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TALLER

1.
2. A continuación se presenta un extracto de un cuento del escritor mexicano Enrique Serna.
Léalo e identifique y subraye en el texto los componentes del proceso de comunicación.
Justifique por escrito su elección.

La última visita
Enrique Serna
-Hijita de mi vida, qué milagro que te dejas ver.
-No es un milagro. Vengo todos los jueves, como quedamos.
-Quedamos en que no íbamos a mencionar el pacto. Si me lo vas a echar en cara
no sé a qué vienes.
-Perdón. Tenía muchas ganas de verte. ¿Así está bien? ¿O prefieres que diga que
te extrañaba mucho?
-No me lo creería; nos vimos el martes en casa de tu hermano. Mejor pórtate como
una visita normal. Pregúntame cómo sigo del riñón o algo que suene a cordialidad
forzada.
-Esas eran las preguntas que te hacía Matilde, la novia del Tato, y si mal no recuerdo
la detestabas por hipócrita.
-Tienes razón, pero en ese tiempo creía en la sinceridad de las visitas. Ahora ya no
me hago ilusiones. Prefiero el falso protocolo de la gente que visita por compromiso.
-No empieces tan pronto con tus amarguras. Resérvatelas para cuando llegue
Rodolfo.
-A lo mejor no viene. Habló para decirme que tiene una junta en el banco. Es
mentira, pero ya sabes cómo le gusta darse a querer.
-Agradécele que te haga sentir incertidumbre. Así puedes mortificando pensando
que no vendrá y luego lo recibes con más gusto, como si te cayera de sorpresa.
-De tu hermano sólo podría sorprenderme que llegara sobrio. Por cierto, ¿no quieres
una cuba?
-Con muy poquito ron, si me haces favor.
-¿Esperas que te la sirva yo? En esta casa cada quien se sirve solo.
-Ya lo sé, mamá, pero tengo que hacerme la recién llegada para que puedas decir
ese diálogo. Si no lo dices, revientas.
-Por decirlo tanto la gente se creyó que esto era una cantina. Llegaban a la casa u
antes de venir a saludarme iban a servirse un trago. Pero eso sí, ninguno tenía la
decencia de traer una botella.
-Roberto sí traía.
-Porque yo se lo pedí cuando ya me tenían hasta la madre sus primos y los amigos
de sus primos. Un día le dije: mira, Roberto, tú eres como de la familia y yo te quiero
mucho, pero si vas a venir con tu séquito coopera con algo ¿no?
-En aquel tiempo te podías dar ese lujo. Si hoy vinieran él y toda su familia, seguro
los recibías con champaña.
-Eso harías tú, que no tienes dignidad. ¿Ya se te olvidó cómo te pusiste cuando
Rodolfo encontró a Pablo Espinosa robándose mis pulseras y lo corrió de la casa?
Por poco te desmayas de coraje. Gritabas que nadie tenía derecho a meterse con
tus amigos y que Rodolfo era un envidioso porque no tenía visitas propias y se
desquitaba con las tuyas. No, Blanca, yo toleraba gorrones, pero tú eras débil hasta
con los rateros.

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