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EL ANÓ O GARRAPATERO CHICO (Crotophaga ani): EL AVE DE LOS

CRUCIGRAMAS

“Anoche a la medianoche
Chillaba el garrapatero
Porque no querían bailar
Las hijas del carpintero”

Copla popular colombiana

Todo aficionado a resolver crucigramas recordará sin duda esta


definición para una palabra de tres letras: “ave trepadora sudamericana”, la
sencilla respuesta es aní, una palabra cortita, ideal para rellenar esos
pequeños espacios periféricos de estos pasatiempos. Seguramente el aní o anó
llegó a los crucigramas a través de la cultura europea. Su historia se remonta
a mediados del siglo XVII, en un tranquilo pueblito de pescadores de la costa
noreste de Irlanda, llamado Killyleagh. Fundado por los antiguos normandos,
se encuentra a orillas de Strangford Lough, una especie de amplio fiordo
rodeado de verdes colinas. En sus pedregosas costas, un chico llamado Hans
concretaba sus aventuras infantiles coleccionando huevos de aves marinas y
plantas, iniciando lo que con el tiempo sería una fabulosa colección de
historia natural, base del actual British Museum of Natural History.

“Desde mi juventud tuve mucho placer con el estudio de las plantas, y otras
partes de la naturaleza, y he visto la mayoría de esa clase de curiosidades, que
se encuentran en los campos, o en los jardines o en los gabinetes de
curiosidades de esas cosas” (Sloane, 1707).
Hans Sloane perdió a su padre siendo muy niño, pero gracias a que
aquél trabajaba para James Hamilton, conde de Clanbrassil, tuvo acceso a
una temprana educación en la escuela fundada por éste y a la frondosa
biblioteca del castillo de Killyleagh. Su permanente interés por las ciencias
naturales lo llevó a Londres adonde estudió materia médica (botánica
aplicada a la medicina), farmacia y cirugía. Cuatro años después viajó a
París y a Montpellier para seguir estudiando, y finalmente a la Universidad
de Orange, donde se recibió de médico en 1683. De vuelta en Londres, Hans,
hábil para conectarse con gente influyente, consiguió ser elegido miembro de
la Royal Society, con la ayuda de John Ray y Robert Boyle, a quienes les
proveía de especímenes. Por estas influencias y a pesar de su poca
experiencia, fue designado en 1687 médico de Christopher Monck, primer
gobernador inglés de la isla de Jamaica. A bordo de la fragata “Assistance” y
tras un viaje donde fue castigado por “un muy largo y tedioso malestar
marino”, Hans arribó a la paradisíaca isla cuya naturaleza lo encandiló. “En
cuanto a los colores, es seguro que son muy difíciles de describir: hay tantas
variedades de ellos que requieren nuevos nombres para expresarlos.” Estuvo
en Jamaica tan sólo 15 meses, ya que tuvo que regresar tras la prematura
muerte de Monck, pero con la ayuda de esclavos africanos, el tiempo le
alcanzó para coleccionar unas 800 especies de plantas y hacer interesantes
observaciones sobre la naturaleza de la isla, las que plasmó en su libro A
Voyage to the Islands Madera, Barbados, Nieves, S. Christophers and Jamaica,
provisto de numerosas ilustraciones atribuidas al reverendo jamaiquino
Garret Moore, “uno de los mejores dibujantes que pude encontrar allí”. Sus
bocetos fueron luego perfeccionados por el pintor holandés Edvard Kikcius
para la publicación.
Estando en la isla y deseoso de conocer la parte norte de la misma, se
proveyó de un buen caballo y un croquis de los caminos que atravesaba el
centro montañoso del país. Siguiendo el curso del río Cobre, se internó en la
isla y al salir del bosque hacia la sabana central sin duda debe haber
observado al ave que nos ocupa.

EL ANÓ

Con un sesgo esclavista, describió Sloane (1707) al que llamó Great


Black-bird, es decir gran pájaro negro o gran mirlo: “Frecuenta los bosques
en los bordes de las sabanas, y es muy común, haciendo un fuerte ruido al ver
gente, alarma a todas las aves de la vecindad, por lo que son muy perjudiciales
para los cazadores, pero por otro lado cuando los negros huyen de sus
trabajos, y son perseguidos en el bosque para ser devueltos al servicio, estas
aves que se alarman contra ellos como contra otros hombres, harán ruido
indicando a los perseguidores por dónde deben tomar para seguir a sus negros,
que de otro modo podrían vivir para siempre en el placer y el ocio, en los
remotos bosques interiores”. Años después Mark Catesby (1727), protegido
de Sloane, agregaba estos datos: “Sir Hans Sloane nos informa, que subsiste de
escarabajos y saltamontes. También se alimenta de frutas y granos. Aparece
en bandadas, y son bochincheros y muy ruidosos. Son numerosos en Jamaica,
Hispaniola, etc.”

Bastante antes de Sloane otros naturalistas habían registrado a esta


misma especie. Así por ejemplo, un siglo antes, Francisco Hernández de
Toledo (1651) había tenido conocimiento de un ave que llamaban
cacalotototl en la Nueva España (actual México). “Es similar a nuestro
estornino, todo el cuerpo es negro tirando al azul, con pico oscuro, la cola
larga, y el iris de un amarillo rojizo. Se sabe que su carne es inútil, no es
dulce su canto, y vive en las regiones templadas y cálidas”. Dato que
confirmaba Sánchez Labrador (1767): “En México llaman urraca a un ave
que tiene una giba en el pico, y da un grito algo lúgubre, y es del tamaño de
un tordo, de los mayores. Me inclino a que esta ave mejicana es la que en el
Paraguay tiene el nombre de anno”. Seis mil kilómetros al sudeste de
Jamaica, en Pernambuco (Recife, Brasil), y cincuenta años antes que Sloane,
Georg Marcgrave (Marcgrave & Piso, 1648) se encontraba con un ave del
tamaño del tordo europeo al que los brasileños llamaban ani: “Grita en voz
alta, con una nota, más alta en el medio. Son frecuentes en todas las selvas,
verdaderamente inútiles como alimento.” Precisamente fue este nombre el
que Linneo adoptó para denominar a la especie: Crotophaga ani. Según
Batista Caetano de Almeida, anu o ani significa “el que vive en sociedad” y
para Antonio de Macedo Soares es “pariente negro” (anã = pariente + un =
negro).

Para la misma época de Marcgrave, el fraile domínico Jean-Baptiste


Du Tertre (1654) decía que “hay también en la [isla] Guadalupe, una muy
gran cantidad de pequeñas aves negras, muy parecidas a los mirlos [ Turdus
merula], los habitantes los llaman bout de petun [puntita de tabaco], porque
creen (así como los tontos oyen hablar a las campanas, y ven en las nubes lo
que quieren) que esta ave lo dice en su canto, bout de petun. Tiene la voz
ruidosa, cuando canta extiende las alas, abre la cola y danza siguiendo la
cadencia de su canto. Caza pequeños lagartos y los come; vive también de
casabe [mandioca] que viene a robar hasta dentro de las casas”. Sin negar el
origen onomatopéyico del extraño nombre, se nos ocurre que quizás el
aspecto del estrafalario pico les parecía como si les saliera de la boca una
punta de cigarro, lo que nosotros llamaríamos “un pucho”, que estuvieran
fumando.

Ya bien entrado el siglo XVIII volvemos a Jamaica donde el Dr. Patrick


Browne (1789) relataba sobre el mirlo de las sabanas (The Savanna
Blackbird): “Viven mayormente de garrapatas y otros bichitos; y
frecuentemente se los puede ver saltando entre las vacas y bueyes en los
campos; más aún, a menudo se los observa volar sobre sus lomos, a menos
que se echen para ellos, lo que, si están muy afectados por las garrapatas,
generalmente hacen cuando ven a estas aves cerca; pero si el ganado está
poco atento, saltan una o dos veces delante de ellos, mirándolos muy
directamente a la cara cada vez que pasan, como si supieran que ser visitas
es el requisito para ser autorizadas. Son aves ruidosas y una de las especies
más comunes en todas las praderas de Jamaica; su vuelo es bajo y corto”.
Browne plasmó la alimentación favorita del anó en el nombre genérico que
le dió y que luego utilizó Linné: Crotophaga, que proviene del griego kroton:
garrapata, y phagos: glotón.

“Son quizás las aves más comunes de Jamaica. Confianzudos e


insolentes, aunque muy cautelosos, toleran una considerable observación de
sus costumbres, pero un acercamiento a poca distancia pone a toda la
bandada a volar en un instante, con un grito peculiar, que a los negros les
gusta expresar con las palabras, going-awa-a-y [“nos vamos”], pero que
también puede describirse, según la imaginación del oyente, como how-d’ye
o anï” (Gosse, 1847). Además de una variedad de insectos (orugas, polillas,
saltamontes y escarabajos) en gran cantidad Gosse también registró el
consumo de bayas de la planta snake-white (¿Colubrina arborescens?) y en
el mes de julio de las del fiddle-wood (Cytharexylon sp.). “Los insectos
posados son la comida principal; para obtenerlos, brincan en pastizales y a
menudo se los ve saltando, o corriendo ansiosamente por su presa; en tales
ocasiones la larga cola, continuando con su movimiento mientras el cuerpo
se detiene, es proyectada hacia delante de forma extraña, a veces casi
volteando al ave cabeza abajo. Probablemente para proteger los ojos de los
tallos de hierbas y de las hojas de los pastos en estos saltos de cabeza, las
sobresalientes cejas están provistas de una fila de cortos pero rígidos pelos;
pero yo ignoraba para que propósito les sirve la alta y delgada hoja de
cuchillo del pico hasta que el señor [Richard] Hill me informó, observando
que «le permite al ave abrir la tierra suelta, y buscar su alimento de insectos;
también le facilita el acceso a los parásitos metidos en el largo pelo de los
animales. Estoy seguro -agrega- que si se examinara un montón de bosta
después de que los Crotophaga han estado buscando larvas de insectos, se lo
verá surcado como si un diminuto arado hubiera pasado por él»”. Además
Gosse los vio personalmente comer artrópodos del lomo de las vacas y hasta
incluso colgándose de la cola de un caballo, así como capturar insectos en el
aire y pequeños lagartos. Como a sus primos los pirinchos (Guira guira) “les
gusta posarse al sol de la mañana en un árbol bajo con las alas extendidas;
quedándose allí completamente quietos durante un tiempo considerable. Al
calor del pleno día, en julio y agosto, muchos pueden verse en las llanuras
bajas, posados en las cercas y setos de madera con los picos bien abiertos,
como faltos de aire; entonces olvidan su locuacidad y desconfianza habitual”.

Buffon (1770-1785) resumía lo aportado los primeros autores


agregando seguramente lo informado por su colaborador Charles-Nicolas-
Sigisbert Sonnini de Manoncourt quien estuvo en Cayena (Guayana
Francesa) hacia 1772. “Tienen una naturaleza tan social que habitan y ponen
muchos juntos en el mismo nido; construyen este nido con ramitas secas sin
tapizarlo, pero lo hacen extremadamente grande, a menudo de un pie de
diámetro; incluso se afirma que proporcionan la capacidad según el número
de puestas que quieren admitir; las hembras incuban en sociedad; a menudo
hemos visto cinco o seis en el mismo nido: este instinto, cuyo efecto sería muy
útil para estas aves en climas fríos, parece al menos superfluo en los países
[de América] del sur, donde no se debe temer que el calor del nido no se
mantenga; por lo tanto, proviene solo del impulso de su naturaleza social”. Y
Louis Pierre Vieillot (1834) anotaba un conocido comportamiento de estos
pirinchos negros: “Una actitud común de esta especie, es la de encoger el
cuello y apretar la cabeza contra el cuerpo, lo que le da un aire sufrido y
friolento; es así que a menudo los vi cuando están posados, sobre todo en
Santo Domingo. No son temerosos ni ariscos, jamás huyen demasiado lejos, se
los atrapa fácilmente, y se pretende, que capturándolos jóvenes, se les puede
enseñar a hablar. Frecuentan en grandes cantidades las sabanas, siempre en
lugares descubiertos, algo sombreados, y nunca en los grandes bosques”.

Don Félix de Azara (1802) lo vio “en el Paraguay, donde le llaman


Annó por excelencia, y porque su voz fuerte y desagradable suena a algunos
annó, y a mi oooí, o aaaí. Constituye su nido plano de palitos y vejuquillos
flexibles, poniéndole colchón de hojas como las del naranjo . . . a veces se
encuentra en él hasta 20 y 30 huevos … El color es un blanco muy bruñido,
que se quita fácilmente raspando con un cuchillo, y aparece un verde azul
bellísimo. Los muchachos suelen entretenerse figurando en ellos dibuxos”. A
diferencia de lo señalado por otros autores aclara que “no habita las sábanas
o campos limpios y francos, sino las selvas o donde hay campos y
matorrales.”
La nidificación del Anó produjo cierta controversia porque si bien la
mayoría de los autores consideraban que hace nidos comunales donde se
asocian varias parejas o varias hembras para poner, incubar y criar, otros
creían que esa conducta correspondía solo al anó grande. Por ejemplo
Schomburgk (1922-1923) comentaba que en la Guayana Británica los
colonos los llamaban old witches (brujas viejas) y agrega: “Como les gusta
estar cerca del ganado muerto para buscar insectos, gusanos y larvas, esto
probablemente ha dado lugar a la suposición errónea de que también se
alimentaban de carroña. Aquéllos y los frutos de Psidium pyriferum [el
guayabo Psidium guajava], así como las vainas del Cayanus indicus [el tur o
frijol de palo Cajanus cajan], son su único alimento, por lo que no son para
nada bienvenidos cerca de los campos de este último. La peculiaridad de que
varias hembras se unen durante la temporada de puesta y cría, y construyen
un nido comunitario, cuyo tamaño depende del número de madres asociadas,
ponen sus huevos allí conjuntamente y también eclosionan simultáneamente,
no tiene lugar en Crotophaga ani, ya que siempre encontramos sólo de 5 a 7
huevos de color blanco verdoso en cada nido. Esta peculiaridad, como
descubrí más tarde, es exclusiva del Crotophaga major”. La observación
sobre el consumo de carroña justifica el nombre caraqueño de zamurito, es
decir pequeño jote. Aunque Browne (1789) aclaraba que “Han sido vistos en
el cadáver muerto de una oveja, pero es incierto si es atraído por la carne o
por las larvas de insectos”. Con respecto al nido, Burmeister coincidía con
Schomburgk: “Me han traído su nido dos veces, y uno de ellos mi hijo mismo
lo vio en su sitio. Lo hace en un arbusto bajo, un poco por encima de la
altura de un hombre y está formado por partes largas y suaves de plantas,
pero forrado por dentro con un relleno. Los huevos tienen el mismo tamaño
que los de la paloma torcaz (Columba oenas), son blancos como la tiza, muy
mate y un poco manchados. Si se raspa la capa calcárea, que es gruesa como
cartulina de mapa, se ve verde azulado claro . . . Según Azara, a los Anu les
gusta socializar en nidos grandes y unidos, e incluso criar o alimentar a los
jóvenes en la comunidad, todas las hembras para todos. Nunca he oído
hablar de tales cosas en Brasil, y mucho menos he conocido nidos tan
comunitarios. El nido que traje contenía 5 huevos, en el otro había otros
tantos”.

Ya hemos visto que las cualidades vocales del anó no son precisamente
destacadas. Al respecto d’Orbigny (1839) señalaba: “El Crotophaga ani tiene
dos tipos de cantos: uno agrio, fuertemente pronunciado, que podemos
expresar como ou-i-o, de donde le viene el nombre de judío que le dan en
Cuba; el otro, que no es más que un gorjeo desagradable, al que los criollos
de Cayena han comparado con el ruido del agua hirviendo en una marmita
de barro; de allí la denominación de Bouillier de canaris [hervidor de
marmita] (de canari, el nombre de las marmitas de barro)”.

Y con respecto a las relaciones del anó con otras especies, tenemos la
observación de que “en Río de Janeiro, en el área de Cabo Frio, pero aún más
en las llanuras de los Goaytacases en Parahiba, estas aves son
extremadamente comunes, puedes verlas en grandes cantidades en las
fazendas, entre el ganado que pasta en el suelo, en los árboles vecinos,
incluso en el lomo del ganado en compañía del caracara blanco ( Falco
degener [= Milvago chimachima])… En el suelo se asocian con el virabosta
violeta y el negro (Icterus violaceus y unicolor [= Molothrus bonariensis y
Curaeus curaeus, respectivamente)” (Neuwied, 1832). “Comparte, como se
mencionó anteriormente, con Tinnunculus sparverius [Falco sparverius, el
halconcito colorado] y Butorides virescens [la garcita verde], el privilegio de
ser el objeto favorito de los ataques de Chicheree (Tyrannus dominicensis,
Bp.); y es difícil decir si este pájaro o el último mencionado ofrece la mayor
diversión. Si hay una brisa fresca, un vuelo tras un Crotophaga es quizás lo
mejor; porque, con su cola larga y alas cortas, se deja llevar sin poder hacer
nada. Pierde su entereza e intenta, tal vez, volar contra el viento, cuando
«dejarse llevar» sería por mucho la mejor elección; allí baja entonces el
tiránico, y, tras uno o dos amagues, lo golpea de tal manera que lo envía
como sea a cualquier refugio que encuentre, ya sea un seto espinoso de
aspecto desagradable o un lecho más suave de pasto de Guinea. Como
consecuencia de estos encuentros, el plumaje del Ani, y especialmente su
cola, sufre mucho; de hecho, apenas se puede encontrar un espécimen que
tenga su apéndice final en buen estado” (Newton, 1859).

La familiaridad del garrapatero con el humano fue señalada por


Neuwied así como por Humboldt que observaba: “A menudo los hemos visto
posados en el lomo de las vacas para buscar tábanos y otros insectos. Como
muchas aves de esos lugares despoblados, temen tan poco la cercanía
humana, que los niños los atrapan frecuentemente con la mano. En los valles
de Aragua, donde son muy frecuentes, los hemos visto posados en nuestras
hamacas mientras no las utilizábamos durante el día” (Humboldt &
Bonpland, 1814-1820).

MITOS Y CREENCIAS SOBRE EL ANÓ


Llamativos por su aspecto, sus voces y su comportamiento, los
garrapateros, han llamado fuertemente la atención de las diversas culturas
americanas.

“Hay una noción absurda que prevalece en la sila [Saint Corix, Islas
Vírgenes], de que estas aves son diferentes del resto de la creación, y que el
nombre "Black Witch" [bruja negra] tiene algo que ver con su supuesta
inmortalidad; pero es más probable que originalmente tuviera la intención
de expresar la nota de llamada ordinaria del pájaro, que, como dice
acertadamente el Sr. Hill (Gosse, B. Jam. p. 289), suena como la palabra que-
yuch" (Newton, 1859).

Sobre todo es considerada un ave anunciadora o agorera. Ante la


llegada de intrusos lanza fuertes gritos por lo que en Cuba se lo tiene por
guardián de los campos. Pero en otras regiones, como en Santander
(Colombia) y en la Amazonia peruana, su canto es más temible: escuchado
por tres veces seguidas al atardecer y sobre todo de noche obliga al oyente a
hacer un acto de contrición y a orar, porque el ave anuncia la muerte de
algún familiar o conocido.

“Cuando la cosecha es buena y el clima es cálido, a menudo hace sus


súplicas frenéticas, monótonas fiú-fiú-fiú, que terminan por aburrir. Quizás
por ese tono un tanto lúgubre y la negrura del plumaje, a la gente
supersticiosa, que en cada rincón oscuro ve duendes y misterios, no le gustan
los anós” (Santos, 1938)
Para los nivaklés del Chaco cuando el pirincho negro canta tristemente
poco antes de la noche o durante ella, pronostica enfermedad y muerte. En
Santa Teresinha, en el nordeste de Brasil, si el anu-preto canta cerca de la
casa de un enfermo anuncia su próximo fallecimiento (Galvagne Loss et al.,
2013). “Tengan cuidado con el amigo Anum. Es negro, cínico,
imperturbable, pero muy buen amigo de la Muerte, que le confía los secretos
de sus elecciones. Revoloteando continuamente cerca de los enrejados y
porches donde tomamos la siesta, está pronosticando infelicidad. Anuncia
invierno y sequía. Si está posado solo en un árbol que tiene sombra y
vegetación, tendremos lluvia. Para que esto suceda es necesario que el anum
permanezca tres o siete días “encarcelado”. Quien le saca huevos al anum
trae el duelo a su familia. En el sur de Brasil, el anum tiene otras
especialidades. Comer hígado de anum, pensando en una chica, la
apasionará. Pasar el pico del anum por el rastro de la mujer deseada da el
mismo resultado. El anum prescrito para esta macumba es el anum blanco,
guira -guira [nuestro pirincho], apodado en el sur quiriru” (Cascudo, 2012).
Sobre su papel de anunciador de las lluvias, Zeca, de la comunidad de Bom
Sucesso (Paraíba, Brasil) informaba: “El anó negro es el profeta del agricultor”
(Araujo et al., 2005)

Pássaro carão cantou

Anum chorou também

A chuva vem cair


No meu sertão

......

Pássaro carão, canción de Luiz Gonzaga y Zé Marcolino, 1959

También en el folklore paraguayo de origen guaraní y mbyá, el anó es


un anunciador de desgracias, un mbora’ú (mal agüero), cuando llora de
noche, y, al acercarse el Día de Difuntos (2 de noviembre), es su obligación
llorar sin parar. Añeko'õi, he'i ano: estoy fastidiado, molesto, dice el Ano en su
llanto (Cadogan, 1998).

Se cree que el anó deposita sus huevos en el nido del pirincho pìririta
(Guira guira) y por eso aparece asociado a este otro cucúlido en los
compuestos o cantos populares paraguayos, como en la

BALADA DE LOS PÁJAROS

Escuchadme los señores


y también las señoritas,
permitidme que os cuente
del Anó y la Piririta.

Dicen que se casaron


y que hicieron un banquete;
hermoso fue el baile
y mucha gente acudió.

Comenzaron a bailar
las señoras y señoritas,
Aka'e era el guitarrero,
Picamaderos, violinista.

Estando en pleno baile


se acercan Alonso y Chochi,
y enseguida pidieron:
"Toquen un chopi"

Aka'e le dijo:
"Estoy debiendo una cuadrilla:
cumplida mi promesa
enseguida tocaré lo que pide”.

Le dijo Alonsito:
"Harás lo que a mí me guste:
tocarás un chopi,
valga lo que valiere".

Se levanta ya Aka'e,
la guitarra en la mano:
"Te he dicho ya, amigo,
que no vamos a tocar chopi".

Alonsito le dijo:
"Te mostraré si soy hombre".
Le pegó un balazo a Aka'e
y ya terminó el baile.

Ya viene la autoridad
para descubrir el ruido;
Alonsito desafiante
con revólver y cuchillo.

El sargento Garza Blanca


con su oficial Tuyuyú
habían ya llegado
y seguía el bochinche.

Ya ordena el sargento:
"Sujétate, Alonsito;
con tu compañero Chochi
entregadme vuestras armas.

Alonsito le repuso: .
"Mis armas no las entrego
y además, a ese sinvergüenza
de violinista lo voy a matar".

Comenzó de nuevo la camorra;


hubo muchos lesionados;
al sargento lo apuñalaron;
al oficial le rompieron la cabeza,

acudieron más autoridades:


el Señor Jefe, el Señor Juez;
el Señor Jefe Carancho,
el Señor Juez Becasina.

Ya ordena el Señor Juez:


"¿Quién es el dueño de casa?:
Métanlo en el calabozo
y asegúrenlo bien en el cepo.

¡Qué ocurrencia la vuestra


realizar baile sin permiso!
¡El dueño de casa tiene la culpa!"
¡Resultó inocente Alonsito!

Tomado de López Austin (1965)

Alonso: el hornero: Acaé: la urraca azul. Chochi: el crespín. Chopi: el tordo y nombre
de una antigua danza paraguaya.

Entre los qoms o tobas de Formosa (Argentina), el pirincho negro “se


muestra en montes bajos, espacios abiertos y en las inmediaciones de las
viviendas. Es poco arisco, se aproxima al ámbito donde vive la gente. Emite
un grito que les resulta desagradable a los tobas, que sumado a su coloración
negra, contribuirían para que se le atribuya una connotación altamente
negativa. El papel que le asignan los tobas es el de colaborar en el trabajo de
las hechiceras” (Arenas y Porini, 2009). Por eso recibe los apodos de viuda,
ko'nagana'Gae la'lo (mascota de la hechicera) y qade'do (agorera). El ave está
presente cuando la hechicera prepara su conjuro. El diablo entra en el
cuerpo del anó que vuela de noche hasta las casas, gritando y anunciando
una enfermedad incurable producida por el maleficio. Debido a ese carácter
diabólico no la comen, pero si pueden matarla (Arenas y Porini, 2009).

En Yarinacocha (Perú) los yaguas cuentan el mito del brujo


Watachare, personificado en un gran sapo, que es agredido por invasores
guerreros que violan a su mujer. En venganza el brujo se transforma en
murciélago y cuando duermen les saca un ojo a cada uno. Luego Watachare,
transformado en vaca-muchacho (anó), anuncia a los pobladores la llegada
de los guerreros a sus casas. Ante la alarma desatada por el ave, los atacantes
se transforman en pecaríes y otros animales, y se retiran a sus tierras
(Powlison, 1993). Como vemos en este mito la función del ave sigue siendo
la de anunciadora de peligro.

Pero también interviene en los fenómenos celestiales. Los bakairíes del


Matto Grosso (Parantinga, Brasil) explican los eclipses por la acción de un
hechicero transformado en el ave anú que tapaba el sol con sus alas durante
un tiempo (Steinen, 1894). Algo similar registró d’Orbigny (1839) entre los
mataguayos del Chaco Central: “Los eclipses se deben, según ellos, a un gran
pájaro que, con las alas abiertas, mata momentáneamente al astro eclipsado.”
Los guajes del Amazonas colombiano los llaman “cocineros” y son los míticos
tripulantes del sol, cuya caza es tabú. Los Imarimákana, los cuatro hermanos
fundadores del universo, para protegerse del sol tomaron el aspecto de
garrapateros y por eso andan en bandadas de no menos de cuatro cazando
grillos junto al agua. Cuando ellos cantan, el danta (tapir) le contesta, y
cuando éste se va a dormir silba llamando a los garrapateros (Arango, 1986).
Parecería ser protector de la “gran bestia” ya que los cazadores la consideran
de mal agüero, quizás porque le avisa de su presencia.

Por otra parte, en un relato de los machiguengas de la Amazonía


peruana, el garrapatero o Morítoni, vive con sus muchos hermanos y su
madre, Inaenka. Un pescador atrapa un gran pez y a pesar de los consejos de
su tribu llama para que lo ayude a Inaenka que pasa en una canoa con sus
hijos, y ella se ofrece a cocinar el pescado. Pero al llegar a la casa quema con
agua hirviendo al pescador, porque ella mata y come hombres. Luego intenta
matar al brujo de la tribu y a Potsótiki, pero éste logra engañarla y llevarla al
fin de la tierra donde la abandona subiendo luego al cielo. Por eso los
machiguenga no matan ni comen garrapateros por temor a llenarse de
ampollas de agua hirviendo y morir. Este relato es interesante porque en esa
región es endémica la  leishmaniasis cutáneo-andina o uta que produce
úlceras y costras en la piel. (Barriales, 1979).

No siempre los garrapateros son aves de mal agüero. En São Miguel


das Missões (Río Grande do Sul, Brasil) el anu preto es como un ángel, un
psicopompo, que recoge al alma de los moribundos, les da un último paseo
por la tierra y los acompaña a la presencia de Dios. Y lo hace con un canto
alegre que conforta a los moribundos en sus últimos momentos y les anuncia
la entrada al paraíso. Por eso lo llaman “portero de la sombra”. Por otro lado,
con el pico del anu preto se prepara un notable filtro para el amor. La
historia se cuenta en Lagoa da Prata  (Minas Gerais) y dice que hay que
tomar el pico de un anó (en Paraguay se utilizaba el corazón o la carne
carbonizados con igual fin), reducirlo a polvo y arrojarlo sobre la espalda de
la mujer deseada, la cual se apasionará inmediatamente por el pretendiente.
Era tal la fuerza de la creencia que muchas jóvenes se echaban polvo de
carbón en su vestido para mostrar que algún muchacho las deseaba.

Andrés Contreras (1998) vincula al anó con el mito guaraní oriental


del Sacy o Matinta Pereira, originado en la zona amazónica, e impregnado
con elementos aportados por los afrobrasileños y los portugueses. Sacy es un
chico todo negro, con un gorro rojo, una sola pierna y una brasa encendida
que atraviesa los agujeros de sus manos. El anó es el dueño del Sacy y quien
mate al ave se apropiará del Sacy y de sus poderes, que no parecen ser tan
temibles ya que se trata de una especie de duende travieso, amigo de hacer
molestas bromas.

“Matinta Pereira:
El Anó ya se murió,
¡Quién te gobierna soy yo!”

Pero, ¿cómo hacer un poema claro con cuatro garrapateros oscuros?


Los pinos quedan bien en los versos; el temblor de unas ramas insinuado
en unos acentos; el cielo de leche, diciendo las palabras el cielo de leche, la
montaña materna, la hora del día incipiente, y esta nube que faltaba. Pero
¿cómo hacer entrar en un poema cuatro garrapateros, negros del pico a la
cola, con ese vuelo corto y sin gracia, que se alimentan de lo que se
alimentan y ni siquiera cantan y se limitan a emitir un graznar desabrido
de brujas o verjas viejas de vez en cuando? ¿Cómo poner en unos versos
respetables sin deslustrar la poesía, cuatro garrapateros?
................................................

Al fin acepté. Los cuatro garrapateros son mi porción. Esos pájaros negros
que no cantan y vuelan sin gracia. Y por eso, jamás conseguí escribir ese
poema memorable, redondo. Porque es imposible hacer poemas que
valgan nada, un maravedí, un escrúpulo, cuando se está rodeado de
garrapateros. No de aves del paraíso. O de querubines imprevistos en la
copa de un pino.
Me queda una duda. Y si el pino estuvo orgulloso de sus oscuros
huéspedes, y los guarda en la memoria de las ramas que aún tiemblan en
mi recuerdo. Y a mí me falta la humildad necesaria para descubrir el
milagro de la belleza del mundo, lo maravilloso cotidiano, en unos pájaros
de apariencia deleznable, que comen garrapatas, y graznan sin gracia, y
van por las copas de los pinos vestidos de párrocos antiguos de vuelo
corto.

Eduardo Escobar - Cuatro garrapateros en un pino

LA VIDA DE HANS DESPUES DEL ANÓ


Tras su encuentro con el garrapatero, la vida de Hans fue próspera. Se
casó con la viuda Elizabeth Langley Rose, heredera de su primer marido, cuta
fortuna había construido en Jamaica en base a extensas plantaciones de caña
de azúcar y al sufrimiento y la muerte de centenares de esclavos africanos.
Esta riqueza le permitió a Hans engrosar sus colecciones mediante la
adquisición de especímenes de otros coleccionistas. De las plantas
americanas, le interesaban especialmente el cacao y la quina. Como el
primero le resultaba “nauseabundo” según se tomaba entonces, se le ocurrió
prepararlo con leche y la bebida resultante le dio su momento de fama y se lo
considera inventor de la misma, aunque quizás fue más que nada su
promotor.

Gracias a sus vínculos con el famoso médico Thomas Sydenham y con


la viuda de Monck, empezó a ejercer la medicina y se abrió camino hasta
convertirse en médico real. Llegó a ser presidente del Royal College of
Physicians y de la Royal Society. Sin embargo, sus logros en la medicina
fueron modestos y se lo acusó de ser principalmente un comerciante de
medicamentos, especialmente de quina, de la que trajo una abundante
provisión de Jamaica. Por otro lado son de destacar sus actos de caridad
como la donación de su salario al Christ’s Hospital y la atención gratuita de
muchos enfermos pobres. Sloane colaboró para el desarrollo como
naturalistas de Mark Catesby, Elizabeth Blackwell y George Edwards. Pero
sobre todo fue muy importante su actividad como colector. Se dice que
reunió más de 70.000 objetos. Estas “curiosidades” incluían 12.500 plantas,
9.000 invertebrados, 1.500 peces y 1.200 pájaros, además de objetos
etnográficos, monedas, dibujos, y casi 50.000 manuscritos y libros. En su
testamento entregó su valiosa colección por bastante menos de su valor al
estado, y buena parte de ella constituyó el inicio del British Museum y de la
British Library. Así con este póstumo servicio a la ciencia concluyó Hans su
prolongada vida a los 92 años. Sin embargo, no pudo descansar en paz.
Setenta años después de su muerte, el zoólogo William Leach, que
despreciaba la taxidermia usada por Sloane, quemó unos cuantos de sus
ejemplares en los jardines del Museo, ante el disgusto del rico vecindario por
el olor nauseabundo de tales “cremaciones”.

Alex Mouchard

“El paisaje del sertón vive de las voces de la seriema, el llanto de los anuns,
la alegría del papa-sebos, el pico de los gavilanes, la clarinada de los
tetéus y de las casaca-de-couro” (Zenaide, 1953)

Seriema: chuña; papa-sebos: calandria; tetéus: teros; casaca-de-couro: cacholote de


caatinga.

VARIEDAD DE NOMBRES DEL ANÓ

México: Pijuy o pájaro garrapatero


Maya: Cau (pájaro negro). Al Ani de pico surcado (Crotophaga sulcirostris),
le dicen chikbu'ul, porque bu'ul significa “poroto” y esta ave suele esconderse
entre las plantas de porotos
Honduras: Tijuíl
Costa Rica: Tijo, tinco, zopilotillo
Bahamas: Rain Crow, blackbird.
Cuba y Puerto Rico: Garrapatero, judío
República Dominicana: Garrapatero, judío, pájaro comunero
Creole Francés (Haiti): Boustabak
Créole Francés (Antillas): Mel-kobo
Creole Francés (Guadalupe): Bilbitin, juif, merle
Trinidad: Blackbird, tickbird
Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Ecuador, Perú: Garrapatero
Colombia: Garrapatero, tristir (Santander), cocinera, chamón, anó, jirigüelo,
cachimbo, guani, cuclillo, siyali (Guahíbo).
Yucuna-matapi (rio Miriti, Amazonas, Colombia): Lu'ui, luij, cocinerito
Venezuela (Caracas): Zamurito, garrapatero
Warrau (Venezuela, Guyana): Ouih
Caribe (Venezuela, Guayanas): Wine
Aukan (Surinam): Kaoufoo
Saramaccan (Surinam): Kööní
Sranan (Surinam): Kawfutuboi
Wayana (Surinam): Haklau, sowo
Guyana: Old witch (vieja bruja)
Arawak (Guyana): Cunuba, hoye
Macushi (Guyana; Roraima, Brasil): Oivowi
Wapishana (Guyana): Houwi
Cayenne, Haití y ex colonias francesas: Bout de petun, bout de tabac, oiseau
diable
Cayenne (Guayana Francesa): Bouillier des canaris
Creole Francés (Guayana Francesa): Ganwit, ti-zozo-djab
Creole Francés Karipúna (Amapá, Brasil; Guayana): Iuí, zozo-djab
Wayampi (Amapá y Pará, Brasil): Anu
Palikúr (Amapá, Brasil): Yu
Brasil: Anu, anum, anur, anu-hay, anuaí, anu-í, anu-pequeño, anu preto,
pelincho preto
Botocudo o krenak (Minas Gerais, Brasil): Puiñacha
Karajá (Mato Grosso, Pará y Tocantins, Brasil): Atô-atoi-o
Bakairí (Mato Grosso, Brasil): Amí
Perú (Amazonia): Vaca muchacho
Matsiguenga (Amazonia, Perú): Morítoni
Santa Cruz de la Sierra (Bolivia): Mauri
Chiquitano (Chiquitos, Santa Cruz, Bolivia): Olichoorich
Guarañoca (Chiquitos, Santa Cruz, Bolivia): Caaviata
Otuke (Chiquitos, Santa Cruz, Bolivia): Oo
Morotoca o ayoreo (Chiquitos, Santa Cruz, Bolivia): Ocota
Saraveca (Chiquitos, Santa Cruz, Bolivia): Urujuju
Quitemoca (Chiquitos, Santa Cruz, Bolivia): Cañeco
Cuciquia (Chiquitos, Santa Cruz, Bolivia): Techorikich
Paunaka (Chiquitos, Santa Cruz, Bolivia): Huarayu
Paiconeca (Chiquitos, Santa Cruz, Bolivia): Aalane
Baure (Moxos, El Beni, Bolivia): Isino
Itonama (Moxos, El Beni, Bolivia): Nalahuit
Cayubaba (Moxos, El Beni, Bolivia): Utuï
Itene (Moxos, El Beni, Bolivia): Ovi
Pacahuara (Moxos, El Beni, Bolivia): Oilsoro
Movima (Moxos, El Beni, Bolivia): Polopolo
Kanichana (Moxos, El Beni, Bolivia): Nichuli
Paraguay: Anó chico, piririta negra, piririgua negra
Argentina (Chaco, Corrientes): Anó chico
Argentina (Entre Ríos): Urraca negra
Argentina (Jujuy): Chasca negra
Guaraní: Ano, ano-í, guäri
Nivaklé (Chaco Boreal, Argentina y Paraguay): Tanaxal
Qom (Formosa): Po'tanaGae, ko'nagana'Gae la'lo, putanre
Wichi: Ch’inho
Uruguay y Argentina (Santa Fé): Pirincho negro, pilincho negro
Chile: Matacaballos

TOPONIMIAS
Zanjón y Garrapatero: pueblo en  Oaxaca, México
Garrapatero: localidad en Pasto,  Nariño,  Colombia
Laguna Garrapatero: lago en La Guajira, Colombia
Cerro Garrapatero: cerro en Cauca, Colombia
Playa El Garrapatero: a 7 km del pueblito El Cascajo, Santa Cruz, isla Santa
Cruz, Galápagos
Tijuil: localidad en Quiché, Guatemala

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∞Zenaide, H. 1953. Aves da Paraíba. João Pessoa: Editora Teone Ltda.

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Imágenes

1- L’Ani des Savannes – Dibujo de Paul Louis Oudart (Vieillot, 1834)


2- The Savannah Blackbird (Wood, J.G. et al, 1885)
3- Ani (Baird, 1860)
4- Crotophaga ani (Brehm, 1911)
5- The Razor-billed Black-bird of Jamaica (Catesby, 1729-1747)
6- L’Ani des Savanes - Dibujo de François Nicolas Martinet
(Daubenton, 1765-1783)
7- Ani de Mexique (en segundo plano) (Seba, 1734)
8- L'ani des savanes. Dibujo de H. Peuquet (Cuvier, 1829-1832)
9- Crotophaga ani (Cuvier, 1837)
10-Le Bout-de-petun. Dibujo de François Nicolas Martinet (Brisson,
1760)
11-L’ani des Brasiliens. Dibujo de François Nicolas Martinet (Salerne,
1767)
12- The great black bird. (Sloane, 1707)
13- The Lesser ani (Latham, J. 1781)
14- Sir Hans Sloane. Retrato al óleo sobre tela atribuído a John
Vanderbank. British Museum.
https://www.britishmuseum.org/collection/object/PA_Painting-24

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