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Salvadora Medina Onrubia, Natalio Botana
y las redes transcontinentales de intelectuales
en la primera mitad del siglo XX
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que expele Europa’, (judíos centroeuropeos escapados del nazismo) y a los derro-
tados de la Guerra Civil, considerados ‘rojos’ y por tanto excluidos de la noción de
la hispanidad” 7. En la Memoria del Ministerio de Agricultura de 1940,
... la inmigración regulada por medio de los permisos de libre desembarco ha
sido en parte desvirtuada por el ingreso de pasajeros clandestinos, turistas que
no eran tales y personas que debiendo transitar por la república para dirigirse a
un país vecino se quedaron luego en ella 8.
No obstante todos los mecanismos de control dispuestos, diversos sectores
de la sociedad argentina colaboraron solidariamente con los exiliados republi-
canos. Como sucedió en la mayoría de países iberoamericanos, la Guerra Civil
española reunió a los simpatizantes de la causa republicana, así como a intelec-
tuales y pensadores liberales o de la izquierda antifascista.
Al proponer la investigación en torno a la pareja Salvadora Medina Onrubia-
Natalio Félix Botana, pesaron varios aspectos. El principal de estos es el interés
de ambos en las cuestiones globales, particularmente en los problemas europe-
os, ante los cuales asumieron una postura de clara oposición a los gobiernos na-
zi-fascistas. Al participar activamente en la emigración de refugiados hacia
América, fueron agentes del flujo trasnacional de ideas. Un poco antes de que
estallara la Guerra Civil española, en 1936, Botana –que donaba fuertes sumas
de dinero a la República–, viajó con toda su familia a Madrid, como invitado de
honor del presidente Manuel Azaña. En ese mismo viaje pasó por Salamanca
para visitar a Miguel de Unamuno.
Crítica, el diario de Botana –posteriormente dirigido por Salvadora– fue el más
importante periódico argentino de su época (1913-1962). Sobre éste existe abun-
dante bibliografía, de la cual este trabajo se reconoce tributario. Además de su im-
portancia como vehículo de información, era un poderoso instrumento que
incidía en la tomada de decisiones políticas, y colocaba generosos espacios a dis-
posición para voces de la izquierda y del pensamiento autónomo. Su identificación
con la España republicana, las visitas de Botana a Miguel Azaña –último presiden-
te de la República española– y su apoyo activo a los exiliados de la Guerra Civil Es-
pañola, además de su enfrentamiento con el régimen del Tercer Reich y sus
disputas con la representación alemana en Buenos Aires, constituyen a Crítica en
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un importante vehículo del tránsito de ideas dentro y fuera del continente. Pero
también al otro lado del Atlántico hay registros de la trayectoria de Natalio y Sal-
vadora. Cuando la pareja viajó a España para visitar al presidente Manuel Azaña,
pasaron también por Galicia. Fueron recibidos en el puerto de Vigo por toda la flo-
ta de pescadores, que los honraron bautizando una callejuela de la ciudad gallega
con el nombre de Natalio Botana, y otra con el nombre de su diario, Crítica. Tam-
bién en Vigo, Botana pronunció un discurso ante los trabajadores, criticando du-
ramente la dictadura del General José Félix Uriburu, uno de sus más acérrimos
enemigos en Argentina 9.
Por su parte, Salvadora Medina Onrubia es un personaje poco estudiado, pe-
ro bastante conocido entre la intelectualidad porteña, tanto por su producción co-
mo poetisa y dramaturga, como por su activismo político dentro del anarquismo
y el feminismo. Sus vínculos con el anarquismo internacional, sus relaciones con
artistas, militantes, activistas y pensadores de diversos lugares y, particularmente,
su correspondencia postal con viajeros en tránsito por el mundo, constituyen a
Salvadora en una agente trasnacional de gran relevancia.
La trayectoria de la pareja Salvadora Medina-Natalio Botana, es, pues, un te-
ma lleno de posibilidades. Este trabajo se presenta como una primera aproxima-
ción que, a modo de esbozo, pretende trazar un itinerario posible para el estudio
de ambos personajes en una perspectiva trasnacional, examinándolos como ac-
tores globales, agentes del flujo de ideas, valores y bienes artísticos e intelectua-
les. No obstante este propósito, y debido a los estrechos márgenes del presente
trabajo, dedicaré aquí una mayor atención al personaje de Salvadora, sobre
quien más avanzada se encuentra la investigación.
Tanto Salvadora como Natalio han despertado la curiosidad de diversos auto-
res. Sin embargo, la mayoría de los relatos publicados son escritos de parientes, co-
laboradores y amigos. Se trata, pues, de narrativas cargadas de subjetividad, que
aquí serán tratadas como indicios testimoniales. Lo que nos interesa de ellos es la
mención a los diversos personajes que pasaron por las vidas de Natalio y Salvado-
ra en su tránsito continental.
Este trabajo se articula en torno a tres ejes discursivos: el diario Crítica, Sal-
vadora Medina Onrubia y la casa-mansión que la pareja poseía en la localidad
bonaerense de Don Torcuato. Interconectadas entre sí, estos tres temas están
atravesados por el flujo trasnacional de ideas y valores de su época. Así, dichos
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temas tienen aquí el objetivo de apuntar las conexiones trasnacionales en las que
Salvadora y Botana fueron agentes activos.
Además de los testimonios presenciales de las personas allegadas a la pareja,
existen varios trabajos publicados, la mayoría en el ámbito de las artes plásticas, la
literatura, la arquitectura y el periodismo; que confieren al presente ensayo un inte-
rés transdisciplinar. Por fin, el cruce de estas fuentes en perspectiva histórica, con los
documentos diplomáticos y las fuentes de prensa, ayudan a conocer la confluencia
de intereses que intervenían en un complejo contexto político-diplomático.
10 Sobre el diario Crítica y su circulación, véase Sylvia SAITTA: Regueros de tinta: el diario
Crítica en la década de 1920, Buenos Aires: Sudamericana, 1998, y Roberto TALICE: Cien mil
ejemplares por hora: memorias de un redactor de Crítica, el diario de Botana, Buenos Aires:
Corregidor, 1989.
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que captó una transmisión de la radio norteamericana. La caída del ídolo argen-
tino fue transmitida por megáfono al público que se había reunido en la sede de
Crítica. Como apunta Ximena Tobi, las nuevas posibilidades del dispositivo téc-
nico radiofónico comenzaban a vislumbrarse y preanunciaban cómo la radio
iba a convertirse rápidamente en un medio masivo de comunicación 11.
El edificio que entonces ocupaba Crítica está localizado en el corazón geográ-
fico de la inmigración española en Buenos Aires: la Avenida de Mayo. A la altura
del 1333 se alza el predio, inaugurado en 1927, en estilo Art Decó, con salones de
inspiración pre-colombina y pisos monolíticos de inspiración azteca 12. El propio
edificio es un interesante registro del tránsito de ideas y valores estéticos a uno y
otro lado del atlántico. Natalio Botana encargó el proyecto a dos arquitectos hún-
garos, los hermanos Andrés y Jorge Kálnay, que aplicaban el estilo que se impo-
nía en París alrededor de 1925 13. Además de múltiples ornamentos y suntuosos
salones, el edificio poseía columnas y puertas deslizables de bronce, que en nu-
merosas oportunidades lo protegieron de ataques como los que sufrió durante el
gobierno de Juan Domingo Perón 14. Muy cerca de allí –a la altura del 825–, se
encuentra el emblemático Café Tortoni (1858), donde se reunían, a la salida del
trabajo, redactores y colaboradores de Crítica, entre ellos Ulises Petit de Murat.
Su localización era, por varios motivos, estratégica. El edificio de Crítica no
estaba aislado, sino que era parte de un entorno muy especial. La Avenida de
Mayo fue abierta en 1880, en sintonía con un proyecto de modernización que
entre fines del siglo XIX y comienzos del XX alcanzó a varias capitales latinoame-
ricanas, como Caracas 15 o Río de Janeiro 16. La avenida es conocida como el eje
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17 Daniel CHIARENZA: “La Guerra Civil Española y América Latina” [Disponible en:
http://www.scribd.com/doc/37088853/Chiarenza-Daniel-La-Guerra-Civil-espanola-y-
America-Latina-2009. Último acceso: 25/01/2013].
18 Bandera Argentina año II, número 315 (Buenos Aires, 08/08/1933).
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3. LA VENUS ROJA
1997, p. 215.
23Todos los datos biográficos de este epígrafe están tomados de Horacio TARCUS:
“Anarquismo y teosofía. Simón Radowitzky y Salvadora Medina Onrubia”, Políticas de la
Memoria 5 (2005), pp. 138-141.
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su primer hijo, Carlos, a quien llamaba “Pitón”. Entonces Salvadora era “madre
soltera”, con todo lo que eso podía significar en los primeros años del siglo XX.
En 1914 se mudó a Buenos Aires y comenzó a trabajar como redactora del
periódico La Protesta, conocido vehículo anarquista fundado en 1897. Conoció
a Natalio Botana en la misma época, y con él tuvo otros tres hijos: Helvio Ilde-
fonso (“Poroto”), Jaime Alberto (“Tito”) y Georgina (“La China”), pero Salva-
dora sólo accedió al casamiento en 1919.
Salvadora trabajó en todos los géneros literarios, aunque es más conocida
como dramaturga. Sus obras de teatro empezaron a estrenarse en los teatros de
Buenos Aires en 1919. Su variada producción comprende: Sus obras son: Alma-
fuerte (teatro, 1914); El libro humilde y doliente (cuentos,1918); La rueca mila-
grosa (versos, 1921); “La solución” (ensayo,1921); Akasha (novela, 1924); Lo que
estaba escrito (teatro, 1925); El vaso intacto y otros cuentos (1926); “Las descen-
tradas” (teatro, 1929); El misal de mi yoga (poesía, 1929); Uriburu, el principio de
una contribución a la historia. (ensayo, 1932); Un hombe y su vida: bajo la advo-
cación del momento encendido de España (teatro, 1936); Crítica y su verdad (en-
sayo,1958); La casa de enfrente (cuento, 1997).
Según su nieto, el dibujante y escritor Copi, Salvadora fue la primera mujer ar-
gentina en poner en escena personajes femeninos “capaces de pecar doblemente:
como lesbianas y como adúlteras” 24. Fue miembro de América Nueva, agrupación
feminista que actuaba por el sufragio femenino y por la igualdad de géneros ante
la ley. Falleció en Buenos Aires, el 21 de julio de 1972, a los 88 años de edad.
La figura de Salvadora es instigante por muchos motivos: su actividad como
maestra, educadora, dramaturga, poetisa, como militante activista, como femi-
nista, y, por supuesto, por su propia vida personal y familiar, ya que su postura
militante había difuminada la confusa línea divisoria entre las esferas pública y
privada.
Como escritora-militante, contribuyó a que Crítica abriese sus páginas se
abrieran a episodios vinculados a la causa anarquista, como la conmutación de la
pena a los anarquistas norteamericanos Sacco y Vanzetti, la liberación de Simón
Raowitzky, o la de los presos de Bragado 25. Es particularmente interesante su
empeño en la liberación del militante anarquista ucraniano Simón Radowitzky
(1891-1956), que había llegado a Argentina en 1908, huyendo de la amenaza de
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prisión en Siberia. Radowitzky fue el responsable por el asesinato del jefe de po-
licía Ramón Falcón, el 14 de noviembre de 1909, en represalia a la violenta repre-
sión a los manifestantes de los gremios anarquistas y socialistas durante los
festejos del 1º de mayo de ese mismo año, en los que participaban también fami-
liares de los trabajadores. La concentración en ese día fue dispersada a sablazos y
balazos por orden de Falcón, con un saldo de once obreros muertos y ochenta he-
ridos, entre ellos varios niños 26. Radowitzky, se transformó en un ícono interna-
cional del “anarquismo vindicador”. El acto perpretado por Radowitzky produj
resonancias al otro lado del océano: esa misma semana, en Italia, los anarquistas
entonaban un estribillo que se tornaría célebre: “E morto Ramon Falcone, ¡mas-
sacratore! / e viva Simón Radowitzky, ¡vindicatore!” 27
Simón Radowitzky fue condenado a prisión perpetua en el extremos sur de
Argentina. Fue indultado de la pena de muerte (que hubiera sido la primera en
Argentina) por ser menor de edad, pero pasó 21 años en la cárcel. Nuevamente
indultado –esta vez por el presidente Hipólito Yrigoyen– salió de prisión en abril
de 1930, gracias a la presión ejercida por una intensa campaña internacional en
la que participaron activamente Natalio Botana, el diario Crítica y Salvadora
Medina Onrubia.
Salvadora había actuado como oradora en un acto callejero organizado por
la Federación de Obreros Bonaerenses el 1 de febrero de 1914, para exigir la li-
bertad de Radowitzky 28, e intentó su liberación durante años, primero acudien-
do al presidente Yrigoyen, y luego a través de una intensa campaña internacional
para su posterior indulto. Para Horacio Tarcus, Salvadora y Simón tenían “una
curiosa relación entre dos seres tan distintos, que apenas se han visto personal-
mente una vez, pero que al mismo tiempo están fuertemente unidos por una in-
tensa hermandad espiritual” 29.
El diario Crítica constituyó un importante vehículo para la causa de la libera-
ción de Radowitzky, a quien de dicaba frecuentes editoriales. En efecto, el diario
de Botana Publicó diversos artículos de apoyo a Simón Radowitzky, como “Por
la libertad de Simón Radowitzky” (número 5161, del 05/12/1927); “La libertad de
26 Felipe PIGNA: Los mitos de la historia argentina II, Buenos Aires: Planeta, 2005.
27 H. TARCUS (dir.): Diccionario Biográfico de la Izquierda Argentina, Buenos Aires: Emecé,
2007.
28 Ibidem.
29 H. TARCUS: “Anarquismo y teosofía...”, op. cit.
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Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en Argentina,
Fondo Salvadora Medina-Natalio Botana / SAA 82.
31 “La Virgen Roja de La Protesta”, Bandera Argentina, año II, número 315 (Buenos
Aires, 08/08/1933).
32 H. TARCUS (dir.): Diccionario Biográfico..., op. cit., p. 238.
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Presa en mayo de 1931 junto a Botana, por tres meses, debido a su fuerte
oposición a la dictadura militar (1930-1932), escribió desde la cárcel una carta
de fuerte tenor crítico al presidente golpista José Félix del Buen Pastor , cuya am-
plia divulgación aumentó la proyección de su ya famosa figura.
Pero también fue opositora al gobierno peronista. Según Barrandeguy, aquel
mundo privilegiado en que Salvadora estaba incluida “por manejar mucho di-
nero”, no estaba más en vigencia:
cesaron las influencias y las recomendaciones de una clase para caer en otras
manos 33. El personal del diario se dividió y ella no pudo más hacer frente, ni
convencer, a los obreros, ya que el anarquismo había sido un discurso que perdió
su validez.
En la edición de Crítica del 17 de junio de 1947, dirigió una dura carta abier-
ta a Eva Perón, acentuando un enfrentamiento que acabó en la intervención del
diario –que venía dirigiendo desde la muerte de Botana, en 1941– por el gobier-
no de Juan Domingo Perón, en 1951. Sobre esto trata su libro Crítica y su ver-
dad , de 1958 34.
Salvadora fue también una investigadora de las religiones orientales. En
1928, tras el suicidio de su hijo “Pitón”, realizó con su familia un viaje por Euro-
pa, donde visitó a teósofos y espiritualistas 35. A su regreso publicó el poemario
El misal de mi yoga (1929).
Recibió en Buenos Aires al conocido filósofo indiano Jiddu Krishnamurti
(1865-1986), quien mantuvo correspondencia con Salvadora a lo largo de su gi-
ra por el mundo, iniciada en 1929. Krishnamurti había llegado a Buenos Aires
en 1935, mostrando un enorme poder de convocatoria en las conferencias que
daba en el teatro Coliseo. Allí acudían para oírle los más representativos de la in-
telectualidad de la época. “Espiritual era una palabra de moda en aquel tiempo,
y espirituales eran Brailowsky, Claudio Arrau, Baudelaire y Rimbaud” 36.
Salvadora defendía que la teosofía guardaba una estrecha relación con el
anarquismo, ya que éste no era, según afirmaba, un partido político, sino un es-
tado espiritual. Según la cita Barrandeguy, Krishnamurti había descubierto el
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anarquismo a través de la teosofía, “así como los compañeros son todos teóso-
fos sin sospecharlo. ninguno fuma ni bebe, y todos llevan una vida pura sin nin-
gún exceso”. Aún según Barrandeguy, para Salvadora “el verdadero anarquista se
llama Jiddu Krishnamurti: basta leer a fondo sus libros para darse cuenta de
eso” 37.
Salvadora Medina Onrubia desempeñó un importante papel como agente del
flujo trasnacional de ideas, valores estéticos y contenidos simbólicos; lo que la
constituye en una figura de gran relevancia para este trabajo. Pero antes, será ne-
cesario presentar el contexto ideológico en que se movían nuestros personajes.
Embajada de Alemania, a Gillermo Rothe, Ministro del Interior, Archivo del Ministerio de
Relaciones Exteriores y Culto (AMREC)/ División Política/Guerra Europea- Caja 2, nº 16,
Expediente 2412-Doc. K55/42.
39 Argentina, Jefatura de Policía, Decreto de Neutralidad, 04/09/1939.
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Relaciones Exteriores y Culto, Enrique Ruiz Guiñazú, Buenos Aires, 12/06/1943, Archivo del
Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto (AMREC), Departamento de Política/Alemania/
1943-Caja nº 19-Expediente 17554-R.
42 Daniel CHIARENZA: “La Guerra Civil Española...”, op. cit., pp. 42-47.
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Sin embargo, como aclara el autor y subraya María Inés Tato, estos números de tirada fueron
notoriamente rebajados por la Comisión de Investigación de Actividades Antiargentinas de
la Cámara de Diputados.
48 “Nuestros propósitos”, Clarinada, año I, nº 1 (mayo de 1937), p. 3.
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los individuos le dan sentido al mundo 49. Numerosas imágenes dan cuenta de
una intensa batalla simbólica, en la que las armas escogidas eran las auto-repre-
sentaciones positivas (el valor, el coraje, la virilidad, la belleza, la superioridad
bélica y tecnológica) y las representaciones, siempre antagónicas, del “otro” (la
cobardía, la “debilidad”, la fealdad).
Es sugestivo pensar estas representaciones que enfrentan belleza y fealdad;
fuerza y debilidad, dentro de un repertorio simbólico muy presente entre los na-
cionalistas argentinos a partir de la década de 1930. Según Federico Finchels-
tein, el general José Evaristo Uriburu se había transformado después de su
muerte en un mito tan potente que pasó a constituir el ideal de belleza mascu-
lina; gracias a distintas metáforas que los nacionalistas habían tomado de la li-
turgia católica y el martirio cristiano. Aún según Finchelstein, los nacionalistas
intentaban ver en Uriburu el fenotipo de un ideal masculino, que sería el opues-
to de los enemigos 50.
Y entre los más duros enemigos de Uriburu estaba justamente Salvadora Me-
dina Onrubia, cuya imagen aparecía en las publicaciones nacionalistas como
una representación enfrentada al papel femenino doméstico y pasivo que los
conservadores atribuían a las mujeres. Sin llegar a masculinizarla, sus enemigos
la veían como un elemento desestabilizante para esa sociedad ideal que imagi-
naban para el país.
Los argumentos basados en las diferencias de género son frecuentes entre los
nacionalistas. Aunque no están ausentes entre la izquierda y el anarquismo, pue-
de decirse que los conservadores se valen de prácticas discursivas fluidas, en las
que se focalizan dos aspectos claves: los contenidos estéticos y los roles o pape-
les de género. Este último se manifiesta con claridad en el siguiente párrafo, en
el que el periódico ultranacionalista Bandera Argentina presenta a Salvadora
Medina Onrubia:
La mujer que abandona la quietud del hogar para lanzarse al ejercicio de
actividades públicas, pierde el derecho a a que se hacen acreedoras las otras, que
cumplen el papel que les impone el sexo. Ese derecho consiste en que los hombres
nos abstengamos de criticar los actos femeninos y en revelar aspectos biográficos;
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pero nadie puede ser censurado si analiza, por ejemplo, la acción desarrollada por
la anarquista (…) Salvadora Medina 51.
Salvadora no correspondía, pues, a “los papeles que le impone el sexo”. Se ha-
bía lanzado “al ejercicio de actividades públicas”, un territorio que para los con-
servadores era exclusivamente masculino. Y el portador de ese ideal de
masculinidad defendido por los nacionalistas era justamente su gran enemigo,
el general Uriburu. Esto colocaba a Salvadora en el centro de la proposición bi-
naria preferida por los nacionalistas, que rechazaban unir “lo viril con la man-
sedumbre, la Patria con la antipatria”.
Esa imagen viril, portadora de los valores de la patria, era la misma que se
proyectaba para el “argentino cabal”,
¿Y qué es un argentino cabal? (…) el que no pueda aguantar sin sublevarse
las mariconadas de los diarios cipayos que a dos por tres nos sacuden con los
ejemplos democráticos extranjeros (...) ése es para nosotros el argentino cabal 52.
Como apuntaba Joan Scott en su texto fundador de la categoría, es necesario
pensar el efecto del género en las relaciones sociales e institucionales 53. Lama la
atención la insistencia de los nacionalistas argentinos en la sexualidad de las fi-
guras de Salvadora, Uriburu, “los argentinos”, “los enemigos”, y aún, de sujetos
abstractos como “la patria”, a los que estas diferentes prácticas discursivas atri-
buyen características de género supuestamente estables.
La figura pública y combativa de Salvadora, enemiga acérrima del General
Uriburu, de algún modo destrozaba el orden en el mundo concebido por la de-
recha conservadora argentina: “Por su actuación no se la considera únicamente
una lírica dentro del mundo anárquico, sino una mujer decidida, capaz de afron-
tar, como lo ha hecho, situaciones graves” 54. Es interesante pensar que estas mis-
mas palabras, si hubieran sido atribuidas a algún hombre de su tiempo, serían
ciertamente elogiosas. Lo mismo podría decirse de una mujer del siglo XXI. Pero,
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para esta prensa nacionalista conservadora de las primeras décadas del XX, llamar
a una mujer de “decidida, capaz de afrontar situaciones graves” constituía una
dura crítica.
Parece oportuno recordar la insistencia de Roger Chartier (1999:57), al res-
pecto de comprender las luchas sociales no sólo como enfrentamientos econó-
micos o políticos, sino también, como luchas de representación y de
clasificación entre grupos que “tienen por armas las representaciones de si pro-
pio y de los otros, las clasificaciones sociales, la construcción contradictoria de
las identidades y las formas de la dominación simbólica”.
Salvadora se había aliado justamente a los “enemigos” de la patria, que eran,
entre otros, los anarquistas. Así lo explicaba Bandera Argentina, bajo el título
“Pruebas de su anarquismo”
La esposa de Natalio Botana está prontuariada desde hace muchos años en la
Sección Orden Social de la Policía bajo el número 21849. Ella (…) era y es muy
considerada en el campo anárquico, porque ha defendido siempre material y
espiritualmente a los anarquistas, con quienes mantiene vinculaciones muy
estrechas. Comenzó en La Protesta y continuó en Crítica, ampliando en esta última
hoja su radio de acción, contando con el apoyo de su marido y del indudable
prestigio y terror que inspiran en muchos las campañas de Crítica y, sobre todo, en
el ánimo de ciertos gobernantes 55.
Para atacar la figura de Salvadora, la prensa nacionalista se valía de una de las
características atribuidas a masones y a judíos: el secreto y las reuniones conspi-
rativas, a través de narrativas ricas en imágenes que insinuaban la realización de
orgías y rituales macabros:
Hace pocos años, la Medina Onrubia fue llevada al local de la FORA donde se
realizó una ceremonia de caracteres extraordinarios y desconocida de la mayoría
de personas que no militan en los partidos de extrema izquierda. El salón principal
hallábase ornado de rojo y en un extremo aparecía, brillante de luz, el símbolo de
la hoz y el martillo de los soviets rusos. Una abigarrada muchedumbre agitábase
nerviosa y se observaban esas caras brillantes y hambrientas de lujuria, crimen y
pillaje, que caracteriza a la plebe roja. Flotaba en la atmósfera un vaho, mezcla de
alcohol y de sudor concentrado y partían voces extemporáneas. Todo el piso estaba
cubierto de escupitajos, cáscaras de naranja y puchos. El gentío aguardaba la
ceremonia con viva curiosidad. Advertíase esa alegría especial de los miserables,
cuyas carcajadas festejan al mismo diapasón, la bulliciosa comparsa carnavalesca o
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5. LA CASA
¿Es posible establecer una conexión entre la quinta Los Granaderos, de Bota-
na y Salvadora, en la localidad bonarense Don Torcuato, y la Casa Azul de Frida
Khalo, en el barrio de Tehotihuacán, de la Ciudad de México? El flujo de artis-
tas, activistas, pensadores y escritores que pasaron por una y por otra residencia
puede ayudarnos a conocer mejor las corrientes culturales que atravesaban las
Américas en la primera mitad del siglo XX.
Entre otras muchas cuestiones de interés, merece destaque el mural que el ar-
tista plástico mexicano David Alfaro Siqueiros realizó en el sótano de la mansión
de los Botana. Siqueiros vivió en Argentina entre mayo y diciembre de 1933, con
su compañera, la poetisa uruguaya Blanca Luz Brum (1905-1985), con quien Bo-
tana habría tenido, según diversos testimonios, una relación amorosa.
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6. CONSIDERACIONES FINALES
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Bernard BAILYN: Atlantic History. Concept and Contours, Cambridge (MA)-Londres:
Harvard University Press, 2005.
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BIBLIOGRAFÍA
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