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LA LITERATURA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX: EL REALISMO Y EL NATURALISMO

A mediados del siglo XIX predominan en los medios artísticos los principios estéticos del realismo. Se
denomina realismo al movimiento cultural característico de la sociedad burguesa a la que no agradaban las fantasí as
idealistas románticas. Aunque siguen perviviendo muchos rasgos románticos en el arte realista, el realismo surge por
depuración o desaparición de los elementos románticos más idealistas.

1. EL
REALISMO EN ESPAÑA

Es una corriente literaria que se desarrolla en Europa y en España durante la segunda mitad del siglo XIX.
Surge como reacción al Romanticismo y está influido por las teorías de Comte, Darwin y Mendel. Coincide con el
desarrollo y hegemonía de la nueva clase dominante, la burguesía.
Influidos por los novelistas europeos —Stendhal, Dickens, Flaubert— los escritores españoles que han
conocido las novedades de la novela por entregas y el Realismo literario deciden escribir, en palabras de Galdós, “una
novela de verdad y de caracteres, espejo fiel de la sociedad en que vivimos”.
La imaginación, protagonista del arte romántico, va a ser sustituida por la observación del arte realista. El yo y
los temas exóticos ceden su protagonismo a la realidad inmediata, a lo humilde y cotidiano. La lírica y el drama
dejan paso a la novela, porque el Realismo, en literatura, se va expresar narrativamente, aunque se cultiven
formas poéticas y dramáticas con la misma estética. El lenguaje realista se vuelve minucioso y descriptivo en la
construcción de personajes o en la recreación del ambiente. Las técnicas narrativas se diversifican.

2. EL
NATURALISMO EN ESPAÑA

Se conoce como naturalismo una corriente literaria que se desarrolló durante el último tercio del siglo XIX,
fundamentalmente en Francia, y que tuvo como principal impulsor a Émile Zola, quien proporcionó en sus novelas
las claves del naturalismo:
· La literatura
entendida como ciencia cuyo objeto de estudio es el medio social. La literatura debe analizar
científicamente el comportamiento humano siguiendo los principios de la observación y la
experimentación.
· La literatura
naturalista se basa en la teoría del determinismo, es decir, la idea de que el hombre se encuentra
condicionado por su herencia genética y su ambiente social. Esto explica la propensión de los naturalistas
por ambientes miserables y sórdidos y por personajes tarados, alcohólicos, embrutecidos o enfermos, ya
que estos les permiten demostrar la influencia determinante de la biología y del medio social.
· Técnicamente,
la literatura naturalista se caracteriza por:
o Descripciones
minuciosas que dan cuenta del carácter o del ambiente.
o Reproducción
fiel del lenguaje hablado.
o Narrador
impersonal y objetivo: el novelista se comporta como el científico: se limita a exponer y analizar los
hechos, sin intervenir.
· Intención
moral: las novelas tienen, además, una intención moral. Influidos por las ideas socialistas, los naturalistas
piensan que, ya que no se puede modificar la herencia biológica, sí es posible igualar las condiciones sociales
en que viven los hombres. La novela naturalista contribuiría a proporcionar un conocimiento más exacto de
los seres humanos y de la sociedad, con el fin de poder mejorarlos.

El naturalismo español aprovecha del movimiento naturalista ciertos recursos narrativos y su interés por los
ambientes míseros y degradados, pero no acepta la idea de convertir la literatura en una ciencia. Aparte de
aparecer en las novelas de Emilia Pardo Bazán, se advierten rasgos naturalistas en obras de Galdós como La
desheredada, en La Regenta de Clarín y en algunas novelas de Palacio Valdés.
3. LA NOVELA REALISTA

Para el desarrollo de la prosa realista tienen una gran importancia el auge del periodismo. La mayor parte de
los prosistas del XIX escriben para un periódico. La prensa, por pura necesidad de proximidad al lector, contribuye a
forjar una prosa directa, flexible y liberada de la grandilocuencia romántica. Uno de los g éneros periodísticos, el
artículo de costumbres, va a evolucionar hacia la novela prerrealista, próxima todavía al costumbrismo.

La novela se consideró el género más adecuado para observar, representar y explicar la realidad social.

Diez características de la novela realista:

· Descripción
minuciosa y detallada de la realidad externa, para lo cual el escritor pasa por una fase de observación y
documentación. Esta exactitud se ejerce en dos terrenos y siempre con intención moral o social:
– La pintura de
costumbres nos muestra gran diversidad de ambientes: urbanos o rurales, refinados o populares, aunque
hay preferencia por los ambientes burgueses.
– La pintura de
caracteres que da origen a la novela psicológica donde se analizan los temperamentos y las motivaciones
de los personajes
· Ubicación
próxima de los hechos: Frente a la evasión espacio-temporal del Romanticismo, los autores realistas escriben
sobre lo que conocen, con lo que sitúan sus obras en el presente y en lugares próximos.
· Frecuente
propósito de crítica social y política: La intencionalidad sociopolítica varía según la ideología particular de
cada escritor. En general, los autores conservadores describen la realidad para mostrar su degradación y postular
un retorno a los valores tradicionales. Los progresistas también muestran las lacras sociales, pero éstas, según
ellos, obedecen a la pervivencia de una mentalidad conservadora que lastra el avance hacia el mundo nuevo.
· Estilo sencillo
y sobrio. En los diálogos, la lengua se adaptará a la índole de los personajes; de ahí, por ejemplo, el reflejo del
habla popular. El ideal del estilo es la claridad y la exactitud, como corresponde al deseo de acercar la labor del
escritor a la del científico.
· Verosimilitud
: Las historias son como fragmentos de realidad. Aunque inventadas por su autor, se basan en la experiencia
cotidiana, y tanto los protagonistas como los ambientes son creíbles.
· Protagonistas
individuales o colectivos:
▪ Novelas
psicológicas: Los protagonistas de las novelas suelen ser individuos que se relacionan problemáticamente
con su mundo. El novelista hace hincapié en el análisis psicológico del personaje.
▪ Novelas de
ambientación social: Los protagonistas son grupos sociales completos, que permiten al novelista dar una
visión global de la sociedad contemporánea; aparición de grupos sociales ignorados (burguesía,
proletariado, mendigos, desclasados…)
· Narrador
omnisciente: El narrador maneja por completo los hilos del relato: lo conoce todo, interviene en la obra con sus
juicios sobre hechos y personajes y con observaciones dirigidas al lector. Con el tiempo, el ideal de objetividad
conduce a atenuar las apariciones del narrador en la obra. Junto con la narración tradicional y el estilo
indirecto, destacan el diálogo, el estilo indirecto libre y el monólogo interior.
· Uso del estilo
indirecto libre: se trata de un estilo narrativo en el que se insertan en la voz del narrador enunciados propios
de un personaje, que no son introducidos expresamente mediante marcadores o conectores (verbos de palabra y
pensamiento o nexos introductorios del enunciado). Ejemplo: Juan estaba agotado, los pensamientos se
agolpaban en su mente, no, jamás volvería a subir corriendo.
· Didactismo:
es corriente que los autores pretendan con sus novelas ofrecer una lección moral o social. Ello es así en las
llamadas novelas de tesis, en las que el escritor desea demostrar una idea general a la que quedan subordinados
el argumento, los personajes y el ambiente de la obra.
· Estructura
lineal: los hechos transcurren de forma lineal en el tiempo, aunque no son extrañas las vueltas atrás para contar
episodios pasados, pero estas no interrumpen más que provisionalmente el hilo general de la narración.

Principales autores realistas

TRANSICIÓN DE LA PROSA ROMÁNTICA A LA NOVELA PRERREALISTA

Fernán Es el seudónimo de la escritora Cecilia Böhl de Faber, su obra se ha considerado


Caballero precursora del realismo español, pero la abundancia de elementos románticos y, sobre
todo, el didactismo católico y la idealización de tipos y paisajes, la alejan de los
presupuestos centrales del realismo. Entre sus obras más conocidas destacan La gaviota
y La familia de Alvareda.
Pedro Antonio Es también un escritor prerrealista, cercano aún al Romanticismo y a la prosa
de Alarcón costumbrista. El sombrero de tres picos (1874).
CONSOLIDACIÓN DE LA NOVELA REALISTA

Juan Valera Es un escritor peculiar dentro del movimiento realista. Defiende el carácter poético de la
novela y postula un tipo de narración que estudie el interior de los personajes. Sus
novelas suelen moverse dentro de marcos ideales donde se difuminan los conflictos
sociales. Tampoco sus personajes hablan de manera realista; su estilo es culto y
academicista. El amor es el tema de la mayor parte de su obra narrativa en la que
destaca Pepita Jiménez (1874), Doña Luz (1879), Juanita la Larga (1895) y Morsamor
(1899).
José María de Es el máximo representante, dentro del realismo, de la novela tradicional. Defiende en
Pereda sus obras un patriarcalismo rural e idílico frente a los males del mundo urbano y
burgués. Casi todas sus novelas transcurren en la región cántabra y son un ejemplo de
novela regional. Gran calidad descriptiva tanto de paisajes como de personajes. Entre
sus novelas destacan: El sabor de la tierruca (1882), Pedro Sánchez (1883), Sotileza
(1884), La puchera (1889) y Peñas arriba (1895).
Emilia Pardo Aristócrata gallega, fue persona cultivada y buena conocedora de las corrientes literarias
Bazán europeas de su tiempo. Su obra narrativa es muy variada: tuvo unos comienzos
románticos, y tras sus escarceos naturalistas, será seguidora del espiritualismo ruso. El
naturalismo, tan presente en novelas como La tribuna (1882), Los pazos de Ulloa (1886)
y La madre Naturaleza (1887), es siempre puramente formal: situaciones escabrosas,
ambientes degradados, señores decadentes y criados brutales, crudas descripciones,
escenas de desmesurada violencia, etc. Pero el determinismo naturalista sólo es
externo y circunstancial, pues es corregido por la fe religiosa.
Tiene mucho interés el más de medio millar de cuentos que la condesa de Pardo Bazán
publicó en la prensa, parte de los cuales reunió en diversos volúmenes: Cuentos de
Marineda, Cuentos de Navidad, Cuentos de amor, Cuentos sacroprofanos, Cuentos de
la tierra…

BENITO PÉREZ GALDÓS (1843-1920)

Primeras novelas
Publicadas durante la primera década de los setenta, casi todas son novelas de tesis en las que se contraponen
dos ideologías, conservadora y liberal. Galdós no oculta sus simpatías por la España liberal, y la intención didáctica de
las obras es explícita. Títulos de esta época son La Fontana de Oro (1870), Doña Perfecta (1876), Gloria (1877),
Marianela (1878) y La familia de León Roch (1878).

Novelas españolas contemporáneas

Así llamó Galdós a las novelas que publicó a partir de La desheredada (1881). Esta magnífica obra, influida en
parte por las ideas naturalistas de Zola, no presenta ya de forma elemental acciones y personajes, sino que estos son
fruto ahora de una cuidada evolución psicológica. Algunas otras novelas de este periodo son El amigo Manso (1882),
La de Bringas (1884) y Miau (1888).
Todas estas obras analizan con maestría el mundo de la clase media. La visión galdosiana de esta sociedad
mesocrática se plasma generalmente en Fortunata y Jacinta (1886-7), su obra más ambiciosa. Se trata de una novela
extensa y cuidadosamente construida, que desarrolla, sobre la base de diversos triángulos amorosos, la convulsa y
cambiante vida social madrileña entre 1873 y 1876, entrelazando calculadamente los elementos de ficción y los
históricos. En ella alcanza su cumbre el realismo total galdosiano.

Últimas novelas

La crisis de la estética realista y el interés por buscar nuevos cauces expresivos se manifiestan claramente en sus
novelas desde 1889. De este periodo son La incógnita (1889), Realidad (1889), Ángel Guerra (1891), Tristana
(1892), la tetralogía que tiene como protagonista al usurero Torquemada (1889-1895), Nazarín (1895), Misericordia
(1897) , El caballero encantado (1909).
En todas ellas ensaya originales procedimientos narrativos: novelas dialogadas, narraciones epistolares,
introducción de elementos fantásticos, sueños, símbolos, etc. En alguna es también visible la influencia del
espiritualismo de la novela finisecular europea. La modernidad narrativa galdosiana tiene su raíz en la progresiva
radicalización ideológica del Galdós, que le lleva a buscar vías estéticas diferentes como modo de comprender la
realidad en toda su extensión.

Episodios Nacionales

Los Episodios Nacionales, constituidos por cuarenta y seis novelas dispuestas en cinco series de diez episodios
cada una (excepto la última, que quedó inacabada con solo seis), pretenden reconstruir en forma novelada la historia
del siglo XIX español.

Temas e influencias

- Las obras de Galdós, aunque ambientadas en su mayoría en Madrid, son una completa visión de conjunto de la
sociedad española de su época. En sus novelas Madrid concentra todas las contradicciones sociales e históricas del
país y se ha convertido en una gran ciudad cuyo complejo mundo presenta con pluma maestra el novelista.
- La mirada de Galdós presta atención a todas las esferas sociales.
- Reflexión sobre la condición humana: las reacciones psicológicas ante las situaciones extremas, las ambiciones,
el dolor, los suelos, las ilusiones, las fantasías, el amor, los diversos placeres, los ambientes sórdidos, todo desfila
ante los ojos del autor y bajo la mirada de Galdós.
- Los modelos literarios de Galdós son muy diversos. Es apreciable la influencia de los escritores realistas: Balzac,
Dickens, Flaubert, Dostoyevski y Tólstoi. Es también muy notable la influencia de la literatura: la Celestina, la
picaresca, los clásicos del siglo XVI y XVII, y particularmente Cervantes, de quien aprende Galdós el recurso
fundamental de la ironía, que le permite alejarse de lo narrado y ver más objetivamente a sus personajes.

LEOPOLDO ALAS, “CLARÍN” (1852-1901)

El escritor Leopoldo Alas, Clarín, publicó multitud de artículos periodísticos de contenido político defendiendo
su ideario republicano. Es autor además de numerosos escritos de crítica literaria, en los que analiza con ironía las
tendencias de la época y censura las obras de mala calidad, con el fin de guiar y aconsejar al público lector.
Pese a su brevedad, es su obra narrativa la que le concede un puesto de primer orden en las letras españolas.
Solo escribió dos novelas: La Regenta y Su único hijo, algunas novelas cortas (Pipá, Avecilla, Las dos cajas, Doña
Berta, El Señor…) y poco más de cien relatos breves, publicados en su mayoría en la prensa y que recopiló, junto a
otros inéditos, en volúmenes independientes: Pipá (1886), El Señor y lo demás, son cuentos (1893), Cuentos morales
(1896) y El gallo de Sócrates (1901).

Las grandes novelas

Su único hijo (1891)


Narra la vida en una pequeña capital de un frustrado matrimonio, cuyas relaciones con los componentes de una
compañía de actores sitúan la acción en un ambiente extraño y degradado.
Los personajes viven en la más extrema soledad y se mueven por intereses materiales en un medio social que
condiciona su comportamiento con una mezcla de determinismo naturalista y sensualismo decadente.

La Regenta (1885)
La Regenta se encuadra dentro de dos modelos típicos de la novela realista: la novela de adulterio, que tiene
como protagonista a una mujer burguesa profundamente insatisfecha y la novela de sacerdote que narra el conflicto
entre la castidad impuesta y el instinto natural.
Los protagonistas de la novela son dos: Ana Ozores y el Magistral, Fermín de Pas. Ambos personajes
tienen en común su desclasamiento: ella, hija de un aristócrata liberal, acaba como esposa del viejo y ridículo regente
de la Audiencia; él, de humilde origen, está escalando a los más altos puestos de poder del cabildo catedralicio. En los
dos se produce una profunda insatisfacción: Ana, frustrada humana y sentimentalmente, añorando una madre que no
tuvo y un hijo que no tiene; el Magistral, sometido a la férrea voluntad de su madre y sin meta humana alguna,
excepto la ambición desmedida del poder.
El tercer personaje en importancia es Álvaro Mesía, dirigente liberal de la provincia y tenorio por excelencia de
la misma. Ana termina en manos del insustancial Mesía, con lo que consuma su propia degradación.
En el fondo, la auténtica protagonista de la novela es la sociedad provinciana en su conjunto. Clarín disecciona
en Vetusta, nombre literario de Oviedo, las mezquindades, frustraciones y pequeñeces de la sociedad española de la
Restauración.
En La Regenta, es muy importante la influencia del ambiente sobre los personajes, por ello se ha insistido en
su carácter naturalista.
Dos son las notas dominantes en el ambiente que envuelve a los personajes de la novela: el tedio y la lujuria.
En la cerrada ciudad provinciana todo se repite hasta el aburrimiento, y personas como Ana Ozores no encuentran más
salida a su hastío que el refugio en libros y sueños románticos, perfectamente inútiles como solución vital. La
sexualidad, más o menos reprimida, es la vía de escape de muchas frustraciones.

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