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MONÓLOGOS DE HÉROES

MARIA PARADO DE BELLIDO

Mi nombre es María Parado de Bellido, fui esposa de don Mariano Bellido, quien se


alistó en las fuerzas patriotas y tuvo a su mando una columna que operaba en el
distrito de Paras. Mi misión era la de informar al ejército patriota de los movimientos
estratégicos del ejército realista. Ejerciendo esta tarea consigo que las tropas patriotas
infringen serias derrotas en la Pampa de Cangallo a divisiones del ejército realista.

Una vez que el ejército realista se ve prácticamente cercado por las fuerzas guerrilleras
patriotas, se inició una investigación a fondo para averiguar quién era la persona
encargada de dar informes. Así es como soy detenida por un sacerdote español. Una
vez presa declaré con rotundidad que efectivamente sirvo a la causa libertadora y que
fui yo la persona que dio los informes del movimiento del ejército realista. Se
me preguntó quién era la persona que había redactado las cartas enviadas a mi
esposo; pero me negué a revelar los nombres de los componentes de esa vasta
organización de patriotas ayacuchanos. Rechacé toda clase de ofertas y de amenazas;
y así, con paso firme, con paso sereno me dirigí hasta la Plazuela del Arco, lugar donde
fui fusilada.

TOMASA TITO CONDEMAYTA


Mi nombre es Tomasa Tito Condemayta, cuando estalló la revolución de Túpac Amaru
II, fui una de sus decididas partidarias, marché con el y mi gran compañera Micaela
Bastidas cuando el gran Tupac decidió tomar el Cusco.
Tenía cuarenta años cuando organicé la “brigada de mujeres soldados” que defendió
con éxito el puente de Pillpo, la conducta guerrera de las mujeres indias provocó
asombro entre los españoles; ellos advirtieron que las indias luchaban junto a sus
compañeros varones en igualdad de condiciones. Los españoles me tomaron
prisionera y me sometieron a crueles torturas para que denunciara el plan que se
gestaba contra los realistas. Todo fue en vano. Soporté con dignidad y valor las
torturas, sin dar muestras de dolor ni arrepentimiento por los actos de que se me
acusaban. Cuando a los españoles se les acabó la esperanza de hacerme hablar, fui
condenada junto a Túpac Amaru y Micaela Bastidas, a una muerte cruenta. Primero
me cortaron la lengua, para después colgarme y que todos me vieran y escarmentaran.
MICAELA BASTIDAS
Mi nombre es Micaela Bastidas, mi esposo fue José Gabriel Condorcanqui quien,
cansado de los abusos de los españoles, que explotaban a los indígenas hasta el punto
de esclavizarlos, tomó el nombre de Túpac Amaru II y comenzó la rebelión de Tinta,
apoyado por mí. Fui la encargada de fabricar y proveer a las tropas rebeldes de armas,
inclusive cañones y municiones.
Organicé la retaguardia indígena, implementando un servicio de chasquis a caballo
para transmitir información continua con mi esposo informándole de la situación.
Levanté un escuadrón de luchadoras quechuas y aimaras, quienes participaron en las
batallas junto a sus hijos y maridos.
El 18 de mayo de 1781, día en que también mi esposo es asesinado en manos de los
españoles, soy arrastrada y descuartizada públicamente. Mi sacrificio por la justicia
social abrió un nuevo horizonte para la lucha indígena.

DON JOSÉ DE SAN MARTÍN


Mi nombre es José de San Martín, tras saber de la asegurada independencia de Chile,
organicé el Ejército Libertador del Perú, integrado por argentinos y chilenos. La
expedición, que partió el 20 de agosto de 1820, desembarcó el 7 del mes siguiente en
la bahía de Paracas, donde se anunció al pueblo peruano que había llegado la hora de
su liberación. El 10 de julio de 1821, ingresé a Lima de incógnito en el atardecer de ese
día y el 28 de ese mes, proclamé la independencia peruana en la Plaza Mayor de Lima.

Ejercí funciones de gobierno con el título de Protector de la Libertad del Perú. Entre
mis realizaciones más relevantes están la creación de la bandera y el himno de la
nueva nación; fundé la Escuela Normal y la Biblioteca Nacional, a la que doné mis
libros; decreté la libertad de los hijos de esclavos nacidos después de la declaración de
la independencia y extinguí los tributos que pagaban los indígenas. Mientras
continuaban las acciones militares contra las fuerzas realistas, formé la primera
escuadra peruana y el ejército nacional.

TUPAC AMARU
Mi nombre es José Gabriel Condorcanqui, tras ver los abusos impuestos por los
españoles a los indígenas decido cambiar mi nombre a Tupac Amaru II y liderar la
rebelión para la libertad contra el imperio español en la que acompañaban mestizos,
criollos, indígenas y libertos negros.
Acompañado de mi esposa Micaela Bastidas y otros valientes luchamos para conseguir
la libertad del indio, pero nuestras fuerzas fueron derrotadas y en abril del año 1781
fui apresado. Ejecutaron a mi familia para que hablara y me sometieron a las torturas
más atroces, llegando incluso a estirar mis extremidades con caballos, mis verdugos
decidieron acabar con el inhumano espectáculo de tortura ordenando que me
cortaran la cabeza. Cumplida la sentencia, se envió cada parte de mi cuerpo a un
pueblo de la zona rebelde, en un intento de dar a la ejecución un valor ejemplarizante.

FRANCISCO BOLOGNESI
Mi nombre es Francisco Bolognesi, fui un coronel peruano, cuando explotó la Guerra del
Pacífico fui llamado para tomar las amas y defender la patria en la Batalla de Arica en la que
Perú y Bolivia se enfrentaron contra Chile.

Después de la derrota de los ejércitos de Perú y Bolivia en la batalla de Tacna, el sur del país
quedó casi del todo perdido en manos chilenas. Únicamente en Arica quedaba una guarnición
de 1.600 hombres a mi mando, que, aislada por tierra y por mar, estaba condenada a caer. La
noticia del desastre de Tacna había tardado en saberse en Arica por lo que no pude cobrar
conciencia de la magnitud de la derrota y mantuve la ilusión de que no todo se habría perdido.
Escribí varios telegramas a Lizardo Montero a Moquegua y Arequipa, prometiendo que la plaza
no se rendiría, pero pidiendo instrucciones y en especial la llegada de las fuerzas. No recibí
respuesta. El 5 de junio de 1880 un parlamentario del ejército chileno se acercó a pedir la
rendición de la plaza a fin de evitar un derramamiento de sangre ante tal requerimiento
repliqué las palabras por las que seré recordado en la historia peruana: "Tengo deberes
sagrados que cumplir, y los cumpliré hasta quemar el último cartucho". Fui ultimado por un
culatazo del ejercito enemigo el 7 de junio de 1880.

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