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±6 TÚCUME
pediciones de Pizarro y Ruiz. Andagoya escribió desde este extremo sep-
tentrional de América del Sur:
ü« ; "En esta provincia supe y hube relación ansí de los señores como
f de mercaderes e intérpretes que ellos tenían, de toda la costa (y
.; de todo lo que después se ha visto hasta el Cuzco; particularmen-
te de cada provincia la manera y gente della, porque estos alcan-
zaban por vía de mercaduría mucha tierra".'^
TÚCUME
Jj6
1^
9. Dibujo de una balsa hecho por balsas del Brasil puede verse velas similares, igualmente triangulares, con
Juan y U l l o a (1748). " A Proa;
la punta hacia la cubierta pero más cerca del centro de la balsa.
B Popa; C Ramada o C a s a ;
D Cabria que sirve de Palo;
E Bolinero; F G u a r e s ;
La siguiente balsa peruana descrita por un europeo mostraba una vela
G Remo que sirve de guare triangular, con la punta del triángulo en la cabeza del mástil. Este dibujo
y Ptomaine; H C o c i n a ; I Botijas tosco, pero informativo, aparece en el libro de un experimentado nave-
de A g u a d a ; K Popeses ó A b e n q u e s ; gante: el almirante holandés Spilbergen, en el que describe su viaje alre-
L Barbacoa á Cubierta".
dedor del mundo en 1614-17 (ilus. 8). Al llegar al Perú, menciona las
'embarcaciones salvajes denominadas Balsem' (sic) que navegan
raudamente con el viento. Cuando su flota ingresó al puerto de Paita,
Spilbergen describe cómo ios pescadores indios, que habían salido a pes-
car durante dos meses en sus excelentes embarcaciones, les trajeron su
pesca.
Spilbergen no dice cómo estos pescadores indígenas pudieron navegar en
sus balsas durante dos meses en altamar, lejos de la bahía de Paita, donde
fluye la Corriente de Humboldt como un río gigantesco. Se observa a la
balsa navegando a toda vela hacia la flota holandesa, sin remos ni timón.
Las velas latinas izadas en dos mástiles separados están a cargo de dos
navegantes de pie; otros tres están agachados manipulando los tablones
Según Dampier, estas enormes balsas de carga eran muy incómodas para "
navegar con su enorme vela izada en un mástil que sobresalía entre el |
cargamento, de tal manera que sólo podían navegar antes que aparéele- ^
ran los vientos reinantes de sur a norte. Con el viento del norte se bajaba la
vela y la embarcación iba a la deriva. Con una inadecuada cubierta para
la libre navegación de guara, estos toscos cargueros no podían ser manió- ¿
brados como las balsas normales. Por lo tanto 'toman especial cuidado en y
tener espacio libre en la cubierta cuando realizan viajes largos, tales como ^ . -^
.
de Lima a Trujillo, Guayaquil o Panamá.'" ;2
No fue sino hasta 1736 que dos oficiales navales españoles de espíritu
investigador, J. Juan y A. de Ulloa, estudiaron la técnica de navegación de ^
'^
las balsas, tratando de descubrir cómo estas embarcaciones aparentemen-
te primitivas sin quilla, timón ni remo de gobernalle podían navegar como '.^
buques en altamar. Encontraron grandes cantidades de balsas para nave- .|j
gaeión en altamar en el puerto de Guayaquil, las cuales frecuentaban re- ,¿
gularmente los.puertos del Perú hasta Paita y Sechura. Desde allí, los ma-
rinos mercantes peruanos navegaban en sus balsas hasta el Callao y aún
hasta las islas Chincha.
J 3 H H»
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Las balsas medidas por Juan y Ulloa eran de 25 y 30 m de largo y 6 a 8 m
de ancho, con mástiles dobles y una o más cabinas en la cubierta de
bambú que cubría los troncos (ilus. 9). Las balsas mercantes generalmente
transportaban de 20 a 25 toneladas de carga. Los indios y mulatos de la
zona de Guayaquil se embarcaban en sus balsas con toda su familia en la
época de lluvias en la que se encontraban aislados de sus pequeños ran-
chos. Vivían a bordo en chozas de paja con las mismas comodidades que
tenían en tierra, avanzando continuamente, pescando y subsistiendo con
carnes curadas y vegetales que llevaban a bordo en cantidades suficientes
para que les durara durante toda la temporada de lluvias. Las velas eran,
cuadradas, izadas en botavara que podía girar a la altura de la cabeza del
mástil donde se unían las dos pértigas. Algunas balsas tenían otro trinque-
te más, izado a un mástil doble adicional. Luego los autores añaden
"...El manejo de estos Guares es tan fácil, que una vez puesta la
.ti Embarcación en su Rumbo, solo uno es el que se maneja, facando,
ó metiéndolo, quando es necessario, uno á dos Pies; con cuyo
corto intervalo tiene suficiente, para mantenerla á camino".^^
Finalmente, H.H. Brüning, fundador del museo que aún lleva su nombre,
fotografió balsas que transportaban mercadería entre los barcos anclados
en el mar y la extensa, pero poco profunda, playa del valle de Lambayec|ue.
Una de ellas es de tal magnitud que, en comparación, resulta diminuta la
balsa Kon-Tiki que posteriormente navegó de la misma costa a la Polinesia.
La balsa de Brüning tiene una vela de enormes dimensiones hecha de
algodón peruano tejido a mano localmente, tal como las que fueron en-
salzadas por los conquistadores. Las banderas de un vapor anclado así
como la estela de la balsa y la vela inflada muestran claramente que la
enorme balsa está navegando contra el viento (ilus. 1 2).^"
A diferencia de los españoles, los incas, que no poseían embarcaciones, 11. Principios de construcción de la balsa
indígena del noroeste de América
estaban interesados en mantener el tráfico de balsas a lo largo de la costa.
del Sur: Plano hecho en Guayaquil por
Una razón importante era que las Spondylus rojas (conchas espinosas) de Paris (1841 -1845). Las tablas verticales
Panamá y Ecuador se valoraban más que el oro y la plata en el Perú desde son las tablas centrales o guaras.
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el Período Precerámico Tardío, aun en la sierra. En su estudio sobre la vida
costeña durante el incanato, la historiadora peruana María Rostworowski
comenta la importancia del comercio de conchas Spondylus. Cita un do-
cumento de 1549 de Atico, en la costa, que muestra la existencia en ese
lugar de expertos en incrustar mosaicos de concha Spondylus en madera
tallada. De acuerdo al jefe local, estas conchas se importaban de la costa
del Ecuador, y el Inca Huayna Cápac estaba tan impresionado por el tra-
bajo de los artistas que ordenó que 50 de ellos fueran transferidos al Cusco
para que cultivaran su arte en la capital. Chincha, al sur del PeriJ, con sus
islas de costa afuera, era el centro principal del comercio marítimo en
tiempo de los incas, probablemente debido a su cercanía al Cusco.^'^
Rostworowski señala que el jefe de Chincha recibía privilegios especiales
del Inca Atahualpa .-.^ .,>^...,e
12. Otra gran balsa, fotografiada el 6 de
noviembre de 1899 por Hans Heinrich
"Cuentan que un día le preguntó Francisco Pizarro al Inca cauti-
Brüning en la costa norte del Perú. La
estela de la balsa, la orientación de su vo la razón de este privilegio, a lo que respondió Atahuallpa que
vela hinchada y las banderas del se trataba de un amigo suyo, del mayor Señor de los Llanos, y
vapor muesiran (|uc' eslá navegando c|ue disponía de cien mil balsas en la mar".'"
contra el viento. La tripulación en
cubierta se ve empequeñecida por la
Aparte de los beneficios que se obtenían del tráfico costero, los incas mos-
enorme vela de algodón. (Cortesía del
Brüning Archiv, Hamburgisches
traron poco interés en la embarcaciones utilizadas por sus mercaderes. En
M u s e u m für Vólkerkunde, Hamburgo, sus Comentarios Reales, el Inca Garcilaso se limita a hacer unos escasos
Alemania). comentarios sobre los navios usados por las tribus costeñas subyugadas.
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El Inca Huayna Cápac, que había ordenado que se llevaran allí los troncos
de balsa que encontró Pizarro en el lago Titicaca, tenía razones especiales
para apreciar las balsas. Su propio padre, el Inca Túpac Yupanqui, las
había utilizado por primera vez en su victoriosa expedición al Brasil, lle-
vando 10,000 soldados y sus provisiones por los tributarios del Amazo-
Desde 1947, cuando la balsa Kon-Tiki (ilus. 1 3) zarpó del Callao hacia la
Polinesia, catorce balsas tripuladas, de troncos o totora, han navegado
desde el Perú y el Ecuador. Dos llegaron a las Galápagos y doce a las islas
de la Polinesia, cinco de las cuales continuaron hasta Melanesia y cuatro
viajaron con éxito hasta Australia. Hay poderosas razones para sospechar
que la isla Nina-chumbi o 'Isla del Fuego' del Inca Túpac Yupanqui era la
isla de Pascua, no sólo porque concuerda con la información de Sarmien- ,
to en cuanto a dirección y distancia,^'' sino también porque el descubridor
de la isla de Pascua (Jacob Roggeveen, de Chile, en 1722) y su redescubridor
(Felipe González, del Perú, en 1770) afirmaron explícitamente que en- .
contraron la Isla debido a que los isleños hicieron señales con humo a lo
largo de toda la costa para llamarles la atención cuando ellos se acerca-
ban. No cabe la menor duda de que \a Ava-chumbidel Inca Túpac Yupanqui
es el islote Kava del grupo Gambier de Mangareva, la siguiente isla habi-
tada más cercana al Perú después de la isla de Pascua. El célebre
antropólogo polinesio Sir Peter Buck, que no conoce la historia de los ^
incas, pero es la máxima autoridad en las tradiciones polinesias, cita un
viejo manuscrito polinesio en su obra Ethnology of Mangareva. En él se
afirma que un visitante de Mangareva llamado Tupa navegó hacia la isla a
través de un pasaje denominado posteriormente Te-Ava-nui-o-Tupa (gran
canal de Tupa). El manuscrito también cuenta cómo, antes de que Tupa
regresara a su propio país, 'él dio noticias a los mangarevanos de una
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chepo, quien le dijo que demoraba dos meses para navegar desde lea
hasta una isla deshabitada llamada Coatu, que tenía tres montañas y mu-
chos pájaros. Con esta isla a la izquierda, el otro hito era una isla habitada
llamada Quen con su jefe Quentique y, diez días más de navegación ha-
cia el oeste, se encontraba Acabaña, una isla poblada aún más grande.
Amherst y Thompson, editores de la antigua relación, comentan objetiva-
mente en una nota a pie de página que ésta es una indicación exacta de
navegación a la isla de Pascua y al islote deshabitado, poblado de pájaros,
de Sala-y-Gómez, seguido de Mangareva a diez días de navegación hacia
el oeste.''^ Sala-y-Gómez era el lugar donde anidaban las golondrinas de
mar de la isla de Pascua, y los tres cerros pelados de sus costas son tan
visibles a la distancia que los descubridores europeos posteriores los con-
sideraron equivocadamente como tres islas, y este modesto islote de pe-
ñascos a menudo aún aparece así en los mapas.
. . ... ^^^^^^^
la tentativa de Fempellec de retirar esta imagen no tuvo éxito y cuando
después durmió con un demonio bajo la forma de una bella mujer, sobre-
vino el desastre. Lluvias torrenciales, sin precedentes en la región, fueron
seguidas de sequía y hambruna. Los sacerdotes interpretaron que los crí-
menes de Fempellec eran la causa de estos problemas de manera que lo
cogieron, lo ataron y lo lanzaron al mar
" ... y con el se acabo la linea y descendencia de los Señores,
naturales del Valle de Lambayeque ...""'
Después de registrar toda la historia de la dinastía Naymiap, del primero
al último de los doce reyes, el padre Cabello regresa al período más tem-
prano con una afirmación breve pero importante:
!.^, "Durante la vida de Cium, hijo heredero de Naymiap (y segundo
Señor en estos Valles) se apartaron sus hijos (como dicho queda)
a ser principios de otras familias, y poblaciones y llevaron consi-
}£ go muchas gentes uno llamado Ñor se fue al Valle de Cinto y
cñ Cala, fue á Tucume, y otro á Collique y otros a otras partes"."*"
Ya que tanto Naymiap como su hijo mayor Cium fueron enterrados secre-
tamente dentro de su propia residencia-santuario de Chot, Túcume fue
fundado como un segundo asentamiento después de Chot por Cala, nieto
de Naymiap. Por lo tanto, Túcume había estado bajo el dominio de diez
generaciones de la jerarquía Naymiap, cuando el infortunado rey Fempellec
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hizo el fútil intento de retirar la estatua de jade importada y tuvo que pagar
r>
esa conducta con su vida. ; _^ „
De allí en adelante, Túcume y el resto del valle de Lambayeque parecen
haber experimentado períodos de menor gloria y reiteradas conquistas.
Los recuerdos preservados por estas generaciones son fragmentarios, pero
cuentan cómo el reino de Lambayeque se desmembró en estados separa-
dos luego de la ejecución de Fempellec, hasta que ^, , ^
r\ "... cierto tirano poderoso llamado Chimo Capac vino con inven-
cible exercito, y se apoderó de estos valles." .
rs
r-^ Después de su muerte, le sucedió su hijo Oxa,
.rv "... y fue esto en el tiempo y coyuntura que los Yngas andauan
pujantes en las Prouincias de Caxamarca...""''
rs
Oxa, dice Cabello, vivía atemorizado por la idea de que los incas del
rs
Cusco podían descender de las alturas y conquistar las tierras que los in-
f^. trusos chimúes habían ocupado en la costa. Sus temores se vieron confir-
' rs mados y, según los informantes de Cabello en Lambayeque, los incas so-
juzgaron a los gobernantes descendientes de Oxa durante cinco genera-
rs ciones hasta que el último de ellos, Secfumpisan fue destituido cuando
r> Pizarro y sus conquistadores desembarcaron en la costa del Perú y acaba-
ron con todas las culturas indígenas.
rs
rs Por lo anteriormente expuesto, se deduce que la gente de Lambayeque
dividía su propia historia en cuatro períodos, todos los cuales comenza-
rs
ron con inmigrantes: el período Naymiap que trajo la cultura Lambayeque;
el período Chimú; el período inca y el período Colonial Español. De acuerdo
r\ a la leyenda, antes de que desembarcara la flota de Naymiap aparente-
mente no había ninguna sociedad importante organizada en el valle. Sin
embargo, hay señales de una población más antigua: se recuerda que
rs. Naymiap adquirió algunas costumbres de los lugareños, y 'los que nacie-
•n ron allí' permanecieron en el lugar cuando los que habían venido con
rs Naymiap se fueron a buscarlo luego de su desaparición.
rs Las genealogías locales no nos dan ningún indicio de cuándo llegó Naymiap
y construyó el templo de Chot, ni cuándo su nieto Cala construyó el san-
• • r^ tuario de Túcume. También existe una brecha de un número desconocido
rs de generaciones, cuando el reino original se desmembró en repúblicas
• rs , independientes hasta la.conquista de toda la zona por los invasores chimúes,
quienes primero ejercieron el gobierno absoluto como señores durante
rs.
tres generaciones y luego como reyes vasallos de los incas durante cinco
• rs generaciones más, hasta la conquista española.
rs, La importancia de la historia oral de las sociedades culturalmente avanza-
rs das del Perú precolombino no debe subestimarse, como lo ha verificado
r\. la arqueología moderna. Si tuviéramos que traducir en términos arqueoló-
gicos los recuerdos del pueblo de Lambayeque -cuyos descendientes do-
rs minan las aldeas del valle aún hoy- esperaríamos encontrar la siguiente
' . rs: estratificación de abajo a arriba: un Período Formativo y, en parte.
6l
Conclusión .3^^,, .
El propósito de esta introducción al informe de nuestras investigaciones
arqueológicas en Túcume consiste en mostrar la importancia del mar para ^
la población indígena a lo largo de la costa del Pacífico en América del -
Sur, especialmente en la costa norte del Perú. Combinando la historia oral
de una nación culturalmente avanzada con la información de (esligos pre-
senciales que llegaron con Pizarro, advertimos que la población local de '
tiempos precolombinos poseía embarcaciones apropiadas para la navega-
ción marítima y el conocimiento para maniobrarlas. Los eruditos han sub- ~"
estimado durante demasiado tiempo y aun ignorado el aspecto maríti- ^
mo de la vida a lo largo del litoral peruano antes de la llegada de las
normas de navegación europeas. A pesar de los modernos viajes oceánicos
experimentales en balsas tripuladas, hechas de troncos de madera de bal-
sa o haces de totora, ha prevalecido la impresión equivocada de c|ue los ^-
antiguos peruanos eran un pueblo atado a la tierra y que poseían embar- ^
caciones muy rudimentarias. En ios ríos selváticos del imperio de los incas
se utilizaban canoas, pero la ausencia de botes con casco en altamar ha ^
sido invariablemente señalada como evidencia de la falta de desarrollo en '--n
la construcción de embarcaciones en contraste sorprendente con el altísi- 'l-.
mo nivel de la tecnología peruana en otros campos. Lo que no se había
.comprendido era que la propia costa particular del Perú, con sus intermi-
nables extensiones de marejadas cuyo oleaje rompe directamente en las
desprotegidas playas y los acantilados, requería de unas embarcaciones
sin el vulnerable casco abierto. Los europeos, herederos de la costumbre
medieval de construir botes como unos caparazones llenos de aire con
quilla y timón, no podían concebir que un patrón no-europeo de cons-
trucción de embarcaciones sin casco, quilla ni timón pudiera hacer posi-
ble la navegación oceánica en forma segura y controlada.
30 • TÚCUME
población costeña del Perú prehispánico si la confundimos con los incas de
la sierra que la conquistaron y la calificamos de marineros de agua dulce.
NOTAS
1 . Guarnan Poma (1936 [1613]).
2. Las Casas (1951 [1559] : Capítulo X L I , p p . 5 7 3 - 5 7 4 ) .
3. Sámano-Xerez (1937 [ 1 5 2 7 - 1 5 2 8 1 : 6 5 - 6 6 ) .
4. Xeréz ( 1 8 7 2 [1534]).
5. Estete (1992 [ 1 5 3 4 1 : 5 6 - 5 7 ) .
6. P r e s c o t t { 1 8 4 7 , V o l . 1:272).
7. Pizarro (1844 [15711 : 1 9 1 7 : 2 0 ) .
8. Pizarro (1844 [1571] : 1 9 1 7 : 21).
9. C i e z a de León (1984 [1 5531 : 172, Capítulo 54).
10. Garcilaso de la Vega (1919 [ 1 6 0 9 1 : 1 6 ) .
11. Jerez (1917 [ 1 5 3 4 1 : 1 5 - 1 6 ) .
12. Fernández de O v i e d o y Valdés (1959 [ 1 5 3 5 - 4 8 ] , V o l . IV, Libro 4 6 , p. 9 9 ) .
13. Andagoya ( 1 9 8 6 (1541-461:111).
14. Andagoya (1986 [1541-461: 1 0 7 , 1 2 5 ) .
15. Zarate ( 1 7 0 0 [ 1 5 5 5 ] , Libro I C a p - V I ) . , - •
16. Benzoni (1967 [15651). , ,, .•
17. Benzoni (1967 [15651: 5 6 j . '
18. Juan y U l l o a ( 1 7 4 8 ) .
19. Espinoza Soriano ( 1 9 8 7 : 3 0 ) . . ' •
20. Beechey ( 1 8 3 1 ) . • . r',,
21. Spilbergen (1906 [16191: 8 3 ) . ,, .
22. Dampier ( 1 7 2 9 ) . . .
23. /fa/d. ' ' ' •
24. Juan y U l l o a (1 7 4 8 : Parte I, Libro IV, Capítulo IX, p.264).
25. Juan y U l l o a (1 7 4 8 : Parte I, Libro IV, Capítulo IX, pp. 2 6 5 - 2 6 6 ) .
26. Stevenson ( 1 8 2 5 ) .
27. Paris ( 1 0 4 1 - 4 5 : 140).
28. Para mayor información sobre Brüning y las fotografías que tomó, ver Schaedel (1988) y
Raddatz ( 1 9 9 0 ) . ^ ... '
29. Rostworowski (1977).
30. Rostworowski ( 1 9 7 7 : 107).
31. Garcilaso de la Vega (1869-71 [16091 1919 V o l . I, Libro III, Capítulo 16).
32. Valverde ( 1 8 7 9 [1539]). • •
33. Sarmiento de G a m b o a (1907 [1572] 1 9 7 2 : 4 4 , 45). ,
34. Calíello (1951 [ 1 5 8 6 ] ; 3 2 2 - 3 2 3 . Parte I I I , Capítulo 1 7 ) . .
35. Cabello (1951 1 1 5 8 6 1 : 3 2 3 , Parte III, Capítulo 17).
36. HeyerdahI y Skjólsvoid (1956). " ' •' '' •«• •
37. Ringroso ( 1 7 0 4 : 5 8 , 64).
38. Skogman ( 1 8 5 4 ; 164).
39. HeyerdahI ( 1 9 5 2 ; 5 7 2 - 5 7 4 , 1 9 7 8 : capítulo 7).
40. Buck (1938; 22-23,453). • ,
41. O l i v a ( [ 1 6 3 1 ] , Traducción de la versión inglesa de Bandeller 1 9 1 0 : 3 2 5 ) .
42. Acosla ( 1 6 6 4 [ 1 5 9 0 ] , V o l . I: 56). • ' '
43. Amherst y Thompson ( 1 9 0 1 , V o l . I I : 4 6 3 - 4 6 8 ) .
44. Traducción de R o w e ( 1 9 4 8 : 28) de la Historia Anónima de Trujillo, escrita en 1604 y
publicada por primera vez por Vargas Ugarte en 1 9 3 6 : 231 '
45. Cabello(1951 [1586]:321-330,Parteltl,Capítulo17).
46. Ibid. ' • ' . ' '
47. Ibid. , . . . . • ,
48. Ibid. _ . , . -
49. Ibid.