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Quito – Ecuador
Marzo– 2018
Siendo Quito la capital política del país, es lógico que la gran plataforma gubernamental
del Ecuador, con sus grandes engranajes y estructuras político-administrativas sean
comandadas desde la ciudad, careciendo varios años de una estructura descentralizada,
hasta la distribución planteada por el COOTAD (Código Orgánico Organización
Territorial Autonomía y Descentralización), no obstante, la gran migración de las
diferentes partes del país han generado grandes comunidades o agrupaciones urbanas de
manabitas, guayasenses, lojanos, esmeraldeños, entre otros más, que se agrupan por sus
diversas costumbres en esta nueva ciudad que maduró rápidamente como metrópolis.
Hoy siendo el siglo XXI es interesante revisar que esta diversidad cultural cuenta otra
forma de expresión, y ésta tiene que ver con el Norte y Sur de la ciudad. El primero
caracterizado por el llamado “sector pelucón” donde se encuentra mayor población,
mayor infraestructura en servicios, desarrollo de empresas financieras e internacionales,
y sector donde el valor de los terrenos es elevado como por ejemplo la Av. Gonzáles
Suárez o la Urbanización el Condado. Mientras que al otro lado de la Virgen del
Panecillo viven los “sureños” o “obreros”, caracterizándose por edificaciones de
estructura pequeñas, menor inversión en espacios públicos, y alejado de las grandes
urbanizaciones y empresas financieras. Claro, esto sin mencionar ciertos sectores que
desde algunas décadas han tomado relevancia como son los Valles de los Chillos y
Tumbaco.
Sin embargo, existe un sentimiento distinto que ya ha sido investigado y analizado con
anterioridad en varios trabajos de grado, reportajes periodísticos, estudios históricos y
sociales. En los que ésta temática se encuentra centrada en las diferencias existentes.
Algunos estudios como los del historiador Espinoza Apolo han establecido que desde la
época colonial ya existieron dos ciudades, a espaldas del panecillo para los indígenas y
al norte para para los blancos (españoles-criollos), cuestión que marca diferencia si la
observamos desde la perspectiva de dominadores-dominados o explotadores-explotados
en la época colonial y postcolonial, que forma parte de nuestra historia de luchas de
igualdad y abolicionistas en los huasipungos. Lo cierto es que existen diferentes
costumbres, tradiciones, ideas y conocimientos que son distintas en el Norte y en el Sur,
en el primero existe mayor preferencia en el uso de tarjetas de crédito como forma de
pago, la forma de circulación del tránsito y diversas formas de expresión lingüística y
mímica, mientras que en el sur existe una preferencia por el pago en efectivo, diferentes
formas de aplicación de las normas de tránsito (menos control y agresividad al
conducir) y una diversidad clara de expresión. Esto no quiere decir que no existen
interconexiones entre las diferentes zonas del sur que tienen un desarrollo diferente en
servicios públicos, así como en el norte en el que existen diferentes barrios que no
guardan relación con estos estereotipos y que tienen grandes necesidades, aunque este
sea un análisis reflexivo de manera general, no es nuestra intención fijar prejuicios o
estereotipos, pero sí mencionar ciertos patrones o sentires urbano-pragmáticos.
La poca facilidad que refleja la movilidad de una ciudad que tiene un aproximado de 80
km de largo por 5 km de ancho (Parroquias urbanas), polariza el vivir en una metrópolis
que por sus accidentes geográficos ha tenido un desarrollo particular. Muchas personas
del norte de la ciudad no han visitado el sur, y viceversa, la mayoría de vías que
conectan estos puntos tiene gran cantidad de tráfico, así como los tiempos de traslado de
un punto al otro son largos y extenuantes en transporte público, impidiendo en muchos
casos o desanimando su interconexión, por lo que este factor es relevante desde el punto
de vista de la movilidad humana, y el desarrollo de satisfacción y necesidades sociales-
económicas. Siendo importantes los proyectos públicos constructivos, culturales y
sociales que incentiven la unión, interdependencia y que procuren relacionar estos dos
puntos de la urbe.
Inclusive diferentes producciones cinematográficas han intentado representar esta
realidad, la obra de Sebastián Cordero, “Ratas, ratones y rateros, 1999.”, en el que se
pone en contexto la realidad ecuatoriana de un joven con escasas oportunidades del sur
de Quito que enfrenta una cruda realidad social con su primo Ángel y sus amigos,
buscando tener un ingreso mediante actos delictivos. O el caso de la película de Pito
Jara “A tus espaldas, 2011”, que trata la vida de Jorge Chicaiza que niega su mestizaje y
su origen humilde del sur de Quito y busca un porvenir mejor al tener como ideal el
norte de la ciudad, al cual busca llegar sin importar los medios que sean necesarios. Este
tipo de expresiones desde el arte cinematográfico buscan poner en evidencia una
realidad que se vive todos los días y que busca fundamentarse.