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CICLO : II
SETIEMBRE 2021
HUANUCO – PERU
DEDICO ESTE TRABAJO A
LA MEMORIA DE MIS
PADRES QUE ME
INCULCARON POR EL
CAMINO DEL BIEN Y LA
JUSTICIA
INDICE
- DEDICATORIA
- INDICE
- INTRODUCCION
-
CAPITULO I
JUSTICIA Y CARIDAD
CAPITULO II
JUSTICIA Y MISERICORDIA
2. LA PRÁCTICA DE LA JUSTICIA
CONCLUSIONES Y SUGERENCIAS
BIBLIOGRÁFIA
INTRODUCCION
El que haya llegado a pensar que, tras la caída del muro de Berlín, han
desaparecido todos los muros, se equivoca, pues todavía existe en nuestro mundo un
terrible muro, que divide a los hombres entre sí, que es el muro de la pobreza o, como lo
veces ensanchamiento del abismo entre las áreas del llamado Norte desarrollado y las
destino, sino que en su persistencia tienen que ver decisiones humanas, podemos decir,
una de las mayores injusticias que afligen a nuestro mundo. Juan Pablo II llegó a definir
este pecado, en la misma encíclica, como «el pecado estructural», refiriéndose con ello a
los «mecanismos económicos, financieros y sociales» (SRS, 16) que generan de una
de estas dos virtudes cristianas, la caridad y la justicia, para contribuir a derribar este
muro de la pobreza y de la injusticia, que constituye, a nuestro juicio, una de las peores
salvación universal.
Ahora bien, para afrontar esta tarea práctica no deja de ser cierto que es
importante clarificar previamente cuáles sean las auténticas relaciones entre justicia y
caridad, pues no es raro escuchar a quienes reivindican sus legítimos derechos, sean
Esta frase revela varias cosas. Una, que se sigue manejando el concepto de
justicia expresado por Ulpiano y recordado por Santo Tomás, al entender por tal «la
constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo» 1. Otra, que refleja una muy
limosna. Y ambas constataciones dejan en el aire dos cuestiones, a las que vamos a
buscar dar respuesta en estas páginas. Primera, ¿por qué se ha llegado a este
citado malentendido está, por una parte la determinación de lo que corresponde como
«suyo» a cada cual, sean personas o colectivos, y, por otra, el modo de organizar o de
CAPITULO I
JUSTICIA Y CARIDAD
- Unos piensan que la caridad es cómplice de la injusticia, pues aminora los efectos, que
- Otros piensan que en este mundo autónomo, no tiene lugar la caridad, ya que el Estado
- Otros piensan que la cariad ejerce una suplencia hasta que el Estado pueda cubrir esas
- Otros piensan que la Iglesia no tiene que ver con la justicia o injusticias, que eso es
- Otros piensan que la caridad siempre debe existir: para hacer o exigir la justicia; para
funcionó a partir del trabajo de los esclavos, se le dio una respuesta concreta, y la
sociedad feudal tuvo también su manera de organizar esta distribución. Aquí, sin
embargo, vamos a fijamos en el modelo, no superado todavía, que hace del mercado el
asunto.
El primer principio de esta teoría, que se refiere a cuál podría ser el factor motor
de la economía, el autor lo expresaba así en su obra «La riqueza de las naciones»: «No
panadero; la esperamos del cuidado que ellos tienen de su propio interés. No nos
nuestras necesidades, sino de las ventajas que ellos podrán obtener». No es, pues, el
funcionamiento de la economía.
económicos actuar con toda libertad para el logro de sus intereses y beneficio, no sólo
¿En qué basaba A. Smith esta fe en la fácil conjugación entre interés particular y
una especie de «mano invisible», mano que se identifica con las «leyes del mercado». A
través de éste se va a llegar al establecimiento no sólo del precio justo de los bienes,
sino también del salario justo: el mercado equilibrará por sí mismo tanto los precios
Esta era al menos la fe del autor. Pero ¿se confirmaba en la práctica? El propio
A. Smith pudo ser testigo de que si el egoísmo funcionando según las leyes del mercado
a unos al triunfo y al éxito, sumía a otros en la miseria, como fue el caso de la masa de
Por eso, analizaba en otra de sus obras estos sentimientos y llegaba a una
conclusión optimista: «Por más egoísta que quiera suponerse al hombre, evidentemente
hay algunos elementos en su naturaleza que le hacen interesarse por la suerte de los
otros de tal modo que la felicidad de éstos le es necesaria, aunque de ellos nada obtenga,
Llegamos así al momento de ver cómo puede repercutir esta teoría económica
la justicia, en esta teoría lo «suyo» o «debido» a cada uno lo establecerán las propias
queda reducida así a la limosna y cumple, respecto de la justicia, una tarea supletoria:
leyes del mercado. La «caridad» que ejercían los empresarios «filántropos», se la confía
al Estado, que pasa a ser de esta manera un Estado «benefactor». Este ejercerá funciones
sido la «teoría de la justicia», elaborada y difundida por John Rawls. De ella pasamos a
«debido» a cada uno no la fija la naturaleza, sino que debe ser establecido a través de
acuerdos racionales. Por eso va a resucitar la teoría del contrato social, pero no para
explicar el origen de la sociedad o de la autoridad, sino para llegar a través del pacto a
pactantes de la condición de «personas morales». Ello significa que quienes van a pactar
serán personas libres e iguales, esto es, capaces de decidir sobre sus propios intereses y
social.
de todos aquellos conocimientos, como podría ser el del puesto que iban a ocupar en la
que les impedirían ser imparciales o les inducirían a obtener ventajas a través del pacto.
Dada esta situación estarían en las condiciones adecuadas para pactar unos principios,
social. Y, supuesto que de lo que se trata es, por una parte de conseguir un adecuado
margen de libertad y, por otra, una igualdad adecuada en el disfrute del resto de los
bienes, como son la riqueza, el poder y el prestigio social, dos serán los principios de la
justicia. «Primer principio: toda persona debe tener igual derecho al más extenso
sistema total de libertades básicas iguales, compatible con un sistema similar de libertad
a) Dirigidas hacia el mayor beneficio del menos aventajado, compatible con el
b) vinculadas a cargos y posiciones abiertas a todos bajo las condiciones de una
bienes tan razonable que pudiese ser aceptado por todos, incluso por los menos
favorecidos.
Por eso, la obra de Rawls ha sido interpretada «como una contribución a un intento de
restablecer el consenso, erosionado por la crisis, en torno a las bases normativas del
caridad-limosna, pues lo otorgado por el Estado a través del cauce de los principios de
la justicia acordados por todos, se considera como algo «debido» y no como un regalo o
limosna.
En cualquier caso, y sin entrar en las diferentes críticas que se han hecho a esta
teoría, todo parece indicar que sólo sería válida o aplicable a las naciones desarrolladas,
del reparto de los bienes, pues carecen de libertad muchas veces, de alimentación y
vivienda adecuadas, de atención médica, etc. casi siempre, ¿sería posible llegar a
Más aún, si los postulados de la teoría se quisieran trasplantar a los países pobres
del llamado tercer mundo, el acuerdo requeriría que las poblaciones del mundo rico
bienes a escala universal. Ahora bien, ¿estarían dispuestas estas poblaciones al sacrificio
Para los millones de desheredados, ¿qué quedaría entonces? Parece que no mucho más
que las migajas, esto es, la limosna. Y con ello no habríamos superado la fórmula de las
Bienestar» supuso un avance sobre la teoría de A. Smith. Pero incluso este avance
resultó relativo por varias razones. Primera, porque sólo pudo realizarse en los países
desarrollados, mientras que en los países pobres puede decirse prácticamente que la
situación empeoró durante este tiempo. Y, segunda, porque allí donde se alcanzó el
modelo de la redistribución de los bienes del Estado del Bienestar y se está reclamando,
de la libre competencia. Las críticas al Estado del Bienestar se multiplican y con ellas
Milton Friedman y los neoliberales advierten que no se puede ser liberal y comunitario a
la vez, que el individualismo y la libre competencia casan mal con las medidas
este modelo económico y político y sólo piden algunos cambios en el sistema cultural,
como sería el fomentar más la disciplina frente a un uso desmedido de la libertad, que se
habría abierto camino tanto en el arte como en las costumbres; pero todo en orden a
mercado y éste decide los límites de las exigencias de la justicia. El mercado vuelve a
estar por encima de las personas y para paliar los fallos del mercado o curar a sus
CAPITULO II
JUSTICIA Y MISERICORDIA
concepto de justicia y de caridad y el tipo de relaciones que entre ellas se dan partiendo
de los supuestos de la economía de mercado. Desde ella parece que se llega a una
reducida a la actividad limosnera, y sus relaciones con la justicia. ¿Es ésta la única
forma posible de entender las relaciones caridad-justicia? Pensamos que no y, por ello,
actividades económicas.
relaciones.
ser bueno en esta sociedad?, sino llegar hasta otra pregunta más radical: «¿cómo ser
cuestión que ahora nos planteamos no es la de «¿cómo ser buenos en Egipto?», sino la
que conocemos que “Dios es amor” (1 Jn 4, 8 y 16)–: ¿cómo es posible que no nos
suficientemente. Pero este amor nuestro imperfecto y limitado puede ser purificado por
.En segundo lugar, “La caridad va más allá de la justicia –continúa el texto–,
porque amar es dar, ofrecer de lo ‘mío’ al otro; pero nunca carece de justicia, la cual
obrar”.
En efecto. De por sí, la justicia como virtud humana no lleva a dar “lo mío” al otro. Esto
es propio de la caridad o del amor. Ahora bien –continúa el documento–‘ “no puedo
‘dar’ al otro de lo mío sin haberle dado en primer lugar lo que en justicia le
corresponde”. Antes de dar “lo mío” tengo que reconocer “lo suyo” y dárselo. Por eso
“quien ama con caridad a los demás, es ante todo justo con ellos”. En definitiva, “no
basta decir que la justicia no es extraña a la caridad, que no es una vía alternativa o
mínima” (Pablo VI), pues el amor debe ser “con obras y según la verdad” (1 Jn 3, 18).
Así que la caridad exige la justicia, por un lado. Por otro lado, “la caridad supera
comunión”.
2. LA PRÁCTICA DE LA JUSTICIA
innegociable respeto por la ley. Por tanto, se deben respetar y cumplir las diversas leyes
que existen en los distintos reinos; asimismo, no se debe dejar de pedir permiso a las
cumplir las ordenanzas que dictaminan los magistrados, ya que entiende que ellas se
deben o debieran elaborar desde la virtud de la justicia; además, acepta que el gobierno
de los príncipes es de derecho divino». El respeto debido a los jueces y a las demás
autoridades públicas, más allá de cómo sean en concreto, se les debe por su investidura;
expuesto, no quita que el supiera que el drama de su época era que se daban
CONCLUSIONES Y SUGERENCIAS
nuestras acciones a favor de los más necesitados. Sin embargo, justicia y caridad,
distintos.
profunda fraternidad de todos los hombres. La caridad tiene una función social, mientras
La justicia social tiene como interés específico el bien común colectivo, por
poder público la asistencia a los más pobres, luchar por empleo, vivienda, salud y
educación; y mitigar los efectos negativos de los sistemas económicos que generan
la justicia como un «castigo». Recordemos que la caridad tiene una triple dimensión:
«conmoción del corazón» (sentir pena o dolor), sino que debe actuar. La caridad es
también colocarse en el lugar del otro, sentir el sufrimiento del otro como si fuera
BIBLIOGRAFIA