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FRANCISCO JAVIER
CISNEROS
EL QUE COMUNICÓ CON
CARRJLES LAS COMARCAS
Ilustraciones
Cristina Salazar
Cot.CIENCIAS
( P'ANAMWftl C ANA )
•n,To••AL.
Pilar Lozano
FRANCISCOJAVIER
CISNEROS
ELQUE COMUN ICÓ
CON CARRILES LAS COMARCAS
Ilustraciones
Cristina Salazar
COlCIENCIAS
( rANAMIPIICANA )
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( P'ANAMERtCANA
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Director: F'e1nando ChaJ>allOOsono
Subchredor do Progran\íls l~ract,g1cos Hcrnlln ,farom~k>
Sali'tar
de l.."lSubdlrcc:clón de
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Coordlnac~ cditom!: Juli.,P.-,trlciilA9'11rrc
Dirección cduorlal
y dlse,,o gcncr.'.l
l: Co,los NicolásI l"fTlán<kl
·rrcs Culturos Ed)!Qt~ LJd&
lluslrac1onesy ens.wnb&es de L.,cubiertay de interiores:Cñs11.n.,
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Vcnt{\:n.,1 J Cisncros.en Med.'liln
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1cmando l lffl\lin<lel. E.dcr M~rles. N~slor HodrigUt.."Z
ISBN958-30 0505-~
lodos ~ derechos ruerv.xbs.
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lmf)tC!O por P4uldl'nerica11,3
C,llc 65 No. 94-72 Tol., 430211 O 4300355. Fox. 157 1) 276300!l
PrmtcdIn Cok>mt.,
2
A Buñuelo y demás pensionados
del ferrocarril.
3
AGRADECIMIENTOS
Al Faes. Mede/1/n.
-
4
CONTENIDO
~ ..
• ~
e.~
~
Pág. 77 Pág. 89 Pág. 95
Por qué se instala Cis· Cuando Y Colorín ...
neros en Barranqullla, Barranqui/la tuuo
construye un muelle y tranvía
se bate en duelo
5
•
? 1 :,e;;h ~
6
Cómo me encontré, un día y
de repente , frente a un libro mágico
7
atraviesa toda una montaña. A mi me encantan las cosquillas de miedil.o
que se sien ten cuando uno lo cruza. Muchas veces co n Andrés nos
colamos al tren y lo pasamos. No nos sen tamos en un vagón porque
prenden una luz amarilla que daña la emoción. Es mejor estar en las
esca leras de las en tradas y darle la cara a la oscur idad.
- Tranquilo -me dijo Andrés-, yo sé quién nos saca del lío: Bu·
ñue/o.
-,.¿No has visto el poco de fotos del tren que liene colgadas en las
paredes de la cafetería? Debe saber mucho.
8
Atrave?Samos el pueblo. Es pequeño. pues no tiene para dónde
crecer porque estll aprisionadoentre montañas. Sólo es la rolle cen-
tral. donde estll la estación del tren. tan larga corno una cuadra. y dos
o tres ro'les nlt>sa lado y lado. Fuimoshasta la casa de Bu,,uelo. que
está ;,I otro lado de la carrilera.y le contamos lo que queriamos. Nos
pusocita al sigulcntedia en su cafetería.Cuando llegamose,,tabaen la
pue11a.es¡,erándon0$.
9
Potograf.ay Óleo sobre lienzo. CñsliooSalot.1r.1997
10
Mw-ru en la tienda de Buñuelo.
AmW. (:1pos¡,ndofrente ,1 L, mdquln.,
del fen ocanil.
Abajo. chet1111• fh111,00opor Ci't!Wrth
11
-Cisneros parec ía tener el don de estar en todas partes a la vez. Él
puso las semillas de esos ferro-carríles, pe ro además estuvo en el de La
Dorada y en el de l antiguo estado de Bolivar. Y eso no es lodo: tuvo
buques a vapor que subían y bajaban por el Magclalena, fue emp resa-
rio de correos y quién sabe cuá ntas cosas más.
-Yo quiero ser co mo Cisneros -a finné. Buñuelo me miró y se
ríó. Me dió un golpecito en la nariz y me dijo:
-No creas que todo fue fácil para él. Tuvo muchos enemigos y...
¿sabes?, hasta en carte les que pegaron en las calles de Mede llín dijeron
que él no era ingeniero y que co n todos los co ntratos que hizo para los
ferro-carriles lo úníco que quena era sacarle dinero al Estado.
No donn i esa noc he. Queria víajar de aquí para allá construye ndo
camínos de hierro, ideand o proyectos ... Al día síguiente pedí prestado
FerrOCdnlJ~ Antioqult1.(!s1t)Ci6n
Santmgo.
l·olografia. M. 1..alReproducciót)
Clrlos VAsql1~
12
el mapa de Colombia. En la escuela lo cuidan,os mucho porque no hay
plata para reponerlo. Busqué Cisneros y luego, con el dedo, seguí la
rul<1" Puerto Berrio. De<>llipor lodo el M<>gddlenahdslo1B.irro111quillo1.
Bu,iuelo ya me había explicado ese camino y empecé a viajar desp ier-
to hasta esa ciudad ... me la imaginaba grande. llena de ed ilicios.
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en la mano. Me lo pasó. Lo ab1í y leí el título: Francisco Jouier Cisne-
ros: El que comunicó con carriles las corr,arcas. Busqué rápido el co-
mienzo; no encontré nada: el resto de páginas estaban comp letamente
en blanco. Lo repasé dos veces al derecho y al revés ... nada ... los ojos se
me pusieron como platos de lo abiertos. Antes de que pud iera preguntar
Buñuelo me exp licó:
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Y me entregó un paquete de papeles amar rados con un caucho. En
cada uno estaba escrita sólo una idea:
"Cuando trabajaba por la libertad de Cuba -ese fue su suel'io- le
tocó volarse disfrazado. porque lo buscaban para fusilarlo".
..Haciendo el trazado de los caminos de rieles se perdió en panta-
nos . Muchas veces estuvo a punto de n1orir de altas fiebres ... •·
"Cuando él llegó. en Colombia no había n1as que infernales cami-
nos de he1Tadura:empezó a soñar con enlazar las comarcas con cami-
nos de hie1To".
Diez años después había en Colombia 170 kilómetros de !erroca-
ml. desperdigados por todas partes: haciendo uno y mil malabares. en
1nedio de guerras y guerras, Cisneros tuvo que ver con todos ellos.
"En un hermoso buque de vapor llegaron una tarde. celosamente
empacadas. las primeras bicicletas a Colombia. Eran para sus hijas".
"En Barranquilla trabajó en el ,nue lle. el tranvía y en el tren. y se
batió en duelo para dejar en limpio su honor .....
-¿Con pistola? -pregunté con los ojos bien abiertos.
-No. con florete -y se quedó unos minutos callado y pensativo.
- Hagamos un intento -dijo por fin- : ¿No has visto el aviso que
hay pintado en una de las paredes de la discoteca, ese que dice "Cisne-
ros pueblo ferroviario y turístico fundado en honor a Francisco Javier
Císneros, ingeniero cubano 1836-1898"? -Encontrémonos mal'iana
a las diez allí: de pronto resulta ...
Y supe que Buñuelo estaba feliz de contanne su secreto . Él tiene
una ceja medio caída y uno piensa que sie,npre está triste. Ahora que
lo conozco sé que es mentira .
.- ¡A las diez! - repetí, y me alejé dando saltos. Fui directo a la
estac ión. Era sábado y el tren de Medellín estaba próximo a llegar.
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Au nque no tiene hora fija, hay que estar pend ientes desde las nueve.
Allí estaba Andrés: esperaba como yo, como Juan y co,110 todos los
niños pobres, la llegada de turistas para llevarlos a los pozos del ot ro
lado de Santa Gertrudis. Nosotros los guiamos y ellos nos dan algo. Yo
me guardo unas monedas y el resto se lo doy a mi mamá para el diario .
lkgoda • la Esl.>ci611
Fotog,afioy óleo sobreliei11.0.
Cri1llnoSola,ar. 1996
16
Cómo , siendo niño, Cisneros
se convirtió en gestor de libertad
-¿Estás nervioso?
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-Parece Cartagena -dijo mi amigo . El ha viajado mucho porque
antes, con el 1ren, se podia recorrer cas i el país entero. En,pezamos a
leer: En Santiago de Cuba. recostada entre el mar y la S ierra Maestra ,
nació en 1836 Francisco Javier Cisneros. La ciudad, de sólo 20 mil
habitantes. se refugiaba en la bahía: apenas empezaba a trepar por las
montanas.
A los once años empacó maletas y con sus padres y sus tres herma-
nos, todos mayores. partió a La Habana . Un nuevo trabajo del padre
los obligó a dejar su ciudad.
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que se le escuchara decir estas tres cosas: "hay que luchar co n decisión
contra la injusticia": "deben ser respetuosos de sí mis,nos y respetar a
los olros de igual manera". y. "la verdad y la honestidad son las carac -
terísticas de l hombre bueno" .
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estrechó el cerco de sus enemigos. Llegó a tal punto el ased io que
decidió refugiarse en casa de un amigo. Las cosas se complicaban día
a dia. La única salida posible era escapar de la isla. Pero, ¿cómo?
Pensó que Jo más fácil era huir en el bote de un pescador. Tendría que
convencerlo de poner las velas rumbo a Estados Unidos.
-¡Estás loco! -Je dijo el con1pañero encargado de hacer las
averígüaciones-. La 1nayoríade esos botes son de espa110Jes.
- ¿Y un vapor extranjero? -preguntó Cisneros, para quien no
habia obstáculo insalvable.
Es inút;I incluso pensarlo - contestó el otro-. Ningún cap itán,
aunque quisiera. podría brindarle la ayuda necesaria. Lo mejor -<l ijo
usando un tono más sereno- es que usted permanezca aquí. ¡Bajo
este techo no entrarán nunca traidores!
,.ntniclndul J)UO.
rto do ~11U11¡0,
20
-¿Qué buques se encuen1ran próximos a zarpar?-insistió, dejan-
do a un lado el consejo.
-Un buque alemán, otro inglés y otro americano que ya tennina
su carga y levará andas mañana en la tarde para Nueva York.
-Ese es mi buque -dijo alegre Cisneros. Pidió a su amigo ayuda
para preparar el equipaje.
S,,c:¡_,,o,.de Ct,a
de l,1hipuktci6ndel Virglnlusen 5.'lntli29()d~ Oib.l.
í--'usil~mil>nlo
TO(l'IOOodc
El eotr<'odí.'!
UhmmM,Parls,18711
21
Cisneros descartó de inmediato lo del pasaporte falso.
22
repitió con tal naturalidad que no despertó sospechas. Cuando estuvo
a su lado le dijo en inglés:
- ¡Sígame usted'
-Soy un caba llero y un hombre honrado. sin más crhnen que amar
a 1ní patria, y buscar su libertad.
-No le quedarán mis ropas tan al pelo, pero al fin y al cabo siem-
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pre le sentarán mejor que los trapos que lleva.
- Vaya usted con Dios -le dijo el capitán antes de que Cisneros
saltara a tierra.
Panúramil91•1\l'ral de l,1l-fali..,ri.:1
Tom.idode El Com..>ode Ullramar.Paris.l874
24
las desventuras que se vivían en Cuba y del "necesario apoyo de los
hermanos hispanoamencanos". que se ganaba de inmediato las sim-
pallas de los que como él creían en la libertad.
Uno de ellos fue José Rogelio Castillo, un payanés que desde los 17
años se sintió abrazado por las Ideas liberales del momento y se enroló
en el ejército del general Tomás Cipriano de Mosquera, "el gran gene-
ral". Tras años de participar en guerras y revueltas, Castillo decidió
dedicarse a los negocios con su hermano . Así llegó a Panamá y se
encontró con Císneros.
Ll Intendencia.t!f1 la l l..b.1n
.1.
de El CorreodeLltrnrnar,
Tom.:icb
No. 902 . l'om, 1870
114hllt1t1tlo11ci1,.
25
en el vapor Hornet Prime ,; buque de gue rra de la mali na rebe lde
cubana, un buque largo con dos in me nsas ruedas, a babor y a estri bor,
que servían para imp ulsarlo.
Incluso sus compafleros . que conoc ían hasta dón de llegaba su aslu·
c ia, lo d iero n en est a oportu nidad por muerto . La noticia de su cap t ura
y ajuslíciamiento fue resefla da en los peri ódicos de La H aban a. U n
amigo de la fam ilia. teme roso de que la ma la nueva llegara a los o ídos
de su esposa, M agdalena Mo rilla -con quien se ha bía casado en Nue·
va York , y qu ien muríó dejándo lo muy pronto viudo y sin hijos - corrió
a darl e. él mismo la in fausta novedad . En med io de tan apesadum bra·
da conversació n , se ab rió la puerta y aparec ió Cisneros son riente y tan
campante. como p regun tando¿ Y aquí, qué pasa ?
Pero llegaron los problemas . Algu nos empeza ro n a ver " ra ras y
sospec hosas" sus activ idades, sus idas y venidas, y nacie ron los 1n alos
rumores. Celoso de su reputac ión escribió un folleto que titu ló: Lo
verdad h istórico sobre los sucesos de Cuba. Cansado de las polémi ·
cas, decid ió re tirarse y se hu ndió en lo que él 1nismo llamó silencio
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patriótico.
Fue entonces cuando declaró ante una corte de Nueva York que
queria ser ciudadano a,nericano. al 1nismo tiempo que abrió una ofici-
na de ingeniero civil en compañía de Anic eto Menocal. Al poco tiem-
po Cisneros viajó al sur, y se enroló en el equipo que trataba de trepar
por los empinados Andes Peruanos el ferro-carr il. Estando alli recibió
una carta de su amigo José Antonio Céspedes; planteaba la posibili -
dad de un trabajo en Anlioquia.
Pasé la página. No había nada. El resto del libro estaba comp leta·
mente en blanco. Lo cerré. Buñuelo y yo nos quedamos un largo rato
de Pan..un:1CrtllA,do
Bul'lioy anlkJWSn'll.ll'it!J.os de J A61ci
Pa¡)clPeriódk:oIlustrado,dirigidopor Abcrlo Urda')t't,1.Bancode la Ré1ib bca.
Bogoc;\ 1968
·-
27
en silencio. Nos daba miedo hablar, como si hacerlo fuera a romper el
embrujo. Nos paramos y echamos a andar. atravesamos los rieles de
las carrileras y sólo cuando llegamos a la casa abrimos de nuevo el
libro. Repasamos las páginas ese rilas. Ahi estaba n. igualitas. No se
había borrado ni una letra. Al final, nos echamos a reir como para
dejar escapar todos los nervios que teníamos por dentro. Buñuelo me
abrazó y me dijo en una voz que me sonó aún más cómplice:
deFranciscoJavier
E.,;U,Jua
Cisne.ros
en MedeUln
.
Eseu!tc.)t
Moicoíobón McPi;l,
1923
28
Cómo se abrió paso un camino de hierro,
en medio de pantanos repletos de bichos
Los días anteriores al viaje senti miedo. Queria que algo pasara y
echara por el suelo los planes. Nunca se lo conlesé a n1i amigo. No
quería que me viera como un cobarde. Pero más de una vez, en las
noches. mientras daba y daba vueltas en la ca1na. estuve a punto de
arrepentirme.
-El tren no daña el paisaje, como los caminos - ,ne advirtió Bu·
1iue/o- , y el día que empezó mi aventura. lo entendí. La carrilera es
tan angosta que a lado y lado sigue can1pante el paisaje. Cuando lo
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descubrí. me dediqué a ir de aqui para allá en los vagones, n1irando
para lodos lados por las ventanas de madera.
La carrilera va mucho tiempo pegada al río Nus, el n1ismoque pasa
por 1ni pueblo, y Liene un puente colgante donde van los novios a
abra1.arse. A veces pasa cerquita al lTen y uno siente que puede coger
el agua co n la mano. Otras se aleja; la locomotora sube. y el río se
queda allá abajo. De repente queda escondido entre el matorra l. pero
vuelve a aparecer pavoneándose en la mitad de un ancho valle.
El tren se llenó en Caracoli; los tamales volaron y yo me senté en
las escalinatas de uno de los vagones para continuar mirando el paisa·
je que, a part ir de ese momento, se volvió nuevo para mí. Jamás había
pasado de Caracoli, que es el pueblo más grande de todo el camino:
"Desde ahí empieza a bajar hasta llegar a la tierra plana y pantanosa
de l lado de l Magdalena", me habia advertido Buñuelo. Y, aunque le
había prometido no tocar el libro mientras el lren estuviera en 1narcha,
no resistí la curiosidad, Lo abri y empecé a leer el nuevo capitu lo que
apareció como por arte de magia.
-Don Francisco, las noticias que llegan de la capital son muy 1na-
las: ¡empezó la guerra!
Cisneros, que estaba en la casa de n1adera que le servía de oficina
en el campamento en lo alto de una loma, levantó la vista del docu·
mento que repasaba con atención y miró al mensajero un tanto incré ·
dulo, mientras éste seguía contando, atropellando las palabras:
-Si, dicen que los radicales se rebelaron contra Núñez.
El ingeniero se tomó la cabeza a dos manos. Sabía lo que la guerra
significaba. Se vendría todo a pique, Era la noche del primero de ene--
ro de 1885; recién se habia camb iado su vestido impecablemente blan·
co, con el que había asistido a la ceremonia de inauguración de la
estación de Pavas.
.- No puede ser -<l ijo en voz alta mientras lo asaltaba un presenti-
miento-: Hasta aquí llegó mi trabajo en este ferrocarril. Se sirvió un
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vaso de whisky, salió del campan,ento y caminó por el borde de la
colina. A pesar de la oscuridad pudo adivinar las bodegas y la carrilera ,
allá abajo al lado del río.
31
A,rl<'t05y lt.'C\ld dornUla!t.h-agl'tw
,,1n d1..•
un frc~ dt•Imt.1ot•.,tro
llf'IIMXIUll'fM>P(.'dro
N('I G6"1l'l..
locahuadoen l.1Estddóodt!Metrode l,1~za de 13crrio.Mcdcllin
Fologrofia:Crlr.tlrwSdlJ.Mt
32
Segmentodel frescode Ped,o Nd G6mcirc:sl.at.1rado
,,n la (•'itac&, rktMc·h,., d~ 1('Ipl<'l?J\ ki. M"<lrllin
el(>Ri•TT
Enb pa1tcsuperiorll:Q\tlerd..s
f)UC(leobserva.®el 1()$1.
rode Ci:!.1ll:ros.
Es que la tarea no era fác il: nada n,enos que buscarle un camino a l
tren, saliendo de orillas de l Magdalena, una tierra pantanosa llena de
mosq uitos y serpientes, para trepar luego por la cordillera centra l y
continuar, a veces trepando , a veces deslizándose , por ese intermina ·
ble paisaje montañoso .
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lía y en mapas, y había devorado ya lodo lo escrito hasta entonces por
Manuel Uribe Angel. considerado un ho,nbre sabio pues. entre otras
cosas , se había dedicado a recorrer toda Antioquia. a pie y en mula.
para escribir un retralo liel de sus ríos, pueblos y montañas - sorpren ·
dió a todos al hablar de la cantidad de salidas que tenía el embote llado
Estado de Antioquia.
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-Conf iamos -dijo- en su elevación de carácter y en la
honorabilidad de sus precedenles. Confiamos en usled con sobra de
razón. Le extendió la mano y Cisneros, emocionado por el gesto res-
pond ió:
35
1
~...__..,.....,
___ ...,..-~-
- -<
36
----
Bono00 $1.000 del Fen-°"'-ml de An1ioquio.en la ~PoCade Os1\Cr()S
37
agua tenga fuerza suficiente para arrastrar todos los cuerpos que caen
al río. y no hay peligro de que se formen allí bancos ele arena que
pongan en peligro los vapores?
38
-Patrón, quiero acompañarlo en su exp loración.
El ingeniero lo miró de arriba a abajo y le respondió:
-Sólo le hago presente que vamos a entrar a una montaña de la
que no tenemos seguridad de salir; podemos perdernos o que nos
,nate una fiera. Piénselo esta noche. Salimos n1añana.
Muy temprano partieron Cisneros, Cachetes, dos veteranos
monteadores, Pío Bennúdez y su mujer Rora, de 60 y 55 años. y
cuatro reclusos, pues por entonces los presos trabajaban como obre-
ros para construir caminos. En total eran ocho y llevaban provisiones
para diez días.
Al tercer dia llegaron a un lugar lleno de salios. chorros y pendien-
tes. En un punto no pudieron seguir en grupo; fue necesario bajar uno
a uno. Julián Parra. uno de los reclusos. con un costal de provisiones a
sus espaldas. fue el primero en hacerlo. Iba amarrado de la cintura con
una 111ani la que sus compañeros aflojaban a medida que él descendía
apoyando los pies en lils grutas de la pclia.
- ¡Súbanme, aqui hay una culebra ... rápido ... ay! -gritó de repen-
te.
Cachetes, quien lo sostenía desde arriba, cogió la manila con la
111anoizquierda, zafó la escopeta, apuntó al reptil y le dio en la cabe2a.
Dos horas más demoró el descenso de los exp loradores. El últin10 en
bajar fue Pío, quíen con su ojo de baquiano dijo al mirar la serpiente de
cinco pies de largo, color ceniza con manchas negras:
-Es una mapaná yori, de las más venenosas.
Al cuarto día el terreno empe2ó a ser aún más pan tanoso, más
cerrado y lleno de bejuqueros de tltnas. Era casi imposible avanzar en
medio de las ciénagas. A veces tenían que derribar árbo les y hacer
puentes. Algunos caños los atravesaro n con el agua al cuello y salían
cubiertos de sanguíjuelas. Todos. menos el jefe, en1pezaron a andar
desnudos para hacer más fácil la marcha. Élse hundía en los pantanos
39
l Je An11oqu1a.
N!rroc-orn f.sradónMedellin,1920
F'otografia:
Mt>lit
6n Hodrigucz
Bibliot«.a PúbhcaPIiotodt M<'<l<'llln.
fondo MclitOnRodriguez
40
Tronvfoa la Americay Est<1Ci
611dd Fctroc-arrll,
MOOcllin,
1927
; Ben~'lminde a.,c.,n(!.
r-otogri\fia
Centrode ~,nodo Vlsoal , FAES
41
unos cogollos de caña agria. los puso en una olla, les agregó azúcar y
agua, y los dejó hervir.
- Tome esto, lo aliviará de sus males-dijo acercándole una taza al
enfermo.
Cisneros se negaba a tomar el bebedizo. pero terminó acep tando
unos iragos . A la media noche vomitó y pidió 1nás bebida. pero con
unas gotas de álcali.
Amaneció más animado.
-Vamos a ver si podemos avanzar algo -d ijo-. no esta,nos bien
de provisiones y podemos sufrir han,bre.
Esanoche. cuando una nube de mosquitos les impedía conciliar el
sueño, de repente se desató una pavorosa tormenta.
- Nunca había visto huracán tan ho1Toroso -con,en tó Cachetes-
• y eso que he estado en Murindó que es la tierra donde los saben hacer.
Él mismo, que vio que Císneros estaba empapado, pues la lluvia
corría por las cuerdas de su hamaca, lo ayudó a bajarse y todos se
refugiaron en cuclillas,en el rancho que habían levantado al atardecer.
Allí los sorprendió el amanecer, con el agua en las rodillas y tiritando
de frío. No se atrevían a salir, pues temían dar con un caño profundo
del que fuera imposible salir. Al día siguiente, sin provisiones. pues ya
habían transcurrido los diez días calculados. se sintieron acorra lados .
Algunos plantearon echar marcl,a atrás.
-A trás ni un paso -dijo al rato Cisneros. - Hay que echar para
ade lante. Si no salimos de aqui mañana, tendremos que entrar en un
sorteo para que se salven los que puedan. Se volteó y miró a Rora.
quien como el resto, pennanecía en silencio.
-¿ Có1no esta1nos de provisiones? - le preguntó.
Ella. que no había perd ido el ánimo de mujer acostumbrada a los
sinsabores de la vida en el monte, respondió en tono an imoso:
42
-Tenemos media pucha de arroz y un poquito de café.
-Ponga usted la sarten. y prepare el arroz -le dijo Cisne,·os. Lue-
go se paró y caminó hasta el árbol donde estaba recostado Cae/Jetes y
le pidió la brújula. Se quécló un rato exam inándo la y al final concluyó:
43
-Pueden irse, yo me siento mor ir. Ya saben dón de me quedo.
44
hombres al canalete. Traían una olla con sancocho de gallina. plátanos
y una botella de brandy.
- ¡Nadie toca el sancocho! -ordenóCisneros-, con el estó mago
vacío podemos morir de inmediato. Destapó la botella de brandy y le
dio a cada uno medio trago.
A las ocho de la noche llegaron a Puerto Bení o. Los recibieron
como a héroes. Tres días estuvieron Lodos en régimen de sorbos de
cáfe sin azúcar y arroz bajo de sal, pues comer, estando tan pasados de
hamb re. resultaba peligroso.
Pocos días después Cocheies se unió al gn ,po que hizo el trazado
de la recta de La Malena. Olros tres meses de penalidades estirando
cadenas, clavando estacas ... una semana ele descanso y de nuevo la
45
exploración de l Nus. Loaces, Marquelli y Pérez median y nivelaban:
Cachetes marchaba al lado de ellos, siempre dispuesto a lo que tocara
hacer.
Una de esas tardes Cisne ros ordenó a su secretario: -quiero una
lista completa con los nombres de lodos los hon1bres que hicieron
estas 1iesgosas exp lorac iones. Todos tendrán derecho a reclamar co lo·
cación en la línea, según sus facultades, cualquier dia ..
Años más tarde cuando se dedicaba a escribir ·· Las 1nemorias del
ferro-carril", el mismo anotó al lado de estos nombres: "Estos son los
hombres que han sob rellevado la parle más dura y penosa del Lrabajo.
Sus sudores han regado, por espacio de un año, las rocas solilarias de
la cordill~ra y las en tra,'ias profundas de la selva ... Se tomó un sorbo de
whisky, dio una chupada a su tabaco y con tinuó: ··yo les suplico que no
olviden los nombres de esos co laborado res denodados que abrieron el
primer surco de su progreso".
Luego de su retiro de la emp resa, Cachetes pasaba horas y horas
contando a lodo aque l que quisiera escuchar lo las '·grandes epopeyas
del ferrocarril", como él llamaba los meses que pasó cargando cade·
nas, nivelíta, teodolílo. marcando aqui, midiendo allá. clavando esta·
cas, con un grupo de hombres hambrientos y solos, en med io de días
de sol o de tempestades. ·· A veces nos conso laba sólo el brillo de los
relámpagos". rep itió muchas veces este Lenaz trabajador. Al hablar de
su vida aulomálicamente prendía un tabaco:
- Me quedó la manía de las exped iciones por los andu rriales-
exp licaba. Siempre tenia prend ido el pucho: era el ,nejor re,nedio para
espantar las plagas de zancudos y mosquitos que 1nuchas veces nos
impedían hasta abrir la boca. ;Si lo hacíamos teniamos un buen boca·
do de insectos!
Hasta que murió de viejo contó y volvió a contar que improvisó
silletas para co locar a los hombres enfermos y se los echó a las espal·
das hasta encontrar en las chozas, que servían de oficinas. un medica·
me,ilo y un lrozo de co mida. Y hasta el fina l lloró al recordar a los
46
cinco compai\eros que se lragó la selva cuando salieron a hacer una
exploración al rio Alicante. con órdenes de regresar a Puerlo Berrio a
los ocho días. Jamás los volvieron a ver.
Un c.1mí00 .. 61!moo('M
d(, 1ro1,:.
O,bo,o&.•O, &1t;\mt
Cr.llwlo &: Riou.
47
48
Cómo avanzó el tren en medio
de las guerras y de /as premuras
por la escasez de dinero
49
Fr;.1gni
c1\lo d<:mhqulno
Fotografi\l:Crblind S.,lar..:tr
50
Locomorora
No. 2. Mo,,umcntonact0fkll.ubicadaen la Esmc
,ón Cis.-.eios,
en el Centro/\dminislrntivo
de Alpujdrra.
Medcllin.
PUol'Lo1.ano
F'OCogl'afla
"Ya hay, pues, antioqueños que sin haber salido del Estado, pue-
den decir que han andado en ferrocarril". escribió un enviado de Me-
de llln sobre tan histórico acontecimiento.
51
ribereñas. pues el joven general Marceliano Vélez pretendla así mante·
ner en secreto los movimientos de su tropa.
Las guerras. que por esos tiempos parecía n amarradas las unas a
las olTas, sin dar liempo para enderezar las cosas. continua ron. Vinie·
ron dos revueltas locales. Cisneros, desesperado ya por la !alta de
dinero, pulió su escrito Memoria de la construcción de un ferroca rril,
y marchó al extranjero en busca de créditos y materia l al fiado. En
estas memo rias respondía lodo lo que un accion ista precavido se po·
día preguntar antes de invertir su dinero.
l trt•nNo. 25
Tahll"rock~
Fo!ogralidCtblit'IJS..'11.'.lUlr
52
"E,, und obra que se está const1·uyendoen un pais lejano y poco
conocido", empezaba Cisne ros. y en traba luego en detalles de geogra·
fía. situación po lilica, clima, cómo se habia realizado el trazado de la
línea. punto de vista financiero y posibles tarifas "para que el capital
que haya que invertirse produzca intereses cuanto menos iguales a los
que produ1.ca en otra especulación". Era tarea dificil. El estado de
semianarquia que vivia el país no era la mejor carla para ganar la
confianza de los prestamistas.
Julián Trujillo era uno de esos personajes típicos del sigo XJX, de
esos que sobrevivieron a la campaña libertadora y se convirtieron en
ft.>9mcn10
<leo\é,qun\il
íolografla Cris1ma
5..tl3z..u
53
los protagonistas de las guerras y la polítlca en un pais que apenas se
estaba formando.
- Sabe usted bien que tengo deuda de gratitud con el Cauca por-
que varios de sus hijos se apostaron conm igo en una expedición a
favor de Cuba. Pero mi palabra está de antemano co,nprometida en
Anlioquia y no considero prudente añadir dificultades a dificultades
-respondió Cisneros.
54
las depres iones y honduras; el de levantar lajas de te1Taplenes. el de
clavar po lines y tender puentes sobre los raudales para finahnente abrir
paradas y estrenar las máquinas.
Y e,npezó a viajar de aquí para allá para estar pendiente de las dos
carrileras. Con dos años de diferencia se inauguraron las primeras
estaciones: Pavas en Antioquia y el tramo de Buenaventura a Córdo -
ba, en el Cauca.
La última noche de 1885. y en med io de baile y aguardiente. cele-
brando la despe dida del afio viejo, se clavaron los últimos rieles del
segundo trayec to de l ferrocarril de Anlioquia. Allíestaba Cisneros con
sus botas, su saco amp lío de dril. su pañ uelo atado al cuello.
55
tos tanto en Cauca con10 en Antioquia. El primero lo entregó en sep ·
tie1nbre y el segundo en noviembre. Muchos consideraron extremada-
mente exagerada la suma que cobró Cisneros por deshacer el contrato
de Anlioquia.
El ferrocarril pasó a manos del gobierno y de éste a otras manos, y
a otras, hasta que finalmente llegó a Medellín 44 años después.
Terminé cuando el lTen iba en la estac ión de Cristalina. Me dediqué
a 1nirar las fotos del libro y observar las estaciones donde nos
deteníamos; muchas está n hoy en ruinas. Cuando llegué a Puerto Berrío
eran las cinco de la tarde. Me pareció curioso que el lren frenara en la
mitad de una calle, justo antes del puente por el que pasa al otro lado
del Magdalena para seguir su ca ·
n1inoa Barrancabermeja. Me bajé,
busqué a lado y lado la estación:
habia só lo tiendas donde los que
esperan el tren toman ce,veza o
gaseosa.
56
De los champanes a los barcos a vapor
y cómo Cisneros se involucró
en el negocio
-Hay que esperar muchacho. las cosas aquí no son tan íáciles
- me dijo. y apu ró el último sorbo de café .
57
menor que Buñuelo, unos cinco afios. Tenía la camisa arremangada y
cuando vio llegar un grupo de pasajeros se paró y empezó a gritar:
58
- ¡A ver, párate! -me ordenó-. Te ves fuerte, muchacho. ¿Tie-
nes catorce años?
-Once -co rregí.
Me dio una palmada en la espa lda y agregó-: Estásbueno como
para ayudante de cubierta. Tienes suerte, ayer atracó el Ariarl. Por
tarde en dos días debe estar de regreso a Barranquilla.
Nos reunimos con Manuel, uno del Ariari. Yo no dije nada. No
sabia qué tanto había conlado Buñuelo en la carta. Manuel me miró.
-Sie ndo amigo tuyo... -<l ijo a Rafael- puede ir de ayudante de
pintura. Pronto me enteré de que a esos planchones el óxido les va
brotando y loca hacerles permanente mantenimiento.
01<1111JM11CSce,cc u Mo«llJ)(»C,CO
A.cuo,c!cr.,
de Mark
Colombir1l 843· t856, Litogmfia Arco, S..,n1aféde Bogotti, 1992
59
Estaba feliz. Al día siguiente zarpamos . Me senti libre cuando el
planchón empezó a deslizarse suavecito por el rio. Corri de un lado
para otro. El Ariari. que empuja al planchón. tiene tres pisos. seis
camarotes y arriba, en la proa la casilla del piloto . Me tocó compartir
camarote con José el cocinero y Emiliano. ayudante ele máquinas.
Emíliano era moreno grandote y buena gente. Desde el primer día nos
hicimos amigos, casi llaves. Llevaba navegando mas de 30 años. A los
15 empezó como marinero raso . Siempre me repitió: "la vida en el río
ha mermado ,nucho, porque mucho se movilíza hoy por carretera ...
60
número 11 de la calle del Co1nercio, en Barranquilla, la calle donde
estaban los más importantes hombres de negocios en esta ciudad re-
pleta de negociantes. Era la única calle ilu,ninada de la ciudad pues.
para asegurar sus intereses. estos ad inerados crearon una junta de
serenos que todas las tardes. a las seis. iban prendiendo uno a uno los
faroles co n lán1paras de petró leo.
Federico Anzoátegui y Eleuterio Cisneros. hermano de Francisco
Javier. no tan alto como él. pero apuesto y de piel tostada por el sol, se
pusieron al frente de esla empresa de navegantes de rio que fue cre-
ciendo con rapidez, tratando de atrapar la clientela que se disputaban
varias empresas. Una compañia inglesa les financió los tres primeros
barcos: el Stephenson Clarke, el General Trujillo y el Inés Clorke ...
Nunca nadie había visto en Colombia buques iguales. ¡Tenían la quilla
de acero! No necesitaban como los ol,os arrimar a las orillas para
conseguir los 4O o 50 burros de leña diarios para poder andar. Se
alimentaban de carbón y del trabajo incansable de fogoneros tiznados
hasta los dientes.
Estos barcos ele bajo calado adquirieron fan1ade ser los más có1no-
dos , los que menos contratiempos provocaban a los viajeros. Era casi
impos ible que encallaran; por eso sus pasaje ros corrían poco el riesgo
de pasar días y días en un buque amarrado con cade nas a los i11mensos
árboles de la orilla, esperando que las aguas subieran, o que una débil
co lumna de humo anunciara que venían a rescatarlos, para continuar,
desesperados por el calor y por la nube de mosquitos que en minutos,
de tanta picadura , les ponía la cara como un globo.
61
los vapores. Los Kikirikí, llamaban a los vapores -correo de Cisneros.
Los senüan venir y de inmediato se !orinaba el alboroto. Bajaba el
encargado del correo, y todos, en alegre tropel lo seguían. Cuando
abría. sobre el improvisado mostrador, la valija -un inmenso saco de
cuero cerrado con candados-, el silencio era lotal. El pregonero em·
pezaba a cun1plir su tarea: "Rubiela de las Mercedes María Pupo: Fermín
dí Filipo Tres Palacios: Alfonsina de la Cruz Noguera". Los a fortuna·
dos se alejaban, celosos, de l n1ontón para leer a solas los mensajes de
amor o las noticias tristes que les llegaban navegando por el río.
62
día en que sin saberse muy bien cómo. Pedro Londoño, conocido
conductor de encomíendas y correspondencías - lo hacía de a píe o
en mulas- fue atacado por una banda de malhechores.
Con el servicio del correo por lren, Nare dejó de ser el puerto de
Antioquía en el Magdalena y este puesto lo empezó a ocupar Berrio. Y
las aventuras. de quienes se arriesgaban a transportar estas codicíadas
encom iendas, en1pezaron a ser distintas. Una vez se descarriló el tren,
las cajas repletas de oro se rompíeron y los lingotes destínados al pago
de deudas de los comercian tes de Medellincon casas extranjeras. que-
daron despa rramados por el suelo. El jefe de la cuadrilla más cercana
V,:apor
E11UbJOur.ín.
.Grabooode Marcx
Allo Magdalen,,
TomJdod,dPapelPeri6dtrollu:,.t.r.x.lo.
&hclónf~clmil~u.Banco<k L,B<"públic:a.
l3o!:lo1t..
1tJb8
63
que trabajaba en el avance de la carrilera, apostó trabajadores alrede-
dor del sitio de la catástrofe. No sabia qué era prioritario: socorrer a los
heridos o impedir que n1alandrines y curiosos hicieran de las suyas.
Horas después llegó el tren despachado desde Berrio para salvar las
riquezas. ;Sólo se extravió una barra de oro!
Viajaba tanto Cisneros para atender todos sus trabajos y para con ·
seguir dinero para mantenerlos a flote. que en cada uno ele sus buques
tenia ,nantada una oficina.
Pero además compartian el an1or por el río. Para ellos era verdade ·
ro placer contemplar un atardecer, o la hora de la aurora: "Son una
feria de colores", decía Cisneros. y Pérez Triana. emocionado. se dedi·
caba a cantar nostálgicas canciones. A veces le daba por hacerlo en
alemán o en francés. Pasaba n horas y horas en la cubierta exterior,
que era también el sitio preferido por las mujeres. Protegidas con sus
sombreros de velo se entretenían observando los caimanes echados en
las playas con sus bocatas siempre abiertas: "Son troncos con la boca
abierta", escuchó un día comentar Cisneros a una de ellas. Le pareció
de tanto ingenio el comentario que desde ese día él mismo describió a
estos inmensos animales de igual manera.
64
y estaban entre ten idos en una charla sobre las precauciones que de-
bían lomar los pasajeros an tes de embarcarse en los vapores.
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-
65
A medida que avanzaba la cana lización en el alto Magdalena fue-
ron cobrando importancia como puertos Girardot, Neiva. A1n balen1a.
Punficación. Fue una tarea llena de tropiezos. El ingeniero Charles
Scotl, en medio del fervor del lrabajo. olvidó cuidarse del sol y murió
de insolación. Para rema tar. la guerra fue un estorbo perma nente. El
gobier no, len1iendo que la dinamita- indispe nsable para la remoción
de grandes rocas- fuera a caer en manos de los rebeldes. impedía
periódicamente el suministro.
66
ferrocarriles: -A ntioquia, Dorada y Girardo t-, que alimen taban con
su mercadería los vapores que viajaban por el río.
Pu\.'TtoBerrio.Anll~1I,) .
cuundoCisnc."ros
Inicia sus trab..,;os
del Fcrrocijml
00 AnHoquio\
67
-
'·Se equivocan los que creen que ando a la caza de negocios: dejo a
los negoc ios el trabajo de buscarme".
68
Y logra ron su objetivo: el J)c"lcire
de la regeneración empezó a sos·
pechar. Núi'lez,qu ién se había trasteado a El Cabre ro, frente al mar ele
Cartagena, pues odiaba el clima frío del Palacio ele San Carlos, se
encerró en su pequeño gabinete escritorio, en el segundo piso de la
caso na, lomó su pluma de ga nso y escribió una carta dirigida a Luis E.
Rico, Secretar io del Tesoro. Decía: "Abran mucho el ojo con Cisne-
ros: tengo motivos graves de desco nlian1.a. Estoy seguro de que intro-
dujo rifles para los radicales con el pretexto de suministros pa ra sus
vapores " .
69
que se enlre lazaban hasta unir el Magdalena con Cartagena. Al mando
iba el capitán MacCauslancl. hombre enlendido en vienlos mari,ios y
en navegación por estos estrechos caminos lupidos de vegetación.
En 111itad
de camino el capitán ordenó echar anclas: -Sie ,,to llegar
un vienlo fuerte: parece un viento bobo pero nos puede llegar a vol-
tear... Y eíectiva111ente,a los pocos minutos empezó el buque a mecer -
se ...
Puntuales llegaron a la blanca y hermosa casa en Cartagena. Los
guardias los hicieron pasar al segundo piso. En el salón principa l esta-
ban Solita y Núñez, sentados en dos mecedoras , al lacio del piano de
cola, jugando a las cartas. Él vestido, con10 siempre. de impecable
blanco , y zapatos bajos con un lazo sobre el empeine. Era un hombre
extremadamente blanco, tanto que a veces parecia que se le transpa·
rentaran sus venas . Tenía cabe llos abundantes y profundos ojos azules.
t.ocomo1oraa ~por
f.otogrnfiily Óleo sobre licnro.
CrishnaSalalilr
70
Cuando los vapores se vistieron de guerra
71
párrafo a párrafo, ce,Tar los ojos e imaginarme como pasajero de un
vapor de tres pisos con una rueda grande ade lante que iba agarrando
el agua. Pero ... ¡sorpresa!, había un capitulo nuevo, no aguan té la
curiosidad y dejé el repaso para después.
Cisneros acababa de regresar de uno de sus múltiples viajes al ex·
tranjero en busca de dinero para financiar sus obras; empezó por ente·
rarse de todo lo ocurrido durante su ausencia. que en esta ocasión
había sido prolongada.
-Todo mal, señor -empezó a informar el empleado-. Hace po·
cos días sobrevino una exp losión en la máqu ina de sierra de Puerto
Berrio y naturalmente se tuvo que interrump ir la construcción y refac·
ción de los puentes.
-¿ Y qué más? - preguntó el recién llegado sin dar n1ayor impor·
tancia al asunto.
-Problemas con los vapores, señor ... el Colibrí nau fragó y se per·
dió todo el carga1nento, y el Tolimo tuvo una averia en un chorro
arriba de Ambalema; tiene un boquete de treinta pies y si no se acude
prontame11tea ren1ediar el daño. se perderá ...
Y siguió enumerando dificultades. Cisneros no se inmutaba. Hasta
que su empleado t imidame nle le contó que el dia anterior habían llega-
do noticias de que Jorge lsaacs -el mismo que escribió La María- a
la cabeza de una revolución radical había lomado el poder del estado.
72
ocurría. Los liberales siemp re dijeron que en la guerra del 76 había
siclo uno de los más activos agentes del gobierno conservador de An·
tioquia. Algunos llegaron a jurar que lo habían visto dirigir la fortificación
de las trincheras en Gorropato, en la más cruel de todas las batallas.
En medio de tanto seña lamiento, Cisneros estuvo a punto de ser
linchado en Honda. Logró escapa r de la turba enardeci da corriendo
por las angostas y empedra das calles de esta población. que era un
hervidero ele agitación política y movimiento comerc ial. Una rec ua de
mulas estacionada en plena calle le sirvió de barrera. Sus enem igos,
por temor a ,ma coz o a una pisada, resolvieron dejarlo en paz.
Pero lo peor llegó con la guerra del 85. Los conservadores decian
que él había entregado sus buques a los jefes revolucionarios. Fueron
dias diíiciles para Cisneros. No podía hacer nada : só lo sentarse en su
oficina y esperar las noticias que llegaban sobre una guerra que se
habla tomado al río.
73
ha,nbrienta . Algunos estaba n aú n sorprend idos po rque 1ras una trave-
sía en mulas por las mon 1añas, se ha bían encon trado de repente con
un río inme nso y con unos aparatos desconocidos que daban pitidos
de espan to y a los cuales los habían obligado a subir. El plan de los
radicales era sitiar a Car lagena y al presidente titular en su casa de El
Cabrero.
Cisneros no paraba ele caminar de un lado a otro en su despacho.
Las no ticias seguían siendo desastrosas: el Bismark y el Isabel, repletos
de tropas liberales radicales, fueron atac.:"ldosdesde tierra frente al puerto
de El Banco.
"Una de nsísima nube de vapor envolvió repe ntinamen te al Bisn1ark:
algo grave le ha bía sucedido, porque el humo que lo cob ijaba. proce-
dente de los cañonazos, era distinto al de los demás buques. Bello
La Intendencia, en <>Ie,¡iñoAhuy.imJ,
a donde Oegabanlo!>vc)por~. en B:1,.,,1,tq11Slla.
Fotogrnlia'.PiL·u Loumo
74
espectaculo en el que cada buque desaparecía en nubes de humo de
pólvora: todos los generales presenciaban la escena sobre el últilno
puente de los vap0res. Esta imprudencia nos costó la vida del genera l
Capitolino Obando: una bala de cañó n rompió uno de los tubos de
vapor y fueron grandes los esfuerzos de su ingeniero para llevarlo a la
ribera", anotó en su diario un general.
75
Ganó Cisneros. En Bogotá, en 1886,se selló un pacto para lusio·
nar las grandes empresas y nació la Compañía Colo1nbíana de Trans·
portes. que tuvo sede en 8a1Tanqullla.en el segundo piso del antiguo e
incómodo edificio de Aduana. Cisneros figuró n1ucho tiempo como
inversionsila mayor. Los vapores cambiaron de nombre. El Stephenson
Clarke se convirtió en el Chile; el Inés Clarke fue bautizado México. el
Magdalena Cisneros se llamó desde entonces Cuba ...
Cerré el libro. Eran como las 5 de la tarde. Entrabamos lentamente
a Barranquilla. El río se vuelve muy ancho cuando se aproxin1a a la
ciudad.
-i El Puente Pumarejo -gritó Emiliano- es muy largo. Mieleco-
1no dos kilómetros ... !
Me demoré varios 1ninutos en recorrer lo con la mirada. Cuando
uno piensa que se ha terminado, sigue más allá, porque más allá de
una isla corre otro brazo de l rio. Acababa de caer un tremendo agua-
cero, por eso había muchas garzas. No sabía si dedicarme a verlas;
volaban en grupos y parecía que en lugar de alas tuvieran abanicos; o
ver los tanques, las torres. los ga lpones gigantes de las fábricas a la
orilla del ria y los edificios que empezaban a aparecer borrosos, como
si fueran fantasmas.
Gcocnl R;ca,doGoltéoObeso.
jcle d.! L, rc~'Olució,1de 1885.
Grabadode Alfre<loGrcOas
.
76
Por qué se instala Cisneros en
Barranquilla , construye
un muelle y se bate en duelo
77
Tomamos el bus. Nos sentamos en la primera banca para poder
ver todo mejor. lbamos por la carretera cuando de repente, luego de
una curva, apareció el mar. Grité de la emoción, ¡es tan hermoso!.
co,no una laguna sin fin. Al rato vi un camino largo parado en medio
del mar.
-Ese es el muelle; lo construyó tu amigo Císneros - me dijo
Emílíano.
Nos bajan1os del bus y corrimos al desembarcadero : -¡A ver quién
llega primero a la punta ? - lancé el reto. Y echamos a correr. Me
cansé; parece interminab le. En la mitad de l camino estaba agotado.
Hay una pequeña casa en ruinas: a pesar de lo sucia, buscamos un
lugar en dónde sentarnos para sentir un poco de sombra.
Y abrí el libro. Ya me había acostumbrado a ver aparecer letra~ y
íotos, así que estas no me causaro n ninguna sorpresa. Me puse a ver
detenidamente las fotos: Había una del lugar donde estábamos: esa
casa en n1inas fue la oficina del muelle. ¡Un pequel'io tren aparecía
caminando por el medio de este camino parado en la mar!. .. empecé
a leer...
Barranquilla era una ciudad nueva que crecía sin parar. Habia todo
tipo de compra -ventas y trueques. Semezclaban en el aíre caliente las
algarabías distintas de catalanes, italianos y cubanos. y el contenido
hablar de los ingleses y alemanes que encontraron acomodo en el
comercio y en la industria, porque Barranquilla fue por esas épocas la
mayor ciudad comercia l e industrial de l país. Crecía sin temor a abrir
sus brazos a íorasteros y extranjeros. sin recelos frente a otras ideas y
otras costumbres. Tanto así que muy pronto se planeó un Cementerio
Universal para poder enterrar, sin distinción a todos sus muertos.
78
mares. Sabanillas era un puerto donde n1uchos, incluido Simón Bolí-
var, soñaron con construir una gran ciudad por tuaria. El mar se encar-
gó de destruir esos sueños .
-S i Barranqu illa quiere progresar - pensaban sus homb res- es
urgente facilitar el paso de carga y pasajeros de los buques del mar a
los buques de rlo. Unos. a pesar de los fallidos intentos, segujan apos-
tando po r Bocas de Ceníza como el ca,n ino mejor J:>a1c1 lograr este
enlace. • La desemboca dura del Magdalena no pasa rá de ser un ce-
menterio ,narino", replicaban otros menos opt imistas.
Y ganó la opc ión del lerro ·carril para aliviar la penosa situación.
Ingenieros ingleses y alemanes construyeron u11 tramo hasta Puerto
Salgar. Pero el tránsito seguía siendo incó modo , peligroso y demora-
do. Desde el fondeadero de los vapores. se llevaba carga y pasajeros
en pequeños remo lcadores hasta la estación del tren. Estando en estas
el !erro-carril llegó a manos de Cisneros. Como propietario se co m-
prometió a extenderlo y a cons truir un mue lle en Puer to Belillo. un
punto más allá, y más pro fundo que Sabanillas. Corno siempre le ocu-
rría, hizo uno y mil malabares financieros para consegu ir el dinero y
poder cump lir. Pero, cua ndo ya habían ade lantado trabajos. en una
tormenta el mar se picó de leva. arrastró los carriles y destruyó pue ntes
y carnpa,ne ntos.
Cisneros contempló el desas tre, sin poder hacer nada por evitarlo.
No se dio por vencido ... Era de esos hon1bres que piensan que todo se
puede en derezar. y estaba convenc ido de que sólo los que no se arries-
gan no se equivocan. De nuevo empezó la obra, esta vez por costa
firme y ten iendo corno meta la ensenada de Cupino, que después se
llamó Puerto Colombia. y que estuvo a punto de llamarse -asl lo
propusieron muchos ba rranquilleros- Puer to Cisneros.
Pero el desas tre se llevó también todos los recursos. En1pacó, en-
tonces, en su baúl de madera ropa y docu1nentos y viajó a Londres.
Vendió el ferrocarril a la compañia británica Barronquillo Railway &
Pier Cornpany. Pasó de dueño a accionista y administrador. Se sinlió
feliz con el cambio y pensó de inmediato que había llegado la hora de
79
l:.slaci6n I fcmxaml en &rrnnqui0,1Grdbodode Rlou
clc>
Tomddode A111\'ric.b
Pln1oresca,Mont.uwr y Simón. &rcdon,J,. 188ll
80
[
-. ..
:::i~f~
·~
- ---
.¡,.-.
81
Y no faltaba, las noc hes de jueves y domingos, al paseo por el
Ca,nellón Abello, un espacioso andén de vistosos baldosines, sombreado
a lado y lado por frondosos árbo les. Se paseaba orgulloso con su mu-
jer y sus dos hijas. Sus tres mujeres, como él las llamaba. hacían las
veces de secretarias y le traducían al inglés, francés y alemán, toda su
correspondenc ia. En medio de la paz ían1iliarse ded icó a sacar ade lan-
te sus planes.
-Seño r Cisneros, por ... -ti tubeó el emp leado. temeroso porque
conoda el carácter del patrón.
-No señor, es que está rondando por aquí un tiburón, hen1os visto
muchas veces aparecer su aleta ...
Por fin, un dia, el silbato ronco del tren despertó a Puerto Colom-
bia. El muelle, una armazó n de acero trepado sobre pilotes de hierro,
estuvo listo cuatro años después. Era metá lico. modemo, con cinco
82
liineas de rieles donde se podían acomodar al 1nismo tiempo cua1ro
vagones grandes . Media 4 mil pies de largo. Parecía menlira . Est<>
obra representaba para todos un alivio: además de procurar comodidad
y placer.
83
Uoa a lk! de 8.:,rr.-,nqulll.i.
GraOOdo deRt0t1
"lbmadode AmériraPinloresc..i.
Mont.l11er 1884
y Si1nón. 13..1r«:lona.
trar todos los lujos que disfrutaban los habitantes de las grandes ciuda·
des europeas.
Puerto Colombia dejó de ser un pob lado de pescadores . Los hote·
les. el Esperia y el Esta,nbul. alojaban a los viajeros de los vapores
con destino a Estados Unidos y Europa, que salían cada 15 días pero
sin fecha determinada. Ni el tren ni el muelle tenían descanso : a
finales del siglo 15 locomotoras y 212 carros hacían el corto trayecto
entre Barranquilla y Puerlo Colombia, por el que se movilizaban dos
terceras partes de l comercio de todo el pais. Tal y como lo soñó
Cisneros, en 24 horas se movilizaban 10 mil sacos de café que llenaban
las bodegas de los grandes mercantes .
Pero las criticas corrían parejas a las adulaciones que se hacían a
Cisneros. Cuando vendió el ferrocarril a la compañ ia inglesa. algunos
lo seña laron diciendo: "Usted irrespetó la soberanía nacional". Luego,
empezaron las quejas por las larifas: !Son muy allas!, gritaban, pues se
cobraron aumentos proporcionales a la devaluación de la moneda y en
84
Un ilgu.:tdoren 8..'lrr,mqulll.-,
Crab•doooRIOI,
Tomadode Ami>ricaPintoresca,Mont.J.l"ler
y Sun6n. &rc<-
lono. J884
Y fue este asunto de los fletes lo que lo llevó a una [ue1te polémica
con Rafael Salcedo, dueño del más antiguo establecimiento industrial
de la ciudad y dueño también de fábricas de aceites y velas.
86
zón, demarcaba n el ca,npo, los duelistas se quit.aron saco y camisa y
quedaron en sutiles camisetas de seda que dejaban al descubierto bra-
zos y cuello.
Y alistaron los floretes: había sido imposible conseguir las espadas.
Dada la seña l, empezaron los asaltos y retrocesos, los ataques y las
defensas. Muy pronto Cisneros hirió a su rival. Éste se dobló y cayó al
suelo. Cisneros le extendió la mano para levantarlo. Salcedo, doble-
mente herido - pues tenia herido también el orgullo- , rechazó la
ayuda. Se levantó como pudo .
87
88
1
'
Cuando Barranquilla tuvo tranvía
89
Pesc-<ldores
en ll'IOO'Semboc..,dura
d<.>I
rlo MagdaleM.
en &rranqu1Ua. Folograha · PilarLo,.ilno
90
Carrilera_Fotograf¡¡,.
~·óleo: CrlsbnaSdlbiar
91
-¿Quién vive en esta casa? -preguntó el hombre.
92
baúles y petacas. De inmediato sucumbió al encanto del gran río que
atravesaba lodo un país.
El tranvia bajó por la calle del Dividiviy volteó, pero justo. cuando
pasaba por el almacén de Rosado y Cornpañla, uno de los conducto-
res. Julio de Castro, sacó la cabeza por una de las ventanillas. con tan
mala suerte que se golpeó contra un poste telegráfico y perd ió una
oreja. El niño invitado. que lo vio lodo. se recostó asustado en la silla y
se tapó un rato los ojos.
Y no lue todo; contó a sus amigos que lo escuchaban con los ojos
bien abiertos: -Después me encaramé en un desproporcionado apa-
rato de pedales con una rueda gigante ade lante. iY no me di ni un
solo porrazo!
Casi cincuenta años después, un 16de ab ril, en los periódicos de
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Barranquilla se publicó la trágica noticia de que el gobierno estaba
elaborando el decreto de clausura de Puerto Colombia. Entonces este
niño, convertido entre otras en periodista. escribió con nostalgia: "Des-
apareció Puer to Belillo, desapareció el tranvía y desaparecerá n tam·
bién el ferrocarril y el muelle. Como con el andar del tiempo no habrá
nada de Cisneros en Barranquilla, deseo que se salve siquiera un ejem-
plar de este cuaderno, escondido por ahí. en un anaque l, entre los
libros viejos, para que le diga en un futuro a algún joven investigador lo
que fue ese gran hombre que se desvivió por Barranquilla e hizo por
ella cosas sorprenden tes". De estos ap untes saqué muchas de las his·
torias que acabo de contar.
Mo.,u11lt'nloa 0\neros.de-M3rco
Tobón.bt,,d6n O,r)ero,..
Me<f('ffin
Fotogran
.. y 6k>osobren~uo.
$.)ltl~t. 1997
CrisOni1
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Y Colorín ...
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repente . justo cuando el río termina de dar una vuelta.
Llegamos a Puerto Berrío. ¡Me costó tanto trabajo separarme de
,nis co,npañeros de aventura!
-Vuelve cuando quieras. muchacho -me dijo Emiliano-. Aqui
tendrás siempre casa y lrabajo.
Tomé el tren muy temprano: a la una de larde estaba en Cisneros.
Corrí a buscar a Buñuelo. Lo enconlré e,, Los Paraguas tomando un
refresco. ¡Se emocionó al verme! Empecé a hablar de manera atrope ·
liada; quería contarle todo al lien,po: el muelle. la aventura . el mar, el
colegio de Puerto Colombia que se llama Cisneros ... del teatro que
existió, en su honor hace mucho en Barranquilla ... Él me escuchaba.
pero adiviné que pensaba en el libro.
-Si. lo he leido todo -le dije. y se lo pasé. Se paró y echó a
caminar en silencio. Se sentó en las escalinatas. debajo del aviso Cis-
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neros. pueblo ferroviario ... Abrió el libro y lo leyó todo de un tirón.
Por fortuna me dí cuenta a tiempo de que habia aparecido un capitulo
que yo no conocía. Me acerqué y leimos en silencio.
Se necesitarían libros y libros para narrar todo lo que alcanzó a
hacer Francisco Javier Cisneros durante sus 20 años en Colomb ia. Al
fina l se dedicó a Barranqui lla. a sus buques , a promocionar, junto con
Merchán, los Clubes Maceo para apoyar a Cuba, que no había logrado
aún so ltar sus ama1Tas de España ."Tuvo tiempo también para otro de
sus sueños: colonizar tien-as para hacer grandes cultivos. Todo ésto sin
abandonar su trajín de viajes de aquí para allá, unas veces a Bogotá
para defender sus proyectos en el congreso ; otros al exler ior, en busca
de crédito, o para representar los intereses de Colombia en pleitos con
empresas extranjeras constructoras.
En marzo del 98 , en Bogotá. lo atac ó la neumonía. Era un mal que
lo aquejaba con frecuencia a pesar de las precauciones : cuando viajaba
a Bogotá no olvidaba. a la altura de Vílleta. sitio donde empezaba la
L'it.)d(mCisn~ l\fodcllin
h ,tugrafia y Ók-o -.obro ll<-1110
C1htuld S.11'1"1, 1~) 7
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Iría, ton,ar agua. con aguardiente o brandy, o con una cucharadita de
café tinto para evitar las 1nolestias derivadas de la crudeza por la frial-
dad del agua. Religiosamente tomaba también, como se lo había rece-
lado su médico, lres cucharadas de Tobonuco, específico ideal para las
afecciones broncopu lmonares .
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daba por cierto que este había estado del lado del Gobierno conserva-
dor de Antioquia en la guerra de 1876. y además sentia la desconfian -
za y la aversión que en los últimos tiempos despertaban los contratos
de obras públicas con extranjeros. Galindo pensaba que los extranje -
ros sólo venían tras las jugosas ganancias que dejaban las reclamacio-
nes diplomáticas. Estaba pues dispuesto a bloquear el nuevo contrato
de Cisneros. Un dia fue llamado a Palacio por el Pres idente.
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-¿Sabes cuál es mi sueño? Tener aquí, en la plaza de l pueblo, una
estatua como ésta, colocada hace afios frente a la vieja estac ión del
tren en Medellin. La quiero igual: un Cisneros altivo, de botas. de som-
brero y pafiuelo anudado al cuello y con la mirada puesta más allá del
horizonte. ¿Sabes? Así miran los hombres que logran realizar sus sue-
ños ...
Se volteó y me preguntó:
-¿ Me ayudas, mucha-
cho?
Nos dimos un apretó n de
manos y supe que acabába -
111
os de sellar un pacto.
R.ila,clMa,ia Mí'rch.:1n,
humanista.colabor& lor lnn1cdlJIO('n lai;
~mp,~~ de,Cisnieros.
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