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Historias de viaje y exploración[editar]

Oriente Medio[editar]

Grabado por Jörg Breu para una edición alemana de la historia de Ludovico de Verthema (1515).

Durante su viaje a la región de Arabia, en 1503, el explorador italiano Ludovico de


Varthema creyó haber visto dos unicornios en un recinto de La Meca, aparentemente
enviados por un rey de Etiopía como prenda de alianza para el sultán de la ciudad. 147 Al más
grande, «bestia orgullosa y discreta», lo describió como del tamaño de un potro de un año y
un cuerno de cuatro palmas de largo, pezuña partida de una cabra, la cabeza y los pies como
de un ciervo, el cuello corto y el pelo corto colgando de un lado. 148 Idaith Aga, embajador del
Soliman en el corte del emperador Maximiliano, habría visto rebaños enteros de este
animal.149 Según Paulus Venetus, los unicornios del reino de Basman disfrutan revolcarse en
el barro, al igual que los cerdos, y son casi tan grandes como elefantes, con el pelo de camello
y cabeza de jabalí.149
África[editar]
En su Relación de una embajada al Preste Juan (1565), el viajero portugués Jodo Bermúdez
indicó que un animal unicornio, similar a un caballo pequeño, puebla las montañas de Abisinia
—Etiopía—.150 En esta misma región situaba el cronista italiano Paolo Giovio (1485-1552) a un
«potro de color ceniciento, con crin y barba de cabra, armado en la parte delantera de su
frente con un cuerno de dos codos (...) pulido y blanco como el marfil, pero abigarrado de
colores cálidos».151 André Thevet mencionó unicornios en Sudáfrica, el Cabo de Buena
Esperanza y Madagascar,152 mientras que para Luis del Mármol Carvajal, viajero español, el
hábitat de este animal era «la alta Etiopía, en las montañas de Beth o [de] la Luna». 80 También
el franciscano Luis de Urreta ubicaba al unicornio en las montañas de la Luna —una manera
de designar a las cumbres del Alto Nilo—, pero reconocía que lo inaccesible del lugar le había
impedido ver personalmente algún ejemplar.153

Grabado que representa un unicornio en la traducción al alemán del De Animalibus de Alberto el Grande
(1545). La silueta del animal se asemeja tanto a la cabra (pezuñas partidas, pelo más largo en la parte
posterior de las patas, perilla) como al caballo (fuerza muscular, pecho, melena, forma del cráneo). 154
En 1682, el capuchino italiano Jérôme Merolla da Sorrento diferenciaba el monoceros europeo
—que cree desaparecido— del unicornio que había observado en el Congo, una bestia del
tamaño de un buey y, únicamente los machos, con un solo cuerno en la frente. 155Según él, los
lugareños utilizaban este cuerno por sus propiedades medicinales.
Una de las historias que ganó más difusión a finales del siglo XVII y todo el XVIII fue la del
padre jesuita Jerónimo Lobo.156 En 1672 describió así a un animal unicornio de Tonküa, en la
provincia de Agau, reino de Abisinia: 157
Tiene el tamaño de un caballo pequeño, de pelo castaño casi negro; la crin y la cola negra, cabello corto
y escaso (...) con un cuerno recto de cinco palmas de largo, de un color que tiende al blanco. Todavía
vive en el bosque, es un animal muy temeroso y apenas se aventura en lugares abiertos. Los pueblos
de estos países comen la carne de estas bestias como la de todas las demás que les proporcionan los
bosques.

Testimonio de Jerónimo Lobo, citado en Melchisédech Thévenot, Relaciones de varios viajes curiosos,


1672, volumen IV.

Portada de De unicornu observationes novae de Thomas. Bartholini (1678).

Lobo procuró diferenciar este unicornio del rinoceronte, «que tiene dos cuernos, no rectos sino
curvos», y su testimonio se consideró creíble en el diccionario de Antoine Furetière (1690),
que lo citó junto a los avistamientos de Vincent le Blanc y André Thevet. 158 El artículo del
animal en la enciclopedia de Diderot y d'Alembert (1765), aunque refiriéndose a él como
«animal fabuloso», retomó palabra por palabra la descripción del misionero portugués. 159
Un unicornio persiguiendo lagartos de un estanque. Grabado de 1610 por Hendrik Hondius I.

La presencia del unicornio en tierras africanas fue un rumor ampliamente difundido por
viajeros modernos como los franceses Pierre Delalande y Jules Verreaux, el británico Francis
Galton, los alemanes Eduard Rüppel, Albrecht von Katte y Joseph Russeger, entre otros. 160 En
una publicación del Asian Journal de 1844, el orientalista Fulgence Fresnel no descartaba la
existencia de una variedad de oryx unicornio en África Oriental; aseguró haber visto de lejos,
en el monte Elba, un animal parecido a una gacela fuerte con un solo cuerno en medio de la
cabeza.161 También la revista The Athenæum, a finales de 1860, confirmó que Andrew Smith
había recopilado una gran cantidad de información sobre «un animal unicornio aún
desconocido para los europeos»,160 y meses después, en 1862, publicó una carta donde el
explorador William Balfour Baikie reclamaba que «la inexistencia del unicornio no está
probada», aunque la criatura «no corresponda exactamente al tradicional unicornio inglés»:
los nativos africanos habían visto el esqueleto de este animal «con un solo cuerno largo y
recto» e incluso conservaban su cráneo. 160 Ese mismo año, Claude Scheffer recibía de la tribu
danqali el testimonio sobre un animal unicornio que habita «los bosques más tupidos de las
montañas abisinias»; le llamaron abu qarn, diferenciado, así, del rinoceronte o baghal
wahchi.162 «No cabe duda que existía tal animal», escribió en 1863 William Reade, para quien
la especie podía estar extinta o, más probablemente, había escapado de las armas de fuego a
los «vastos bosques inexplorados y deshabitados de África central». 163
La curiosidad llevó a que en ocasiones se ofrecieran recompensas monetarias al que
presentara un ejemplar de unicornio. Así, en 1793 el colono holandés Cornelius van Jong
prometió tres mil florines de recompensa a quien le trajera el animal vivo,164 y en 1838 un
diario alemán ofrecía cien taleros por un unicornio vivo y cincuenta por uno muerto y bien
preservado, «de modo que, si este animal del que hemos hablado durante mucho tiempo
realmente existe, podamos proximamente tener un representante de la especie». 165
India y China[editar]
El unicornio aparece entre los animales que el aventurero Thomas Coryat, en 1616, dijo haber
visto en la corte del Gran Mogol, en la ciudad de Ashmere (este de India), describiéndolas
sucintamente como «las bestias más extrañas en este mundo». 166

Unicornio del Tíbet. Dibujo del general británico B. Latter, publicado por Asian Journal en 1820.
Tiempo después, a comienzos del siglo XIX, los soldados británicos estacionados en la India
afirmaban que el unicornio puebla los valles altos del Himalaya y la meseta tibetana. 163«Un
caballo con un cuerno en medio de la frente», que viene «de muy lejos», era el animal que el
rajá de Bután le describió al capitán Samuel Turner poco antes del 1800, 167mientras que B.
Latter, un militar británico en el este de Nepal, se enteraba por medio de los nativos de la
existencia de un supuesto unicornio tibetano, «muy salvaje y rara vez capturado vivo», similar
al «unicornio de los clásicos».168A mediados de siglo, el misionero francés Evariste Huc
declaró no tener dudas de que el unicornio, «que tenemos considerado durante mucho tiempo
como un ser fabuloso», existe realmente en el Tíbet y está representado en las esculturas y
pinturas de los templos budistas.169
América[editar]
En 1540, el navegante portugués Jean Alfonse de Saintonge informó que los nativos de la
costa canadiense creían que había unicornios en ella, 170y en la Historia general de los hechos
de los Castellanos en las islas y tierra firme del mar Oceano, de 1601, el cronista Antonio de
Herrera comentaba rápidamente la existencia de un animal del tamaño de un caballo y con un
cuerno redondo en la cabeza.171 Sin embargo, el mítico unicornio nunca se hizo con un
espacio importante en el Nuevo Mundo.171 Francisco López de Gómara sentenciaba
categóricamente que «no hay unicornios en nuestra Indias, ni elefantes». 172

Unicornios anfibios y de dos cuernos[editar]

Camphur o unicornio anfibio en un grabado que acompañó la edición de Cosmografía universal (1575).

A mediados del siglo XVI aparecen relatos de exploradores que mencionan extraños
unicornios acuáticos. El médico y naturalista portugués García da Orta describió en la región
del promontorio de Buena Esperanza y el de Courantes una especie de animal terrestre muy
dado al mar, con cabeza y crines de caballo y, en medio de su frente, un cuerno movible de
dos palmos de largo, el cual tendría propiedades de antiveneno. 173 Doce años después, en
1575, André Thevet recogió este testimonio en su obra Cosmografía Universal, pero dándole
nombre propio a la bestia: naharaph.174 Inspirado o no en él, Thevet también habló de otro
animal exótico que habitaría las islas Molucas, el camphur. Era una bestia terrestre, por la
pezuña partida en sus patas delanteras, pero también anfibia, pues llevaba las patas traseras
palmeadas y sobrevivía cazando peces.175 Tenía el tamaño de un ciervo, con abundante
pelaje gris alrededor del cuello, y su rasgo característico era el cuerno de tres codos y medio
que llevaba en la frente, movible como podría ser la cresta de un gallo. Thevet dice que «hay
quienes se han convencido de que se trata de una especie de unicornio, y que su cuerno, que
es raro y rico, es muy excelente contra el veneno». 176
Pirassouppi en un grabado para Cosmografía universal (1575).

El unicornio de dos cuernos, pirassoupi o pirassoipi, fue también descrito por André Thevet en


su Cosmografía Universal como una bestia nativa de Brasil, de tamaño y cabeza similar al de
una mula, pelaje abundante como el de un oso pero de color más vivo, tirando a leonado, y
pezuñas partidas como las de un ciervo, armado en la frente con dos cuernos muy largos y sin
ramificaciones.177 Estos cuernos, «que recuerdan al de los estimados unicornios», se
sumergen durante seis o siete horas en un agua que, de esa forma, adquiere propiedades
curativas. Dado que Thevet no había mencionado esta criatura en su obra de
1557, Singularidades de la Francia Antártica, lo más probable es que se trate de una de sus
creaciones posteriores, tal vez basada en la descripción, adornada con elementos
imaginarios, de un camélido andino visto a la distancia. 178

Debate sobre la naturaleza y existencia del animal[editar]


Para la mayoría de los eruditos de finales del siglo XVI, el unicornio y el rinoceronte eran
animales distintos.179 El prelado Juan González de Mendoza, a su regreso de Camboya,
aseguraba que «todos aquellos que han ido a regiones lejanas y han observado un verdadero
unicornio saben que no tiene nada en común con el rinoceronte». 180 La Historia de los
animales de Gessner (1551) trataba por separado ambos animales 10y Ulysses Aldrovandi,
en De los cuadrúpedos solípedos (1616), decía categóricamente que «unicornio no es
rinoceronte» y «rinoceronte no es un unicornio», pues el rinoceronte es más feroz que
el monoceros y tiene dos cuernos —lo cual ciertamente es verdad en la variante africana, pero
no en la india—.10

Estos dos grabados, tomados del Diálogo de los lemas de las armas y el amor de Paolo Giovio (1561),
muestran que el rinoceronte y el unicornio tenían aspectos y significados muy diferentes para el arte con
emblemas y lemas.181

En 1557, Giulio Cesare Scaligero reprochó al matemático y filósofo neoplatónico Gerolamo


Cardano (1501-1576) que en su obra De subtilitate haya dibujado «el monoceros con el
nombre de rinoceronte, siendo que son dos animales muy distintos»: el rinoceronte más
parecido a un toro y el monoceronte como un ciervo. 182 Otro testimonio que confirma la
diferenciación de estas dos especies en la mentalidad europea es el del portugués García da
Orta, quien en su obra de 1563 afirmó que nunca había visto personalmente un rinoceronte,
pero que los habitantes de Bengala usaban su cuerno como antídoto, «teniendo la opinión de
que es el cuerno de unicornio, aunque no lo es».183

El monoceronte en un grabado de la Historia animalium de Conrad Gessner, Zúrich, 1551. El epígrafe,


traducido, dice: «El monocerote. La figura es tal como la suelen pintar los pintores de hoy, de esta no
tengo nada en particular».

La Descripción de los cuadrúpedos de Michel Herr (1546), que pretende reunir a los animales
«bien conocidos» y de «existencia probada», incluye al unicornio. 184 Pocos años después, en
1551, Conrad Gessner publica Historia de los animales en cuatro volúmenes, obra
considerada el principio de la zoología moderna, y comenta que los autores europeos habían
hablado del animal solamente de oídas, sin haberlo visto jamás. 185 En ella, además, se
resaltaba un punto que sería fundamental en la discusión que se estaba gestando sobre la
realidad del unicornio: la gran discrepancia entre sus descripciones. 186 El Discurso del
unicornio (1582) de Ambroise Paré, que fue la primera obra enteramente dedicada a rebatir su
existencia y las propiedades de su cuerno con argumentos científicos, tanto racionales como
naturales,187 encontró réplica inmediata en un texto anónimo llamado Respuesta al discurso
de Ambroise Paré sobre el uso del unicornio (1583), donde Paré fue comparado con Lucifer y
se defendió la realidad del unicornio en base a la autoridad y tradición de los autores
antiguos.188 A esta supuesta autoridad, André Thevet le opuso la poca credibilidad que se
podía conceder a Plinio el Viejo cuando habló de criaturas fabulosas como grifos y sirenas, de
modo que su testimonio sobre el unicornio estaba lejos de ser infalible. 189

Grabado para la edición alemana de Historia del...unicornio de Laurent Catelan. La referencia bíblica es
incorrecta, pues el pasaje que sirve de leyenda es del libro de Job (39:10), no el de Isaías. 190

La disparidad de descripciones fue explicada proponiendo la existencia de varias especies de


unicornio.191 Catelan Laurent, en su Historia de la naturaleza, caza, virtudes, propiedades y
uso del unicornio (1624), recogía ocho tipos: rinocerontes, onagros o «asnos salvajes»,
bueyes y vacas unicornios, caballos unicornios, el camphur, ciervos y cabras de un solo
cuerno, animales mitad ciervo y mitad caballo —que habitan en Finlandia— y
el kartázonos descrito por Plinio.192 Este último, según él, sería el unicornio auténtico o
propiamente dicho,193 dotado de un cuerno negro de dos codos de largo e imposible de
domesticar.194 Para Caspar Bartholin, que publicó su disertación sobre el unicornio en 1628,
las especies eran: oryx, camphur, el «unicornio de los mares del norte» —probablemente el
narval—, el buey unicornio de las Indias, el burro índico, el caballo unicornio, el rinoceronte y
el «monoceros real».195 Ilustraciones de ocho especies bautizadas con nombres latinos, dos
de ellas claramente inspiradas en el camphur, acompañaban la breve descripción que John
Jonston le dedicó al animal en su Historia general de los cuadrúpedos (1652).196 Pierre Pomet
enumeró cinco en Historia general de los medicamentos (1694), entre ellas el camphur y el
pirassouppi, pero evitó pronunciarse sobre la existencia del cuadrúpedo. 197

Unicornios en un grabado de Arca Noë, el libro publicado por Athanasius Kircher en 1675.

La censura religiosa también alcanzó a los incrédulos del animal. En 1607, Edward Topsell
lamentaba que hubiese «un enemigo secreto trabajando en la naturaleza degenerada del
hombre, que cierra los ojos del pueblo de Dios para impedirle ver la grandeza de sus
obras».198Y si casi sesenta años antes el zoólogo Gessner había propuesto con cautela la idea
de que el unicornio pudo haberse extinguido en el Diluvio Universal,199para el
jesuita Athanasius Kircher dicha posición equivalía a «negar la providencia divina» y «no
temer a la blasfemia».200

Ocho especies de unicornios en la Historia... de los cuadrúpedos (1652) de John Jonston.

El interés por este animal comenzó a decaer a partir de mediados del siglo XVII. 201 En su
traducción de De la descripción de África al francés (1678), Nicolás Perrot d'Ablancourt
comentaba negativamente las menciones del «unicornio gris de Etiopía», lamentando que el
autor hubiese contado «fábulas» sobre la fauna del continente. 201Las Explicaciones de las
figuras que se encuentran en el globo terrestre de Marly (1703), de François Le Larg, llamaron
al unicornio «quimera pura», pues «no hay dos que coincidan en la descripción que hacen de
él».202 El unicornio es un animal «fabuloso» en Sistema natural de Carlos Linneo (1735),203 la
enciclopedia de Diderot y d'Alembert (1765) 159 y la Historia natural de los cetáceos de Étienne
de Lacépède.203 Otras obras ilustradas hicieron gala del mismo escepticismo:
Los modernos dudan con razón de que alguna vez en la Tierra haya existido un animal llamado
unicornio, y toman todo lo que los antiguos decían como puras fábulas.

François-Alexandre Aubert de La Chesnaye Des Bois, Diccionario razonado de animales (1759).204

Cinco especies de unicornios en la Historia general de las drogas de Pierre Pomet.

En la traducción comentada de Historia Natural de Plinio (1771), Jean Étienne Guettard opina


que «el unicornio no es un animal imposible», si bien las descripciones antiguas de él fueron
hechas por «autores que parecen poco versados en historia natural». 205 Con la misma cautela,
Jules Camus se limitó a señalar que «este animal es absolutamente desconocido para los
zoólogos modernos».206 Jean-François Laterrade, profesor de historia natural de Burdeos,
publicó en 1825 un Aviso en refutación de la inexistencia del unicornio, artículo en el cual toma
prestado el argumento —ya antiguo— de que a cada animal marino (como el narval) le
corresponde uno terrestre.5 El barón de Cuvier niega definitivamente la existencia del
unicornio en su comentario a la obra de Plinio (1827), pero supone que puedan haber
ejemplos de unicornios diferentes del rinoceronte, sea por mutilación accidental o por defecto
de nacimiento.207 En contraparte, para David Livingstone el unicornio «no puede ser
considerado un animal fabuloso, incluso si nuestra representación nacional puede resultar
fantasiosa», y sugiere que se trata de una especie a medio camino del rinoceronte y un
caballo ligero que habita en África tropical. 208 El Diccionario de Historia Natural, reeditado
constantemente entre 1846 y 1872 por Charles Orbigny, se hizo eco de los múltiples
testimonios de antílopes unicornio de África y el Tíbet para sostener (con una gran
ambigüedad) que «la existencia de un animal provisto de un solo cuerno en medio de la
cabeza no es imposible»:209
De todas las obs

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