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TEMPLO DE HUARO

La iglesia de San Juan Bautista de Huaro es de una sola nave, techo de tijeral y tiene
coro alto. El templo fue decorado en 1802 por Tadeo Escalante, mestizo de Acomayo,
quien adornó a pincel todo el recinto con coloers muy andinos. En el muro de la
Epístola pintó entre otros murales un Santiago Matamoros, a San Alberto Magno con
facetas de su vida y la Adoración del Niño Jesús y, ya en el sotacoro, el Infierno con
Luzbel satanizado en su trono y los cuerpos desnudos de los condenados. Este cuadro
es notable por los suplicios de tales condenados (entre los que hay obispos y frailes),
por su variedad de demonios, por sus animales monstruosos y por los castigos
especiales a los lujuriosos, ébrios y calumniadores, habiendo también la gran rueda
garfiada para los mal culpados y un desfile final de las almas perdidas desde las
escaleras hirvientes a la boca del dragón que oficia de puesta definitiva del Averno.
Hay cintas parlantes de color blanco y fondo rojizo y oscuro conforme a un ambiente
infernal.
En el mismo sotacoro, al lado de la portada está la muerte del pobre y la muerte del
rico, y al otro lado, pasada la puerta, El Arbol de la Vida y la Campana de la Muerte,
esta última tañida por Cristo mientras su Madre intercede y un esqueleto termina
derribando el árbol con un hacha. También en el sotacoro, esta vez en el muro del
Evangelio, está la Resurrección de los Muertos el día del Juicio Final, apreciándose la
puerta del Cielo, la boca del dragón (la puerta del Infierno) y la presencia del
Purgatorio. Siguen la escena del Descendimiento de la Cruz y del Triunfo de la Muerte,
representada ésta por un esqueleto con guadaña y reloj de arena.
Sobre los arquillos del sotacoro está pintada la Coronación de la Virgen. Todo es
pintura pueblerina pero de hábil pincel muralista, subiendo los decorados por las
paredes hasta la techumbre de la iglesia, para culminar en un artesonado pintado
sobre el presbiterio que es anterior a la obra de Escalante.
El altar mayor es barroco, dorado, no rico en tallas pero con el frontal, sagrario,
gradillas y tabernáculo forrados de plata. Hay en el muro del Evangelio un altar
renacentista advocado a la Virgen de los dolores entre cuatro estatuillas de santos. Es
obra primorosa y se remonta a fines del XVI o inicios del XVII.
Finalmente, el púlpito también es de corte renacentista, pero luce muy remozado. El
coro alto, por último, posee un órgano policromado de tubos que tampoco debe pasar
inadvertido.

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