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“INSTITUTO SANTA

CLARA”

ASIGNATURA: EDUCACIÓN EN LA DE

CATEDRATICO:CLARA PATRICIA

TRABAJO ASIGNADO:
INFORME DE EXPOSICIÓN

2-BACHILLERATO EN HUMANIDADES

ALUMNA:
DARALY JAMALY PALOMO PEREZ
KEYLA PATRICIA ALVARENGA ARITA
EVER OMAR MEJIA
KATHERINE MICHELLE CLAVEZ
JUAN DAVID LÓPEZ SOTO
Josefina Bakhita
Infancia
Bakhita, que significa "afortunada", es el nombre que se le puso
cuando fue secuestrada, ya que por la fuerte impresión, nunca
llegó a recordar su verdadero nombre. Josefina es el nombre que
recibió en el bautismo

No se conocen datos exactos sobre su vida, se dice que podría ser


del pueblo de Olgossa en Darfur, y que 1869 podría ser el año de
su nacimiento. Creció junto con sus padres, tres hermanos y dos
hermanas, una de ellas su gemela. En ese año la región sudanesa
occidental deen el monte Agilerei.. Su bien respetado y
razonablemente próspero padre era hermano del jefe del pueblo.
Estaba rodeada por una familia cariñosa de tres hermanos y tres
hermanas.

Juventud

En algún momento entre los siete y nueve años, probablemente en


febrero de 1877, fue secuestrada por los comerciantes árabes de
esclavos, que ya habían secuestrado a su hermana mayor dos años
antes. Fue cruelmente obligada a caminar descalza

La captura de su hermana por unos negreros que llegaron al


pueblo de Olgossa, marcó mucho en el resto de la vida de Bakhita,
tanto así que más adelante en su biografía escribiría: "Recuerdo
cuánto lloró mamá y cuánto lloramos todos

En el transcurso de doce años (1877-1889) fue revendida


nuevamente tres veces más y luego regalada. Se dice que el trauma
de su secuestro le hizo olvidar su propio nombre: tomó uno dado a
ella por los esclavistas, "Bakhita", que en árabe significa "afortunada"
Su cuarto amo, un general turco, la adquirió para que entrara a
formar parte del servicio de su mujer y su suegra.

Estas eran terriblemente crueles con sus esclavos, lo que lleva a


Bakhita a confesar en sus memorias que de todos los días que
permaneció en aquella casa no recuerda uno de ellos sin que se le
infligiera alguna herida. Ella misma narra uno de sus recuerdos más
terroríficos: el día en el que, junto a otros esclavos, fue marcada
mediante un proceso parecido a la escarificación y que se practica
tradicionalmente en algunas regiones de Sudán.

Este consistía en marcar sobre su piel patrones de líneas con harina


blanca, mientras su ama la observaba con el látigo en la mano, que
luego eran repasados con una cuchilla, dejando profundos surcos
que luego rellenaba con sal para evitar que cicatrizaran. A Bakhita le
realizaron un total de 114 dibujos sobre el pecho, la tripa y su brazo.

En 1883 Bakhita fue comprada en Jartum por el vicecónsul italiano


Callisto Legnani, quien la trató con amabilidad y no la golpeó ni la
castigó. Dos años más tarde, cuando el propio Legnani tuvo que
regresar a Italia, Bakhita le rogó que lo acompañara
Conversión y votos de religiosa

28 de noviembre de 1888, Turina Michieli las dejó a cargo de las


hermanas Canosianas en Venecia. Allí, mientras eran atendidas y
cuidadas por las monjas, Bakhita se encontró por primera vez con
el cristianismo.

En sus memorias se recoge lo agradecida que les estaba con estas


palabras: “Aquellas santas madres me instruyeron con heroica
paciencia y me introdujeron a Dios a quien, desde mi más tierna
infancia, había sentido en mi corazón sin saber quién era Él”.
Cuando la señora de Michieli regresó para llevarse con ella a su hija
y a su criada de vuelta a Suakin, Bakhita se negó firmemente a
acompañarla. Durante tres días, Turina trató de convencerla e
incluso apeló a la vía legal para llevársela, contactando con el fiscal
del rey mientras que la superiora del Instituto de los candidatos al
bautismo (catecumenado) al que asistía Bakhita se ponía a su vez en
contacto con el cardenal de Venecia para ponerle al corriente de la
situación en la que se encontraba su protegida. Por primera vez en
su vida, Bakhita tuvo control de su propio destino y lo primero que
hizo fue tomar la decisión de permanecer con las camisas.

En 1902 fue asignada al convento canosiano de Schio, en el norte de


Italia, en la provincia de Vicenza, donde permanecería el resto de su
vida. Su estancia más larga en otro lugar fue entre 1932 y 1939,
cuando se instaló en el Noviciado Misionero de Vimercate, en Milán,
visitando, dedicándose sobre todo a visitar otras comunidades de
Canosianas en Italia, hablando y compartiendo sus experiencias en
África y ayudando a prepararse a hermanas más jóvenes para la vida
y el trabajo allí.

Un fuerte ánimo misionero la impulsó durante toda su vida puesto


que “en su mente siempre estaba Dios y en su corazón, África”.

Durante los 42 años que permaneció en Schio, Bakhita hizo las


labores de cocinera, sacristana y portera, permaneciendo
constantemente en contacto con la comunidad local.

Su gentileza, su voz calmada y su sempiterna sonrisa se hicieron


famosas en Vincenza y sus habitantes comenzaron a llamarla que
significa “hermanita morena”. Su especial carisma y su olor de
santidad se fueron haciendo notar entre las miembros de su orden
El 10 de febrero de 1993, el papa Juan Pablo II honró solemnemente
a Bakhita en su propia tierra. "¡Alégrate, toda África! Bakhita ha
vuelto a ti. La hija de Sudán vendida como esclava como una
mercancía viva y, sin embargo, sigue siendo libre. Libre con la
libertad de los santos".

Sus últimos años estuvieron marcados por el dolor y la enfermedad.


Se movía en silla de ruedas pero sin perder el buen ánimo y cuando
le preguntaban cómo se encontraba, ella contestaba: “Como el
Señor desee”. En sus últimas horas, su mente volvía a recordar los
años de esclavitud y a veces se le oía suplicar: “¡Las cadenas están
muy apretadas, aflójalas un poco, por favor!”, aunque después de un
rato volvía a recuperarse. Alguien le preguntó: "¿Cómo estás? Hoy es
sábado", probablemente esperando que esto la alegrara porque el
sábado es el día de la semana dedicado a la virgen María. Bakhita
respondió: "Sí, estoy tan feliz: Nuestra Señora ... ¡Nuestra Señora!"
Estas fueron sus últimas palabras audibles.
Muerte y santidad
Un joven estudiante le preguntó una vez a Bakhita: “¿Qué harías si te
encontraras con tus captores?” Sin dudar de ella respondió: “Si me
encontrara con los que me secuestraron, e incluso con los que me
torturaron, me arrodillaría y les besaría las manos. Porque si estas
cosas no hubieran sucedido, no habría sido cristiana y religiosa hoy”.

El 1 de diciembre de 1978, el papa Juan Pablo II la declaró venerable


, el primer paso hacia la canonización. El 17 de mayo de 1992
Bakhita fue declarada beata por el papa Juan Pablo II y se le
concedió el 8 de febrero como día festivo.

El 1 de octubre de 2000 fue canonizada como Santa Josefina


Bakhita por el mismo papa. Es venerada como una santa africana
moderna y como una declaración contra la brutal historia de la
esclavitud. Ha sido adoptada como la santa patrona de Sudán y de
supervivientes de la trata de personas.

El legado de Bakhita es que la transformación es posible a través del


sufrimiento. Su historia de liberación de la esclavitud física también
simboliza a todos aquellos que encuentran significado e inspiración
en su vida para su propia liberación de la esclavitud espiritual.

Murió en el convento canosiano , a la edad de 78 años. Durante tres


días, su cuerpo se expuso para que cientos de personas pudieran
presentarle sus respetos. Sus retos mortales fueron transferidos a la
Iglesia de la Sagrada Familia del convento Canosiano de Schio en
1969.

El ejemplo de su vida fue usado por el papa Benedicto XVI en la


encíclica para hablar de esperanza.

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