lic ó en


las calles estrechas de l antiguo ca se r ío. Me asomé a la ven·
tanilla y sonreí, m ien tras mi rab a los melancólicos ojos gri ses
azulados de mi a nciana m ad re.
Se hallaba de pi e en la plataforma de la estación. Sus fa-
tig ados hombr os al go caídos, su fino pelo blanco echado hacia
atrás rematan do en un menudo rodete su pequeña figura toda
con un aspecto de endeblez y desamparo, que se me antoj a ba como
juguete de la br isa que a esa temprana hora sopla ba.
Durante sig los la gente de mi tierra na tal los Sudetes de
Checoslov aq uia   lu cha ron para a rr a ncar el sust ento de un suelo
montañoso ese esfuerzo por la supervivencia les ha lle nado de
ar r uga s el ro stro el corazón. Son poco dados a hablar a las
exteriorizaci on es de afecto. Pe ro ahora que me marchaba del
hogar, mi madre me bes ó. Ha b í a hec ho lo mismo con cada uno
de los cuat r o hijos m ayores en ig uales circunstancias. El mismo
viejo tren los habí a se parado del hogar y de la madr e  y aho ra
tambi én me iba yo últim o po lluelo que abandonaba el ni do.
Mi ma d re volvería a su acogedor a y pulc ra casita debajo
de los cerezos. Encontraría todo en orden   tranquilo vacío.
Las cosa s se le h arían más f ác iles y tal vez a pap á también. Ya
no tend r ían que tra bajar tanto ta d ur o. Quizá mejora ra la
salud de papá, porq ue sus tareas exte nuunte s como albañil agrio
cultor lo h ab ía n deja do e nfermo y aD el gen io áspero.
P apá y yo nunca hab í amos sido buenos am igos. De baja esta ·
tu r a  rostro delgado c ru zado por un mostacho negro  p ar co en
palabra s. seve ro a men udo enc o rvado de dolor por una en fermedad
del estó mag o  er a un celoso mie mbro de su iglesi a, per o con
po co amor. Sus id eas de una fam ilia patr ia rcal donde el pa dre
7)

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 4/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

  UANDO ~ r u R I R O N M IS D IOSES ¡ ADIOS, MA DR ECI TA 9

debía gobern ar COIl mano de h ier ro y la es posa y los hijos sOme im t ales fl oreci dos, el a rro yo, las nomeol vid es que hab í a arran·
terse en si lenc io, <:hocauan muc ha s ,-er es con mi juven il temper a· cado para mi ma d re Am aba tod o eso, y por sobre todo, ama·
mento, orgu ll oso e indomal de. Tra tó Je dom inar me con un cinto ba a m i madre.
de cuero, y también ro r el bam bre. N o, yo \ Ull ca me a treví a A pesar de la excitación de la pa rt ida, me entri ste cí, sen·
ontestarle cua ndo me r epre ndía . Sab ía bien lo qu e p a uJ Ía. tí un ligero le mor y un cie rto p rese n tj m ien to al mi.la r el rostro
Pero mis dientes ap r eta dos, mi s P Uíi0 5 cen a d qs y mi:. ojos qu e silen te de mi ma dre, su r cado por cie ntos de peque ñas arrugas .
lanzaban llama r adas eran seila le& ine qu ívocas de re beli ón qu Algo me re sulta ba enigm át ico en su aspecto. S us ojos ex presaban
011 frecuencia le p ro \ ocaba 1 r ap tos de ir a . ll na p ro funda p re ocupa ción, que yo ha bía obser vad o sólo dos
¡Pohre madrec it a Ella había s ido la med ia do r a duran te veces alltes. ¿'por qué se la ve ía ta n a iligjda? E se deb ía ha Ler
todos esos añ os, y los ,'e riJa les qu e ha llía ~ u f r t an "ido un mom ento feliz. Nos separábamos, sí, pero yo iba camino
a men udo por culpa mía ha lJíi1n com titui do el cas ti go ma yor " un gran futuro y mu chos honores, y e lla tam bi én participaría
más do lor oso que tuvie ra yo que s oportar. L llicamen te ::iU S un día de lo mismo. ¿E n tonces?
lloro sos y s upli can tes pod ía n - ia veces - aplacar mi r ebe li ón. La pr im era vez ryu e la ha bí a vi sI-o así, tan ir re m edia blemente
Yo era ca paz de hacer cualq uier cosa po r ella, aun disc ulpar me. triste, yo te nía u nos pocos año s. Ha bíamo s eslado pe leand o con
Sa bía que m i tozudez o braba como venen o sobre el estómago Se pp, mi herm ano tres año s m ayor que yo. El me h ab i a esl ad o
de mi padre, y qu e eso le h ab ía prod uc id o dol ores i nnecesar ios. moles tand o, como lo hacía b as tante a menu d o, ha sta q ue per dí
Ahora me iba, y de seaba si nceramen te qu e mi pad re sin Ji era la p acien cia y comencé a cas tigarl o en la esp al da con mis puños,
tranqu ilo y mejOl , p ar a bien de mi mad r e. m ie n tra s le gl'i taba con furi a.
Observé sus ma nos ca ll osas y con l as venas so bresa li éndole.
Habían tra b aj a do du ra llt e tantos a ños plantan do, Limpi a nd o, la De pron to él se dio vue lta, y me di jo:
i M i r a , déjate de chillar ¿ No sa b es que no eres mi her
vando, planchando, ú e g a n do, cose cha ndo, des de e l alba hasta la
mana ? Yo s í sov hijo a quí , y tú e res un a ualquiera, un a h uér
noche. NW lca vi a mi madre movié nd ose co n de sg an o. Los únicos
fana. ¡Mi ma dre no es tu madre
momentos tra nq ui los de que dispo ní a e ran cua ndo se rea li zaL a el
ult o fami La r o cuand o es taba de dicada a su devoció n pe rsonal, Lo m iré lijo, y le dij e:
antes de ac ostarse. Ahor a yo me ib a , y sus mano" te ndrí a n m ás A h o ra mi sDlo voy a cont arl e a ma má lo que h as dicho.
reposo. Podr ía l eer su Bi blia d uxan te la tar de, y me al egr aba ¡Ya te arre glar ás O ]] ella
de eso. ¡ V e y cuéntale Es mi madre, no la tu ya; tú eres una   .
La ennegrec.ida locom otora se pu so en movimiento, en med io 1r ru mp ie ndo en l a cocina ab r acé a mi ma dre y me qu e j é:
de siseanLes resop lidos y una nube de hu mo. P or sob re 105 vagones S e p p mi ente, ¿ IlO es cierto, mamá? Dice que tú no eres
vol ab an chi spas y cenizas . Yo reía, dive rti da. Ese tr e n me es taba mI ma dre.
ay u dando a cumpli r un s ueño. J\lp llevab a a l ancho mun do. Poc o
De l icada mente qui tó mis br azos de su ci n t ura y comenzó a de-
sabía yo lo q ue sig ni fica ba, pero es taba disp uesta y ans iosa de
hacer el inte nto y salir. Ü-, con voz suave: "M ar iche n, tu her man o dice la ver dad. No soy
No er a que res ulta ra fácil abandonar el p equeño \1lun do
tu m adre real. Tu mam á muúó cuando eras muy p equeñit a. Antes
de mi niñez. Amaba la vieja l pajar don d e hau ía dorm ido de fallecer le truj o a mi casa y te puso en el banco de made ra
y los bosques ele lUl verde pro iulld o que se div isaban de sde las junI o a la cocina de hierro. Nosotros te adoptam os. T u papá
ventanas de ulnls. H abía pas a do incontabl es hor as fe lic es juntan. nun ca escribió 11j pr eg u nt ó por ti. La gente dice qu e se ha casado
do moras y hongos s ilvestres baj o la f resca somhra de las s iem nuevamente. Así qu e tú er es mi hija, Ma ri c hen , y yo cuid a ré
p revivas. Allí estaba n gatos y cah ras, las abejas, los ár boles de .

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 5/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

0 CUAN DO MU R IE RO N MIS D IO SES ¡ ADI OS , MADREC I TA    


- Se pp - d i j o, volviénd o 'e a su hij o- , pi e nso q ue a J e sús mo mento para entri ;; tecer;;:e, i n o pa ra re goci j arse, po r qu e yo ha
no le ag r ad ó lo que ha :) hech o. ¡ Fue PO(' o a ma b lf' de tu part e ha Ilí a s id o elc g itla de e ntr e mu cho s mi l es de e st u dia nt es pa ra ser me
herl o di c ho as í jor ed uc ada e n un a de las esc uel as espec ia l es de Hi tl er. Ba b ía
Esa fue la pr im e ra vez en q U f mi mu n do 5e me hizo s id o sel ec cionad a lueg o r1 e muc ha s pr ue bas prac tica das e n la es
\ l e '1 uedé so ll oz alldo, hundida en el del anta 1 remendado el e 111 i cne la y en c am p am en tos espec ia l es, lo r¡ ue signifi cab a un gra n
ma dre, Se p p a ba ndo na ha la cocina, evid e nleme l1te Hver  hon or. La gente dcl pu eb lo .sen tía en vi dia de lo s así eleg id os y yo
go n zado. des bord a ha de ~ o z o Ah or¡J pa r tí a ha cia la llu eva esc uela naz i.
l"li me a ca r icit) el cab e   lo d espein ado, me limp ió la
ma d re A lgú n día se rí a lí d er. ¿ P o r qu é ro j m adre no se al eg raba conmi
n ariz y a g uardó ha l>la qu e ces a ra m i lIanl o. Su s o jos me de cían go?
que )ufria conmig o. Se ha bía po sa d o una s ombra e n co  El tren ya esta ba en mar cha. M am á lev a ntó su ro str o, exten·
ra zones, pe ro d e ~ d e a rJu e ll a mi5ma hora la a ún r n ¡ Í ~ in tcu r1i ó brazos h ac ia m í. y cl a m ó:
:i U:

sam ente. - W a r ic1 len, Mal'Íche n, n UIlC.: a le olvid es de Je sús


La segUllda vez que nol é ag on ía en s us ojo s ocurr ió uno s po- Yo sonre í y le r espo n dí :
cos me ses anl es de mi partiJ a. La gu e rra ha b ía co me nz ado en - No le pr e oc upe ;, ma dre qu e r ida, ¿cómo podría ol vi dan))
1939, un a ño d es p ués qu e la ;; tropas de Hitler ocuparall Cbe cos de ti y de D ios?
lovaq u ia . T odos los hombr es jóv enes ha h ía n sido llamado s a la s ¿'por q ué mamá a fl igía por un a cosa así ? ¿No me había
a rm as . Sepp, el me n or de lo s hijo s. tuvo que pa r tir. T od o s nos e n- p T se ñarJo a am a r a D i o ~ ¿N o había orado j unt o a el l a desd
tristecimos, pe ro en realidad la pa r tid a no e ra lo qu e má s le pre mi lIiñez? ;,No co no cía yo m  Bj hlia? ¿,Y los him no s qu e ha bía
ocupaba a mam á. S abía que los hombres deb ía n ir a la gu e n a. mos can tado j unt a  ; en la ga l ería de la cas a y en la igl esia? Pa ra
Eso f or ma ba par te de la vid a en Eu ro pa. El abu elo había luch ad mí n a com o mi ma dre, y mi m ao re como Di os. Siempre que
en la gue rr a fran co-pr u :>iana. Papá había s erv ido durant e vari os orab a a mi am igo Jes ús, sólo po d ía i maginárm elo con ojos de ca·
a ño s en la pr im er a g ue rra mundi a l y le dolía qu e su hijo tu 101' gr is azu la do, como los de mi ma dre.
viese que ma la r a otro s se r es hum a DO S. T e mía que Hitl er no hi r ie ra E l tr en ga naha velocidad. E n In di.s tan cia q ue au m e nt ab a la
xcepciones, po r q ue la s leyes lI a ú" e ra n infl exi hle,;. Ta mbi é n leja nía :; c rcc o J'l;.¡ > a un a fi g ura c:;olitaria qu e ag itab a un pafi ue lo
hí a q ue ese cr iteri o il UyO e ra consid er ad o pel i¡"Toso y colla r de, blan co , Con el hrilla nt e sol de la ma ñ a na a sus espa ld as su cuer
gún el juici o de l lí d e r de l pa r ti do en l pueblo. ¡'" Re il Hitle r" para po se elll pe q ueñecí a nípi d am e ll le. Lev a nt é mi ma no al ti empo que
todo   E ra lo úni co que valía . sa ludaL a: " ¡ A u í Wi e derse h en ¡A uf Wieder sehen " ( iAdiós  
Se pp mi smo no pa r eCÍa pr e oc upado p o r el hec ho de qu ¡Adiós ', h as ta tlue u na cw ·v a la quit ó de mi vist a. Al r od ar, l as
tuviera que ir se. notic ias qu e di a r iam ente se tr asm itían por ru e d as pa r e cían dec ir: Ad ió :;, ma d r e ; adi ós, m ad re . E l pu eL lo
r a dio daba n cue nta de tri unfos q ue se obtenían en todo s los q ued ó atrás. Ah ora sólo pensa ba en lo maravilloso de mi arrib o
frentes de lucha, y él er a jove ll . f ue rte y b ie n dis pu e ' to para av u a la ciu da d . M i (;oruzón f' Ornell zó a cant ar. Parecía que de cí a, ju n-
dar a ga nar la gu e rr a . Se lo veía elega nte c on su uni fo rm e lluevo, to (;o n las ru ed a::;: ¡V a m o:$ a Pr a ga ¡V am o ::; a Pr a ga  
y an t es de partir ulla mu chacha del pu eb lo le ha bí a sus urrado
u ll ap r omesa al oí do . E l f ut ur o le pe r ten ecí a. Desp ués de tod o
la gu er r a te rm in aría pr onto, Pero mamá parecía pe nsa r d istinto ,
p or qu e lo despidi ó con mll cha s t e z ~
y ah ora que yo me iba, l p or qu é me miraba con los mismos
ojos desco nso lad os? ¿,Ac as o me e nvi aba a la guerra? ¡,N o daLa
' uen ta de cuá n ai o r tunada , feliz y i o ~ a me se ntía? No era ei

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 6/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

  ~ a p í t u l o
F UI AL UM NA DE UNA ESCUE L A NAZI 13
emb ar go, vi Ull OS pu entes ma r avillosos y el famoso castill o Brad-
ca ny, de mil años de a n ti güeda d, que al zaba su silueta en el claro
ieIo oto ñal. Me pa recí a como si la historia sali era de la página
impresa y viniera a mi encuen tro .
Pronto desc ubr í cu';'les eran las partes de Praga que más
F u i MUJOna d e me ag radaban: la c iud a-d ant igua , un i díl ico rincón del em·
plazamiento o rigina l de la ciu dad, que databa de l siglo noven o; el
una senela Nazi puente Carlos, de más de 500 metros de long it ud, construido en
13 5 7 y custodiado p or dos enormes to rres adorn a das con es·
la tua s; e l majestuoso r ío Moldava, el má s ex tenso del país, crU·
zado por doce pllentes famosos.
L TREN a rrib ó a l gr an estación ter minal de Praga y yo des- T ambién co nt emplé otras cosas. A medida que el antiguo tran-
cendí a la plataforma . Apenas pod ía creer que no estaba so- ví a SI' alT8straba por las calles y junto al río de aguas
ñando. ¿Sería posible r¡ue a mí, ca mpesin a anólüma de un lu gar ve rd es, obser vé en cada edi fi cio importante y en cada tienda las
cualq ui era, se me perm itiera ve r Pr a ga , l a ci udad má s gr an d e de Ja malltcs banderas ro jas con un c ír culo blallco y la cruz gamada.
mi país? Y no ha b ía ven ido sólo de visi ta, sino para vivir y estu· Las ac eras estaban a testadas de so Jdados al ema nes, oficiales, hom -
diar en uno de los n uevos cen tros de instrucción de Hitler. ¿Cómo bres de la SS, y así la checa Pr a ha se habí a co nver tido en
podía ser tan afort u nada? P ra g , y la ciud ad había cambiado sus Lradici ones centena ri a
Los jóvenes alemanes ll amáb amos con adm irac i ón a la ciudad pa ra ag r ad a r a sus conq uistadores.
Die Goldene Stadt (la ciu d ad dorada) luego de haber vi ' to una Al fin llegué a mi escuela, au nq ue no se p arecía a una escu e
popular pe lí cula en colores producida por los nazis_ que mostraba la. La pue rta daba a un pequeño pa r q ue, hennosamente ornamen-
hermosas escenas de Praga. i Ahora yo estaba a hí Asom brada, tado co n fuen tes v esc ult ur as. E normes ár boles bordeaban los
me detuve y miré a los miles de extranjeros que surgían de sen deros y el cam ino hacia el edi fic io pr incip al. El edificio de
uquí y de allá en la atestada y bulli ciosa es tadón. ¡Cuánta gen le la escuela propiam ente dicha era una ma nsión de pied ra blanca.
había en el mu ndo Sosteniendo con firme2a mi a brigo y mi vie - Ampli as puertas de ma dera tall ada a mano y ventanas angostas
ja valija me dirig í ha cia la puerta. pensando en qué idioma 11 y al Ias le daban el aspecto de un castillo de cuentos de fa ntasía .
preguntaría a l reviso r por el tranv ía que debía lomal'. Yo ha· Tem í despert ar y encontrarme en mi ca ma de pa ja, frotándome
blaba el alemán, mi leng ua mat erna, y también el checo. SaLien- los ojos y chasq ueada porque hab ía sid o sólo un sueño.
do con cuánta vehemencia e l pue bl o checo, am ante de la liber- L uego de que me lomaron los datos y me dieron la bienve·
tad, odiaba el régimen y el idioma germanos, no sabí a qu é hacer. nida, di Con mi cama y mi sp ined, como llamábamos a los rope-
Tímidamente me acerqué a un oficial unifor mado y co men- ros. Encontré a algunas de mis com pañe ras. A la noche, toda cohi·
cé a hacerle preguntas en al emán . Al ver que en su ros tro apa· bida y vergonzosa , me senté muy quieta en el lujoso comedor,
recían signos de desagrado. rápIdamen te ca mbié al checo. Me donde hab íanlos de rec ibi r tres co midas sencillas a l dí a. Supe
dio unas indicac iones y al rato ya estaba sentada en algo pare· ue la mansión habí a sido de un judío inmensamen l'e rico, a quien
ido al asiento de un tranvía. mira ndo con cur iosidad por la las au t oridad es se la ha bí an confisc ad o. No me ag r adó la expli-
ventanilla. cación, pero como lo novedoso me rod eaba , pronlo me olvidé
¡Qué viaje largo fue aq\lél, atr avesando casi toda la ciu- del a5un tv. Trataria de e nt enderlo después_
dad A med ida que pasá ha mos por ca ll es y edifici o b, tratab a Antes de mucho me hall aba perfecta me nte ad a ptada a mi
de reconocer los lu gares históricos que babía vislo f'n la película, nu evo estilo de vida, y con mucho en lusiasmo me preparé para las
pero lu ve luego que desistir. Simplemente, era. demabiado. Sin
2)

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 7/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

4 CUANDO MURIERO l < MIS DIOSES FUI ALUM NA DE UNA ES CU ELA NAZ I 15
nuevas opor tun id ades q ue se me of r ecía n. S up e ré la timidez y - gr and es ojo s azul es, de mi ra r sin cero, fi rme p ero b onda d oso y
pronto estuve fam ili a r izada CO n el gr u po, ~ l a pa ra el li de r azgo o mp rensivo.
y pa ra compelir con las mejores de mi da se. d i é fu erte, apren
nn la rd e, de sp ué s de var i as se ma n as d e h aber es tad o en
d í a ouedecer y a sa ludar to n toda sum isión. y al poco t iemp o la esc ue la . dC5cuLrí p or pr im e ra vez que la se ñ or i ta W a lde era
fui o u jeto de reeonocirniento, tanl.o de pa r te tic los estud iantes ex traor ui.uar ia . Ra b ia mos tenid o UlJ día d ifícil, con much os ex á
omo de los proIesores. P o d ía o h ¡d a rme de qU   ha bí a sido un mene s. Se ha b í a pr ob a do nue st ra r esistenci a, como sucedía a me
huérfana dependiente de la ca rid ad de u n po br e 1 10gar ado p tivo: nudo . has ta e l límite mi smo. N ues tra últ ima pr ue b a ha bía si do
me sen tía aceptada y necesa r ia . pl a ne ada para ll evar se a ca bo en el a u la de mú sica, y ha cia allí
Cada d ía los recu er dos de mi ni i íez se d esteñía n u n poco más. ma rch am o s si nt ié ndono s ag otada s y ne rv iosas. Mis c om p a ñer as me
Me parec ía que nun ca h a bia v ivido otra vida que la qu e. ll e, 'aLa en incita ron a qu e fue ra la pr i m era en rend ir la pr ue ba or al. Acepté,
mi nueva escue la. Mi ma dr e e ra a lgo mu y d istan te y ca:.i irrea l. y me d ir igí so nr ien d o con un a mu e ca bacia el gr a n pian o. El sol
¡Cómo amaba mi escue la Los p r ofesores ha cí an vivir c ada de la ta r de se d er r am aba a tr avés de las ventan as y sa lpi c ab a de
cosa. EsLudiar his tori a era i ascin an te. Gente ,le ha cía mu cho tiem or o a rni profeso ra , al in st rume nto y él la mullida a Uom br a or ien
po babia existido sal tabü de las pá gi nas de mi li bm y l'evivía p ara t al qu e ya cía e11 e l p iso. E l aula , reves tida con pane les oscuros,
mí; se convertían en mis amigos o en emigos; proce dían con orgu parecía po l vo rienta y ca lu r osa. La prof esora me pidió q ue le ca n-
ll o, con h ero í smo o cobardem e n te; a ma ban. lucJ lal.wn , sufría n tara lll1 a pi eza fol kló ri ca al e ma na q ue habí am os ap r en di do hacía
morían. Mi iuyuleta im a ginaci ón viv í a y ae tu aba con e ll os, mien un os d ía s. Y o hab ía s upu es to q ue me pedi r ía algun a cosa d ifí cil,
tras mi Gorazón aprendía u n ll uevo te ma : A dolf o H it ler y el Te r  y su se ncilla exige ncia me turb ó co mp le tam ent e. Me ll evé las ma
cer Rek h. Los jóvenes que estáb a mos sie ndo p rep a ra do s pa r a d e s- nos a la ca ra y estall é en l ág r im as. A rltes de que p u dier a re ac 
empeñam os como di rigen tes na zis d e la ju ventu d con stituíam os cionar p ar a co mpon e rme, todo e l g ru po de a l urnl1< ui so llozaba con·
el orgullo y la alegría de I Il tl er. El führer S rl e nom in aba afec  migo. Na di e sa bía lo qu e ocu rr iría al ins tante si gui ente.
tuosame nt e Das Deu lschl a nd \TO I1 Morgen ( la Alemania del ma  So r p re nd ida, la p r ofesor a g iró en el banquillo del pi a no . Son
ñana ). Nos gusta ba eso. y parecía h ueno y ju slo q ue cumpliéra. ri ó arni gabl em e nte. Luego, de l bol si llo de su vesti d o, sa có un pa
mos con su manda to. iiuelo b lanq uísi mo y me lo al canzó. Suma mente in cómo d a po r m
Hi tl er estaba co n noso tros en t odo momento, au nq ue él vivía o ndu cta, s eq ué mis lá g rim as. Au nque ha bía bu sc ad o mi pañuelo
en Be rl ín y n050lros en su escuela de Praga. Sus pensa mi en tos no p ude dar con él.
se citab a n en cada clase. Sus doc tr inas consLi t uian n uestro es tudi o Cua ndo nos com p us imo s, e ll a se puso de pie y r ió con dul zur a.
más impor ta nte. Su li b r o se veí a j unto a la lá mpar a en cada me En t onces di jo:
sa de n oche . Nuestros profe sores lu id o l atra ba n. Si n vacila r ha - ¡Pued elJ r etira rse   Va yan a ca mi n ar , ha ga n lo que quier a n
brían entregado su vid a p or y la na ción . Todos nues tros ins y vue lv an a tie mpo para la cen a .
tructores eran jóve nes, escogidos por su ap titud, por s u h abi l id a d e ro, ¿y n ues tra pr ueLa d e músi ca? p r eg u nt é ta rta mu
y l ea lL ad a l pa r tid o. Aunq ue exig ían obe diencia y una es lri cla de an d o . ¿ Hemos frac as ad o todas?
a u Lodiscipüna, er an h on d ad oc;os_ aJectllosoS, v o s y c or o - Oh  no - re spon d ió con ai r e c o n f ia d o - o Pa s a r on t odas .
teses. Ah ora vayan y rel áje n se. Otro d ía continuar emos c on las prue ba s.
Gr i tando Du nkescholl grac ia s ) s ali mo s a e scape de l au l a
Pero ha hla u na p rofeso ra a quien a m ab a rmí s que a nad ie
pa ra camina r en la ta rd e sol ea da. Me separé del gr u po y f ul a mi
- nues tra p r ofeso ra de música. De li cada, menu d a, sie mpre so n ri n cón fa vo rito. E ra un ban co b lanc o sit uad o ent re gr an d es p lantas
rien te, vestida Go n ele ga ll c ia, ,11 r LlDio c ab e ll o ond ead o en m arca ba de lila s. A u nque é"tas 110 es taLan fl or e cidas, me ag radaha ese
un agrada ble 1'0511'() oval. Pero S l b ojos er a n su p r incipal a tractivo lue:ar po rq ue se hallaba ocu lto y lo c onside raba com o a lgo ín tim o.

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 8/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

16 CUAN'DO MUR I ERON MIS DI OSES FUI AL UM NA DE UNA ESC U EL A NAZ I 17

Siempre que necesitab a esta r a solas co n mis sueños o mI s pro ptlSle ra en te la de juicio es as cosa s. Ahora , al oír las razones
blemas, iba a m i" banco_ Tr a tando de poner orden en mis rev uelo convincentes de ese profesor, esta ba confundida. Algo estaba erra·
tos y confundidos pensam ien lo s. eché una mi rada al finí simo pa· do en él o en mí. Me sentia intra nquil a e incómoda cuan do tr ata
ñuelo blanco que aún ap resaba en mi mano tenstl y record é la úl· ba de pensar en ese as un to. La señorita Walde notó el es ta do en
ti ma hora en el aula de música_ ¡Q ué profesora ¡Qué buena y q ue me halla lla y lev antó sus cejas en silenciosa interrogación. Yo
noble había sid o ¡Qué comprensiva y gene ro sa   .¿Có mo ha r ía pa moví la cabeza negand o ; rro podía habl ar le de eso. Me resultaba
ra moslrarle m i gJalitu d ? Yo sabía lo que me diría. tan 0010r050 que no iba a ab rirle mi co raz ón para que viera la Lar·
Hansi - me ll amarí a por mi apodo- , sé pura y li mpia y menta interior.
po n tu vi da al servicio de los de má s, de nueslro Rei ch y del fiih rer; A la noche me acosté apenada y desde mi cama observé las
ésa será u na rec om pensa más que su i iciente pa r a mí co mo profe. estrellas por la ventana. Esa hab ía sido mi d iv ersi ón fa vo ri ta, cuan·
sora tuya", do mi s comp <Ul eras de pieza me rogaban q lle les cantar a cad a no-
Sí, yo har ía lo q1le ella esperaba de mí. T ratar ía de ser como he. Nos ayudaba a dor mirn os más tranquilas, y quizá a dormir la
ella, firme y de licada. Sus ojos azules me fascinaban. Te nía la noche entera. Co n frecuencia debía mos levantarnos cuando sona·
impresión de haber v isto esos mismos ojos an les de haber venido ban las sirenas de al ar ma co nt ra alaques aéreos. Er a parte de
a Praga. ¿Dónde? y er an ojos que yo amaba y respe ta ba. ¿Dónde nuestra vida ,
los había visto antes? Yo acostumbraba or ar antes de ir a dormir. Mi madre me ha·
A medida que pasaba el tiempo se desarrolló entre nosotr as bía enseñado que orar es como hablar con Je sús. Pero Je sús de
una silel .dosa amistad. Ella no podía manifesta r pref erencia por Nazar et ha bía si do judío, y el pueb lo judí o estaba condenado.
ninguna alumna u bi era sido in co rrecto. Pero ambas sentía mos ¿P or qu é el Hijo del Dios eterno tuvo que ser judío si esa gente era
que m o ~ la una p ara la otra. Yo estudiaba mu ch o para cada tan ma la? ¿No mostraba eso poco juicio de parte de Dios? Sien·
materia, pero estudiar música con e ll a era un privilegio, no una do Dios ornnisa piente, ¿ no vio que eso estaba err ado ? ¿Po día un
car ga. Me abrí a un mundo nuevo, Con bill etes gr atu itos que me moderno estudiante nazi orar lo davía a ese judío Je sús sin vio·
consiguió pude asistir a co nciertos y óper as. Me prestaba sus lib r os . lar nuestro código de vi da?
Me ayudaba en mi compo rtamiento en el escenario cuando debía Comencé a adelgazar. La comida no era abundante y estaba
cantar so l os. Me enseñó los rudimentos de la dir ección co ral. Sus raciona da. Pero aun escasa, no me sabía bien, y muchas veces
ojos az ul es aprobaba n, re ch aza ban, animaban y est im ulab an. Pe les daba p ar te de la ración a mis hambrientas compañeras de
ro habia una duda en mi mente, q ue cad a d ía me dejaba más pe ro cuarto. A menudo pod ía sentir p osad os sobre mí los escrutadores
pleja. ojos azules de mi pro fesora de música, pero no me atrevía a mi·
Entre otlas materia s, diar iamen te dedicábamos un período al ra rl a .
'estudio del semitismo", q ue ell ieñaha un joven ofi cial SS, inca· Una ta rde en que disponía de unos p oc os minutos libres fui
pa ci tado en el fre nte de batall a. Todos los día s mar tillaba sobre hasta m ri ncón f avorit o. Cuando llegué al banco encontré allí a
nuestras mentes con la hi storia de los jud íos según la ve rsió n del mi profesora. Se la ve ía más seria, y su sonrisa ocultaba una pe·
par tido nazi. Se va lía del periódico antisemita Der Stiirmer del na. ¡Todas sabí amos por qué 
libro de Hi t l er Mi Luc  a y aun ele la Biblia para cons trui r sus Estaba comprometida con un ofi cia l SS. Hab ía visto su
argumentos co ntr a los j ud ío ', af irman do (l ue el destino de ese fo tografía vari as veces en la habitación de ella. E ra un hom br e
pueblo era la ex tinción. alto, elega nt e, de ojos brillantes, cabell o rubio ondulado y enig.
Yo escuch aoa co n muchí sima atención, mientra s en mi co- mática so nrisa. H abía estado apostado en Praga var ios meses,
razón rugía la batalla. H abí a sido enseña da en la Bi bljo, en la pero debió p artir hacia el frente rus o, La señori ta Walde es pe r ab .,
oración y en la fe en Jes ucris to . Nunca hab ía oído (file a lguien una cal·ta, y to das la esperábam os con la s mismas ansias de ella.
Qm

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 9/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

18 CU AN DO MU RI ER ON MIS DI OSES FUI ALUMNA DE UNA ES CU ELA N AZI 19


Su eficiencia y bu en tralo er an los de si empre, per o sabíamos que Al día sigu iente hice la pr ueba, iY res ult ó In lenlé otra vez
había lágrima ' oc ult as detrás de l iU slm ri sa y su uu LOl:ontro l. el seg undo día. No suc edi ó nada. El libro tení a razó n. Yo era
Me senté a su lado y l i r<, las nub es, qu e era n uarr idas po r ra nd e y o suficie ntemente iu e r te para cui da rme so la . Es o le ve
el vien to. No habló. E speraha q ue comenza r a yo. La rnirp y di je nía de pe r las a mi es píri tu ind ependien te y arrogant e_ E l de s-
on vacilación: alien to me ab a ndonó.
- S e ñ o r ita Wa ld e. qui sie ra h acerle Ullll preg unta insó lit a. Lo único qu e me molesta ba e ra pensar en mi m adre. Po día

Espero que no le mo l este. re cordarla en la estaci ón cu a ndo con o jos s uplicant es la oí deci r:
Maric h en, no te ol vi d es de Je s ú s .
Asi ntió, de mo d o que con tinué:
- ¿ L e parece qu e una joven alem n ll 3 p ue de se r una bu ena Mi ma d re nu nca en tende ría mi nu evo estilo de vid a; h ab í a
nazi y aún orar como se h acía en los viejos ti em pos? ido formada en el mol de de sus anti g uas creencias. Por mi pa·
- M a r í a Ana - respond i ó - o I1p reci o tu pr eg unta. l\le mues  d re no me preocupa ba. Nunc a me habl an interes ad o sus con cep-
tra q ue estás sumame nte n l e r e ~ en Il acer lo correcto. Pero hay tos re lig,ioi:>os; rná" b ien me habían re belado. Pero no deseaba
dos cam inos ante 110sotros. El ca mino antig uo es el de nuestros chru' a mi ma d re en el ol vido. Pe ro allí es taba un mundo de
padres, que viven seg ún su bab e l a nti cu ado , y viv ir á n así h as ta hechu ra nu eva, una nu eva ideo logí a pa ra la j uventud; la gente
fl ue muera n. Pero H itl e r ha sido llamado por la Prov idenc ia pa· vie ja e Oil sus ideas ch a p ad as a la antig ua de bí a quedar a un lado.
ra most ra rnos a lo s jóvenes un cam ino me jor y lmls cient íf ico. La Le í vez t ras vez aq uel l i bro . Lo gua rdaba ju nto a m i ca ma y
juvent ud ge rmana tiene Ull a \'ocacióll, un deLer flu e cum plir pa ra ap r e udí párrafos enter os de me mo r ia. Lo pres té a otros jóvenes
el Ser Supremo y pa r a H itl er. y lo cité e ll la correspondencia COn mi" amistades . Ese libro me
Hablaba en U11 ton o ta  p er s uasivo que ha cí a compa rt i r sus h abí a m ostra do una nu eva forma de vi da. Significaba triunf o,
;onvicciones. Yo sabía qu e cr e ía en lo que dec ía . y si cre ía en hon or fam or gullo
H abía, cum ua,la do los dinacion
oses. al. Mimiúltima
Pu se
re
encen di sistencia
había caído.
do corazón y vida so
la nueva religi 6n, era sufic iente para mÍ. S í. eUa creí a ta mbi éll en
Dios, pero en una de i dad d iso nta , sin la mácul a del ju d aí smo . br e el alt ar de m; país - para Hitler.
- P e r o ¿qué pen sar de la o ración? - preg unté. Tam uié n yo ha b ía a ndado errante entre dos mundos. Uno
Sonrió nuevamenle y pr o me ti ó da rm e U11 libri to fJ lll a q ue lo era el m undo de mi ma dre, el otro el de mi profesora. Ambas
l eyera. Me dijo qu e allí e nc ontr a d a la exp li cación de todo. m uj eres Len ían los mismos ojos, el mismo corazón bondado so, la
El títu lo del libro era xtraviado entr e Dos M undos   Con· m isma alma gr a nd e, y las amaba a las dos. Pero lo s ojos de
tenía la historia de la v ida del a utor, un es critor na zi hi en cono· mi ma dre hablaban de resignación , paci encia, humildad, mien
cido. A la noche comencé a l eerlo . S u es tilo me enc an tó de ent ra tras qu e los de mi profesora centelle a ban con el orgullo nazi . El
da y ape n as podía discipli na rme pa ra de jar de l eer y tomar pa rte seg undo cam ino me parecí a mejor. Lo elegí y me entregué a él
en las actividades de la noche. con todo mi corazón . Confi aba, creía y avanzaba . H itler se había
Lo que más me i n t e r e ~ ñ fue el cap ítulo sobre la nr aci Ón. conver ticl o en nu estro dio s, y lo adorábamos. La guer ra de Hitler
Cuando era muchacho el auLor hab ía res uelto po n er a prue ba a arreciaba , y sus jóvenes estábamos li stos pa r a morir. Sólo te

Dios. Como su madre le haLía en señado a o rar por pr otección, n ía qu e ordenar lo.
ci erta mañana audazmente dccidi6 no oral' pa ra ver qu é su cedía .
Ta l como lo esperaba, e l día transcurr ió sin ning un a tragedia. y
así lambi(\n el sigu iente. Despu{'s de unos dí as ab and on ó la ora ·
ción por los alimen tos. Luego el autor exhor Lab a al lect or é re a·
lizar el mismo experimen to y com prob ar a dó nde iha a pa rar la
obsoleta e i nf anti l oració n.

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 10/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

2
  a p í t u l o
NO V I AZGO CON UN DESCONOCIDO

trabajado juntos en l as oTgani7.aciones juveni les, y cuando partie-


ron p a r a recibir in sLrucción militar y l uego r al fren t e, les pro-
metí escribirles con punt u alida d_ Cu mplí con todos ellos.
La primer a de las carlas que me fue devuelta era un a que
le hahía escrilo a Fl u lI, joven amigo de la adolescenc ia . Se tralaba
de un muchacho a lto, rubio, a quien yo ad miraba por su sonrisa
cautivante, sus limpios ojos azules, su entusiasmo con tagioso y su
oVÍazgo ~ o n U e s ~ o n o ~ i d o sincer idad .
Du r ante semanas no podía creer que estuviera muerto. No, no
lo lloraría. No se esperaba eso de u na joven nazi, porque mo r ir
L GUERRA estaba en su apogeo. Las sire nas de alarma con- por la causa se consideraba un a lt ísimo honor. ¿No era el sa o
tra ataques aéreos desgarraban la noche con su estr i denc ia. crifici o propio el objetivo f i na l d e lodo ser h umano? ¿No degra-
P o r la c iudad fluía sin ces ar la corriente de r efug i ados. Los he· daría el llan lo s u nob le mu erte?
ridos llenaban los hosp i ta les milita res. Los h u é d a n o s de guerra Podía domin a r mis IágrLm as, pero no la perp l ejidad de m I
se moltip li caban. Nos encontníbarnos má s que ocup a da s a tendien- alma . E l muchacho era hijo de pa dres an cianos. ¿Por qué t u·
do a toda esa gente infor tuna d a. va CJue morir? ¿La v ida no era más q ue un enigma
En 1944 nuestTlI v id a se h abia conv er tido en una lu cha fre- Varias veces mi s ca r tas volvieron con el sello fatal. En d o ~
nética por cump li r con nuestro pr ogra ma de eSlud io::; y con n ues· ocasiones la r edacción era distinta: Verm issl a ud d eT r ussischen
tro servicio volun tario. las ll am adas noc tur nas, la s eme rgen cias y Kampffront (desaparecido en el fre nte ruso). Eso era más te·
unas pocas horas de sueño sobresa l tado. A es Lo ha b ía que agre · lTible que el se ll o qu e com u nicaba la muerle, porque significaba
gar los malestares que nos pr o du c ía el hambre, la debilidad y los incertidumbre, prisión, Sibe r ia. Durante años ma nten ía en ago ní a
turnos agotadores. Deb ía mos r dondequier a bU rgiese u na n eo mental a sus fami lia res, que esperaba n que el muchacho sobr e-
cesidad, y debíamos estar con lentas de h acerlo. Pero a veces nues- viviera de algún modo y regresara al h ogar.
tros cuerPos a penas podíall obedecer una orde l má s. La correspondencia ayudaba a s oportar la guerra. Como
Lo más impOl'tat1te de cada j orna da escolar e ra la ll ega da de todo el mundo sabí a , las au toridades hab ían or d enado que en caso
la correspondenc ia . Las car las e ran lo único a bund ante ad e m ás de de emerge nc ia, el d espac ho de ca rtas tenía prioridad sobre el
las tareas. Me gustaba recib i rl as y tam b ién escr ibi rlas . Escr ibía de ali men tos. Los so'ldados po d ían el hambre siempre
de noche en el re f ugio ant i aéreo, durante l os recreos o fuera de que recihier an ca rlas. E l plall fu ncionaba en ambos sentidos. P a r a
las horas de clase, en cualquie r minuto que tuviera libre. Cas i noso tr o:; era m ucho má s fácil olvidarnos de la escasa ración y
cada día rec ib ía un manojo de ca rta s de amigos, enLre los que dI; los reclamos del esLómago c uando dispon íamos de ca r tas in-
se contab an sol dados y o f i c l e ~ SaL ía mos cómo ouestros mu- teresantes para leer.
chachos deseaban recibi r noticias y u'at á bamos de no h acer los Cierto día de la pr i mavera de 1942 salí de las clases para
esperar. rec ibi r mi correspondenci a. Entre la s carLas noté un so bre largo y
La correspondenc i a uo siempre era aleg re. A me nud o sjgn ifi. delicado escrito COIl una l etra q ue me r esultaba desconocida. No
caba dolor, como cuando una carta d i ri gida f un sol d ado le pod ía entender el lIombre del remiten te. Me fi jé n uevamente en
era devue lta a l remitenLe con un sel lo que decí a Gef a ll en für la d irección para es lar ti c que era para mí y era. Abrí
Führer und Va lerlan d (muerto por el fü hrer y l a pa u' ia). ¡CÓ- el sobre y com encé a lee r. Entonce s me senté con un mW l Wl o
mo apagaban la l uz de n u e ~ r o s ojos y cor azo nes esas poc as pa- de satisfa c ción y llamé a una muchacha amiga p a r a que viniera
labras debajo de l nombre Con mw hos de esos jóvenes había mos a ver.
(2 0 )

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 11/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

22 CUAND O MU R IE R ON M IS DIOSES
NOVIAZGO CON U N D ESCO N OCID O 23
Yo espe ra ba y me apenab a . ¿Me en tr eg ar ía n un día la ú ltim a
¡Q uié n lo h u bie r a creí do   Unos mese s antes, A nnelie se, mi
amiga, y yo hab ía mos esc r ito ca r las di r igida s a un '\ w ldado
car la c[ue le ha bí a env iad o con e l temi do sell o Vermi ss t _ .? Es-
cuchaba con a nsias las noti cias q ue di ar i amen te trasmi tía la ra di o
desconocido . Algún fu nciona r io del gob ie rn o h ab ía in iciado un a
campañ a pa ra fJue se envi ar a n más c art as dirig idas al fr ente de bao
s obre la a rmada, espec ialm en te las r el aci ona das con subm a rinos.
Ese año Rudy se dese m pe ñaba como te rcer of icial en uno de
ta lla , y hab ía sugeIi do que se escr ib ie r a a sol da dos desco nocid os.
Puest o qu e e n el sob re ha b ía que esp ecificar 'que la carta iba al
eUos, y yo sab ía algo de los r iesgos que corr í an esos hombres.
fr e nte y no reque ría fr an que o, la idea h ab ía cUlldi do rá pi da m en · Las chicas me hacía n bromas, div ir tiéndose con la tr i steza
te. Cas i cada persona escr ibía por lo menos a un sol dado desco- que sen t ía por un hombre desconocido. Aun que yo lo ne gaba, no
nocido. convencía a na d ie. Comencé a pIe g untar me : ¿.No es toy haciendo
n día ll u vioso mi amig a y yo escr ibim os cada una, una carta el ridí cul o? Todo lo que sé de él es lo qu e me ha envi a do en
a un solda do desconocido, a qu ien imagi n ábamos a pues to y va- es as ab u lta das car tas, más u na f otogr a fía y un os p ocos li bros.
li ente . Como a m í me en cantaha n los unif orm es a zul v r o de . POI q ué m había de pr eocu par tanto pOI un a persona a la que
la ma r ina y ning lUlo de m is ami gos había in gr esado en ar m a da nunca he visto y q ue qui zá n unca ve a, a lg u ien a qu ien pI obable-
la elecció n nor mal era el SS  di rigí mi coqueto sobre " A un sol- menle no le in te rese narla de mí ? O ta l vez se in terese, corno me
d ado desco no ci do de la Armada Ale ma na" . P usimos las cartas in tereso yo. ¿ Po r qué escTÍb ía tan a menudo, y cartas t an exten-
en el b uzón r ié nd onos de la ocur rencia. sas? Qu izá su nave se hu nd ió, o sim ple m ente ha deci dido de ja r
P asó el ti em po y , co mo no hu b iera respue sta, pronto nos ol- de escribir . Sin emb argo, en mi in terior sab ía que no hab ía
vid amos del asunto_ De lodos mo dos no nos había r esu ltado muv muer to, y que algún dí a nos encon tr a r ía mos, en alguna par le.
cómodo esc ri b irle li l a cart a a al gu ien que no la había soli citadd. Ha h ía ll egado a fo r m ar pa r le de m i vida. De bia creer en él y
Ese procedi miento no coin ci día con nu estro con cepto de la e ti- 1 su fut uro.
que ta o nuestro estri cto código del or gull o femenino. Cuando después de l ar g as sem anas llegó su sig uie nte car ta,
Sei s meses de spu és te nía en mi mano la resp uesta a mi car- la directo ra esper ó ha s ta d esp ués de la cena pa ra en tIegá rme la .
ta casi olvidad a, y mis curiosas com pa ñeras se ofre cía n gen lil men - Yo estaba ta n delg ada que pe nsó que me ha ría b ie n come r pri-
te p ara a yud ar me a desc if r ar lo qu e yo no pudi era l eer. En se- m ero para des pu és l eer Ulla epísto la de veint e p áginas.
g uida me pa reció que qu ien escr ibía era un hombre b ien p ar e- Ab rí el sobre, rep rim iendo lá gr imas de felicidad y sin hacer
cid o, inteli gente, cu lt o, amiga ble y dig no l e confianza. H abía caso de las pu ll as de mis compañeras. La pr imera Ject ur a de la
envi ado la carta desde un campo de instr ucci ón para oficial es, ca r ta fu e ráp ida ; la se gUll da y la ter cer a pau s adas y cuidadosas.
y se r evel aba activo y am bicios o. Con testé in mediatamente, y R ud y h ab ía salido varias semanas en misión de patru ll a. n
tam bién él. re ali dad e ran viajes en los qu e se de di cab an a la piratería. Su
cart a era un d ia rio y no h ab í a podi d o despach arla du r ante se·
A med ida que nos escr ibía mos, el marin o comenzaba a ocu-
par un luga r cada vez más espec ial en mi corazón. Su letra gran- manas . Por orden s up er i or no podí a menci onar al gun as cosas,
de, que evid e nciaba confi anza. ocup ab a mucho pap el. Sus cartas, per o co ntab a todo lo pe r mis ible_ N unc a me in teresó sab er cuán tos
por su volu men, p ront o f ueron bien conoc idas por el cartero y bal'cos hab ía n torpedeado o dónde ha bía operado su nave; deseaba
nu est ra di recto ra . A l pr inci p io ni ngu:no de los dos hizo mención sa ber de él persona lmente. E n un pá rraf o de su carta decí a :
de los 5entimientos que lo anim ab an hacia el otro, pero nos escri- C u ando estoy en el pueute d ur ante las l ar g as horas de mi tur-
bí am os ca d a vez COn ma yor frecu elleia. no de la noche, levanto los ojo s y miro las estr ellas . Y me pre-
grullo si estarás dormida o mirando las mism as estrellas. Algún
C lHi nto sign if icaban esas cartas para mí lo vine a saber
día, mi querida corresponsal , va mos a encontr arnos, y estoy an-
d espués de un añ o. De pron to no Uegaron más. Pasó una se-
Rioso por conocerte .
mana , pas ar on dos , tres, cin co.

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 12/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

24 CU AN DO M URIERON MIS DI OSES NOVIAZ GO CON UN D E SC O N OCIDO 25

Ahor a era el momento de ha bla r co n las estre ll as nuevam ente. nuestr as voces repe lí a n el vo to con vigo1"- Era el mejor v era no
¡Tenía sa lu dos pa ra envia r   E n algún lu ga r del océan o via ja ba que h abía pasado dur ant año s; y Rudy a ún me e sc r i bía la rgas
una pequeña nave. E n el la iba un ofi ci al de ojos castaños y a mplia car tas regularmente .
fr ente. Tal vez mi raba las estrella s esa noche, como lo estaba ha· Una tarde re gr esamos de nues tr as tareas, nos refrescamos
ciendo yo. i Cu án tos sueño s se agolpa ban e  mi mente Pero nu nca co n un ba ñ o, nos pr eparamos pa ra la ce na y para la ins tr ucción
me hub iera atrevi do a desculJr ir mis sentimie ntos en p alab ra s. noc turn a. Muchas de l ¡¡ s niñ as se agru p ar on en un cam po de
Nuestra a mistad pa rec ía tal her mosa y frágil, r¡ue las pa lab ras deportes j un to a una comp añ era con un acor deón. I ban a Lailar
huhieran destruido su belleza. y conversar u n ralo. Me hab ía retr a sado deb ido a mis oblig a.
En la primavera de ] 944 ha cía casi tres años que habí a· iones di r ectivas, de maner a que ca ntu rr eaba una tonada mientras
ma s co menz ado a esc ri birnos y todavía no pod ía mos ha cer o l a me pasaba el peine y un poco de crema en mi s brazos tostados.
cosa que soña r y espera r. t,Nos encont raríamo s al guna vez? ¿Q ué No bab ía tenido no ti cias de Rudy por ento nces y tra taba, co n
íb am os a decirnos? mucho esfuerzo, de no preocup ar me. i Casi me disguslaba el no
Como la gue rra se agrava ba, ese verano nos sacaron de la poder dej ar de pens ar en él
ciudad y nos lleva ron a los m on les Su detes. Los alem ane s ha Ya era tiem po de regresa r a la ciudad. Pr o nto ten dríamos
bían olvidado 10 qu e era n la s vacac iones ; nosotras ta mbi én. Me que ha cer nue stro equi paj e y volver a P rag a. ¡Cómo sentía te
nombr ar on superv isor a de un gr upo de muchachas que debí a tra n er que irm e El veran o ha bía sido muy tr anqu ilo. Sólo tuve al
ba ja r en pesadas bbores agrícola s. Los homb res que se de dicaba n gun os roces con una de las di rector as , pero fu e ra de eso lo de
a eso estaban en el fren te de ba talla . Con desesper ación la s muo más h abía sido un sueño. Lo único que faltaba para que fue se todo
jeres plantaban , cultiva ban y cosechaban, mientras apren d ía n a perfecto er a una visita de pe ro, p ara qué seg uir ansiando en
hacer el trabajo de los hombres, y debían hacerlo más rápi d a· vano. R udy no ser ía c apa z de llegar a ese remo to lugar. (Aun
mente. que, quien sabe.)
Nos do lí a n los brazos de ra strillar, arrancar, levantar desde Mie ntras bajaba la escalera tal'ar ea ba un a melodía . Me eché
la m añan a a la noche. Pero toda s entendíamos . La mujer del agrio el cab ello hacia atrás y sacudí la cabeza, pues debía de jar
cult or a usente en cu ya casa trabajábamos era suave y mate rnal, de soña r.
pero se la veía macilenta y agotada. Cad a d ía me pon ía algo de
De pr ont o tuve que detenerme en seco. Por la puerta ab ier 
co mida extra en el bolsillo de mi de lantal. Yo trata ba de re tTi·
ta enll'a ba un of icial de la marina. Su ros tro me resultaba fam i
buirle mostrándo le mi apre cio co n un trabaj o más diligente. Nos
liar , y súbitamente su pe quién era ese hombre. Me sentí aterrada
hici mos muy amigas.
y volé a mi ha bitación. Alli me senté en el borde de mi catre y
El alimento extra, el sol del ve ra no y los largos período s de
traté de dom in ar mi enlo qu ecido corazón y mis alborotados pen
ej er cicio al aire libr e me hicieron muchos favores. No estaba
samientos. i Nunca h abía estado tan asustada en mi vi da ¿Qué
ya tan delgada y lucía un bronceado sal uda ble. Mi cabello, qu e
pa sa r ía si él no gustab a de mí ? ¿Y qué pas ad a si. . .? Comencé
lo h ab ía usad o cor to , en un es ti l o casi masculi no, me había cr eo
a peinar me otra vez, acomodé la insig n.ia  en mi uniforme az ul
cido hasta pasar los hom br os) el so l lo hab ía a clarado hasta de·
ja rlo casi r ubi o. La guer ra par ecía algo lejano en nuestro lugar y me mi ré detenida ment e pa ra ve r si todo estaba en orden.
En segui da oí que me lla maban po r mi b r e Re uni endo
de trab ajo . Ni nguna incu rt<ió n de bomba rde ros turbaba nuestro
s ueño ; sólo oíamo s el ru mor de los bosques. Toda s las mañauas tod o el cor aje que pu de ba jé lelllam enle b escale ra y sal udé res
l os pá ja.ros nos des pert ab an c on m s cantos. El rocío centelleaba pet uosame nte a la direc to ra de t ur no. Con una chispa de malicia
c om o mi rí ad a s de dia mantes sobre la hi erb a cua ndo salíam os pa· en sus ojos, señaló al marino y di jo:
ra ir a tr aba ja r. Al reu ni rn os junto al mástil para el sal udo, - Tien es una vis ita, Ma ría Ana. i Ven y d al e la bienvenida

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 13/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

26 UA ND O MU R IERO N MIS DIOSES N O VI AZ GO CON UN D E S C 0 0 l O C ~ D O 27


Miré lleno su rostro sonl'iente y le extend í la ma no. R u cada un ges to mal int er p retado, pu dier a r omper el hilo tenue.
dy sonrió a m pliamen te y di jo con a leg rí a: Nues tra ami st a d es taba ha ciend o fr ente a la realidad. No lo m iré
- ¡Bien, aq uí estoy, peq ueña H an si   cuando sentí que R ud y estaba estudi an do mi perfil. P a usa dam ente
Yo ase ntí y alcancé a laJ tam ude a r r uboriza da : la noche se ad ueñó del últim o res to de l uz dorada.
- Sí, ya lo veo .
-¿ESlás desilus i onad a pequeña H ansi? reg untó Rudy
Como la dire c to ra nunc a me habí a visto cohibi da p ri m e
que dame nte.
ro se sorprendió y l uego se rió con gana s. E-se pa reció ro mp er
la tensión de l a mbi ente. y ya con cierto aplo mo pu de d arle la Sacudí mi cab eza neg ando categóricamente y re s pon dí con
pris a :
bienvenida e invitarlo a unirse al gru po que se en tretení a a fue ra.
- No, ¿y tú , Rudy?
De pronto me di cuenta de que la apa ri ción de R ud y había
El negó también, pem ambos sab íamos que está bamos min o
causado sensac ión, y me sen tí mucho más du e ña de mí mis ma.
tie nd o. Sí los dos nos sentí amos chasq uea dos. No po rque no nos
Lo presen té con a mis amigas quie nes por d etrá s me ha 
ag r ad áse mos mutuamente, sin o porqu e é ra mos dife rentes de 1 qu e
cían señas de ap r obac ión o envi dia . Yo sonreí a satisfecha .
cada uno hahía espe rado . Los sueños son p er fecto s; los seres
Cuando ll amó l a cam pan a para la cen a, Rudy fu e in v it ado a
hu ma nos nu nca lo son. Dos años y me dio de una am is tad fic
comer con nosotras. Lo ubi caron j unto a la direc tor a gene ral un a
ti cia tocaba a su fi n, y nuestros sueños es tahan i rr em edi ab lem ente
mujer de al to rango y mod ales muy severos. Yo curnp li con m is
p er di d os. ¿Serí an nuest ro s ví nculos lo su ficientemente fuer tes co
deberes de su pervisor a, pero no podí a ev it a r qu e mi cor azón la
mo p ara arros tra r la rea li dad con éx ito?
tiera con violencia, especi alme nte c uando mi raLa hac ia do n de
Deci dim os hacer la pr ueba. Nos sentamos en un lr on co y con
estaba Rudy. Como buen c aba ll ero, supo ll evar una conversa·
versam os. Yo ten ía muchas p re guntas que fo rmu l ar , de manera
ción galan te con la director a y a l mismo tiemp o vigila rme de cerca que escuché mientras él me conla ba co sas de su vida. Su voz e ra
d i ri g i éndome significa ti vas m iradas . Al ii n ali z al" la co mida la d i suav e y amable. Se co mp ortaba como un joven, pero maduro al
reclora esta ba tan bie n impresi ona da con el visitante que me li 
mi smo tie mpo. Miré cómo la s estre llas, una por una aparecían
he r ó del resto de mis ta rea s pa ra la n oc he como también pa ra sob re noso tros ha sta que el ci elo n un do mo tach on ado de dia
el día siguie nte, a Wl antes de que yo se l o pi d iera. Como nunca
mant es que no s rodeab a, insp irándono s nueva confianza. Desp ués
antes había hecho algo semejante, la med ida causó vel d adera sen de todo , no estábamos desi lu sionados. Por lo menos yo, súbita
sación entre mis compañeras.
mente, me di cuenta de que no lo estaba, porque él en realidad
Luego de camb ia rme el uniforme y volver, salim os lenta er a com o siempre me lo h abía imaginado.
mente, conscien tes de que muchos ojos nos observaba n. Y a a.fuera, C ompren dí tambi én, de pronto, que Rudy había recibido mis
caminamos hac ia la pues ta de l ~ o l Todo lo qu e nos r odea ba pa salu dos e[J esos años p asa dos; la s estrellas noS hab l aban lIueva
recía encantado, f ulgurando con matices d or ados y purpúreos. Un me nt e, y nos habiamo s se ntado para escucharlas. La s estreUas
extraño si le ncio parecía interpon e rse eutre nosolros c uando Rudy su bían po r el cielo y br il lab an en mi cor azón, y se ntía que dos
me lomó de la m a IlO para ayudarme a sub ir una loma . A llí nos ojos centelleaban en los mí os mientra s regr es ába mos tomados de
quedamos largo r alo mirando cómo se desvanecían los co lores, d e la ma no. Ambos había mos per dido algo; cada un o se habia que
vorados por la noche. dado si n su corresp on sa l. Pero h abía mos enc onl.\ a do a lgo más
Nos ha b ía mo s sentido uy unidos en las ca r tas. Aunque pr e ci oso.
nunca lo habíamos mencionado especí ficame nte, nuest ro s senti Al día siguiente nos se ntíamo s f el i ces y cómodos uno con el
mientos más profundos se ha ll ab an c n tTe la s lí nea s de ca da pági na. otr o. Parecía que nos hubiésemos conoci do desde mucho ti em po
Allora comprendí amos que había Jlegado la ho ra de la prueba an tes. Le mostré los alrededo res y alegr eme nte subimos algunos
para nuestra amii:> tad. Cada uno temía que un a pala b ra eqwvo- cerros. Lo presenté a " mis" agricultores, que se im presionaron

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 14/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

OVIAZ GO CON UN DESCONOClD 29


con los bronces y medalla5 que él lucía. La esposa del agricul
tor en cuyo campo trabajába mos nos prep a ró merienda:; } no
aceptó que le ayudáramos en su tarea nll le¡, Je ¡rIIOs. Paseamob
pOI' los pequeílos rincones del ca m po donde yo so lía ~ e n t a r m e
para escribi rle y soñar- con el momento cuando nos o n t n í r a m o ~ .
De pro nto Rudy me lomó en tre sus potentes brazos > m
besó. Yo me liberé rápidamente y sacuru mi cabeza disgustada.
El quedó completamente confundido y aíligido. ¿,No se daLa cuen.
ta? Yo sabía que había besado a muchas clúcas, pero, ¿no cnten.
día que entre nosotros s ería dife rente? Durallte a iíns habíamos
considerado n ues tra amistad omo algo muy espec ia l. (,Hahía de
ser el Ilue '\lro como la mayoría de los l 'OItUl ll ce s " de guerra - p a 
sión, besos, diversión)' pe le a s - par a q uedar con un ~ a h o r amar·
go cua ndo Lodo te rro ilJal'a ( j Nunea   Yo no podí a enamorar me,
desamorarme y yolverme a enamorar co mo alguna::. muc ha chas
lo hacían. Tal vez fuera soñadora, pero creía qu e a lgún día ha.
bría un gran amor en mi vida. Posib lemen te e:;a in s61ita anú,;lad
con R u dy no termina r a de un modo vulg8l' o como un amo rí o co-
tidiano.

rostro de Rudy estaba serio ~ u a n d o tralé de explica rle Jo


que Elsentía. Luego. levantándome el me nt ón suaveme nt e hasta
que mis ojos se enco nt raron co n los suyos. me d íjo :
- María Ana, ¿te he dado motivos para creer q ue le trata
ría vulgarmente. o como amor pasajero? Te has conver tido en
parte de mi yida, en mi gran inspirac ión. No puedo lmaginar mi
existencia sin ti y sin tus cartas. Tú er es el ti po de mujer que
yo quisiera por esposa algún día . ¿Te agradaría ?
¿Había oído bien? ¿La propuesta era seria? Nos habíamos
encontrado ape na s el día antes. Hundí m i rostro en su hombro )'
sus brazos me rodearon rlelicadamcute. Miré sus ojos. y l co
razón me dijo que había haJlado el gran amor de mi vida.
Despufs, cuando c a m i n á b a m o ~ al sol. me habl6 de Ilueslro
futuro en común. Entonces dijo:
- M i r a , te estoy hab lando de nueslro f\l luro hogar y dC5I'U
bro que sé muy poco de [i Hemos hablado nada m á ~ qlle de mí
y mi vida; cuéntame de ti. de tu niñpz. de tu fami lia
Encogi los hombros. , Q l I f ~ podía decirl e ? ¿.Cn ntal'le de la ca·
sita entre los bosqlles y de la cama de paja en que dormía'?
'Entendería? El era único h ii o vtl rón de una fam il i a riea. Te

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 15/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
30 CU AN DO MURIER ON M IS DIOS E S NOVIAZGO CON UN DE S CONOC IDO 31

nía dinero, seguridad y los l ujos de una vida aco m odada aun en n uestro compañeris mo sea ar monioso. Pero es toy di sp uest a a ha·
t iempo de guerra. ¿.De bí a ro n tarle de cuando m i ma dre me des cer la p r u e b ~ A me dida qu e conozcas mi IDundo tal vez aprendas
p idi ó e ll la es ta ciólI preocupada p or qu e podia olvidarme de Dios? a comprende rl o, y debie r as tr atar de a m ar mi mun do J i en lras
¿.Enten der ía lodo eso? E l e ra de familia l uterana, pero la re li  yo hago lo mismo con el tuyo.
gión no l i mportaba nada. Era nazi. como yo, y co nf iaba en el - C a b e c ita pe r tu r bad a, d eja de fil osofar e x c l am ó Ru dy
ühr er y en el fut uro ele l Rei ch . No, en re ali dad no h a bía muc ho riéndose - o Todo sa ld rá bien.
que contarle. A l d ía sig ui ente via ja mos juntos a la ca sa de Ru dy. Sus
udy, hay poco qu e hablar de mí. So, huérf ana y ui padres er a n corteses, a un que al g o indiferentes; tal vez porque
CIi ad a en Ull hogar adop ti vo. Como tú sabes, f ui elegid a poc o nuestro compr om iso ha b ia tomado por sorpresa a l a f a milia y a
después de la ocupac ión de m pa ís par a pre p ararme como fu· los par ientes. Pero estábamo s demasiado ocu p ados coo nosotros
lu ra lí d e r juven il. Esa carrera es mi vida. Todo gi r a a lr ededor mismos y no podiamos ate n der las reacciones de los demás.
de eso. Ni si qui era he pen sa do en el m al r imonio porqu e po dr i a ¡Cómo p asaba el tie mpo Tratábamos de ign o r a r que p ronto
i nterfe ri r con m plan es. ¿No se me de r rumba rí a tod o si me llegaría el momento de l a p ar tida, com o si con ese proced imi e nt o
ca" o'  Debo se rv ir a mi país a lgún día por todo lo q ue est oy re· pudiésemos detener las h oras. T uvimos una peque ña tiesta íntima,
cibi endo n ed u cación. con rosas y bebidas. Lu ego nos fui mos con R ud )' a la es ta ció n,
Rudy r ió divertid o. en un coche tirado por caball os. En tr en vi a ja mos rá p id am ent e
u e no. schatzi ( querida), ¿no podríamos hacer todo eso hasta Bresl au, capital de la provincia de Si lesia. De all í pa r·
j untos? T an pro nto como ter rril ne la guerra tengo pl an es de tirían en la tarde nuestros dos tre nes, en dil"ecciones opuestas.
ingresar en la ma r in a mercante , y estaré mucho tiem po a f uera. Lle gamos antes de l medi od í a, y Rudy aprovechó la opor t unida d
Puedes c umplir con tu vocac ión y enseñar. Yo no te ocuIJaré todo para hacerme conocer su ama da c iu d ad en l as poca s horas que nos
el tiempo. quedaban pa ra estar j un tos. D urante si e te año s había asis ti do a
So nr eí, a l ivla da . ¡Cu án sencillo era todo, cuán gra nde y sen la escuel a en B resl au, y cono cía cada rincón de aquel pintoresco
ci ll o E ra tiempo de dejar de lamenta rse y actuar. Había lle lugar. Al fin lleg ó el mome nto de volver a la estación. Por con
gad o el gran mom en to de mi ri cia. Ha Lí a en contrado mi am or y sentimien ::: táci to y m uluo sonre íamo s y hab l ábam os de cosas
podía confi arme a sus manos. Ru d y e ra inteligente, maduro y pru· sin importanc ia , tr a tando de encu br ir lo que sen t íamos a medida
denle. Te ní a la respue sta pa ra todo s mis pr oblemas y yo e ra una que se aproxima b a la partida.
pob re mu je rc ita qu e no cesab a de qu e jarme. Rudy dehía viajar primero. Rec ogimos el eqwpaje y baja
Pe r o ahora sabía que algu ie n me amaba, y por primera vez mo s a l a plata form a.
me atre ví a c01 l esp onde r a ese amor. La gue rra, los to r pedoE, las - No te apenes. q u er id a; pr o nto nos veremos ol ra vez. Sé
bom bas , la muert e - todo p ar ecí a im po sib le mi en tras nos hallá· va liente y espé rame. Nos escr ibire m os todos los días.
ba mos sen tad os e 1 el pasto fl or ido, con vacas que pacLan a un
No pude soportar más. Apoyando mi cabeza en su hom
la do y majes tuosos árboles al otro, y en las alturas unas bl ancas
br o esta lié en soll ozos incontrolables. El sacó un pañuelo blan-
nubes es p onjosas que se despla zaba n por el brillante cielo estival
quísimo y comenzó a secarme el rostro con ternul'a . Miré sus
por sobre la s montaña s. Ta l vez sl uv ier a soñando y me desper. fac ciones bondadosas y nuev am ent e se ntí temor, un terrible sen
tar a pa ra desc ubrir que todo se h auía esf umado , pero disfrutaría
timiento de pe lig r o futu r o qu e había experimentado cuul1do dejé
del sueño mie ntra s durara. Mi ré el ros tro de Rudy con una nue
va coniianza . " a mi madre para i r a la e ~ c t J e nazi. ¿ P o r qué sen t ía temor?
R u dy, el mundo en que vives me parece muy distinto del
Trataba de do min arme, pero era imposible. Lloraba am a rgamente.
mí o . No sé s i podremos fusio nar nues tros mundos como para que El corazón se me había endure ci do como piedra.

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 16/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

32 CU AN DO MU RI E RO N MIS DIOSES _ _ _ _- - - - - - - - - - - - - C a p í t u l O
Los en ca r ga dos de l tren di er on l as seña les de la p arti da.
Rudy me besó un a vez má s, me d ej ó y co rr i¡l a s ub ir a l t ren q u
ya march a ba . Su
ca ra re fleja La la len sión de l mo mento y u na ¿C reer e n e l ~ r
gr a n preo cupaci ón por m í. Lu c ha n do para c al m arme, fina l men te
puue so nre ír a tr avé s de la ' lá grimas, pe r o 110 p o dí a hablar. El
. l a G uerra
t re n ga naba ve l oci d ad , y el brazo d e Ru d y. a g iLá nd ose en el po s
Irer sa ludo, se iba e mp eq ueñeci endo ha sla que se esfumó en la
distanci a. E ALGCNA manera me arreglé para responde r ron pr oll·
No sé cómo hic e pa r a en cont rar y s ubir al tr en en que yo tilud l a > ('artas_ a pesar de nueslra agota do r programa de ar
debía via ja r. ¿V olve r ía a ve r a R udy? ¿Regr esa r ía de la gu er r a? livida d e:;. Pasadas una" pocas em 1HI:;, ~ i n embargo. noté a lgo
¿,Q ué no s de paraba el p orven ir? Du r a nte uno s po c os d ía s ha extraño e n las ep í sLo la de Ruch·. Le pregun tr 1 ur { T a lo q ue le mI" ·
bía disfrutado de l cal or del amor , del gozo de es tar junt os, de
lestaba, pero ignor ó mi p r e ~ l I \ 1 t a .
la se guridad de h a ber h a ll ad o un refu gio para mi corazón. N o Llle¡¡;O de tre ' m e ~ e ; me I o \l (esó la
\'er dad. Su" paure;:;. gen
pens aba m ás que en R u d y; no d eseaba má s que estar con éL Pe n
te acomodada y de cr ilerio p ráctico, htthían de<;tlprobad nuest ro
ro los t re nes r oda ba n e n la noc he el mío h ac ia el est e, el ot r o, insólito roma nce de:;de el mi:,mn comienzo, 'frataron ele ue':lan i
hacia el oes te. A él lo esp er a ba la guerra, a mí la ci uda d. ma r a Rud)' para que no cot lli nUBl'a n u e ~ \ r a relac1I)L1, y :¡U:i ar
gumento > tenían la fuena de la autoridad palernal. Para Hudy "11
hogar era 10 mlís quer ido . )' la fa lta de armonía pn la fami lia
perturbó lÓ\I nat ur al mudo de ..fr. Al fin no puJo ocu l lar mUb ,,11
probl ema Y me lo re\'e l ó-
Para mí no hahía opc' ión a lguna- Lomé un recuer d o m uv
'",robótica. qlle RuJy me habíu regal ado. lo en\'olví \' se I  > ptlVié
a sU :. p ~ d r e s sin nIngún tllensajr c.''f' J'i to. Pcru debía - hace r fre nte
11 la parte más clifki l : E ~ r r i U i e a él la ¡11Lima carla , y Jo hi ce.
"Rudy, no nlf' preoc u pa (' 1 hec'ho de tlue no debo inter po
nerme enlre li Y lu'- pndrf'l> . Q UL C\'(1 dec ir , entre ti y tu madre.
S, cuánto ..ignific:l f'1 hogar pa ra li. Y también sé que no de bes
perder lU hogar flor mi causa.
"}\;n sé por quf tu ma u re está (>\1 mi conlr a. Comprendo r¡ue
ustcdes ;¡ean rico:, y de fami l ia m u\ rcspeln llle, rnientra" yo nO
soy mlb qu e ti na h uérfa n a , Pero Rud)·. no pu edo r emed ia r
parte de m i .. irln: no f ue mi eH pu. Tú Silbes que e ~ l o y lratando
de hallar m i vocación. Sen po bre. pe ro tengo mi honor. Tle de
d¡rada mi vi da al Hihrer y tI n ll e:;   ra palr ia, y h an; lo mejor

fIlie ~ l é JI mi pa rle.
"Rud" nun ca le h ice mal a ti l tt a tu madre. De lo ún i
que f' ll a puede acu:;Uf 1 ''' lIt" haber co nfi a du en I i Y u haber
te amado. i Perrlónul tl p por e ~ o
(33 )
3  0m

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 17/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

34 CUANDO M URI E RO N MI S D IO S ES
¿CREER EN EL AMOR Y LA GU E RRA ? 35
"Quiero agradecerte por los hermosos días que p asam os
juntos. Ya me pa r ecía que no era máh qu e UT: sueño del cu al un había perdido lo que ganara d urante el verano. Empalidec í y
díél despertaría bru:;cam enLe. Ahor a el ~ u e ñ o concluyó y ha lle adelgacé. Evitaua ponerm e a pensar de ma siado, p orque la vida
gado e l mo mento de decir adiós. me parecía un extr año acertijo sin resp ueslas.

'·Ru dy. tú me conoces basta nt e bie n, y compr en derás que Los d í a ~ se con virtie ron en seman as. Un nuevo examen C0  

nunca hab rá un reg reso para 0sotros. No tengo más que m i ha· rayos X reveló una úlcera estomacal. Sentado ] el borde de mi
el

nor pa ra pr otege r me ; estoy so la en el m undo. De bemos olvid ar· ( a ~ a , la doctor a q ue me alendía, me pregun tó:
110:> el uno del otro, y ha ré todo lo que p ueda p a r a olvidar mi - ¿Hay algo que le m olesta - algu na pt'na. o p reocup ación
a mor por ti, porque n I) te ngo más derecho íl am arte. Fuiste el pr i. o prob l ema? Estás lan indifere nte y callada.
mero y el úni co cn qui en confié lo s ufi ciente como p ara amar. Con orgullo. sacudí mi cau eza negativam en te . No admi ti ría
y q uizá suene ma l decir le qu e no debiera haberme atrev ido a ni ante mí misma que al guie n pudiera desequili b ra r me. Lo de
co n fiar en t j Rudy era. un asunto concluido.
POl' última vez te envío mi s sa lud os y mi am o r . Adiós. Poco::. días después de que pasa ra mi cu mp leaños, en no.
\ [arí a Ana -'. viembre, la enfermera me trajo una ca rta que hab ía sido ree x-
Se ntía el c ~ o r a z ó Heno de un am a r go resentlUuento. No po pedida. El sobre mO$traba la letra fa m i liar de Rudy y en los
t1ía enten der la obje(' ión de su ma dre. No vert í una sola lág r i- dalos del remitenle se veía que ha b ía s ido nueva mente ascendido :
ma. La herida er a demas ia do grande y ta mb ién la tor me nt a en Ahora era primer teniente de la marina. Me preg unta ba si, con su
i orgu ll o:;o corazólI, co mo pa ra enco nt r ar alivio. Me ocupé de nuevo grado, lo h abrían ll amado com o seg undo com an da nt e de
m i ~ ueLere" y f'stlltl i05, q uedándome d es pi ert a hasta a ltas horas uno de los Ilovísimos s ubmari nos, como él esp e raba . ¡Cómo esta
de nOl.:he. as ir e ñ a n de orgul losos sus padres
uarda la he ñal de l s nas contra bombardeo::..
No lac.leseaha Jll:
ag1S ver ndo
l as
estre llas, de modo que las persianas per- No ::.abia si mi or g ull o me per mitiría abrir la carta. S í, ras·
maner.ían hajas. La<; mañanas de otoño eran frías. sentíamos la g u ~ el sobre ansiosamente y le í. E ra un af ectuoso sa lu do de cu m-

fa It a de ca le f acción (uantló temblábamos en las a ul as. Las hela pleaños. Lo leí una y otra vez, especialmente donde, luego de
das que m aro n In últimas fl ores. mie n Lras la ti erra se prepara ba usar el diminutivo de m n ombre , me decía: pued o dejar
p ar a el largo hueño inve rna l. i en tumecido corazón siguió el pasar tu l'umpleañ')l! sil] h acerte ll egar mis más cá lidos deseos".
ej emplo. No, no hahr ía regreso. Deb ía mantellerme firme. Rápidamen-
La marcha de cad a mañana exi gía dominio pro pio, ba jo la te doLlé la carta, la puse en un nuevo so br e y la despaché . Rudy
lluvia que cas tigaba, pa ra ir a sal u dar la bandera. Hacía dlas no ~ a b i a q ue vo estaba en f erma y tampoco yo deseaba que lo
que se n tía irío. pero !l O h ab la d ónde calent a rse un poco. Las ha- suplera .
bitac iones estaban húmeda::. y peg aj osas. N uesuas raciones de co Lentamente fUI recobra nd o iuerzas h as ta que por fin un a
mida e ra n escasas. per o eso 0 me im po r ta ba - n o sentía hamh re. tarde la doctora me pr o metió que p odría salir del hospita l a l
Cierta mañan a me hall ulla an t e e l mEÍs til hacie ndo el saludo día siguiente, de lo cua l me alegré. Esa noche, que yo pens a ba
cua ndo advertí q ue me iba a desmdya r . Quise ob ligarme a vol que sería para mí la última en ese l ugar, las sirenas de al ar ma
ver a mi cuarto pero f u ~ imposible. nos obl igaron a dejar las camas y correr ha l' Ía los refugios .
Me int ernaron en el hosp it¡ü para jóvenes que habia en una Por fin las sirenas an unci aron que los aviones se alejaban
pequeña ciuda d. El trato era excel ente, pero me :;cntÍa de ma sia y se nos p ermitió reg r esar a U e ~ t r h abitaciones p am acos
do enfe rm a p a r a da r me cuen ta. Icter icia contagios a" , l ue el larnos. Pero el l i ueíi.a hahía huido. Abri mos las corti nas para
diagnóstico. El h o: p ital se e n contraba atestado, pues la epide conlempl ar la ciuuacl en Da mas. El suministro de gas y electri
mi había comenzado hada al gunas semanas. Antes de mucho "¡dad se habíall i nterrump ido y l as enfermeras "e Vlt l ían Je la va
cilante luz de u n a ~ lámparas pa.ra aten der a varios e n f e r m o ~

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 18/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

6 CUANDO MURIERO N M IS D IOSES ¿CREER EL AMOR Y LA GUERRA? 37


a v e s El cie lo noct urno reflejaba el rojo de los incendio s mezo Todo lo que me rodeaba y ha bía dentro de mí me parecía Sln
cl ado con den 'as co lumnas ue humo. Mientras observab a esas sentido j vacío .
ter r ibles e:;cenas de dflS Irurcl ón pe nsé en cuántas vidas habría n Pe r m anecimos quietas )" aguardamos. T an pron to como hu·
sido segadas. e v a m e n t e comenza ron a tor tu rarme aquellos in- bo suficiente luz diurna apareció un silendo:so grupo. Ev idente.
ter rogantes. mente eran p r i s i o n c pues de trás de ellos vení a un guarrJi¡
De pr onto noté qu e a lgu n as enfe rm ecas corrían excitadamen- armado. Como nunca haLíamo:. o íd o nada soure los campos de
te de aquí para allá mientras sus ur raba n algo. Abandoné la cam a, concentración }' los presos políticos. no len íamos idea de 'lwéne"
tod aví a fría por las Jloras que h abíamos en el re fugio, podian ser esas figuras l e ~ y grises. Se a p roximaro n ca u telo·
y me uní a las e nf er m eras. same nte , como gatos, a la uomba y la examina ron con de ten cicJn
¿ Cuá l er a el problema? Alguien, decían ellas, había des. y prolijidad. Luego uno ' e ag a chó mient r as olros le alca nzaban
cubierto LUl objeto osc uro en la rampa posteri0lí de l edificio, que l as henamien tas. Siempre con mucha precj"i6n comenzó ¡¡ (]Uilar
a la postre ha bía result a do ser un ca mi nante ciego , o sea una el de tonador . Al fi n se det uvo. movi6 la cabeza afirmativamente,
uomb a que p or al guna razón no había hecho ex pl osión · al c hocar se incorporó y se secó la frente. La bomba hab ía sido anulada y
conlr a el suelo. Podía tr a larse de una bom ba que estallar a en seguidamente la desarmaro n.
cueslión de min utos u ho ras, o de una bomb a común con U11 corto Volvió la no rmali dad u la sa la ; una enfer m era me ordenó
circui to en el mecanismo accionador. De cua lq ui er maner a se meterme en la cama otra vez. Eché u na ú lt ima mi rada por la venta·
hallaba 10 sufi cientemente cer ca como para demoler el p equeño na. Habí a visto a la muerte cam in ar po r el patio. Una vez más me
hospital si exp lot ab a y hacer añico", las puertas y ven tanas en había vuelto la espa ld a para dirigin;e a la ciu d ad humeanle en
nuestra propia cara. busca de más presas ent re las r uinas.
Puesto que cualquier vib ración, aun la de un gri to fuerte, Pocos días después, cuando el orden se ha bí a restaLlerido
pO(1ría hacer deton ar la bomba. los pllcientes 110 podían ser tras· en cierta medida y los trenes 'or rían nuevamente, fui au torizada
ladados al re:fugio ni evacuar el edificil). No había l ugar adonde a dejar el hospita i. Volví a la e s c u e h ~ en 'eguitla, no ohstanle la
ir porque lodo lo que nos rodeaba era fuego y ruinas. recomendación médica de tomar una vacación y reC ll pe l·ar total .
Sin saber lo que hacía me dirig í hacia la ventana de atrás. mente la salud. ¿Dónde iría a reposo? La casila cn tn'
Al resp l andor de l as cosas que ardian más a ll á de l río perc ib í los bosques quedaha dema Íad o lejos, y ha cía mucho ti empu CjLJe
la oscura sil ueta a larga da de l artefac to. Otras también vin ieron no tenía noticias de mi madre. La correspondencia se ue m oraba.
a investigar. pues la nolicia cun dió rá p i damente en la sala. Las ,Vluchisimos lrenes y rami nos eran destruidu '. Como h ah ia lermi·
nado to n Rudy, no' podía ir a confor table hoga r en el e te de
enfermeras babían tra tad o de ocu llar e l asunto por t emor al pá.
 

nico. pero sin éxito. Algunas pacie ntes se cubr i eron la cabeza con
Alemania. Posib lemente SU3 pa u reo; \' su herma na no e"luvicsell
las frazadas, otras gemían a media voz, pero t odas tralaban de más allí. Ha bia oído rUll1tJreo; de que lo" r l J ~ O va habíall ir rum-
vitar los movimientos rápidos y la conmoción. pido en Silecia y l o ~ ref u giados ha bí an huiu  J en medio de
la., tormentas de l in\iernQ para pon cr<;e a "alvo.
Apoyé mi fren te contra el vidrio fr ío de la ventana. muer·
le y yo nos h ab í am os enfrentado ot ra vez, y mi corazón Lacomen· No le n ía dónde ir v de$eaba Irallll jnr nuevamente. L a Ji-
rectora de mi g ru po me ~ e i J ¡ con il le¡>:l"Í If, l'ur 'l ue necesi taba
zó a ar gumen tar con esa il ldeseable visita. Yo t enía muchas pre· loda mano volunta ri a para atf'lldt'r la ;; cl11crgc ll eia..:; de la ¡ uerra
oWltas p ara fo r mul ar , y nadie podía da r me una resp ue sta.
lolal. Semana Ir a sem an a lt  cb a ll1o ; y l rabajamo s ur d uumenlt',
M i corazón cl amaba por Wl m ayor entendimiento de mi in· a menudo compa rliendo l l e s t r a ~ rninLl sc ul as ra ciones de a limen·
terior, pero el hum o cuurió la s desteñid as esb'ellas y la luz matinal 10 con refugiados y s o l d r J o ~ he r idos r¡ue p arecí an m á ~ IWITl -
se abría paso lu ch ando cntre nubes de polvo)' ru iulIs calcinadas, hrientos que 1I0so 1 Se nl u uno,; dol are,.; le r ribles en el e:,l¡) -

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 19/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
¿ C R E E R EN EL AM OR Y LA GUER RA? 39
38 CUANDO MURIER ON MIS DI OS ES
mana para escuc har aten tam e nte. Co nio r me a la última vol unta d
ma g o. La úlcera eXlg la cie rlas clases de ali mentos, pero, ¿q uié n
de Hitler. Doe nil l. h ab ía tom a do las riend as de la nación. E n
iba a fijarse en esas peq u eñeces?
cuestión de hor as, y aunq ue 111 ",e lo an unció ofi c ialm ente, el pa ís
Cierto dí a de marl.0 de 194.5 recib imos órd en es superio res entero sa bi a y r omen ta ba de puert a en p uert a que Hitle r y su
de aband ona r Praga inmedia tam e n Le y vo l ver a nues tros ho g ar es. aman te Ev a Br aull ¡se ha b ían s uicidado  
orprendi da , fui a hab l ar con mi j efe y a pedirl e pe rm i so pa ra
Queda mos a t ul"Cli da s. ¿P or qué H itl er había hecho al go ta n
ue da rme. Ante Ludo, no teni a a tlón de ir , y además ha b ía aún
horrible? ¿No nos había pr om etido condu ci rno s al tr iu nf o? Sin
mu cho LI 'abajo p a r a hacel·. ¿Cómo po d íam os irnos tod as? embargo, no deb í a cuestio nar la decis ión del fü h re r. No la en
NU je fe sacud ió la cabeza res uel tam ente.
tendía, pero confia ba en q ue nuestro héroe sa bía lo que era
-No l\la r Í a An a ; l a : órdenes son órdenes. La ci ud ad ya
mejor para la nación)' en ese m is ter ioso acto de sacr ific io p ro.
10 es segura para ~ L e d e s . ¡Los rusos se ap r oxi man rápidam e nte  
pio nos haL ía mos tr a do un c amin o. No p odía ace pt ar el p eno
En mi inocenci a, me costab a creerl o.
a mi en to de 'lu e Hi tl er, mi d ios y m i íd olo, hu b iera em pleado
- ¿ Para qu é c u p a r ~ e por e5 0? N uest ras fu e rzas arma das
un med io co barde, re ñi do con la p os ici ón que él mi smo ha bí
hnrru l ret r oced er a l en emigo en poco lie mp o. sus L ntado.
(,No había pr ome Li do H itler por ra d io el dí a ant erior q ue
el triu ru o se prQd u ciríe p ronto? Con las nuevas armas que los Dos dí as de spu és los rusos entr ar on en Reic henb er g. Ob 
ho m bres de ciencia alemanes esL ab an ponien do a pun to, n ue stros
servé esos ext r años ros tr os cua ndo p as a ban fr ente a la casa de
enem igos seri a n forzados a s ali r en cuesti ón de dí a s, mi he rm an a r umbo a l centr o de la ci u dad. O culta detrás de l as
cor tinas de la ven ta na mi ra ba, f r ía de mi ed o e l ~ l c r e d u l i d a d , a
- M uchacha. debes ir te ho y - respond i ó - - . ¿T ien es alg un os
f am ili ares? pesar de que e r li al go esp erado. S ab í a que H i tler ha bi a muerto

- S í . mi h er m ana q ue viv e en Reichenbel'g. No la con ozco - pe


se ro tod
cump avía
lirían sóloy cu
cre ía
; era coestión él. Creía qu e sus promesas
nf ia ba deentiempo.
mu y bie n po r r¡u e 0 <; vimos por pri mera vez hace sólo unos pocos
aiios. E l espo so m ur ió en el fre nle ruso. Qui zá pueda qu edar a llí No sé có mo viví la:. se ma n as q ue si gu ie ron . Le nt am ente co
un as pocas se mana s ¡Iasla que r egrese a la esc u el a . mencé a convencerme de q ue hab ía creido un a gra n m entir a.
Mi j efe lil e ex tend ió una a utori zació n de emergen cia para el La do ra da ima gen men tal de Hi tler que yo au mentaba se fne de s
viaje en tren y yo partí extrañada de la expresió n de su roslro me nuzand o - hast a que cayó. Sen tí mi vi da com o de s tr ozada.
al despedirme. Parecí a que estaba pr e cip it á nd o me a un abismo sin fond o.
E l viaje fue largo e in terrump ido con fr ec u encia , pe r o fi na l· Miles, m illones de personas se ntí an lo m is mo que yo, y
mente Uegué al lu ga r don de vivía mi hermana. Un as :>e m anas muchas no pu dieron sop or ta r lo. Siguieron a H itl er hasta el f in
des pu é:. me elllert> de qu e los rusos h abía n e nt r ado en P r aga y, como él, se suic ida ron. Muc hos lí deres del pa rli do nazi, en
só lo l 1 a ~ hora:. des pu és que yo ab an don ara la ci udad. \lli tren Reichel'be rg, el igieron ese cam ino. Hubo pa d res que enve nen ar on
de be h aber s id o LIn o de los últim o" en s,lIi l' de la estación ter mi a sus hijos y lu ego murieron junlos. A l as tro p as de oc up a ció n
nal ante,,- de rJue los : ; o ~ penetrara n. Me es tremec í ant e los ru· no le s importaba nada. En muc hos casos les :. ignilicah a un ahor ro
m o r ~ del terri hl e ba riO die' ,;angre r¡ue ha bí an deja do. Lo" che. de balas, q ue de todos m odos lI saban generosa men te.
cos nado /lal istas ma taro n r iento:; de nazis que no ha b ían podido Los días parecía n cada vez más 06C W05 a medida q ue pasa·
e ~ n a ti em po. La muerte me ha bía perdo n ado otra vél.. ¿Por ba el tie mp o. Yo se n tía q ue ha b ía ll egado al fin del camino, siem.
qU  ? Con toda "e guridad la muj er flu e me hizo sa li r a tiempo pre con ham bre, si empre ocul tá n dome de so ld ados lascivos. Pe
y salvar mi vida, pe r dió la suy a. ro los seres h umanos p ueden soportar más de lo que pi e n san,
E r a un ap uril Jle rl ía de ma yo cua ndo el alminlll te Doenitz, romo 10 supe bien pron t
co mand allte ue Rudy, haLló por ra d io. Nos scu lamos eon mi her

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 20/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
·10 CUANDO MURIERON l\IIS DIOS ES

na mañ an a fui citada p ara pre e n tsrme en un centro co-


munista dI traba jo. y pr o nto me ellcoluré ubicada ell un camión
abier to con nlm: h as olras m ud lurha ó y mujere '. Rápidamenle nos
t r a ~ p O l l a r o a través dc la l ínea c f ~ o · g e r m a n a bien al i nterior
de Bohemia. A la cnicla de la tar d e llegamos a una gran finca
11rganizadu al estilo comunis ta. Ha Lí a va r ios edificio incl uyen-
rlo enorme" graner05. Alrededor "e le\'u n tau/l. un gran muro d
rieura en el rt ue ::le abrían dos puertas. Era evidente tIue la pro-
piedad haLía sido de a lgún rico checoslovaco, y que el estado la
había confiscauo hacía poco.
Pronto uesculuimo i que el n uevo adminis tr a dor y los capa-
laces babían sido e legido,; de enl1'e los peones que babian ser-
vido al dueño. Los lluevo,; patrones tenían pocas aptitu d es pa r a
, • • • d
su:; ¡lUestos, pero c o m p e n ~ é a n esa carenCla con gntos y Ol enes
arbitrarias .
Aturdidas por el hambre, Lajamos del camión y nos ¡mIren-
tamos Con un homure con caru de bruto: Era nuestro capataz.
Vociferó algunas órdene y yo entendí lJue se nos mandaha su·
bir una crujienle escalera que llc,aoa a una especie de allillo
en un granero. A Ji encontramos unos pocos catres íejas y algo
de paja fresca esparcida en el piso j e r a nuestro nuevo dormito-
rio
En mi corazón sentí rugir una tormenta de odio. Compren-
dicnuo cuáti Iárilmente me h abían engañado pa r a meterme en
un campo de traha jo forzado. me aLorreci a mí misma por haber
sido lan cr"Ju la. Miré a mi a l rededor. No haLia 10rma de cs-
capar; cbtállanlos lejos del lerritorio alemán. En la manga izo
quierda nos plGicroll un hrazulete bla nco COIl la palabra ale·
manas". Los m f i í erall altos. )' lodo el lugar b ullía con gente
hOiíli l r 5u:ipicaz.
A la mañana siguiente, luego de un magro desayuno , nos
ordenaron dirigirnos a l o ~ campos. E l sol apenas a:oomaba, pero
el nuevo régimen exigía prodUl'rión y nuestro capataz estaba más
que am,joso de montar Wl buen espectáculo. Nos apremió desde
el p rimer minuto.
Trabaiábamol' ar d u amente. La i r a sof ocada me hacía ace-
lera r mi ta·ren . Cuando el3 1 alu mb r6 completamente, el calor :oe
tornó insopor ta ble: no hab ía agua. Dejp el rastrillo a un l ado
y, cruzando el rampo, f ui a hab lar ron el hosco capataz.

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 21/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

  ~ Q p í t u l o NO E NT RES ES T A N OCHE 43

Los
días, a pesar de todo, erau tol erables, ¡ pe ro las noches
Poco después de que ll egáramo:i, los soldados aca ntonados en el
pueblo cercAno d.escub rieron nuesLro grupo. Una noche en tr aron
iNo En'res Esta o e h e ~ ~ en nuestro dormitorio , g uiados por n uestro ca pataz g ru ñón. Yo
fui una de las pocas que escaparo n si n ser vio la da.
De a l lí en ad.elante co mp ren dimos que difíci lmente podria 

mos dormir Lranquilas. Los sold ados volver ía n y traerían a sus


amarad as pa r a que disfru taran de la cacería . Yo me h ab ía
propuesto morir antes que som eter me a mis enemigos. Estaba re·
- L A S muchachas necesitan ag ua o no p odrán trabajar bi en
suel ta a l uchar y a a ra ñar co rn o un galo salvaje, hasta que me ma
- le dij e en checo--. Es tamos agotadas, y algu nas se des·
m ayarán . taran.
Sus ojos y los mios se en f rentaron por unos segundos. Pen
Pero nunca tuve necesid ad de lu ch ar pa ra protegerme. Pa
sé qu e me iba a golpear, y me pr ep aré. Pero en lu gar de eso recía que un poder invisible me cuidaba . Las otras muchachas
forzó una sonrisa soca rrona_ y rt>spon di ó: l o notaron, y p regunt aban:

- M uy Lien, tendrán algo de agua   p or que tú la pedis te, - Manjo, ¿qué clase de buena su erte tie nes? No te sucede
Manjo (María, en ch eco). Veo que eres la más rá pi da para t rab a nada. El ca p ataz no te loca y los so lda dos no te molestan. Nunca
ja r, Ma njo. Espero que pronto pu edas ll egar a ser mi ayudan te te desmay as en los ra m pos.
en muchas cosas. - Tonterías - respond ía   o No sean su perstic iosas.
No dije nada y volví a mi trab ajo, pensa n do: ¿Quié n cree Pero en m i f uero int erno comencé a interrogarme. Era el mis
éste que soy? ¿Su 'ay u dante'? ¡h a  " mo sen timiento del cu al Rud y me había hablado una vez qlle
Domínate muchaoha, d omín at e , murmuré mien tras apre scapó mil a grosamente de la muerte. Algo p arecía que me prot e
ta ba los puños. De b ía apre nder a tranquiliza rme o e mp eoraría gía; pero, ¿.qué er a ? Las convicciones re ligiosas de mi niñez ha
l as cosas para mi y las demás . bían sido lan complet am e nte ba rridas de ruj corazón que se
Ese primer día consegu.imos agua, peTO hubo otros en que me Qcurría fllle Dios p odria haber sido mi defensor. Toda la si-
la repugnante modalidad del ho mbre lo (lominó y debimos traba tuación apare ntaba ser as í de incomprensible, pero er a re a l.
jar sin lener qué beber. Las m uchachas se des ma yaban, las mu Por otr a pa r te, no sa bía cu á n to d ur ar í a mi suerte, y no de
jeres gem ían y el fr u strado capataz e mp lea ba los pu ños pa ra que seaba correr ning l1n riesgo. Luego de aquell a pr imera vis ita de
DOS dié r amos p r j ~ a Pero a m í nunca me molesllJ. Por alguna ra· l os "olda dos comencé a observ ar los alre de dores con un pr opósÍlo.
zó n me trataba Con res peto y no mp tocaba . SaLía que l as del Sabíamos que regresarí all y sabíamos que nadie l os deten dr ía . El
gr upo me ha b ían hecho su po r tavoz y que podía hac er sellLir mi capataz p arecía ro m placido de poder pres tarles un servicio a sus
inIluencia para alcanzar la cuota de t raba jo. Yo las hab ía or amigos rusos. Las otras mujeres y mucha chas d ependían de mí
ganizado para que en tre dos tr aba j adoras r a pares fue ra una dé bil para recib ir consejo y ayud a. Yo debía hallar una sol ución.
poco hábil. Ta n pronto COIUO nna se relra,;aba, las m ás r áp idas An te todo h abía que d ar con un l ugar ocu lt o. ¿Pero dónde?
le ay u dábamos a recuperar. Así nos protegiamos mutu amente Debía mos permanecer den tr o del patio. porque las puer tas se ce·
tle -er clbugadas la lI1ayor pa r te del tiem po. rr a ban por ] a Iloche, y los ru sos imponían un es tricto toque de
A pesar de l1ue<;tros ~ ¡ ; r U f r z o s . el grupo dism i nuía de lama· queda p ara todos: ch ec os, eslovacos v ale ma n es.
ño. Na d ie SI molestaha en l:o menLar eso. La vida se h abía raUd- Entonces fue cuando lo h al lé. lIn rincón ap ar tado del gran
formado en una pesad ill a de hambre, sed, duro trabajo y lemor. patio existía un ,i e jo est ab lo que estaba medio ll eno de pa ja y
heno_ SI" podía entrar en el mismo por una p uertecilla l aleral,

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 22/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
44 UANDO MURIERON MIS DIOSE S N O E NT R ES EST A NOC H E 45
aun cuando las puertas gr andes estuvieran cerradas de noche. Hi- ridas prader as, bajo un sol benigno y esponjosas nubes blancas.
cimos la prueba. Tarde en la noche, cu ando oíamos los ron- Podíu oí r me a mí mis ma d iciéndole: R u d) , rume que no estOY
quidos del capataz, bajábamos en silencio la vieja escalera. nos soñando . .
escabulliamos por el patio una por una y con mucha cautela. pe- Cuán dilícil me h abía sido tratar de no pensar en él duran·
netrábamos por la pequeña puerta para metemos en la paja. Prac te lo s últ im os meses.
¿Qué sue rle h ab1 Ía cor ri do? ¿Estaría vivo?
ticábamos unas cuevas individuales en la paja fresca, y esa ca· Tal vez su nave se ¡¡(¡bría hu nd ido, como les sucedió a muchas

granero. Todas las noches el grupo enlero se trasdel


ma nos resultaba mucho más confortable que la altillo
l adaba
del
a ese poco antes de l fi o de la guerra. Y si había regresado, ¿dónde
eb Laba? ¿En un campa mento de pL isionel'os? ¿Cómo habr í a too
lugar, en el cual podíamos descansar mejor y con m ayor segu· ma do la derrota de A1emania? El, que había sido un nazi tan op.
ridad.
timista . . . Ningu no de nosolros habí a cons iderado ::oiquiera la po-
Con la llegada del calor del verano las tensiones parecían silid idad de que Alemarúa luera vencid a. Q uizá se habría suici-
aumentar y la paciencia acortarse. Nos interesábamos en poco más dado, como lo hi cJ6ron o r o ~ oficiales. Según mi opinión, el
que no fu esen nuestras necesidades continuas de más al i mento y suicidio er a el ca mi no má:; noble para todo el gr upo, y yo misma
descanso. Dejamos de contar los días. No teníamos calendario. lo había considerado varias veces, especialm eote desde flu e me
Apenas pensábamos en el m añana, porque parecía que nada valía hallab a presa en ese ca m po de trabajo. ¿Pero cómo podía una
la pena. persona hacer eso? Yo no disponí a de armas o de algún veneno
Un día de julio todo anduvo mal. No se nos permitió sacar de efecto rápid o. Además, (.era rea l mente algo nobl e? Mi madre
agua y el calor era sofocante. Unas nubes de tormenta amenazaban hubiera dicho que era el ca mino de los cob ard es.
la cosecha y el capataz estaba nervioso . Ante nuestros ojos golpeó ¿Y qué sería de mi madre? Con Loda :;egur idad habría muer·
a una joven madre que había dejado un momento de rastrillar too Uacía cinco años que no la veía. Frágil y p equeña como era
para tranquilizar a su inquieto hijito. duras penas podia con· ¡.habría pod ido sobrev ivir a los últ imos meses de hambre y sufri-
tenerme; contemplaba esa escena, sin actuar en venganza de la miento? Mi padre habría muerto, sin duda. Depend ía de los me-
agredida. Oímos los lamentos de la madre y el niño. Entonces dicamentos, y los médiroii eran más escasos c ada día. Era méb
reñimos entre nosotras, y algunas griLaron. fác il dar po; muertos a los que yo había amado, que imaginarlos
Acaloradas y exhaustas, finalmente regresamos a nuestra sufr iendo todo lo que yo ha b ía tenido que p asar.
casa donde, luego de unOs pocos bocados de escaso alimento Silenciosamen te me levan té y des perté a las mu chacha . . Acos-
subimos la escalera hacia las camas de paja. Con desesperación tra· tumbradas por entonces a bajar la escalera sin ha cer ru id o. rá·
té de ahuyentar el sueño una vez que nos acostamos, porque sa- pidamente DOS dirigimos al es tablo. Cuando iba a abrir la pucr-
bía que l uego debia despertar a las mujeres para la excursión ta con a mb a s m a n o ~ algo me dijo que no entrara. j O fue una
al establo. Esa noche era especialmente importante, porque du- voz? Sorprendida, me dí vuelta. Tras mí se ha ll aba el silent
rante la larde habían ll egado nu evas tropas rusas, y nos habían gr upo ele mujeres, acun u ca ela s y temerosas.
visto trabajando en un campo junLb al camino. Inclusive algunos Sentí cierto disgusto . Ianjo p ensé-- , e estás volviendo

soldados se habían detenido para hacerle preguntas al capataz. loca y ahora oyes fantasma , .
Esos soldados sabrían antes de la noche dónde podrían hallarnos. Otra vez me ade lanté para entrar y por segunda vez algo
Por eso no podía dormirme; deb íamos salir Ladas a tiempo. pareció dec irme : 1'\0 enlres esta noche .
Mie n tras dormitaba, mi mente erraha. Apenas podía creer En un n ~ t a l e tom é la decisión. La necesidad era cla r a ur -
que un año antes había participado en aquel programa de ayuda ge nte. Aunq ue no entendía c¡uitíll o qué era lo que me adverua,
a los Sudetes. Sí, y pronto haria un año de l día en que Rudy sa bía r¡ue dehía obedecer la indIcación.
hahía ido a aquel remoto lugar, y habíamos corrido por las flo · En voz baja le di je a las muc hachas:

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 23/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
"NO ENTRES ES TA N OCHE" 47
46 UA4'IDO MURIERON MIS m OS S
bosques sonaban extraños y repulsjvos. Oímos ladridos de perros
-
No entraré esta noche.
que se acercaban J se al ej ab a n, mien tras aguardábamos con
¿ Por qué no, Manjo? Estamos tan cansadas y con deseos
los m úsculos con traí dos.
de dormú . . . ¡Oye, hemos es tado seguras en este lugar durante
varias noches Por último las estrellas palidecieron y vimos señales del
día en el or iente. El amanecer era nuestra sa lvación, porque sao
Comenzamos a cuchichear ruidosamente. bíamos q ue todo sol dado ruso debía reg re sar por la maña na y
- ¡Silencio ----Qrdené Con firmeza-o No las detendré SI
la disciplina del ejércÍlo era muy estricta.
quieren enlr ar, pero yo no lo har é.
Quedaron indecisas has ta que
Eso dijo:
una es lodo. Conseguimos volver a ti empo S  1 ser descubie rtas por el ca
pataz. Unos momentos más larde tocó el silbato y todas nos · 'l evan·
- No, si Manjo no e nt ra esta noche, yo ta mpoco lo haré
Ella generalmente sabe lo que hace.
lamas" y formamos la fila de rutina para el r ecuento y el des·
ayuno.
Nadie quiso en trar en el estab lo. Pero, ¿qué hacer en tonces?
Esa misma urgencia inte rio r parecía decírmelo. "D e bemos salir Con más disgusto que el de costum bre noté el desayuno:
de aq uí esta noche". Susurré la noticia y me d irig í Jenta.mente ha· sopa, compuesta mayor menle de ag ua, sa l y al gunas papas, ade.
cia la puerta del este, que estaba ce rr a da. Las muc hacha s me si· más de cor tezas de pan seco. Me preguntaba si el cocinero de
guieron. Una de ellas, y am iga mí a , se me acer có temerosa, jaba sistemáticamente enmohecer el pan an tes de I racciona rIo en
y me dijo: las mezquinas porciones que nos daban. Pero, en re alidad )0 que
- E s p e r o que sepas lo que estás ha ciendo. ¿Te das cuenta i mportaba era que senlÍamos hambre suficiente como para devo·
de l riesgo q ue estamos corriendo? S i n o s encuentr an fuera de Tar cualq u ier cosa. Cuando la .fila comenzó a avanzar, esperé con
los mu ros. dispararán sobre nosotras sin nll guna advertencia. Tú an:,ias mi turno. \1i dolencia estom acal me h acía sufrir cuan do
De
sabes cómo los rusos h ac en cumplir el t oque de qued a. Nadie pue· estaba con hambre.
Al darme vue lta me
pron sentíe l un
encontréto con toquecito
rostro de mi enamiga
las costillas.
secreta.,
de salir después de las 9.30 de la noche. ¡ ni a un los propios checos  
- Si, lo sé. pero sie nto que debemos sal ir de aq u í esta noche. la mujer checa.
No sé cómo explicarlo. Por favor, no ha gas más p reguntas, porque - Muchachita --susurró trata ndo de disimular - tengo algo
debemos apresuramos. que decirte.
Yo había aprendido cómo abrir la puer ta unos días antes, grao Asentí, pica da por la curi osidad.
cias a una buena muj er checa que me había protegido. Rápida - ¡Los rusos estuvieron aquí anoche
mente accioné el mec.anismo y con la hoja apen as a bierta las asus Asentí nuevamente, pero sin entusiasmo. Sus p alabr as no
tadas muchachas se deslizaron al exterior. Cerré y seguí al gru po. eran noticia el todo.
La noche era trallrruila, y la l Ulla y las est rell as parecían crue· - Escucha, Manjo. Fue algo realmente grave y señaló ha
les en su br ill antez, porque denu nc iaba n nuestros movimientos. cia la cocina- o Una de esas mu je r es que están a llí te traicio·
Cerca de los bosques dimos con un ca mp o en el que h abía mos tra nó anoche. Les Jijo a esos soldados b orrac hos dónd e se oc ulta ban
bajado unos pocos días antes_ cortando alfalfa que h ab ía sido usledes. i Oh. esos demonios y se persignó temero sa- o Se en·
amontonada en armazones de madera para que se secara. Su gerí loquecieron y provocaron un escándalo por que no la s hallaron.
que las muchachas se echaran deba jo para protegerse y dormir ¿Sa bes lo r[ue hiriero n? EniureciJos como bestias entraron en el
al go. OLedecieron sin demora. Mi amiga y yo nos esc un i mos tam establo viejo y buscaron entre la paja. Como ustedes no apare·
bién y tralamos de ponernos cómo da s. Pero el sueño h a bia des· cían, comenzaron a hundir las bayonetas en la pa ja, l anzando
apare cid o esa noche. El pel igro pa r ecia acechar e ca da rincón, )' insu ltos y gritando: "¡ Esas cerdus alema nas chillarán cuando las
estábamos tensas y recelosas. Las ranas croaban vigoro,:amente cor temos " AW l que las buscaron t oda la noche, no pudieron ha
cn Ull charco cercano. Olros ruidos nocturnos procedentes de los

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 24/64
7/21/2019 48 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
CUANDO MURIERON M IS DIO SES

lIarlas. ¿Dónde se han escondido? Pobres muchachas, me ale --- Capítulo 6


gro de que no les haya sucedido nada.
Se alejó rápidamente y yo apenas pude tartamudear un leve
"gracias"
Meior Soliera FugioTa ...
i Así que se sabía que nos ocultábamos en el establo ¿Pero
quién me dijo que no entrara la noche pasada? Nos hubiera cos
tado l vida si esos soldados dispuestos a todo nos hubiesen en.
contrado. Les conté la nueva a las chicas que se hallaban más
cerca y pronto todo el grupo esluvo enterado. Con el rusimulo
necesario para que el capataz no 10 advirtiera me rodearon y me N BOHEMIA abundan los bosques, y corrimos hacia el más
suplicaron que les dijera Cómo babía hecho yo para saberlo, cercano. Apenas alcanzamos la fresca sombra del fo ll aje den
quién me había dicho que no debíamos dormir allí esa noche y so. nos dirigimos hacia el nortJ, atentas a cualquier ruido sospe·
qué clase de amuleto usaba. Encogí los hombros y les respondí choso.
que ciertamente no lo sabía y que era algo que no podía explicar. El capataz debe haberse sentido muy seguro. Sa bía cuán in·
La fila avanzó ante los gritos del capataz. ReciLí mi sopa y ternadas estáhamos en territorio checo. Sabía tamb ién que los
la tomé de prisa. Quise ordenar mis pensamientos mientras masti soldados rusos patrullaban la zona a la caza de presos fugilivos.
caba la dura costra de pan, pero no pude. Todo parecía confuso y Sabía que tarde o temprano seriamos capturadas y restituidas a
era imposible encaminar mis ideas. Algo andaba mal en mí. ¡Esta. nuestro encierro.
ba perdiendo la memoria Ignoro cuánto caminamos y nos ocultamos y lue,hamos a tra·
QuiseTraté
vincular el pasadoalgunas
con el cosas
presente, perode tampoco lo vés de bosques y campos,
conseguí. de recordar acerca mi bogar, los sudetes, y por fin pudepero finalmente
arribar llegamos
a la casa de mi ahermana
l a región de
Grit.
mi madre o Rudy, y fue inútil. Lo peor de todo era que esas imá Lli Me hizo muy pocas preguntas y en seguida me llevó al altillo,
genes mentales de pronto carecían de nombres. ¿Era posible que paTa mantenerme escondida y que pudiera dormir ll:anqui la. Me
no recordara el nombre de mi madre? Evidentemente. mis facul. dejé caer sobre el colchón y ella me quitó l os zapatos. Su mano
tades mentales comenzaban a alterarse. Quizá pronto estallara mi maternal me tapó con una manta, y mientras me sumergía en el
adolorida cabeza, cometiera algo irracional y me volviera histé suefi< alcancé a decirle:
rica. Yo sabía lo que eso significaría. Si enloquecía como otras T o d o se ha derrumbado, bermana, todo. Pero las cosas
que había conocido, la solución era simple: Una o dos balas. volverán a estar bien cuando despierte. No es más que una pe·
No; dehía huir mientras todavía podía tomar decisiones. No sadilla que estoy sufriendo.
me rendiría para darle al repugnante capataz la salÍsfacción Cuando desperté, después de largas horas de sueño, traté
diabólica de decir que me hahía sometido, que me habla vencido. de ordenar mis pensamientos. Luego quise levantarme, pero apeo
No, yo me iría, me fugaría. Si me mataban, pues bien, por 1 nas pude hacerlo. Sentí a el cuerpo terriblemente dolorido, y los
menosEnnocuanto
era una rendición.
llegamos a nuestros lugares de trabajo señalados pies me
Mi dOllan tanto
hermana, quequehabía de ba jardecojeando
hube tratado la escalera.
mantener quietas a sus
le s comuniqué mi intención de escaparme a la::. mu charhas que tres crialuras mientras yo dormia, tenía algo de sopa lista. ¡Va·
estaban junto a m Í. Algunas decidieron acompañarme y yo estuve liente mujer No sé cómo se las arreglaba para mantener su ho·
de acuerdo. Ob servamos la dirección del viento y la posición del gaTo De alguna manera siempre conseguía un poquito de harina,
sol. El capataz abandonó el campo. Era el momento. un pan, un repollo o algu la lechuga de su minúscula huerta para
alimentar a sus chiquitas hambrienlas.
49)
4- CMl)

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 25/64
7/21/2019 50 CU ANDO MURIERON MIS DIOSES Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
MEJOR SOLTERA y FUGIT IVA. . . 51
La casa de mi hermana no era un lugar seguro para mí. Dt:
híamO.' hablar en voz baja para que las niñas no se al armaran . ta s eslahaJl buscando tales relaciones como una vía de escape
Mis perseguidores finalmente me hallarian; era sólo cuestión de pa ra UIlu s Íluación desesperada. i Pero con m vecino la cosa era
tiempo. i próximo destino pn un campo de trabajo sería mu diferenld Su casamiento con una aleman a podía poner en peligro
cho más al este ¡ e n la inmensa R u ~ i a Decidi mos que perma su carre r a fulura.
necería en casa de mi hermana UllOS pocos días más. hasta que re  Sacudiendo negativamente mi cabeza, le ruje:
cuperara fuerzas, para enlonces resoh'br '1 ué haría . - No, "ladi, no es conveniente para ti y tu futuro. Te

Durante meses no había podido dormir como lo hacía esos agradezco


4 un campo buena forzado,
pordetu trabajo disposición no librarme
para
pero de ir lu
puedo aceplar a parar
ofre 
días. Con toda buena voluntad mi hermana compartía su exigua
imiento.
comida conmigo. Poco a P O ~ o fui reenconlrándome. La niebla
menlal que me hacía sentil' prh.ionera de mí misma me iba aban· 1 J se convenció fácilmel1te. Insistió, rogó y amenazó. Des
donando. pués de todo, podía llevarme ante las autoridades. Los pensamien
Pronto lu \'e que tomar otra d e c i ~ i ó n . No lejos de nosotros tos galopaban en ml cabeza. Debía tener tiempo para pensar.
vivía una próspera {a mj IJ a checa que por mucho tiempo se había Dócilmente le pregunté si no me daría tiempo para pensarlo
mostrado amigable. El hijo de la familia pertenecía a la guardia bien. La propuesta me había lomado tan de sorpresa que neceSi
nacional. Cuando descubrió que yo había vue lt o a vivir con mi taba considerarla primero y pedirle consejo a mi hermana.
hermana nos visitó con frecuencia, como para que advirtiéramos Vladi asintió y sonrió conlento y aliviado. Me aco m pañó de re
sus buenas intenciones. Hasta nos obsequió algunos panes y greso al hogar de mi hermana y anles de separarnos me aseguró
papas. Yo lo trataba con c o r l e ~ í a , pero me reía cuando m i her que no sólo mis problemas sino también los de mi hermana des
mana afirmaba que el muchacho me estaba cortejando. aparecerían lan pronto como yo diera mi consentimiento. El trae
Dejé de reírme cua ndo un día nuestro Joven vecino vino a ver ría ropas, zapatos y alimentos para las criaturas - lo sal ud é amis
me y me pregunl6 si podía hablar conmigo. Le respundí que sí tosamente y entré.
y salimos a dar un paseo. Snhr con él era seguro. porque su Nunca podría casarme con ese hombre. No sentía ni chispa
cargo me protegía aun cuando yo usara la banda hlanca en el de amor por él y, a d e r n á ~ eslaba prejuiciada contra los de su na
brazo. cionalidad. Debía frenarlo en sus intenciones. Era t entador decir
VIadislav, luego de tartamudear un poco, me comunicó que "sí" y acabar con lodos los prohlemas, pero yo no podía hacerlo,
habia recibido órdenes de llevarme detenida a la oficina de tra 8UIl c : ~ a n d o más no fuese por considerac ión a él mismo. ¡No
bajo en la ciudad. Me horroricé. ¿.Sería él rapaz de hacerlo? podría hacerlo fe l iz y yo tampoco l o sería
El muchacho vaci ló Un momento, para luego proseguir: Dos días después regresaría de una misión de patr ul la , de
N o puedes hacer nacla, \lTanjo. Aun si te ocultas, la mi 
modo que no debía perder tiempo. Empaqué rápida mente al guna s
licia te descubrirá pronto. Pero y su cara redonda y cándida
ropas en una mochila y m i hermana me ayudó a coser mis pocas
se ruborizaba-, hay una manera en que puedes l ibrarte, y e pertenencias valiosas dentro del forro de mi abrigo. El único do
asándote con un checo. Eso cambiarí a lu condición y se te con cumento que llevé fue d certificado de nacimien to, exped ido por
sideraría romo ciudadana lihre. y de nacionalidau checa. Bien, la Iglesia Caló lic a. Todos los otros papeJes i mportantes los me
como yo   r;iento un real amor pOlO ti, y etitoy eJl condicione:; de
tí en una caja metálica h er mética y la enterré en el patio durante
formar un hogar. ¿rons idcrarás e ~ t a propuesta? la noche. M is tarjetas, d ip l omas y olros efectos er an pa peles na
Miré su ro s lro inge lllO y sonroJado. ¿.Estaba ese muchacho
zis firmados y sellados con diferentes marcas en l as que se
seguro de 1 que hacía'? En los 'Jltimos meses otros <,hecos se
veía el águila nazi y la cruz gamada. No me atrevía a ll evarlos
habían animado a ca >al'iSC COn chjcas alemallas, y muchas de és-
conmigo en mi huida .

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 26/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
52 CUANDO MURIERON 1\US DIOSES MEJOR SOL TERA Y FUG ITIVA   53

¿Huida? Sí, debía hui r; pero, ¿a dónde? Sabía rn o. que lo demás refugiados que sc arremolinaban en el país. Llovía d u-
que había quedado de A leman ia había l>ido dividido. Alemania ranle horas, días o sem an as. Cam inábamos como en una pesadilla,
Occidental quedaba muy le jos hacia el oeste. Alemania Oriental : las ropas empapadas colgándonos del cuerpo, hasta que un
se había convertido en repúb li ca co munista, fu er temente ocupa da poco de sol nos secaba a medias. E l estóma go hambrien to nos
por tropas Tusas. La zona occide nt al est aba ocupada por l os alia· despertaba por l noche, mientras intentábamo s dormir en los
dos, mayormente norteamericanos. Se c o ~ r í el rumor de que hosques o escondidas en zanjas.
era un buen lu gar para vivir y de que l os nor teamericanos eran lIabía y
amigables. Exislía el sistem a de raci ón por tarjela y la gente po· noches
por los dolores de en
m  que me estomacal
úlcera sentía tanque
cansada atormentada
estaba tentada a r e-
dia comprar aUmentos. muchos, por cierto, pero lo su fi ciente nunciar. Para comer só lo co nseguíamos algunas hierbas de los
co mo para vivir. Se decía también que los so ldados yanquis no bosques. bayas silvestres y raíL\:S. ¿Tenía sentido seguir luchando
acosaban a las mujeres con sus atenciones; y había sufi cientes así? Sí. . . ahí estaba Micherle, la muchacha que habia confiado
muchachas que deseaban ser sus amantes. Parecía demasiado bue- su vida en mis manos cuando partimos para ese largo viaje. De-
no para ser cierto, y nadie sabía na da co n seguri dad. Pero eu el bía continuar, aunque fuese sólo por ella.
caso de que esas maravillas fuesen verdaderas yo intentar ía lle- Ha b lábamos de comida y tratábamos de recordar el sabor de
gar hasta. all 1. Si descub ría que todo era distinto no habría pero ciertas cosas. No sentíamos deseos de co mer manjares, sino tan
dido nada. :lólo un plato de sopa, U buen trozo de pan, papas hervidas. Los
na noche después partía hacia Alemania Occidental. No agricultores y pobladores mantenían sus casas cer r ad a s Los
iba so la. Una de mi s amigas se me unió y no luve valor para graneros trancados, las huerlas y campos guardados por perros y
hacerla desistir. Sus padres habí an si do llevados a un campo de trampas.
mi m
trabajo forzado
Antes y había
de salir, mi hennana so puso
quedadome la y un
desampar ada.
trozo de pan en la mo- Pero
desmemoriada mayor
duranteproblema
días, y meeraatormentaba
mente ofuscada.
tratando deQuedaba
forzar
chila. Yo sabía que era un trozo de pan menos que te ndría para mi cerebro para que recordara. Estaba obsesionada por volver a
sus h ij as. No hablamos mucho cuaudo saü por la puerta trase ra. saber el nombre de m madre, pero no podía dar con él a pesar de
¿Qué habíamos de decir? Miré una vez más hacia la casa de los arduos esfuerzos que realizaba .
Vladi. Todo estaba oscuro. Me preguntaba cómo se sentiría al día En las horas más osouras del desánimo y la desesperación,
siguiente, cu ando volviera y comprobase que su pájaro se le presa del frío y del insomnio y doblegada por mis dolores po-
había volado. Yo sabia que estaba tra ici on ando la con fianza día, sin embargo, cerrar los ojos y pensar en mi madre. No re·
que había puesto en mí. ¿Entendería él alguna vez que yo estaba cordaba cómo se llamaba; tampoco podía recordar muchos inci-
haciendo lo mejor para ambos? dentes de mi niñez, pero podía aún verla a ella co mo persona.
Pronto alcanzamos la frontera entre Checoslovaquia y Ale- Siempre que mi corazón clamaba, parecía que ella se encontraba
mania Orienta l. Am bas partes estaban ocupadas por tropas rusas cerca; y la veía indefectiblemente en el marco del culto vesper-
y gobernadas por comunistas. por lo tanto l os cruces no se h - tino de la familia.
Acostumbraba sentarse junto a la ventana mirando el enro·
llaban muy cu stodiados y pudimos trasponer los lí mites sin i n-
convenientes. jecido poniente o las nubes sombrías que flotaban por sobre los
Allí nos quitamos las bandas blancas que nos identif icaban cerros. Luego de llenar de cielo sus ojos azules, comenzaba a can-
como alemanas o proscriptas, porque en Alemania Oriental no tar. Su voz no era llena ni afectada, pero sí con una argentina e
las exigían. Enlonces, con la esperanza renovada, comenzamos infantil sonoridad. Solía quedarse sin aliento antes de terminar
nuestra larga travesía por la Alemania comunista. Desafortun a- una frase, porque su pobre corazón estaba debilitado . Sus cantos
damente el tiempo parecía consp irar contra nosotras y lodos los preferidos eran Más cerca, oh Dios, de ti   y Conmigo sé . To-

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 27/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 28/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana HirschmannESCAPADA A TR AV ES DE LA DE NA D IE
  Q p í r u l o
R R ~ 57

El viejo reloj de cucú marcaba el paso del tiempo y yo sao


bía que debía darme prisa. Acom odé el cabello sobre los hombros
con una enérgica sacudida de cabeza, y dije:
srapada T r a v é s d e la - S e ñor , ¿p uedo hacerle una pregunta?
El hombre asintió.
Tierra de Nadie
N o necesito de cir le que somos ref ugiadas. Hace semanas
salimos de Checoslovaquia, mi tierra. Venimos hacia el oesLe pa·
ra cruzar la frontera, pero no estábamos enteradas de que existía
E PRONTO se abrió la puerta y me encontré mirando a los la tierra de nadie . Necesitamos cruzar, pero no sabemos có·
buenos ojos de un anciano. mo. ¿Tiene Ud. un mapa de esta zona para que podamos dar
- ¿Q ué desean? -preguntó vacilante. con el camino? Quisiéramos intentarlo esla noche.
- Señor - t a r t a m ude é - , sentimos tan to frío y estamos t an El hombre comenzó a reírse, pero no con malicia. Era más
mojadas por la lluvia. . . ¿ podrí am os sentarnos un ratito junto bien una risa amislosa y diverLida. ¿Pe ro por qué r drse en tales
a su hogar para secarnos? ircunstancins?
Por supuesto que no; ¿por qué ha br ía de ha ce rl o? Dos muo - ¡ O h , chiquillas ingenuas - dijo - o Parecen un perro la·
chachas desconocidas con sus vestidos chorreando sobre los za· drándole a la luna. ¿Piensan que va n a cruzar sólo con un mapa?
patos viejos y rotos - 1 0 más seguro era que nos cerrara la puerta ¡No, no muchachas Los soldados están allí día y noche para
en la cara y que tuviéramos que seguir caminando en la noche atraparlas. Posiblemente no puedan lograrlo.
triste. P e r o - insistÍ- , ¿.es que no hay ningún camino? Yo debo
- Bueno, pasen d i j o el hombre, luego de echarnos una mi·
rada de pies a cabeza-o ¡Pobres muchachas irme. porque
quedo mI escapé ydevolverán
me descubrirán un campo de trabajo aforzado
a mandat'me me
uno .deSiesos
¿Había oído bien? ¿Nos esLaba invilando a que entráramos? horribles lugares.
Con un hwnilde Danke (gracias) penetramos en la casa, nos qm·
S í -respondió finalmenle- , existe un paso p or donde
tamos los zapatos para no ensuciar el piso y nos sentamos junto
al fuego para secamos la ropa. Qué bueno era el calorcito   Si los alvnanes todavía cruzan, pero el camino es di fí ci l de hallar.
no molestábamos, tal vez podríamos quedarnos sentadas hasta que Sólo un guía puede conducidas y - a q u 1 su voz era sólo W l susu,
r r o - - hay un guía lal en el pueblo. Es el balsero que vi ve junto
toda la gente se re tirase a aescansar.
al río. Si tienen suficiente paTa pagarle él puede llevarlas, pero
Unos momentos después el hombre apareció con d os humean· stá cobrando bastante. Prefiere relojes, joyas 
tes tazones de sopa en sus manos, Sonriendo nos preguntó si de·
seábamos servirnos. Nos temblaban las manos cuando recibimos - Te n e m o s unas pocas cosas ocultas en el forro de nuestra
los tazones. Le agradecimos repetidamente su bondad. ropa. Tal vez sea silÍiciente para confonnarlo. Por lo menos pode·
Devolvimos 105 recipientes vacios y nos senlamos quieteci. mos intentado. Muchas gracias, señor, por ser Lan bueno y servi·
tas, esperando de un momento otro la orden que nos arrojaría
l
cial con nosolras. No sé si alguna vez podré retribuirle, pero ten·
nuevamente n la noche tormentosa. Sentía UllOS deseos enormes de ga la seguridad de que lo apreciamos proiunda.rnenle.
hablarle a ese amigable anciano acerCa de nuestros planes de El hombre movió su cabeza afirma tivamente, se levantó ue
cruzar la frontera hacia el oeste. Pero no era pr udente confiar en la silla, y dijo con natw'aliclad:
nadif". Abrirle el corazón l un extraño podría ser desastroso. - P ueden dormir el1 casa esta noche. Ni los p:etros andan
Sin embargo ese hombre había sido tan Londadoso ¿Ser ía ca· afuera con un tiempo como éste, y ustedes parece que necesitan
paz de traicionarnos si le pedíamos consejo? descansar. Mañana pueden ver al balsero.
(56)

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 29/64
7/21/2019  8 CUANDO MURIERON MIS DIOSES Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
ESCAPADA A TRAVES DE LA T IE RRA DE NADI E 59
Nos condujo escaleras arriba a una habi tación con dos camas
UDa de las cuale:; ostentaba un abultado plumón y una almohada Forzamos un alegre b uenos días y subimos. El hombre
deliciosamente blanda. Nos deseó bllenas noches y salió. maniobraba tranquil o mira ndo el agua en silencio. Eramos las
Nos miramos mudas de asombro. ¡Debíamos estar soñando únicas pasajeras y, cuando llegamos al medio del rí o, tomé alieno
No porua existir gente como ese hombre Las camas era n reales, to y comencé mi discurso.
y aunque la lluvia tamborileaba sobre la ventana, no nos golpeaba - S e ñ o r - arranqué-  o nos han dicho que usted es un guía
a Dosotras. que conduce refugiados por la Irontera si la paga es igual al
Antes de acostarnos rasgamos algunas partes de nuestros ves riesgo que usted corre. Por eso y o hablaba con rapidez para
tidos y sacamos nuestros ttsoros, lo que colocarnos formando una que no me interrumpiera hasta que finalizara- quisiéramos lOa·
pequeña pila. No consliluian una fortuna, per o parecían lener ber si lo que hemos traído es suficien te. Echele un vistazo.
suficiente valor ( mDO para hacer el intento a la mañana siguiente. Ahí mismo desaté mí bulto y lo puse a sus pies.
Lo único que lamentaba perder era un brazalele de plata que Ru- - No. Y a n a hago eso. Ustedes saben que los rusos me ma
dy me había regalado. Era parle de mi corazón. Otra cosa que ido tarían si me pescaran haciendo eso.
latraba era un pañuelo de seda de colores. Cuando env(llvimos en --.. 3í, 1 sé, pero mire - insistí-o Nosotras debemos cruzar.
él nuestras adoradas pertenencias {armaba un bultito muy vis · Créame que no somos espías. Venimos de Checoslovaquia y hemos
toso. Luego nos acostamos bajo los suaves acolcha1os de plumas. hecho un largo camino . ¡Por favor, ayúdenos[ Yo me fugué de
Casi DOS sentíamos culpables de estar durmiendo tan conforta . un campo de trabajo forzado, y luego esta amiga se me unió.
blemente, porque sabíamos que muchos de nuestros compañeros ¿No es suficiente lo que ofrecemos? Mírelo, amigo, es todo lo que
refugiados estaban afuera, en la lluvia. tenemos. No nos hemos guardado nada. ¿Nos llevará?
Durante la noche me desperté varias veces, sobresaltada Miró el bulto y guardó silencio por 1 que me pareció un
por unos sentimientos de duda aterradores: "Quizá estemos en largo rilto. Por fin asintió con su despeinada cabeza, y dijo :
una trampa". "Quizá venga alguien a echarnos abara mismo". Es - Bueno, chicas, las llevaré esta noche. Las encontraré
imposible que durmamos una noche entera en una cama blanda y media hora antes de la media noche all á - y señaló hacia las síe·
tibia" tras cubie llas de bosques  o Donde comienzan los bosques en·
Nadie vino a damos caza. Cuando amaneció desperté a Mi· contrarán una sendita que se inlerna en los ar bustos. Ocúltense
cherle, pues debíamos ir a ve r al balsero. Mi compañera no esta· tras l os árboles hasta que yo llegue.
ba muy feliz de levantarse temprano. ¿Cuándo volveríamos a Llena de alegría le tomé la mano y le agr adecí profunda.
dormir en una cama de verdad? mente. Luego le pedí que vo lviera con la balsa, pues no tenía ob·
Salimos en puntas de pip. para no despertar a la buena fa jeto que cruzáramos. Habíamos cumplido nuestra misión.
milia y nos sumergimos en la mañana gris y brumosa. Por pri El tiempo transcurría lentamenle mientras andábamos sin
mera vez en varios días teníamos la ropa seca, y nos sentíamos o. No debíamos ll amar la atención. Cuanto menos se fijaran
abrigadas y repueslas. Alentábamos Wla nueva esperanza en el los soldados en una persona, tanto mejor. Apenas oscureció nos
corazón. Lo acontecido la noche pasada era de buen augurio. dirigimos hacia los bosques. Sabfamos que tendríamos que esp e-
Debido a la lluvia abundante el río estaba correntoso, y sus rar, pero deseábamos hall ar el lugar del encuentro. Sin ningún
aguas de una coloración pardusca. Esperamos en el embarcadero, problema cruzamos campos y praderas y luego de buscar un
y sentí como un acceso de temor cuando apareció la balsa. ¿Y poco dimos con la senda hacia l os arbustos. Nos quedamos bajo
si el hombre decía no ? ¿Y si pedia que le pagáramos más? los árboles y aguardamos. Después de un momento nos dimos
¡No teníamos nada más para darle cuenta de que no estábamos solas. Bajo otros ár boles muchas i·
guras silentes también aguardaban, corn o nosotras.

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 30/64
7/21/2019 60 UANDO MURIERON MIS DIOSES Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann ES CAPADA A TRAVES D E LA TI E R RA DE NAD IE 61

- -¿Cómo va a llevar ese hombre a un grupo tan numeroso nido q ue andar en los bosques en noches comO ésa. Micherle co
sin ser descubierto? - susurré. Micherle, por toda respuesta, se jeaba. Se había lorcido un tobillo a l pisar en un hoyo, pero se·
encogió de homhros. gufa adelante, porque esos dol orcilos no cuentan pa r a nada en
Teníamos otro motivo de preocupación. ¿Vendría realmente momentos de peligro.
el guía? ¿Qué pa s aría si no venia? Le había mos dado todo 10 Entonces llegó la señal que indicaba que la lí nea de reco
que temamos. ¿Y si nos traicionaba desp u-,s de haberse quedado rrido de las pa tr u.llas rusas se hallab a a sólo unos metros. Ahora
con lo nuestro? quedaba cada uno librado a su propia suer te, porq ue el bal
Seguía llegando ~ n l al lugar. Hasta había mujeres con ni· sero nos dejaba y regresaba. Cada uno debía trat ar dealli cruzar la
ños pequeños. Uovíznába, y la noche era oscura y neblinosa. ¿,Có· frontera por en tre los arbustos. Micher le estaba a mi l ado, aguar
mo harían esas madres para evitar que sus niños. gritaran? Qui zá dando a que le dieran la señal pa ra echar a correr.
el gu ía ya les habría advertido, porque todas las criaturas De pronlo oímos a los guardias rusos que gritaban: "¡Stoj
venían con la boca tapada con un pañal; s610 la nariz les ha· ¡Sloj ¡Stoj " ( ¡Al to ), inmediatamente después se escuch aron dis
bían dejado descubierta para que respiraran. Eso amortiguaba paros de armas de fuego segui dos de gritos, y luego ma ldiciones
sus voces lo suficiente pa ra que hubiera segur idad. Los niños más y vocerío de so ldados. Alle arrojé al suelo barroso detrás de un
grandecitos se aferraban con todas sus fuerza a las manos o los arbusto, y Micherle junio a mi, respirando con clilicullad. La
vestidos de sus madres : los pobrec itos no se animahan siquiera fronda abrió sus brazos misericordiosos y nos engull ó; no vimos
a SUSUlTar o toser. a nadie más del grupo. Los Liros cesaron y todo volvió a quedar
¡Qué alivio cuando finalmen te ap areció el guía Dio unas en silencio. ólo nuestros corazones latían tan fuer te que temíamos
órdenes en vo' baja y el grupo formó de uno en fondo. Desde que el suelo trasmi tie r a el sonido a los soldados enemigos.
el frente y mediante señas se daría la infor mación, la que debía
pasar de una persona a otra. En pocas pa l abras explicó el cam1no Yo Los
tra mpa. pensaba:
r usos "Maria Ana,¿Podrás
están ahL muchacha
sal irnecia, caíste 1en
de ésta?" una
mposi·
a seguir y algunas seña les que marcaban la fro ntera, donde tendría· ble Amanecí a rápida mente y nunca podríamos hacer el camino
mos que correr. Entonces comenzaron a moverse las mudas figu· de la "tierra de name" sin ser cap turadas. Parecía el fi n.
ras, conducidas por aquel hombre de mirar hosco que estaba dis· to eso oimos un llanto de criatura . No era lejos de nos·
puesto a arriesgar el pe llejo por la paga que recibía o porqu otras. Llamaba a su mamá. (¿Por qué no cui darán mejor las ma·
sentía que debía ayudar a sus semejan es. En ese momento no dres a sus hijos en momentos como ése?) Esa cri a tura atraeria a
me interesaba el mo tivo. los soldados. Arrastrándome sobre codos y rodillas me dirigi hacia
Avanzábamos lentamente porque debíamos dar cada paso en el lugar de donde partía el lamento.
silencio y con mucho cuidado. No se perm i tía el uso de lin ter· Se tra taba de una aterrorizada muchach ita de unos tres o
nas (que de todos modos era un lu jo que la mayoría no podía cuatro años, delgada y con dorados mechones que le calan sobre
darse). Parte del camino lo hicimos a través de un denso mato· los hombros. Le tapé la boca fuertemente con mi mano y le su
rral donde la marcha se hizo penosa, especialmente para las ma· surré:
dres con niños, que no podían avanzar sin hacer ruido. Micherl Quédate lranqui la, querida Los rusos nos van a descubrir
y yo íbamos en la retaguardia, mientras que las madres y las si gritas tan fuerte. t.Dónde está tu madre?
crialuras se hallaban en la mitad de la fila, para que pudiera n Quité mi manO de su boca para que pudiera hablar. Llori·
recibir alguna ayuda si la necesitaban. Ya habíamos caminad queaba bajito mientras me decía qLe h madre llevaba a su henna-
muchísimo y comenzaba a preguntarme si eS05 bosques termina· nilo en un brazo mientras ella iba lomada de la olra mano. Cuan·
rían alguna ·vez . Me preoeupaba también porque veí a las pri do sobrevino el tiroleo, la madre desapareció súbitamente y ella se
meras lu ces del aUJa Yo lu sabía pOfclue mu chas veces había te· encontró sola en el bosqne oscuro.

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 31/64
7/21/2019 62 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
CUANDO MURIERON lV S DIOSES

- Si dejas de llorar, querida. veremos 8 podemos ha ll ar a


mami en alguna parte. Ven conmigo a donde mi am iga está es
perando.
e acaricié la cabeza con la mano, le sequé las lágrimas
y nos arrastramos cautelosamente hasla donde aguardaba Micherle.
El amanecer avanzaba con rapidez. El tiempo obraría con
tra nosotras si no nos apresurábamos. Miré a la criatura que
había confiado en mí como suelen hacerlo los lúños, para que ha-
llara a su madre. Debíamos correr hacia algún lugar, ¿pero có-
mo lo haríamos ahora con la pequeñita? Por otra parte. ¿podúa·
mos acaso abandonarla en el bosque y marcharnos?
- Escuchen, vamos n intentar cruzar la frontera -re s o l v í   o
No podemos volver, y aquí en la tierra de nadie vamos a ser
capturadas con lada seguridad. Vamos a tratar de llegar a la
ona norteamericana.
Me volví hacia la niña.
- Raschen (conejila), te llevaremos con nosotras. Tal vez
lu macL'e pudo cruzar y la encontraremos al olro lado. Pero de
bes prometerme dos cosas: Debes correr tanto como t den los
pies y no debes hacer ningún r uido. ¿Te parece que puedes ha
cerlo?
La chiquilla asintió gravemente, sin pronunciar palabra. Ha
bía comenzado ya a cumpl ir su promesa .
Le mostré a Micherle cómo tomar fuertemente a la criatura
de la muñeca sin hacerle daño, en caso de que tuviéramos que
arrastrarla, luego tomé la olra mano de la niña y comenzamos a
correr .
Primero corrimos los últimos melros hasta el pie de la
sierra boscosa. Luego debimos cruzar un cami n o angosto que co-
r r í a por l valle, que en realidad era la línea de patrulla de
los guardias comunistas. Después de cruzar una zanja profunda
jun to al camino entramos en un campo abierto de pastoreo, sin ár
boles o arbustos que nos protegieran. Corrimos con desesperación,
esperando a cada momenlo que las balas nos alcanzaran. Termi na
do el campo topamos con un al foyito de agua:. correntosas y os·
curecidas por las lluvias. No nos detuvimos a m edir su pro f undi
dad. Nos arrojamos al agua}' ch apoteamos lo más rápidamente que
pud imos. Luchando con la corriente que casi nos tumbaba, lo que
más nos interesaba era mantener fuera del agua la cabecita de la

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 32/64
64 CUANDO MURIERON MIS D IOS ES
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
J Ca   í ulo
pe q u eña y no perder el eq uil i brio. Cuando ll egamos a la otra ori
lla el agua frí a como lúelo n05 chorreab a ablllldante de l as cade
ras y piernas, y 10B abrigos nos colgaban pesad amente. Cruzamos
algunos Losques más y luego ascendimos corrie ndo u na sierra.
Sabíamos que al lá arriba est aba la patrulla norteame r ic ana.
En cierto lugar me arrojé a l suelo completamente ex h austa. ¿Son I g u a l e s
- Tengo que descansar un momento - alcancé a decir- o No T o d o s l o s Soldados?
puedo dar un paso más, aunque los ru sos vengan tras nosotras.
¿Por qué los rUfOS no habían disparado sobre nosotras? Me
extrañaba mucito. ¿P o r qué p udimos pasar sin inconvenientes?
;.N os vieron los sol dados y se compadecieron de la criatura qu
ve n ía en tre nosolras? Los sol da dos suele n ser cr ue les cuando be· VAYAMOS hacia la luz le dije a mi compañer a o Tal ve
ben, pero qu izá fueran de corazón tjerno eslan do so bri os. La ma haya a lgu ien que pu ed a ay u da rn os ;on la lli ña.
yoría amaba a los niños. Había visto más de una vez a sol dados
Cruzamos campos . pedrega les, o ~ . La lu? se ve ía má s
rusos compartiendo su com ida con niños p ordioseros de mejillas
cerca a medida q ue la cla rid ad del nuevo tli a :,eguia i nund á nd olo
hundidas.
todo. Sí. debía ll egar la luz l uego de la I l o ( ' U 1 a y la r ga,
Miré a la niña. Por un mo mento la había olvid ado. Allí es porque la luz es mú s potellte q ue las tinie blas, y la vi da má f
taba gOlea ndo desde el cue llo bas ta los zap atos, que los tenía fuprle que la muerte .
llenos de agua. Te mbl aba sU cuerpecit o y le castañeteaban los Debido a que nos halláb a mos ex hau stas, ni Mic herle ni yo
di e ntes. Por las mej il l as le corrían unas lág ri mas que dejaban advertimo" f e la casa a la qnc nos apro xim il bamo s n o er a una
marcan do su p ~ o e n la car a ba r rosa. Pero nin gún ll an to sonoro granja alf'mana. Lo ún ico 'lue .. ahía er a que no po día dar un
escapó de sus lab ios azulados. Llor a ba en silencio, si n q uejarse. paso más cargan d o a la cr iat ura, qu e ya est ab a m or tal mente pá 
Le quité la r opa mojada y la envol ví con mi suéter seco. Ago lida.
lada, se acomodó confiad a men te en mi hombro. ¿Qué más podia Suhí hasta la puer ta y llamé. No hubo res puesta. E nto n·
hacer que alzarla y ll evar l a? Micherle p uso el Lo lso sobre mi otro re ; di unos ru a nto5 go lpes con el puño, dec idida a no pa r ar ha sta
homb ro y r eanud a mos la ascensión. La niña se durmió, y con que alguien saliel·a. Ta l vez la genle de la es tuvi er a dispu e  
la carga extra tuve que emplear loda mi f uerza de vo lu n t ad la a aY\ldarnos al ver el es tado f'l l qu e se enn mtraba la niña. Todo
pa ra poder continuar. Un paso. uno má s .. . lo que d e ~ e a b a Na un lug ar cá lido don de la peq ueña pudiera se·
De pronto llegamos. Habíamos podido cruzar sin un ras caree.
guño. Ba jé a la niña un momento y miré hacia el este. E l oscuro Sorpresivamenle la puert a se a br ió y apareció u o soldado no r·
fol laje verde se extend í a por kilómetros. y en algún lugar de esos teamericano. Sab ía qu e Jo e "a porq ue ha hía vis to f o t o ~ r a f í a s de
bosques es taban lIt is perseguidores. La muerte y yo nos hab í amos l l o ~ mientras me inst ru i a m Ul naz i. Reco rd a ba sólo dos cos as :
visto la cara una vez más. y habia sid o perdonada. ¿Por qué? Que los nor teameri canos e ra n hom br es que vivían e n ci u dadp.s
Me agaché y con templé el rostro pá lido de la chi quill a. Le grandes y sucias li roteán dose con pistoleros, y que mastic aL a n
hidr.
tembLaban los párpados y su cuerpo esmirriado se estreme cía.
La levanté con cui d ado del suelo h úmedo y contin uamos ba cia el El sol dado qu e se h all aha f re nte a mí e  'taoa armad o, j y m::t s-
oeste. De bía enco nlr ar ayuda en seguida para que la pequeña licando chir:h'
sobrevivjera. A lo lejos vimos parpauear una luz. - ¿ , Qu,; desea? p regun tó con pa ch or r a, i e n t revolvi'l
('1 chi cle ~ ~ l I l r t los d ientes .
;-tJ.ID ( 65 )

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 33/64
¿SON lGU AL ES TO DOS LOS SOL DADOS? 67
7/21/2019 66 CUAN DO MURIE R ON l'tU S DIOSES Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
yo había esta do ma l ilúormsd a . Olra vez sentía como que n l ~ o
Yo me sent ía pet r ificada por el te mor, y mi r ostro debe ;:.e resquebra j aba den lro nI' m í. Se de:,.menu zaban las id eas qu e
haberlo expresado con más el oc uen cia qu e las pala b ras en alemán hasta allí hahí a al i men tadu :-olm> lo .: nort ea me ri canos. La odio"a
on que a lcan cé a ba lb uc ir mi rue go. Yo no in glés, y evi propaganda de GoeLbeJ;; prullal,,¡ u a \ ( 7 má ser un infun di o.
dentem ent e el sold ado no en ten día mi al em án. ConfLlOdido, me
Por fin la pequeña du r mi ó y los iol dados se tr a nq u i l i.
ec hó una mirad a y luego ll a mó a al guien. E n se gu id a ap ar e ció
zaron. A lgunos n de pi e ;; y de nub q ued aron
un intér p re te y me p reg untó qu é des eáQ amos .
jun to al catre. Me adelanté pa ra cOlltemplar a la chiquill a . Ha
A c a ba m os de cru zar de sde el lado ru so y enc on tr a mo s a
es ta n iña sola en los bosq ues e xp li q ué - o T uvi mos que cruzar bíamos cumplido CO Il lo que n o;; IHlhí amo,; pro pu eslo ya lme
era·
hora de que nos marc h áram os . P ar e cía que la niña e:;Uth a en
el r ío y se mojó h:;.sta la cabe za. Mo r ir á a me nos que poda mos se nas manos. Pronuilcié un tím ido g r acia, y me dir igí a la p ue r ta.
ca rl a y hac er l a entra r en calor. Y, por favor, d í gales a los sol.
Antes de que la alca nza ra 1111 so ldado ha bl ó. \l e di an tc ges
dados que no no s env íen de vuelta a los rusos.
tOe; tra taba de h ace rme ent en der a lgo. Se frol ó lo s ojo s y pre
La pe q ueñ a, con su carita apoyada sobre mi homb ro, emitía
gu ntó:
un sollozo a pe nas audible. \
¿ E s t á cansada, 50 fl olient a ? ¿Q ui er e dorm ir tam b i,;n ?
Lo que sucedió a continuación no lo hubiera c reído po si ble
¿Así que de eso se lrata b a·? L os sol da dos son lodos ig ua·
ni siqui era en sueños. ¡La puerta se abrió del todo y f ui mos
les'·, pensé p ar a mis aden t ro s. Disgus tada , neg w; 1'0 11 la cabel
inv itadas a e ntr ar   Aparecier on un o s so ld ado s con un cat re y
y me vo l ví ha c ia la puerta .
ma nt as. Me dijeron que le quitara a la ni ña la ropa mo ja da y
que la envolviera con una manta. Lu ego la pusimos en el
E l so ld a do ley ó m is pe nsamientos.
M i r e - d ijo or g ullo saJllent e, señ al á nd ose a sí tn Sl l l 0 - - yo
catr e. Mientras tanto, otro so ldado había traído una enorm e taza
amer icano_
de chocolate caliente. Cu a ndo le levanté la cabecita, bebió con
an s ia s. Poc o a poco el color fu e retornando a su ro stro y sus ma · S u enor me pecho pa J ec ió ensanch arse var ios centímetros.
nos ent umecida., dejaron de aferrarse a mis dedo s. Le suge rí que Ha b ló l enta y cl ar a mente y yo ase ntí.
durmiera y me retir é a un rincón. E lla sonrió. Alguno s de los sol· - Yo, no rus o - apuntó con su dedo hacia el este y s acudió
da dos c omenzaron a hablarle. Era un lenguaje e xtra ño, que so enérgica men te la cabeza. Volví a ase ntir.
naba com o si estuvieran tratan d o de hablarle c omo chiquillos. Le - Yo, hom br e hueno - y s onri ó most rando sus grandes di en·
hacían caras cómicas y rev ol ví a n lo s o jO como p ayaso s. La nifía les blancos. Me so rprendí. ¿Era realmente bueno? Cada uno s ao
prim e ro leva ntó la c ab eza, lue go se sentó y ob servó. M omelúo s bia lo qu e est a ba pen sa ndo el otro.
despué " hab ía pe r di d o su ver güenza y h ab laba entu si as ma d a con Fue has ta un a puerta. la abrió y no s hizo seña s de que e n-
sos insólitos ni ños gra ndes. Pasaron largo rato junto s a pes ar de tráramos. E r a u na pequ e ña habitación en la que ha bía do s ca tr es
q ue no p odía n en te nd e rse por palabras. con mantas. Pr o ba bleme nte e ra un c ua r lo des ti nado a primero s
Intr i ga da, yo observab a des de mi ri ncó n. ¿P o día ser c ie rto auxilios. Gestic ulando y frotándo se otra vez los ojo s nos dio a
todo e so? Por ign or ancia h abíam os ido a caer en mano s de los enlender flue f uésemos' a de scansa r p orque sentía mos sueño y
n or tea meric anos, n uestros enemigos . Nos ha b ía n ayuda do con 1
porque ellos ra br e s bu en os. Yo vacilé aÚIl. T ener con
niña, y a h ora la ent retenía n, riendo y b ri ncando. ¿P or q ué si fianza em conel ranr iohom
al sent ido co mún. Sabía que 10 mejor e ra
ran gan gsler s que odiaban tanto a los ale manes , que ha Man cr u volverme y sa lir corri endo. i P ero no pod ía hacerlo Los catres
zad o el océa no para p ele a r- nos tr a ta ba n con tanta bo ndad? parecían tan buen os, las frazada s la n secas y a bri gad as y mis
Quizá fu e ra un a t rampa. pero no l o pa r ecía . Al cont ra rio, se párpados tan . . . Había est ado hu ye nd o de todo d ura nle
lo ,'eía como al go muy real. ¿Me a trever ía a p en sa r qu e los ya n- semanas y me sentía ca n;;ada de andar así. Haría la pr u e ba de
quis no eran p istol eros sino seres hu m Bllos servic ial es? T al vez

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 34/64
68 UA NDO MU RÍERON MIS DIOSES ¿S ON IGUALES TODOS LO S S OLDADOS? 69
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
acostarm e y dorm ir mientras todos esos sold ad os hormigueaba n é h umean te. Un nuevo sab or. Nos hizo entrar en calor. Luego de
al rededor. Er a necio con fiar, pero lo ha r ía. haber devora do hasta las migajas, nos limpiamos la boca con ¡;.er·
Con un esbozo de so nr isa m iré a los ojos de nuestr o hosped a \ illelas de papel. Q ué lujo
dor y asentí con lentit ud. Con muc ha cor tesía mantuvo la puerta Nos acostamos en los catres y tratamos de dormir otra vez.
abierta mientr as ell tráDaJlIOS, l uego la cerró y se fue. Sin más trá· E l coci nero ha hí a retirado la bandeja vacía y nos había hecho
mite nos arroja mos a los catres y nos cubr imos con las frazada s. se ñas de que continuásemos durmiendo, pero el sueño no venía
A los pocos minutos nos dormimos. No sI - cuá n to tiem po habre· y yo me sen tía disgustada. ¡Tener la oportunidad de dormir unas

masondesca nsado cua ndo unosto u e r t e en la puerta me hi verdad, con mantas de verdad, y estar des·
de un sa l . As usta golpes
¡Io "as
cier levantarme da, pregunté: pierta enAúnunaign
casoraba
a de los efectos del café.
¿ Q u i é ll es? ¿q ué dese a? F inalm ente nos levantamos, doblamos cuidadosamente las
Ent ró un soldado con uniforme blanco que resultó ser un fr azada s y buscamos algo de ropa seca en nuestro "equipaje".
cocin er o. Tenía la cara redonda, llena y rosada. Parecía sa no Nues tras faldas aún estaban húmedas y sumamente arrugadas, de
y contento. SOlll'ió ampliamente, lo que le hizo la cara má s re modo que las cambiamos por nuestros dirndlas, vestidos alema·
donda y más llena. En la cabeza llevaba un gorro alto y blan co. nes típicos de amplias faldas plegadas, blusas blancas y peche·
Parecía que era de cuerpo ta mbién rollizo. Un delantal bl anco le ras espec iales. Nos pusimos medias blancas y luego dedicamos
cubría buena parte de la cintura. En sus manos portaba una largo ra to a desenredarnos el cabello para peinarnos prolijamen.
bandeja repleta de alimentos. Bajó la bandeja y preguntó con un te. ¡P a re cíamos otras personas Salimos a la sala y buscamos
gozoso pestañeo: a algu ien para agradecerle una vez más antes de irnos.
¿ . Desean comer? El in térprete nos pidió que fuésemos a la oficina. El oficial
Apenas podía dar crédito a mis ojos y mis oídos. Por su ncargad o, un hombre entrecano, nos saludó cortésmente y lue

puestode que
cuál asentÍ.de ¡Nos
las cosas permitirían
la handeja sería. comer
Pa r ec íaalgo preguntaba
que elMehombre iba a go ha bló con rapidez. El intérprete tradujo al alemán: "El tenien
Le se ha puesto en contacto Con los cuarteles rusos del otro lado
comer co n nosotras. Lo mi r é y aguardé a que nos diera las in· de la front era para recabar información sobre la niña que uste
dicaciones. des t · ajeron. Los rusos sabían de la niña perdida porque captu·
- Coman n o s instó, al vernos vacilando. raron a la m adre con el bebé. Ofrecimos devolver a la niña para
- ¿ T odo? regunté, casi sin aliento. ue le fuese e ntregada a su madre, pero se negaron a recibirla,
-Claro, todo - parecía divertido al respondernos. para que sirv a d i c e de castigo a la madre.
¡ Danke ¡danke "E n las barracas no podemos tener a la niña con nosotros
Sonrió y salió de la habitación. -continuó el intérprete-o No es lugar adecuado para ella. Nues·
Nos temblaban las mano s al tomar los alimentos. u i ~ e a oficina se ha puesto en contacto con la representación de la
untar mi pan con mant eq uilla. Nunca antes había visto pan Cruz Roj a internacional del pueblo cercano. Han prometido ha
blanco; el de centeno que ha c ían en mi país era oscuro y grueso. cerse cargo de la pequeña. ¿.Tendrían ustedes la bondad de lle·
A 10 que se horneaba con ha r ina blanca se le llamaba Kuchen varla has ta el próximo pueblo y entregársela allí a la encargada
(torta). pregun
Medose
sirvién to rtata con por qué esos y soldados
ba mantequilla comenzaban el
de otras de la Cruz Roja?"
día ja lea, además Tr a jeron adentro a la chiquilla. Alguien había tenido la
cosas, alg unas extrañas pa ra nosotras, nada más que para un sim· gentjleza de lavarle la cara y peinarla, y su ropa estaba seca.
ple de sayuno. Enigmáticos o no, esos alimentos tenían n u í ~ sa Sonrien do feliz nos mostró sus nuevas posesiones. Sus bolsillos
bor y presentación flue todo lo que hubiésemos comido durante rebosaban de caramelos y bizcochos. Luego de reiterar nuestro
semanas, y había en abundancia. También había jarro s con ca agradeci miento, tomamos a la niña de la mano y salimos. Cuan

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 35/64
70 CUANDO MURIER ON MIS DIOSES
¿ S O N IGUALES TODOS LOS SOLDADOS? 7
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
do nos acercábamos a la puer ta de sa lid a, alguien nos volvi ó a
- Tenemos un pr obl emila, chicas. La oficina de la Cruz
llamar . El in térprete nos dijo :
- Dice el tenienle que vayan directamente a la ventanill a del
Roja Internacion al en W   . (la ciudad más cercana) está tra.
tando de hacer arre glos pa ra la niña, pero cada heim (refu gios
puesto de la Cruz Ro ja ; no formen fila temporar ios) se encuentra a barrotado; no hay camas disponi.
Agradecí, sin saber lo que signifi caba. Lo en tendí una hor a b Ies. Llevará algu nos d ías ha lla r algún lugar p ara la pequeña, y
después cuando lle gamos al pueblo y di m os con la oficina de la me pregunto si ustedes estarían di spuestas a cuidarla ha sta que
Cru z Roja. j La gent e hacía fila p or cua dr as Nos dirig imos rau tengamos un lu gar.
damente al puesto, pasando junto a la s largas hileras de refu gia - Pero, schwester - la interrumpí-, nosotras estamos más
dos, que nos mi raba n con no muy buenos ojos. Antes de que que dispues tas a hacerlo; el único inconveniente es que no tenemo s
alguien pudi era detenerme, ya estaba diciendo: absolutame nte nada. Pagamos con nuestra s cosas de valor al guía
-Se ñ o ra , un oficial nor teamericano dijo que viniéramos di que nos cond ujo a la tierra de nadi e . No co ntamos con alimen.
rectamente a su ventanilla con esta niña porque tos, ni casa ni ropa para la niña , nada . Puedo tenerla conmigo,
- Entre - r e s p o n d i ó la mujer uniformada, abriendo la puer pero no puedo proporc ionarle ningún cuidado.
ta. Entramo s, mientras cientos de personas miraban y tal vez
protestaban en silencio.
-Siéntense - r o g ó la enfermera, y ella tomó asiento detrás
de un escritorio.
¿Qué sucedía con nosotras?
Los refugiados no eran tratados de esa manera. De pronto
parecía que todo era bueno. Primero, los soldados concediéndonos
alimento y reposo y ahora esa mujer con acento suizo tratándo
nos como a gente. Todos los extranjeros parecían ser humanos y
bondadosos.
- E l teniente me habló por teléfono acerca de la niña y us-
tedes. Quiero dec irl es que las apreciamos en alto gra do por ha·
ber salvado a la niña mientras corrían para salvar sus propias
vidas. Ha sido maravilloso que la trajeran con ustedes.
-Schwester (a las enfermeras en Alemania se les llamaba
hermanas ) -re s p o n d í confundida-, no hicimos nada fuera
de lo común. Pienso que no la podríamos haber dejado solita en
los bosques oscuros, ¿no es cierto?
- N o querida, ustedes no la habrían dejado en los bosques,

pero muchos lo habría n hecho. Nos alegramos de que ustedes no


lo hicieron.
Le sonreí a mi pequeña amiga. Como siempre, estaba asida
de mi mano o de mi fa ld a . Parecía contenta mientras pudiese es-
tar a mi lado. Le di unas palmaditas en la cabeza, mientras se
arrimaba bien cerquita. La mujer continuó:

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 36/64
7/21/2019
  _ _
Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
EN CUENTRO EMOCIO NANTE 73
Ca m inamos h asta el ho le   y enc ontra mos nue&tra p ieza con
las camas lis tas. Aco sté a la niñita pu ra fIUf' oescan,;aru 11 11 poco
y me senté 8 su lado hasta que :.e dur mi rr a. ¡Asi r¡u e nusot ras ha.
Líamos tr a tado de ayud ar él l la ni ñu pf'rdida R ep en t inam f'UI
E U ~ e n t r o E l o ~ n a n t esa niña habia ll egad o el ser nuestro La lis má n. ¡Qué exlr añ o  
No la h abíam os sa h a do porque e s p e n í J r l o rccíLir alp:una r e-
compensa, pero t asi pa r ecía (lue la vi d a nos es luv ie l<t
premía nu o
por ese hecho. La hondad. tiene r¡ ue pr oduci r b\ mda d, el
odio p roduce od io. CaUa p ens am iento, t.:a da ac¡; ilÍn genera otra de
su m js ma especie.
N0 SABIA qué hacer co n la mmta en es a desesperada situa Por tres d ía s comp let os goza mo l l de la com oui dad de la pi e.
- i ón_Pero la en fer me ra me interrump ió bo n da d os am e nte: za del hote l. U Silb am os el di ll e ra y la s lal jeLa.s de r 'lCiolJ <lmi ento
O l v idé men cionar que la Cruz Roja pu e de prov eer tod o con ca utela, pe TO com ía mos en a bu n dwlci a y uos sen tía mos re 
lo necesa rio. Las anotaré a las tres. Tomó su pluma estilográ f ica frigeradas y d es can sa da ;\. Al ter cer d ía llegó un mens aje de la
y algu nos form ularios: Cruz R oja, se ha b ía cOll seguido un ] ug¡ y deb í tl mos ll e var de
-- Les a
cada una de ustedes su tarjeta de ra cion a
daremos vu c lta a la ni ña a la of icina . Lo hi ce c on senli mient os enc o nlra·
miento por una semana y algt'ín dinero, y Uama r é al hot el p ara dos. No::. sentí am os li ga d a:> la un a a la otra y la ni ñit a no que rí a
que l es dé albergue hasta que las llamemos de nuevo_ de j arme . Po r mi pa rte, me resistía a en tr eg arla. Pe ro debia·
¿H abía oído bien? ¿Esa mujer nos ofrecía u na pieza en el mas estar conte ntas de r¡ue la pe q ueñ a cui d adu y tr at é de
hotel, nlimento, y dinero por el hecho de que cu i dáramos a un a consola.rl a. L as l ág rim as corr ían li b r em ente mi entra:> Mi che de
pequeña refugiada? Después de llenar algunas planillas, tom v yo sallamos r ápi da m ente de la ofi eina . Lo último qu e oí m os
el te léfono y reservó la pieza en el único hotel de la localida d, fue la voz de la e nf er m e n l tratanu o ue ca lm ar a la n iñi ta q ue
que había sido tomado por las fuerzas de ocupación. Re cibimos lIor¡¡ba a gritos.
las ta r jetas de r ac ionamiento, el dine ro y dejamos la ofi cm a. N unca más oí de ella. Ade m ás oly id é s u nombr e, pe ro pen sé
Cuando salimos, algunos refug i ados que estaban for m ando muchas veces en e lla y me p re guntaba qué se ría de la p eq ueñ a.
fila nos r odearon ansiosos y nos hicieron algunas preguntas. t e ha b ría re u nido ecm su madre? ¿Ha br í a vuelto su p adre de
- ¿ Cómo co nsiguieron, muchachas, las tarjetas sin espe ra r ? la gu erra? Sola mente la et er n id a u me da rá las respuestas, y as í,
- p r e g u n t ó una mujer ma cilenta de mirada cansada, mientras tr at a - debo esperar_
ha de m ante ner quietos a s us ni ños que hacían bullicio y d aban Nos ajustamos nue::tra s mochil as, en l reg am os la ll a ve de la
vuelta éllrededor de ell a. Le conté la historia brevem ente. pieza (lel hotel al por Lero. y salim os . Es tá ba m os en marc ha o tra
¡ Q u é suer te pued en tener algun os - - e x c la mó un hom br e  o vez. Si g ui endo el cam ino r m al
hac ia el sudo este, ca m i nába mos
¿.Sabe que gen e ra l men te se ne cesitan de ocho a diez días para q ue sin ningún pl a n. Des pu és lodo ha b íamos c umplido lI uest r
de
un a persona pueda reg istra r se, ser aprobada y conseguir una l ar · p r o p ó ~ i t H ab íam os ll eg a do al oeste. Te llí a mos nu e st ra s tar jetás
j ela de raci onamiento? Y ustedes, chicas, cruzaron la fron te ra de raci onamien to pa ra refu g ia doc; q ue nos asegu r auan que pDdía.
apenas an och e y ya tien en todo list o. mas pedir aIr as ca da di ez d ía s. y a unq ue es to sig ni f i"aba so 
Sonre ímos con h umi ld ad y nos aleja m os rápidamente. No l ame nte UlI mí ni mo de al im e nto, nos ~ l v r de mo rir de haml))·e.
qu er ía m os q ue da r a la vista de l as largas filas de pe rsonas qu e ¿Qué hac er en adel ante'? Por semanas habíamo:5 si do im p e.
estaban es pe nllld o por d í as y 110 p od ían ocu lt ar su en v idia, quizá lidas p o r un a sola meta: Lleg;ar al oe ;;,le. Ah or <l que la ha lJÍu
re se nt im iento , p or nuestro golpe de su er t e. mos alcanzado nos en t Íaillos como Ila y eS sin tim ón. Corn ellza
72)

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 37/64
E NC UE NT RO EMOCIONA N TE 75
CUA NDO MURIERON MI S DI OSES
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
~ o n favo recido  :; a expensas de lo s ex trañ os. Bueno, así e ra la vida .
mos n r a la deriva. Ca min áb am os lenta mente, nos jlllltábamos
I\fichc rl e y yo m iramos a n uestro a lr ede dor y b uscamos. j Ha-
con ol r os much os re fu giado s en c ada camino, en trá b amo s en las
bría alguna o ferta qu e no s 3eri a útil ? No vi mo s n ada. Bueno. p o-
pob l aciones, y ha cí amos peq ueii as tTiq uiñu e las para hacer duo
di a mos ped ir gotas pa r a la tos. Nos ap r oxi ma mos al hom bre y
ra r más lie mp o nuestras tar jet as de raoiollam iento.
pregunta mos cortésm ent e po r ellas.
Ve íamos señ al e s inconfundible s de un llu evo comienzo. En
Al o ír mi voz, la joven mu je r leva n tó la v ista so r pren dida,
dife rentes l ug are s la ge nte ya había comenzado a reconstruir
y me miró. Yo, a m i vez. la mi ré en ::us asombrad os j ) ~ cas o
las poLlacio nes destr u ida s. Niños, mujeres, ancianos, se mo vía n
ent r e las rui nas, retirando los escombros, limpiando viej05 l a- tañ os. i Yo hab ía vi sto a esa pe rso na antes
Ana l\J a rí a   ¿Qué e ~ t < Í hac iendo a quí?
dr ill os pa ra volv p¡ r a usa dos, me zclando barro y paja para fabri.
Ana ~ ¡ a r í a e ra la herma na de R ud y, y con ella habí am os
cal' nuevos . Algunos negocios habían reabierto sus puertas para
~ i d o muy buen as am igas mien tra s visit a ba s u huga r. No ha bía mos
supHr las pocas necesidades que era posible satisfacer. Algunos
oido nada la una de la otra de sde que habí a dev uelto mi anill o a su
r esLa u rant es comenzaban a servir alimento a los refugiados si te-
madre, y a me nudo me ha bía preg\U1 tado qué ha bí a sido de el l a .
nían tarjetas de racionamiento y dinero. Cada tanto nos regalá
Sola me nte sab ía que los rusos y los polacos se hab ía n adueñado
ba mos extrava gantemente con un plato de sopa caliente, aunque
de su tie rr a .
esto nos lleva ba una buena parte de nuestras tarjetas.
Ana M arí a extendió su  > manos, y yo las tomé entre las
Algunas droguerías tamb ién habían abierto, y. trataban de
mías. No p ud o hablar por un instante, mie ntras las lágrimas br i.
hacer negoci o con casi nada. Ofrecía'l hierbas medicinales y unos
ll aban en sus ojos. Salim os del edificio. Ana lVTaría iba adelante.
pocos remedios para casos de real emergenc ia. Esos remedios pro
Poco a poco íbamos contándollos nuestra hist oria. Ana Ma r í a llo
venían de las tropa s de ocupación. O bien exponían a la venta
raba mientra s hablaba, y todo mi res entimiento hacia su familia
para los ansiosos refugiados alg unas bagatelas. Era casi una
obsesión para algunos vagabundos sin hogar como nosotras el se iba dil u yendo a medida que 18 escuchaba. Ella y sus padres
habían pe r c1id o to do. Sólo haLían sa lvado sus vidas. l padre ha·
comprar todo lo qu e era libre , o sea, sin tarjetas de raciona·
hía contra ído neumonía y había t a d o al borde de la muerte por
miento. Había llegad o a ser un hábito para la gente caminar por
l'emanas. La ma dr e lo h abía cuidado clía y noche. Como el ali
los pasillos de cada drog ue ría para bus car ansiosamente merca
meTl to era escas o tuvieron que vender todas las cosas de valor
dería li b re   . Una vez tuvimos la buena suerte de encontrar un
para cam b iarlas por leche y medicamentos.
negocio donde ve ndían gotas para la tos sin prescripción méd:ca.
- Ma r ía Ana - d i j o so l l o z a n d o - no reconocerías a ma
ELremedio tenía un gus to horrible. ¿Pero qué importaba? Llena
má. P er d ió cerca de treinta kilos en seis semanas. Papá todavía
ba nue stro estó ma go por u n buen rato.
se pare r e a una som bra. Está muy delgado y pálido, y no puede
Llega mos a u na población bastante grande y no dañdda por
subir las esc a le ras. Viv imos afuera en el campo, porque una muo
la guerr a. Mien tr as andá ba mos por la c alle principal, descubri·
jer bon dadosa no s abrió su casa y nos dio una pieza en lo alto.
mos Ull a fa r ma ci a . Como siem pre, sentimos el deseo irresi stible
Tenernos má s sue rte lfUe mu chos, po r LJue tenemos un techo sobre
de i r y pr obar nuest ra su erte . S ie mp re teníam os algún di nero
nuestras cabezas y \lna cama para papá.
que pro ve nía de la venta de pa r te de nuest ras tarjetas de raci o-
n amiento a gente con má s medio s: As í nunca estábamos secas   . Por mom ent os tuve qu e luchar con el sen tim ien to de que lo
tenían bie n mere cido. Pe ro luego me sentí avergonz ada de sólo
Cuan do e ntramo s en el vie jo lug ar, p obremente ilum ina do, en con
haber albergado tales pe nsa mientos. De n ada nos a pr o vechaba el
tram os a ot ra muj er joven, al l ado d el mo strador, hab land o con l
hecho de qu e la rica fam ilia de Ru dy había empobreci do repenti
far macé uti co, q llC ten ía el pelo bl a nc o. E vid en teme nte, se con o-
namente, y todos nos halláb a mos en el mismo bote. Me llenó una
lan. Estos al deanos , pensamos, ti en en venta ja sobre los refu
pro[ unu a pie dad mient ra s miraba él Ana María. Había sido l ni ·
g iado s. Conocen a la gente qu e está d etrá s de los most rad ores y

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 38/64
6 CU AN DO MU RI E RO N MI S DIOSES EN C UE N TRO EMO CION A NT E 77
7/21/2019 na cuidada y protegida d e una fam ilia de fo rtun a la que m
él
nos que podemos hacer p or Ru dy: Hacer la s paees y olvidaT el
Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
aun la gue rra 118 bía molesta do demasiado durante los primeros pasado_
cu atro año :;. Tr at aba de imagína nn e su te mor y agonía cuando Noo e.slrecha mo5 las manos y nos sep ar amos. M ic h crl e cam i.
hu ron de su hogal·. P ar ecia tan de scarnada y desamparada
ye nó silenciosa mente a mi lado mient ra s. volvíamos a la c iudad.
m ientras cam ina ba a mi lado empujan do la bicicleta de la due ña Rucly estaba muerto, a lo menos eso el'a lo que parecía.
de casa   Bueno, Ol1 8 vez e,e cruel, miserable p edacito de esperanza, que

- Ana María ije dales mis más cordiales saludos a puede llIan tener a la gent e en agonía p or años, devoraba m.i mente.
¿lmportab a ello r ealmente? N o era más mío, aunq ue viviera. Una
-

tus pad res. Diles qu nada más contra ellos y que les de ola e desesper ac ión me invadió. ¿Valía la pena seguir andando
seo la mejor suerte. e no
y tengo
ahogando mi orgullo con un gran esfuer
aun aq uí en el oeste '? Era casi más de lo que mi orgullo podía so.
zo, a ñ a d í - Ana MaH a, ¿puedo preguntarte cómo está tu hermano'?
portar el da r me cuenta de que mi prLncipal propósito al andar
- ¡ O h "Maria Ana ¿No sabes ? - s u s ojos se llenaron de
de un lug ar a otro ha bía sido mi oculta esperanza de encontrar a
lágrimas otra vez- o Rudy está muerto por todo lo que nosotros
Rucly.
sabemos.
Siguió dán dome las razones por qué pensaban eso: Subma Una voz fami liar me llamó. Me di vuelta. A la distancia pude
rino perdido y falta de correspondencia por meses. ver un a fi gu ra femenina sobre una bieicleta que pedaleaba tan
¿.Rudy muerto? Sí, yo había esperado que lo estuviera, r.ápidam ente como podía mientras agitaba las manos y llamaba.
porque era m uy difícil pensar que pudiera estar sufriendo en un Era Ana María que volvía por nosotros a toda velocidad. Casi
campo de prisioneros de guerra. Pero ahora que había oído a su sin aliento frenó donde estábamos.
hermana decir que estaba muerto, me di cuenta de que me había - María Ana - s u p l i c ó - mi madre desea verte. Tan pronto
estado mintiendo a mí misma. ¡No, no habia creído que estuviera como le hablé de ti, me envió en tu búsqueda. Por favor, ~ a r í a
Ana, ven y saluda a mi madre.
muerto La vida había llegado a ser casi sin esperanza otra vez Ahora me sentí resentida. Una cosa era enviar un bonda
desde que había cruzado la frontera para llegar a Alemania Oc-
cidental, y tuve que admitir interiormente que lo había estado doso mensa je , pero otra cosa era ir y verla y estrechar su mano
buscando constantemente desde mi escapada de mis perseguidores. y con ella. ¿ Y si decía cosas equivocadas? ¿ Cuánto per
Había examinado las listas de nombres en cada puesto de la Cruz
dón podri a consentir mi orgulloso corazón? ¿No trataría de ven
garme po r su dureza al romper nuestra relación con Rudy?
Roja. Había mirado cada rostro de hombre con la esperanza <le
encontrar a Rudy entre los refugiados. Había comenzado real
La luc ha inte rior debe haberse reflejado en mi [ostro, por
que Ana Mar ía dijo suavemente, mientras me rogaba con sus ojos:
mente a esperar otra vez, porque mi corazón rehusaba desesperar.
Mi escondido amor me babía empujado a vagar para buscar, para - Por favor, María Ana, ven conmigo. Mi madre ha cam bia
encontrar a Rudy.
do. Si ell a ha sido injust a contigo, lo ha pagado en más de una
Tuve que. darme vu el ta por unos momentos, porque era de forma. Tú no sabes cuánto significa r iÍ p ara ella verte de nuevo.
¡Por favor, en nombre de Rudy, va mo s
masiado or gul losa para mostra r cuánto me importaba su herma
no. Deteniéndome, traté de sonreír a Ana María mientras le Me se ntí av erg onzada de mí misma. Por supuesto que iría
y vería a esos dos pob res ancianos enfermos si ellos lo deseaban.
decía:
- - A n nemie (su sobrenom bre), pienso que Micherle y yo ¿ Por qué agreg a rí a tristeza a 8 U pes ar rehusándome  ? N os volvi
debernos volver a la ciudad y d ejarte que regreses a tu casa, o tu mos y cam inamos con la hermana de Rudy hasta que alcanza
mam á se sent irá preoc up ada. Me siento muy feliz de verte otra mos ulla casa rodeada de colinas y bosques. Tomando valor, su
vez y, por favor, no te olvides de decirle a tu mamá que no guardo bí la s escaler as has ta la pieza de sus padres. Segundos más tarde

ningun a amargura en mi corazón para con ella. Eso es lo me- estuve delante de d os personas a quien es difícilmente reconocÍ. Co-

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 39/64
78 CUAN DO MURI E R ON MIS DIOSES
EN CUENTR O EMOCI ON A NTE 79
rri hacio la mad re y p use mi s b,·szo::. a l rededor de ella. No pude
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
hablar p or Ull momento mientra s eU a y e l padTe ('omenzaron a Esa noche encontramo'l un estab lo en el camp o y nos esca
llorar. Parecía adivinar lo q ue y e&taba pensando , y trató de bullirnos en él para pasar la noc he. J\ la m añan a si guie nte pensé
sonreír: que había llegado e l t iempo de lomar una decisi ón.
- M i o h e r l e d i j   , es to de an dar da nd o , 'ueltas por a quí
S i . mi niña sé que he mos ca mb iado. La vida nos ha trata do
no es bueno para nosotras. P ienso qu e debe mos deja r e sta región
duro. Ve n y siénLate.
y caminar hacia el sur. A nhel é ver los Al pes toda mi vida. Va mos
Tenía lista la com ida p ar a nosotras. No pod la negar la hos 
y veamos el sur de Bavie ra.
~ i l p i a l l a . 1a
pit alid ad í a ido a
H abdab dueña sa y p ed ido - dij o Micher le con entusiasmo. Después de va
a bas tante va lor. de laía cata ¡ Vamos
do;: huevos. Eso deman H ab mbién algo
rios días de camin a r y de spu és de haber hech o parte del trayec to
de pan en la mesa .
en algunos u'enes de car g a 1105 ac er c amos a Munich.
Yo ap e[)as podía co mer po r qu e s abía q ue e ll os necesi taba n Yo estaba ca da vez más y más di sgus tada conmigo misma.
el al i mento pa ra 5 mi sm os. E l p ad re te nía los l ab ios az ules, res Toda mi vida había so ña do con una visita a la bella tierra del
pi r aba co n d ifi cul tad y ll oraba cada vez q ue comenzaba a h ab lar. sur de Alemania. Ah ora cuando nos estábamos ap roximando a
Los úlL imos ves ti¡;ios de mi resentimient o se diluy eron en p iedad.
ella no sentía a bso luta ment e nada. Algo andaba muy mal en mí
El nomb re de Ru d y se me ncionó muy de vez en cuando. N inguna
últimamente, y no sab ía qué era. Era como si todo se ntimiento o
de las dos partes se sentía lib re de hablar acerca de él. emoción me hu biera a band onado.
Cuand o nos le vantamos pa ra irno s, la madre me apretó la ¿Había nota do Mi cherle el ca mbio en mi manera de ser? Me
ma no. preocupé muy po co cuando me dijo que había encontrado a un
M a r í a Ana - dijo con trí steza- yo no pensaba hacerte joven refugiado qu e le h ab ía pedido ir con ella hasta Heidp berg.
daño, y no sabía que mi qu er ido muchacho te amaba tan profun No me importaba ; nin gu n a co sa me importaba ya. Asentí, y
da m ente. T rató de encontrarte otra vez, pero tú nun ca contestaste. se fue. ¡Bueno ah or a es tab a com pletamente sola No más respon
O l v idemos el pasado d i j e suavemente- sea mos ami sabilidad no más neces idad de ha blar con nadi e.
gos oh'a vez. AUIl si R udy estuviera viyo, él y yo nunca podríamos P¡orecía no haber es pe ra nza o ayuda para m í, y era incapaz
aJTegl arnos otra vez para casarnos y yo de seo ser amiga de de reconocer mi nec e lli d ad de a uxili o v tratar de encontrarlo en
ustedes por el re s to de mi vida. alguna pa r te. Probab lemente n ame me -cuidaría tampoco. No h a-
bía mémcos ni enferm er as pa r a todos esos millares de refugiados
P o r f av o r María Ana, esc ríbenos tan pronto como el co
en cada ciudad. La gen te s obreviv ía o moría.
r reo ma rc he otra vez y tengas una dirección fija porque tú eres
Años más tarde le hablé a un médico acerca de esos días
todo lo q ue Rudy nos ha de ja do. si él está muerto d i j o con voz
y me dijo que hab ía estado al b or de de un com pleto que b ranta
vacilante el padre. miento.
Y o le s escribiré - prome tí y besé a los dos ancianos, quie No hahía camino de salid a, perecía , y a nadie le importa
nes me besaron a su vez. Miche rle y yo bajamos las escaleras y ba. ¿A nadie? Alguie n deb e ha be rme cui d ado y guia d o, porque
nos perd imos en el crep úsculo del atardecer. Micherle, que se no creo que lo que sucedió un dí a fue un m er o acc id eute. Yo me
sentía cohi bida entre ex tra ños, no dijo mu cho, pero tan pronto había olvidado de Dios, ¿pero él se h abí a olvidado de mí?
omo est uvimos sol as, comenzó a h abla r. El al i mento era lo que Pocos díati después de mi llegada a MUlli ch me enconll'é,
más le ltab ía elllusiasma do. ¡P e nsar que cada una h abí a comido temprano una mañana en una calle. Se lib raba una lucha en m i
un huevo fr ito Habíamos olvidado el gusto q ue tenían los hue mente confusa. La oscuridad pare cí a pres ionarm e de lod os los
vos. ¡Q ué gente bonda dosa lados y mi mente, en vano, trataba de pe nsar. E l pr ese nte y el pa·
sado parecían mezclarse. ¿ Había todavía guen a? No, la guerra

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 40/64
8 UANDO MURIER ON :MIS DI OSES ENC UENTRO EMOCIONANTE 81
7/21/2019 había lerminaclo hacía unos cinco me;;es. Un extraño silencioCuandocu- Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
lluvia me habí a empapado sin pie dad. Ahora el brillante y alegre
bría La tierra. No se oía más el tableteo de las ametralladoras, no se sol y esas ruinas calcinadas alre dedor de mí 0 pa recían arm o-
escuchaban más explosiones, ni el hostil zumbido de los aviones nizar. Me quedé mir a ndo y pensando, ltatan do de poner orden
durante lB noche, ni g r i l o ~ ni llantos horroro >os nllentras las bom- en mi menle confu sa. Mi cer e br o pa r ecía hacer g ir ar en una ro-
bas encontraban US hJancos. Todo estaba increíblemente ltanqu i- tación sin sentido las palabras sol, lluvia, ruinas, muerte, ham bre .
lo. tan Iranquilo que l calma pare cí a 9p resiv8. ¡Oh, sí, tenía ham br e otra vez  Los dos pedazos de pan
Peru la { :ra n ciudad mostra ba ab iert amente las herid as y viejo DO du r a ban bastante, menos la sopa diluida. ¿Por qu é, ahora,
ma r cas de la reciente destrucción. Ruin as y á rb oles ennegrecidos por qué brillaba el sol ?
que bor dea ban las avenidas pr oyectaban la rgas y extra rl as so m- Un gran deseo trepó por mi gargant a, un deseo de ll or ar, de
bras a la luz de la ma ñan a. sentir olta vez. Pe r o no podía ; mi sonrisa y mi s lá gr imas pa -
Camu la ba sin rwnbo por las call es. La castiga da ciudad recían enterra das bajo una avalancha de hor ror. i Cuánto desea-
tra tab a de desp ertar. Ladri ll os y escomb ro s hab ían sido amonto- ba sentir esas cálid as golas ro dar por mis mejill as T raté un a
nados par a dar paso a la JT1ulLituJ . La gente ca mjn ah a rá p ida mente y otra vez de ll orar, pero no pu de. Con un desesper an zado enco.
por esos senderos p ar a ll egar a los ne go cios y los mostradores gimiento de hombros me puse en movimiento.
donde fo rm aban la r gos fi la:. para compr ar unos pocos bocados de Rep entina mente mis ojos se det uv ier on en varios anuncios
alimento, si ten ía n suerl e. Los o br er os y emp leados iban a sus impresos. Con grandes letras se a nunciaba que hab rí a un co n-
l ugares de trabaj o, y l os tranv ías, sobrec arg ad os con pasajeros, cierto sacro esa noche. ¿P e ro dónd e? En las afueras de la ciu-
hllcí an sonar las (;ampanas con impaciencia . En medio de todo dad habí a una vieja catedral ag rietada pero todaví a en pi e; las
ese mo\ ¡miento Sf veía a l os ciclistas tralando de adel an ta r su bombas no habían dado directamente en ella. Aun el ór gano es·
cam lll o. taba intacto. Un gru po de va lerosos músic os de cuerda invitaban
Me qued¿ conlemp lan do el ir y ve nir de la gente. No tenía a todo el mu n do al Requiem de Haendel.
ncr esid ad de abrir me pa so; no ten ía dónde ir. Co mo mill ar es j Mú sica) ¿Música ? ¿Cuánto ti empo había pasado desde que
de oltos yo llam aba hog ar " a un pe qu eño cubi ert o de pa· oyera "el sonido de buena música? Pa recía muchísimo, casi una
ja en el piso de una vieja escuela semidestru ida. Er a afort unad a elernidad. La mú sica pert enecía a un mu ndo pasado, a un mundo
de haber encon tra do aun eso. en el cua l yo no ten ía más lugar ni pa r te.
Habi endo recibi do mi co mida de la ma ñana, una ta za de so- ¿La gente me perm iti ría en trar? La invitación deCÍ a que to-
pa dil u ida )' dos p edazo:> e pan seco , e"la ba h bre de ir y hac er do el mundo er a bienvenido. ¿Y el pr eeio de la entr ad a? No po·
lo que me pl uguier a. Na die se iba a pl'eocu pa r si no me prespn- día darme el luj o de pagarla. Había dado todas las cosas de valor
ta ba al a no checer, y muchos ll uevos uúmeros" esper aban por un al guía qu e me hab ía hecho cruza r la fro ntera. No había salvado
sitio vacanle so Lr e la puja. Y todavía más ref ugi ados venían del nada sino mi v ida y la mochila sobre m esp al da.
este. Leí la invitación otr a vez : En tra da libr e  . No se cobraba.
Contemp laba el 1110\ imiento de la mañan a, estudia n do los Fue algo increíble. ¿P or qué alg un as cosas debían ser li-
r ostros que pas aban: extraños, pas ivos, d ur os, si n una sonrisa . El bres ? ¿Por q ué alguien hacía m úsica par a mí voluntari amente ?
recuerd o de la muer te )' el ham bre pre sent e est aban estamp ados Quedé pe nsando en el misterio. Sí, ha bí a un buen concierto, bue-
na música, que yo amaba muchísimo.
en sus oj os tr is t e s ) en sus mejilla s h un di das . P er o a mí me im-
p arlaba poco. No esper a ha una sonris a ni a un u na pal ab ra. Repentinamente me en co ntré formando parte de la multitud.
De repenle, sorprendi da , sentí el calor del sol a tr avés de mi Me abrí camino para tomar el tranvía y pregunté con nueva co n·
delgado y viejo a br igo. ¿,Por qué br illa ba el sol? Hab ía llovido fianza en mí misma por el camino hacia la catedral. Para mi sor -
por mur has sema nas . Casi a cad a pas o de huida hacia el oeste IR pr esa, la gente se mostró volun tar ia para indicá rmelo, aunque un
8-CMD

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 41/64
2 CUANDO M URI ER ON MIS DIOSE S E NC U EN T RO EMO CIONANTE 83

7/21/2019
poco intri gada. P or varias horas anduve ce rca de la catedral has· na manera, me pare cía que Dios y Adán me m iraban a mí, e
Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
La que la gente entl·ó reverentement e en el sa ntua rio. En el int e rior imaginé ver que sus ojos me so nre ía n.
había u p esado olor a incienso. Me dejé arrastr ar por la multitud que lentamente sa lía por
No atreviéndome 8 sr nt ar m e en un banco, me q u ~ é de pie la puerta. Lue go me encon tr é bajo un cielo noc turno, negr o y
con los úl tim os que n egar on. El edilicio se llenó. Mis ojos es- aterciopelado, y leva nté la vista aIra vez.
cudriña r on el rec into. Todo me par ecía di f erente y desconocido. Mi mente todavía es taba formulan do y contestando pregull·
Miré ha cja a rriba y con los ojos seguí u lí n eas curvas de la taso Habia dem a si ada s cos as qu e no podí a enten der , pe ro no me
bóveda ro máni ca. importaba más. Mi corazón había gustado otra vez un momento de
Todo el tecbo estaba cub ierto p or una antigua p intura. La paz. Quizá la vida ten d rí a un propósito, después de todo, y tal
reconocí como liba repro ducción de la Cre ac ión de Adán, de Mi. v z habría paz per ma n ente en alguna parte, u na paz que yo ha·

gu el Angel , de la famos a Cap ílla Six ti na. Dios extie nde su bía tenido antes y ha bí a perdido. Quizá podría encon trarla de
man o hac ia Adán. Cuan do su dedo to ca el dedo de Adán, la ch ispa nuevo. ¡Por lo menos pr oba rí a
de la v ida en tr a en l re cié n cre ada forma del homb re, llega a Con una inc li nación de cabeza me despedí agrade cida de
ser un al ma viviente. la catedra , donde las luces se iban apagando una por una y de·
Sí, yo conocí a el cua dr o, pero ha bía olvi dad o la implica. jando en la som b ra la pintur a de Dios y Adán. Me volví, enderecé
ciÓn . Mientras m iraba hacia ar r iba mi men te lucha ba p ar a asirse los hombros, y con nu evo valor caminé en la noeh e a trav és de
a algo que ha bi a aprendido h acía mucho tiempo en las ro rullas las ruinas y los escombros. Mi corazón ca ntaba un nuevo canto. ¿O
de mi ma dr e , algo que había sido pa rte de mi ni ñez. ¿ Q ué ' era lo era una canción 'ntigua, tal vez p or la r go tiempo olvidada·?
que trataba de re cord a r? ¿E stab a b us ca ndo al go?
De re pente co menz ó la música. Los instr um en tos de cuero
aron su El
dad oy crecí
ni el órgano
a, y se se mezcl
hacía nosoy yarmoniosamente.
ma ¡ vol umiave fu er te, ll enaba so·
el viejo
edificio, ascend ía a la bóveda, a br aza ba la antigua p intura
agrietada y, fina lme nte, se precipi taba a fuera por la ventana de
crista les ro tos, con un gozoso acento, en la vasta noche estrellada.
R epentinam en te re cordé la hist ori a de la pintura. Mi madre
la contaba y yo escu chaba de nuevo. Eslando sola entre ceno
ten ar es de reverentes extraños, súbitamente sentí calor en mi co-
ra zón. Se ro mp ía el hielo de mi inter ior. La música y las pa l abras
de mi ma dre se abrieron paso a través de las grietas de m alma
qu ebrantada. Sentí que los ojos se me humedecían y mi cora-
zón comenzó a cantal'. CÁlidas lágrima s de gozo bajaron rodan·
do p or mis mejillas, pero no qu e riendo distraer a los otros oyen·
tes, no levanté las man os para enjugármelas. Mi corazón gritaba:
Ma dre , puedo sentir otra vez; oh, madre, ¿dónde estás?
Cua ndo la música llegó a su glori oso fina l, levanté la vista
otra vez.
E n la pintura, Dios miraba amorosa y tiernamente a Adán,
y el hombre miraba con adoración los ojos de Dios. Pero de algu.

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 42/64
  _ _ _ _ t u l o 1 
AS E N C O N T R E l\U AMOR 85

7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann


- Sí - as entí desde el punto de vista general, es verdad_
-

- ¿Sabe Ud. que puede conseguir trabajo? respondió


COD entusiasmo  o El Dep artam ento de Educación y Cultura aquí

sí Eneontré m Í m or
en Muuich está busca nd o desesperadamente maestros primarios.
Usted podría em plearse.
Sacudí la cabeza, y agregué:
- No, amigo, no tengo esa oportunidad. Ellos no emplearán
a mrigentes nazis; y yo ten ía Un alto cargo en la Juventud Hitle
risla. Eso 10 desc ub r irán tarde o temprano; además, yo no quiero
L ~ l l ~ N O me pareció diferente cuando me d esperté la mañana mentir.
sIgUIente. - Pero usted no entiende, señorita. Ellos dan amnistía a
La tensión interna había desaparecido y cuando cerraba los 105 miembros de la J uventud Hi t,lerista. Puesto que usted no ha
oj ,os volvía a ver la pintura y oír la hermosa música. Mientras sido miembro del pa r tid o, todo está correct o.
paseaba por la ciudad encontré cosas que no había visto antes. Repentina mente me interesé. No, yo no había sido miembro
Había comenzado el otoño, el que al trepar los majestuosos Al del parti do, solamente componente del Movimiento de la Juventud
pes iba pintando el paisaje de brillantes y alegres colores. Has· Hitlerista. La vid a había sido tan activa en nuestra escuela que
ta la ciudad castigada por la gue rra se llenaba de colorido. El nunca se encontró tiempo para realizar la importante ceremonia
sol parecía pedir disculpas por todas las lluvias del verano. Yo de enrolarnos en el pa rtido.
había encontrado un pequeño parque con bancos y arbustos, y o, yo no fui miembro del partido, solamente una diri
desde ese lugar contemplaba las nubes, respiraba el aire fresco y gente en el movimiento ju venil. Pero no tengo ningún papel que
escuchaba el trajín de la ciudad que resurgía. pruebe los estudios realizados, ni ningún otro comprobante. ¿ Có-
Otros refugiados habían descubierto también esos bancos y mo alguien me va a emple ar para algún trabajo?
como nos encontrábamos una y otra vez comenzamos a intercam - No i mp orta, se ño r ita . De todas maneras pruebe y vea. No
biar tímidos saludos. G e n e r a l ~ e n t e los refugiados no son gente necesita decirles todo. El nuevo gobierno de Baviera está deter
muy sociable, así que me sorprendí cuando un día un joven co- minado a rea b rir por lo menos las escuelas primarias para el 19
menzó a camiuar a mi lado y se presentó muy cortésmente. Yo de octubre, y ha y una gran falta de maestros. Los miembros del
consideraba que las señoritas decentes no trababan relaciones con partido no será n ree mpleados por orden del gobierno militar. Us
hombres en la calle. Los encuentros callejeros eran solamente p a ted O tiene nada que perder señorita; i pruebe
ra las chicas casquivanas. Frmlcl el entrecejo y me pregunté qué Gerardo ten ía razón: No tenía nada que perder. ¿Pero dón
podía hacer. Quizá fuera la música cantando todavía en mi co- de presentarme ?
razón, o el sonriente a zul del cielo o las blancas nubes que se El joven pare c ía le er mis pensamientos.
dejaban empujar pere zo samente por el viento, pero esta vez son - Con mucho gu sto le anIdaré a encontrar la oficina corres
reí y contesté unas pocas pa labras arnigables_ Era un refugiado pondiente - se ofrec ió - o ¿ Qu é le parece si comienza mañana en la
también, y además, de mi eITa. Después de un corto tiempo lle mañana los trá mites ?
gamos a ser buenos amigos_ i Qué hermoso Me ca usó gracia su solicitud. ¿Por qué estaba tan interesado
Repentinamente Gerardo. mi nuevo amigo, me preguntó: n ayudarme ? Qui zá fuera el mismo incomprensible poder que
~ e ñ o r i t a Appelt, si no le entendí mal, ¿dij o usted que ha había compelido a los soldados norteamericanos a ayudarnos, a
cursado estudios pedagógicos durante los últimos años? la s ñ o r ~ de la Cr uz Roja de Suiza para organizar las estaciones
(84) de refugIados, a los músicDs de cuerdas para brindarnos un con-

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 43/64
8 CUANDO MURIERON MIS DIOSES ASI E N CON TR E MI AM OR 87

cierto gratuitamente. No podía comprenderlo, pero había comen Había planead o mi di scur so y 1 ha bía repasado en mi men
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
zado a aceptarlo como algo real y verdadero aunque no tenía un te mienLras dormí a en l suelo del gimnasio, péro repentin am ente
nombre para ello. lo olvidé. Otra vez encontré a una pen o na bondad os a, a mi gable,
Hitler me había enseñado muchas cosas: orgullo, perseveran Lumsn8. ¿Para qué tra tar de engañarl a ?
ci a, lógica, eficiepcia, determinación. Pero co nsci entemente yo Simplemente le di je la ver dad. Le des cri bí mi en trenamien·
no sab ía qué er a amor; el amor hermanabl e, humanitario, que to, mi amargo desengaño cuaudo me di cuenta de que los nazis
se preocupa por el bien de los demás sin ser f orzado a ello. La hahían mentido, y mi falt a de papeles para probar algun a cosa.
experiencia con mis
borrado el último restoperseguidores después
de mi fe en la de lay guerra
humanidad, yo no habí
podíaa Pero le asegw'é que te nía un gra n deseo de aprender y de prestar
u servido a la comunidad si se me daba la oc asión.
menos que extrañlirme cuando alguien me mostraba bondad. Levanté mis ojos lle nos de lá grima s y, ¿serí a posible? ¿El
- S í - me decía a mí misma ; mañana a las nueve vendré . homb re se estaba secando sus ojos? ¿P O  qué tenía que conmo
Muchas gracias por su amabilidad. verse?
El joven me estrechó la mano, y sonriendo nos separamos. ¿ E s t a rí a usted di spuesta a tomar un examen es peci al antes
Hice lo mejor que pude para planchar mi mejor vestido, de que hagamos pla nes más defin id os respecto a su pedido?
ocupé mi lugar en una larga fila para esperar mi turno de bao Oh, sí, encantada - a se ntí entusia smada, secando mis
ñarme, y me hice peinar en una peluquería después de intermina OJOS. ,
bles horas de espera. El hombre hizo algunos llamados telefónicos y fui enviad a
A la mañana siguiente, al llegar al lugar de la cita, mi alto a diferentes ofici nas para los exámenes. A la tarde volví a la pri
y joven amigo de mi tierra ya estaba esperándome. Me miró sor· mera oficina y el bondadoso anci ano me recibió sonriente:
prendido de la cabeza a los pies. U s t e d pasó muy bien l os exámenes - dijo co mplaci d o o Le
¿ E s t oy bien para la entrevista? - d i j e sintiéndome incó daremos un certificado de emergenci a y usted será incluida en un
moda por su escrutadora mirada. programa de aprendizaje mientras enseña, para prepar a rla par a el
- O h sí - d i j o mostrándose un poco avergonzado-o Se la examen final del Estado. Ha y una cuestión más: ¿qué religión
ve muy simpática. tiene:
Vacilé, no sabiendo qué decir. ¿Tenía yo alguna religión ?
Esta vez fui yo la que me sentí un poco cohibida. Rápida
Oí al hombre que decía :
mente nos encaminamos hacia el centro de la ciudad.
- Usted sabe, la Baviera del Sur es católica y la gente no
Me preguntó si podíamos encontrarnos al día siguiente pa quiere maestros de otras religiones.
ra ver cómo me habia ido. Luego me dio más consejos respecto a - Señor, yo soy católica - aseguré y busqué nú ce rtificado.
qué decir y se fue. Subí algunos escalones y entré en el edificio. ¿.Puede usted probarlo ?
Me sentí atemorizada y solitaria. En mi mano apretaba un Le alcancé mi ce rtif ica do de bautismo. Lo estudió cuidado
papel, el único documen to que poseía: Mi certificado de bautis· samente, comparó mi solicitud y el documento, se puso de pie
mo católico, todo lo que po d ía probar era que había nacido, y y me extendió la mano, diciendo:

fui bautizada y nombrada con el nombre de mi pobre madre


muerta. j E s t á usted empleada
Recibí algunas órdenes, un pasaje para el tren, y una carta
Casi sin darme cuenta me vi sentada frente a un escritorio de recomendación. Debía partir al día siguiente.
detrás del cual estaba un cahallero anciano que me preguntó muy ¡Todo parecía un sueño   i Ya no er a más una indeseable
bondadosamente: t ~ f u g i a d a sino otra vez una persona normal , respetable Repen.
¿Qué desea, hija mía? tmamente me convertí en una maestra contratada por el gobierno

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 44/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 45/64
SI ENCONTRE MI AMOR 91
- Por f avor, ¿podría ir de inmediato para ver a Sepperl.
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
- estaba grave men te enfe rmo. Mis pies vola ron por las escal e ras
s ta mi pieza pa r a bus car las fig uras y l uego pa r a baja r en di.
rección a la casa de Se pperl. Cua ndo e nt r é en la pe qu eña y os·
cura casa oí el lame nt o de la mad re de Sepperl. Mi Cora zón d jo
un vuelco. ¿Po r qué esta ba lJorando ta n de5con solad amente ? ¿N
podia hacer ob'a cosa mejor para el pequeñ o? Scp pe rl neces itaba
rep sc aleras ha ta su
silencio
me quedé oso. Hab
y helada. Sub íía corri
velasendo las e
encendidas s e y elpieza
y la madr p ad ry
e
estaban ar rod ill ado s al lad o de cama. ¡Sepperl estaba muerto
Con el corazón parti do me arrojé sobre la pequeña y del gada i·
gura y lloré, gri té, rogu é :
j Se pp erl, de spiértate j Sepperl , no puede ser verdad
Pero su rostr o estaba fr ío y sus ojos cerrados. Sus peque·
ñas y bla ncas ma n os estaban cruzadas y no se movían. Los padres
me conduje ron escaleras abajo y me contaron la historia. Habían
pensado que tenía un res frío y lo pu sieron en la cama. Cuand o
después de un rato vo lvió la madre para ver qué estaba hacien
do. parecía q ue se ahogaba. Enviaron a buscar inmediatamente
al méruco de la poblaci ón vecina. Cuando aegó, unas pocas ho.

ras desp
chico se ués,
sofo caba.nosticó difLeria y dio
diag muy pocas esperanzas. El

- La ll am aba a usted, mae stra - s o l l o z ó la madre--, pero


uste¿ se h ab ía ido.
Yo no sab ía cómo enseña r los días siguientes. En el fune·
ral me senté c on sus parientes por pedido de loe  padres y lloré
lan desconsoladamente que la ma dre trató de consolarme. Sí,
ella era una bue na católica, y creía que el niüo estaba en el ¡;ie·
lo. Pero yo 0 tenía esperanza. En verdad, asistí a la misa ;a·
tólica, porque eso era lo que tenía que hacer en esa comunidad,
pero yo no pod ía creer en la mayoría de sus doctrinas. No podía
imagin arme a mi Sepperl\"Olando como un angelito. Todo lo que
P?día ver era un rostro ausente y grave, pálido, en un pequeño

blanco.
~ r e t r o cuando cerraba mis ojos podía ver dos grandes
OJOS azules queYse llenaban lentamente de lágrimas. ¡, Por qué ')
¡Oh, destino ¿P or q ué?
. Me quedé al lado de su tumba 110 sabiendo t ué hacer. Repen.
hnamente sentí una fuerte mano tomando la mía y una voz ami·
gable que deda: .

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 46/64
ASI E N CO N T RE MI AMOR 93
92
CUANDO MU RI ERON MIS DIOSES

eño rita ma estra su s ufrimi ento no lo traerá de vuelta. zón por la c ua l mí supervisor no había enco ntrado mae stro para
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
ese lugar.
¡P or fav or, na llore más  
¿ Usted se da cuenta de mi edad s e ñ o r ~ pr eg ulité.
Levantan do la vista vi d os since ro s ojos azules, una masa
- S í señ or ita Appelt - d i j o incli n ándose - o Pero yo pienso
de cahell o r ubi o o ndulado y dos hilera s de blancos dientes en
que usted pued e ha ce rl o.
una gr a nde e in fa nti l soruü;a. E ra uno de los jóvene s agriculto
res de la regi ón a qu ien ha b ía si do pr e  entada algunas se manas - Trataré de com placerlo si uste d me a poy a - p r o m e t í .
El reto no era fácil. Empaqueté mis poca s pert enencias,
an te s en una fies ta de b odas . Dej amos la tumba j untos e hi cimos
el mis mo cam ino qu e reco rr í a mos tan a menudo c on mi pequeño visité una vez más la pe queña tum ba cubi er t a de nieve, ·y dej é
alumno. Mien tr as las somb ras de la tar de se alargaban le hablé
detrás de mí una com un id ad amigable y un joven m uy ape sa dum
ac erc a del inc id eh t< en clase. F ra nzl escuchó pa cien temente, lu ego brado.
¿Po r qu é mi corazó n no encontró un hogar otra vez? Yo no
ha bló. No ten ía un lenguaj e p ulido , no era un hombre instruido.
estaba se gura de que podría amoldarme al papel de e ~ p o s a de un
Su s manos e ran las mano s gra ndes, callosas de un agri cultor, acos
agricul to r de Bavi era. Hay un viejo adagio q ue dice que las flo
tum br ad as a mallteller la s riendas del ca hallo y manejar el arado.
P ero s us senc illa s pal abras me confortaron má s que cualquier res alpinas no prosperan bien en otros suelos; y qu e , por otra
parte l as flo res extrañas tienden a secarse en los Al pes. Yo sabía
filo s ofía profun da . Mi sentimiento de culpa y tristeza parecieron
alejarse; y cuando finalm ente subí la s escaleras hasta. mi pieza,
que era una flor extraña entre las niñas nativas, i y ellas también
me se ntí capaz de ha cer frente a la vida otra \'ez. me lo ha cí an sentir
¿Por qué acepté un trabajo tan arduo? Quizá fuera por mi
Franzl y yo ll ega mos a se r grandes ami gos . La comunidad
naturaleza . Cier tame nte era un desafío. Me entregué de nuevo,
co menzó a hablar de nosotros al aparecer en todas partes juntos.
con todo el co r azón, a mis muchas nuevas tareas desde l m ~ m o
A mí me impo rtab a po co todo eso. Uno de sus amigos me dijo qut'
....
los pa dr e s de Franzl le e ~ t a b a ha eiendo pasa r malo s momentos. comienzo. El alcal de de la villa fue comprensi o y bondadoso
y me ayudó a ha cer u n b uen comienzo. Unos pocos días m ás t ar d e
Era el hered ero de ulla la s granja s más ri cas de la región, y
se me ocurri ó una id ea excelente. La aldea vecina no hab ía po
yo, en comparación e ra tan pobre como una rata de iglesia.
did" abrir su escuela po r falta de maestro, y repentinamente pen
Pa ra Navidad me trajo una joya , herencia de familia que
sé en Ana M a ría la hermana de Rudy que estaba en el norte de
e ra ll e vada por la futur a esposa del heredero de di cha familia.
Baviera. Ha bía mos e mp eza d o a cartearnos después que se reanudó
¡ Yo lile qued é pas ma d a   Su madre me había enviado el regalo. El
el servicio po stal, y yo sabía que ella estaba buscando trabajo.
hijo había ga nado a la familia , ¿pero yo estaba lista?
Le ha b lé a mi supervisor acerca de ella. Se mostró muy entu  e' ias·
Dos semanas des pu és de Navidad re cibí una visita urgente
mado, a pe sar del hecho de que ella era luterana y la invité a
dr mi su pervisor. Necesitaba deses peradament e un nu evo ma e stro
venir a visitarme.
para una escuela de ulla vil l a que quedaba a veinte kilómetros al
Fue contratad a de inmediato, y desde el comienzo nos senti
sur. No era un tr a ba jo fá cil. Desde que l go bierno había estable
mos sumamen te co nt entas de trabaja 'r juntas. Hacíamos nuevos pla
c ido un ca mpo de re f ugiad os en la antigua sa la de bail e de la
nes juntas, p robábam os nueVD S métodos, nos ayudábamos mutua
villa, l número de es tudi an tes había crecido de tal forma que
no cabían en la únic a aUla de cla ses, y yo tendría que e nseñar en menle
departam en entom uchos deescuela.
de mi nue strosEra solamentey un
problemas viv íamos juntaqu
año mayor s en el
e yo.
dos turnos. No ha bía li bros, 110 había ayuda para la enseñanza,
Los alumnos h ací a n bueno s pro gresos, y los padr es comenzaron
tendrí a que enseñar ocho g rado s, tendría qu e desemp eñar la respon
a ~ c e p t a r n o s como su s amigos. Acostumbraban invitar a las do s
sa Lilidad de dir ecto ra des pu és de largas horas de clase, tendría que
senontas ma estras a los casamiento s los baile s v la s fiesta s re
tratar con la comunidad y una junta esco lar nada fá cil de com
ligiosas. E r am os conoci das también do mo buenas "bailarinas y co
placer. l trabajo era para asus tar a cualquiera. Esa era la ra-

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 47/64
94 CU AN DO M URIERON MIS D IO SE S ASI ENCONTR E IvII AMOR 9
menz am os a ll eva r un a v ida agitada con cornt antes aconte cmuentos
TeIlia que q u eda rme sola p ar a pode r orden a r mis pe nsa
7/21/2019 sociale s. La vida habí a ll egad o a ser casi normal pa r a nosotrasCuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
mientos. Me excusé para ale j arme de la casa tan pro nto como m
y aun place ntera; a p esa r de la falta de cosas materiale s, incluyen.
fue posiLle y en una p l o f ~ n d a c? ll.moci ón r egresé a casa j nm e
do el a limen to y el vesti do .
dialamcute. El pasa d o volvla a VIV I r y el temor se a pod eró d
y de re pen te, cayó una pi e dra - ¿ ,o fue una bomb a ?- en es mL Pero Ana María rebosaba de gozo. Ya le h abía enviado una
tas tranquil a s a gu a s de la vida diaria. Había si do un día de fe · carta a Rudy pa r a que vinie ra y había hecho un montón de p l a n
r iado escol ar , y hab ía i do a v isitar a algunos am igos de la comu ¡Y Rudy vino Era abril y las últi ma s nieves cu br ían la ti e rra.
ni d ad de am agri ultor
tró e i na ismi
ti ó p
enrim er a pas
q ue es cuela . Mi
a ra algunos igo el
días en su c me encon
cas a . Conoci endo Tarde en la noche, justo cuan do estábamos p or acostarnos, es 
cuché un golpe en la pu er ta y vi a dos ho mbres en traj es tle ma 
la cos tw nb re de la re g ión, me di c uenta de que él esta ba tratan
rino. Rudy esta ba dela nte de m í, delgado y macil ent o, mie ntras
de de obl ig arme a tomar un a decisión. Un muchacho no lleva a amigo, Riko, pa recía e mp u j ar l o de at r ás. Ambo s pa rerí an at e
una señorita a la ca sa de sus padre s a menos que tenga la honesta
ridos y ha mbrientos.
in tención de casarse. Me sentí incómoda. Pero accediendo a sus
ruegos visité a sus padres. - Bienvenidos, y en tr en - d i j e con una forza da ale gr i a, y
estreché las manos de ambo s.
Mientras estábamos h ablando sonó el teléfono. Franzl con 
testó, y me miró sorprend id o. Nuestro ho ga r despe día un ag r a dabl e ca lor y pronto tuvimos
listo alime nto calien te p a r a lo s cansados viaj eros . Ru dy no dijo
- Es para ti, M aría Ana. mucho, si no que se se ntó tranquil am ente tr a ta ndo de calentarse
- - ¿ P a r a mí? ¿Quién puede llamarme? Nadie sabe que yo los pies fJ'íos y moja dos. An a M a rí a se pr eocupa ba de hacer l u-
estoy en tu casa, sino Ana María. gar para los dos m uch acho s esa noche y yo tr at a ba de man tener

Ana lVIaría la que llamaba. Había encontrado un telé la conversació que sent ir l ást ima por Rud y. H a·
fono Era
en la oficina del alcalde. Parecía conmovida y excitada. bía cambiado n. No podía
mucho. menos
Toda su juvenil confia nz a ha bí a desapa r e-
cido, y parecía de pr im ido y solita ri o . Sa bía lo que él se nt í a.
a r í a Ana - d i j o - - , acabo de recibir una carta de mamá.
Todo U mundo se ha hía ro to , exa c tame nte c om o el mío, so lamen
La Cruz Roja Internacional ha encontrado a mi hermano . Está
le que él no bahía lo grado recog er la s piezas qu e habían quedado.
vivo y está en camino para ver a mis padres. Yo sé que él vendrá
a vernos. ¿Q ué le contestaré a mamá? La tensión cedió de spués de unos pocos dí as, y Ru dy y yo
poco a poco conv ersamos con más facili da d. Yo me vi gi l aba cui
¿ Qué podría decir yo? Franzl estaba a mi lado esperando
dadosamente para qu e mi corazóu no se desl izara otra vez, po rqu e
intrigado. Mi corazón y mi cabeza parecían dar vueltas como una
estaba más determi n ada que nunca a uo enamo rarme de nuevo de
calesita salvaje. Y Ana l\:I aría, en el otro extremo de la línea,
el.
lloraba y reía al mismo tiempo. Yo sabía lo que la noticia signi
ficaba para ella; adOl aba a su hermano. Bueno, le tenIa que Pero Rudy tenía la i dea ju stamente opuesta como me di cuen 
responder. ta más tarde, demasia do tar de.
Dile a tu hermano qu e será muy bien venido cuando nos
visite, Ana María Después de todo, querida, es el hermano de 1~ ~ h a > Se pero
había prop uest oa ganal'me tra
de termin aoción vez, y lo ue una
hizo Fobstin
llamaría a-
su tranquil (yo la
mi mejor amiga. Ana María, me siento sumamente feliz de .\ Ion) ganó la pa r ti da. ¿ Qué podía ha cer yo? El me necesitaba,
que esté vivo. Yo sé lo que eso significará p ara ti y para tu fami me amaLa. La idea de l casamiento me at em orizaba; no me sen
lia. Tú conoces mi actitud personal; en lo que a él re spe cta, es  l a lista para eUo. Pero a nunciamo s nuestro comp ro miso y encon
asunto suyo. Irarnos que habían comenzado nu estras düicultades.

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 48/64
CUANDO MU RI E RON l\US DI OSES AS ENCONTRE MI AMOR 97
96
Rudy era lute ra no nominal, yo católica. No una ve rd adera -Reverendo - d ecía pesarosamente- por favor, r ate de
7/21/2019 católica, pues no conocí a nada práctitamente del catolicismo. Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
comprenderme. Mi novio me nec esita. Yo no puedo abando narlo.
Curi osamenle, hab la sido bau tizad..'\ en esa iglesia como resultado Perdió todo, su bogar, su car rera, su futuro. Puede tomar un
de un prohlema fa mil iar. Mi madre, siendo adve ntist a del séptimo mal camino si le doy las espaldas. ¿No puede usted entenderlo?
dí a se habí a casado con papá contn los deseos de sus padr es. Mi Es una responsabilidad bumana.
padl-e, un hombre dw(¡ y amargado, no tení a religión. D e p u é ~ de Pero el hombre de ropas negras no quería entender. Sola.
mi nacimiento había obligado a mi madre a bautizarme en la igle mente sabía que Rudy no er a uno de su s feligreses y que la boda
sia católica. Furioso porque no h abía sido capaz de cambiar la fe no debía realizarse. Am enazó con no casarn os. Eso hubiera sido
de mamá a su religión, insi::,tió en es e bautismo católi co par a pro una catástrofe, porque la sola ceremonia an te el juez no sería
bar su poder. Yn nunca recibí ning una instru cción católica. Cuando aceptada como legal por la comun idad. ¡ Yo tenía que casarme en
comencé a enseñar en el li ur de Baviera, babí a tenido bastante tiem la iglesia catóHca
po para fami lia rizarme con algunas de sus pr ácticas. Cuidadosa Rudy no er a de mucha ayuda tampo co . Conservaba todavía
mente había observado cada movimiento de los otros fi el es, apren algunas costumbres de la mari na que yo no apreci aba del todo.
diendo la form a de adoración católica y así ad aptarme a las Cuando le hablé de mi conversación con el sacerdote se puso
cost umbres de la comunidad. fucioso .
El sacerdo te de la región, una figura t e r r y respetada , - ¡Dile a ese "ave negra" que se deje de molestar -e x p l o t ó
nunca se habia mos trado demasia do amigable. Cuando anuncié mi un día cuando volvió de l\-'lunich, donde estudiaba en la universi
ompromi so se tornó en nuestro enemigo. Como era la costumbre, dad-o Si no ces a de causar problemas, un día le voy a dar una
yo tení a que asisti r a un catecismo preparatorio para el matri· buena zurra
monio. Pu esto que Rudy ;1 eTa católico, no asistía a esas cla· -¿ Q ui e re s que real mente le diga eso? -p re g u n t é asustada
ses, y yo iba sola. y sorprendida.
E n veinte años de sacerdocio - d ecl ar ó el sG cerdote - , Sí, cada una de las palabras A s í se lo dije, palabra
nunca he casado a una de mis ovejas católicas C011 un hereje. por 1 'llah ra   a mi superior religioso.
Yo temía cada sesión. Cada vez el sacerdote tenía algo con· El resultado fue una "guerra fría" entre el sacerdote y Rudy,
tra Ru d y. Todo el asunto me c ausaba una gran angustia, puesto conmigo en el medio. Finalmente, yo me puse del lado de mi no·
qlle no estaba segur a si estaba haciendo las cosas correctamente. vio. Fui a ver al obispo para conseguir su permiso para casar
- ¿P or qué qu ieres casarte con el señor Hirschmann? m e me. Varios padres influyentes apoyaron mi deeisión; el obispo des·
preguntó un d í a- o Puedes perder tu recompensa eterna y que pués de cobrarme una suma de dinero y hacerme jurar que nues
mar te el infierno. tros niños serían criados en la religión católica, dio su bendición
- ¡ P uede se r porq ue lo amo -replicab:l con determinación. y la firma necesaria. Rudy se sintió triunfante; ahora el sacerdote
tenía que casarno s.
¿ P o r qué no te casas con uno de esos buenos muchachos
chacareros católicos de nuestra región? Quizá no pue das " amar· , Nuestro casamiento lle gó a ser un acontecimiento en la comu·

los", pero al final tendrás la vida eterna . nidad;


ciones. los alumnos y los padres
mis alumnos nos flores
arrojaron llenaron de regalosfilas
y formaron y aten
con
Yo odiaba esa idea. ¡Y el hombre sabía también cómo tocar
velas encendidas a lo largo del pasillo mientr as en trábamos en
los puntos más doloros os de mi corazón El romper co n mi chaca·
)a iglesia nueve veces centenaria, repleta de gente y ílores, y sa
rero amigo había sido uno de mis momentos más difíciles desde
turada de olor de incie nso . Con su rostro de piedra el sacerdote
l entierro de Sepperl. ¡Oh, cuánto necesitaba una madre, o un
nos unió en matrimoni o. Rudy estaba demasiado feliz para de
amigo de corazón pa ra ped ir su consejo  l - CM )

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 49/64
98 CUANDO MU RI E R ON MIS DIOSES :Capítulo 11
jarse a fectar p or y "tuvo más qu e dispuesto a ente rrar el
7/21/2019 ha cha de guerra, pero eí sacer dote no . Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
Después de \lna ele gante cen a, mi esposo y yo bailamos la
dan za de b od as de ac uerd o con la s viej as cos tumbres de Bav iera a ~ e
la Esperanza
mie nt.ras las otras personas f or ma ban un gran círculo y mi r aban.
Cuando ter mina mos nues tro vals, el resto de los hailarines se nos
unió. Much o desp ués que deJamos la pis ta de bail e, to davía p o·
dí amos oí r la mús ica de la banda y compás de mu chos pi es,
claram ente en las pr imeras horas de el la mañ an a. Sí, h ab ía sid o
una ocasión de gala, pa r a todo el mundo. Los ald ean os haJ:>l a. RUDY estaba desesper ad o. Su amor por mí parecía ahondarse
ron del cas amiento de la señorita maestra por mucho t.iem po. a medida que aumentaba n nuestras dificultades insolubles. ¡Si
No tuvim os luna de miel. solamente el sacerdote dejara de combatir Yo estaba cansada de
Rudy tuv o que volver a la universidad después del fin de se· todo eso.
m an a y yo con tinué enseñando. No le ag ra d aba de j arme cada Mis clases eran mi úni co ref ug io y remanso de paz. Los
lunes de mañana, porque mi salud comenzó a falla r otra vez. Adel- alumnos y yo nos entendiamos p er fectamente. Nos amábamos mu-
gacé mucho, me puse pál ida y comencé a temer la oscuridad. tuamente y armonizábamos a las mil maravillas. Eso era todo lo
E l sacerdote no había cesado su antago nismo y la vi da parecía que yo deseaba . El resto de mi v ida era agonía, fricciones, pre-
más y más difícil. Rudy y yo tu vimos momentos di fíciles al ajust ar siones.
n uestra nueva manera de vi vir . Amb os tratamos sin cera mente y Rudy, como de costumbre , dejó la casa después de un tor-
con ded icac ión de salvar nuestra unión, pe ro ca da vez nos desli- mentoso fin de semana para ir a la es tación de ferrocarril que
más más la y ra ñ
zábamos
pués de nuestro y primer
en añoincompren sión
de casamie el exfue
nt o, que t una ami ento. Des-
pes a dilla, distaba varios kilómetros de la escuela y tomar el tren a Munich.
Su corazón estaba abatido. Que ría s l v ~ r nuestro matrimonio. Vi·
me convencí de que había hecho un er r or en casarme con Ru dy . víamos en mundos diferentes y no podíamos concordar. Constan-
Quizá yo no era una buena espos a; quizá tuviéramos ca r act er es I.:menle chocaban nuestros p rincipi os éticos. Sus ideas acerca de
in compatibles; pen sé qu e había encontrado un nu evo comlel12o , la vida y el éxito estaban muy a partadas de las mías.
pero pa r ecía solamente el comienzo de un am argo final. Ru dy y Hasta nuestro casamiento, Rudy había e:stado ocupado en
yo estábamos listos p ara se pararnos. nna actividad comercial para mí objetable. Poco tiempo después
de ingresar en un camp o de prisioneros de guerra, comenzó a
?perar en el mercado negro de ci garrillo s. Su conocimiento del
Inglés lo ayudó . Compraba los cigarrillos po r un marco la unidad
R 10 soldados aliados y los vendí? '1 l  ls consumidores alemanes
POT_ i n o o siete marcos. Su negocio h ab ía prosperad o y era co-
nOCido en cierlos círcu los como el háb il " re y del ciga rr ilio .

Y( ces. tenía miles de cigarrillos almacena dos en su de partamen-


Nunca en su vida había hecho tra b aj o mantlBl ni pensaba
hacerlo.
di Yo odiaba este negocio i le ga l, e in sistía en que un a rdu
n de Ira bajo honesto no degrada a nadie.
(99 )

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 50/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

102 CUANDO MU RI ER ON MIS DI OS E S


http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 51/64
NACE U NA ES P ER ANZA 103
resa rle al decir esto, le exten dió un a i nvitación impresa en la
que se in dic aba el tiempo y el lugar de la s diferentes reuniones de esas cosas las vuelv o a recor da r. ¿P ie nsas q ue alguien est ar ía dis
7/21/2019 la iglesia. puesto a venir y darnos estudios jun tos ?
Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
Por cur iosidad y empecina miento, Rudy fue. La semana Para nuestra gran sor pres a los feligr eses de Muni ch pi di er on
siguiente se sentó en el rinc ón más ale jado del recinto, cerca de a un ministlJ que ,vis i tara n ~ e s t r o hogar. Per o,
la entrada. El predicador entr ó, saludó a ca da uno individua l. puesto a vemr? Te ni a que vI aJa r en tren, luego cam m ar va n o s
mente, of r eció t a oración, y comenzó a imseiíar. kilómetros 8 través de caminos nevados, pe rmanec er toda la
Rudy estaba totalmente aburrido. Cuentos de viejas se noche y regresar caminand o a la es ta ción de ferr ocar r il.

dijo fastidiado a sí mismo. Pensó en salir. No, no podía ser ¿Quién en su sano juicio haría tal es fue rzo solamente para
tan descortés. Después de todo, había venido por su propi a va· enseñar la Bibl¡ a a desco nocidos?
luntad. Luego oyó al predicador mencionar la religión cat ólica. ¡Dios premie al he rm ano Schne ide r ¡El lo hiz o   Venía ca·
Habló de la Biblia como de la Palabra de Dios. El pl'edicador da viernes de tarde, ya nevara , hu bier a tormenta, o sol y se p re 
comenzó a leer algunas extrañas palabras acerca del número 666 bcntaba en la casa con la m ay or sonr isa que he visto.
de un libro llamado Apocalipsis. Llevaba sus sesen ta y ci nco añ os con dign idad y vita li dad.
El predicador mencionó la historia en su estudio y Rudy Por meses nos dio es tudios b íb licos, a me nu do qu edán dose le
comenzó a escuchar más cuidadosamente. La historia había sido vantado con nosotros hasta tarde en la noche. A la mañana si·
una de sus materias preferidas desde la escuela pr - maria. Buen o, guiente teni a que levantars e a las 4. 30 y ca minar a tr av és de la
pensó Ru d y, la presentación es razonable, y tuvo que admitir que oscuridad, el hielo y la escarc ha , a la estación de ferrocarril. Lue
tenía sentido. Tomó nota cuidadosamente para no olvidar los go viajaba a las montañas p ar a servir a un pequeño grupo de
argumentos para poner en aprietos al sacerdote. creyentes el sábado de mañana.
Aunque no tuvo oportunidad de ver a su enemigo, asistió al Nada podría habem os impresiona do m ás que su alegre y
segundo estudio bíblico y luego al tercero, y también al cu a 110. natural servicio cr istiano, que con tem plábamo s con asombro.
Había comenzado a interesarse sin que él mismo ,lo recono ciera. Sin emb argo yo sentía pegar por ese ministro. Rudy nunca
- Q u e r i d a - m e dijo un d Í a - esa gente parece tener algo habi:... demostrado tal interés a ntes, y yo me daba cuenta por qué.
que nunca he encontrado antes. Todo el asunto me tiene pe rplejo. Hacía a ,'eces al pas t or Schn ei dcr int er minables y estúpidas p re
¿Cómo la gente puede ser tan diferente? ¿S abes? Esa gente tiene guntas.
algo que yo deseo. No es que yo qu ie ra unirme a esa secta, pero Se hab ía dado cuenta, después de un corto tiempo, que su
qu izá pu e da aprender lo s ufi ciente pa ra que ello me a y ude a ser plan original de una vida cr isti ana no po dr ía con cre tarse. Sabía
un hombre mejor. Despué s de tod o, qu er ida, haré cua l qu ier cosa que era una cuestión de to do o nada, y no est aba dispuesto a
pa ra salvar nuest ro ma trimon io, y puede ser que si am bos a pren r e n ~ r todo, así que comenzó a b us ca r tr a mpas, trampas para el
demos lo suficiente d e la vi da cri sti ana to daví a pod am os evitar la predicador.
se pa ra ci ón. . En un negocio de libros us ad os Rudy encontró una vieja Bi
Moy] mi cab eza en señal de asenti miento. biJa. La estudió con p asión, aun a exp ensas de su estudio de le-

- Sí, R ud y, p ode mos intenta rl o. Las cosas que tú has o íd o nO yes. Pera
Itar al pre{hcador de suestaba
meta que eda no era conocer
búsq uequivocado, pa ra q uea no
Dios, sino
vi nier p r o-.
a más
son nu evas pa ra mí. F ui ense ñada desde niña en esa forma de vida,
sólo que nun ca te lo m encioné p orque pe nsé que no te interesa rí a . . . ¡Pastor Schneider ¡ Bondadoso y paciente ho m bre de Dios
Pero si tú quie res estu d ia r más acerca de e ll o, ¿por qu é no estud ia Cuanto le agradezco po r sopor ta rn os tanto tie mpo Cua ndo quie ra
mo s juntos ? He ol vidado la ma y orí a de e ll as, pero al h abl ar me de que . Ru d y formulara una pregunta este vete rano sol dado de Dios
mantenía firme su terreno. Con una sonrisa bond a dosa rep li cab a :

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 52/64
04 CUA NDO MURIE R ON M IS DIOSES NA CE UN A ES PER ANZA 105
- ¿.Po r qu é no ab re usted su I3iblia  
. ? - c i t a b a un texto (canon 29). Había sido inco rpor ado a la legi slac ion de la iglesia
y nos pedía a un o de nosolros que lo leyé r amos en voz alta. Así en el año 451 que el domingo, la f ie"ta de la res urrección, debía
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
tení amos la respuf'sta. Nun ca dej é de mara vi llar me de su conoci 'er observado en lugar del sábado " ju da iz a nte". El sac erdo te
mient o de la Biblia. N unca usa ba sus pro pi os argumentos o inter me aseguró que este camb io er a la pru eba de la au tor idad de
pr etacio ne s. La BibHa h ab laba p or sí mism a, int erp re tándose tex· la Iglesia Católica pa r a ha bla r po r Dios en o ta ti erra. El ra
to por tex to . zonamiento del sacerdote me había satisfecho.
Durante esos meses nuestro matr imonio había ido de m al en Ahora, mientras escucha ba al pastor Schne ider, mientras ci

peor. y también mi salud. Rudy peleaba consigo mismo, con el


mund o y con Dios. A medida que el pastor Schneider nos enfrenta
taba, como de costumbre, de su querida Biblia, en mi coraz ón
libraba una tor menta. No era una cuestion de cre do, porque
ha semana tras semana con verdades que no podían ser des truidas vo sabía que él estab a en lo correcto. Esta ba di spues ta a cree r
por los argumentos de Rud y, una profunda convicción comenzó a en Dios, a aceptar a Cristo como mi S alva dor, reconocer mis peca
ganar nuestros corazones. do:;. arrepentir me, or ar; pe ro g uard ar el sáb ado estaba m ás a ll á
El invierno empezó a dar paso a la primavera y nuestro fiel de todas estas cos a.s ; no er a práctico, re alme nte imposible pa r a
maestro tenía que caminar a través del barro y el agua hela mí como maestra. Era r iruc ulo. Yo interrum pí:
da con sus zapatos agujereados, y nos dio otra lección. Yo temía - P a s t o r Schneider, usted tiene razón; el ~ á b d o es el sép
que nuestro querido hombr e terminara con una pul mon ía por timo día, pero us ted sabe que guardarlo no es práctico, casi
causa nuestra_ Pero él se limitaba a sonreír, a secar sus zapatos imposible. To me mi caso por ejemplo. Yo enseño de sde el l u
y medias al calor del hogar y a comenzar su clase. nes de mañana hasta el sábado de tarde. Perdería mi trabajo, mi
Edificando sobre Cristo, el centro de todas sus enseñanzas, departamento, mi sueldo, todo, si no enseño en sábado. Rudy ten
nos preguntó cómo un alumno o hijo muestra su amor hacia sus dría que abandona r sus es tudios en la universidad si terminara

padres o hacia su maestro. mi sueldo. yTendri


nu estramos quemoscomenzar tododede trabajo
nuevo. yPeestudio
rde ríamos
- Simple -c o n t e s t é -, por la obediencia y la bondad. seguridad os últi pocos años de
- ¡ Cor r ect o -contestó el pa stor Schneider- . Dios tiene nada valdrían. ¿.No cr ee usted que éstas son razones de peso?
el mismo concepto. "Si me amáis guardad mis mandamient os". El ministro so ru-i ó. Era una sonrisa cá li da, comprensiva.
Paso a paso fuimos conducidos hacia la cuestión del re S r a . Hirs chm an n, si usted cree en Dios, y cree que el
poso en el séptimo día, el sábado. Rudy argumentaba vehemente sábado es su día, ¿p or qué no deja que Dios la dirija y Ud. simple
mente mientras yo escuchaba. Yo sabía quién estaba en lo cierto. mente obedece?
Todavía guardaba recuerdos de mi niñez y de la observan cia del - Le diré lo que voy a hacer. ¡Cerraré la escuela el pró
sábado. y mientras los d os hombres hablaban, el pasa do se pre ximo sába do y usted, señor, usted cargará con la responsabilidad
sentó 11 í idamente. Veí a otra vez a mi madre en la hora de ado Pensé qu e eso lo pond rí a en su lugar. Me sentí satisfeeha
ración a la puesta de l sol, la escuela sabática y el servicio re acerca de mi rá p i da y decidida respuesta.
ligioso en nuestro humilde hogar. Me veía sentada al lado de mi - Herma na c o ntestó t ranquilamente el p r e d i c d o r   yo
madre repitiendo los die z mandamientos: "Acuérdate del día nunca lomaré semejante responsabi li da d. Pero d i j o señalando

sábado para santificar lo ". solemnemente hacia el ci el l r , hay


esa responsabilidad. Alguien arriba que tomará
i Ade lante y há galo
Cohocía tambi fl1 las razones de la observancia del domingo.
Durante mis clases de doctrina con el sacerdote, le ha bía preg un . Yo lragué sa Uva, avergonza da ante tal despli egue de sm 
tado acerca de la observanci a del domingo. ¿ M e ha bía dad o cendad y e honesta. Me di cuenta de que no te nía otra elecci ón.
respuestas precisas? Sí, la Ig le sia Católica había tr an sf er ido el ¡ M u y bien, lo h ré la pr óx ima sem ana y ver emos lo que su
cede
día de reposo del sábado al domin go en el Concilio de Lao djce a

NACE UNA ESPERANZA 107 53/64


http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann
1 6 CU ANDO MURI E RO N MI S DIOSES
ra nuestro mvorcio. Ya no negábamos que había un Dios perso·
R udy, aunque no estaba todaví a bien seguro acerca de sus nal que se preocupa por la gente y era (;apaz de ayudar. Allí
pr opias conv icci::: nes. me apo y ó. A la mañan a iguie nte anun cié, estaba el milagro semanal de la escuela cerrada, que n os recorda-
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
con un leve temblor de ro dillas, qu e no tendr íam os más clases los ba su interés y cuidad o diarios.
sábados. Poco después de que comenzamos a guardar el sábado, antes
Los alumn os , al pr incipio, se mostra r on sorprendidos, pero de que el pastor Schneider terminara sus lecciones con nosotros,
luego expresaron j ubil os ame nte su alegr ia . E se día, despedí a sucedió algo que nos llam ó poderosamente la atención. Nos ha·
una clase feli z ansiosa de r a su casa y anunci ar el nuevo fe· bía presentado las Jeyes de la salud y sus explicaciones eran ra·
riada de cada semana . zonables. Si Di os vio conveniente aconsejar al pueblo de Israel
Muy distinta me sentía yo. Muy nerv iosa esperé la to rmen- en la antigüedad contra ciertos artículos comestibles, porque esa,s
ta. Ve n dría de todos lados: de: los pa dr es, de mi supervisor , del cosas no eran buenas tampoco serían lo mejor para nosotros hoy
bur gomaestre, del sacerdote. ¿Qué sucedería? Dios, ¿estás re al- en día. Ya habí amos apr end ido acerca de los efectos dañinos dei
mente all í ? ¿Puedes ayu darme? alcohol y la nicotina y Rudy había dejado de fumar y de beber
No pod ía creer lo que sucedió. ¡La tormenta no vino Los cerveza. Yo no ten ía esa práctica, así que no tuve ningún pr o·
padres estaban encantados. Había tanta escasez de brazos pa ra las blema. Pero cuando la prohibición de algunos alimentos llegó a la
tareas agrícolas que los niños eran muy necesitados en .el hogar. carne de cerdo, el plato f avorito de Rudy, esto parecía demasiado
Un sábado lib re, significaba ayuda, trabajo barato que lib eraba estricto.
a l os a du ltos de muchas tareas que los niños podían 'hacer. Los Sin embargo, p ro ba ríamos. Era la vacación semeRtral de
granj eros apr eci ar on mi decisión y me lo hicieron conocer. El Rudy, y se quedó en casa por dos semanas. Como yo tenía que
b ur gom aestre ten ía un oído muy fino para escuch ar la opinión enseñar en dos turnos, disponía de solamente cuarenta y cinco
pública y mar ch ar en armonía con la gente. Mi superv isor pre- minutos para el almuerzo, y comíamos en la posada en frente de
fir ió no saber que tení a una escuela en su distrito que queb ra - la escuela. El ali mento era escaso, y nuestras tarjetas de raciona·
a la tradición y regl as del paí s. Mi escuela era, hasta do nde yo miento nunca parecían est ir arse lo suficiente, pero af0l1unadamen·
sabía, la única en toda Bavi er a que cerraba sus puertas en sáb a do. te la esposa del posadero er a mi ami ga. Estaba profundamente
A medi da que pasaba n las semanas, los sábados libres ll e· preocupada por nuestra delgadez y tr ataba en una forma maternal
gar on a ser un hábito en la comwIidad, y la gente dejó de peno de engordamos con ex tras" sob re n uestros platos dia ri os. Apre-
sar al respecto. No sucedió lo mismo conmigo. Yo esperaba, y ciábamos muchísimo nuestra buena fortuna. Después de meses de
me pr e guntaba de semana en semana, de sábado en sába do, qué hambre y privación, el al imento parecía ser la co sa más impor.
iba a suceder. ¿Cuán to tiempo continuaría una situación así ? tante en la vida.
En mi corazón comenzó a crece r una pequeña pl an ta. ¡Er a ¿Se preocuparía Dios de cosas semejantes? Si eliminábamos
tan pequeña y frág il al principio   La planta se llamaba fe, y la comida que se consideraba inapropiada, ¿nos darla él nuestro
Dios la h abía puesto allí por medio del pastor Schneider. De pan cotidiano? ¿Se apli caban tales reglas en la Alemania de
sábado en sábado esa planta crecí a un poco más a med ida que yo posguerra? No conocíamos a Dios to da vía muy bien ; solament
ap r endí a a espe rar en Dios. hahíamos oído acerca de él por el pastor Sclm eider.
Después que el pastor Schnei der term inó su ser ie de estu- Resolvimos no comer más alimentos prohibid os por la Biblia .
dios no vino más. Rudy no ba bía hecho todavía ninguna dec isión,
Con esa resolución entramos animosamente en el peque ño com edor
pero leía su Bi bli a regularmente, y a menudo hab lábam os y discu-
tíam os acer ca de cuestiones que nos intri ga ban. Nu est ra investi- de la posada y saludamos alegremente a nuestra amiga la esposa
gación y lectura habían mejorado las co ndici ones de nuestro ma· del dueño. La señora me hizo señas de que f uera a la cocina .
trim onio hasta el punto de que decidimo s esperar un tiempo pa·

108 CUANDO M URIERON MIS DIOS ES NACE UNA E S P E RANZA 109


http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 54/64
- La suerte nos acompaña - mur mur ó . Mi esposo encontró Las gallinas pusiel·on dos huevos caJ a día por varias se-
un lechón en el mercado negro. Lo mató esta mañana y tenemos manas. Para ese en to nces terminó el cerdo en la posad y el
carne adicional para vari as semanas. Por fa vor no lo mencione a menú volvió a la car ne Yacuna. Eso significó un fin feliz para
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
nadie. nuestra cocina ho gareña. Ahora teníamos un canto en nuestros
Yo e.nsayé una sonrisa y salí cQnfundida de la cocina para corazones porque sabíamos que el gra n Dios del uniyerso cuidaba
sentarme alIado de Rudy. de nuestras necesidades di ar ias.
El notó mi exp resi ón perpleja y le susurré la gran noticia. Rudy le llevó un tiem po rendir su corazóu, pero cuand o
¿ Qu é podí amos hacer? ¿Esa era la respuesta de Dios a nu estra llegó el verano esta ba listo.
decisión? Le pre guntam os si podríamos llevar nuestra co mida a ¿Podría olvidar ese d ía? El tren nos llevó a la ciudad, y
caminamos a la gran casa de baños al lado del r ío, donde la
nuestro departamento. La cocinera cargó generosamente los pla to s
con porciones de cerdo, una papa pequeña, una cucharada de iglesia había al quila do la piscina pa r a el bau tismo por inm erS Ión.
sauerkraut y nos fui mos a casa. Todav ía no sabíamos qué hacer Dos ministros bautizaron al mismo tiempo. Ru dy y yo pasamos
cuando nos sentamos a la mesa ele la cocina y pedimos la bendi juntos al agua y l os pastores n os bautizaron al mi smo tiempo.
ción sobre la comida. Cuando nos levantar on del agua nuestros co razones cantaban.
Rudy to mó mi mano y juntos subim os las gradas demasiado
Nuestro pe rr i to cachorro, un pastor ruso, que parecía eter
emocionados pa ra habla r. Des pu és de camb iar nos la ropa,
namente hambriento, olfateó l aire. Le di un pedazo tras otro
himos una cálida bienve nida de los miembros de la igles ia.
de mi comida, la carne de cerdo, mientras las lágrimas rodaban
Levanté los ojo s al cielo az ul de esa brill ante tard e asoleada.
por mis me jil las. Los alumnos ya estaban corriendo arriba, en el
Me parecía que estaba desper tando de un largo y opres ivo sue
aula de cl ase, y debía ir a enseñar en menos de treinta minutos.
ño. ¿Dónde hahí a estado hasta entonce s ? Allí había hab ido de
Estaba hamb rienta. No había otro alimento en casa y no
masiado temor y oscuridad. ¿Tenía yo derecho de entrar repen ti-
teníamos tiempo de conseguir alguna otra cosa. Además, el due
ño de la posada se quedó con nuestras do s tarjetas de r aciona namente en tanta
El brillo luztarde
de la ? estall aba en los ojos de Rudy. Apr etán
miento porq ue teníamos plena provisión en ese lugar.
dome la mano, me dijo alegremente :
Justo entonces oí un cacareo. Hacía meses uno de mis al um H e rm a n a Hirsahmann, vamos a casa.
nos nos había dado dos pollitos y un poco de grano para alimen tar
los. Ttnía a las dos aves en el depósito de la escuela esperando
que algún día pusieran algunos huevos. Finalmente pe rdi mo s
a esper a nza y decidimos fr e ír pronto nuestras dos esqueléticas
gallinas. Pero és e era el primer cacare o de sus jóvenes vid as.
Con curiosidad sal í a ver lo que pa saba. En el cajón con
paja había dos buevos pequeños. Una de las gallinas hab ía anu n-
ciado su tarea r uid osa y orgullosamente. Rudy me siguió, y por
un mome nto nos miramos en silencio. Cada uno sabía lo que es-
taba pensando el otro. ¿E ra ésta la respuesta de Dios? ¿O una
feliz co incidencia? ¿Se preocuparía rea lmente Dios de darn os dos
huevos cuan do estáhamos sin alimento? No ha bí a tiempo que per
der en interr ogaciones. Co rrí adeniro, preparé los huevos, los co-
mimos alegremente y corr í a mi au l a de clase.

 
http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 2 ' H E VISTO DIOS OBRAR UN M1LAGRO  " lil 55/64
mi despido por esa razó n. menu do me pr egun té por qu é Dios
detenta la tormenta po r ta nto ti empo y nos ma ntení a en la ex·
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann Años más tarde lo compre nd í.
pectativa.
·-¡Heristo a Ío s El sacerd ote hizo todo lo posibl e para sacarme de la esc ue·
Obrar u n Milagr o   ' ' ]a y de su com u nidad. Fu e a mucho s l uga res, escr ibi ó mucha s cal'·
las y predicó contra nosotros desde el pú lp ito los domingos. A
medida que los m s ~ p asa b an tuve que ver algo qlle hería mi co·
razón. La co mllni dad escol ar se d ivid ió en dos campos. U no del
lado del sacerdote y otro d el la d o de la maestr a. Los partida·
E L BA UTISMO no fue una cura mil a grosa para . nuestros pro· rios de uno y ot ra dis cut ían en los hogares , en las mesas de la po·
sada y aun en mi aula de clases, div id ie ndo a los vecinos y a los
blem as y malestares. A veces, las nubes oscurecían el sol. Ha·
bíam os discuti do por tan to tie mpo que ello era un hábito. ¿Aban. amigos.
do naría mos todo de golpe? ¡No, por supuesto El bondadoso y Yo me sen tía mu y ape sad umbrad a y mi estóma go comenzó
pac iente pastor Schneider, debe haberlo previsto, porque nos dejó a acusar el est ado de mi eSpíl"i tu. Lentam ente per dí la nueva
est e sencillo consejo: )onrisa que había encontJado y la paz de la mente. Después de
un profundo exa me n de conciencia y de or ación decid í presenta r
-  C u ando discutan y surjan diferencias entre ustedes, re·
mi renllllcia. La raz ón que di fu t" mi mal a salu d. El supervi sor la
cue r den el consejo de Dios: No se ponga el sol sobre vuest ro
aceptó bon dadosa mente y nos pr e pa r am os p ar a sa lir . ¿ Adónd e
eno j o . No vay a n a dormir hasta que se perdonen mutuamente.
¡namos? La Alem ania de la posgu erra no p od ia ofrecer casa
Lue go arrodíllense y hablen con Dios acerca de sus diferenc ias .
para vivir ni mueb les ni li be rta d pa ra mover se de un lu gar a otro
Seg uim os su consejo y salvamos nuestro matrimonio. Rudy
sin el permiso de la com isión de vivien das. Solamente los tontos
y yo éra mos tan diferentes antes de que n os bautizáramos que harían lo que 0sotro s hi cimos y así nos lo di je r on los que se
era im po sible congeniar. Yo era una persona fogosa, de gen io
preocuparon por nosotr os como pa ra d arno s algún consejo, es·
rápido y volu ble , pero me calmaba en seguida después de la
pecialmente los pa dr e s de Rndy que h abía n ido a vivir con A na
tormenta .
M u l a en ]a locali dad vecina. ¿Por qué aband ona r un tra bajo
Ru dy era reposado . Escogia cada palabra deliberadamente
promisorio, la ace ptación en la com unida d, un he rmo so y cáli·
con tiem p o y cui dado. Le ll eva ba bastante tiempo e nojarse, p er o
do departamento escol aJ , y volver al cam ino de los ref ugiados
así tam bién tarda ba en ap aciguarse. ¡ Pobre esposo   Yo era una
otra \'e1.? El padr e de R udy estaba especi al mente disg ustado. ¡Esa
re zongona por na tur al e za y por propia voluntad. ¡Cuán a men ud o
~ ~ ú p i d nueva re l igión   ¿. Qu ién hubie ra pen s ad o que su único
t uvim os que a rr odill arnos meses d espu és de nuestr o re nac imiento
hiJO el heredero de l o rg ull oso nom bre de la fam ilia , haría alg o
espiritual  
lan peculiar? Sin d uda al g una era su esp osa la que lo hab ía he·
Si 1mbia alguna p aJ eja in c ompatible ésa era la nu e st r a . Era·
t:ho tan duerente. Bueno, ¿ no lo h abían adve rtido ya sus p ad re s ?
mas t an diferentes como el día y la noche en ca da as pecto re·
La tormenta había come nzado y 11 0 me sentí a capaz de hac e rle
frente   \ ~ e doblegaba po r el d olor de mi estóma go ulc erado, la
querido pa r a un matrimonio fe li z. P e ro establecimos una re·

gla invar i able: Or ar ju n tos cada noche; esto parece muy sim· c l e ~ l ~ t n c l ó n y los ne rvios, dep r imid a y ll orosa la m ay or parte
pie, pero dio resultado.
rid l t e n l p O . Entonces el méd ico 11 0 5 dijo qu e nuestro pr imer niño
De semana en s emana apren dimos nuevas cosas. De sábad o e ~ l a b l l en camin o
. en sábado vimos obrar a Dios, porque mi escllela ceIró ese día
En la prim aver a nos muda mos a un a ltillo de Iloa granja.
durante un año y medi o. Con temor esperábamos cada sema na
na chimenea de lad rillos qu e pasaba por e l medio de la habi.
(110)

12 CUANDO MUR IE RON MIS DIOS ES


http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann "¡H E VISTO A DIOS OBRAR UN MILAGRO' 113 56/64
tación enviaba calo r tres veces al dla c uando el granjero abajo lamente seis marcos. Además tení am os ~ l I n o s billetes de banco
hac ía fuego. Es to venía hien mientr as er a el tiempo frío, p ero en un viejo sobre blanco. No era mucho, t l t r o pa recí a una suma
7/21/2019 no cuando llegaba e l verano. Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Anagrande,
Hirschmannporque casi no teníamos ninguna posesión material. Era
Ru dy abandonó sus es tud ios en la universidad de Munich. nuestro dieZmo. Lo ha biamos ido aparta n do (Iurante mu chos meses.
Sabiendo que ten ía que sos tene r a su esposa y a un niño, buscó No lo habíamos entregado al tesorero de lA igl esia po rq ue ra ra
tr a bajo. Yo quedaba en casa en n uestra p equeña pie za orando y vez asistíamos a los serv icios religiosos en Ja ci ud ad.
esp erando. Esa mañana tr aje el sob re después d e haber contado nues
i Qué días solita ri os   Hubiera sido algo mejor p ara nosotros tros últimos pocos m arcos y lo puse al l l\do de la caja de mo
dej ar la comun id ad. p ero no pod ía mos ha cerlo, po rqu e la s au· nedas. Tratando de contener mis lágrimas, tijje:
tori da des de ]a comisión de viviendas nos n egaría n el p erm iso. - - ¿Recu e rdas lo que el pa stor S chnei<itr nos dijo a cer ca del
Además, en la ci ud ad, con gr ande s sectores en rui nas, se h ub ie ra diezmo? Es el dinero de Dios, y nunca d ~ h e m o s toca rlo, ni au n
neces ita do una buena can ti d ad de di nero pa r a sobo rn ar a u cuando estemos en necesi dad. El dij o la ve- r d ad y nosotros lo sa
p ro p ie ta ri o para que nos a lqu il ara un lug ar do nde estar . bemos. Pero, Rudy. en el momento en (lite gastemos nu estros
Cada ta r de Ru dy vol via a la casa cansado y de sanimado. últimos centavos nos ver em os tent ad o s a O : a r ]0 qu e pe r tene ce
No podí a enco nt r a r trabajo con tantas desventa ja s co ntra él. E ra a Dios, p or lo tanto no debemos gua rd arl o olá s d eb a jo de nuestro
un r efugia do con ace nto pru sian o y aq uí los ref ugiados no est a ~ o , busca a la tesorera
techo. Toma el tren y ve m añ ana a la
ban en demanda, esp ecialmente los Saupre uss en (término a plica de la iglesia y dale el di n er o.
do a los alemanes del norte por los habitantes de Bavie ra) . Ade Rudy asintió con la c ab eza y sus tr is te s ojos revelaron lo
más, c orn o antiguo oficial nazi, el gobierno militar nor te am e r i que estaba pensan d o. Antes de que e r ~ no s a rr od il l a mos, y
cano lo vi gilaba de cerca. No se permitía entr ar a nin gún n azi esto era, en ese ncia, lo que le dijimos l Se ñor:
en el servi cio civil. Ru dy no tenía experiencia en n ingú n trabajo,
am ino. Hemos
salvo en las artes de la guerra. Su tarjeta de identificación lo dado - lodo
Señor, hemos
lo que ten íalle
mos finatrla de
ga dpooralnues nueVá fe. Tcú nos has olvi
cl asificaba como estud iante universita ri o, y los e mplead ores no dado. Si hemos hecho algo equi vocado y es nuestro cas tig o,
querían dar trabajo a los estudiantes, po rque no permanecían en te rogamos que nos mu est re s por qu é s0 "1<9i ca stigados, porque
el tr a bajo lo suficiente como para que lo invertido en su apren lo ignoramos. Nu e stro Pa dre, puede ser ( l ¡ ) e nosotros hayamos
diz a je pudiese recuperarse. Volvían a las casas de est udi o tan creido una men tir a, ela bora da por los hotn:IJre s; puede ser que
pron to como les fue r a posible. no haya Dios y nadie nos oi ga mientras ora miOS . Pe r o si tú existes,
Estas desventajas h ab rí an sido sufici en tes pa ra ap la star a oh Dios, revélate pr onto, porque no POd l"e'oo OS a vanz ar much
cu alqu iera, pero, ad emás de eso, Rudy no tr aba ja ba en sáb ado. tiempo más. T od o el mun do s ríe de nosot r(.. s y nue stro s propios
S u situa ci ón no p odí a ser más difícil. No p od ía encont rar tra parientes creen qu e esta mo s locos . Oh, SeñGr , si tú existes, danos
baj o ni siquiera como cav ador de zanjas o barrendero. ayuda pron to y esc ucha nuestr os rue gos, })é-rqu e te lo pedi mos
Después de va d as se manas comenzó a desesperarse. Yo h a en el nom bre de tu Hijo Jesús, en quien n <ls ') tT os ah or a creemos.
bía tr ata do de mantener u na sonrisa en mi rostro, pero la nue Amén.
va vida que abrig aba en mi seno c recía, y ansiosa ment e cont aba levan stra rod coI} co pe
las semana s hasta l nacimiento de nuestro hijo. Nos
dumhrados, p ertamos deí nue
o so nre y sa ludé ilud
s a R lasy c QllI lolass marazones a sa
nos mientras
Nos alimentábamo s lo más f rugalme nte posible, pero nues se alejaba. Luego, tan pro nto como se f u ~ m e a.rr o jé sobre la
tro aho rr o de poc os ma rcos pron to se escurr ió como la nie ve bajo cama y llo ré. Quizá el pad re de R udy t e n d razón. Quiz á tod o
el sol p ri mav eral. Una maña na tuvimos qu e se ntar nos y hac er fuera por mi cul pa. R udy ha b fa ac ep tado l¡tresua nue Va religión
fre nte a lo  ' hechos. Co ntamos nuestro diner o. Nos que daban so. sobre todo p orq ue él me amaba y desea ba ~ l v a r n uestro matrí-
8-cMD

114 UANDO MURIERON MIS DIOSES ¡H E VISTO DIOS OBRAR UN MILAGRO " 115
http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 57/64
monio. Por supuesto, él creía en Dios, pero de algún modo toda su El Señor Bauer habló con Rudy brevemente y lo empleó.
experiencia religiosa estaba li gada a su amor por mí. Yo sentía y pensar. querida -reflexionó Rudy-··- , que por tantas
una gran responsabilidad, po r que Rudy esperaba de mí la direc emana:> bmoqué trabajo por todas partes, pero no lo encontré
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
ción en asuntos espirituales y he aquí, yo había cometido un hasta que entregamos nueslro diezmo a Dios. Solamente pasó me
error, porque había conducido a Rudy en nuestro matrimonio a un dia hom deílde ese momento habta ellconLml ese trahajo. ¡Ahora
camino sin salida, o por lo menos así parecía. Mi corazón cl amaba yo que Dios vive y lue él tiene cuidado de nosoLros
a Dios, y mis lágrimas se mezclaban coJt mis plegarias. Dudas y Elevamos una plegaria diferen¡e noche, una plegaria d
oscuridad me oprimían como una niebla. Faltaban seis semanas agradecimiento y alabanza. Ni aun el opresivo calor de nues
para el nacimiento de nuestro hijo y nada estaba preparado, nl:\da Iro altillo nos molestaba, porque estábamos muy Jelices. No;; sen
nos quedaba. Oh, Dios, ¿por qué? talnos frente a la ventana abierta y contemplamos las rutilantes
Cuando Rudy volvió, yo traté de mostrarme valiente y tran ~ t r e l l h mientras nuestros corazones hablaban con Dios.
q uila por el bien de él, y aun le sonreí cuando entró. - D i o s --Imploré humiJdemente-, perdona nuestras dudas;
Para mi sorp re sa una gran sonrisa il uminaba el r ostro de porque ahora sabemos que tú existes: y no solamente eso, sino
Ru dy.
que tú erel amor.
- ¿ Qué sucedió, qu eri do? regunté temiendo creer a Las estrellas parecían sonreír mientras t.itilahan. Ellas me
mis propios ojos. . recordaban el tiempo cuando Rudy y yo nos encontramos por
primera vez, y nos sentamos sobre aquel tronco para mirar a
L i e bli ng (quer ida ) , encontré un trabajo hoy, dijo tomán
dome en sus brazos. nuestra5 amigas, las estrellas. Entonces el amor comenzó a unir
Luchando por contener las lágrimas le rogué que me expli nueslros corazones y ahora otra vez el amor tejía su tela. Pero
esla. vez era un amor más grande, porque Dios estaLa en él.
ca ra .
Ru dy me di jo qu e había luchado con la tentación y el des
El nuevo t¡-ahajo de Rudy no era muy bueno, ¿pero qué im.
áni mo mienlras camin aba los la rgos kilómetros hasta la estación portaba? Rudy estaba dispuesto a hacer casi cualquier cosa y yo
de fe rr ocar ril y mien tra s viaja ba a la ci uda d. Ha bía orado fe r- dispuesta a estrujar los centavos. Por primera vez en su vida un
vo rosamente y había ido dir ectamente a las ofi cin as de la ig le hijo de la familia Hirschmann hizo trabajo manuaL Tenía que
sia pa ra encontrar a la señora que manejaba las finanzas. T enía hacer paquetes desde la mañana haslll la tarde y luego llevarlos
a la terminal de ferrocarriL La fábrica en la cual trabajaba
temor de gu ar da r el dinero del diezmo en su bolaillo mientras bus
coníeccionaba ropa de deporte y de esquí. l propietario de la
caba tr abaj o ot ra vez.
compañía había sido una vez campeón de esquí. euyo nombre,
La señora, sorprendid a y co mp la cida cuand o Rudy le entregó
el di ner o, le preguntó cómo nos iba . Rudy le habl ó acerca de
mas la calidad de su mercadería ayudaron al crecimien to de la
compañía. El número de paquetes iba creciendo y Rudy a me
nuestro hijo que estaba por venir y de su gran neces id ad de tra
nudo tenía que Irabajar horas extra::;.
bajo.
Nuestra niña lambién había llegado. La llamamos Christel.
- Espere un momento l e di jo la señora mientras tomaba
Era . el bebé más hermoso que había venido a este mundo. Na
el tel éfono y ha cía varios llamados. Luego vol vi éndose a Ru dy le
luralmenle 6ra tan pequeña que la gente parecía ver solamente
dijo:
- Hermano Hirscbmann, pienso que he encontrado trabajo sos largoí> cabellos negros, sus grandes ojos castafíos y sus lar.
gas y OScuras pestañas. Le pusimos el nombre de la mamá de Ru
para usted. Vaya a esta dirección y pregunte por l señor Bauer.
dy y los ahueIos estaban lan contenlos que no hacían más que
Le dio la dirección escrita en un pedazo de pa pel, y Rudy,
aunque demasiado sorprendido para agradecer mucho, le dio calu ~ : ~ I a r de s u ~ i e t a Pronto .nos dir:t0s c u ~ n t a de que no podíamos
Jar n la nma en ese altillo calIente SI no queríamos perderla,
rosamente las gracias a la señora y salió rápidamente.

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 58/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

118 CUANDO MURIERON MIS DIOSES


http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann _ _ C  pífulo 3 59/64
Rudy dejó el trabajo antes de la puesta del sol. Cuando vol-
ViÓ el lunes de mañana el dueño de la compañía lo esperaba.
El jefe de personal le habia dado permiso, pero no había infor-
7/21/2019 mado al dueño del nuevo arreglo. Cuando éste 10 supo se enfure- Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
ció tanto que ni aun [a lengua bávara le dio los medios adecuados
para expresarse. Le dijo a Rud) que era i haragán, un hipó- F r e n ~ e U a
crita, un pelele, y culminó la retórica amenazándolo con despedir- ventura
Nueva
lo el próximo o cualq uier otro viernes.
os puños. Nunca antes en su vida alguien le
habíaRudy apretó
hablado asÍ.l Había dado ól· denes por muchos años, y ser
tratado como un sirviente era pal a él una nueva experiencia. muy
dolorosa. Pero procuró mantener l boca herméticamente cerra- L PATRON lo recibió todavía co n palabras más duras y con
da . Después que su patrón hubo fi nalizado, se fue tranquila- voz más fuerte cuando Rudy apareció el lunes en el trabajo.
mente a su lugar de trabajo. Me llamó durante la hora del al- Todo el personal escuchaba en suspenso el rugido del león. La
mUeI zo, y prometió dejar de trabajar el próximo viernes antes misma amenaza culminó la filípica, mientras Rudy permanecía
de la puesLa del sol, sin hacer ca so de las consecuencias. Le ase· de pie en silencio.
guré que estaLa co mpletamente de acuerdo con él. Mi esposo dejaba el trabajo cada viernes antes de la entra·
Oramos duranle la semana y los miembros de la iglesia tam- da del sol, y cada lunes antes de que baj ara las escaleras para
bién oraban pOI nosotros. ir al trabajo, me decia:
Antes de la puesta del so] Rudy salió sin ser notado. Sa- -Schatzi ten las cosas lista s. Hoy creo que realmente voy
bía que su situación era conocida por los otros empleados, y tI - a ser despedido.
do el mundo estaba pendiente de la batalla entre el empleado y El Apatrón
vierno. veces amenazó, gritó,
eso parecía escarneció
al goy más durante
de lo que Rudytodo el so-
podía in-
el empleador.
El lunes siguiente el patrón lo esperaba otra vez. portar semana tras semana. Sin embargo, la oración nos sostuvo.
Durante esos meses vimos que el señor Bauer venía más re-
gularmente a nuestra iglesia con su esposa. Un día, ella comentó
suavemente:
-Desde que ve lo que es tá sucediendo co n ustedes, per-
onas recién bautizadas, mi es po so está más interesado en nues-
lra religión. El Señor está ve rdader am ente con ustedes y está
ablandando el corazón del patrón. Permanezcan fieles. Dios los
está usando como testigos suyos.
Llegó la primavera y los días se alargaron nuevamente. Rudy
podía trabajar los viernes de tarde hasta la hora de salida,
y el patrón se sintió tranquilo otra vez. Algunos miembros de
nuestra iglesia pensaron que habíamos ido demasiado lejos, por·
que el patrón decía a lodos los que querían escucha rlo que nun-
ca I ás emplearía olro adventista de) séptimo día. ¿Habíamos
arrumado la oportunidad de otros adventist as para emplearse
porque habíamos tratado vehementemente de cumpl ir la letra de
(119)

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 60/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

122 UANDO MU R IERON MIS DIOSES FREJ'I,1E A U 'lA NUEVA AVENTURA 123
http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 61/64
- Señor - c o n testó Rudy en su f orma tr anqu i l a - en este ra bajo de responsabilidad . El du('ño no podia mellu > ti
t a r de acuerdo cuando el señol' Bouer le señalaba 'lue Dio,
momenlo no tengo ning una solución pa ra el pr oblema . Pe ro po
demos rogar a Dio s acerca de l mi smo. e ~ t a b a bendiciendo el departamento de exporlac i óJl . E"to cra ple
7/21/2019 EL patrón pa recía djspuesto a arroja r a Rudy de la oficinCuando
a: Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann
namente visible.
- - ¡ Usted y sus to ntas oraciones de viejas - l e extendió a ¡, Podiamos pedir algo de lo que tClIiamós? ha llÍlI
Rud y la carla y a ña d ic>--: ¡Aq uí está i Preocúpe se de ella y D i o ~ -andado todo ( 1 camino adelante? f,No estaban : 11:; 1 l l < 1 0 0 ~
veremos lo que su D ios pue de h acer   ~ e ñ a l a n d o hacia un fiel scrvicül en la nueva profesión de R u d r
Oramos como nun ca an tes, porque querí amos est ar segu ros omo un re spelable g e r e n t ~ de negocio >'
de que era fe y no pres unción l o q ue nos mov ía. ¿ Ho nra rí a Dios De:.di.' 1945 yo bahía acariciado un sueño, flue m,is tarde
la fe de Rudy de l ante de su pa tr ón? Como siempre ped im os a Rudy compartió conmi/to. ¡Qut'damob ir los E:ilaUOs Unido,,
nuestr os amigos que se uni eran a nues t ras peti ciones a Dios. Lle j Bueno Sería :. ó)o un :)ut'ño, pues 110 teníamos opor tullidatl de
gó el viernes y no habíamo s re suelto el pr ob lem a. Rud y salió ir .
solemnemen te para su traba jo después de la ple g aria m atu tina sa Poco después de que llegamos a ser adventisla" del ~ é p t
biendo que otra vez est aba al bor de de ser despe d ido. Yo con ti nué lolieitamos un préstamo y un garante por medio del ~ c r v h i o
día
oran do mi entras me prepa ra ba para el sáb ado, y tr ata ba de todo mundial de la iglesia para cumplir nucsu'o:; anhelos. Se hahia
cor az ón de no pr eocupa r me. . ncontrado el garante y ¡;e había aprobado el préstamo Nucstras
U na hora antes de la puesta del sol, mie ntr as Ru dy estaba speranzas habían C1'ec-ido especialmente durante ese terrible iJl
ordenando la s cosas antes de sa li r , sonó el teléfono en el de vieroo cuando Rudy casi perdia su tr abajo de un lunes a otro.
p ar t am e nto de expor tac ión. Era el nor teamericano que llamaba Pero no llegaba la , isa de innllgl'acióll. AIgwlOs de ll Uf'stros me·
desde Hamhurg o, y decía: jores amigos refugia dos ya se habían ido a Jos Estados Unirl05 y
- Señor H irschmann, ten go una cita con usted mañana de f10S escribían cartas maravillosas acerca de la ab u nda neia de ali.
m añana para ver su mercade rí a. Lo si e nto mu cho, p er o no p u ede menlo v locaciones allí. Varias de nuestras c ar tas al consu lado
ser mañana. ¿Se ría usted tan amable de concederme la ent re vista n o r l e a ~ e r i c a n o quedaron si n contestar, y lentamente abundona
el domingo de maña n a? mos la esperanza. Pero un día de 1951 reribimos una nota r¡ue
¡Si lo estaría Ru d y estaba más que contento de recibirlo el nos anunCiaba que un oficial del cle nos visitaría. Estábamos i n
domi ngo. Des pu és que el cabal l el O colgó, Rudy fue pres u ro so trigados. Traté de hacer que nuestro humilde hogar b rilla ra para
a la oficin a de su pa tr ón para comunicarle la no ve dad, y deci rle: ser presentaLle a lal huésped.
- S e ñ or , ¿puede ver uste d cómo Dio s es capa z de conte star El hombre uniformado llegó _ Después de una corta conver·
la or ación ? sación supimos que <> saLía todo acerca de nu estro adie"tram ien-
ueno, sí, fue una coincidencia afortunad a c on testó son to militar. Nos dijo que lamentaba informarnos que teníamos
rien do el p at ró n - o ¿Pero qu ién e star á aq ui el dom i ngo? pocali esperanzas de entrar en lo;:; Es tados Unidos_ Rudy ha·
- Señor s e ofreció Rudy - yo ten dré mucho gus to de es
tar a qu í y atender a e se hombre. El doming o es mi pr imer dí a de
y
oía e ~ l a d o empeñado en batallar contra l o:; E ~ t a d o s U 1 l t l o ~ qlle
la le}' prohibía la enlrada a ex oficiales como él. Mi esposo
tra b ajo de la semana.
~ m e r g i d o
Después de eso, varias veces sucedi er on cosas seme jant es, asintió. Sí, era riel·lo. Dos vere \ había en l as proxi
midades de Flonua. unu vez lan cerca como para ver las Iu
de manera que el dueño pudo ver qu e los incidentes no er an me
nes de l\1iami. Su misjón era hundir buques y había re a li zaJ o
ras coinci d encias. El Señor nunca de f raud ó a Rudy, sino que lo
u ~ h u ~ n IraLajo, Ahora te n ía que pagar el precio por d l o ~ Muy
bendijo y 10 gui ó ma r a villosamen te. Esta ba bien encami nado en
lllCIl, Si era así no iríamol:i a Nor t eaméricn y asunto conduido.
la senda del éxilo: Tenía seguridad fin anoiera, un automóv il y un

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 62/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 63/64
7/21/2019 Cuando Murieron Mis Dioses - Maria Ana Hirschmann

http://slidepdf.com/reader/full/cuando-murieron-mis-dioses-maria-ana-hirschmann 64/64

También podría gustarte