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Valores y

actitudes hacia el
medio ambiente

Tecnologías
para la
Sustentabilidad

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Valores y actitudes hacia el
medio ambiente
Valores ambientales, concientización y actitudes con el
entorno

La palabra valor proviene del latín válor, que significa “tener


salud”, “estar bien”. La forma romana de despedida era
váleas, lo cual quería decir: “que estés bien”. Luego el
término adquirió en sentido de “tener vigor” no solo físico
sino también de ánimo, que éticamente es parte de la virtud
de la fortaleza. (Díaz y Escárcega, 2009, p. 54).

Valores

Los valores son las guías sobre las que la conducta de las personas y de los
grupos humanos se despliega. Son pautas de comportamiento que la
persona o el grupo social reconocen como buenas o deseables y se reflejan
en la forma de vivir.

En ese sentido, ante los problemas ambientales que la humanidad


experimenta (deforestación, contaminación de cursos de agua,
contaminación del aire, degradación del suelo…), cabe reflexionar acerca
de los valores que han regido la forma de vivir de nuestras sociedades
durante las últimas décadas. El modelo imperante ha sido el de los países
industriales, desarrollados y en desarrollo, que explotan la naturaleza hasta
agotar su capacidad, sin importar la manera. Así, establecen un ciclo que
retorna los desechos con la visión idealizada de que sería la misma
tecnología la que aportaría todas las soluciones.

De entre estos problemas ambientales, la discusión en foros


académicos y políticos ha sugerido la formación de
sociedades sustentables que puedan generar nuevas formas
de apropiación de la naturaleza a través de la creación de
nuevas sociedades que practiquen justicia social y una
nueva racionalidad económica, es decir, nuevos valores
surgidos de la resignificación de la naturaleza (Domínguez
2013). (Morales Jasso, 2016, p. 142).

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Así es como se confronta el modelo de los países industrializados, en los
que el crecimiento económico está impulsado por una ética de la
abundancia y del desperdicio, con el de los países subdesarrollados, en los
que la pobreza y la satisfacción de las necesidades básicas son cuestiones
de subsistencia.

Las formas en las que la sociedad se apropia, hace uso y transforma la


naturaleza están enmarcadas en un sistema de valores y de principios.
Estos valores son los que sostienen el desarrollo de la sociedad y el modelo
de economía dominante.

Tal como lo explican Díaz y Escárcega (2009): “la humanidad ha adoptado


criterios a partir de los cuales se establece la categoría o la jerarquía de los
valores” (p. 52).

Diversos criterios se utilizan para establecer jerarquías:

Figura 1: Categoría o jerarquía de valores

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Fuente: Díaz y Escárcega, 2009, pp. 52-53.
La educación en valores implica la integración de las esferas del
conocimiento, de las actitudes y de las aptitudes. Son el saber y el saber
hacer a la luz de los valores y de la intencionalidad que esos conocimientos
guardan para la sociedad.

Las actitudes están en conexión con la forma de interpretar la información


que se recepta y con la manera de reaccionar frente a un determinado
estímulo. Constituyen un modelo o un marco de opiniones, pensamientos y
conductas ante situaciones similares.

Díaz y Escárcega (2009) citan tres componentes de las actitudes, que


interaccionan entre sí, afectándose mutuamente:

 El componente cognoscitivo es la información que la persona tiene del


objeto de su actitud. Es lo que conoce o cree conocer.
 El componente afectivo es la emotividad que tiñe a una valoración
positiva o negativa. Está vinculado a las experiencias personales previas.
 El componente conativo es el elemento que predispone a la acción.

La degradación ambiental no es sólo un problema que exige


soluciones científico-técnicas. En realidad no es tanto un
problema en el sentido objetivo de algo exterior al hombre,
sino un problema de conciencia o de actitudes y conducta
humanas (valores, actitudes y creencias). La crisis ecológica

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deriva, a la postre, en el planteamiento de un nuevo sistema
ético: la bioética como puente entre los hechos científicos y
los valores morales. Con ello se contribuiría a comprender
que los problemas ambientales son, ante todo, problemas
de la humanidad y, por ende, del comportamiento humano.
Es el comportamiento de las personas lo que provoca un
incremento de la gravedad de un problema ambiental
(Martínez-Soto, 2004). (Díaz, y Escárcega, 2009, p. 65).

Existe una teoría llamada valor-creencia-norma, en virtud de la vinculación


que ocurre entre estos elementos cuando se presenta un conflicto
ambiental. La teoría sostiene que son los valores y las actitudes que
traemos arraigados en la estructura de la personalidad los que activan
nuestras creencias. Estas forman el andamio o la estructura de lo que
asumimos sobre cómo deben ser las relaciones con la naturaleza. Es la
creencia la que activa la percepción de amenaza o, bien, de lo que somos
capaces de hacer para reducir las amenazas. Las creencias activan los
preceptos personales, las normas o el sentido del deber para actuar.
Impulsados por el sentido del deber, se pone en acción la conducta.

Figura 2: Teoría V-C-N (valor-creencia-norma)

Valores

Creencias

Percepción

Normas
personales

Conducta

Fuente: elaboración propia.

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Bibliografía de referencias
Díaz, C. R., y Escárcega, C. S. (2009). Desarrollo sustentable: Oportunidad
para la vida. Distrito Federal, MX: McGraw-Hill Interamericana.
Recuperado de http://www.ebrary.com.bibliotecadigital.idm.oclc.org

Morales Jasso, G. (2016). La apropiación de la naturaleza como recurso.


Una mirada reflexiva. Gestión y Ambiente, 19(1), 141-154. Universidad
Nacional de Colombia. Recuperado de
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=169446378009> ISSN 0124-177X

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