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I.

El naufragio de la "Young-India"

Libro: 03. Los piratas de la Malasia [ed. 1896], 03. Los piratas de la Malasia [ed. 1902]

—Maestre Bill, ¿dónde estamos?


—En plena Malasia, mi querido Kammamuri.
—¿Nos tomará mucho tiempo antes de arribar a destino?
—Bribón, ¿te aburres quizá?
—Aburrirme no, pero tengo mucha prisa y me parece que la “Young-India” camina
despacio.
Maestre Bill, un marinero de unos cuarenta años, alto de más de cinco pies,
norteamericano de pura sangre, miró oblicuo con ojos torvos a su compañero. Este era
un bello indio de veinticuatro o veinticinco años, de alta estatura, de un color bastante
bronceado, de facciones bellas, nobles, finas, con las orejas adornadas de pendientes y
el cuello de collares de oro que le caían graciosamente sobre el desnudo y robusto
pecho.
—¡Cuerpo de un cañón! —gritó el norteamericano indignado—. ¡La “Young-India”
camina despacio! Esto es un insulto, “maratí” mío.
—Para quien tiene prisa, maestre Bill, hasta un crucero que hila quince nudos la
hora va despacio.
—Diablo, ¿qué es toda esa prisa? —preguntó el maestre, rascándose furiosamente
la cabeza—. Eh, tunante, ¿tienes alguna herencia que cobrar? En tal caso me pagarás
un tonel de ginebra o güisqui.
—¡Otra que herencia!... si supiese...
—Dígame, jovencito...
—No lo oigo de este lado.
—Entiendo, tú quieres hacerte el sordo. ¡Uf!... ¡Quién sabe qué hay debajo!...
Aquella muchacha que tienes contigo... ¡Uf!...
—Pero... Diga, maestre, ¿cuándo arribaremos?
—¿Adónde?
—A Sarawak.
—El hombre propone y Dios dispone, muchacho. Podría caernos encima un tifón y
mandarnos a beber en la gran taza a todos.
—¿Y luego?
—Y luego podrían alcanzarnos los piratas y mandarnos al diablo con dos brazas de
cuerda por corbata y un “kris” plantado entre las costillas.
—¡Eh! —exclamó el indio, haciendo una mueca—. ¿Hay piratas aquí?
—Como hay estranguladores en tu país.
—¿Lo dice en serio?
—Mira allí, derecho al bauprés. ¿Qué ves?
—Una isla.
—Bien, aquella isla es un nido de piratas.
—¿Cómo se llama?
—Mompracem. Da escalofríos de solo nombrarla.
—¿Lo dice de verdad?
—Allí, mi querido, vive un hombre que ha ensangrentado el mar de la Malasia del
norte al sur, del este al oeste.
—¿Cómo se llama?
—Lleva un nombre terrible. Se llama el Tigre de la Malasia.
—Si nos asaltase, ¿qué ocurriría?
—Una masacre general. Aquel hombre es aún más feroz que los tigres de la
“jungle”.
—¿Y los ingleses no van a destruir su horda? —preguntó el indio, sorprendido.
—Destruir a los cachorros de Mompracem es cosa seria —dijo el marinero,
metiéndose en la boca un pedazo de tabaco—. Hace algunos años, en 1850, los
ingleses con una poderosa flota bombardearon la isla, la ocuparon e hicieron prisionero
al terrible Tigre; pero, antes de arribar a Labuan, el pirata, no se sabe cómo, escapó.
—¿Y regresó a Mompracem?
—No de inmediato. Por dos años no se hizo ver más, luego, a principios de 1852,
reapareció a la cabeza de una nueva banda de piratas malayos y “dayak” de la más
terrible laya. Masacrados los pocos ingleses establecidos en la isla, se instalaron,
recomenzando sus sanguinarias empresas.
En aquel instante un pitido de silbato resonó en el puente de la “Young-India”,
acompañado por un golpe de viento fresco que hizo gemir a los tres mástiles.
—¡Oh, oh! —dijo maestre Bill alzando vivamente la cabeza y sacándose de la boca
el tabaco—. Dentro de poco se bailará desesperadamente.
—¿Lo cree, maestre? —preguntó el indio con inquietud.
—Veo allí una nube negra con los márgenes color cobre que no pronostica por
cierto la calma. Comeremos ráfagas.
—¿Corremos peligro quizá?
—La “Young-India”, jovencito mío, es un leño sólido que se ríe de los golpes de
mar. Vamos, a la maniobra; la gran taza comienza a bullir.
Maestre Bill no se engañaba. El mar de la Malasia, hasta ahora terso como un
cristal, comenzaba a arrugarse como si hubiese sido sacudido por una conmoción
submarina y a tomar un color plúmbeo que nada prometía de bueno.
Al este, hacia la gran isla de Borneo, se alzaba una nube negra como el alquitrán,
con franjas de un color rojo ardiente, que poco a poco oscurecía el sol, próximo al
ocaso. Por el aire gigantescos albatros, presa de una viva inquietud, revoloteaban
rozando las olas y emitiendo raucos chirridos.
A la primera ráfaga de viento había seguido una especie de calma, que daba mayor
aprehensión a los ánimos de toda aquella gente, luego al este comenzó a redoblar el
trueno.
—¡Desalojen el puente! —gritó el capitán Mac Clintock a los pasajeros.
Todos, de mala gana, obedecieron descendiendo por las escotillas de proa o de
popa.
Uno no obstante había quedado sobre el puente, este hombre era el indio
Kammamuri.
—¡Hola, desaloje! —tronó el capitán.
—Capitán —dijo el indio adelantándose con paso firme— ¿corremos peligro?
—Lo sabrá cuando la tempestad haya cesado.
—Es necesario que yo desembarque en Sarawak, capitán.
—Desembarcará, si nos nos vamos a pique.
—Pero yo no quiero irme a pique, ¿me comprende? En Sarawak tengo una persona
que...
—Hola, maestre Bill, sáqueme de los pies a este hombre. No es este momento de
perder tiempo.
El indio fue arrastrado fuera y echado abajo por la escotilla de proa.
Era tiempo. El viento comenzaba a soplar ya del este con gran violencia, rugiendo
en todos los tonos entre los aparejos de la nave. La nube negra había tomado
proporciones gigantescas, cubriendo casi enteramente la bóveda celeste. En su seno
refunfuñaba incesantemente el trueno, corriendo a lo loco de levante a poniente.
La “Young-India” era un magnífico velero de tres mástiles que llevaba aún bien sus
quince años. Su construcción ligera pero sólida, su desarrollo verdaderamente enorme
de las velas, su casco a prueba de escollos, recordaban a uno de aquellos audaces
violadores del bloqueo, que tuvieron una parte tan importante, y que podría decirse
legendaria, en la Guerra de Secesión.
Partido el 26 de agosto de 1854 de Calcuta con una carga de rieles de hierro
destinada a Sarawak, y montado por catorce marineros, por dos oficiales, y por seis
pasajeros, gracias a su velocidad y a los buenos vientos, había llegado en menos de
trece días a las aguas del mar malayo y precisamente a vista de la temida isla de
Mompracem, una cueva de piratas de la cual era necesario cuidarse bien.
Desafortunadamente la tempestad estaba por estallar. El mar exigía su tributo antes
de que la travesía se completase, ¡y se verá enseguida qué clase de tributo!
A las ocho de la noche la oscuridad era casi completa. El sol había desaparecido en
medio de las masas vaporosas y el viento continuaba soplando con vehemencia
extrema, haciendo oír rugidos formidables.
El mar, sacudido hasta los extremos límites del horizonte, montaba rápidamente.
Oleadas enormes, erizadas de espuma, se formaban como por encanto,
chocándose y recayendo, infringiendo rabiosamente contra Mompracem, la cual erguía
su masa sombría y siniestra en la oscuridad.
La “Young-India” daba bordadas, ahora lanzándose sobre las móviles montañas
desgarrando con sus masteleros la brumosa masa de las nubes, ahora precipitándose
en las depresiones de las cuales penaba por salir.
Los marineros, descalzos, con los cabellos al viento, los rostros arrugados,
maniobraban en medio del agua que no encontraba desahogo suficiente en los
imbornales. Órdenes y blasfemias se mezclaban con los silbidos de la tempestad.
A las nueve de la noche, el velero de tres mástiles, arrojado como un juguete,
mejor dicho como una simple ramita de paja, estaba en las aguas de Mompracem.
A pesar de todos los esfuerzos del maestre Bill, que se rompía las manos en la
rueda del timón, la “Young-India” fue arrastrada tan cerca de la costa erizada de
escollos, de islotes madrepóricos y de bajíos, como para temer que se rompiese contra
ellos.
El capitán Mac Clintock, con gran terror, divisó numerosos fuegos encendidos entre
la sinuosidad de la playa, y al claror de un relámpago, erguido sobre el extremo
margen de una gigantesca peña que caía a plomo sobre el mar, divisó también a un
hombre de alta estatura, con los brazos cruzados sobre el pecho, firme entre los
elementos desencadenados.
Los ojos de aquel hombre, que fulguraban como carbones encendidos, se fijaron
sobre los de él de extraña forma. Le pareció también que alzaba un brazo y que le
hacía un gesto amigable. La aparición duró pocos segundos. La oscuridad volvió a
hacerse densa y un golpe de viento alejó rápidamente a la “Young-India” de la isla.
—¡Que el buen Dios nos salve! —exclamó maestre Bill, que había también divisado
a aquel hombre—. Aquel era el Tigre de la Malasia.
Su voz fue sofocada por un estallido espantoso de trueno que recorrió de eco en
eco las profundidades del cielo. Aquel estallido parecía la señal de una música
ensordecedora, indescriptible.
El espacio se inflamó del norte al sur, del este al oeste, como si el universo entero
se incendiase, iluminando siniestramente el mar en tempestad.
Los rayos, relampagueando, caían describiendo por el aire miles de extraños
ángulos, miles de diversas curvas, hundiéndose entre las olas o rodeando
vertiginosamente a la nave, seguidos de estrépitos espantosos que crecían de
intensidad tocando los tonos más altos.
El mar, como si quisiese competir con los truenos, se alzó enormemente. No eran
más olas, sino montañas de agua centelleantes bajo la vívida luz de los relámpagos,
que se lanzaban furiosamente sobre el cielo, como atraídas por una fuerza
sobrenatural y que se acaballaban las unas sobre las otras, cambiando forma y
dimensión.
El viento entraba algunas veces a formar parte de aquella espantosa carrera,
rugiendo furiosamente, echando delante de sí nubarrones de lluvia tibia.
El velero de tres mástiles, bandeado espantosamente ahora sobre estribor y ahora
a babor, tenía mucho que hacer para mantener la cabeza a los elementos
desencadenados. Gemía como si se lamentase de aquellos terribles golpes de mar que
lo cubrían de proa a popa, derribando a la tripulación; se alzaba, tambaleaba, azotaba
las aguas con su bauprés, era ahora rechazado al norte y ahora rechazado al sur, a
pesar de los esfuerzos desesperados del timonel.
Eran momentos en los cuales los marineros no sabían si flotaban aún o si se
estaban yendo a pique, tanta era la masa del agua que brincaba sobre las
semidestruidas amuras.
Para colmo de males, a la medianoche, el viento que soplaba siempre más
tremendo del norte, brincó imprevistamente al este.
No era más posible luchar. Empujar con el tifón que asaltaba a proa, era tentar a la
muerte. Aún cuando algún atracadero se presentase sobre el camino del oeste,
exceptuada la temida ribera de Mompracem, el capitán Mac Clintock debía resignarse a
estar a la capa y huir con toda la celeridad que le permitían las pocas velas que aún
permanecían desplegadas.
Dos horas habían pasado desde que la “Young-India” había virado de bordo,
perseguida con ensañamiento sin par por los golpes de mar, que parecían haber jurado
su perdición.
Los relámpagos se habían vuelto bastante raros y la oscuridad tan densa como
para no permitir ver a doscientos pasos de distancia.
De pronto a las orejas del capitán llegó aquel fragor característico de las olas
cuando rompen contra los escollos, fragor que el marinero sabe distinguir hasta en
medio de las más espantosas borrascas. Aún cuando se estimase todavía bastante
lejos de los escollos de Mompracem, sospechó su cercanía.
—¡Cuidado a proa! —tronó él, dominando con la voz el estruendo de las olas y los
silbidos del viento.
—¡Mar roto! —gritó una voz.
—¡La rompiente! ¡Truenos!... —aulló otra voz.
El capitán Mac Clintock se abalanzó a proa, agarrándose al estay de la trinquetilla
para alzarse sobre la amura.
No se divisaba nada; sin embargo, entre las ráfagas, se oía distintamente el mugir
de la resaca. No era para engañarse. A pocos cables del velero de tres mástiles se
erguía una cadena de rompientes, quizá una ramificación de aquellas de Mompracem.
—¡Atentos a virar! —aulló él.
Maestre Bill, juntando todas sus fuerzas, tiró vivamente para sí la rueda. Casi en el
mismo instante la nave tocó.
El choque no obstante había sido apenas sensible. Solamente una parte de la
sobrequilla había sido rasgada por las puntas agudas de las madréporas que formaban
las cimas de las rompientes. Desgraciadamente, el viento soplaba siempre de popa y
las olas empujaban adelante.
La tripulación, que en aquel terrible momento conservaba una extraordinaria
sangre fría, consiguió virar de bordo. La “Young-India” se puso al ancho con una
bordada de doscientos metros evitando los escollos alrededor de las cuales aullaban,
como molosos hambrientos, las olas. Parecía como si todo fuera a salir bien. La sonda,
hilada a prisa, había dado en proa catorce brazas de profundidad.
La esperanza de salvar la nave comenzaba a nacer en el ánimo de la tripulación.
De improvisto el fragor de la resaca volvió a hacerse oír derecho a la roda.
El mar se alzaba con mayor violencia que antes, señalando una nueva barrera de
rompientes.
—¡Todo a sotavento, Bill! —tronó el capitán Mac Clintock.
—¡Rompientes bajo la proa! —aulló un marinero, que había descendido hasta la
delfinera del bauprés.
Su voz no llegó hasta la popa. Una montaña de agua se derramó sobre estribor
rechazando violentamente al velero de tres mástiles a babor, derribando a la
tripulación agarrada a las brazas de las velas y hundiendo las embarcaciones contra las
grúas.
Se oyó un mugido formidable, un estruendo de leños rotos, luego un choque
espantoso que hizo oscilar a los mástiles de popa a proa.
La “Young-India” había sido destripada de un golpe por las puntas agudas de las
rompientes y seis marineros, arrancados por las olas, habían sido arrojados contra los
escollos.

ACLARACIONES DE LA TRADUCCIÓN

Y llegamos nomás a la tercera novela. Empezamos bien, con la aparición de nuestro


querido Kammamuri, de quien sólo sabíamos que había quedado en manos de los
thugs, pero nada más. Y también nos enteramos de la vuelta de Sandokan a su
querida Mompracem, aunque desconocemos los motivos y circunstancias.

Sobre este último punto, las fechas que se mencionan, 1850 y 1852, como los
momentos en que Sandokan abandona y luego vuelve a la isla, se corresponden con
una versión original de la novela de 1896. La versión definitiva de 1902 menciona 1852
y 1854. Sin embargo, el final de “Los tigres de Mompracem” tiene lugar durante 1850.
Por eso corregí ambas fechas.

Además, sitúa la acción en septiembre de 1856, pero lo modifiqué a 1854 porque sino
no dan las fechas con los hechos narrados en la siguiente novela “Los dos tigres”. A lo
largo de la traducción iré ajustando fechas y lapsos de tiempo para darles coherencia.

Salgari en una oración hace referencia a la Guerra de Secesión. Al momento en que


transcurre la historia —septiembre de 1854— todavía no había tenido lugar el conflicto,
sin embargo, ya había terminado cuando la novela fue escrita en 1891.

Debido al trayecto que realiza la “Young-India” de Calcuta a Kuching (oeste-este), no


debería haber pasado cerca de la isla de Mompracem, que se ubicaría en algún punto
entre Labuan y el Cabo Sirik (en la isla Bruit), mucho más al este.

La diferencia entre lo que leí en su momento en castellano y la versión original de este


capítulo, es abismal. Más que traducción parecía un simple resumen. Espero que
disfruten esta nueva novela tanto como lo hice yo en su momento.

A continuación dejo las aclaraciones de la traducción —numerosas en este capítulo—,


incluyendo algunas de las que escribí para las anteriores novelas, y que voy a repetir
de ser necesario para facilitar la lectura.

Young-India: El nombre del buque fue traducido en las versiones en castellano como
“Joven India”. Me pareció mejor mantener el nombre sin traducir ya que Salgari lo
escribe en inglés (por algo) y además porque es un nombre. Como curiosidad, entre
1919 y 1932 (varios años después de la publicación de la novela), Mahatma Gandhi
publicó en India un diario semanal en inglés llamado, justamente, “Young India”.

Maestre: “Mastro” en el original. Si bien la traducción literal sería “maestro” me inclino


por la que utilicé. Ambas tienen la misma raíz latina “magister”, pero la utilizada
significa: hombre a quien después del capitán correspondía antiguamente el gobierno
económico de las naves mercantes.

Malasia: País ubicado en el sureste asiático, su capital es Kuala Lumpur. Está dividido
en dos regiones por el Mar de la China Meridional: una en la península malaya y otra
en el norte de la isla de Borneo.

Pies: 1 pie = 0,3048 m. Por lo tanto, 5 pie equivalen a 1,524 m.

Norteamericano: “Americano” en el original, lo cambié para mejor indicar la


procedencia de Bill.

Maratí: “Maharatto” en el original y traducido generalmente como “maharata”. La


mejor traducción que encontré fue “maratí” (pero puedo haberme equivocado, acepto
sugerencias), que para el Diccionario de la lengua española significa: Se dice de la
lengua índica septentrional hablada en el Estado de Maharashtra, en la India.

Crucero: “Incrociatore” en el original, es un buque de guerra de gran velocidad y radio


de acción, compatible con fuerte armamento.

Nudos: Unidad de velocidad para barcos y aviones. En inglés se llama knot. 1 kn =


1,852 km/h. Por lo tanto, 15 kn equivalen a 27,78 km/h.

Sarawak: “Sarawack” en el original, fue un reino de Borneo establecido por James


Brooke en 1842. Desde 1963, es uno de los dos estados de Malasia. Más allá del
nombre del reino, en la novela, por Sarawak se hace referencia la ciudad de Kuching,
sede principal del reino.

Tifón: Huracán en el mar de la China.

Braza: Medida de longitud, generalmente usada en la Marina y equivalente a 2 varas o


1,6718 m. Por lo tanto, 2 brazas equivalen a 3,34 m; 14 brazas equivalen a 23,41 m.

Kris: “Kriss” en el original, es una daga, de uso en Filipinas, que tiene la hoja de forma
serpenteada.

“Como hay estranguladores en tu país”: Se refiere, obviamente, a los thug de la


India.
Bauprés: “Bompresso” en el original, es el palo grueso, horizontal o algo inclinado,
que en la proa de los barcos sirve para asegurar los estayes del trinquete, orientar los
foques y algunos otros usos.

Mompracem: “Es relevante subrayar que la isla de Mompracem (...), aparece en


numerosas cartas geográficas antiguas y, en particular, en la carta de E von Stulpnagel
(Hand Atlas de Adolf Stieler, 1873). Las modernas cartas, sin embargo, nada indican
respecto de la ubicación de la isla. Rolando Jotti y Giulio Raiola, viajeros y estudiosos
de Salgari, después de una larga búsqueda creyeron identificar en Kuraman a la
antigua Mompracem, pero, con respecto a la posición original, es necesario tener en
cuenta que las viejas cartas no eran precisas, debido a los métodos de detección
aproximados.” (Giuseppe Cantarosa, en el prólogo de la edición de Fabbri Editor de “Le
Tigri di Mompracem”). La isla Kuraman es una pequeña isla tropical que pertenece a
Malasia en el mar de la China, cerca de la isla de Labuan. Una nueva investigación
publicada en el libro “La riconquista di Mompracem. L’isola che c’era” (Fabio Negro,
2011) sugiere que la ubicación de la isla se corresponde con una barrera coralina sobre
la costa occidental de Brunéi y que habría desaparecido como consecuencia de la
erupción del Volcán Krakatoa en 1883.

Mar de la Malasia: En realidad es el Mar de la China Meridional o mar de la China. Es


parte del océano Pacífico; comprende el área limitada por la costa oriental asiática,
desde Singapur al estrecho de Taiwán, y las islas de Borneo y el archipiélago de las
Filipinas.

Labuan: Isla principal del Territorio Federal de Labuan, Malasia, cuya capital es
Victoria. Localizada a 9,7 km de la costa noreste de Borneo.

Malayos: Individuos de piel muy morena, cabellos lisos, nariz aplastada y ojos
grandes, pertenecientes a un pueblo que habita en la península de Malaca, de donde se
les cree oriundo, en las islas de la Sonda, y en otras áreas cercanas.

Dayak: Es un término geográfico que no denomina con exactitud a una etnia o tribu,
pero sí distingue a la gente indígena de la demás población malaya que habita en las
zonas costeras de la isla de Borneo.

Borneo: Es la tercera mayor isla del mundo, ubicada en el sudeste de Asia. Está
dividida en el sultanato de Brunéi y los países de Malasia e Indonesia.
Albatros: Ave marina de gran tamaño, plumaje blanco y alas muy largas y estrechas.
Es muy buena voladora y vive principalmente en los océanos Índico y Pacífico.

Velero de tres mástiles: “Tre-alberi” en el original. La traducción literal sería “tres-


mástiles”, pero la referencia más similar que encontré es la que utilicé en la traducción.

Guerra de Secesión: “Guerra americana” en el original, fue una guerra civil


desarrollada en Estados Unidos de América entre 1861 y 1865, entre los estados del
norte del país (la Unión) y los estados del sur (los Confederados). Durante el conflicto,
la marina de la Unión impuso un bloqueo que creó una grave escasez de material
bélico y bienes de consumo en la Confederación.

Calcuta: “Calcutta” en el original, es la ciudad capital del estado indio de Bengala


Occidental al oeste de India.

Dar bordadas: Navegar de bolina alternativa y consecutivamente de una y otra


banda.

Masteleros: “Alberetti” en el original, es el palo o mástil menor que se pone en los


navíos y demás embarcaciones de vela redonda sobre cada uno de los mayores,
asegurado en la cabeza de este.

Imbornales: “Ombrinali” en el original, son agujeros o registros en los trancaniles


para dar salida a las aguas que se depositan en las respectivas cubiertas, y muy
especialmente a la que embarca el buque en los golpes de mar.

Madrepóricos: Perteneciente o relativo a la madrépora.

Bajíos: “Bassi fondi” en el original, son elevaciones del fondo en los mares, ríos y
lagos.

Caer a plomo: Caer con todo el peso del cuerpo.

Timonel: “Timoniere” en el original, es la persona que gobierna el timón de la nave.

Amuras: “Murate” en el original, es la parte de los costados del buque donde éste
empieza a estrecharse para formar la proa.
Atracadero: “Approdo” en el original, es el lugar donde pueden sin peligro arrimarse a
tierra las embarcaciones menores.

Estar a la capa: “Porsi alla cappa” en el original, es disponer las velas de modo que la
embarcación ande poco.

Rompientes: “Frangenti” en el original, son bajos, escollos o costas donde, cortado el


curso de la corriente de un río o el de las olas, rompe y se levanta el agua.

Estay: “Straglio” en el original, es el cabo que sujeta la cabeza de un mástil al pie del
más inmediato, para impedir que caiga hacia la popa.

Trinquetilla: “Trinquetina” en el original, es un foque (vela triangular) pequeño que se


caza cuando hay temporal.

Resaca: Movimiento en retroceso de las olas después que han llegado a la orilla.

Cables: “Gomene” en el original, es una unidad de longitud náutica utilizada para


medir distancias cortas o la profundidad de un cuerpo en el agua. Es considerada
arcaica e imprecisa y cayó prácticamente en desuso. Por definición, un cable es la
décima parte de una milla náutica, o sea 185,2 metros.

Sobrequilla: “Falsa chiglia” en el original, es un madero formado de piezas, colocado


de popa a proa por encima de la trabazón de las varengas, y fuertemente empernado a
la quilla, que sirve para consolidar la unión de ésta con las costillas. En los buques de
hierro la sobrequilla es del mismo metal, cualquiera que sea su estructura.

Madrépora: Celentéreo antozoo colonial, que vive en los mares intertropicales y forma
un polipero calcáreo y arborescente.

Molosos: “Molossi” en el original, se dice de cierta casta de perros procedente de


Molosia, en la antigua región de Epiro al noreste de Grecia.

Sonda: Cuerda con un peso de plomo, que sirve para medir la profundidad de las
aguas y explorar el fondo.

Sotavento: “Poggia” en el original, La parte opuesta a aquella de donde viene el


viento con respecto a un punto o lugar determinado.
Delfinera: “Dolfiniera” en el original, es un tablón ancho que se ubica en proa y que
permite maniobrar las velas de proa, reemplazando al botalón.

Brazas: “Bracci” en el original, son los cabos que laborean por el penol de las vergas y
sirven para mantenerlas fijas y hacerlas girar en un plano horizontal.

Roda: “Asta di prua” en el original, es la pieza gruesa y curva, de madera o hierro, que
forma la proa de la nave.
Publicado por Fernando Coun en 07:23
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