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Rea Tizcareño, Christian. (7 de mayo de 2009). Intersexuales: la notable excepción de la regla. Recuperado
de http://www.jornada.unam.mx/2009/05/07/ls-central.html
¡Saquen a ese niño!”, grita el profesor, y el torneo interescolar de voleibol femenil se interrumpe
abruptamente. Los improperios no cesan y la maestra de Sonia, la aludida, interviene para aclarar que la
alumna sí es niña. El agresor pide pruebas. La algarabía crece y termina cuando la víctima sale corriendo de
la cancha, seguida por su madre, narra Eva Alcántara Zavala, psicóloga e investigadora de la Universidad
Autónoma Metropolitana.
En entrevista para Letra S, Alcántara cuenta que Sonia es intersexual, es decir, nació con características
biológicas tanto de hombre como de mujer. La intersexualidad puede darse a nivel genital, hormonal o
genético, presentando cuerpos que no pueden ser definidos estrictamente como “masculinos” o “femeninos”.
Por esto, Sonia sufre todos los días al enfrentar la rigidez de los roles de género impuestos por la sociedad.
La académica explica que sólo existen dos condiciones humanas socialmente aceptadas: masculino y
femenino, ambas heterosexuales. Según este paradigma, no hay gradaciones entre ambos polos.
A diferencia de otros países del mundo, en México la intersexualidad no existe aún como una identidad
política porque las personas incluidas en este término no se autodefinen como tales. Incluso dentro del
llamado movimiento lésbico, gay, bisexual, travesti, transgénero y transexual (LGBT), que recientemente
agregó la letra “I” a sus siglas, hay activistas que desconocen esta realidad. El concepto no está en el
imaginario social, explica la maestra en estudios de la mujer.
Alcántara dice que, para Sonia, la palabra intersexual no significa nada; sólo se sabe “diferente”. Con
sencillez, ella asume: “yo soy mujer aunque parezca hombre”, declaración que constituye una actitud política.
“La exigencia es que los cuerpos tengan formas ideales, estereotipos binarios del género ‘naturalizados’ o
‘normalizados’. Se trata de un problema cultural que le pide al hombre tener un pene grande y a las mujeres
ser ‘mujercitas’ y comprobarlo”.
Según el paradigma científico -“positivista”-, la intersexualidad es una patología y requiere de una solución, la
reconstrucción genital. Se piensa que el bisturí y el tratamiento hormonal antes de los dos años de vida
evitarán sufrimiento en la adultez; sin embargo, la felicidad no la tiene garantizada nadie. Además de ser “muy
dolorosas”, las cirugías son irreversibles y evidentemente soslayan la opinión de la persona en cuestión. De
esta manera, padres y servidores de la salud deciden por el bebé. “Se trata de niños sometidos a
procedimientos médicos durante prolongados tiempos, que quedan marcados por el aislamiento y la soledad”,
critica Alcántara, quien ha estudiado el tema para su tesis doctoral.
Alguna vez, llegó una mujer a los servicios del IMSS para atender su infertilidad. Los estudios cromosómicos
revelaron que en realidad la persona era XY, “un varoncito”, con insensibilidad a los andrógenos. Entonces, su
pareja decidió disolver legalmente el matrimonio.
Ante la pregunta “¿es forzosa la cirugía?”, el funcionario responde que en México no se puede dejar de
practicar. “El nivel cultural es muy cerrado; o somos ‘A’ o somos ‘B’, no hay necesidad de puntos intermedios.
Estamos en pañales, no estamos capacitados para entenderlo”. En Alemania, Holanda o Inglaterra, por
ejemplo, las personas intersexuales deciden a los 14 o 16 años si necesitan el bisturí o no.
En el artículo “Los cinco sexos”, la bióloga feminista refiere que la palabra hermafrodita proviene del mito
griego del hijo de los dioses Hermes, el mensajero, y Afrodita, la representante de la belleza y el amor sexual.
A la edad de 15 años, el retoño se convirtió en “mitad hombre y mitad mujer” al fundirse su cuerpo con el de la
ninfa Salmácide.
Así, Platón consideraba que en una época hubo tres sexos: masculino, femenino y hermafrodita; según
algunos estudios bíblicos, Adán vivió como intersex antes de aparecer Eva; los libros de la ley judía registran
ciertas prohibiciones para quienes nacían con esta condición, y fue en la Edad Media donde nació la condena
que obliga a las personas con características de hombres y mujeres a adoptar un solo rol social. Hoy día,
agrega Fausto-Sterling, los cuerpos intersex están supeditados al poder científico que los considera no
“naturales”, aunque en realidad sean estadios de la diversidad humana.
Para el director de Caleidoscopía, Espacio de Cultura, Terapia y Salud Sexual, la intersexualidad no es una
patología a corregir, y la modificación anatómica por parte de los servicios de salud en los primeros años de
vida representa una violación a los derechos humanos, pues se deja de lado la voz de la o el afectado. “La
mayoría acuden a psicoterapia porque les fue practicada una cirugía con la cual no estaban de acuerdo y
fueron educados con un rol de género que no les correspondía”.
Es primordial un cambio cultural que reconozca voz y voto a la infancia; garantice el acceso a la educación
sexual, y considere la diversidad. Las y los niños intersexuales tienen derecho a estar informados. No se les
debe imponer un rol de género, pues la identidad emanará por más intentos que se hagan para reprimirla. Se
aconseja registrarlos con nombres neutros. Si no hay respeto, cualquier intento quirúrgico, psicológico o
farmacológico está condenado al fracaso, concluye el especialista.